CAPITULO TRES: Dos personas, dos mundos
Ginny Weasley salió del Ministerio completamente agotada, pero feliz.
Venía distraída, buscando dinero en su cartera, cuando se dio de golpe contra un muro de piedra, o eso le pareció a ella al menos, mientras ya se imaginaba a sí misma despatarrada en el piso y con una contusión severa. Sin embrago, el impacto nunca llegó, pues alguien la sostuvo con rapidez.
Ginny levantó la vista para encontrarse con que "el muro" era nada más y nada menos que su adorable compañero, Malfoy, que la observaba con su arrogancia característica.
"Por Merlín, Weasley, te me fuiste encima como una loca"
La joven se soltó de él bruscamente.
"Estabas en mi camino"
"Tú venías viajando en una nube, Weasley, ni siquiera me viste aquí parado"
"Es que no llamas mi atención"
Draco entrecerró los ojos, molesto.
"Da igual, Weasley"
"Si, da igual. Si me disculpas, tengo que encontrar un taxi antes de que se largue la tormenta. No quiero mojarme"
Draco la observó un momento mientras ella removía cosas del interior de su cartera. El joven se mordió el labio con impaciencia, y las palabras se le escaparon de la boca sin ser pensadas siquiera.
"Yo te llevo"
Los ojos de la chica se clavaron en los grises de él con sorpresa. Draco no dijo nada, aunque estaba igual o más sorprendido que ella por el ofrecimiento.
"Weasley, no te estoy proponiendo casamiento ni mucho menos"
"Viniendo de ti, hasta un simple ofrecimiento como llevarme a casa, sueña extraño"
Las gotas de lluvia comenzaron a caer de repente.
Draco se puso su portafolio sobre la cabeza exclamando ¡Maldita lluvia! mientras ella maldecía entre dientes.
"No tengo toda la vida, Weasley, además este traje vale una fortuna, así que si prefieres caminar hasta su casa y llegar hecha una sopa, es tu problema"
Rogando para que sus hermanos no se enteraran jamás que un Malfoy la había llevado a casa, la menor de los Weasley dijo:
"De acuerdo, pero espero que por lo menos manejes decentemente"
Manejaba como un loco, aunque Ginny tenía la sospecha de que lo estaba haciendo a propósito para fastidiarla. Como estaba casi segura, se contuvo para no gritar y trató de que él no notara lo pálida y asustada que estaba.
El coche azul de Draco Malfoy parecía haber sido sacado de una revista. Ginny no pudo evitar abrir la boca con sorpresa cuando el se dirigió hacia esa maravilla con paso seguro.
Llegaron al edificio donde la pelirroja vivía en dos minutos que a ella le parecieron eternos. Aunque su aspecto dejaba mucho que desear, las flores a los lados de la escalera la parecían cálidas y bonitas, y era un lugar seguro, antiguo y perfecto.
Ginny observó que Draco miraba el lugar con aspecto crítico.
"Bueno, si lo comparas con tu mansión, seguramente no es mucho, pero para mí es como un sueño hecho realidad"
La voz de la muchacha lo sacó de sus pensamientos. La miró con las manos aún en el volante.
Ella tenía el pelo mojado, pero eso, lejos de darle un aspecto descuidado, la hacia ver extrañamente atractiva. Maldiciéndose, Draco volvió a fijar sus ojos en el edificio.
"No está tan mal, y te queda bastante cerca de todo" comentó.
"Si, es verdad. Bueno, hasta mañana, Malfoy"
Ginny se bajó del auto casi corriendo para evitar mojarse aún más. Desde la puerta del edificio ella lo saludó con la mano antes de meterse dentro.
Draco se quedó allí hasta que la perdió de vista.
La pelirroja entró a su departamento y suspiró con alivio.
Estar con Draco Malfoy la ponía tensa, no había sido buena idea aceptar su ofrecimiento de llevarla a casa, el paseo casi le había costado la vida, aunque le había gustado de una manera un tanto retorcida. Había sido como montar en una montaña rusa.
La chica sonrió ante la idea. Vivir en el Londres muggle había sido su decisión, pero en ese momento deseó haber podido aparecerse antes que aceptar ofrecimientos de su enemigo.
Dejó su cartera y se sacó el suéter y los zapatos. Le gustaba andar por su piso de madera descalza.
El pequeño apartamento solo constaba de una habitación con un pequeño baño incluido. Por lo demás, el living estaba separado de la diminuta cocina por una mesada de madera, pero a ella le gustaba. Había conseguido un alegre sillón azul en una rebaja, y aunque había tenido que restregar incansablemente la pequeña alfombra, de un tono beige, ahora ésta lucía muy bien. No tenía televisor, pero tampoco le interesaba tenerlo. En cambio tenía dos estanterías de madera repletas de libros y una radio y cuencos llenos de piedritas de colores por todas partes. De las paredes colgaban algunas fotografías familiares y un par de buenos cuadros, casi todos hechos por ella misma.
