He aqui el segundo capitulo, muchas gracias por los reviews; les dire algo, si se compran el manga de "Clover" (por lo menos aca en Mexico) van a encontrar la mayoria de los dialogos exactamente iguales xD esta es solo una adaptacion del manga version Yu Yu Hakusho n.n son cuatro mangas y este es, practicamente, el tomo 2; son unicamente cuatro tomos del manga, asi que el proximo fin de semanaestara publicado el proximo capitulo n.n please, no sean malos y dejenme reviews, ellos me levantan el animo y la autoestima, los necesito ;o;U chequen las canciones, no todas son iguales o.o


Clover

By Alex-Wind

Tiempo de partida... 7 de julio de 2006, viernes, 9:03 p.m.

"2".-.-.-."2".-.-.-."2".-.-.-."2".-.-.-."2".-.-.-."2".-.-.-."2".-.-.-."2".-.-.-."2".-.-.-."2"

CHAPTER II

TWO LEAFS

Irremediablemente iban cayendo, pero eso a Hiei no le importaba, el cambio físico que Kurama presentaba lo hechizaba olímpicamente, la gravedad pareció verse afectada por la presencia del ser blanco y descendieron mucho más lento de lo que debió de haber sido; en cuanto uno de los pies de Kurama tocó el suelo, su cabello plateado regresó a ser rojo, sus ropas recuperaron aquel tono rojizo y sus ojos dorados se vieron verdes de nuevo. Echó a correr con Hiei detrás de él aún tomado de la mano fuertemente.

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-Creo que éste no es un buen momento para perseguirlos—Mukuro se quitó el casco que le cubría gran parte del rostro y le permitía ver a varios kilómetros a la distancia, la habitación en la que se encontraban hacía sólo unos minutos Hiei y Kurama había estallado por completo.

-Explotó todo el lugar—siguió otro soldado.

-Ya veo, con que ése es el poder de aquél Príncipe...

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-Yukina—llamaba Yusuke desde un monitor cuya resolución era pésima debido a la interferencia—. Yukina.

Ella estaba sudando gotas gruesas de sudor, jadeando a un lado del monitor mientras que su respiración se regularizaba lentamente, el tratar de encontrarlos le estaba costando demasiada energía, esfuerzo y trabajo.

-Ya te... escuché—se quitó su visor y su búsqueda se detuvo por unos instantes.

-El dispositivo localizador que le coloqué al arma de Hiei, se averió.

-Los soldados del Makai no son los únicos que los persiguen—al fin logró recuperar el aliento y estabilizarse.

-Lo sé, sin embargo... su traslado es decisión del parlamento.

-Hay sabios que desean monopolizar el proyecto—comentó Yukina.

-¿Puedes buscarlos?

-Si, claro—volvió a tocar aquella parte detrás de su hombro izquierdo, en su espalda—. Después de todo, el es un "trébol", como yo—se puso de pie y estiró su brazo derecho, varios cables comenzaron a aparecer sobre su mano por arte de magia y fueron rodeando su brazo a lo largo formando una especie de armadura hasta llegar a su cabeza y formar un visor especial que únicamente cubría ese lado del rostro—. No... Aunque no somos parecidos, soy "una niña de tres hojas", y gracias a eso, pude salir—cerró sus ojos—. En cambio, los de "cuatro hojas", están solos todo el tiempo—reanudó nuevamente su visión y la dirigió hacia la pantalla—. Desde el primer instante, cuando Hiei lo trajo a la casa, te diste cuenta¿verdad? Que él es un niño clover de cuatro hojas—bajó la mirada y transcurrieron algunos segundos antes de que volviera a hablar—. No quiero que ninguno de los dos muera...

-Ni yo...

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Ambos seguían corriendo, llegaron hasta un estacionamiento que se encontraba en la parte superior de un edificio y se detuvieron, los dos con la respiración y los latidos del corazón completamente alterados. Kurama apoyó ambas manos en las rodillas y Hiei simplemente bajó la cabeza, ambos en la búsqueda de oxígeno para que pudiera llegar a sus pulmones.

