Igual que en el Paraíso
Capítulo I: El accidente y el departamento
Había una joven, de no más de 25 años, que se encontraba en un jardín, en pleno otoño, veía como las anaranjadas hojas caían lentamente, a un jardín de sueño. A su derecha había una enorme mansión que ya llevaba bastante tiempo, se veía antigua, pero no dejaba pasar ningún detalle que lo demostrara, estaba igual de preciosa como si hubiera terminado de ser construida ese mismo día.
Con respecto a la chica, unas suaves ondulaciones en el sedoso cabello negro, le remarcaban suave y elegantemente el rostro. A pesar de haber estado siempre sola, nunca había disfrutado tanto un paisaje. En sus hermosos ojos, de color café oscuro, se reflejaba cada hoja, cada pétale de ese hermoso jardín. Sus ojos brillaban con cada movimiento. ¿Qué era este lugar?... Ya había notado que estaba sola, pero esa soledad, por lo menos en ese momento era su felicidad. Se sentía con una tranquilidad, que no sentía hace bastante tiempo. Se sentí, tranquila. Una hermosa y delicada adornaba su perfecto rostro, tenía las mejillas un poco coloradas, por que se encontraba con un tibio clima, a pesar de ser otoño.
Pero no se dio cuenta cuando alguien le puso la mano en el hombro y despertó. Todo había sido un sueño, pero, porque le había parecido todo tan real ¿una alucinación? No, no lo creía, solo quería saber que por lo menos ahí podía se feliz. Entonces los ruidos de la sala la despertaron.
-…gome, Kagome, ¡KAGOME! – le repetíaYuka, una de las enfermeras con las que trabajaba – Te quedaste dormida de nuevo!
-En serio? Dios, cuanto dormí? – dijo bastante preocupada de que le pasara otra vez, siempre estaba en las nubes, pensó mientras se acercaba a la máquina de café.
-Seis minutos, pero tienes trabajo en la 6, ahora.
-Está bien, cual es el nombre de la paciente?
-Su nombre es Yumiko, tiene una hemorragia en la pierna derecha, justo en el muslo, por favor necesito que la revises – dijo en el momento en que le pasaba los papeles
-Iré allá en seguida – dijo mientras aceleraba el paso, tomándose el café lo más rápido que podía.
Iba caminando hacia el piso 5, a la 6, cuando en el ascensor se encontró con Naraku, uno de los doctores que trabajaban con ella. Siendo doctores no estables, solo estaban cuando se les necesitaban, es decir no se especializaban en nada en especial, solo en lo que se les pidiera.
-Hola Naraku, que tiempo sin verte. ¿Cómo va el trabajo?
-Hola Kagome, bastante bien, gracias, y supongo que a ti también - dijo al ver que se encontraba bastante apurada, además de dirigirle una despreciable mueca, tratando de hacer una sonrisa, que para su suerte Kagome no notó.
-Sí, claro, pero bueno, salvar vidas es… lo mejor ¿no?
-Claro, piso 5 aquí te bajas, nos vemos - dijo despidiéndola con una falsa sonrisa.
Kagome notó lo falsa que se veía la sonrisa, pero sabía que el no tuvo un gran pasado para alardear, y por eso, al ser de corazón suave y compasivo, no le importó y le devolvió una dulce sonrisa, mientras las puertas del ascensor de cerraban. Miró el reloj, y salió corriendo a todo lo que le daban sus piernas a la respectiva pieza.
Así transcurrieron dos días en la ocupada vida de Kagome. Vivía de café y ensaladas. Ya que no dormía, sino que se quedaba en el hospital Sengoku, sin poder dormir.
Iba caminando tranquilamente por los pasillos esperando a que alguien le diera más trabajo que hacer. Según Kagome, salvar vidas, era lo mejor que podía haber. Sin saber que más pasaría siguió caminando, y se encontró con el jefe del departamento, la señora Kaede.
-Buenos días Kagome – dijo saludándola cariñosamente, ya que quería de todo corazón a Kagome.
-Buenos días, señora Kaede – dijo también muy alegre, aunque se le notaban mucho las ojeras.
-Vaya, veo que debes estar bastante cansada, pero aún así te quiero felicitar por tu constante trabajo, eres una doctora ejemplar… - pero paró al verse interrumpida por el celular de Kagome
-Lo siento señora Kaede – dijo dispuesta a cortar la llamada.
