CAPITULO ONCE: Participando en la misión.

Estuvieron juntos toda la noche, explorándose y conociendo un aspecto del otro que hasta el momento no se habían molestado en descubrir.

Cuando ella se durmió, con su cabeza en su pecho, él le acarició el pelo y entre esas tontas caricias, le susurró un te amo que ella escuchó solo entre sueños.

Más tarde, cuando el sol volvía a salir como tantas otras veces, ella despertó con una sonrisa, le sacó un mechón rubio del rostro, rozó sus labios y le susurró exactamente lo mismo, ese secreto a voces que ambos se empeñaban en esconder, y que ninguno podría ocultar por mucho más tiempo.

Ella se metió a la ducha totalmente relajada, con esa tranquilidad que solo se logra luego de pasar tu primera noche con alguien que quiere exactamente lo mismo que tú, que te quiere a ti con la misma intensidad que tú lo quieres a él, y que da exactamente lo mismo que tú te aferras en entregar.

Se sentía como nueva. Por Merlín, había sido maravilloso, tan simple como eso.

Draco despertó debido a los rayos de sol que se colaban a través de la ventana. La noche anterior, ninguno de los dos se había molestado en cerrar las cortinas. Al notar la ropa desparramada por el piso, el joven sonrió, una sonrisa suave y perezosa. La cama todavía estaba tibia en el sitio en el que ella había estado acostada, en el sitio en el que había sido suya. Y él la sentía tan suya todavía.

Se levantó de la cama sin preocuparse en vestirse. Ginny salió del baño en ese momento, completamente vestida.

"¡Malfoy, ponte algo encima!"

Draco se aproximó, riendo, y la besó.

"Anoche no te molestó"

"No, pero…bueno, son las diez de la mañana. ¿Te parece…correcto andar desnudo así por la habitación?"

A él le pareció adorable el leve sonrojo que se había apoderado de sus mejillas.

Entró a la habitación y se vistió con rapidez. Cuando volvió, ella seguía parada en el mismo lugar. Le tomó la mano y la besó.

"Red, yo…"

"No tienes que decir nada"

"Déjame hablar"

Ella lo miró fijamente, hasta que él encontró el valor para decir lo que quería decir.

"Fue la mejor noche de mi vida, Ginny, en serio, y yo quería que supieras que…bueno, tú no eres como las demás- Ella arqueó una ceja- Lo que quiero decir es que tú…no fuiste una más para mí, tú fuiste algo que yo no esperaba y que…bueno…hay algo que…"

"¡Ginny! Estás despierta, Ron y yo temíamos que después de lo de ayer tú…"

Hermione notó de inmediato que habían llegado en mal momento. Ginny sonrió y Draco también, pero fue evidente que ambos hubiesen deseado que no hubieran llegado justo en ese instante.

"¿Desayunaron?" preguntó Draco a modo de saludo, alejándose de Ginny.

"No, me muero de hambre" dijo Ron, mientras se acomodaba a su antojo "¿Qué tienes en este lugar lujoso, Malfoy?"

"¿Qué te apetece, Weasley?"

"Bueno, si hablamos de cosas que me apetezcan…"

"¡Ron!"

El pelirrojo se rió, mientras Hermione lo miraba reprobatoriamente.

"Bien, Weasley, encarguemos un poco de todo"

Mientras Draco hacía el pedido y Ron agregaba cosas por sobre su hombro, Hermione arrastró a Ginny al balcón y la miró con una sonrisa. La pelirroja se puso colorada.

"¿Qué?"

"¡Maldita pervertida! ¡No me vengas con esa pregunta! ¡Te acostaste con Malfoy!

Ginny adquirió el tono de su cabello.

"Oh, mi Dios…"

"¡Esto es increíble! Cuando vi la ropa regada por el piso y la cama en esas condiciones yo…"

"Hermione ¿te importaría bajar la voz? Mi hermano está ahí dentro"

"Si, junto a tú más reciente amante"

"Oh, cállate"

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Comieron desde tostadas hasta panqueques y donas. Ron comía sin parar y Draco se preguntó con qué lo mantenía Granger.

