Disclaimer: Nada es mío, todo pertenece a otra gente y/o otras empresas y lo único que yo consigo es desgastar mis neuronas y las teclas del teclado.

Stand by my side

Adormideras

Al día siguiente Susan se levantó de no muy buen humor cuando la doncella la llamó para que bajase a desayunar con sus padres. Restregándose los ojos, se puso una bata de seda salvaje por encima de una camiseta de algodón, grande y desgastada, donde se leía "Ahorra agua, bebe cerveza". Comprobó en el espejo de su tocador de ébano que, efectivamente, parecía una escarola y bajó desganada a desayunar.

- ¡Pero bueno Susan!- exclamó una voz femenina cuando entró en el comedor de verano. Sentados en cada una de las cabeceras de una mesa de cinco metros, estaban los padres de la chica. El señor March con una túnica impoluta y su madre en camisón y bata, pero tan acicalada que parecía que iba en traje de noche- ¿Qué son estas fachas para presentarte al desayuno?

- Me acabo de levantar- murmuró la chica- Y sólo voy a tomar mis cereales, no creo que les importe mi aspecto…

- ¡Hm! Pero a nosotros sí, jovencita- la riñó su madre. Susan bajó la cabeza como si estuviera arrepentida pero en realidad había puesto música dentro de su cabeza e ignoraba a su madre- Dile algo Bruno.

El padre de Susan levantó sus ojos del periódico y observó a su hija.

- Cariño, ¿no has tenido tiempo de peinarte un poco, por lo menos?

- Lo cierto es que no- contestó Susan, sirviéndose su desayuno- Tengo hambre. Ya tendré tiempo de arreglarme.

- Ten en cuenta que el señor Snape llegará en menos de una hora- dijo el señor March mirando el reloj- Deberías estar lista para entonces.

- ¿Snape? ¿Qué demonios va a hacer Snape aquí?- preguntó Susan con evidente desagrado

A la señora March se le atragantó el café.

- ¡Esa boca, Susan!- murmuró

- El señor Snape va a ser tu profesor- anunció el padre de Susan

- ¿Ese gilipollas?-exclamó enfadada

- ¡Susan!

- ¡Ese Slytherin grasiento e imbécil a mi no me va a enseñar nada!- exclamó Susan enfadada. Nadie le tenía demasiada simpatía a Snape, siempre conspirando, siempre a las espaldas de la gente. Encima parecía tener a Lily entre ceja y ceja por ser la favorita del profesor Slughorn, cuando el se creía cien mil veces mejor en pociones.

- ¡Modera tu vocabulario jovencita!- exclamó su madre levantándose de la mesa

- ¡Me niego a…!- empezó a chillar Susan, pero un golpe seco la interrumpió. Su padre había golpeado la mesa con el periódico.

- Basta ya Susan. Vas a recibir clases del señor Snape. Tiene muy buenos informes de la familia Malfoy y de los Avery.

- ¡Ja! Todos tan detestables como ese gusano troglodita- murmuró

- Que sea la última vez que cuestionas la honorabilidad de estas familias delante de mí- dijo con un tono de voz peligroso el señor March- Son familias decentes, de recta actitud.

Susan miró a su padre con acritud. Sí, familias de tan recta actitud que en la sombra se dedicaban a actividades tan sanas como la tortura, el asesinato, la extorsión y la magia negra. Eso sí, tenían una fachada impecable y eso parecía ser lo único que preocupaba a sus progenitores.

- Sube a vestirte- ordenó su madre.

Tras mirar a los dos con rabia, Susan desapareció del comedor asqueada y frustrada, es decir, de la manera que venía sintiéndose últimamente.

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Lily fregoteaba animosamente en el bar de la piscina. La verdad es que ya le iba pillando el truco al asunto: podía fregar y preparar un Manhattan a la vez que ponía muecas de asco. Se estaba perfeccionando.

- Buenos días, Evans- saludó una voz fría y seria

- Potter- contestó ella levantando la vista.

Lily siguió fregando y James siguió mirándola con el ceño fruncido.

