¿Había dicho actualización semanal? Entonces parece que me adelante un poco
¡Abrazos!
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores
Capítulo 31: Las lecciones del pasado
Odiaba cuando se apoderaba de ella la desesperanza, pero francamente ya no sabía qué hacer.
Se sentía sobrepasada por todo lo que estaba ocurriendo. Quizá era la falta de descanso, o que todavía intentaba procesar que había sucedido en el hospital, pero cuando salió de ese lugar no pudo hacer nada más que sentarse en uno de los bancos que estaban cerca de la entrada. La sombra de un gran árbol la cobijaba y protegía de los rayos del sol que, desde hace un rato, estaban bajando su intensidad. Habían pasado ya algunas horas y, aunque al inicio, pasó mucho rato intentando idear cómo entrar nuevamente al hospital para ver a Nanoha, terminó por desechar cualquier intento y quedarse mirando hacia la nada.
Ni siquiera sabía si estaba molesta, triste, indignada o era todo en conjunto. Intentar descifrar lo que estaba sintiendo en ese momento era una muy mala decisión. Quizá pasar algunas horas en silencio era lo que necesitaba.
Le hubiese gustado que su madre le hubiese explicado lo difícil que podía ponerse la vida a veces. Pero ella no estaba, y en esos momentos no sabía en quién podía encontrar consejo.
Se mordió el labio inferior mientras negaba con la cabeza. Si sus pensamientos empezaban a tomar ese curso su situación no iba a mejorar en lo absoluto.
Dejó escapar un suspiro, aceptando su derrota. Ya había pasado demasiado tiempo, y Hayate aún estaba con Nanoha, así que por lo menos estaba segura de que la cobriza estaba con buena compañía. Lo más sensato era regresar a casa e intentar descansar.
Cuando se disponía a levantarse una conocida voz hizo que se detuviera.
- ¿Fate?
Lindy se acercaba a ella con paso veloz. Al llegar junto al banco se detuvo, mirando a Fate como si intentara descifrar lo que pasaba por la cabeza de esa rubia que la miraba con el ceño ligeramente fruncido.
- ¿Puedo sentarme? - preguntó Lindy de manera cautelosa, atenta a la reacción de Fate.
- ¿Desde cuándo tienes que pedirme permiso Tía? - replicó Fate, y sus palabras sonaron quizá un poco más duras de lo que realmente quería.
Si a Lindy le incomodó la actitud de Fate no lo demostró. Más bien, una ligera sonrisa, tan solo una leve elevación en la esquina de su boca, hizo aparición. Tomó asiento al otro lado del banco, junto a Fate pero dándole el suficiente espacio a la rubia como para que no se sintiera presionada, y se dedicó a mirar al horizonte, tal y como lo hacía Fate.
Fate no podía decir que le incomodaba la presencia de su tía. Si era sincera, se alegraba incluso de que estuviese cerca, a pesar de que se mantuviera en silencio. Pero, conociendo a su tía, dudaba que su encuentro hubiese sido por pura casualidad.
- Es una tarde bastante tranquila - comentó casualmente Lindy, con una ligera sonrisa.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó Fate, esta vez con un tono más moderado.
- Mi trabajo es patrullar también diversas zonas de la ciudad Fate - contestó Lindy pausadamente.
- Sabes que ya no soy una adolescente, ¿Verdad? - inquirió Fate, cruzando los brazos frente a su pecho.
- He estado en muchos de tus cumpleaños Fate, por supuesto que sé que ya no eres una adolescente. Eres una adulta ya - respondió Lindy, girándose para mirarla esta vez - Un poco impulsiva sí, pero una adulta.
Fate sonrió en una mueca amarga. No se le había escapado esa última frase.
- ¿Te enviaron? - inquirió Fate
- ¿A qué te refieres? - preguntó de vuelta Lindy, mirándola con curiosidad.
Por supuesto, Lindy no iba a decir nada más que lo necesario, o al menos hasta que Fate hiciera más claramente su pregunta. Si quería una respuesta sincera iba a tener también que dar un poco de sinceridad de su parte.
