Disclaimer: Nada es mío, todo pertenece a otra gente y/o otras empresas y lo único que yo consigo es desgastar mis neuronas y las teclas del teclado.

Stand by my side

Los McCormack

Meaghan y Sirius caminaban por el callejón Diaggon, no tan transitado como estaban acostumbrados a verlo. El chico iba devanándose los sesos porque no sabía que tipo de regalo podía gustarle a una exdeportista internacional de 45 años. Meg suspiraba.

- ¿Por qué le tienes que regalar nada a mi madre?- preguntó sacudiendo la cabeza- No es su cumpleaños.

Sirius chasqueó la lengua.

- En agradecimiento por invitarme- contestó

- Abran paso a don Pomposo- murmuró ella sarcásticamente- Sólo vamos a hacer una barbacoa, Black…- siguió explicando la chica- No una cena de gala

Sirius suspiró.

- Pero quiero quedar bien con tu madre- protestó- Fue muy maja al venir al hospital…

Meg meneó la cabeza.

- Fue vergonzoso…

- Tienes suerte de tener una madre tan simpática- la cortó él alzando las cejas- La mía es insoportable.

- ¡Pero seguro que no te deja en ridículo!- se quejo la castaña.

Sirius tragó saliva, con una cara de seriedad que no era normal en él.

- No, me echó de casa porque soy una vergüenza de hijo, amante de los sangresucia y los muggles.

Meaghan abrió los ojos desorbitadamente y se quedó plantada en medio de la calle. Sirius se giró para mirarla, con las manos metidas en los bolsillos y sonriendo de nuevo.

- No… no tenía ni idea…- murmuró la chica mientras se ponía roja, avergonzada por la metedura de pata.

Sirius la rodeó con un brazo y volvió a chasquear la lengua.

- Bah, no importa McCormack… Ahora estoy mucho mejor…

- ¿Vives con los Potter?- preguntó ella, tan impresionada que ni se molestó en darle un puñetazo por llevarla medio abrazada

- Exacto- contestó él, luego alzó las cejas sugerentemente- Excepto cuando alguna bella damisela me ofrece hospedaje en su habitación…

Meaghan hizo entonces una mueca de asco y se libró del brazo del Merodeador.

- Eres un gilipollas-murmuró mientras Sirius reía

- Bueno, cielín, ¿Se te ocurre algo ya o no?

Meaghan le miró con hastío.

- Hicimos un trato- dijo indignada- nada de cielín, ni de amor, ni de abrazarme… en fin ¡nada de babosadas!

- Pero ¿Por qué?-protestó el chico mientras Meaghan entraba en una tienda

- Porque sabes que me avergüenza y lo haces por eso- dijo ella exasperada.

- No, lo hago porque te estoy cogiendo cariño- contestó él en tono solemne.

Meg abrió la boca para decir algo, pero luego pareció pensárselo mejor y negó con la cabeza, intentando esconder una sonrisa condescendiente.

- ¿Ves? Te has reído- susurró Sirus triunfante mientras ella caminaba hacia el interior del establecimiento- Por cierto… ¿Qué hacemos aquí?

Meaghan levantó las palmas de las manos.

- A mi madre ya le caes muy bien, Black… pero si quieres caerle mejor, regálale cualquier cosa que haya en esta tienda…. "El paraíso de la Bruja Maruja".

Sirius miró a su alrededor apreciativamente. Estaban en una tienda bastante grande y a la que por supuesto nunca había entrado, repleta de mujeres de mediana edad. Las estanterías estaban llenas de libros de cocina, de discos de cantantes de folk, de cojines con puntillas, de hilos extra- fuertes especiales para remiendos…

Sirius miró a su compañera como si le estuviera tomando el pelo, Meaghan encogió los hombros.

- Ahí donde la ves, mi madre es la mujer más hogareña del mundo.

- Pero… ¿no le gustará más un anuario de Quidditch o algo así?

La chica negó con la cabeza.

- Si te digo que guardó todas sus escobas, los equipamientos y sus trofeos en el trastero de la casa de Irlanda…- Sirius puso cara de terror- Lo mismo que pensé yo, un crimen. Se lo dije y… ¿sabes lo que hizo? Me lo regaló todo.

Sirius parecía sorprendido. Catriona McCormack, una mujer que había conseguido llegara lo más alto jugando al Quidditch, que tenía tres galardones de "Escoba de oro" y que sin duda era la mejor jugadora del siglo hasta entonces; disfrutaba más preparando pasta casera que rememorando sus glorias.

- Pues a lo mejor es lo mejor que podía hacer- dijo el muchacho tras considerarlo unos instantes- al menos no vive anclada en el pasado y en los triunfos…

Meaghan sonrió.

- Exacto. Yo creo que supo hacerlo muy bien. Si se hubiera aferrado al Quidditch…- dijo revolviendo distraídamente unos discos- Ahora sólo le quedaría el lamentarse.

Sirius asintió, de acuerdo con la Huffie y se dispuso a curiosear con ella, admirando más que nunca a la madre de Meaghan.