- ¿Quieres algo?- preguntó la pelirroja con un suspiro, empezando a secar unos vasos de tubo.

- En realidad, sí.

- Tú dirás.

- Estoy intentando averiguar por qué me siento tan culpable y por qué te he traído esto- dijo James de evidente mal humor dejando una maceta en la barra.

Lily le miró alzando las cejas.

- ¿Tienes capacidad para sentirte culpable? Vaya…- murmuró fingiéndose sorprendida- quizás te sientes culpable porque eres un capullo.

El merodeador la miró de arriba abajo.

- Mira tú por donde empiezo a sentirme mejor- pero no abandonó su tono frío y serio, cuando normalmente con Lily empleaba un tono meloso y rallando lo grosero para molestarla.- eso es para ti- dijo señalando la planta.

- Vaya. Una lechuga. Bonita manera de pedir perdón ¿Rosas rojas en papel de celofán te suena de algo?

- Sí, me suena a cursilería o a excusa para acabar en la cama- contestó el muchacho- y una sabelotodo como tú debería saber que esto no es una lechuga.

Lily le miró enfurecida y volvió a mirar la planta, tras unos segundos soltó un grito de sorpresa.

- ¡Adormideras! ¿Me estás regalando drogas, Potter? ¡Estas plantas son ilegales!

- ¡Creo que en Dublín no se han enterado!- exclamó el muchacho enfadado- ¿Quieres no gritar?

- ¿Cómo no voy a gritar si mi peor enemigo me está regalando el somnífero más potente del planeta? ¡Eres un psicópata!

James bufó y cogió la planta.

- Veo que no ha sido una buena idea. Pensaba que sería original, además la planta tiene licencia. Pero tú nunca dejarás de ser una santurrona

- Que no quiera tomar drogas no significa que sea una santurrona-murmuró Lily con acritud

- ¡No era para que la tomases! La adormidera se usa en muchas pociones complicadas. ¡Tú deberías saberlo, Slughorn te tiene en un altar y digo yo que será por algo! A no ser que seas buena en otra cosa que no sean las pociones.

Lily se calló por un momento y reflexionó. Era cierto, las adormideras eran difíciles de conseguir, pero sus usos eran extensos y potentes. Eran comparables al cuerno de unicornio, la sangre de Dragón o las plumas de fénix. James había tenido buena intención pese a ser tan cortante, grosero e imbécil.

- Vaya, bonita lechuga- Meaghan llegó cargando su bandeja de latón vacía

- ¡No es una lechuga!- gritó James mientras se iba, aún enfadado- Es una adormidera

- Drogas…- comentó Meg asintiendo con la cabeza- Dos daikiris Lily.

Pero Lily había salido de la barra del bar y perseguía a James. Le quitó la planta y la dejó en la barra. Se le había ocurrido un buen uso para el vegetal.

- Gracias- murmuró. Luego le dio una bofetada- Ni se te ocurra volver a insinuar algo como lo de Slughorn de nuevo.

James la miró enfadado.

- Estás loca

- Y tú eres un gilipollas.

- ¡No sé por qué he venido a pedirte perdón! ¡Anda y que te den!- exclamó el chico antes de marcharse.

Lily volvió enfurecida al bar y siguió fregando con tanto ímpetu que se le rompieron dos copas.

- Vamos avanzando, ahora no sólo no le soportas tú, sino que el tampoco te soporta- comentó Meaghan riéndose- Ponme los daikiris, anda.

Lily obedeció, después, eso sí, de degollar a su amiga con la mirada.

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Sirius ordenaba una fila de suavizantes aprovechando que todavía no había mucha gente en el supermercado. Trabajar en un supermercado muggle era raro, excitante… Le encantaba sentirse infiltrado y conseguir pasar desapercibido… Lo que no le gustaba tanto era tener que descargar cajas de 25 toneladas a mano, pero en esta vida no se puede tener todo.

- Black, necesitamos reponer los estantes de la comida para perros- le dijo una de las cajeras, con una amplia sonrisa- Una clienta no encuentra la marca que busca, la debemos tener en el almacén.