- Desde el hospital - murmuró Fate, desviando la mirada para no encontrarse con los claros ojos de Lindy - Alguien llamó a la policía desde el hospital por mi culpa ¿Cierto?
Allí estaba otra vez. El ceño fruncido, la expresión de confusión. Lindy casi podía sentir el inmenso peso que Fate cargaba sobre sus hombros. Efectivamente Fate ya era una adulta, y una de la que podía sentir bastante orgullo, pero, ¿Realmente Fate estaba preparada para todo lo que estaba ocurriendo?
Aún ella, años después, no se había recuperado del todo.
- Sí - respondió Lindy calmadamente - Pero no es tan grave como piensas. Yo también tengo mis informantes Fate. Digamos que alguien me hizo llegar noticias de la conmoción que hubo hace algunas horas con unos guardaespaldas de la familia Takamachi - siguió diciendo mientras se encogía de hombros - Una corazonada me dijo que podría encontrarte aquí.
- Estoy en problemas, ¿Verdad? - preguntó Fate, avergonzada.
- No, no estás en problemas Fate. - contestó Lindy, suspirando.
Fate había visto esa mirada en Lindy antes. Cuando estaba en terapia, había visto ese tinte de tristeza y nostalgia que manchaba la mirada de Lindy, pero eso había sido hace mucho tiempo, y Fate se sorprendía de aún recordarlo.
- No estás en problemas - repitió Lindy, sonriendo ligeramente - No podrías estar en problemas por lo que hiciste. Francamente, estoy orgullosa de ti. Estoy orgullosa de la persona en la que te convertiste.
Lindy suspiró nuevamente, como si estuviese meditando su próxima acción. Luego de un par de segundos asintió levemente con la cabeza.
- Eres una adulta ya - dijo nuevamente Lindy - Por lo que creo que ya es hora de que sea completamente honesta contigo. ¿Tienes algo de tiempo?. Vamos a una cafetería cercana.
Fate se sentía ahora mucho más confundida que antes, pero no pudo hacer nada más que asentir y caminar al lado de Lindy. Aunque quería preguntarle a qué se refería con el críptico mensaje que le acaba de dar sabía que la mujer no le diría absolutamente nada hasta que fuese el momento, así que su mejor estrategia era mantenerse en silencio y seguirla sin chistar.
La peliverde había estacionado su automóvil a las afueras del hospital. Durante el corto viaje Fate se mantuvo en silencio, pero no dejaba de sentir curiosidad por las expresiones que momentáneamente se cruzaban por la cara de la mayor. Tantos años como policía habían hecho de Lindy una mujer inescrutable, por eso Fate se sorprendía de poder percatarse de la turbación que parecía estar afectando a la mujer. No podía saber si lo que la afectaba era algo malo o algo bueno, pero si podía entrever que era un tema que para Lindy no era fácil de tratar. Eso sólo hacía que su curiosidad aumentara, pero no se atrevía a emitir algún sonido.
Al llegar a la cafetería que había escogido Lindy fueron recibidas con una amplia sonrisa de parte de la encargada, quién al parecer tenía una buena relación con la policía. El lugar parecía poco concurrido a esa hora, por lo que luego de tomar sus órdenes la misma encargada las acomodó en una mesa bastante discreta en el segundo piso, en donde no había más comensales.
Considerando la familiaridad con la que la encargada había saludado a su tía, Fate tenía la ligera impresión que la elección de la cafetería y lo solitario de la ubicación donde habían decidido sentarte en ese momento no eran simplemente una coincidencia.
Unos minutos más tarde una sonriente chica fue a llevarles su orden. Fate tomó la humeante taza de café en sus manos y le dio un sorbo, sorprendiéndose gratamente. Definitivamente los policías tenían buenos gustos para esas cosas.
Mientras, Lindy parecía concentrada en agregar más azúcar del debido a su taza de té. Removió el contenido con la pequeña cuchara de té con cuidado, lentamente pero definitivamente más tiempo del necesario. Aún en su mente intentaba poner en orden sus ideas y ya notaba como Fate, a pesar de parecer estar disfrutando del café, se estaba poniendo un poco incómoda con el prolongado silencio que habían mantenido desde que se dirigían a ese lugar. Muy pocas situaciones la habían dejado sin palabras a lo largo de su vida, y todas esas situaciones parecían girar justo entorno a alguien que se había marchado hace mucho tiempo.