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La expresión de Lily era bastante seria después del ofrecimiento de James. Ir a tomar un té a su casa… Una alarma se disparó en su interior, pero a fuerza de sentido común, Lily supo contenerla.

- La verdad es que no creo que sea buena idea- contestó sin mirar al chico.

- ¿Por?- preguntó James pareciendo molesto- Mira Evans, pese a que me va a costar Dios y ayuda no me voy a tirar encima de ti una vez estemos en mi casa- murmuró sarcásticamente.

Lily le miró de reojo. Se había ofendido. Pero no podía esperar que ella fuera alegremente a su casa, simplemente porque hacía unos días que se llevaban bien. Al menos no después de… bueno, después de todo.

- No es que no confíe en ti…- empezó a decir Lily cautelosamente

- Es que no confías en mí- acabó el Merodeador mirándola duramente.

Lily suspiró, empezando a notar síntomas de enfado en ella misma.

- Mira Potter, hasta hace escasamente una semana aprovechabas cualquier oportunidad para burlarte de mí y/o humillarme en público… ¡Entiéndeme un poco!

- ¡Y en esta escasa semana te he contado cosas que nadie más que tú sabe!- exclamó el enfadado dando un manotazo en el brazo de su sillón. Luego apartó la mirada, furioso.

La pelirroja se quedó sorprendida y aunque pareciese extraño, halagada. Y aunque no le hacía mucha gracia, sabía que James sólo quería que le devolviera un poco de la confianza que el mismo había puesto en ella.

- Lo siento- dijo

James ni se molestó en hacer que la escuchaba mientras miraba por la ventanilla.

- Me encantará ir a tu casa a tomar un té.

- ¿Llevarás puestas las bragas de hierro no? Si no, no serías tan valiente- murmuró el muchacho

Lily notó que enrojecía violentamente a causa de la indignación

- No hay necesidad de ser tan grosero, Potter.

El joven la miró con el ceño fruncido, pero con una chispa de arrepentimiento en los ojos.

- Perdona- dijo simplemente.

Lily asintió frustrada.

- Me molesta que la gente en la que confío no confíe en mí- explicó unos segundos después, sin mirarla directamente y visiblemente incómodo.- Lo estoy intentando…

La chica, titubeante, posó su mano en el hombro.

- Lo sé- dijo con una sonrisa comprensiva- Yo también.

James le devolvió la sonrisa y puso su mano sobre la de la pelirroja, que aún estaba en su hombro. Lily se sintió un poco incómoda por el contacto, pero lo atribuyó todo a su antigua antipatía por el muchacho.

- Si no te gusta el té, también tenemos zumos- dijo el chico levantándose cuando el autobús paró en lo que parecía ser un apacible barrio residencial.-o whisky escocés

Lily le siguió riéndose mientras él la miraba por encima del hombro.

- No, el té es perfecto.

James esperó a que bajara del autobús y luego se metió las manos en los bolsillos.

- Es por allí- dijo indicando un desvío a la derecha, mientras caminaban por las calles desiertas y casa con perfecto césped.

- Un barrio muy… tranquilo- comentó Lily, esperando ver pasar un arbusto rodante de los que salían en las películas del oeste.

James encogió los hombros.

- Un pueblo dormitorio, ya sabes. Gente que trabaja en Londres y duerme aquí.

James se paró delante de lo que parecía un solar vallado y tocó la puerta con la varita. A Lily eso no le pareció raro, seguramente la casa de James estaba escondida detrás de esa valla roñosa. Y no se equivocaba…pero eso no le preparó para la visión imponente de la mansión Potter. Un caserón clásico pero cálido, de dos plantas y líneas suaves, rodeado por un jardín que parecía sacado de una revista de decoración.

- Vaya…- murmuró impresionada mientras el chico la guiaba hasta la puerta- ¿No te has perdido nunca aquí dentro?- preguntó riendo, intentando esconder su vergüenza.

James negó con la cabeza, sonriendo.

- Demasiado grande… e impersonal- dijo arrugando la nariz- Pero lleva siendo la casa de la familia muchos años.

Una mujer vestida con un uniforme y ataviada con una cofia abrió la puerta interrumpiendo a Lily, que iba a añadir algo. James la invitó a pasar y saludó a la doncella.

- Dorothy, súbenos algo de té a la salita del primer piso- pidió.

La mujer asintió e inclinó la cabeza antes de desaparecer por una de las puertas del recibidor. Lily examinaba extasiada la gran escalera que llevaba a los pisos superiores. Parecía sacada de una película.

- Es muy bonito- dijo mirando a James. El chico encogió los hombros y la guió hasta la parte de arriba.

- Te enseñaría la casa, pero no hay nada muy interesante- dijo mientras entraba en un saloncito muy coqueto, decorado con sofás confortables y sillones mullidos.

- No me lo creo.

James se dejó caer en un sillón e invitó a la chica a hacer lo mismo.

- ¿Quieres que te la enseñe?

Lily pareció pensárselo y luego negó con la cabeza.

