Disclaimer: Nada es mío, todo pertenece a otra gente y/o otras empresas y lo único que yo consigo es desgastar mis neuronas y las teclas del teclado.

Stand by my side

Confesiones

En la habitación 234 del hospital de St. Mungo, Sirius y Meaghan seguían jugando, en esos momentos al tres en raya. Sirius había ganado a la Huffie al parchís, a la oca, al bagamon, al tute, al póker, al veo-veo e incluso al ahorcado. Meaghan, deportista competitiva donde las hubiese, se estaba poniendo de lo más nerviosa y había decidido no irse de allí sin haber ganado a Sirius a algo. Incluso había usado una de las chimeneas del hospital para decirle a su madre donde estaba y que no la esperase para cenar.

- Y ¡Tres en raya!- exclamó orgulloso de sí mismo Sirius…- Ya vamos 8 a 0. Creo que podríamos dejarlo ahora que tu derrota no es tan estrepitosa- propuso el chico alzando las cejas.

- Ni lo sueñes- murmuró Meg amenazante- Sólo has tenido suerte

- Sí, unas tres toneladas de suerte, por lo que se ve- contestó el muchacho.

Meaghan le miró furibunda y se acomodó mejor en la cama del Merodeador.

Estaban los dos sentados como indios, el uno frente al otro. La joven tomó la baraja que descansaba a sus pies.

- Jugamos a la escoba- dijo

Sirius asintió.

- Te voy a fundir otra vez, si quieres nos ahorramos el espectáculo…

Meg le miró como si fuera a arrancarle el hígado a dentelladas. En ese momento, y oportunamente para parar el ataque caníbal, la puerta se abrió y entraron James, Remus y Susan; los dos últimos de la mano.

- ¿Qué pasa Paddy?- dijo James acercándose a la cama de su amigo y dándole una palmadita. Luego miró a Meg, sorprendido por su presencia- ¿Todavía sigues aquí McCormack?

La castaña sólo contestó con un gruñido, sin mirar a los visitantes y empezó a repartir las cartas.

- ¿Y ella qué hace aquí?- preguntó Sirius mirando con reservas a Susan, luego a Remus, y después a Susan de nuevo

- ¡Oh Black!- exclamó Susan con fingida sorpresa- Encima de que vengo a verte… Te he traído bombones de licor de naranja.- anunció con una sonrisa y mostrándole una caja envuelta en papel de charol

- ¡Quiere matarme!- exclamó Sirius- ¡Tu… tu chica con la que te das la mano planea asesinarme!- nunca pronunciaría la palabra "novia" referida a uno de sus amigos.

Remus y James se rieron, mientras Meaghan resoplaba por la interrupción de su partida de cartas.

- Son bombones normales, Pad- dijo Remus dándole la caja a su amigo

- No me lo creo- murmuró Sirius mirando la caja como si fuera a salir de ella un monstruo en cualquier momento.

- Que sí Sirius, los he comprado yo- insistió el licántropo.

El moreno cogió la caja y la dejó en la mesita mientras miraba de reojo a Susan, que sonreía de forma inquietante.

- El rojo no es tu color- dijo segundos después, sentándose en la cama. Sirirus retrocedió hasta quedarse pegado al cabezal- ¿Qué tal Meg? ¿Has visto a Lily?

Meaghan asintió.

- Está con Kirley- dijo James. Los otros cuatro le miraron mientras el Merodeador se acercaba a la ventana de la habitación y miraba la calle- Les he visto al salir del club

Meaghan volvió a asentir, dando la razón al muchacho.

- ¿Pero lo del partido del domingo sigue en pie, no?- preguntó Susan- Le he dicho a Remus que venga, así ya somos tres para una.

- ¿Tres para una?- preguntó James no entendiendo el concepto de equipos de la rubia.

- Tres contra Lily. Es que es la única que sabe jugar a baloncesto- explicó Meaghan

- Seguro que a eso también te gano- dijo Sirius sonriendo. Meaghan le tiró el tablero de parchís a la cabeza.

Sirius paró el proyectil con una mano.

- ¿Tú que quieres, dejarme en este hospital de por vida?- protestó con voz de niño.

Susan se levantó de la cama riendo y se acercó a Remus para darle un beso rápido.

- Yo me tengo que ir. Debería estar ya en casa…- dijo acariciándole la mejilla al licántropo.

- ¿Te acompaño?- preguntó él devolviéndole el beso.

- No hace falta. Nos vemos mañana- dijo volviéndole a besar- ¡Adiós a todos menos a Black!