-No te preocupes, contesta, a nadie nunca le ha hecho mal, no es cierto? – dijo tranquilamente.
Entonces Kagome contestó.
-Aló? Hola Sango! Como estás?... bien gracias… si claro que iré hoy!... está bien a las 8:00 PM… trataré de no llegar tarde… claro…. Sí, pero, creo que fue totalmente innecesario invitar a un pretendiente, estoy muy ocupada con el hospital, está bien te llamo más tarde… nos vemos… adiós! – terminó en el momento en que cortó el teléfono.
- Muy bien Kagome, en que estábamos?... claro te estaba felicitando, y quiero decirte, que gracias a tus esfuerzos, te has ganado lo que ahora te digo. Yo te nombro doctora estable, bienvenida Kagome.
-Oh Dios, no estoy soñando de nuevo, no es cierto?... Gracias señora!... no se como agradecerle…
-Kagome, no tienes que agradecerme nada, tu te lo mereces! Sé que harás de buena doctora. Ahora quiero que hagas algo por mí
-Claro, lo que diga Señora Kaede – dijo atentamente.
-Quiero, que te vayas a tu casa se está haciendo tarde, y por lo que escuché, tienes algo que hacer esta noche
-Pero… - dijo tratando de protestar
-Nada de peros, quiero que descanses bien hoy, ya que creo que has estado 42 horas en el hospital sin poder dormir, ahora vete.
-Gracias!
En el momento en que se dirigía a la sala de doctores, vio que se le acercaba enfermera, que se encontraba, bastante afligida y apurada, que le pidió ayuda.
-Doctora Higurashi, necesitamos su ayuda. Hay un paciente con una terrible hemorragia cerebral, que se encuentra en grave peligro, por favor doctora Higurashi! – Kagome resignada corrió junto a la enfermera a ver el paciente y a hacer lo que más le gustaba hacer.
Al terminar, y salvar otra vida, sintiéndose satisfecha fue corriendo apurada al estacionamiento, ya que ya eran las 8:20, es decir ya estaba atrasada. En el estacionamiento se encontró con Naraku que se estaba retirando también. Al verla se le dibujó en el rostro, una vez más, una desaliñada y desagradable mueca.
-Felicidades, por tu ascenso, a mi me mandaran a otro hospital, ya que era solo una decisión de la vieja Kaede la elección de ese puesto, así que felicidades. A mi me mandaron al hospital más desconocido que existe. Y está en otra ciudad… - dijo maldiciendo
-Bueno gracias, y espero que te vaya bien allá Naraku – dijo dibujando una vez más esa sonrisa que la hacía ver perfecta – lo siento estoy atrasada para un compromiso, me debo ir, adiós!
Entonces salió y sonó su celular.
-Alo, Hola! Sango!…. Bien, gracias y tú?... Si lo sé, lo siento, tuve un trabajo inesperado, pero para allá voy!... jajaja creo que no hay nadie interesado en verme si aún no ha llegado. Pero igual iré para hacerte compañía, además vas a estar con Miroku, no?... jajaja está bien, mejor te cortó, adiós!
Todo parecía estar perfecto. Una hermosa sonrisa adornaba su cara, su cabello se movían con el suave viento que entraba por la venta junto con algunas gotas de lluvia. Kagome le subió el nivel de audio a su música y tomó del café que le quedaba. Entonces vio que una luz cegadora le llegó a los ojos, y vio un camión viniendo directo hacia ella. Intentó frenar pero el suelo húmedo no se lo permitió. La sonrisa despareció, dejando una ilustre cara de pánico, el color de su piel, se fue enseguida, y quedó tan blanca como lo permitiera su piel. Ya que el momento que tuvo para reaccionar no sirvió para evitar lo inevitable. Un fuerte ruido de bocina fue lo último que escuchó, y todo de repente se puso negro.
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Una larga cabellera caía como una cascada plateada por su fornida espalda, y dos flequillos que bajaban por su rostro hasta su pecho. Disfrutaba llevar el pelo suelto, porque demostraba que podía ser libre. Sus ojos dorados no demostraban nada más que un aburrimiento de una magnitud impresionante, al igual que sus brazos, con músculos deliciosos, porque no mencionar, y sus piernas, también muy fornidas. Todo el cuerpo demostraba que él le destrozaría la cara a quién se le cruzara por delante, llevaba los brazos entrelazados detrás de su cabeza, para apoyarse en ellos, tal y como si quisiera quedarse dormido. Sus piernas, entre abiertas, remarcaban su figura, aunque también demostraban al aburrimiento que lo embargaba. Todo esto ocurría mientras que Kaguya, la mujer que lo acompañaba solo parloteaba acerca de los lujosos departamentos que había encontrado ayer.