- Voy- contestó el chico dirigiéndose a la sección de animales.

Una mujer de unos cuarenta años, de cuerpo atlético y rostro alegre, esperaba allí mirando detenidamente los juguetes de goma para caniches.

- Buenos días, señora ¿Puedo ayudarla?- preguntó Sirius, volviendo a sonreír de manera encantadora.

La mujer se incorporó y sonrió al joven.

- En realidad sí, estaba buscando…

- ¡Joder!- exclamó Sirius perdiendo la compostura y cortando a la mujer- ¡Usted es Catriona McCormack!

La mujer miró a derecha e izquierda sobresaltada y luego le hizo un gesto de silencio a l Merodeador.

- ¿No te acuerdas de la primera ley de nuestro mundo, la prudencia?- preguntó la mujer con un gesto divertido.

-Sí, sí…- murmuró Sirius recuperándose- Pero es que usted es… ¡la mejor cazadora de toda la historia de los "Pride of Portree" y me atrevería a decir que de toda la liga de las islas!

- Bueno, eres muy joven para decir eso aún- dijo la señora McCormack, pero se la veía halagada

Sirius volvió a sonreír comiéndose las ganas de pedirle un autógrafo para no parecer un crío. La señora McCormack le dijo la marca de pienso que necesitaba y Sirius fue al almacén e insistió en acompañarla hasta la caja

- ¿Está de vacaciones?- preguntó entonces el muchacho

- Sí… bueno, en realidad, desde que no juego profesionalmente mi vida es bastante tranquila- suspiró la mujer, con un poco de nostalgia- Estoy visitando a mis hijos con mi marido.

- No sabía que tuviera hijos- comentó Sirius desconcertado

- Oh, tendrán más o menos tu edad. Decidieron vivir aquí porque los prados irlandeses les aburren. Quizás los conozcas de Hogwarts.

- ¿Cómo se llaman?- preguntó el Merodeador, más que nada por preguntar, estaba convencido de que si Catriona McCormack tenía un hijo en Hogwarts… un momento… ¿McCormack?

- Kirley y Meaghan ¿Los conoces?

Sirius se quedó perplejo, pestañeando repetidamente. ¿Meaghan hija de toda una figura del Quidditch? ¿Y su hermano el de la guitarra también? ¿Cómo podía ser? Siempre había pensado que los hijos de los deportistas famosos eran gente popular, atlética, rodeados de un aura de poder.

- Meaghan juega al Quidditch- añadió- De guardiana.

- Sí, los conozco de vista. No sabía que eran sus hijos- contestó Sirius.

- Oh, son un poco especiales. Nunca les ha gustado el título de "hijos de…". Y la verdad es que no les culpo.

Llegaron a la caja y Sirius dejó el pesado saco en la cinta.

- Bueno, muchas gracias…- dijo la señora McCormack tendiéndole la mano.

- Sirius- contestó- Sirius Black. Ha sido un placer

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La sala de estudio de los March tenía el mismo aire distinguido, antiguo y elitista que el resto de la casa. En el centro, en una mesa de madera oscura, Susan se limpiaba las uñas utilizando su pluma mientras en frente un joven de rostro cetrino, nariz aguileña y pinta de vampiro leía algo de un libro.

- ¿Me puedes repetir lo que estaba leyendo?- murmuró el joven cerrando el libro bruscamente, conteniendo su enfado.

- Lógicamente, no- le espetó sin inmutarse Susan- Por si no lo has notado no te estoy haciendo caso.

- March, esto no es por gusto. Tus padres pagan para que intente meter en tu pequeña cabecita esto- dijo señalando los libros.

- No veo el problema. Tú lees, yo paso de ti, tú recibes tus galleons y yo quedo como una inútil por no haber aprendido nada- explicó la rubia sin mirar al muchacho.

Snape inspiró irritado.

- Mi trabajo es que aprendas, si no lo haces tus padres no quedarán satisfechos conmigo.