-Ya nadie nos sigue—dijo el pelirrojo mirando a su alrededor.

Se acercaron a la orilla del edificio, se apoyaron en unas fuertes rejas que los separaban del abismo que se abría a un lado de ellos debido a la altura a la que se encontraban, miraban la noche se que expandía sobre ellos.

-¿Cómo fue que te transformaste así sin usar algún instrumento?—soltó Hiei como si nada, pero, muy curioso.

-Pude hacerlo porque soy un trébol.

-¿Trébol?

-Si, un trébol de cuatro hojas—su mirada se dirigió hacia la nada frente a él.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

-Ahora recuerdo que el titulo de esa canción era "Clover"¿cierto?—comentó el demonio de negro, el de ojos verdes asintió.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Hiei intentó sacar su espada de la funda, cual no fue su sorpresa al sólo ver quince centímetros del metal que componía la cuchilla.

-Se rompió—no le importaba mucho esa arma, pero le habría resultado tan útil si hubiera soportado un poco más...—. ¡Bah! Qué importa, al fin y al cabo, las armas creadas por el ejército del Reikai, nunca funcionarán tan efectivamente como deberían en su contra—guardó lo que quedaba del arma en su funda nuevamente, no tenía mucho de donde escoger y si la conservaba quizás le serviría de algo en el futuro hasta que la misión terminara—. Sabía que no me preguntarías—dijo mirando a Kurama.

-¿Qué?

-¿Qué significa esa palabra?

-Aún no quiero preguntártelo. Eso es todo—tímidamente, su vista se posó en su guardián quien miraba hacia el horizonte lleno de las luces de la ciudad, suspiró ligeramente y con soledad—. Perdóname.

-¿De qué?—se giró para encontrarse con la mirada del pelirrojo.

-Por mi culpa, estás herido—señaló el ligero corte en el pecho del demonio de negro.

-Es parte del trabajo.

-Si te quedas a mi lado, es probable que corras más peligros...—se dio media vuelta y sus dedos se enroscaron en la reja, miró hacia la ciudad concurrida de demonios, entes y toda clase de apariciones—. Lo mejor hubiera sido quedarme en ese lugar—su mirada se llenó de tristeza, Hiei sólo se acercó, le acarició la cabeza y le sonrió ligeramente, le dio la espalda, se acercó a una motocicleta que estaba estacionada cerca de ellos y comenzó a mover varios cables de ésta—. ¿Qué estás haciendo?

-Tomaré esto prestado—respondió aún en su labor—, el auto que nos dio Yusuke, se quedó en el estacionamiento del hotel. Lo siento por él, pero es necesario buscar otro medio de transporte.

-¿Vas a llevarme?

-Cumpliré con mi promesa.

Llévame a un lugar lejano y distinto.

Llévame, por favor.

El ave que está dentro de la jaula, que no puede volar, que no puede llorar, siempre está en la soledad.

Por eso, llévame...

Presionó algunos botones, acomodó un par de cables, y...

¡BRUUUUM!

La motocicleta echó a andar, Hiei se montó sobre el vehículo y lo estabilizó; le ofreció la mano a Kurama con una gran confianza y éste la tomó.

Quiero encontrar la felicidad...

-Tengo que contarte acerca de mí—dijo el joven de ojos verdes mientras se situaba junto al de los ojos rojos. El vehículo arrancó y se dirigieron a su destino de inmediato, las corrientes de aire los favorecían y no había grandes obstáculos en su camino—. Los niños "trébol" somos llamados así porque podemos utilizar magia.

-¿Son hechiceros?

-No, somos magos—bajó la mirada al sentir que Hiei se giraba a verlo por unos segundos—. ¿Conoces el proyecto "hojas de trébol"?

-No...

-Para que este proyecto se llevara a cabo, hace diez años, el Reikai se encargó de buscar a niños de los tres mundos y depende de la fuerza que obtiene cada uno, se les denominan "niños de tres hojas o cuatro hojas".

-Eso debe de tener relación con Enma...—observó Hiei mientras que su mirada se afilaba—. ¿Cuántos niños había?