- Creo que estoy demasiado cansada- dijo frotándose las doloridas pantorrillas- Sin embargo, todo lo que he visto me ha parecido muy bonito.

James sonrió y en la mesilla de ébano de su derecha apareció una fina bandeja de plata con un juego de té para dos, acompañada de una bandeja de pastelillos. El mismo James sirvió el té y le dio la taza a Lily. La pelirroja rechazó los pastelillos.

- Deberías comer más- comentó James- Estás adelgazando.

Lily se miró, sorprendida por el comentario.

- Yo me veo igual- contestó ella- Además… ¿A los chicos no os gustan delgaditas?- dijo con una sonrisa maliciosa.

James negó con la cabeza y cogió una galleta.

- Tú ya estabas bien como estabas- contestó para cerrar el tema

Lily le dio un sorbo a su té, extrañamente reconfortada por el halago. Luego estuvieron hablando de los motivos de James para estar trabajando en el Club, cuando a ojos vista ni lo necesitaba ni parecía querer hacerlo. Cuando el Merodeador le explicó que era una especie de castigo, Lily aprobó internamente la decisión de los abuelos de James. Luego ambos se callaron.

- ¿Te encuentras bien, James?- preguntó Lily mirándole, parecía pensativo.

- Sí… sólo, lo de siempre… Creo que por mucho que haga nunca llenaré el… vacío… Es esta casa. Me recuerda a ellos y no sé… a todo. Tú sentada ahí, la manera como coges la taza… como hablamos… Me has recordado a mi madre- Lily se observó y luego miró a James- No sé… ahora mismo parecemos mis padres cuando llegaban de trabajar…

- Supongo que falta un pequeñazo travieso que entre cubierto de barro y manchando la moqueta- dijo Lily sonriendo y tomando otro sorbo.

James sonrió débilmente.

- Supongo que sí.

Tras unos segundos de silencio, Lily hizo la pregunta que llevaba días queriendo hacerle.

- ¿Sabes lo que les pasó?- preguntó en voz baja y mirándole atentamente, temiendo que se enfadara.

James no cambió de expresión, sólo negó con la cabeza.

- Magia negra…- suspiró- ¿Pero quién sabe? Eran aurores…

- ¿Mortífagos?- aventuró Lily.

James la miró tan directa y profundamente que la chica sintió un calambrazo recorrer todo su cuerpo.

- Creo que sí, pero para ellos es una manera muy rara de actuar… les gusta añadir dramatismo, con sus calaveras y sus destrozos…

Lily asintió débilmente.

- Quizás tenían prisa… o miedo…

- Sí

La pelirroja notó que el semblante de James estaba reprimiendo alguna emoción. Quizás ya tenía suficiente por ese día. Así que ambos cambiaron de tema de conversación. Tras un buen rato, Lily miró el reloj y saltó del sofá sobresaltada.

- ¡Tengo que irme!- exclamó. James también miró el reloj y pareció igualmente sorprendido- He quedado con Kirley.

- Sí…- murmuró el muchacho un poco molesto de que le dejara por otro- Yo también he quedado con Sylvia…

- ¿Sullivan?- preguntó la pelirroja mientras salían del saloncito juntos. James asintió- Vaya, parece que vais en serio…

James se echó a reír y Lily le miró frunciendo el ceño.

- No te ofendas Lily, pero Sylvia y yo… lo más serio que tengamos puede durar una noche- explicó alzando una ceja.

Lily abrió la boca haciendo un "Ah" de comprensión.

- Pero llevan siendo muchas noches-insistió la pelirroja.- Yo os he visto por la escuela

James negó con la cabeza, sintiéndose por un momento extraño e inferior, por no tener algo tan serio como la chica y por estar explicándole eso.

- No, Lily. Yo diría que Sullivan y yo… pues nos conocemos bien y lo pasamos bien, pero no es nada cercano a lo que puedo entender como "novia".

Bajaron las escaleras en silencio, Lily circunspecta y James sintiéndose raro al contarle todo eso a ella.

- Supongo que está bien- dijo ella al cabo de un rato, encogiendo los hombros- Algún día me gustaría poder llegar a ser así… aunque creo que me falta entrenamiento emocional…

James la miró con las cejas alzadas

- ¿A qué te refieres?-preguntó.

Lily encogió los hombros

- Me gustaría enamorarme y disfrutar del sexo con esa persona antes de no sé… hacerlo con cualquiera…-explicó un poco ruborizada- Supongo que voy varios pasos por detrás de ti.

James no contestó pero la miró con una sonrisa de mofa. Lily se sintió un poco estúpida y frunció el ceño, pero el chico siguió sonriendo.

- No creas que vas tan por detrás, Lily.

- ¡No seas paternalista, James!- protestó ella exasperada antes de cruzar la puerta- Nos vemos mañana- dijo en un murmullo, enfadada, antes de cruzar la verja que llevaba a la calle, sin esperar un adiós.

