Bueno, aquí vengo con el último capitulo de este fic! Muchas gracias a todos aquellos que se molestaron en leer este fic! Pronto vendré con algún fic nuevo de esta pareja, además de Una luna y una estrella, claro, jejeje!
CAPITULO CATORCE: Final… ¿feliz?
Se apareció frente a su puerta y la aporreó como su vida dependiera de ello. La llamó a gritos, tanto así que algunos vecinos se asomaron a sus puertas, escandalizados.
Molestó, los mandó a volar mientras abría la puerta de una patada.
El apartamento estaba vacío. Aún sabiendo que ella no estaba ya allí, lo recorrió a grandes zancadas, llamándola por cada habitación, como si pensara que ella se iba a materializar frente a sus ojos al oír su voz. Pero por supuesto, aquello no ocurrió.
Draco se pasó una mano por el pelo, frustrado. No podía haberla perdido. El rubio sabía bien que si Ginny llegaba a Estados Unidos, no iba a volver. Sabía que una vez que diera vuelta la página, ya no habría marcha atrás. Y él se quedaría destrozado, lamentando su error. Un error que le costaría la felicidad de su vida luego de tantos años de soledad, mentiras y vacío.
A través de la única ventana, ya sin cortinas, un rayo de luz se coló hacia el interior de la estancia. El sol dio de lleno sobre un objeto, abandonado sobre una mesita enana, una de las pocas cosas que la pelirroja había dejado atrás.
El anillo. El anillo que él le había dado cuando comenzaron esa farsa que se tornó en realidad, descansaba sobre una servilleta de papel. Draco lo tomó; observó la delgada banda de oro con un único zafiro en el medio. Sencillo y hermoso, dos palabras que se ajustaban demasiado bien para describir a Ginny.
Percibió su calor al tocarlo, y sin pensarlo, se lo guardó en el bolsillo antes de desaparecer de nuevo, ésta vez, rumbo al aeropuerto.
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Ya estaba todo listo.
En quince minutos, Ginny desfilaría por aquél pasillo blanco, tomaría un avión, el segundo de su vida, y se iría para siempre.
No pudo evitar el esbozo de una triste sonrisa al recordar su primer vuelo. El vuelo durante el cual todo había comenzado. Y ese primer beso que compartió con Draco cuando los dos pensaron que no vivirían para contarlo.
Se sentía tan desdichada, que no le hubiese extrañado si se rompía en mil pedazos y quedaba desparramada en el piso.
Pero era preciso que comenzara a olvidar. Sin embargo, hasta ese momento, había tenido pocos resultados. Cada cosa, cada pareja de enamorados que veía pasar, cada silencio, le recordaba a él. Se dijo que era una tonta. Tan solo habían pasado unas semanas, ya tendría tiempo de olvidarse de él. O de arrancarlo a la fuerza de su corazón, cualquier opción le parecía bien.
Sentada, aguardando la señal para embarcar, Ginny Weasley suspiró.
Ni su familia, ni sus amigos, habían logrado convencerla de que se quedara. Finalmente, se habían dado por vencidos. Ginny no pudo evitar preguntarse si comprenderían algún día por que lo hacía. Necesitaba con tanta desesperación sanar. Necesitaba olvidarse de los planes que inconscientemente había hecho con él, de las palabras, de las miradas, de los te amo que el viento parecía haberse llevado. Tan solo quedaba un eco, un eco que, anhelaba, se disipara con el tiempo.
No volvería a amar como lo amaba a él. No volvería a entregarse a nadie tan pura y completamente. Quizás, luego de mucho tiempo, lograra sentir cariño por alguien. Quizás formara una familia, quizás fuera medianamente feliz. Pero jamás volvería. Daría visitas cortas a sus padres, a sus hermanos, a Luna, a Neville, a Gabrielle, a Harry. A sus sobrinos. Se presentaría al bautismo del próximo hijo de su hermano, y se iría rápidamente, con una sonrisa, y proclamando a los cuatro vientos que ya lo había superado.
Trataría de no hundirse al ver a sus más queridos amigos, felices, enamorados, con sus familias. Rebosantes de la felicidad que ella ya no alcanzaría.
Pisar Inglaterra solo le recordaría que él estaba pisando el mismo suelo, respirando el mismo aire, apreciando los mismos paisajes. Le recordaría que jamás la había querido y que no estaría pensando en ella.
Se observó la mano. El anillo se había desvanecido, como la historia entre ella y Draco.