Remus siguió con la vista a Susan hasta que desapareció de la habitación. Luego se giró para seguir hablando con sus amigos, pero los dos chicos y Meaghan le estaban mirando con las cejas alzadas y una mueca rara.

- Creo que hablo en el nombre de todos si digo que ha sido la cosa más repugnante que he visto en mucho tiempo- murmuró Meaghan, olvidándose por un momento de su vendetta con Sirius.

James y Sirius asintieron fervientemente.

- ¡Estás totalmente colgado!- exclamó James disgustado- Te ha faltado llamarla cariño.

- ¡Por Dios y por la Virgen! ¡Qué es March!- chilló Sirius- ¡No puedes colgarte por una tía que quiere matarme!

Remus negó con la cabeza y se apoyó con ambas manos en el cabezal de la cama.

- Madurad, envidiosos- dijo con una sonrisa de enamorado que les revolvió a todos el estómago

- No, gracias- contestaron los otros tres a la vez.

Después Meaghan se levantó de la cama, sintiendo que ya no pintaba mucho allí.

- Creo que ya tienes compañía Black. Dejaré lo de que muerdas el polvo para otro día…

- Sí… tú me puedes contar qué tal es eso- dijo el muchacho con una de sus sonrisas cautivadoras.

Meaghan alzó una ceja.

- Yo no me reiría tanto si un limón pudiese acabar con mi vida

Justo en ese momento llamaron a la puerta de la habitación y antes de que nadie contestara se volvió a abrir, dando paso a una pareja de mediana edad. Ella era no muy alta, morena y atlética; y él pelirrojo y robusto.

- ¡Papá! ¡Mamá!- chilló Meaghan

- ¡Catriona McCormack!- exclamaron los tres chicos.

- Un momento, ¿Meaghan es hija de Catriona McCormack?- dijo Remus que tenía cara de haberse perdido dos fascículos de una colección.

La señora McCormack, pasando por delante de su hija, se dirigió con una amplia sonrisa hacia Sirius. Llevaba un ramo de flores en los brazos.

- ¡Sirius!- exclamó dejando el ramo sobre la mesilla- Meaghan ya nos ha contado que casi te mata. Seguramente no era su intención… es que es un poco temperamental…

- ¡Mamá!- exclamó la chica avergonzada. Su padre suspiró meneando la cabeza y apoyó una mano en el hombro de su hija

- Pero ya estás bien, ¿verdad, hijo?- acabó la exjugadora de Quidditch

- Sí, muchas gracias por venir señora- contestó Sirius encantado de la vida- Deje que le presente a dos amigos; James Potter y Remus Lupin.

La señora McCormack le dio la mano a los dos chicos y luego les presentó a su marido, que les sonrió mientras se disculpaba avergonzado por haberse presentado sin avisar.

Meaghan lo miraba todo apoyada en la pared, con los brazos cruzados y cara de pocos amigos. Era bastante vergonzoso que su padre y su madre se llevaran mejor con sus compañeros de clase que ella.

- ¿Nos vamos?- dijo tras unos minutos, los chicos y sus padres charlaban animadamente.

- Ay Meggie, ¡no seas aguafiestas!- protestó su madre con una sonrisa- Si sólo son las…-dijo mirando el reloj- ¡Uy made mía, si es tardísimo! A lo mejor Kirley ya ha llegado a casa y me tiene que contar qué tal con su novia…

- ¡Mamá!- volvió a protestar la chica enfadada por la indiscreción de su madre. La tomó del brazo y empezó a arrastrarla hacia la puerta

- ¡Espera un momento!- dijo la señora McCormack zafándose de su hija- Bueno muchachos, que sepáis que estáis todos invitados a cenar… ¿el viernes que viene os parece bien? Mi marido hace la mejor comida irlandesa del mundo.

- Contado que todo consta de patatas, no tiene mucho mérito- murmuró Meaghan.

Su madre la ignoró y su padre la rodeó con un brazo para reconfortarla en su vergüenza.

Los chicos parecieron entusiasmados con la invitación y aceptaron rápidamente. Meaghan empezó a considerar la posibilidad de darse en adopción.

Cuando llegaron a casa Kirley no estaba y Meaghan se fue enfurruñada a su habitación. Los señores McCormack se quedaron en el salón.

- Cat, cielo, quizás te has excedido un poco ¿no crees?- dijo el señor McCormack encendiendo su pipa- Meg parece enfadada.

La mujer abandonó su sonrisa fresca y su rostro se tornó más serio.