Ella ya no podía cambiar las decisiones que tomó en su pasado. Esas memorias solo la ahogaban en la nostalgia. Pero, por primera vez, quizá esas memorias podrían darle algo de tranquilidad a quién consideraba su hija.
Con eso era suficiente.
- No te rindas Fate - murmuró Lindy.
- ¿Hmm? - alcanzó a preguntar Fate, sin entender.
- No te rindas - repitió Lindy, mirándola - Sé que parece que tienes todo en contra ahora, pero no te rindas. Sé que duele, pero, si te rindes, te arrepentirás toda tu vida, y te aseguro que el arrepentimiento duele mucho más.
Fate miró con curiosidad a Lindy, manteniéndose en silencio. Frente a ella, Lindy parecía haber envejecido unos cuantos años. La luz que entraba por el ventanal hacía que fuesen visibles ciertas arrugas en el rostro de la peliverde que Fate no había detallado antes y así, cuando parecía estar intentando escoger con cuidado sus palabras, Fate se daba cuenta que había pasado mucho tiempo desde la última vez que habían compartido de esa manera tan familiar. Si, Fate había crecido mucho, pero eso solo era la prueba de que el tiempo no se había detenido para ninguna de las dos.
- Sacaste la determinación de tu madre Fate - afirmó Lindy, suspirando.
- No lo creo - negó Fate con una mueca, mientras le daba otro sorbo a su café - Mi madre seguramente sabría qué hacer.
- Seguramente - confirmó Lindy - Ella siempre sabía que hacer. Pero hubo un tiempo, cuando era más joven, que no fue tan fácil para ella. No fue fácil para nadie.
Nuevamente una sombra adornó los claros ojos de Lindy. Fuera lo que fuese lo que quería decirle, era bastante obvio para Fate que aún algo dentro de Lindy estaba impidiendo que le hablara con claridad.
- Lamento darte tantos problemas - empezó a decir Fate, cabizbaja - Sé que tenía que haberte dicho lo de Nanoha desde hace tiempo, sobre todo después de todos los problemas que he tenido con Yuuno. Si te están presionando por mi culpa…
- Ni lo pienses Fate - la detuvo Lindy - Si crees que estás en problemas por estar saliendo con Nanoha estás tremendamente equivocada. Ahora, sí me hubiese gustado que me hubieses hablado cuando te enteraste de la enfermedad de Nanoha.
- Lo siento - murmuró Fate algo avergonzada - Creo que estaba muy metida en mis cosas y, finalmente todo está pasando muy rápido…
- Además - la interrumpió Lindy - Por Dios Fate no tienes la culpa de que Shiro sea un idiota.
¿Shiro?. Lindy tenía que estar bastante furiosa para estar tuteando al Sr. Takamachi.
- Fate, idiotas te encontrarás en todos lados - dijo Lindy, entrelazando sus dedos - Intentarán que no hagas lo correcto, se creerán quizá con la superioridad moral de decirte que es lo que está bien. Intentarán obligarte a que lo dejes todo, también intentarán hacerte creer que si te sales del patrón que indica la sociedad estarás destinada al fracaso. Pero están equivocados Fate. Están equivocados y quizá nunca acepten que no tienen razón, pero si te hacen creer que sí están en lo correcto y te hacen desistir, ellos habrán ganado. Sé que tú no dejarás que te ganen Fate.
Dejó escapar un suspiro y cerró los ojos un par de segundos. No estaba dispuesta a que Fate cometiera el mismo error que ella había cometido años atrás.