Una voz clara anunció el abordaje del vuelo hacia Estados Unidos. Ginny se levantó y se dirigió hacia ese pasillo blanco. Un pasillo que no la llevaba a la muerte, pero si a algo muy parecido.
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Draco atravesó las puertas del aeropuerto justo cuando una voz anunciaba el abordaje del próximo vuelo hacia Estados Unidos.
Sin pensarlo, echó a correr hacia donde lo llevaran sus piernas, con la esperanza de que lo guiaran hacia ella.
Atropelló por el camino a algunas personas, se golpeó un brazo contra una de las muchas puertas giratorias y huyó de un gorila que lo quiso matar cuando le pasó casi por encima y le tiró su café sobre la camisa. No tenía tiempo. ¿Es que no entendían que su vida se le estaba escapando de las manos tal cual se escurre el agua entre los dedos?
Llegó al mostrador. Una mujer de mediana edad le dedicó una sonrisa mientras le preguntaba en que podía ayudarlo.
"Pasaje…Estados Unidos…ya" dijo entrecortadamente mientras tiraba sus documentos y un fajo de dinero sobre el mostrador.
La mujer lo miró, perpleja.
"Lo siento, señor, pero este vuelo ya está lleno. Están abordando en este preciso momento. Si quiere, puede reservarle un asiento para…"
Draco pegó un grito de furia.
"¿Por qué puerta? ¿Por qué puerta están abordando?"
La mujer ya no mostraba su amable sonrisa.
"Señor…"
"¡Dígamelo de una vez! ¡La mujer de mi vida se está yendo mientras discuto aquí con usted!"
Ella, con cara de limón, le musitó un número, y no tuvo tiempo ni de mandarlo a freír espárragos, cuando él ya había salido corriendo.
"Esta juventud de hoy. No sé donde quedará el mundo si seguimos así" se dijo a si misma mientras lo veía saltar a un niño que, agachado, se estaba atando los cordones.
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La cola era larga.
Detrás de un hombre con una barriga más grande que todas las que hubiese visto juntas, Ginny, impaciente, aguardaba junto a los demás.
Por fin, avanzó. Llegó hasta una puerta, y un hombre de aspecto simpático, le pidió su pasaje. Ginny estaba a punto de entregárselo cuando su celular comenzó a sonar estruendosamente.
"Oh, lo siento, un minuto" dijo, mientras lo sacaba de su bolsillo.
Atrás de ella, una mujer de aspecto distinguido, suspiró sonoramente.
"¿Hola?"
"¡Ginny!"
"¡Ron! ¿Qué diablos te ocurre? ¡Estoy abordando! ¡Vas a lograr que me asesinen!"
Ginny sintió unos ruidos lejanos.
"¿Ron?"
"¡Hermione! ¿Por qué esta cosa prende tantas luces? ¡Me está mareando!"
"¡Ron!"
"Señorita, le pido por favor que se retire mientras habla. Los demás desean también abordar"
Ginny observó a sus espaldas. Una larga cola de caras impacientes y furiosas le devolvió la mirada. La pelirroja les dedicó una sonrisita, y se hizo a un lado, colocándose nuevamente al final de la cola y deseando tener a Ron enfrente para asesinarlo.
"¡Ginny! ¡Ginny! ¡Responde! ¡No me digas que te subiste al avión!"
"Por tu culpa, todavía no, Ronald. ¿Se puede saber que demonios está ocurriendo?"
"No puedes subirte a esa cosa, Gin. Oí por ahí que son muy peligrosas y…"
"¡Por Merlín, ya me he subido! No es tan terrible pero tengo tranquilizantes por las dudas…"
Ginny percibió apenas la voz de Hermione, que parecía desesperada del otro lado de la línea.
"Si, eso, eso. Gin, hay una bomba en el avión" dijo Ron atropelladamente.
"¿Qué? ¿Te volviste loco?"
"¡Te digo la verdad! Esta mañana me levanté de mal humor y…bueno, decidí matar muggles y…bueno…ya sabes que no me gustan los aviones y…"
"¡Ron, ni siquiera sabes que vuelo me toca! ¿Me estás tomando el pelo? No puedo creer que me estés haciendo perder el tiempo de esta forma. Pensé que de todas las personas, tú comprenderías porque…"
La cartera de Ginny rodó por el piso, desparramándose su contenido por todas partes. Sosteniendo el teléfono con el hombro, y ante las miradas airadas de los presentes, se agachó a recoger sus cosas mientras seguía gritándole a su hermano.