-Al principio había tres, de tres hojas, pero uno murió. Ahora sólo quedan dos.

-¿Y de cuatro hojas?

-Soy el único, por eso me dijeron que debería estar solo—silencio.

-También había hechiceros en el Reikai.

-Pero no tenían magos¿verdad?

-Bueno, a los hechiceros, siempre los he considerado como magos. La anciana Genkai posee un alto nivel en energía espiritual y se ha internado en la hechicería, además, tiene un alto nivel de magia, dudo mucho que existan otros magos en la región que superen sus poderes—miró nuevamente a Kurama, él aún evitaba su mirada.

-Se necesita la fuerza de cinco o más magos para detener a un niño de tres hojas—Hiei casi choca contra un árbol al escuchar el comentario.

-¿Y un niño de cuatro hojas?

-...—Kurama se abrazó más a su piloto, éste regresó su mirada hacia delante—. Por eso siempre estoy solo.

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-Quiero encontrar la felicidad—decía una pantalla que mostraba la figura de Kurama frente a la anciana Genkai, ella presionó un botón y la imagen desapareció; parpadeó cansadamente y miró con tristeza el monitor apagado.

-Al menos, quiero cumplir el último deseo de ese pequeño inocente...

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Varias explosiones estallaron justo enseguida de la motocicleta en la que iban el chico pelirrojo y el demonio de negro, éste último pudo maniobrar hábilmente con el vehículo y esquivar las siguientes esferas de energía que les lanzaban.

-¿Qué?—Hiei se giró para ver quienes los atacaban en esta ocasión—. ¿Nunca te cansas...?—regresó la vista hacia delante y continuó conduciendo.

-Cuando alguien capta mi atención, no lo dejo en paz ni un minuto—exclamaba la mujer, Mukuro, justo detrás de ellos.

-¡Rayos...!—el guardián buscó la espada sin ver con una mano, pero al sentir el mango entre sus dedos, recordó que estaba rota y que en ese estado no podría hacer prácticamente nada.

Siguió esquivando los ataques que les enviaban a distancia, pero no duró así mucho tiempo, una esfera lanzada por la misma Mukuro logró dar en la parte posterior del vehículo y Hiei perdió el control sobre éste. Sin embargo, cual no fue su sorpresa al ver cómo desaparecían en la nada. Estaba sucediendo lo mismo que en la casa de Yusuke y Yukina.

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Llévame a un lugar distinto.

-Una hoja—pensó Hiei, de nuevo veía a una hoja idéntica a la que habían grabado en su mano derecha, sin embargo, aparecieron otras tres hojas.

Llévame, por favor.

-Un trébol de cuatro hojas—las hojas se habían reunido en una exótica danza y ahora estaban juntas, las cuatro, después adoptaron la forma de un verdadero trébol de cuatro hojas.

El ave que está dentro de la jaula, que no puede volar, que no puede llorar, siempre está en la soledad.

Por eso, llévame...

Vio a Kurama en un traje blanco, nada parecido al que usaba cuando su cabello se volvía plateado, el chico pelirrojo le daba la espalda y se giraba lentamente para mirarlo con necesidad. Hiei estiraba su brazo hacia él, le decía sin palabras que podía permanecer a su lado si así lo deseaba, que podría ayudarlo si él se lo permitía.

Quiero encontrar la felicidad.

Casi dudando, Kurama tomó la mano de su guardián, pero en cuanto lo hizo, desapareció.

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-¿Qué está pasando?—preguntó el demonio de negro al darse cuenta de que regresaba a lo que conocía como realidad.

-Yukina nos hizo el favor de enviarnos—respondió el pelirrojo con tranquilidad.

-¿Dónde estamos?

-En el Parque de las Hadas.

¡BOOOMB!