El rubio supo a los dos minutos de haberse sentado a la mesa, que Hermione, como siempre, había hecho uso de su brillante mente para descubrir lo que había ocurrido la noche anterior entre él y la pelirroja. No pudo evitar sentir unas tremendas ganas de reír ante las miradas que la castaña le echaba a Ginny, que totalmente desesperada, desviaba la vista en cuanto podía. Ron estaba demasiado distraído con la comida como para percatarse de algo, cosa que Draco agradeció.

Ron y Hermione se quedaron un rato más, y luego partieron, con la excusa de que tenían un almuerzo con el manager de Ron en veinte minutos.

Pero Draco y Ginny no pudieron retomar su conversación de aquella mañana: el valor del rubio se había disipado, y ahora debía esperar hasta reunirlo de nuevo.

El día pasó con tranquilidad, y en la noche, se reunieron de nuevo, sin palabras. Y otra vez callaron aquello que pugnaba por salir, y otra vez el sol los sorprendió a la mañana siguiente, bañando de tibieza sus cuerpos y sus corazones.

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Lucius Malfoy mandó la carta a las doce y diecinueve de la mañana. A la una y quince, Pansy Parkinson tomaba el vuelo hacia Estados Unidos. Hacia Draco. A reclamar de una vez por todas lo que siempre había sido suyo. Y esta vez, para no perderlo nunca más.

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"Puede ser peligroso, Malfoy."

La voz de Stuart, un poco distorsionada debido a la distancia, sonaba seria y preocupada.

"Somos aurors, Stuart, el peligro es parte de nuestras vidas"

"Si, pero no por eso hay que pararse delante de él y saludarlo muy campante" dijo el jefe, mientras refunfuñaba.

Draco se pasó la mano por el pelo, mientras con una sonrisa, escuchaba como Ginny cantaba mientras tendía la cama. Por supuesto, no le dijo nada de eso a Stuart, hubiese implicado demasiadas explicaciones.

"Ese mapa es la única pista que tenemos, evidentemente debemos seguirla, nos puede llevar a alguna parte"

"Lo sé, Malfoy, pero me sentiría más tranquilo si llevaran apoyo…"

Draco se quedó pensativo.

"Creo que tengo a las personas indicadas"

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Harry Potter tenía una vida interesante, un trabajo que amaba, una esposa y un hijo por los que daría la vida sin dudarlo.

Algunas veces, los recuerdos lo embargaban, recuerdos de su juventud, recuerdos de los breves momentos que había compartido con su padrino. Cuando forzaba mucho su memoria, hasta le parecía recordar aquél único año que había compartido con sus padres.

Había vuelto a Godric Hollow, donde vivía ahora con su familia, en la misma casa que Voldemort había destruido aquella fatídica noche cuando su destino fue marcado.

Su tiempo se dividía entre Hogwarts, lugar que consideraba su segundo hogar, y ese valle amplio y hermoso que se abría paso ante sus ojos cada vez que observaba por la ventana de su habitación.

Jamás imaginó que terminaría enamorado de Gabrielle; para ser sinceros, durante un tiempo había sentido su vida inminentemente unida a Ginny Weasley. Ahora la consideraba una amiga sumamente valiosa, casi una hermana.

Gabrielle dormía a su lado, su larga cortina de cabello muy rubio desparramada en la almohada y su mano entrelazada con la suya por encima de las sábanas blancas.

Ella lo entendía, lo amaba sin excusas o presunciones, siempre dispuesta a arrancarle una sonrisa cuando sus ojos se ensombrecían por el peso del pasado. Sabía donde estaba cuando se perdía en sus pensamientos, sabía cual era su comida favorita, sabía como abrazarlo o sermonearlo cuando lo necesitaba. En una palabra, estaba loco por ella.

Le costaba entender que lo había unido tanto a esa muchacha que apareció de un día para el otro en su vida para no irse nunca más.

Ella se movió en sueños, y fue entonces cuando Harry vislumbró la cabeza de Draco Malfoy en la chimenea.

Harry se levantó de la cama, sobresaltado.