- Fate, cómo sabrás, tu madre y yo fuimos amigas por muchos años - comenzó a decir Lindy, intentando encontrar las palabras adecuadas - Estudiamos juntas en la secundaria y al terminar tomamos caminos separados. Pasamos muchos años sin vernos y, cuando nos encontramos nuevamente, era mucho más obvio que nuestras vidas habían tomado rumbos bastante distintos. Cuando volvimos a vernos tú ya tenías un par de años y Alicia, bueno Alicia ya estaba por entrar en la escuela primaria. Sin embargo, en un inicio no era así como habíamos planeado nuestras vidas.
Con nueva determinación en su mirada, Lindy continuó.
- Tu madre y yo fuimos una pareja cuando estudiábamos juntas - admitió Lindy.
- Wow - alcanzó a decir Fate positivamente sorprendida.
La expresión de Lindy cuando buscó los ojos de Fate al escucharla no tenía precio. Por un momento pensó que la rubia estaría indignada, pero en el mirar de Fate no había indicio alguno de molestia.
- Es decir, no fue un "wow" de "¿Qué demonios?" - se apresuró a aclarar Fate - En verdad me parece bastante genial, pero, ¿Qué pasó entonces?
- Eran tiempos distintos Fate - contestó Lindy, con un dejo amargo en su voz - Tu madre era una mujer brillante. Ya en la secundaria sabían que Precia lograría alcanzar grandes cosas, y su familia desde luego ya estaba haciendo los preparativos necesarios para que ella pudiera acceder a la mejor educación posible luego de la secundaria. Yo, por el contrario, venía de una familia con larga tradición de funcionarios del orden. Lo que se esperaba de mí era que siguiera los pasos de mi padre, o que me casara con algún prospecto a funcionario exitoso. Para mi familia, tener una hija homosexual era una verguënza. - continuó, mientras giraba distraídamente su taza de té- Era someterse al escarnio público, era manchar la reputación de toda mi familia.
- Pero eso está mal - murmuró Fate, con el ceño fruncido
- Eran tiempos distintos Fate - repitió Lindy, nostálgica - Y yo era una maldita cobarde. Te juro que traté de no enamorarme de Precia, pero desde luego el amor no es algo que se pueda evitar o desaparecer por arte de magia. Cuando mi padre se enteró me amenazó con hacer un escándalo y exponer a Precia.
- ¡Pero eso no era justo! - exclamó Fate molesta
- Desde luego que no era justo - indicó Lindy con una sonrisa - Pero no podía hacerle eso a Precia. No a la chica más brillante que había conocido en mi vida. Definitivamente no podía destrozar su futuro, así que hablé las cosas con Precia.
- ¿Y mi madre aceptó así, sin más? - preguntó Fate.
- Por supuesto que no - admitió Lindy, con una risita - Ella iba a mudarse lejos por la universidad, así que me pidió que me escapara con ella… Y yo no pude Fate. Tuve miedo - murmuró amargamente Lindy - Las palabras de mi padre ya habían calado profundo en mí, y no podía arriesgarla. Mi yo más joven estaba segura de que yo no sería suficiente para ella, así que preferí optar por el deber, y la dejé ir. Me inscribí en la academia de policías el mismo día que tu madre se fue de la ciudad.
Fate podría percibir el dejo de tristeza en la voz de Lindy, que parecía estar desenterrando una herida que aún no parecía haber sanado en lo absoluto.
- Espera - dijo Fate - Pero luego, ustedes volvieron a encontrarse. ¡Si prácticamente estuviste durante toda mi niñez!
- Así es Fate - aceptó Lindy - Volvimos a encontrarnos, pero ya había pasado mucho tiempo. Ella efectivamente había logrado convertirse en una investigadora brillante, con dos hermosas niñas - dijo, mirando a Fate con ternura - y yo ya estaba ingresando a las altas esferas del mundo policial. El tiempo no pasó en vano, y había demasiado dolor aún. El daño que causé con mi elección no fue fácil de reparar.
- Entonces - murmuró quedamente Fate - ¿Su historia terminó así? ¿Ya está?
- La verdad - empezó a decir Lindy - Después de muchos años logramos reparar poco a poco nuestro vínculo. Ya habían indicios de que quizá había alguna oportunidad para algo más. Los tiempos ya habían cambiado, tu madre parecía decir entre líneas que había algo de esperanza, y yo había logrado juntar el valor necesario para atreverme a dar el paso. Me pareció una maravillosa idea pedirle formalmente que salieramos cuando regresara de aquel congreso.