Fueron cayendo estrepitosamente, estaban como a unos treinta metros del suelo y su medio de transporte envuelto en llamas por la reciente explosión. Cayeron sin resultar lastimados y bajaron rápidamente de la motocicleta que terminó de estallar por sí misma. Kurama se transformó de nuevo en aquella aparición de cabellos plateados y corrió y saltó elegantemente por todo el lugar siendo observado por Hiei quien lo seguía de cerca. El ser de, ahora, ojos dorados se detuvo justo en el centro de todo el parque, a lo alto de una enorme torre y dijo al viento:

-Al fin hemos llegado, Kuronue.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Quiero convertirme en tu felicidad.

Soy feliz, con sólo estar a tu lado.

Soy feliz, con sólo verte sonreír.

Por eso, llévame...

A un lugar distinto.

Llévame, por favor...

A esa gran felicidad...

De un salto, bajó suavemente hacia el suelo situándose cerca de Hiei, parecía que ninguna ley natural podía ser inquebrantable para él.

-¿Por qué le hablaste a Kuronue?

-Ya te había dicho que yo ya lo conocía...

Soy feliz, con sólo estar a tu lado.

Soy feliz, con sólo verte sonreír.

Por eso, llévame a un lugar distinto...

-Esta canción...—siguió hablando el ser de ropas blancas—. La hicimos entre Kuronue y yo.

-¿Qué significa esto?—cuestionó Hiei airado.

-Perdóname, por mentirte. Pero ya había hablado con Kuronue. Todo empezó porque lo escuché desde muy lejos, me refiero a aquel bar donde cantó con su elegante voz.

-¿Pudiste escucharlo por medio del micrófono que utilizó en aquel bar?

-No es necesario que se transmita por medios de comunicación pública. Tengo la capacidad de escuchar todas las ondas de sonido, no importa en dónde me encuentre o qué clase de transmisión sea.

-Ya veo, ése es el poder que tiene un niño de cuatro hojas...—bajó levemente la mirada, evitando ver a Kurama.

-Es por eso que le hablé a Kuronue, me gustaban mucho sus canciones. Sólo me comuniqué con él por voz, porque si usaba el TV-fono, la anciana me regañaría; al principio, Kuronue pensó que se trataba de una broma, pero después fue muy amable y me dedicó parte de su tiempo—dirigió su vista al firmamento, se sentía feliz al recordar aquellos buenos tiempos—. Después de eso, lo llamaba con frecuencia y aceptó ser mi amigo, él se convirtió en mi primer amigo. Me enseñó muchas cosas sobre el mundo exterior, sobre sus canciones...—miró a Hiei a los ojos—. Sobre su enamorado—se sentó en un barandal enseguida de su guardián—. Cuando Kuronue me contaba acerca de ti, se ponía muy contento, pero en ciertas ocasiones se escuchaba algo trise... estaba tan enamorado de ti... sin embargo... le deprimía saber que pronto moriría—su voz se tornó sumamente melancólica—. Así que, juntos hicimos una canción

Soy feliz, con sólo estar a tu lado.

Soy feliz, con sólo verte sonreír.

Por eso, llévame...

-Llamada: "Clover"—finalizó con sus ojos dorados resplandecientes.

Quiero encontrar la felicidad.

-El sueño de Kuronue era cantar en un enorme escenario—continuó después de una pausa tranquilizadora—, así que, le pedimos de favor a la anciana que realizara la presentación de esta melodía—sus ojos se apagaron de repente—. Lamentablemente, Kuronue murió—las luces de todo el parque se encendieron de repente—. Siempre quise que Kuronue cantara esa melodía, y no la radio o la televisión, por eso, pensamos detener su circulación; pero la anciana dijo que los seres vivientes son olvidados cuando mueren, en cambio, una canción siempre será recordada y la gente la cantara. Y como él no quería ser olvidado, hicimos que todos los medios de comunicación existentes repitieran la melodía y eso lo representara en cierta forma.

-¿Y quiénes son...—se animó a preguntar después de un rato de silencio—. Las personas que cantan?