James cerró la puerta de la casa, intentando borrar la ternura que había despertado la pelirroja en él. Enamorarse… Sonaba bien cuando ella lo decía, no como una palabra sin sentido que casi parecía un tabú. Lily quería enamorarse… Pero eso de enamorarse no estaba hecho para él, eso te hacía vulnerable. Pobre pelirroja… aunque secretamente la envidiaba. Ella había sabido guardar su interior intacto, pese a todo por lo que había pasado. Él, en cambio, se sentía incompleto, como si le faltase una parte de corazón. Aunque tampoco le había importado demasiado hasta entonces.

Negando con la cabeza, se dirigió hacia la chimenea. Tampoco le iba tan mal con Sylvia y las otras… Y la verdad es que prefería eso a volverse como Remus, tan, tan… ridículo. Aunque a juzgar por la mirada de su amigo, quizás valía la pena. Luego se dio cuenta de que se habían llamado por sus nombres de pila y eso le hizo sentirse extraño de nuevo.

Sus cavilaciones se esfumaron cuando al llegar al "Liquid" vio a la exuberante Sylvia vestida con un ajustado conjunto de lycra… al fin y al cabo, no dejaba de ser un adolescente dominado por sus hormonas.

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Sirius y Meaghan salieron de la tienda con un libro de cocina típica británica que Meaghan juró que su madre adoraría. El moreno, con una galantería pomposa, invitó a la Huffie a tomar algo y ella, después de insultarle debidamente aceptó. No lo reconocería ni sumergida en aceite hirviendo, pero Sirius era bastante divertido.

En el Caldero Chorreante se encontraron con Remus y Susan, y se sentaron con ellos a tomar una cerveza.

- Vaya Meg- dijo Susan arrugando la nariz- No sabía que estabas en la ONG de "reintegremos a los capullos"… Te admiro.

- Remus, dile a tu novia que se muerda la lengua, a ver si con un poco de suerte se envenena- contestó Sirius ignorando a la rubia.

Meg frunció el ceño y Remus negó con la cabeza.

- Vosotros dos no podéis seguir así- dijo suspirando el licántropo- Sirius, Sus es mi novia- el moreno entornó los ojos mientras la chica sonreía- Y Susan, Sirius es mi mejor amigo…

- A mí personalmente me vale con ignorarle- musitó la rubia

Remus la miró severamente y Meg se echó a reír.

- Venga, no puede ser tan difícil- colaboró la Huffie- Seguro que tenéis algo en común…

- Sí, nos odiamos- contestó Sirius rotundo.

Susan asintió débilmente, dándole la razón a regañadientes.

- Si no arregláis vuestros problemas crearéis un mal ambiente entre nosotros…- dijo Remus mirándoles con las cejas alzadas.

- Por no hablar de las jaquecas- añadió Meg riéndose

Susan cruzó los brazos, enfadada.

- Estoy harta de que me llame rubia- murmuró

- Eres rubia- puntualizó Sirius con una sonrisa- aunque quizás eres tan rubia que no sabes que eres rubia.

La chica hizo una mueca de contención.

- ¿Veis? Usa "rubia" como sinónimo de tonta. Eres un gilipollas, Black

Los dos Gryffindor se miraron desafiantes, como si la mesa que había entre ellos fuera lo único que les impedía acometerse a dentelladas.

- ¡Vaya qué sorpresa!- exclamó una voz cantarina y totalmente fuera del contexto de mala leche que había en la mesa- ¿Qué tal chicos?

Los cuatro se giraron. Anne Stephen, con su inseparable sonrisa, saludó a Sirius y a Remus con un beso en la mejilla.

- Yo también estoy encantada de verte, Stephen- murmuró Meg mirando a Susan, que opinaba igual de mal de la falta de educación de la chica.

Anne pellizcó cariñosamente la mejilla de Sirius bajo las miradas reprobatorias de las dos chicas.

- Bueno guapo, me tengo que ir ya, pero escríbeme y quedamos para mañana.

- Lo haré- contestó Sirius con una sonrisa.

La chica se despidió de él con la mano y un beso a distancia. Sirius sonrió. Meaghan y Susan tenían las cejas tan alzadas que casi les desaparecían bajo el flequillo. Remus prefería mirar en otra dirección.

- ¿Y ella no es rubia?- pregunto Meaghan fingiéndose inocente, luego le dio un trago a su cerveza- Porque sobre esa hermosa cabecita, cuya única función debe ser llevar dos toneladas de maquillaje, yo he visto una espléndida cabellera de color amarillo.

Sirius miró a la Huffie, pero cuando iba a abrir la boca para hablar, empezó Susan.

- Oh, Meaghan. Parece mentira que no entiendas que Sirius sólo la quiere para una cosa…

- Oh- dijo la castaña fingiéndose sorprendida- Pero para eso no importa que sea rubia…

- O morena, o castaña… o calva…- añadió Susan enumerando con los dedos

- Es decir, señor Black- acabó Meaghan con una sonrisa- Es usted un jodido hipócrita.

Sirius seguía con la boca abierta, mudo y sin argumentos. Miró a Remus, buscando ayuda, pero el licántropo se desentendió con un gesto negativo. Finalmente, el moreno suspiró.

