Bueno, el tercer capítulo ya está aquí. Espero que lo disfrutéis.
Que vuestros espíritus guardianes os acompañen siempre... creo que es lo mejor que os puedo desear.
III
La mente humana es extraña. Desconocida. Nadie sabe qué puede generar ni hacia adónde puede conducirte. Hay tantas cosas sobre nuestra mente que no podemos descifrar... Teniendo en cuenta que sólo utilizamos una pequeña parte del cerebro¿para qué sirve el resto¿Tiene una especie de poder que se ha desarrollado en unas personas, en una minoría, y no en las demás?
Yo formo parte de esa minoría, y aún así no puedo responder a la pregunta. Pero sé que a medianoche, tras ese largo y confuso día, tuve un sueño que nunca antes había tenido. Vi algo desconocido.
Aclarémoslo. A menudo sueño con cosas desconocidas por el resto de los mortales, y con el tiempo he aprendido a no darles demasiada importancia. Ya no dejo que las pesadillas me dominen. Creo que esa fase ya la he pasado. Y sin embargo, el sueño de aquella noche me obsesionó durante bastante tiempo.
Lo primero que recuerdo es a mí mismo. En mi propia casa. Estoy sentado a la mesa. En todo momento del sueño me veo desde fuera, como si estuviera viendo una película conmigo de protagonista. Alguien me dijo una vez que eso significa que no tienes ningún control sobre la situación. Y lo confieso, eso me asusta.
Frente a mí, al otro lado de la puerta del baño, a través de la vidriera, hay algo. O alguien. Yo sólo puedo ver una sombra. Permanezco sentado esperando a que sea lo que sea esa cosa salga y se descubra. Entonces lo hace.
La sombra atraviesa la puerta de cristal como si se disolviera: pierde intensidad mientras cruza y después se vuelve más opaca. Yo empiezo a sentir miedo. Sé que eso no es normal, es decir, no es algo que yo pueda controlar. No puedo enfrentarme a eso, tampoco puedo huir. Estoy paralizado, mirando como la sombra se acerca a mí. Poco a poco la forma se va definiendo. Es la silueta de un cuerpo humano, sin cabeza. Viene hacia mí y emite unos susurros que recogen las voces de varias personas a la vez. Una voz profunda, masculina, oscura, se mezcla con otra más fina que susurra y la inconfundible risa de un niño. No entiendo sus palabras, hablan cada vez más rápido. La sombra de cuerpo mutilado se detiene a unos centímetros de mí, junto a la mesa. Las voces callan de repente.
Entonces me desperté.
Abrí los ojos en mi cama, donde debía estar, con la misma sensación que me había invadido en la cafetería, con Rachel Hodges. Curiosamente, lo que acababa de soñar era muy parecido a lo que había experimentado frente a ella. La voz extraña, la sombra, era todo igual. Todavía tumbado en la cama, con el miedo dentro de mí, me consolé al pensar que sólo era un recuerdo residual de lo que había visto. Nada más.
Permanecí un poco más en la cama, convenciéndome de mi teoría. No tuve demasiado éxito, la verdad. Sé que la mayoría de los sueños no se tienen porque sí. De hecho, la idea de que se sueña con cosas que ya se han vivido la he rechazado siempre. Mientras dormimos, contactamos con nuestro subconsciente y vemos lo que no percibimos cuando estamos despiertos. De alguna manera, mi mente había detectado una presencia en la sala de estar.
Me levanté y encendí la luz. Es una costumbre estúpida, y a mi edad y dado mi historial no debería tener miedo a la oscuridad. Sin embargo, es un trauma que arrastro desde niño. Las primeras veces que vi lo que nadie más veía tuvieron lugar en mi habitación, con la luz apagada.
Me miré en el espejo y no vi nada especial. Bueno, tal vez mi cara algo más pálida (todavía) de lo habitual. Y los ojos un poco más brillantes. Y el lento escalofrío que empezaba a recorrerme. Una respuesta surgió en mi cabeza y le sonreí al reflejo de mi mala cara. Era muy sencillo: fiebre. Es un síntoma corriente cuando hay algo que no va bien en el cuerpo, y casualmente mi cuerpo hace ya tiempo que no va demasiado bien. La fiebre suele provocar pesadillas sin que eso signifique nada. Porque lo que había soñado no significaba nada. No hay ningún demonio, ningún ser de arriba ni de abajo, que se presente en forma de sombra descabezada. Sólo había sido un sueño.
Me prometí que iría a ver a la doctora Archer a la mañana siguiente, aunque ya sabía de antemano que me daría el discurso de siempre, y fui a beber un poco de agua. Cogí el vaso que tenía junto a la cama y salí del dormitorio.