La muchacha abrió una lata de sopa, la calentó mediante un sencillo hechizo y se sentó en un taburete frente a su ventana, que daba a la calle. Le gustaba ver llover, siempre y cuando ella estuviera a buen resguardo. Observó sus cortinas, estaban en un estado deplorable, tendría que comprar unas nuevas o comprar tela para hacerlas ella misma. Lo haría mañana, sin falta.
Malfoy llevándola a casa…si Ron o Harry se enteraban, la iban a matar. La muchacha sonrió. Draco le seguía cayendo fatal, pero no parecía ser un completo cretino. Se preguntó que estaría haciendo él en esos momentos.
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Malfoy Manor había estado en la familia por más de cinco generaciones.
Draco la conservaba solo por aquello y porque en algunos sentidos le resultaba cómoda. Tenía al menos veinte elfos domésticos a su disposición que se ocupaban de mantenerla en perfectas condiciones.
Se encontraba sentado frente a su chimenea, que crepitaba acogedoramente. Observó el retrato imponente de su padre sobre ella, y se preguntó porque nunca había tenido el valor de quitarlo. Después de todo, aquella era ahora su casa. Pero seguía manteniéndose casi exactamente igual a cuando sus padres residían en ella.
La mansión constaba de 50 habitaciones. El joven no ocupaba ni la mitad de ellas…si en algún momento se sentía solo, siempre había mujeres dispuestas a acompañarlo. Aunque había descubierto que solían dejarlo más vacío que antes.
No había tenido una infancia sencilla, siempre luchando por cumplir las expectativas de sus padres. En el proceso, se había olvidado de cumplir las suyas propias. Draco pronto decidió que no seguiría los pasos de su padres: desde ese entonces había hecho todo a su alcance para hacer directamente lo contrario a Lucius Malfoy. Su padre había sido mortífago…bien, su hijo se encargaría de encerrarlos a todos en Azkaban.
A pesar de que cabeza rajada Potter había vencido a Lord Voldemort hacía ya casi dos años, todavía muchos seguidores continuaban activos, aunque cada vez eran menos. Luego de la muerte de Narcisa, su padre había desaparecido. Ya había sido dado por muerto, aunque Draco se preguntaba algunas veces si su padre no estaría simplemente aguardando por el momento oportuno.
Probó su cena con muy pocas ganas mientras observaba la lujosa habitación. La pelirroja tenía razón: había mentido, no tenía todo lo que quería en la vida. Tal vez si todo aquello que se puede comprar con un puñado de galleons, pero jamás el calor y el cariño de una familia. Molesto por la certeza de las palabras de la muchacha, tiró la bandeja de comida al piso, causando un enorme estrépito.
Caminó hacia uno de los altos ventanales de su casa, y observó los jardines, impecables y limpios. La lluvia caía fuertemente, pero a él no le molestaba. Al contrario, las tormentas le inspiraban cierta tranquilidad, al contrario que a muchos.
Apoyó la frente contra el vidrio. Seguramente la chica Weasley no había tenido sus mismos problemas…aunque no tuvieran mucho materialmente, los Weasley eran unidos, se notaba a leguas y cualquiera que los mirase podría adivinarlo.
Mientras observaba la habitación vacía, Draco supo que él, allí parado en su mansión, pisando su fino piso de mármol italiano y con una copa de cristal llena del más exquisito vino en la mano, era mucho más pobre que la chica Weasley.
Cuando se encontraron al día siguiente, se trataron con la misma indiferencia de siempre. Discutieron un par de veces antes del almuerzo y se dirigieron miradas del más intenso odio. Sin embrago, ninguno de los dos pudo olvidar sus pensamientos de la noche anterior.
Draco había concretado una cita con Nilia Watson, del Departamento de Misterios, y Ginny había decidido esa noche ir a cenar a la casa de su hermano.
Rodeados de gente, los dos se sentían algo solos. Ginny no estaba acostumbrada a vivir sola, y aunque le gustaba, extrañaba el ruido que provocaba vivir con otra gente. Draco siempre había vivido solo, y no entendía porque ese hecho comenzaba a molestarle últimamente.
Pero bueno, esta noche se divertiría con Nilia, y aunque sabía que a la mañana siguiente ella se iría, porque esos eran sus deseos, aprovecharía el momento.
Los ojos de Draco se centraron en la chica Weasley, que escribía en su computadora con el ceño fruncido y una pluma en la boca. La envidió un poco, sin saber que una sensación parecida a la suya la abrumaba a ella.
Ella también lo observaba a él. Su cabello platinado, sus ojos grises, a veces tan fríos como el hielo y a veces curiosamente cálidos. Su expresión ausente que intentaba disimular hablando con cada mujer que se le cruzaba y dirigiéndole comentarios mordaces a ella.
Para cuando se despidieron esa tarde, y tomaron rumbos diferentes, ninguno de los dos podía quitarse al otro de la cabeza.
Bueno, siento que también haya sido corto, pero bue, era solo para mostrarles lo diferentes y parecidos que son este par. Dejé para el siguiente capitulo lo interesante, ahora comienza la verdadera, verdadera historia! Jejejeje, dejen reviews!