- Perdóname March- dijo masticando las palabras e intentando evitar ver la sonrisa de triunfo de la rubia.

- Ni lo menciones-contestó ella con exagerada cortesía- Me parece que ahora podemos empezar a llevarnos mejor.

Sirius la miró y sonrió de manera falsa.

- El día que los cerdos vuelen- contestó con excesiva dulzura

- Esperaremos entonces a que montes en escoba- le contestó Susan.

Meaghan y Remus se echaron a reír mientras los otros dos se fulminaban con la mirada y empezaban una discusión.

El licántropo suspiró y miró a la Huffie.

- Bueno ¿Qué tal el día?- preguntó ignorando la sonora discusión y el intercambio de improperios. Meg sonrió e hizo lo mismo que él

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Cuando Lily llegó a casa después de pasar unas horas con Kirley, su hermana la estaba esperando de nuevo en la cocina, pero esta vez sin té y mucho más nerviosa.

- ¡Por fin llegas!- exclamó la mujer, Lily se dio cuenta de que había estado llorando.

- ¿Qué pasa?- preguntó preocupada la pelirroja, y notando un mal presentimiento añadió enseguida- ¿Es mamá?

Petunia se dejó caer sobre una de las sillas de la cocina, desanimada y llorando suavemente.

- Ha tenido una recaída muy fuerte…- Lily se arrodilló a su lado y tomó las manos de su hermana- Esta tarde… se ha empezado a encontrar mal y ha vomitado y…

- ¿Qué ha dicho el médico?- preguntó Lily nerviosa.

Petunia miró a su hermana a los ojos y empezó a negar con la cabeza, lentamente. A Lily se le llenaron los ojos de lágrimas y empezó a llorar silenciosamente en el regazo de su hermana. Petunia le mesó el pelo, llorando también, pero más calmada.

- Venga, Lils- susurró la mujer cundo las lágrimas denla chica parecían ir a menos- No es la primera vez que pasa…

Lily se incorporó y se frotó la cara con las manos.

- Tienes razón, tienes razón…-murmuró con los ojos aún brillantes- No es la primera vez ya se han equivocado otras veces ¿no?- murmuró con una sonrisa débil

Petunia asintió y abrazó a su hermana. Ambas escondieron en el fondo de sus mentes los pensamientos más oscuros, como el de que su madre había decidido no dar más sesiones de quimio porque no le estaban sirviendo para mejorar.

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- Bueno, bueno… ¿Preparada para conocer a mi madre?

Lily asintió débilmente mientras subían al autobús Noctámbulo. James, Meg, Sirius y ella habían decidido ir así porque no cabían todos en el coche de Susan. La pelirroja, pese a intentar sonreír, no podía ocultar las ojeras, demasiado marcadas, que le habían quedado como recuerdo de la mala noche.

James la tironeó un poco de la manga.

- ¿Mala noche?- preguntó en un susurro mientras se acomodaban en las butacas.

Ella asintió.

- Mi madre… ha tenido una recaída- susurró tragando saliva y frunciendo el ceño.

El joven le acarició el brazo y le dio un apretón comprensivo en la mano, antes de sentarse justo detrás de ella. Meaghan, que estaba a su lado, la miró preocupada. La Huffie no sabía nada, pero claro, había oído algún cometario de sus dos nuevas amigas y había notado, como James, lo mucho que estaba adelgazando. Lily sonrió.

- No es nada Meg… sólo…- empezó a decir mirándose las uñas

- Eh, no hace falta que me lo digas si no quieres- la interrumpió la chica, poniendo cara de circunstancias- Pero si me necesitas… o quieres contármelo…

Lily suspiró y asintió.

- Ahora no me apetece hablar de ello…- sonrió, triste- En realidad nunca me apetece, pero no quiero tener mala cara cuando llegue a tu casa…

- Ei, cuando quieras- dijo Meaghan restándole importancia al asunto pero con cara de preocupación- Pero sea lo que sea, no dejes de comer… Pronto habrá que mirar dos veces para verte.

Lily se rió y asintió. Por supuesto prefería no discutir con nadie sus ganas de comer. Cuando se acordaba de que tenía que hacerlo, o las raras veces que tenía hambre, comía… pero a veces simplemente se le olvidaba o sentía que no podía tragar.

- A ver chicas; sinónimo de primate, 5 letras y empieza por "s"- preguntó Sirius, sentado justo detrás, que parecía estar haciendo el crucigrama de "El Profeta"

- ¿Sirius?- aventuró Meaghan girándose, con cara de falsa inocencia

- ¡Sirius tiene 6 letras!- exclamó el muchacho- ¡Eh!- dijo unos segundos más tarde- ¡Me has insultado!

James y Meaghan se rieron del moreno y Lily, compadeciéndose de él, le dijo que probara suerte con "simio"

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Susan recogió a Remus a la salida del trabajo, animada por la perspectiva de la cena. A la chica le costaba poco entusiasmarse y vivía cada día tan intensamente como podía. Para ella todas las oportunidades eran buenas.