- Nuestra niña necesita socializarse un poco más Jack… Esos chicos parecen simpáticos. Quizás si los conoce un poco mejor…

- Cat…- empezó a regañarla su marido.

- No me malinterpretes- le cortó ella- Estoy muy orgullosa de nuestra hija, pero tiene dejar el caparazón… y ahora que por fin hace planes con chicas de su edad y se decide a hablar con ese muchacho, Sirius, sólo quiero darle confianza…

Jack McCormack besó a su mujer en la frente y la abrazó.

- No te preocupes, cielo. Creo que Meaghan está empezando a salir del cascarón.

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La brisa que rizaba las olas acariciaba las maderas desconchadas del viejo muelle. Hacía un poco de frío, pero el cielo estaba despejado y la noche era preciosa. Lily y Kirley se habían sentado allí después de ir a cenar a un restaurante del pueblecillo, y entonces, con los pies colgando por encima del agua, Lily le explicaba a Kirley el significado de las constelaciones. El mago nunca había sido muy bueno en astronomía.

- Este sitio es una pasada…- dijo Lily ensoñada, apoyando la espalda en las escaleras del muelle. Cerró los ojos e inspiró profundamente- ¿Habías estado aquí antes?

- Muchas veces- contestó el chico poniéndose a su lado. Empezó a trazar círculos sobre su mano- Me gusta venir aquí a componer.

- Algún día tienes que dejarme ir a ver como ensayáis.- pidió Lily abriendo los ojos y descubriendo que Kirley la miraba intensamente

- Pronto daremos un concierto… nada espectacular, ni siquiera cobraremos… pero a ver qué tal sale.

Lily asintió, notando un calor abrasador en las mejillas. Kirley conseguía abrumarla de tal modo que le costaba pensar con serenidad.

- Joder…-murmuró entre dientes entonces

- ¿Qué pasa?- preguntó Lily saliendo poco a poco de su ensoñación

- Que eres tan guapa que no sé si debería besarte o meterte en una vitrina para poder verte todos los días….- contestó él poniendo cara de circunstancias.

Lily abrió los ojos con sorpresa, pero el comentario había conseguido relajarla, por extraño que pareciese.

- Si se me permite escoger, prefiero la opción A- murmuró sonriendo, un poco avergonzada.

Kirley pareció considerarlo unos instantes.

- Yo también. No tengo una vitrina tan grande.

El joven tomó la cara de Lily entre sus manos y le dio un beso juguetón, mordiendo suavemente su labio superior. Lily le imitó y profundizó el beso. Kirley la abrazó y la atrajo a pocos centímetros de distancia de su pecho.

Después de ese beso siguieron hablando y besándose. La pelirroja no podía sentirse más cómoda, más a gusto y el tiempo se le pasó tan rápido que cuando Kirley la dejó en casa tenía la sensación de acabar de salir del trabajo.

Miró el reloj. Era probable que Petunia y su madre estuvieran durmiendo ya, así que se descalzó en la entrada y abrió la puerta con sigilo. Había luz en la cocina.

- Buenas noches Pet- susurró la pelirroja. Su hermana estaba sentada en la pequeña mesa circular, con una taza de té intacta enfrente de ella y la mirada perdida. Parecía preocupada- ¿Te encuentras bien?- susurró sentándose a su lado

Petunia no la miró, pero suspiró profundamente.

- Hay té preparado en la encimera- dijo

Lily se levantó y se sirvió una taza. Petunia tenía que estar muy preocupada si quería que se tomase un té con ella. Cuando se sentó esperó que Petunia empezara a hablar. No se llevaban muy bien, pero eran hermanas, y Lily podía decir con toda seguridad que había algo que preocupaba mucho a su hermana.

- ¿Qué tal con el chico que habías quedado?- preguntó Petunia, mirando su taza y frotando con las yemas de los dedos la mesa.

- Bien- Lily suspiró- muy bien, pero no quiero hacerme ilusiones… ¿Pet, pasa algo?- volvió a preguntar la pelirroja.

La mujer rubia se pasó las manos por el pelo y luego apoyó la cabeza entre ellas y miró a su hermana lánguidamente.

- Vernon me ha pedido que me case con él.

Lily alzó las cejas, sorprendida. No le agradaba demasiado el novio de su hermana, pero no entendía su abatimiento. Se suponía que eso era lo que quería ¿no?

- Felicidades- dijo Lily pensando que las muestras de alegría no iban a ser muy bien recibidas por su hermana en ese momento.