"Siento interrumpir, Potter, pero es urgente" dijo Malfoy desde las llamas.

"¿Qué ocurre?"

Malfoy arqueó una ceja.

"Digamos que necesito la ayuda del niño que vivió, aunque nunca creí decir una barbaridad de este tamaño"

Harry observó a quien había sido su enemigo durante un segundo.

"Por supuesto, me visto, tomo mi varita y voy para ahí"- musitó Harry.

Draco asintió y desapareció, diciéndose lo fácil que había resultado tener una conversación civilizada con el cabeza rajada. Tal vez, no fuera tan malo como él había pensado. Luego, se dispuso a visitar a los demás del grupo para incluirlos en su plan.

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Ronald Weasley ya no era ciertamente un pobretón.

Sus ingresos y los de Hermione eran elevados, y habían adquirido recientemente una casona antigua que hasta había aparecido en varias revistas de decoración.

Al observar a su esposa, ataviada con una bata y preparando el desayuno, pensó que algunas veces, solo algunas, la vida si resultaba un cuento de hadas. Ella lo era todo para él…quien iba a decir que terminaría casado con esa niña de cabello alborotado que apareció un día en el compartimiento para decirle que tenía una mancha de tierra en la nariz.

Hermione se dio vuelta en ese momento, y vio la sonrisa en los labios de Ron, esa sonrisa que siempre ponía cuando estaba pensando en cosas buenas. ¿Sería el momento oportuno para decirle la noticia, o esperaría a la noche?

"Tienes esa cara"

"¿Esa cara?" preguntó Ron, mientras ella le dejaba un plato frente a él en la mesa.

"La cara que pones cuando estás contento por algo"

El la atrajo hacia si, con una sonrisa, y la sentó en su regazo, observándola.

"Estaba pensando en lo feliz que soy contigo. Cada día, cada hora, cada segundo…"

Ella sonrió. Aún seguían sorprendiéndole tantas cosas de su pelirrojo.

Lo besó tiernamente.

"¿Liz sigue durmiendo?"

"Si…Ron…hay algo que quiero decirte"

El hombre la observó con atención.

"Bueno…digamos que vas a ser papá de nuevo"

Entre abrazos, besos cariñosos y pequeños saltitos, fue como los encontró Draco cuando apareció en la chimenea.

Carraspeó sonoramente, hasta que los otros dos, decidieron que el ruido era demasiado molesto como para ignorarlo.

"Weasley, Granger…la cocina no es un buen lugar para esas…demostraciones de afecto, sobretodo con una hija como la de ustedes" dijo el rubio, con sorna.

"Oh, cállate, Malfoy" dijo Ron "Voy a ser papá de nuevo, eso es motivo de celebración"

"Felicitaciones entonces" dijo el rubio, que sintió una sincera alegría por ellos y se sacudió apenas, pensando en lo extraño de la situación "Vengo a incluirlos en una misión"

"Vamos para allá" dijo Hermione con resolución.

Su marido no se molestó en llevarle la contra, quería contarle personalmente a su hermanita que sería tía.

"Ah, Ron cariño…me olvidaba…son gemelos" y dicho esto, Hermione subió a cambiarse, riéndose aún de la cara de su marido.

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Neville Longbottom roncaba apaciblemente cuando Luna entró a la habitación como una exhalación. La chica le quitó las sábanas de encima con resolución mientras gritaba:

"¡Vago, levántate de ahí! Es tu turno de alimentar a los niños, no te salvarás ésta vez."

Neville se hizo el dormido y abrió un ojo disimuladamente justo para esquivar la almohada que su esposa le iba a estrellar en la cabeza.

"Por Merlín, Lu, casi me das" reprochó el hombre con sinceridad.

La rubia se cruzó de brazos.

"Y lo hubiese hecho si no hubieras abierto ese ojo"

Neville y Luna había empezado a salir justo después de la muerte de Dumbledore. Con el trío fuera de Hogwarts, habían encontrado en la compañía del otro, la comprensión que nunca habían encontrado en los demás.

Ella tenía ideas locas y extravagantes que solo su marido encontraba encantadoras, y él poseía una timidez y un valor escondido debajo de ella, que solo Luna podía ver.