Inuyasha, es el nombre de el hombre, que no la escuchaba, ya que habiendo buscado departamentos, por 6 meses, estaba aburrido. Mientras tanto habían llegado a un departamento adornada al puro estilo oriental con pocos muebles, un biombo, un tiesto de arena con arbustos en la mitad de la sala, era precioso. Pero a Inuyasha, no le importaba. Estaba destrozado. Y la nueva encargada de encontrarle lugares, no era del todo agradable.
-Y bueno, que dices? Es precioso, muchas revistas vienen a sacarle fotos para rellenar las secciones de decoraciones!
-Creo haberte dicho que quería un departamento amueblado – dijo con un deje de ironía y enojo a la vez. Cuanto más tendría que buscar? Sólo quería un lugar tranquilo, para poder olvidar.
-Bueno pues, Inuyasha, está amueblado – dijo, riendo al creer que Inuyasha solo bromeaba, pero su rostro tenso y sin ningún gesto amable, la puso bastante nerviosa, haciendo que la tonta risita desapareciera.
-Donde está el sillón? – dijo perdiendo la paciencia, haciendo que Kaguya simplemente se resignara, a que el no aceptara esta jugosa oferta.
Así pasó otro mes. Vieron departamentos de todos los tipos, pero Inuyasha no encontraba lo que quería, que era lo que quería. Sus ojos dorados no demostraban nada más que frialdad. Entonces, de un departamento por el que estaba pasando, voló uno de los papeles de renta de departamentos. Siendo un papel liviano, pudo volar bastante con el movimiento de la ciudad. Se pegó a la pierna de Inuyasha. Él, sin ninguna preocupación la sacó y la mandó a volar. Pero el destino no lo quería así. Entonces como por arte de magia, el papel llegó otra vez a la pierna de Inuyasha, este ya con brusquedad lo tiró otra vez mientras Kaguya le hablaba.
-Inuyasha, yo no sé lo que buscas tal vez, si quieres que encontremos algo, que te plazca, porque no mejor nos comunicamos mejor, y tenemos más cercanía – dijo tratando de aprovecharse de la situación, pero no supo que Inuyasha no lo escuchaba.
El papel, insistente, por culpa del destino, se pegó en el rostro de Inuyasha, el cual solo Dios sabe, que parecía tallada por los mismos ángeles. Entonces, Inuyasha, aún sin escuchar a Kagura, leyó el papel. Que al parecer era sobre la renta de algún departamento. Inuyasha se ubicó en la calle, y vio que estaba a su espalda. Kagura al notar que Inuyasha había encontrado algo, trató de detenerlo, estaba entrando a cualquier lugar. Inuyasha le pasó el papel, y entró al edificio.
Para Kaguya que solo buscaba departamentos lujosos, le pareció un asco, realmente no le gustaba, era solo un departamento cualquiera. Pero en cuanto a Inuyasha, no lo veía así, veía un lugar en el cual podría vivir tranquilo, la vista hacía soportable la ciudad, ya que tenía vista ala playa y al inmenso mar, tenía un sillón rojo terciopelo en la sala, un televisor antiguo pero servible delante de este, y una cocina pequeña, pero con el espacio suficiente. No necesitaba más, este era el lugar que había buscado por tanto tiempo.
-Está bien, llamaré al dueño – dijo viendo el número de teléfono que había en el papel que Inuyasha había encontrado con la dirección del edifico. –Sí? Habla Kaguya, mucho gusto, llamo de la residencia…
Inuyasha se encontraba en el sillón. Le gustaba, estaba hecho un solo capricho, Inuyasha no soportaba a nada, ni a nadie, solo quería morirse, había pensado seriamente en suicidarse pero pensó "a ella no le hubiera gustado así"…. Pensaba en l oque se quedaba dormido en el cómodo sillón rojo.
Fin del capítulo!
Bueno aquí les traigo mi nuevo fic, sé que el otro nunca lo terminé pero intentare, una cosa… los reviews me ayudan! Si les suena, es porque es sobre una película llamada como si fuera cierto / Just like heaven / de la cual voy a hacer un fic, por favor! Espero sus reviews, y ojalá les guste!