- Gracias.

- ¿Le has dicho que sí, no?-preguntó la pelirroja sorbiendo su té, pensando que quizás estaba ahí el problema

Petunia asintió.

- El problema es que no sé cuando debo casarme.

- ¿A qué te refieres?- preguntó Lily, asombrada de que un simple asunto de fechas afectara tanto a su hermana.

Petunia dejó caer los brazos.

- A que si debo casarme ahora o esperar…- tragó saliva- esperar a ver qué pasa con mamá y entonces decidir...

La realización impactó sobre Lily como un caldero de agua fría. Petunia… Su madre…

- No me puedo creer que pienses en eso Petunia- dijo fríamente Lily- Cásate cuando quieras casarte.

La aludida la miró con ojos llorosos.

- Lily, yo no podría… no podría casarme si mamá… Dios quiera que no pase nada- susurró mientras una lágrima empezaba a resbalar por su mejilla- Pero quizás a ella le haría ilusión y… debería casarme pronto…

- ¡No Petunia! ¡Ni te plantees eso, ¿vale? ¡Mamá estará igual de ilusionada, te cases cuando te cases!-chilló la pelirroja levantándose

- Lily…- suplicó la mujer- entiende que puede pasar…

Pero Lily no escuchaba ya. Había subido corriendo las escaleras que llevaban al piso de arriba, había entrado en su habitación y había cerrado la puerta de un portazo. No podía creer que Petunia hubiese si quiera pensado en ello… Su vista entonces se dirigió hacia las adormideras. Tenía hojas secas en el cajón. Un sentimiento de culpabilidad la fustigó por dentro.

¿Y por qué las guardaba, si no era porque ella también había pensado como Petunia? Su madre… su madre podía morir. Era tan horrible tan solo tener que pensarlo… Presa de un ataque de lágrimas, Lily se lanzó sobre la cama para ahogar sus gemidos.

Unos minutos más tarde alguien entró en la habitación y se tumbó con ella en la cama. Petunia. También estaba llorando. Ambas se abrazaron y sin decirse nada siguieron llorando hasta que se quedaron secas de lágrimas y cayeron presas de un sueño intranquilo.

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Los rayos de un sol que se antojaba blanco penetraban en el estudio de los March iluminando la vasta estancia. Snape, en una silla, miraba atentamente a Susan, que se paseaba arriba y debajo de la habitación, repitiendo la teoría de la transformación de elementos. Cuando hubo acabado, la rubia se paró y le lanzó a Snape una mirada desafiante. El joven sólo sonrió.

- Casi perfecto- murmuró- Mejorable, pero bastante bien.

Susan le miró con desprecio.

- Entonces supongo que le podrás dar a mi padre los informes satisfactorios que espera- dijo la chica antes de sentarse en frente del Slytherin- Estará orgulloso de ti, puede que te elogie delante de sus amigos ¿Perfecto, no?

- Los méritos son más tuyos que míos, querida- contestó el joven mirándola fríamente- Mucho te veo yo quejándote de la gente de clase alta, de lo mezquinos y ruines que son. De su hipocresía… March, la más hipócrita eres tú.

Susan le miró enfurecida pero no dijo ni una palabra.

- Gritas y haces como que te rebelas, pero luego bien que vives en esta mansión impresionante, con tus criados, tu ropa buena, tu repostería francesa y tu coche de importación- enumeró Snape- No nos culpes a los demás por querer conseguir lo que tú tienes, March.

La rubia se levantó enfadada de la silla y dio un golpe en la mesa.

- Vivo así hasta que pueda valerme por mí misma Snape. ¡Y de todas maneras, todos estos lujos no tienen nada que ver con los ideales enfermos que tienen gente como mis padres, los Malfoy o cualquiera de esas repugnantes y antiguas familias de magos!-chilló enfadada, apretando los puños con fuerza

Snape se rió.

- En eso tienes razón. Pero llegado el momento de decidir de verdad, me gustará ver qué harás.- dijo levantándose y recogiendo sus cosas- Hasta el lunes; aunque no lo creas lo estaré esperando impaciente-añadió.

Desapareció segundos después detrás de las puertas de roble y Susan, clavada en medio del estudio, no pudo más que recordar lo que le acababa de decir ¿Era ella en verdad una hipócrita? ¿Tenía Snape razón? Decidió que era mejor guardar todos esos comentarios venenosos en su memoria, Snape sólo buscaba fastidiarla… o quizás sabía muy bien de lo que hablaba. En cualquier caso, Susan empezó a ver al muchacho de piel cetrina con otros ojos.