- ¿Y?- preguntó insolentemente ella

- ¡Me estoy intentando hacer una reputación, March!- exclamó

- Pues no cuentes conmigo- contestó Susan paseándose por la habitación- Después de tu… historial, y de todo lo que le has dicho a Lily no me apetece mucho tenerte cerca- apuntó con una sonrisa falsa.

Snape permaneció impasible unos segundos.

- Entonces le comunicaré tu decisión a tus padres

Susan le miró frunciendo el ceño.

- No harás eso- amenazó. Sus padres la obligarían a aceptar las clases y la castigarían, o puede que algo peor.

- Sí lo haré. Prefiero perder el trabajo antes que quedar como un incompetente- dijo levantándose de la silla.

Susan le miró furibunda mientras el joven se disponía a marcharse.

- Vuelve aquí ahora mismo.

Snape se giró.

- ¿Atenderás?

Susan puso cara de estar tragándose algo muy grande y pesado.

- Atenderé.

- Perfecto- dijo Snape con una sonrisa turbadora- Y ahora, si eres tan amable…- dijo ofreciéndole la silla

Susan bufó y murmuró un par de insultos antes de dejarse caer sobre la silla.

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Remus estaba ordenando la trastienda cuando el señor Biscarat le entregó una carta.

- Ha llegado con la lechuza cornuda de los March- dijo alzando las cejas con interés y haciendo enrojecer a Remus- Quizás algún problema con los libros.

Remus se encogió de hombros intentando no parecer nervioso, pero las manos le temblaban al abrir el sobre.

He tenido un día horrible y se me ocurren muchas cosas que decir sobre la enfermedad mental de mis padres… Así que había pensado que quizás hoy sería un buen día para que me pidieras una cita…¿Qué te parece a las 7 en el Liquid

Un abrazo… Susan

Remus releyó la carta cinco veces y tragó saliva otras tantas. Intentando no empezar a bailar la danza de la lluvia a Manitú, se guardó el papel en el bolsillo.

- ¿Algún problema?- preguntó el señor Biscarat con una mirada pícara.

- ¿Qué? No, no… ¿Puedo usar su lechuza?

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Lily y Meaghan salieron del Club debatiendo un importante tema.

- No es cierto- decía la pelirroja tozuda- Los caramelos de café con leche se te pegan en el paladar, los mejore son los de limón.

- ¿Limón? ¡¿Limón! No sabes ni lo que dices, ¡Los caramelos de limón! ¡Pero si se encoge la boca de lo ácidos que son!

- Pero son sabrosos- apuntó la pelirroja

- Sí, para quien quiera tener una úlcera- murmuró Meaghan- ¡Kirley!

El hermano de Meaghan esperaba fuera del Club, apoyado en un mini antiguo y las saludó con la mano.

- ¿Qué haces aquí?- exclamó la chica

- Yo también me alegro de verte- contestó Kirley arqueando las cejas- Encima de que vengo a buscarte.

Meaghan le miró con incredulidad.

- Había pensado que podíamos ir a tomar algo…- continuó el joven

- ¿Nosotros?

- Los tres-explicó Kirley

Meaghan entonces miró a Lily, que oportunamente se estaba interesando por sus uñas.

- Los tres- repitió Meg con una sonrisa- Ya. Pues me parece que no os puedo acompañar- dijo

- ¿No?- exclamó Kirley sin poder esconder una sonrisa.

Lily miró a su amiga con un gesto de disgusto.

-¿Tú no me irás a abandonar, no, Lily?- preguntó el chico con una sonrisa encantadora

- No, no te abandona- dijo Meaghan antes de que pudiera hablar su amiga- Eso sí, la llevas hasta su casa. Y luego vienes yme lo cuentas todo…

Kirley hizo un saludo militar y prestamente le abrió la puerta a Lily, que un poco cohibida, montó en el coche con su "lechuga" sobre las rodillas.

