Título: Espíritu guardián.

Autor: Sara Kovac

Calificación: NR –13 por lo que pueda ocurrir.

Resumen: Unos meses, tal vez un año antes de la película... Una misteriosa mujer aparece en la vida de John Constantine afirmando que lo sabe todo sobre él y viene para protegerle. ¿Quién es ella¿Cuál es su verdadera intención?

Notas de la autora: Es mi primer fic de Constantine, una idea loca que se me ocurrió una buena noche... puede que no me venga mal alguna ayuda o consejo.

Disclaimer (no sé traducirlo de otra manera): Excepto a Eva y a todos aquellos que no os suenen, no poseo a ninguno de los personajes, más quisiera yo, sobre todo a Keanu Reeves... pero de momento está complicado.

Bueno ahora disfrutad con mi fic, espero que os guste. Si es así dejad un review, y si no dejad un review de todas formas, pero por favor críticas constructivas.

Y ahora ya no os entretengo más. Leed y que vuestros espíritus guardianes os acompañen siempre.

I

Aquella mañana no tendría por qué haber sido diferente de cualquier otra.

Cuando salí a la calle estaba lloviendo, una lluvia pesada y fría que anunciaba la llegada inminente del invierno. Debía de ser noviembre, o diciembre. No me acuerdo. No me guío demasiado por la medición normal del tiempo: horas, días, semanas, meses... llega un momento en que parece que todo se funde en un sólo período de tiempo gris que no acaba nunca. Mi propia vida. Vaya. Qué ironía. Mi propia vida no acaba nunca, a pesar de que el Cielo y el Infierno se disputan mi alma y mi sistema respiratorio tiene los días contados. Me pregunto si este período de tiempo gris es tan inacabable como yo pensaba.

Bueno, ya está bien, no me gusta ser tan cínico. Pero cuando las cosas están mal o te ríes de tu propia desgracia o te hundes, y no estoy dispuesto a hundirme. Además, eso no sirve de nada. Es mejor vivir mientras tengas oportunidad, como si no hubiera mañana... y quién sabe si lo habrá.

Con ese pensamiento busqué en el bolsillo trasero del pantalón y sin salir aún bajo la lluvia, resguardado en el portal, saqué un cigarrillo, lo encendí y aspiré la primera bocanada de humo del día. Si no hay mañana¿para qué preocuparse por el futuro?

Estaba esperando que Chas llegara con el taxi para llevarme a cualquier sitio al que tuviera que ir, a ser posible sin mojarme. El frío y la humedad no me sientan nada bien a los pulmones, y si bien no me importa mi futuro prefiero no andar tosiendo hasta ahogarme en el presente. El problema era que el maldito crío no se dignaba a aparecer. Parecía que me había dejado plantado en el portal con una tormenta que impedía ver a dos metros de distancia.

Di una segunda calada, nervioso, maldiciendo por lo bajo, y entonces oí esa voz extraña y susurrante a mis espaldas, una voz que hizo que se me erizara el pelo de la nuca.

"¿Señor Constantine?"

La voz me envolvió como niebla en su tono cálido y oscuro, sensual al mismo tiempo, indudablemente femenino. Contuve la respiración durante unos segundos, no lo resistí y empecé a toser como un condenado, lo que dada mi situación resulta un poco demasiado literal.

"Debería dejar de fumar, señor Constantine" repitió aquella voz.

Mientras intentaba, sin éxito, recuperar la respiración, me volví y vi quién me había hablado. Una mujer. De más o menos mi altura, cabello largo, rojo intenso, vestida con un abrigo negro de piel, botas a conjunto y vaqueros, creo recordar. Sin embargo, a pesar de su aspecto inicial y amenazador, la forma de su rostro era dulce, inocente: una suave perfección pálida de chica recién salida de la adolescencia. Tenía los ojos grises, con un insólito reflejo verde metálico. No parecía la dueña de aquella voz.

"¿Quién es usted?" Le pregunté.

"Me temo que es algo difícil de explicar" contestó ella.

"Dejémoslo entonces en quién la ha enviado"

"¿Cómo?" preguntó fingiendo no saber de qué le estaba hablando.

Clavó sus ojos verdegrises en los míos de una manera demasiado franca, dolorosa. No suelen mirarme así. Demasiado descaro.

"¿De arriba o de abajo?" aclaré.

"Eso también es complicado de explicar."

"Pues entonces dígame sólo qué demonios está haciendo aquí."

Ella esbozó una sonrisa enigmática por toda respuesta y dirigió la mirada hacia la calle. ¿Estaba eludiéndome o controlaba la situación hasta tal punto que ni siquiera necesitaba mirarme? Aquella chica, aquella mujer, o lo que fuera, estaba empezando a hartarme, o quizá a intimidarme.

"Su amigo le está esperando" me dijo entonces.

Seguí la dirección de sus ojos y encontré el taxi de Chas aparcado en la acera de enfrente, con su avispado conductor comiendo alguna porquería en el asiento delantero.

Entonces caí en la cuenta.

"¿Cómo sabe que es mi amigo?" inquirí.

"Lo sé todo sobre usted, John Constantine. Y también sé que si se queda aquí, además de coger un resfriado que dada la situación de sus vías respiratorias puede ser mortal, no podrá echarle la bronca a ese chico por haber llegado tarde, porque el que llegará tarde será usted."

"Es un farol" contesté, arriesgándome a cualquier clase de respuesta.

Ella no se volvió para responder, se limitó a seguir mirando la calle, la lluvia, y pronunciar esta frase en tono indiferente:

"No me crea si no quiere. Usted es de esos tipos que necesitan ver para creer. Si no tuviera ese don que tiene, sería ateo o agnóstico o alguno de esos eufemismos que utilizan para nombrar a los pobres ignorantes que creen saberlo todo."

Sus palabras me provocaron, por extraño que resulte, un escalofrío. Algo en mi interior me decía que era más cierto de lo que yo quería creer. Chas hizo sonar la bocina un par de veces para llamarme y otros coches le secundaron, pero allí, en el portal donde nos encontrábamos esa misteriosa mujer y yo, sólo podía oír el repiqueteo de la lluvia y el sonido de nuestras propias voces.

"Váyase, señor Constantine" me dijo ella "Yo volveré a encontrarle"

"¿Ah, sí¿Cómo?" me envalentoné por última vez.

"Ya lo he hecho una vez¿no?" respondió ella con otra de sus medias sonrisas.

Dio media vuelta y se alejó lentamente de mí, saliendo a la tormenta y marchándose calle abajo como si las gotas de lluvia ni siquiera la rozaran.

Fui a dar una calada rápida de mi cigarrillo, intentando asimilar lo que me acababa de ocurrir, y al llevarme los dedos a la boca vi que no había nada. Lo había dejado caer durante la conversación sin darme cuenta.

Aquello cada vez resultaba más complicado. Me forcé a olvidarlo y salí corriendo en dirección a Chas.


Hasta aquí el primer capítulo... siento que sea cortito. Si os gustó, como ya he dicho, dejad un review; y si no también, quizá podáis ayudarme con la historia... Besos.