"Te amo, Lu" dijo Neville con una sonrisa.

Ella también estuvo a punto de reír, pero mantuvo su semblante serio a pura fuerza de voluntad.

"Yo también te amo, Longbottom, pero de todas formas no te salvarás con cumplidos de alimentar a los niños"

Dicho esto, le puso a su marido dos mamaderas en las manos y se metió al baño.

Cuando Draco apareció de pronto en la chimenea de aquella casa, así lo encontró, con uno de sus hijos en cada brazo, mientras los alimentaba y les hablaba en susurros para que no lloraran.

"No, Hazeel, la mamadera no es un proyectil. No, no llores, tu madre me matará"

"Yo que tú, Longbottom, meto a uno en la cuna mientras alimento al otro" dijo Malfoy con naturalidad.

Neville se sobresaltó, y luego murmuró:

"Si, creo que tienes razón"

"Por supuesto que la tengo, es una cualidad innata mía" musitó el rubio "Cuando termines, aparécete con tu señora la loca en el hotel. Hay algo que quiero discutir con ustedes"

Neville asintió, y Malfoy, dando su tarea por terminada, desapareció con un ¡plop! de las llamas.

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Mientras Draco se encargaba de esas diligencias, Ginny volvía de la calle. El tiempo había cambiado mucho, volviéndose cada vez más frío, por ese motivo, había decidido comprarse un pijama abrigado y más al estilo Weasley que el que había llevado consigo para interpretar su papel de femme fatal.

Ya había casi alcanzado su habitación, cuando una fuerte mano la apartó de la puerta.

Hugges no se veía nada contento, de hecho, Ginny jamás lo había visto tan enfadado.

"No me gusta que me dejen plantado. Creí dejar bien en claro que quería que te quedaras luego de la fiesta"

Ella se soltó con suavidad y aunque sentía unas tremendas ganas de mandarlo de paseo, esbozó una sonrisa de disculpa.

"Lo siento tanto…es que mi marido regresó de su viaje antes de lo previsto, me avisó que estaba llegando al hotel, y si no me encontraba en la habitación, seguramente hubiese tenido muchos problemas"

Con un enorme esfuerzo, la pelirroja puso su mano en la mejilla del hombre, que la observaba con el rostro serio.

"Deseaba con todas mis fuerzas quedarme, pero me fue imposible"

Vio por el rostro de Hugges, que éste comenzaba a creerle.

"Te espero mañana a la noche, entonces" dijo éste, sin más preámbulos "Hoy tengo un compromiso"

"Ahí estaré" prometió ella, deseando que para mañana a la noche, aquello hubiese terminado.

Ginny entró a la habitación con el semblante serio.

"¿Qué ocurrió?" preguntó Draco apenas notó su cara.

Ella se sintió contrariada de que el rubio hubiese aprendido con tanta rapidez a leer su cara.

"Me acabo de topar con nuestro queridisimo Hugges"

El rostro de Draco cambió drásticamente. Sus facciones se endurecieron mientras se acercaba a ella a grandes pasos y la tomaba de los hombros.

"¿Te tocó?"

"Por Merlín, Malfoy, no…¿Qué es esto, una escena de celos? No somos unos adolescentes"

"Me interesa muy poco, pelirroja. Quiero saber que te dijo"

"Que me espera mañana a la noche en su habitación"

"Cretino" musitó Malfoy, con irritación.

"Sabíamos que pasaría"

"Diablos que va a pasar"

"Espero que esto halla terminado para mañana, de lo contrario, tendré que ir. No puedo seguir escudándome tras excusas, se va a dar cuenta de todo…"

"Ya pensaremos en algo para salvarte de esta"

Se quedaron mirando durante unos momentos, luego, silencio.

"Estoy un poco nerviosa" confesó ella de pronto. "Tengo miedo de que algo salga mal esta noche…"

Draco se acercó con cautela.

"No pasará nada, Gin, todo estará bien. Somos mejores que ese grupo de idiotas"

"Malfoy, somos dos contra quien sabe cuantos"

Un ruido en la chimenea hizo que Ginny se sobresaltara y sacara su varita. Draco la observó, sonriendo.