¿Y a qué se refería con la última frase? ¿A que esperaba verla decidirse?

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Cuando Lily cogió el autobús esa mañana no estaba del mejor humor posible, como era normal. Se dejó caer en la butaca de al lado de Meaghan y sin muchas ganas le dio los buenos días.

Meaghan, que no tenía una expresión mucho más alegre, la miró sorprendida.

- ¿Y esa cara, Lily? Kirley llegó exultante ayer a casa- dijo con un suspiro- Esperaba verte deshojando margaritas y con cara de boba…

Lily sonrió débilmente y se recostó en la butaca.

- Nos lo pasamos muy bien- dijo- Pero no he dormido demasiado bien.- señaló sus ojeras- Necesitaré cemento para tapar esto.

Meaghan también se rió.

- ¿Seguro que no te preocupa nada?- insistió

- No, no te preocupes- Lily se esforzó por sonreír, pero sus ojos seguían lánguidos- ¿Y a ti que te pasa?

La Huffie la miró recelosa, pero decidió no insistir más en el tema. Luego exhaló un profundo suspir y se llevó las manos a la cabeza.

- Mi madre no me quiere- dijo quedamente. ´

Luego le explicó todo lo que había pasado desde que se fue del Club. Lily había estado tan a lo suyo que no se había ni acordado de que Black podía estar muerto. Al menos la historia de Meaghan consiguió arrancarle una verdadera sonrisa, aunque entendía el bochorno que había pasado su amiga.

- ¿Tú crees que esto es normal?- pidió desesperada- Ahora tengo cena de "colegueo" con tres tíos que me han mirado toda la vida como si fuera un enanito de jardín.

- Hombre, eso tampoco es así- dijo Lily dándole una palmada comprensiva- Potter te admira como jugadora y a Sirius le debes caer bien… Remus es demasiado dulce, no creo que te haya mirado nunca mal.

Meaghan resopló consternada.

- Bueno, a mí quizás no me han hecho nada, pero…¡Me revientan el bazo!- exclamó.

Lily se echó a reír otra vez.

- Si quieres, puedo intentar convencer a Susan y vamos nosotras también- se ofreció la pelirroja.

Meaghan la miró con cara de infinito agradecimiento y cuando parecía que se iba a arrodillar para adorarla, puso cara de susto.

- ¿Tú sabes a lo que te expones si vienes?- preguntó tomándola de las manos- Mi madre te cogerá por banda y no te soltará. Puede que salgas casada con mi hermano si no vas con cuidado…

La pelirroja se echó a reír.

- No te preocupes, yo también tengo madre…- dijo, escapándosele una mueca nostálgica- Sé lo que es. Sobreviviré. Además las amigas estamos para eso.

- ¿Para dejarse acosar por madres irlandesas obsesas?

- Sí-contestó Lily dándole un codazo en el antebrazo- Y para dejar escapar indirectas sobre lo mucho que tú hablas con Black últimamente…

Meaghan miró a la pelirroja con circunspección, como si estuviera sopesando sus palabras.

- Un momento… ¿No puedes estar hablando en serio, no?

- ¿Yo? ¿Qué he dicho?- preguntó la pelirroja haciéndose la tonta. El autobús paró y ambas se levantaron para salir.

- Nada, no has dicho nada…- contestó Meg con recelo- Pero si lo hubieras dicho… que sepas que con Black sólo hay aspiraciones a una cordial amistad… No es mi tipo.

Lily se echó a reír mientras atravesaban la puerta de personal.

- ¿Y cuál es tu tipo?

- No sé… Me gustan los tíos con cerebro, principalmente.

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Remus amontonaba libros en una de las mesas de la librería. Todavía no tenía mucho trabajo, pero la semana siguiente, cuando todos los alumnos de Hogwarts recibieran sus cartas, estarían desbordados. Así que por ir adelantando trabajo no se perdía nada.

- ¡Hola Remus! ¿Haciendo pesas?- saludó una voz cantarina a su espalda

Remus se dio la vuelta, sonriendo.

- ¡Liza!- exclamó el licántropo- ¿Qué haces por aquí?

Liza Beanalli era una Ravenclaw de séptimo. Bajita y con el pelo oscuro, no reslataba demasiado por su apariencia, pero era una chica muy inteligente y vivaz, que se llevaba bien con casi todo el mundo en la escuela. Remus sabía que la joven siempre había estado un poco colgada por él, pero como él nunca había dado pie a que pasase nada, Liza se mantenía en un estricto segundo plano, haciendo su vida y saliendo con otros chicos.

