Debo dejar de prometer cosas que no se si puedo cumplir, ¿verdad? Perdonen, me castigaron…

Ya sé que ya fastidié mucho con esto, pero... no olviden dejar review, háganme saber si les gusta.

Y algo más, cuando en el texto aparezcan las comillas ("") quiere decir que lo están pensando… a veces puedo ser muy distraída ; P…

El Origen de Wolborg.

Capítulo 3:

Enigmas.

Ya traspasando las puertas que momentos antes les impedían el paso, Tala la guió a través de los oscuros pasillos de la Abadía hasta una puerta que ostentaba un letrero muy simple y en el podía leerse 'Enfermería' en letras negras, iluminado vagamente por una lámpara de luz opaca.

Girando la perilla, ser abrió paso a el interior. Con un ademán le indicó entrase también, cosa que la desconfiada huésped hizo. Examinó el lugar en busca de posibles salidas, después de todo no sabía cuando podría necesitar una, agregando que no le gustaban los lugares pequeños y encerrados como ese.

Una diminuta ventana por la cual apenas cabría si…pero no era tan tonta como para hacerlo ahí si se presentara el caso, una escueta cama de sábanas limpias y ásperas, una vitrina que guardaba diversos medicamentos e instrumentos médicos y una silla muy rudimentaria hecha de madera vieja. Y un escritorio que no advirtió.

Tala la hizo sentarse en la cama y él tomó asiento, junto a ella, en la silla.

- Tendremos que esperar a que llegue la doctora Kyra.- observó el joven tratando de reprimir un bostezo que ya había esperado demasiado atrapado en su garganta. Lo miró preocupada, debía estar agotado, y es que caminar toda la noche con alguien a cuestas debía ser motivo suficiente para que menguasen las fuerzas.

- Tala, ¿estás cansado? ¿Por eso vinimos aquí?- preguntó en un tono demasiado inocente, casi infantil. Algo sorprendido y sin mostrarlo respondió:

- Sólo necesito dormir un poco y estamos aquí para ver un doctor.

- ¿Acaso estas enfermo?

- El doctor es para ti, Novae.

Eso fue suficiente para mantenerla tranquila, por lo menos hasta que la doctora Kyra llegara.

Mientras Tala batallaba contra el mundo de los sueños y el incesante cerrarse de sus párpados, la perilla de la puerta giró una vez más, dándole paso a una mujer de cabellos castaños y ojos verdes vivos y alegres, de piel bronceada inusual, un poco más alta que Tala. Llevaba puesta una bata blanca que cubría sus ropas oscuras y un montón de documentos en las manos. Tan absorta estaba en mantener esos papeles en sus respectivas carpetas que no notó la singular pareja que la aguardaba.

Levantó los ojos y los vio. De igual manera ellos le regresaron la mirada, de diferentes formas. Tala mostraba un dejo de disgusto y cansancio, Novae se mostraba divertida por la graciosa escena; Kyra denotaba confusión y sorpresa.

Ahora bien, siendo el carácter de la doctora tan amigable y afable, que hasta se había ganado el cariño de todos los jóvenes de la Abadía, recuperó pronto la sonrisa y se acercó a los dos, dejando lo que llevaba en el escritorio.

- ¡Tala!... ¿Pero qué...?- cuestionó un tanto atónita, pues verlo a él en la enfermería era un acontecimiento digno de celebración, en especial si iba acompañado de alguien más que era totalmente externo a la Abadía.

- Doctora Kyra, ¿podría hacerse cargo de mi…- se detuvo, razonando la palabra que estaba a punto de decir, no sabiendo como llamarle exactamente,- uhm… amiga por un momento?- poniéndose de pie.

Mirándolo primero a él y luego a ella, acertó sólo a asentir, pues Novae había llamado mucho su atención, tenía la ligera sospecha de haberla visto antes, hace un largo tiempo…

Colocándose frente a ella e inclinándose para quedar a su altura, la miró a los ojos y apoyando las manos en sus hombros, Tala dijo a su nueva amiga:

- Me tengo que ir, pero no te preocupes, volveré pronto. Puedes confiar en ella.- se irguió nuevamente y avanzó hacia la puerta, siendo detenido por la mujer.