- Pon música si quieres- le dijo a su novio después de darle un beso de bienvenida.

Remus, que ocupaba el asiento de copiloto puso una cinta cualquiera en el radiocassette y dio un bote en el asiento al escuchar lo que parecía una pelea en una chatarrería.

- ¿Qué es eso?- preguntó asustado sacando la cinta y guardándola como si fuera algo peligroso en la guantera.

Susan, atenta a la carretera, murmuró sin prestar mucha atención.

- La maqueta del grupo de un ex novio.

Remus frunció el ceño y guardó silencio. Estaban otra vez con lo mismo, Susan y sus novios.

- ¿No me cuentas nada?- preguntó Susan unos minutos después, sonriendo.

- Has salido con gente muy extraña ¿no?- dijo el licántropo con un poco de acritud.

Susan alzó las cejas, aprovechando la parada en un semáforo para mirarle.

- ¿Qué quieres decir con extraña?

Remus señaló la guantera con un gesto de su mano. Susan se rió

- Bueno, quizás tengas algo de razón- concedió- Siempre me han atraído los tipos raros.

- Muchos tipos raros- murmuró el licántropo entre dientes

La expresión de la chica comenzó a endurecerse.

- ¿Pasa algo Remus? Porque creo que me estás echando algo en cara pero no alcanzo a entenderlo.

- Yo no te estoy echando nada en cara- dijo el licántropo mirando por la ventanilla- Sólo estaba haciendo comentarios.

Susan bufó empezando a indignarse.

- Comentarios con esa cara de mala leche… Me parece que estás molesto conmigo por mis ex novios- explicó ella bastante segura.- Cuando quisiste salir conmigo, ya lo sabías…

- ¡Claro que lo sabía!- exclamó Remus

- ¿Y por qué demonios te enfadas ahora?- preguntó Susan exasperada

En el interior del coche se hizo un silencio extraño, Susan estaba sorprendida porque no se esperaba una salida de ese tipo y Remus porque estaba intentando descubrir qué le hacía enfadarse tanto.

- Supongo que me siento inseguro- murmuró al cabo de unos segundos- Tú… has… no sé- se giró para mirar por la ventanilla de nuevo.

- Pues no deberías- contestó la chica- Eres el único chico por el que he sentido esto…- murmuró segundos más tarde, con bastante dificultad

Remus la miró alzando una ceja.

- ¿Qué es esto?- preguntó

- Lo sabes- dijo Susan enfadada

- No, no lo sé- contestó él

- ¡Te lo dije ayer, delante de esa iglesia!- exclamó la chica.

Remus se calló, recordándolo perfectamente. Susan le había dicho que le quería y él… se había callado. Él estaba enamorado, y lo sabía, pero no le era fácil decir algo así.

- Y viendo los resultados, no lo volveré a hacer nunca más.- dijo Susan

Remus la miró con cara de preocupación y ella le vio de reojo.

- Es que… no sé… es algo que me cuesta- dijo el chico al final

La rubia suspiró.

- No te estoy pidiendo que me contestes, aunque espero que algún día me lo digas. Cuando lo sientas

- Lo siento- la corto él

- Pues cuando sientas que debes decírmelo- acabó ella- Sólo quiero que sepas que esto va en serio, Remus.

Él asintió, sintiéndose un poco culpable, pero Susan sonreía.

- Oye al menos sé que me quieres- dijo la chica- Hasta que me lo digas, será nuestro secreto.

Ambos se rieron.

- ¿Y después de que te lo diga?

- Oh, pondré un anuncio a todo color y de página completa en el profeta- contestó ella muy seria.

Remus le dio un mordisco juguetón en el hombro y Susan sonrió, muy feliz pese a la discusión

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Cuando Remus y Susan llegaron a la casa de Meaghan y Kirley, todos estaban ya allí, en el jardín. Lily y Kirley ponían la mesa, protegida por una glorieta de forja, bajo la atenta mirada de la señora McCormack, que observaba minuciosamente cada gesto de los dos jóvenes. Golem, el pekinés, le estaba ladrando a las hortensias porque se aburría y había decidido buscar pelea ficticia. James y Sirius ayudaban al señor McCormack, lo cual fue bastante inútil, porque una parrillada de hamburguesas acabó carbonizada de todos modos. Los tres estaban demasiado ocupados hablando sobre Quidditch. Meaghan, que estaba harta de que la cuestionasen esos tres, había abandonado la conversación y tomaba el sol en una hamaca. Fue ella quien se levantó a recibir a la pareja de recién llegados.

- ¡Hola!- les saludó- ¡Mamá deja de espiar a Kirley y a Lily y ven a saludar a Sus y Remus!- gritó en dirección a su madre- Y tu papá…¡Esas chuletas huelen a quemado!

La señora McCormack saludó efusivamente a Remus y luego Meaghan le presentó a Susan.

- Hola querida- dijo la mujer abrazándola- Debes de estar muy orgullosa de tener un novio tan guapo- guiñó un ojo y la rubia se echó a reír mientras Remus enrojecía.