- A buscarme a mí… ¡Ja!- murmuró la castaña, mientras levantaba la varita para parar el autobús.- Ten hermanos para esto…

James observaba todo desde una de las ventanas del vestíbulo, y sin saber muy bien porqué no le gustó nada. Decidió que esa noche quedaría con Sylvia y las chicas. Necesitaba la compañía de mujeres normales, de las que le adoraban, no aquellas que le abofeteaban y le hacían sentirse mal.

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- O sea, que Snape es tu nuevo profesor- dijo Remus observando cuidadosamente como Susan tomaba un sorbo de su batido- ¿Y si te niegas a que te dé clases?

- Se lo dirá a mis padres. Y ellos me enviaran a un convento al Nepal- contestó la rubia suspirando- Palabras textuales de mi madre, estoy empezando a ser más engorrosa que los inspectores del Ministerio.

- Vaya… Lo siento.

Susan miró al muchacho y sus ojos de preocupación la hicieron sonreír. Se estaba bien en la terraza del "Liquid". Buena música, no mucha gente, la luz del atardecer… y buena compañía.

- Sobreviviré- contestó la chica dándole una palmada suave a Remus en el dorso de la mano.

El licántropo casi se atraganta con su propia lengua. Susan se echó a reír.

- ¿Por qué estás tan nervioso, Remus?

El aludido se puso rojo y bajó un poco la mirada... ¿Dónde quedaban los encantadores tiempos en que eran las jovencitas las que se ruborizaban bajo la mirada de sus atentos galanes?

- Es… la situación… nunca había pensado que un día estaríamos aquí, los dos… ya sabes…- empezó a murmurar

- Ya- Susan siguió riendo- Yo tampoco… Hasta ayer pensaba que eras un capullo con un bonito culo.

Remus abrió los ojos como un par de platos ¿Se suponía que las chicas debían de decir ese tipo de cosas? Si él le hubiera hecho ese comentario a ella, ¿no le hubiera girado la cara de un revés?

- Te tendrías que ver la cara- dijo Susan acariciándole la mejilla- Es un poema.

- Es que eres muy… directa- contestó el chico, con los nervios a flor de piel

- Eso dicen, pero tampoco es para tanto. En el fondo soy bastante tímida.

Remus la miró encarando las cejas con gesto de incredulidad.

- Bueno, no es cierto…

Los dos se rieron por la ocurrencia y siguieron hablando, Remus ya un poco menos tímido. Pasado un buen rato, unos toquecitos en la espalda de Susan rompieron el ensimismamiento de la distraída pareja, que tenía una mano descansando sobre la mesa y con las puntas de los dedos rozándose.

- Hola

Susan se giró un poco molesta para encontrarse con Lily, que lucía una mirada de lo más perturbadora y una sonrisa semi-malvada en los labios. Kirley estaba a su lado, con las manos en los bolsillos y sonriendo.

- Hola- contestó Susan intentando borrar con una mirada amenazante la expresión de la pelirroja.

- Vaya…no sabía que ibas a estar aquí… Hola Lupin- dijo mirando al muchacho.

- Hola Evans- saludó Remus, un poco incómodo

- Yo tampoco lo sabía…- contestó Susan con el mismo tono- Hola Kirley

- ¿Qué tal?- contestó el moreno.

Las dos amigas se miraron unos segundos más, luego la pelirroja rompió el silencio.

- Nos vamos a tomar algo, por allí…

- Está bien… Luego me escribes contándomelo todo- amenazó la rubia riendo

- Lo mismo digo.

Kirley y Remus se miraron e hicieron un gesto de comprensión mutua. Mujeres. Ellas y su discreción. Sabían que se lo contaban punto por punto todo, pero no era plan que se lo recordasen en la mitad de una cita.

- Creo que es hora de que me vaya- dijo entonces Susan con evidente disgusto, mirando el reloj- Mis padres…

- Tranquila, mañana tengo que madrugar- dijo Remus con una sonrisa.

Pasearon hasta el Caldero Chorreante, charlando. Remus, venciendo muchos obstáculos, se atrevió a coger la mano de Susan con delicadeza. La chica hizo como que no se había dado cuenta, pero sonrió.

En la puerta del establecimiento se quedaron uno frente al otro, sonriendo un poco incómodos.