-Kuronue y yo—cerró sus ojos y entrelazó sus manos—. Combinaron nuestras voces en esa canción. La verdad es que yo deseaba que Kuronue cantara solo—respiró profundamente, como queriendo obtener una fuerza inexistente para proseguir sin sentir tanto dolor—. Kuronue me dijo que le gustaban mucho los parques de diversión, y su favorito, era aquí... el Parque de las Hadas. Solíamos mencionar que algún día los tres vendríamos a este parque—Hiei se le quedó viendo.

Soy feliz, con sólo estar a tu lado.

Soy feliz, con sólo verte sonreír.

Por eso llévame... llévame lejos de aquí. Quiero estar en un lugar distinto.

Quiero encontrar la felicidad.

-Por eso quería que tú me trajeras...—caminó y se colocó frente al demonio de fuego.

-Kuronue ya no está—él bajó la mirada, estaba herido... extrañaba a Kuronue...

-Si, aún sigue presente—respondió energéticamente—. Aquí...—colocó su dedo índice en el pecho de Hiei, apuntando al corazón.

El demonio de negro tomó la mano del ser de ojos dorados, la sujetó por unos instantes y después le acarició la cabeza, sonriendo; el chico de ojos verdes igualó la expresión facial de su guardián y permitió el tacto tranquilizador.

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-¿Los enviaste sin usar el dispositivo de transferencia?—preguntaba Yusuke en los visores de Yukina, ella se encontraba exhausta, jadeaba y apenas si podía mantenerse trabajando.

-No hay tiempo que perder—ni ella misma sabía cómo podía estar aún consciente después de haber utilizado gran parte de su fuerza—. Sus seguidores se dieron cuenta del traslado.

-¿En dónde están?

-En el Parque de las Hadas.

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Hiei y Kurama estaban sobre un Pegaso, en un carrusel que giraba lenta y armoniosamente, parecía que el parque estaba con vida, claro, muy solitario debido a la ausencia de gente. El chico había vuelto a ser pelirrojo con ojos verdes.

-Yo entré en ese lugar cuando tenía cuatro años—contaba el niño clover.

-¿Y tus padres...?

-No conozco a mi papá—entrecerró sus ojos con tristeza—. Al principio, mi mamá me tenía miedo cuando supo que podía utilizar magia, pero, al final, ella se puso muy contenta al enterarse de que mis poderes la harían millonaria; cuando ella recibió el dinero de las personas encargadas de este proyecto, comenzó a contarlo. Le dije "adiós", pero creo que no me escuchó—la mirada de Hiei también se entrecerró, pero, con lástima—. Después de eso, permanecí en el laboratorio, siendo parte de los experimentos, toda la gente de ahí solamente se interesaba por mi magia.

Quiero encontrar la felicidad.

-Por eso, pensé en lo siguiente...

Quiero encontrar la felicidad...

-Mi deseo era encontrar a una persona que me amara por lo que soy y no por mi magia, y aceptara venir conmigo a este lugar.

Soy feliz, con sólo estar a tu lado.

Soy feliz, con sólo verte sonreír.

-Te amo—dijo girándose y viendo los ojos rojos de su acompañante—. Kuronue me contó mucho sobre ti, por eso tenía muchos deseos de conocerte—cerró sus ojos—. La verdad es que no estaba seguro hasta conocerte, Hiei.

Por eso, llévame...

A un lugar distinto.

Llévame...

Quiero encontrar la felicidad.

-Pero ahora que lo pienso, creo que este sentimiento es amor.

¡GRUUMBLE!

Los rieles de la montaña rusa comenzaron a moverse por sí mismos y a desprenderse del resto de la atracción, como serpiente, se abalanzaron en contra del carrusel, los ojos del pelirrojo brillaron como esmeraldas al ser reflejadas con la luz y el Pegaso en donde estaban montados cobró vida, agitó sus alas y escapó del golpe que terminó destrozando el carrusel completo.

Los cables que se utilizaban en todas y cada una de las atracciones del parque obtuvieron movimiento propio y fueron tras el Pegaso que transportaba al trébol de cuatro hojas. Lograron esquivar todos los ataques, pero, los cables no cedieron y comenzaron a destruir todo el parque.

-¿Son los soldados del Makai!—gritó Hiei.