- Aehm... Tala, antes de que vayas a hacer lo que sea que vayas a hacer, ¿podrías traer algo de ropa? Tú sabes, más adecuada para la bella señorita que está sentada ahí.- señalando a Novae.

- …Sí, claro.

Y se fue, dejándolas solas.

Se produjo el silencio incómodo que la mayoría de las veces antecede a una buena conversación. Acercándose a la niña para encararla, le preguntó:

- ¿No nos habíamos visto ya?

Negó con la cabeza, evadiendo la insistente mirada de la doctora, le molestaba que la examinaran con tanto detenimiento porque a la larga, eso siempre le traía problemas.

- Y dime, ¿tienes nombre?

- Novae.

-Mucho gusto, como ya sabes, yo soy Kyra.- acercándose a ella para estrecharle la mano, lo que hizo después de dudar un momento, pues no estaba segura de que significaba ese gesto, sin embargo, Tala le había dicho que podía confiar en esa mujer, entonces no había problema.

- Ya sé que es lo que te sucede, es éste… maravilloso lugar…- dijo con sarcasmo,- A mi tampoco me dan ganas de estar aquí, pero ya verás que entra las dos podemos hacer algo al respecto.- guiñando un ojo y sonriendo ampliamente.

Por algún extraño motivo, pensó que la doctora tenía razón.

Mientras tanto, Tala discutía con su yo interno, intentando descifrar que debía hacer primero. Por más que lo deseara, no podría mantener en secreto a Novae, tarde o temprano la descubrirían, después de todo, la Abadía se conformaba en mayoría por, si no es que totalmente, por hombres. La excepción era, sí, la doctora. Además, no podía desobedecer de esa manera a Boris.

De pronto la idea lo hizo estremecerse, ¿qué haría Boris si se enteraba de la existencia de ésta jovencita? Dudaba que le permitiera establecerse ahí, no a menos que obtuviera algo a cambio, y es que, la idea de haberla encontrado para luego perderla por tan poco no le agradaba, sabía que ,al menos, a su lado se sentiría más tranquilo, más vivo.

Decidió, para evitar a Boris y lo que probablemente sería su castigo por haber salido sin autorización, después de todo, ¿cómo iba a explicarle esa repentina aparición? ¿Qué simplemente alguien llegó tocando su puerta pidiendo ayuda? Sería un verdadero tonto si lo creyera, y si había algo que Boris no era, es precisamente, un tonto.

- Bien… Es mejor así…- murmuró suavemente, dejando que un mechón de cabello se deslizara ligeramente en su rostro. Se dirigió a su habitación, seguramente encontraría algo para Novae, después de todo, todavía conservaba algunas ropas de cuando era más pequeño. Le tomó algo de tiempo llegar, una de las razones por las que odiaba el lugar era por sus intrincados y confusos pasillos, no bastaba que fuesen oscuros, no, también tenían que parecer un laberinto interminable.

El cuarto no era muy diferente de la enfermaría, una pequeña ventana, una mesa a manera de escritorio, una cama, una ventana de vidrios opacos… La diferencia radicaba en el tamaño, y que, anexo se encontraba el baño, sin mencionar las pocas cosas que Tala poseía en verdad, aquellas que atesoraba con recelo, pues no podía concebir la idea de perderlas. Se trataba de un sobre viejo, maltratado, que contenía en su interior una carta de sus padres, o al menos eso le había dicho Boris, creerle o no, le importaba muy poco, el hecho era que le tranquilizaba la idea de saberse querido por una sola vez. De cierta manera, ese frágil trozo de papel le daba constancia de estar vivo, de sentir, de saberse capaz de mantenerse en pie y no caer ante el constante maltrato al que era sujeto. Esa carta era el puente que existía entre su voluntad y su resignación. Para sentirse revitalizado lo único que tenía que hacer era sostenerla entre sus dedos y mirarla, aunque no la había leído aún, a pesar de ya haberla abierto, nunca tuvo el valor de leerla, le aterraba pensar que se encontraría con una hoja en blanco, vacía, carente de palabras, de encontrarse con una mentira más. Así que si sólo le echaba un vistazo, estaba bien.