- Sí, claro que lo estoy- contestó la chica- Encantada de conocerla.

- Llámame de tú- protestó la mujer mientras se dirigían hacia la mesa, con Meaghan y Remus siguiéndoles- ¡Qué amigas tan educadas Meg!

La castaña emitió un quejido de protesta.

- ¡Papá dile a mamá que deje de ponernos en ridículo, anda!- exclamó haciendo una mueca de disgusto. Su madre por supuesto la ignoró.

La señora McCormack hizo que los chicos se fueran sentando en la mesa. Lily se sentó entre Kirley y Meaghan, en el punto diametralmente opuesto a la señora McCormack. Fue Meg quien escogió el sitio.

- ¿Muy agobiada?- le susurró Kirley a la pelirroja, acariciando disimuladamente su rodilla.

- No, tu madre es muy simpática- contestó Lily en el mismo tono

- Sí, amordazada y en el fondo del mar- comentó Meaghan que había oído la conversación.

El señor McCormack, Sirius y James llegaron con bandejas llenas de carne a la brasa y las pusieron en el centro de la mesa. Sirius se sentó al lado de Meaghan.

- ¿Qué te parece?- le preguntó orgulloso

- Que para ser tres haciendo las chuletas las podríais haber hecho no-quemadas - contestó la chica

- No seas dura con él, mujer- contestó Susan, con fingida cordialidad.

Sirius miró a la rubia torvamente mientras ella le dedicaba una sonrisa.

- ¡Hay que ir a buscar las patatas y la ensalada a la cocina!- exclamó alegremente Catriona, y antes de que nadie pudiera ofrecerse, volvió a hablar- ¿Me acompañas Lily?

La pelirroja enrojeció y asintió torpemente, pero Meaghan se levantó.

- Ya iré yo, mamá- dijo amenazando a su madre con la mirada.

- No, no te preocupes Meg- Lily también se levantó- Siéntate, anda.

Meaghan y Kirley miraron con admiración a la chica mientras desaparecía con la señora McCormack en el interior de la casa.

- Pobre Evans. Menudo marrón…- comentó Sirius sin importarle que todo el mundo estuviera escuchando

- Ya te digo- le secundó el señor McCormack- Kirley, esa chica tiene que tener mucho valor… Buena elección.

- ¡Papá!- protestaron los hermanos McCormack mientras los demás se reían. James pensó que aquél hombre tenía mucha razón. La pelirroja sabía aguantar el tipo.

Mientras, en la cocina, Lily y la señora McCormack servían las patatas y arreglaban la ensalada en silencio.

- Espero que no te moleste que te haya pedido venir- dijo la mujer, disponiendo las patatas en una fuente y cortándolas.

- Claro que no- contestó Lily con una sonrisa- es lo menos que puedo hacer.

La señora McCormack le devolvió la sonrisa. Lily sintió que la mujer la miraba, pero no de una manera escrutadora, si no más bien queriéndola conocer mejor.

- Como Meaghan me echa la bronca…- dijo frunciendo el ceño pero sonriendo

- No pasa nada-volvió a decir Lily

- ¿Irás mañana al concierto de Kirley?- preguntó la mujer distraídamente, un rato después, cuando iban a salir de nuevo.

Lily se puso un poco roja, pero afirmó con la cabeza.

- Le hará ilusión que vayas- dijo la señora McCormack con una sonrisa

La pelirroja no contestó, pero volvió a sonreír complacida. Tenía la sensación de acabar de aprobar un examen muy difícil. Salieron de nuevo al jardín y dejaron la comida encima de la mesa y Lily le guiñó un ojo disimuladamente a Meaghan, que la miraba con cara de circunstancias.

- Todo bajo control-susurró al sentarse de nuevo en su sitio. Kirley le dio un beso rápido en los labios, aprovechando que sus padres estaban discutiendo sobre el estado de fosilización de las hamburguesas- ¡Eh!- protestó la pelirroja

- Es que la situación es muy excitante- dijo el chico alzando las cejas sugerentemente

- Kir, estás enfermo- sentenció Meaghan mientras Lily se reía.

James, sin embargo, se había quedado rígido. Sabía o mejor dicho suponía, que Lily y Kirley tenían vida sexual, pero de ahí a constatarlo en primera persona, aunque sólo hubiera sido un simple piquito, había mucho. De repente se le habían pasado las ganas de comer.

La cena fue agradable y todos estuvieron muy animados, sobretodo Sirius, Susan y la señora McCormack. Después de comer, se sentaron en las sillas de plástico del jardín a tomar un té y Meaghan les estuvo enseñando a los chicos los trofeos de su madre.

- Bueno Meggie, este año tendrás que ganar la copa de Quidditch- comentó el señor McCormack- es ya nuestra última oportunidad.

Meaghan hizo un gesto altanero.

- Que yo sepa cuando tú estuviste en Hogwarts no ganaste ni amigos- contestó la castaña- ¡Y es Meaghan! ¿Por qué me ponéis un nombre si luego vais a llamarme por otro?