"Nadie dijo que seríamos dos, pelirroja" musitó, mientras Ron Weasley salía girando y lleno de las cenizas de las llamas junto a Hermione.

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Finalmente, el grupo se ubicó en los sillones.

Todos miraban expectantes a Draco, hasta la misma Ginny, mientras él se mantenía parado ante ellos con semblante serio.

El rubio le entregó el mapa a Harry, que lo observó durante un momento, sin entender nada.

"¿Qué se supone que es eso?" preguntó Ron, que miraba el mapa también, y por su cara, obviamente tampoco entendía.

"Tu hermana se lo robó a Hugges" dijo Malfoy con simplicidad "Esta noche planeamos ir hasta ahí para comprobar que significa. Hablé con nuestro superior hace un rato, no podemos ir solos, y no tuvo inconveniente en que los incluyéramos, sobre todo luego de que nombré al niño que vivió y a Granger, que según parece, está muy bien parada en el Ministerio"

Hermione se ruborizó visiblemente.

"Creemos que Hugges está creando algún tipo de arma de daño masivo para los muggles, y como Gin consiguió esta pista, no tenemos más remedio que seguirla. Quizás demos con su escondite después de todo, lo que facilitaría las cosas mucho más."

"¿Cuántos son, más o menos?" preguntó Luna, soñadoramente.

"No tenemos un número exacto, pero si de hecho es el escondite de Hugges, podrían ser bastantes. No sabemos cuantos están participando en la creación del arma, ni cuantos guardias hay y por supuesto tampoco cuantos magos capacitados están a su disposición" dijo Ginny, con rostro cansado.

"Yo voy" dijo Harry sin dudarlo.

"Si Potter va, yo también" dijo Gabrielle con determinación.

"Estoy dentro" dijo en ese momento Hermione "¿Ron?"

El pelirrojo observó a su esposa con semblante serio.

"Hermione…no sé si sea buena idea que tú vayas, yo por supuesto no tengo problemas pero tú…tú estás embarazada."

La muchacha iba a replicar, cuando de pronto, Ginny pegó un grito, sobresaltándolos a todos.

"¡Hermione! ¡Ron! ¿Por qué no habían dicho nada? ¡Felicitaciones!" exclamó la pelirroja con entusiasmo, abrazando a su hermano.

"Más enanos…" murmuró Malfoy, pero nadie salvo él mismo, lo escuchó.

Harry le dio unas palmadas amistosas a su mejor amigo, al igual que Neville. Luna fue un caso totalmente diferente. Se puso a rebuscar en su cartera apenas se dio por enterada de la noticia, y luego de unos minutos, sacó lo que parecía ser naranja ahuecada y rellena de lo que parecían ser plumas de colores.

"Es un larpoit, es un amuleto muy fuerte que ayuda a que los retoños se mantengan saludables. Lo usé con los míos y sirvió de maravilla…"

Hermione tomó con una sonrisa nada disimulada el extraño amuleto y lo guardó en su propia cartera.

"Volviendo al tema…" Draco se aclaró la garganta y se dispuso a contarles a los demás todo lo referente a su misión, con interrupciones de Ginny de vez en cuando.

Cuando hubo acabado, todos estuvieron de acuerdo en brindar su ayuda. Ron dudó un poco, pero Hermione finalmente le aseguró que todo estaría bien, que ella jamás pondría en peligro a sus bebes. Luego de asegurarle a su hermano que cuidaría de Hermione como si su vida dependiera de ello, Ron le sonrió a Ginny y aceptó de una vez por todas.

Cada uno partiría a su casa a prepararse, y nos reuniríamos en el hotel cerca del anochecer.

Luna y Neville acababan de desaparecerse, cuando Ginny dijo:

"No puedo creer que pediste su ayuda" Extrañamente, la chica sonreía.

"No son tan malos como parecen" dijo Draco, incómodo.

"Lo sé" murmuró ella, acercándose a él con algo de timidez. "Solo me alegra que te hallas dado cuenta."