- Bueno…-empezó a decir Remus- ¿Puedo escribirte para quedar… mañana?

- Será mejor que lo hagas- contestó la chica, luego le dio un beso en la mejilla- Adiós.

Remus, rojo y con una cara de feliz idiota que parecía sacada de una película pastelosa, tardó un minuto entero en reaccionar y entrar en la chimenea, no sin antes, eso sí, de chocar con la mitad de las mesas del pub.

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Lily llegó a casa, feliz. Kirley era un encanto y muy divertido. Había sido una tarde fantástica, y cuando llegaron a su casa, Kirley le había tomado la mano para darle un beso en el dorso y había dicho "Espero, princesa, que me concedas otro baile pronto". Lily se había echado a reír y le había concedido un "baile" para el viernes después del trabajo.

- ¡Hola mamá!- saludó Lily entrando en el salón, donde su madre estaba acomodada. Se sentó a su lado y le dio un beso en la mejilla. La mujer sonrió y apagó la televisión.

- Hola cariño… ¿Cómo saliste tan tarde hoy del trabajo?

Lily desvió un poco la mirada.

- Es que he ido a tomar algo con un amigo- contestó jugueteando con las hojas de la adormidera que descansaba aún sobre sus rodillas- Lo siento si he tardado…

- ¡No, no! Me alegro de que hayas salido un rato, mi vida- dijo la señora Evans sonriendo- ¿Y ese amigo… es sólo tu amigo?

- ¡Ay mamá!- protestó Lily mientras su madre se reía- Voy a subir a mi cuarto y luego bajo y cenamos.

- Y me cuentas quién te ha dado esa planta- añadió su madre.

Lily no contestó, sólo meneó la cabeza. Su madre parecía estar mejor. Dejó la planta sobre su escritorio. Luego, no muy convencida, arrancó un par de hojas y las guardó en el cajón con un suspiro. No pensaba utilizarlas… sólo si… pero eso no pasaría.

Mientras cenaban, Lily tuvo que chantajear a su madre con contarle lo que había hecho por la tarde para que comiera un poco. Petunia llegó al poco rato y se descalzó en el recibidor, quejándose de su trabajo en la peluquería.

- Tienes la cena en la cocina- le dijo Lily.

Al rato, Petunia volvió con una bandeja.

- Macarrones de sobre…¡Mmmmm!- dijo sarcásticamente

- Ya sabes que soy la reina de la comida precocinada- contestó Lily levantando los hombros.

Petunia murmuró algo entre dientes y negó con la cabeza. La señora Evans sonrió.

-Petunia siempre ha cocinado bien. Cuando te cases con Vernon, creo que se pondrá como una bola.

- ¡Ay mamá!- protestó Petunia mientras Lily se reía.

Hasta la hora de acostarse, las tres se quedaron en el salón charlando. Aunque no dio señales de ello, Petunia ardía en deseos de descubrir quien era "el pretendiente de las plantas de Lily" que decía su madre y por qué tenía ese estúpido nombre.

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Holas gente! Aquí estoy, tardando un poco para variar, jejeje. La verdad es que aunque me río no tiene mucha gracia… Estoy muerta y sólo llevo una semana de clase, pero es que a parte de seguir con el inglés me he apuntado a alemán, más las clases particulares, más las 6 horas de clase diarias, más las horas de estudio… ¡No tengo tiempo! Aunque cada vez que abro el correo y veo un review vuestro se me ilumina la cara y me anima a escribir un poquito. Y poquito a poco algo soy capaz de hacer… Así que aquí tenéis este capitulillo! Espero que os guste y decidme qué tal os ha parecido!

Muchas gracias por todos vuestros reviews. Sois demasiado buenos conmigo! Siento no poder contestarlos, pero es que no tengo apenas tiempo… espero que lo entendáis y por favor… seguid escribiéndome… afecta proporcionalmente a mis ganas de ponerme con los fics! Aunque sólo sea "Lo he leído. HALA MADRID" Me vale jejeje. Un besito