- Pues he venido a comprar con mi madre, me he acordado de que trabajabas aquí- dijo sonriendo y mirando los libros que estaba amontonando Remus- Y he venido a saludarte

Remus sonrió.

- Bueno, hace media hora que acabó mi hora para comer, si no te invitaría a un helado- dijo el licántropo- pero no puedo dejar la librería sola.

- Bueno, no pasa nada- Liza le dio un puñetazo cariñoso en el antebrazo- Otro día será… Pero te tomo la palabra ¿eh?

- Por supuesto- contestó el muchacho despidiéndola con la mano.

Liza salió del establecimiento a la vez que el señor Biscarat entraba con un paquete largo y delgado en la tienda.

- Ven aquí, chico- llamó a Remus- Tienes que ver esta preciosidad.

Remus suspiró disimuladamente y se acercó al mostrador donde estaba su jefe. El pobre hombre creía que le entusiasmaba la pesca tanto como a él, y le daba charlas larguísimas sobre técnicas y anzuelos. Por lo que parecía, hoy tocaba examinar su nueva caña.

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Siendo sábado, en el Club tenían más trabajo de lo normal. Gente en la piscina, en el campo de Quidditch, en la cafetería, en el campo de hípica… Pero sobretodo gente en el restaurante. Los camareros iban casi corriendo de una mesa a la otra, y en la cocina trabajaban al límite de su capacidad.

Lily iba maldiciendo el instante en que se le había ocurrido no coger tiritas de casa, porque los pies la estaban matando. No había tenido ni un descanso desde que había salido del bar de la piscina y sentía calambres en las piernas. Por la cara que tenía Meaghan, podía deducir que le pasaba lo mismo.

- Jodido mundo podrido…- murmuraba la Huffie por lo bajo mientras iba de la cocina al salón y vice-versa- ni las gracias…

Lily sonreía y se resignaba, como ya había aprendido a hacer. Todo quedaba bastante claro: quien tenía el poder no era quien servía las mesas, sino los magos calvos y/o barrigudos y/o con sonrisas plastificadas y sus mujeres peinadas de peluquería y/o cargadas de joyas y vestidos caros que comían en ese entorno sofisticado. Todos ellos con aires de superioridad, orgullosos de la exclusividad que gozaban dentro del ya de por sí exclusivo mundo mágico… Para vomitar.

La pelirroja se acercó a una mesa para tomar nota mientras miraba el reloj angustiada: el tiempo parecía no querer pasar.

- ¿Qué desean los señores?- preguntó poniéndose al lado de la mesa, inclinada en un saludo. Estaban sentados tres hombres y… oh no. Uno de ellos era bien conocido por Lily. Lucius Malfoy.

- Vaya, vaya- la voz sedosa del hombre, rubio y de mirada penetrante, perforó los oídos de Lily reviviendo recuerdos dolorosos- La pequeña Lilian Evans.

Lily apretó las manos, nerviosa. Sólo había coincidido un año con Lucius Malfoy en la escuela, cuando ella hacía primero y él estaba en séptimo. Y había sido un año horroroso. Dios sabe por qué el Slytherin la había escogido a ella de entre todos los asustadizos niños de primero para hacerla objeto de sus burlas.

- Buenos días señor Malfoy- saludó cortésmente, sin levantar la vista- ¿Quieren que les sirva algo?

Lucius Malfoy sonrió de manera astuta.

- ¿Por qué tanta prisa, pequeña?- dijo levantándose de la mesa y obligando con un dedo a Lily a mirarle a los ojos- Veo que sigues teniendo esos preciosos ojos…

Los otros dos hombres que acompañaban a Lucius sonrieron de forma desagradable cuando Lily volvió la cabeza en un gesto silencioso para pedir ayuda.

- ¡Qué mal educado estoy siendo!- exclamó falsamente el hombre, Lily estaba mirando de reojo y vio que Meaghan la observaba preocupada, asintió débilmente y Meaghan desapareció entre las mesas- Avery, Nott… creo que no conocéis a la señorita… No le deis la mano, es una asquerosa sangresucia- añadió mirándola con desprecio- Aunque sea tan bella…- susurró mientras pasaba sus finos dedos por el pelo de la pelirroja.

Lily dio un paso hacia atrás asustada, coreada por las risas y las miradas de desprecio de los tales Avery y Nott. No podía irse de allí corriendo ni faltar a esos hombres al respeto… la echarían del trabajo y… ¡Necesitaba el dinero!