Entonces vi algo que me dijo que no había sido sólo un sueño. Ella. La misma chica misteriosa de pelo rojo que me había abordado por la mañana. No podía creerlo, ella allí, en mi casa, silenciosa y oculta en la oscuridad de mi sala de estar. Cruzamos una mirada y ella me sonrió.
"Buenas noches, señor Constantine" saludó.
"¿Cómo coño has entrado?" le pregunté. Ella abrió la boca para contestar pero yo la interrumpí. "Y no me digas que es algo difícil de explicar".
"¿Me promete que tendrá la mente abierta, John?" me respondió ella, y añadió "¿Puedo llamarle John¿verdad?"
"Puedes contestar de una maldita vez, eso es lo que puedes" repliqué.
Ella asintió lentamente con la cabeza y se sentó en una de las sillas. Estaba muy tranquila, demasiado. Cuando alguien está así de calmado es porque es muy poderoso y lo tiene todo bajo control. No me inspira confianza.
"Me llamo Eva" dijo entonces "y he venido a protegerle".
Probablemente esperaba que aquello me impresionara, pero no fue así.
"Sí," contesté sarcástico "Tú debes de ser la única que es capaz de hacer eso".
"Me da igual lo que piense. Yo tengo que mantenerle vivo. Mientras pueda cumplir esa misión, todo lo demás me da igual. De verdad."
Lo dijo de una forma que casi me convenció. A pesar de que sé que nadie puede protegerme. Sólo hay una manera de destruir las cosas a las que yo me enfrento, y ése es mi trabajo. Pero ella parecía muy segura. No había más que una posibilidad de que fuera cierto.
"¿Cielo o Infierno¿De dónde vienes?" le pregunté.
"En cierto modo, de los dos".
La miré sin poder creer lo que acababa de oír.
"¿Cómo que de los dos?"
"En ambos bandos le consideran útil. Los dos me han encargado que le mantenga vivo. En el Infierno, porque quieren quedarse con tu alma. Y en el Cielo, porque está usted haciendo un buen trabajo aquí".
Suspiré. Otra vez el eterno juego. La eterna lucha en búsqueda de adeptos, de almas, en este caso en concreto de la mía. Me sorprendió que en el Cielo también me quisieran, a pesar de ser un suicida, tal vez aún tuvieran alguna esperanza acerca de mí. Cada uno había enviado a Eva para evitar que el contrario se hiciera conmigo. Y eso demostraba, además de que ella era una tramposa sin inclinaciones concretas, que algo grande se estaba preparando.
"Ya sé lo que pretenden. Y lo siento mucho, pero no pienso participar" aclaré.
"Creo que no lo ha entendido. Ya estamos dentro." dijo Eva.
Estaba empezando a llover otra vez. Las primeras gotas resonaban al chocar contra los cristales de las ventanas, y dibujaban reflejos líquidos en la escasa luz que penetraba en la habitación, proveniente del alumbrado público. Sombras serpenteantes, como en mi sueño.
"Ellos lo controlan todo, John. No puede hacer nada. Es tarde".
"Por supuesto que lo sé" respondí. "Lo que quiero decir es que voy a seguir adelante. Ya me moriré cuando yo, o la propia naturaleza, lo decida".
"No hace falta que se justifique. Haga lo que quiera. Pero si algo le pone en peligro, yo estaré allí y le protegeré lo quiera o no" replicó ella, casi como si me amenazara.
"¿Entonces eres como una especie de ángel de la guarda o algo así?"
Eva volvió a sonreír. Por un momento casi me pareció una mujer normal. Como Rachel Hodges, una mujer misteriosa y extrañamente atractiva, pero al fin y al cabo una mujer de carne y hueso. Pero no lo era. Tal vez, en todo caso, era un ángel. Un ángel con contactos en todas partes.
"Prefiero que me llamen espíritu guardián".
Esas fueron sus últimas palabras, y acto seguido, tras dirigirme una última mirada, se marchó. Fue como si se desvaneciera ante mis ojos. Caminó hacia la puerta, la abrió, y después nada. No oí sus pasos, tan sólo la lluvia y el silencio.
Sentí un segundo escalofrío cuando la perdí de vista. De repente no estaba tan seguro de que fuera la fiebre, de que todo hubiera sido una maldita pesadilla. Quizá mi sueño sí que significaba algo, esa sombra la simbolizaba a ella. Era una forma de avisarme de que ella me esperaba para hablar conmigo.
Apunté mentalmente una cosa más para hacer. Además de pedir hora para el médico, iría a ver al padre Hennessy. Seguramente sabría algo sobre seres que pueden comunicarse con ambos lados del más allá, y contactar también con los vivos. Yo nunca había oído algo parecido, pero tampoco lo sabía todo.
En mi mundo nunca se sabe todo. Siempre hay cosas por descubrir.
Como siempre, reviews y sugerencias son bienvenidas.