"¿No entiendes que no quiero volver a ver la cara de Draco Malfoy en mi vida?"- Recogió uno de sus labiales y lo depositó en la cartera con rabia "¿No entiendes que tengo el corazón destrozado y que solo pensar en él me…?"
Ginny se quedó inmóvil. Había levantado su pequeño espejo del piso y allí, reflejado, se encontró con el rostro que menos deseaba ver en ese momento.
Draco Malfoy le devolvía la mirada a través del cristal.
Ginny se levantó de golpe, y se dio vuelta, segura de que había sido una tonta alucinación, una de las muchas que ya había tenido. Pero él seguía allí, observándola detenidamente. El mismo cabello casi plateado, los mismos ojos del color del acero.
La pelirroja trató de contener las lágrimas, y cuando él dio un paso hacia ella, ella dio uno hacia atrás.
"¿Qué estás haciendo aquí?"
"Vine a detenerte"
Ella lo quedó mirando, sus ojos llenos de furia e impotencia.
"¿A detenerme? ¿Qué ocurre, Malfoy? No creo que hayas tenido problemas encontrando quien caliente tu cama, pero si ese es el caso, te advierto que ya no estoy interesada."
"No podría encontrar nunca a alguien que llene ese espacio como lo llenas tú."
Ella se cruzó de brazos, a la defensiva.
"¿Ah, no? Pues yo estoy segura de que si buscas con más ganas, tendrás éxito. Después de todo, eres el grandioso Draco Malfoy"
Draco se metió las manos en los bolsillos.
"Por mucho que me enfurezca, lo único grandioso que tuve en mi vida, está aquí parado ante mí"
Ginny lo observó con sorpresa en sus ojos castaños.
"No hagas esto" dijo intentando contener las lágrimas "Deja de jugar conmigo"
El rubio acortó la distancia que los separaba. Quiso tocarla ahora que finalmente la tenía enfrente, pero temió que ella se evaporara como humo frente a sus ojos.
"Juré que no te lastimaría, y rompí mi promesa. Juré que jamás te mentiría, y también lo hice. Pero juré que te amaba, y que te amaría por siempre, y esa es la única promesa que aún mantengo en pie"
Ginny lo miró, y entre las lágrimas que empañaban sus ojos, él vio una luz de esperanza.
"Todo lo que dije aquél día…tú nunca fuiste para mí una diversión. Me enamoré de ti sin darme cuenta, e intenté protegerte. Una vida junto a alguien como yo, no es fácil. Intenté protegerte sin darme cuenta de que nos estaba hundiendo a los dos."
"Me rompiste el corazón" murmuró ella, las lágrimas corriendo libremente por su rostro mientras los gritos de Ron seguían saliendo a través del teléfono cada vez más desesperados.
"Lo sé. Te mentí e intenté desprenderme de ti de la manera más cruel. Pero te amo, Gin. Eres la primera mujer sin la que no puedo estar. Eres la única que quiero a mi lado, la única que saca este vacío que se apoderó de mí desde que hice que te marcharas. Te amo con todo lo que soy, con mis defectos y con mis virtudes. Solo quiero el resto de nuestras vidas para demostrarlo."
Una sonrisa apareció en el rostro de Ginny cuando Draco se acercó y le mostró el anillo. Un anillo al que se había acostumbrado. Una anillo, una unión, que creyó perdida.
"¿Esta es tu manera de pedirme que me case contigo, Malfoy? Porque te recuerdo que deberías estar arrodillado ante mí" dijo ella, con las cejas en alto y una mueca de burla.
Draco tragó saliva e hizo ademán de hacer lo que ella pedía, pero Ginny lo detuvo con un gesto.
El la miró con ojos expectantes.
"No sé, Malfoy. Eres desordenado, cabeza dura, peleador…pero te amo, así que supongo que eso bastará para que funcione"
Draco sonrió, aliviado, y completamente feliz como desde hacia bastante no se sentía.
"¿Eso es un sí?"
Ginny lo miró y rodó los ojos.
"Además de todo lo que enumeré, también eres bastante lento…" dijo ella con seriedad.
Pero no pudo decir nada más.
Draco la atrajo hacia si con una fuerza casi inhumana, mientras los gritos de Ron seguían saliendo por el pequeño celular abandonado en el piso con todo lo demás, y plantó su boca contra la suya como si hubiera estado deseando hacerlo desde aquél día en el hospital (lo cual era cierto).