-No...—todo se estaba destruyendo...—. Son los sabios.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero convertirme en tu felicidad.

La torre principal... el resto del parque... era impresionante el ver cómo el inmenso tamaño de los cables abarcaba todo el lugar, los puestos de comidas, la montaña rusa, el carrusel, la rueda de la fortuna, las naves voladoras, todo, todo estaba siendo destrozado por el poder de aquellas personalidades que iban detrás del pelirrojo. Kurama veía tristemente el holocausto que se desarrollaba justo frente a él.

Por eso, llévame...

Llévame lejos de aquí.

La torre principal estaba cayendo, el centro de todo el parque... el sueño del cantante.

-Kuronue—el Pegaso aún volaba sobre el cataclismo, Kurama, sin darse cuenta, estiró su brazo en dirección a la torre acercándolos a ambos a la zona de mayor riesgo.

Llévame, por favor.

-¡Espera...!—exclamó hiei.

Varios cables se precipitaron hacia ellos y, cuando estuvieron a punto de golpearlos a ambos, Hiei empujó a Kurama justo frente a él poniéndolo a salvo y los cables lo atravesaron de lado a lado. Inevitablemente comenzó a caer del Pegaso dejando tras de sí chorros de sangre.

Quiero encontrar la felicidad.

-¡Hiei...!

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No muy lejos de ahí, Mukuro observaba lo que le ocurría al Parque de las Hadas, retiró la lente de sus ojos y éstos se encontraban muy abiertos.

-¿Q-Qué es eso...!—una pizca de terror en sus ojos.

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En la sala que ocupaban los sabios, las imágenes de Hiei cayendo al intentar salvar a Kurama no pasaron inadvertidas, la maestra Genkai miró con los ojos muy abiertos como el cuerpo del youkai de negro caía hasta impactarse contra el duro suelo, después, miró a uno de sus compañeros, al que manipulaba los cables.

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-¡Hiei...!—gritaba Kurama con su guardián en brazos; había sangre por todas partes y toda ella provenía de un único ser—. ¡Hiei...!—todo se estaba derrumbando justo encima de ellos, los soldados del ejército del makai que se encontraban en el parque estaban siendo aniquilados por el poder de los sabios.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Quiero convertirme en tu felicidad.

Por eso, llévame...

A un lugar distinto...

-Lo mejor hubiera sido quedarme en ese lugar—decía Kurama entre sollozos.

Ese fue mi primer pensamiento.

Y también, mi último deseo.

Ahí, donde las hadas nos esperan.

Una tierra prometida hecha para los dos.

-Perdóname...—decía el pelirrojo.

Por eso, llévame.

Una explosión se llevó a cabo muy cerca de donde se encontraban Hiei y Kurama, varias rocas salieron volando en dirección a ellos; el chico de ojos verdes se aferró al demonio herido y una de las rocas golpeó el brazalete que traía puesto rompiendo el seguro y dejando que se cayera.

Hiei abrió sus ojos y lo vio, un pequeño tatuaje en donde antes se encontraba el razalete, tenía la forma de un trébol de cuatro hojas y escrita la palabra "Clover" y un numero cuatro por la parte superior. La torre más alta se estaba colapsando sobre ambos, terminarían sepultados si no hacen algo.

Para olvidar la realidad...

Y quedarme en ese mundo lleno de ilusiones...

Donde puedo pensar en ti, para siempre.

Llévame, a esa gran felicidad.

Con mucho esfuerzo, Hiei comenzó a quitarse las vendas que cubrían por completo su brazo derecho, Kurama rápidamente comenzó a ayudarle en su labor; al terminar, un largo tatuaje con la forma de un dragón negro se visualizó a todo lo largo del brazo de Hiei, el color azabache y los ojos brillantes eran llamativos por parte del dragón y, pese a lo extraño que suene, aparentaba tener vida propia.

-Ayúdame... por favor...—exclamó el herido con dificultad.