"Gin…hazme un favor"

Ella lo miró, sin entender.

De pronto, él la atrajo hacia si con fuerza, ignorando su leve protesta. La miró a los ojos, y Ginny sintió que se derretía. Ese gris tormentoso era hermoso, y quedaba tan bien con él y su personalidad.

"Bésame" murmuró él con voz ronca.

Ella sonrió, y apoyó sus labios contra los de él con suavidad, casi con ternura. Se separaron con mucha dificultad. Draco apoyó su mentón en la cabeza de ella, mientras la abrazaba y se balanceaban al ritmo de una canción inexistente.

"Weasley, vas a terminar volviéndome loco" murmuró él, mientras cerraba los ojos.

Ella sonrió.

"Únete al club, Malfoy" musitó, sin soltarlo.

Los dos se mantuvieron en silencio, tratando de aprovechar el momento y no pensar en lo que llegaría con la noche. ¿Qué encontrarían? Y más importante…¿Qué harían si aquella misión terminaba e inevitablemente llegaba la despedida? ¿Encontrarían el valor para detener al otro o aquello se convertiría solo en un recuerdo hermoso que los haría sonreír cuando estuvieran nuevamente en la soledad de sus vidas?

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Draco estaba vestido todo de negro, aguardando impaciente a que su pelirroja terminara de aprontarse. Su cabello rubio, generalmente impecable, estaba totalmente alborotado por todas las veces que se había llevado la mano hacia él, con exasperación.

Finalmente, ella salió, también toda vestida de negro.

"¿Te han dicho que ese color te queda extremadamente bien y que dan ganas de arrancarte esa ropa y…?"

"Bueno, bueno, si resultaste todo un pervertido, Malfoy" dijo Harry, apareciéndole a un lado.

Malfoy sonrió.

Gabrielle se acercó a su marido y miró a Ginny y a Draco con una sonrisa de lo más extraña. Hasta hacía acordar a la loca Lovegood y todo. Los observaba fijamente como si fueran un par de bellos cachorritos.

"Gabi, lo estás haciendo de nuevo…" dijo Harry con una sonrisa.

"¿Qué cosa?" preguntó la muchacha, observando a su marido con su mejor cara de inocente.

"Eso de mirar a la gente y empezar a imaginarte una conmovedora historia de amor."

Gabrielle sonrió.

"Harry, querido, los hombres carecen de todo tacto…solo míralos…ciertamente ahí hay una conmovedora historia de amor."

Draco sintió que los colores le subían a la cara, por primera vez en su vida, y miró a Ginny durante unos segundos, pero ella parecía muy ocupada mirando la alfombra. Fue una suerte que justo en ese momento, aparecieran los demás.

La noche estaba despejada y la luna brillaba intensamente a través de la ventana.

"Es temprano aún" murmuró Draco- ¿Quieren algo de tomar? Tú no respondas, Weasley, ya sé que si…- dijo Malfoy arrancando una risotada de los demás. Ron se puso muy colorado y murmuró que tenía algo de sed, pero que eso no era motivo de gracia.

"Yo voy" dijo Ginny arrancando hacia la cocina.

En ese momento, se escucharon unos suaves golpes en la puerta.

"¿Quién podrá ser?" preguntó Hermione, alarmada y sacando su varita.

Draco sacó la suya propia y se dirigió con paso decidido hacia la puerta. La abrió, dubitativo y allí se encontró a la última persona que había esperado ver.

La mujer era alta, delgadísima y rubia. Llevaba una minifalda y una blusa muy escotada.

Draco se le quedó observando, totalmente sorprendido.

"¿Pansy?"

"Hola, amor, he vuelto. ¿Me extrañaste?- dijo mirándolo provocativamente.

Ginny había llegado con las bebidas en una bandeja. Solo cuando la bandeja cayó al piso y los vasos se rompieron con gran estrépito, Draco notó su presencia.

Hola! Bueno, en el próximo capitulo finalmente llega la misión. Ya no le queda mucho a la historia. ¿Qué hará Ginny ahora que Pansy está de nuevo en el mapa?