Se besaron con desesperación, con lágrimas y risas de por medio, y sintiéndose completos nuevamente. Luego se quedaron mirando como un par de tontos, mientras un guardia les gritaba que esas escenas eran más propias de un cuarto de hotel que de un aeropuerto. Draco le colocó a Ginny el anillo en el dedo y le besó la mano con ternura.
"Te pertenece. Y te pertenecerá por siempre, así como todo lo que soy."
"No esperaba nada más" dijo ella, antes de besarlo de nuevo.
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Epílogo
"Creo que los perdimos"
Ginny observó a su flamante marido, que estaba enzarzado en una acalorada discusión sobre Quidditch con Ron, Harry, Neville y los gemelos.
"Nos hará bien perderlos por un rato" dijo Hermione, mientras terminaba de amamantar a su bebé.
El pequeño Ethan, casi dormido, mostraba apenas unos suaves mechones de cabello pelirrojo sobre su cabecita.
"¿No te molesta que salgan todos colorados?" preguntó Ginny "¡Que falta de respeto! Los cargas en tu vientre durante nueve meses, y salen igualitos al padre…"
"A mi me gusta. Los pelirrojos son adorables" dijo Hermione, mientras observaba con cara de boba a su marido, que gritaba como un completo lunático para hacerse oír sobre Harry y Draco.
Gabrielle, Luna y Ginny se echaron a reír.
La casa olía a pavo y a muérdago. Molly rezongaba a sus ya crecidos hijos mientras daba órdenes como si no hubiera pasado el tiempo, y llenaba a las flamantes mamás de consejos y advertencias.
Arthur discutía sobre tostadoras con Lupin, que observaba de vez en cuando a su esposa, Tonks, mientras ella le festejaba al pequeño Ryan cada nuevo color de pelo. El pequeño Lupin había heredado la condición de metamorfomago de su mamá, para alegría de ella y exasperación de su padre, que no encontraba gracioso encontrar un niño diferente cada vez que le iba a dar el beso de las buenas noches.
Había comenzado a nevar la noche anterior, por lo que la familia a pleno estaba disfrutando de unas blancas navidades.
"¡Mamá! ¿Cuándo va a estar la comida? ¡Tengo hambre!"
"¡Ronald Weasley! ¡Hazme el favor de no pegar esos gritos y aguardar como todos los demás! ¡Se supone que eres un hombre adulto!"
Ron hizo un puchero y volvió a la discusión, ante la mirada divertida de todos.
"No sé como lo soportaron ustedes. Esto de tener los tobillos hinchados y estar más gorda que un globo no me causa ninguna gracia" dijo Ginny, mientras hacia una mueca de incomodidad.
"Bueno, no es la mejor situación del mundo, pero ya te queda poco tiempo" observó Luna, tocando suavemente el vientre redondo de su amiga.
"¡Hey, Lovegood, cuidado con mi panza!" gritó Draco.
"¿Tu panza? ¡Serás descarado!" dijo Ginny "¡Ya te quisiera ver a ti con este peso encima!"
Draco le tiró un beso mientras le gritaba un te amo capaz de levantar los techos.
Ginny no pudo evitar sonreír, aunque intentó seguir fingiendo que estaba molesta.
Hermione le dedicó a sus amigas una sonrisa radiante.
"¿Se imaginan cuando todos nuestros mounstritos empiecen Hogwarts?" preguntó, viendo como James pasaba corriendo ante ellas, seguido de cerca por Liz, que amenazaba con dejarlo sin pelo, y los mellizos Longbottom se peleaban en la alfombra por una pelota de goma, aunque tenían otras diez junto a ellos.
"Será una pesadilla" dijo Ginny, con los ojos muy abiertos.
Las cuatro amigas se echaron a reír, pero sus risas fueron opacadas por los usuales gritos de la señora Weasley, la voz tranquila de Arthur pidiendo paz, las entusiastas conversaciones de sus maridos y las risotadas y llantos de sus hijos, la nueva generación de alborotadores de Hogwarts, eso estaba claro.
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Se terminó! Snif, snif!
Pero bueno, había que darle un final, y espero que les haya gustado. Tal vez más adelante, escriba una historia que tenga de protagonistas a "la nueva generación de alborotadores de Hogwarts". Díganme que les parece la idea a través de sus reviews!
Muchas gracias por leer mi fic!
Dayah…