Claro, el accidente.
Las memorias referentes a los días en los que ocurrió el accidente en donde su madre y su hermana habían fallecido eran difusas en la mente de Fate. Iban y venían. La terapeuta en su momento le había comentado que quizá había sido demasiado el estrés y por eso su mente había preferido bloquear esos recuerdos, pero ella también sospechaba que las pastillas para dormir que había tenido que tomar durante ese tiempo habían dejado su huella. En su momento, Lindy en persona fue quién le dijo acerca del accidente.
Fate nunca había visto a Lindy llorar frente a ella, pero al ver la expresión de Lindy al decirle todo eso dudaba que, en la soledad de su casa, la mujer no se hubiese quebrado más de una vez.
- Irónicamente sólo una persona me advirtió que posiblemente me arrepentiría de la decisión que tomé en mi juventud toda la vida - aceptó Lindy, mientras se secaba una silenciosa lágrima que corría por su mejilla.
- ¿Quién? - preguntó con curiosidad Fate.
- Momoko Takamachi
Eso sí había sido una sorpresa para Fate.
- ¿Qué? - preguntó Fate parpadeando confundida - Espera, espera, ¿Qué?
- Momoko Takamachi fue a la misma secundaria a la que asistíamos tu madre y yo. - dijo Lindy - En su momento fuimos muy amigas, pero cuando Momoko tuvo que irse a la universidad el tiempo pasó y perdimos todo el contacto. Solo hasta hace poco se enteró de que Precia había fallecido.
- Es decir, ¿Con mi madre y tú era que ella escuchaba The Clash? - preguntó nuevamente Fate, aún sin entender completamente.
- ¡Ah! ¿Te contó eso? - inquirió Lindy con un mejor semblante - Tu madre tenía algunos discos bastante buenos. Para mi padre esos grupos eran cosa de chicos blasfemos así que íbamos todo el tiempo a casa de Precia para escucharlos. Creo que de ella fue que saliste tan rebelde. Ella no sabe que eres la hija de Precia, ¿Cierto?
- No, es decir, no que yo sepa - dijo Fate. - El papá de Nanoha me preguntó por mi apellido una vez, pero ella no me preguntó acerca de mi familia cuando hablamos.
- Interesante - murmuró Lindy - En ese caso Fate, creo que tienes una gran carta a tu favor. Ya vamos a averiguarlo.
Lindy sacó su teléfono celular de su cartera y luego de ubicar un número en sus contactos lo marcó, dejando el teléfono en altavoz.
Luego de un par de repiques, una muy ajetreada Momoko contestó.
- ¿Lindy? - preguntó Momoko preocupada - ¿Todo está bien? ¿Pasó algo con Nanoha?
- No, para nada - contestó Lindy, casi canturreando - Nanoha está bien. Desde el hospital nos informaron que todo salió en orden así que seguramente apenas pueda tomar su teléfono te estará avisando como le fue con el inicio de su tratamiento.
- ¡Qué alivio! - exclamó Lindy - Esta situación me tiene preocupada Lindy. Te lo juro que odio todo este papeleo.
- No sé cómo lo soportas - comentó Lindy con una risita - Cuéntame, ¿Estás ocupada?
- No, no te preocupes - respondió Momoko - Es decir, en un par de horas más tengo que entrar a una junta pero estoy dándome un respiro primero. Además, me encantaría ponerme al día contigo ¡Tenemos tanto tiempo sin hablar!. Prométeme que nos veremos seguido cuando esté con Nanoha en Uminari.
- ¡Desde luego! - afirmó Lindy - Por cierto, si quería comentarte de algo que sucedió en el hospital el día de hoy.
Fate abrió los ojos como platos. ¿Qué pretendía hacer Lindy?
- ¿Qué pasó? - preguntó Momoko, más seria.
- Tuvimos un reporte de un incidente con unos guardaespaldas que resguardaban la habitación de Nanoha - empezó a decir Lindy - Dos visitantes intentaron ingresar, pero al parecer los guardaespaldas solo permitieron que pasase una, y casi sacan a rastras a otra.