El pelirrojo se colocó a espaldas del demonio de negro y lo abrazó proporcionándole el calor y la energía que su cuerpo necesitaban. Hiei estiró su brazo en dirección a la torre que caía sobre ellos y el dragón de su brazo salió de éste para cubrirse de llamas negras y tomar forma física con ellas. El dragón se abalanzó contra la torre y destruyó la parte que iba a caer sobre Hiei y Kurama, después de dejar una estela negra detrás de él, desapareció.

-¿Y bien...?—comenzó a decir el youkai de fuego—. ¿Encontraste la felicidad?—mirada tranquilizadora en sus ojos.

-Si...—volvió a abrazarlo, su guardián, al fin, perdió el conocimiento.

-Disculpen por interrumpir en esta escena de amor entre ustedes dos—Mukuro había llegado con ellos, Kurama sólo levantó un poco la mirada—. El Makai también es un bonito lugar para vivir.

-Bueno...—Yusuke se encontraba detrás de Mukuro con una espada apuntando justo a la cabeza de la mujer.

-Rayos...—levantó sus brazos en señal de derrota—. Siempre llegas en el momento menos oportuno—se giró un poco y miró a Yusuke de reojo—. Hace poco, pensaba llevarme a Hiei a mi casa, pero tuviste que intervenir tú...

Kurama no les prestaba mucha atención, su mirada no abandonaba a Hiei. Tomó su mano y comenzó a derramar varias lágrimas sobre ella; respiró hondo y más cables emergieron del suelo pero éstos bajo las órdenes del pelirrojo; rodearon a Hiei y lo llevaron con Yusuke al mismo tiempo en que una antigua nave aparecía bajo ellos y elevaba por los aires a Yusuke, Hiei y Mukuro.

-Hiei no morirá¿verdad?—preguntó inocentemente.

-No—con algo de esfuerzo, sonrió.

-Dale las gracias a Yukina, de mi parte—su medio de transporte comenzó a alejarse.

-Oye—comenzó a decir Mukuro mirando al chico de ojos verdes cada vez más y más lejos—¿estás seguro de abandonar en ese lugar el experimento secreto del Reikai?—Yusuke no contestó.

El parque se seguía derrumbando, kurama tomó los vendajes que Hiei traía en su brazo derecho y saltó a lo que quedaba de la torre más alta del parque; en ese lugar comenzó a cantar:

Quiero ser feliz.

Quiero ser feliz.

Quiero ser feliz a tu lado.

Quiero convertirme en tu felicidad.

Por eso, llévame...

A un lugar distinto...

Ese fue mi primer pensamiento,

y también, mi último deseo.

Ahí, donde las hadas nos esperan...

Una tierra prometida hecha para los dos.

Por eso, llévame...

Para olvidar la realidad

y quedarme en ese mundo lleno de ilusiones.

Donde pueda pensar en ti, para siempre.

Llévame...

A esa gran felicidad...

-Por fin, he encontrado la felicidad—decía kurama para sí—. Gracias... Hiei...

El parque terminó de estallar, todo estaba envuelto en llamas, nadie podría escapar nunca de aquel infierno tan abrasador.

-¡Hey!—dijo Mukuro—. ¿Qué hizo el príncipe?—Yusuke guardó silencio.

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-El parlamento sólo permitió la destrucción del Parque de las hadas—hablaba Genkai con voz seria y molesta al único anciano que tenía frente a ella—¿por qué también intentaste matar a Hiei?

-Si el niño de "cuatro hojas" crece sabiendo que es alguien especial—respondía éste con calma—, se dará cuenta de que el mundo está en sus manos, por esa razón, decidimos que el "niño de cuatro hojas" debería estar solo.

-Kurama nos dijo que se quitaría la vida, si él iba al Parque de las Hadas.

-En efecto, es por eso que el Supremo Parlamento otorgó el permiso para su transportación. Tú lo sabes mejor que nadie, el poder de los "niños de cuatro hojas" es enorme; ni siquiera nosotros, los sabios del parlamento, podíamos controlar los poderes de ese niño—la mirada de Genkai se afiló.

-Kurama había comentado que ése sería su primer y último deseo—el otro anciano le dio la espalda.