- Bueno Evans…- susurró Malfoy acercándose más a la muchacha- Tenemos hambre, pero no podemos dejar que una sangresucia como tú nos sirva, por supuesto. Busca a alguien "normal" que lo haga.

Lily retrocedió, dando dos pasos, y bajo la mirada, dispuesta a obedecer la orden. A humillarse. A tragar con todo de nuevo…

No, esta vez no iba a hacerlo, pensó para si misma.

- Yo soy su camarera señor Malfoy, así que si tienen hambre pueden pedir ya. Tomo nota- dijo con voz indiferente e intentando clavar su mirada en esos ojos grises sin que las rodillas le empezaran a temblar.

Lucius Malfoy no estaba acostumbrado a repetir órdenes y menos a que le cuestionasen delante de sus amigos. Se volvió a levantar, furioso, y tomó a Lily por la muñeca.

- He dicho que avises a otra persona- siseó retorciéndole el antebrazo de tal modo que Lily tuvo que morderse el labio para no chillar- ¡Ya!

Lily estaba furiosa y tenía miedo, pero no dijo nada.

- Suéltala ahora mismo Malfoy

James se puso entre Lily y el hombre, obligando a Malfoy a que la soltara. Lily, que con lágrimas en los ojos, dio unos pasos hacia atrás. Meaghan se puso a su lado y le dio la mano.

- Potter ha sido el único que se ha atrevido a venir- le susurró al oído la Huffie-

Ninguno quiere vérselas con Malfoy.

James miraba furioso al rubio, que no tenía una expresión mucho más amigable en el rostro. Estaban a escasos centímetros, apretando los puños y ajenos a la cantidad de miradas que estaban atrayendo del resto de comensales.

- Será mejor que mantengas tu fea cara fuera de mis asuntos- murmuró Malfoy

- Ella no es tu asunto- contestó James- Si has venido a comer, pide y come.

Lucius sonrió débilmente y le hizo un gesto a sus dos acompañantes, que parecían tener la intención de levantarse, para que permanecieran en sus asientos.

- Un niñato como tú Potter, debería tener más criterio a la hora de levantar la voz… Si no quieres acabar muerto… como tus padres.

La boca de James se cerró en un rictus de furia, pero justo cuando iba a abalanzarse sobre Malfoy, algo lo empujó hacia atrás. Miró furioso al culpable; era Lily.

- James, estate quieto, por favor- dijo limpiándose las lágrimas y arrastrándolo de la mano hacia la zona de personal.

James obedeció, no sabía muy bien si porque ella le había llamado por el nombre de pila o porque estaba desconcertado por el proceder de la pelirroja.

Lily le llevó hasta el almacén y cerró la puerta tras de ellos.

- Cálmate ¿Vale?- dijo soltándole de la mano y apoyándose sobre la pared, con la cara entre las manos.

- ¡Cálmate tú!- chilló James- ¿Se puedes saber qué cojones te pasa? ¡Malfoy estaba a esto de pegarte!- dijo juntando sus dedos índice y pulgar- ¿Por qué demonios no me dejaste que le reventara la cabeza?

Lily soltó una risa ahogada entre las lágrimas y se dejó resbalar hasta el suelo, temblando. Necesitaba liberarse de todo el miedo y los nervios acumulados.

- ¿Y luego qué? ¿Sacar las varitas y mataros?

- ¡Pareces idiota Evans!- chilló el muchacho empezando a dar vueltas por el almacén.

- Nos hubieran echado Potter- murmuró la pelirroja, más calmada y llorando silenciosamente.

- ¡Qué demonios me importa a mi eso si ese bastardo mal nacido se ha atrevido a meterse con mis padres! ¡Tú no sabes lo que es eso, doña perfecta, pero ciertamente es más importante que perder el trabajo!

Lily le miró enfadada por el insulto y volvió a levantarse.

- ¡El que no lo sabes eres tú!- chilló entre lágrimas- Pobre James… No tiene padres, ¡Vayámos todos a compadecerle y a dejar que nos pisotee!

- No sigas por ahí Evans…- murmuró James temblando- No sabes donde te estás metiendo.

Lily volvió a reírse de esa manera nerviosa y estruendosa mientras James la miraba furioso, reservándose las ganas de darle una bofetada.