Buscó en los cajones algo de ropa, lo más adecuado que pudo encontrar fueron unas ropas ya bastante gastadas, pero que de igual forma servirían. Se parecían mucho a las que él llevaba puestas, variando el color a un gris claro. En cuanto lo tuvo en las manos salió del cuarto, recorriendo el mismo camino que había seguido para llegar.

En un instante muy confuso, en el que la puerta se abrió rápidamente y Novae se precipitó para abrazar a Tala, ambos estaban en el suelo, mientras la doctora los miraba divertida, intentando ahogar la risa que le provocaba.

- De acuerdo, eso no me lo esperaba…- refunfuñó el chico, tratando de ponerse en pie. En pocos instantes lo estuvieron.

- Supongo que eso quiere decir que no tomarás el medicamento.- sosteniendo un vaso de agua en una mano y una pastilla en la otra.

Negando con la cabeza, se escondió tras Tala. Éste se hizo a un lado, dejándola a la vista. Se giró hacia ella y le entrego las ropas que había recogido del piso minutos antes.

- ¡Qué bien! Pudiste conseguir algo.- exclamó Kyra, avanzando hacia Novae y tomándola del brazo para hacerla entrar de nuevo al consultorio.- Cambia tu ropa por ésta aquí. Yo hablaré con Tala afuera.- cerrando la puerta tras de sí, dejando a una muy enfadada chica.

Respirando profundo, aún recargada en la puerta, buscó las palabras indicadas que le ayudaran a explicar bien la situación por la que atravesaban. Sabía que si mencionaba algo que no debía, por más mínimo que fuera, lo preocuparía. – Es todo un caso, ¿no?

Asintió. Desde que la conoció no había sido más que sorpresa tras sorpresa. Presintió que algo andaba mal, lo podía notar en el tono de su voz. - ¿Está todo bien?- fuera la respuesta que fuere, debía estar preparado, sin contar que lo peor aún estaba por llegar.

-…Sí, es sólo que… me preocupa un poco su estado de desnutrición, está algo avanzado. Descuida, poco a poco se repondrá.

- … De acuerdo…- dándose la media vuelta, se alejó, y mientras lo hacía le pidió que se hiciera cargo de ella por un poco más, que tenía que atender un asunto muy importante y que no podía dejar pasar más tiempo. Estuvo de acuerdo.

Conforme avanzaba, su figura se fue perdiendo en la penumbra de los corredores.

El problema ahora radicaba en hablar con Boris y plantearle la situación. Con suerte podría hacer que la aceptara en la Abadía, incluso que su estancia fuera permanente o por lo menos hasta que estuviese seguro de que ya no corría ningún peligro y que era seguro para ella volver a casa. Al pensarlo se detuvo. ¿Qué motivos tendría para vagar sola, de noche en el bosque, con un clima tan impredecible y en el estado en el que se encontraba? ¿Acaso habría escapado?

"Tonto, no es momento de pensar en eso. Tienes cosas que hacer."

Retomó su andar y sin darse cuenta, ya estaba frente a la oficina principal, la oficina de Boris. Indeciso, miró la puerta con insistencia, deseando que no se encontrara nadie. Levantó una mano, dudó por instantes en si debía o no tocar. Respiro profundamente.

Tres leves golpes se hicieron sonar en la estancia. No hubo respuesta.

Esta vez se decidió por medidas más drásticas. Con voz baja y a la vez firme, llamó:

- Señor, soy yo, Tala. Tengo algo que discutir con usted.

De nuevo silencio. Espero un poco, nada. Pareciera que su deseo se había vuelto realidad y que nadie se encontraba ahí. Pero una voz ronca y grave le hizo saber que estaba equivocado.

- Adelante.

Una cosa antes de que se me olvide, a veces puede llegar a ser muy lenta y con frecuencia me distraigo muy fácil, así que, si no les molesta, háganme saber cuando me estoy demorando demasiado, lo apreciaría mucho. No quiero decepcionarlas, así que por favor, notifíquenlo. Espero tener otro capítulo en POCO tiempo.