-Nunca sabrás qué tanto pueden cambiar los corazones de las personas, y más cuando hay amor de por medio. Recuerda cuando tú violaste las leyes del parlamento, al permitirle que tuviera conexión con un cantante del mundo exterior—comenzó a caminar.

-Ya veo... entonces¿también piensas enviarme a la corte?

-No...

-¿Por qué?—detuvo sus pasos.

-Ya te lo había dicho—giró un poco su rostro para ver el de la anciana—, nunca sabes qué tanto pueden cambiar las personas y, sobre todo, cuando hay amor de por medio—el humo aún se podía a ver a kilómetros del parque...

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Yukina miraba con ojos tristes ver caer la lluvia a través de la ventana, no podía dejar de pensar en el chico de ojos verdes; colocó una mano sobre el frío cristal y su mirada se entristeció más.

-Los "niños de cuatro hojas no pueden ser de nadie—Yusuke se encontraba detrás de ella, no muy lejos—. Aún así, pienso que ese niño tenía muchos deseos de ir al Parque de las Hadas. Él prefería que su pequeño deseo se hiciera realidad que vivir solo por la eternidad... de esa manera, conseguiría la felicidad anhelada—la mano que tenía sobre el vidrio fue llevada hacia su hombro izquierdo, sintió la piel bajo la tela—. Lo que buscaba era salir de su mundo solitario y ser llevado por alguien más, a un lugar distinto...—se descubrió levemente el hombro para tocar su piel directamente y al momento de hacerlo dejó ver un tatuaje con la forma de un trébol de tres hojas que decía "Clover" y en la parte superior tenía un número tres—. Dentro de su corazón.

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Hiei ya llevaba cierto tiempo despierto, pensando, cavilando como nunca lo había hecho antes. Varias partes de su cuerpo se encontraban vendadas debido a las numerosas heridas recibidas. Movió su mano derecha y se enfocó en el grabado con forma de hoja que aún permanecía ahí. A su lado, se encontraba una radio que decía:

Quiero encontrar la felicidad...

Quiero encontrar la felicidad...

Imágenes de Kurama azotaron su mente; Kurama con las ropas blancas en su jaula de cristal, Kurama diciéndole que él montaría guardia y que descansara, Kurama aceptando las caricias en la cabeza, aquel tatuaje del trébol de cuatro hojas...

Llévame, por favor...

-Es verdad, lo único que me pidió fue que lo llevara—dijo aún admirando la hoja en su mano—, pero nunca me comentó sobre su regreso—Apretó el puño y cubrió sus ojos con el mismo brazo.

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Si encuentras un trébol de cuatro hojas... hallarás la felicidad.

Pero¿sabes...? Es mejor que lo guardes en secreto.

¿En dónde se encuentra aquella flor blanca que crece de los tréboles?

¿Cuántas hojas tenía?

Un trébol de cuatro hojas...

Lo único que deseo es tu felicidad... Sabiendo que jamás seré tuyo y la compartiremos.

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Tiempo de llegada... 13 de julio de 2006, jueves, 8:14 p.m.

Quiero encontrar la felicidad...

Quiero encontrar la felicidad...

Quiero encontrar la felicidad a tu lado,

quiero convertirme en tu felicidad.

Por eso, llévame... llévame lejos de aquí.

Quiero estar en un lugar distinto,

tómame y llévame lejos de aquí.

El ave que está dentro de la jaula,

que no puede volar,

que no puede llorar,

que siempre está en la soledad.

Llévame,

a esa gran felicidad.

Soy feliz,

con sólo estar a tu lado.

Soy feliz,

con sólo verte sonreír.

Por eso llévame,

a un lugar lejano y distinto.

Llévame,

a esa gran felicidad.

Ese fue mi primer pensamiento,

y también, mi último deseo.

Ahí, donde las hadas nos esperan.

Una tierra prometida hecha para los dos.

Por eso llévame.

Para olvidar la realidad,

y quedarme en ese mundo lleno de ilusiones.

Donde puedo pensar en ti, para siempre.

Llévame...

A esa gran felicidad...