- ¡Lo sé perfectamente Potter!- gritó ella enfadada- ¡Mi padre murió hace dos años, en un accidente de coche y mi madre tiene cáncer de huesos, leucemia, en estado muy avanzado! ¡No me digas lo que es sufrir por unos padres, porque lo sé mejor que tú, y si no me voy en este mismo momento de este horrible sitio es porque necesito cuidar de mi madre y de mí misma! ¡Aunque no espero que entiendas lo que es eso!- Lily volvió a esconder la cara entre las manos, llorando y temblando de nuevo.

James sorprendido, abría la boca sin saber qué decir, intentando asimilar todo lo que había dicho la pelirroja. Volvió a sentir esa sensación tan deprimente, pero más pronunciada, la misma que el día que Lily mintió por él a su abuelo. Se sentía como un monstruo. Y la pelirroja seguía llorando desconsoladamente.

Cuando iba a decidirse por decir algo, la puerta del almacén se abrió y apareció el señor d'Husard, todo su semblante rechoncho transfigurado por el enfado.

- ¿Así que estás aquí Leslie?- exclamó con evidente disgusto. Lily sólo pudo reír débilmente. Nunca se aprenderían su nombre- Puedes ir recogiendo tus cosas porque estás despedida. El señor Malfoy se ha ido del Club muy disgustado y yo no puedo permitir…

- ¿Por qué la despide?- dijo James sorprendido. Lily era la que menos había hecho en todo ese asunto

- Porque este mundo funciona así- murmuró Lily cortando al señor d'Husard y secándose las lágrimas con el dorso de la mano, sonriendo con tristeza.- Los afortunados son inmunes y los débiles pagamos por todo- dijo mirando a James. Se sacudió la falda y se dirigió hacia la salida del almacén.

- Si la despide, se lo haré saber a mi abuelo- dijo James. Lily se giró sorprendida- La señorita Evans no ha hecho nada, sólo se ha negado a aguantar los insultos de Malfoy.

El señor d'Husard se retorció el bigote nervioso y miró a James.

- Pero entienda, señor Potter, que nuestros clientes…

- El despido es improcedente. Malfoy tuvo la culpa- le cortó James- Si la despide se la juega.

Meaghan llegó a la cocina corriendo y oyó la última parte de la conversación.

- Y yo se lo diré a mi madre- dijo la muchacha castaña con aplomo

- ¿Y quién es tu madre?- preguntó con desprecio el señor d'Husard, contento por fin de poder pisotear a alguien.

- Catriona McCormack. Tiene muchos amigos en la prensa- dijo Susan mirando con malevolencia al hombre, que se había sobresaltado- Seguro que hay más de uno dispuesto a hincarle el diente a este club elitista de mierda…

El señor d'Husard y todas sus redondeces se estaban poniendo coloradas de indignación. No podía despedir a esa chica porque armarían un escándalo que perjudicaría al Club en sobremanera, pero no poder cumplir su voluntad le enfurecía. Al final miró a Lily con desprecio.

- Puedes quedarte, pero no te encargarás más del comedor, ayudarás en la cocina. Y no quiero que se vuelva a repetir algo así.

Cuando su jefe se hubo ido, Lily respiró aliviada y se abrazó a Meaghan, soltando las últimas lágrimas que le quedaban en el cuerpo. James sintió que no pintaba nada allí y salió del almacén, sorprendido cuando al cruzar la puerta oyó a Lily susurrar.

- Gracias Potter

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Bueno, pues ya estoy aquí de nuevo! Para daros la paliza y lo que haga falta! Os salváis de que os eche la bronca por los hits porque fan ficton me los ha puesto todos a cero! Jejeje, mejor así, si os digo la verdad… Así no me deprimo.

¿Qué tal estáis todos por aquí? Espero que no demasiado en shock por el capítulo de hoy… Parece que las cosas se ponen un pelín serias…

Bueno, respecto a las peticiones que me hicisteis… jejeje… Todos queréis cosas diferentes, así que bueno, tendría que poner un listado de 20 cosas y no me parece buena opción… así que voy a poner las cinco que considero más relevantes, y sobre esas votáis .

¿Acaba el fic antes de que vuelvan al colegio?

¿Meg y Sirius acabarán juntos?

Que James y Lily se besen y les pille Kirley (… malas personas)

Que Lily y Kirley se besen y les pille James (…)

¿Remus y Susan van a seguir saliendo al final del verano?

Jajaja, me acuerdo de que muchos pedisteis la cena con los McCormack. No la he puesto como opción porque ya os digo que sí que habrá cena. Ya entraba en mis planes. Un besico, votad, y sed muy malas!