- Oh por Dios - murmuró Momoko - ¿Por casualidad te dijeron si la chica a la que no dejaron pasar era rubia, o te dijeron su nombre al menos?
- Si, efectivamente - afirmó Lindy, mirando divertida a Fate - Era una chica rubia, bastante alta, de ojos carmesí.
- ¡Demonios! Esto tuvo que haber sido obra de Shiro - dijo Momoko, molesta. - Esa es Fate, la novia de mi hija. Voy a matar a Shiro, en serio - continuó Momoko suspirando - A veces me pregunto si queda algo del hombre con el que me casé. No sé por qué le cuesta tanto aceptar que bueno, a Nanoha le gustan las chicas ¿Tan difícil es?. Bueno sé que en nuestro tiempo… Tú debes saberlo más que yo Lindy. Pero ¿En serio?. Además, la chica es súper dulce.
Ese comentario hizo que Fate se sonrojara hasta las orejas, ante la divertida mirada de Lindy.
- Por cierto Lindy. Sé que quizá es mucho pedir pero bueno, voy a usar la ventaja de tener una amiga policía. ¿Conoces a Fate? - preguntó Momoko - Es decir, no que la investigues ni nada de eso. Si no que, ¿Sabes si está metida en algún problema o algo?. Shiro se empeña en decir que la chica es una delincuente pero yo la conocí y en verdad, la niña es un pan. Súper correcta, educada, no tengo ninguna queja la verdad, así que no creo que las cosas que esté diciendo Shiro sean ciertas. Estoy casi segura de que solo le tiene mala a la chica por ser mujer.
- Te puedo asegurar que Fate Testarossa es una buena chica Momoko.
El silencio del otro lado de la línea se prolongó por algunos segundos. Cuando Momoko habló, lo hizo con la voz entrecortada.
- ¿Dijiste Testarossa? - preguntó, lentamente.
- Sí, Testarossa - afirmó Lindy
- ¿Así como en "Precia Testarossa''?
- Sí, así como en Precia Testarossa.
- Entonces así como que Fate es familiar de Precia Testarossa
- Así como que Fate es la hija de Precia Testarossa - corrigió Lindy
Cuando Momoko habló nuevamente, era bastante obvio que estaba bastante molesta.
- Ahora si voy a matar a Shiro - dijo Momoko, con un leve temblor en su voz - Ese imbécil, en serio. Por Dios, ¡Es la hija de Precia! es más Lindy, si es la hija de Precia es como si fuese tu propia hija.
Ahora fue el turno de Lindy de sonrojarse ante las palabras de Momoko.
- Mira, hagamos algo - continuó Momoko - si ves a Fate dile que lo que sucedió no volverá a ocurrir. Me encargaré ahora mismo, personalmente, de que la dejen estar al lado de Nanoha todo el tiempo que quiera. Es más, si se quiere mudar a la casa dile que tiene las puertas abiertas. Díselo, por favor. Hablaré con Shiro, y con todo el personal de la casa. Intentaré resolver todos estos asuntos pendientes cuanto antes para poder regresar a Uminari. Y sí, definitivamente cuando esté allá tenemos que reunirnos, las tres, por favor.
- Puedes contar con eso Momoko - dijo Lindy con una sonrisa - No te quito más tiempo. Hablamos pronto.
Cuando la llamada finalizó se mantuvieron en silencio. Aún Fate le costaba procesar toda la información que había recibido hoy, pero, lentamente, al entender mejor las cosas una sonrisa se anidó en su rostro y, con determinación, su mirada se encontró con los ojos verdes de Lindy
- A mi me hubiese encantado que sí pudiesen estar juntas de nuevo - dijo Fate, mientras tomaba la mano de Lindy - Siempre te dije tía, pero para mí, eres más como una mamá. No - corrigió Fate, ensanchando su sonrisa - También ERES mi mamá.
Lindy solo alcanzó a murmurar un débil gracias antes de que sus ojos se llenaran de lágrimas.