Todos se echaron a reír y la señora McCormack se sirvió un poco más de té.

- Es cierto, Jack. Hufflepuff no ganó nada cuando tú estuviste en el equipo- comentó con una risita coqueta

- Porque la mejor cazadora estaba en Ravenclaw- contestó el hombre mirándola con cariño.

- Papá, mamá, tenemos invitados- les recordó Kirley haciendo una mueca de asco.

Los señores McCormack hicieron caso omiso de su hijo y se dieron la mano.

- De todas formas, todos sabemos quién va a ganar la copa- dijo Sirius como compadeciéndose de Meaghan.

-¿Ah sí?- contestó ella- ¿Quién?

- Gryffindor, por supuesto- dijo Susan con convencimiento

Meaghan y Kirley hicieron rodar los ojos mientras los Griffies se auto-vitoreaban.

- Se me olvidaba que tenemos una camada completa de cachorritos de león- murmuró Kirley sonriendo.

- ¡A ver a quién llamas tú cachorrita!- protestó Lily en broma, dándole un golpe cariñoso. Este nuevo gesto de cariño tendría también efectos en la digestión de James, que estaba más calado de lo normal

Al cabo de un buen rato, cuando ya era de noche, los jóvenes se despidieron de los señores McCormack, Kirley y Meaghan, y quedaron para verse al día siguiente en el concierto.

- Me gustan esos chicos- dijo la señora McCormack mientras recogía la cocina con su marido- Y Lily es una chica muy simpática…

Su marido asintió.

- Pero está demasiado delgada-siguió la mujer- Parece que no duerme bien…

- Cat, cariño- el hombre la abrazó- Será mejor que no te entrometas. A Kirley no le gustaría… Además Lily es encantadora.

Ella asintió y le dio un beso. Pero seguía pensando que Lily no parecía estar bien.

- De todos modos, estoy muy contenta; creo que tenías razón con Meaghan. Está saliendo del caparazón. Y tiene unos amigos estupendos.

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Susan se ofreció a llevar a todos a casa; a todos menos a Sirius, pero como éste vivía con James, el moreno no salía perjudicado de la situación. Lily se quedó dormida sobre el hombro de James por el camino, así que cuando hubieron dejado a Remus, Sirius se sentó en el asiento de copiloto.

Susan y él iban discutiendo en murmullos mientras James intentaba no moverse para no despertar a la pelirroja. Lily respiraba pausadamente y tenía el semblante tranquilo. Así, sin su habitual sonrisa, James la veía parecida a una estatua de mármol, tan pálida… Sin preguntarse por qué, le acarició la mejilla con los dedos. Ella murmuró algo en sueños y sonrió. El chico entonces sintió se había encendido algo muy cálido en su interior. No dejó de mirarla hasta que no llegaron a su casa y James se tuvo que bajar.

- ¡Ai James, lo siento!- exclamó ella mientras ocupaba el sitio de Sirius- Me tenías que haber despertado…

Él negó con la cabeza y metió las manos en los bolsillos.

- Necesitas dormir- contestó, medio regañándola

- Además así evitábamos que hablara la rubia- añadió Sirius mirando a Susan.

- ¡Cómprate un bosque con enanitos y piérdete!-contestó Susan mientras bostezaba- Hasta mañana- se despidió antes de arrancar.

Cuando Susan salió de nuevo a la carretera principal, se echó a reír.

- Tenías que haberte visto, Lils, dormida con la boca abierta y llenando de babas a Potter…

- ¿Qué dices?- exclamó la pelirroja consternada y poniéndose como un tomate.

La rubia se rió más aún.

- Es broma mujer…- luego suspiró- Esto sí que es gracioso; tú llevándote bien con Potter…

- Ya te conté toda la historia- le recordó la pelirroja- Está intentando volver a ser como antes.

- Ya, pero cuando era así tú tampoco le soportabas

Lily pareció pensarlo. Quizás no tanto como no soportarle, pero James nunca había sido santo de su devoción. Sin embargo, después de haberse chillado, parecía que habían logrado entenderse y ahora James era… era un amigo. Y se sentía extraña pero reconfortada también por haber conseguido llevarse bien con él.

- Ahora es diferente- explicó Lily- Como tú y Remus… tampoco te lo esperabas.

La rubia sonrió y negó con la cabeza.

- La verdad es que ni me había molestado en fijarme en él porque… ¡Era imposible, un merodeador! Como un hermano pero sin lazos afectivos- las dos jóvenes rieron- Pero cuando me invitó a salir y… no sé, me hicieron falta sólo dos horas para descubrir que era perfecto para mí… Y muy pocos días para darme cuenta de que estaba enamorada.

Lily miró con un gesto divertido a su amiga.

- Susan, eres una sentimental

- Pero no se lo cuentes a nadie- contestó la aludida guiñando un ojo

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Bueno people, aquí un capitulillo largo para el puente… me estoy sorprendiendo a mí misma con mi ritmo de escritura (jejeje, gracias a vosotros que me animáis mucho), así que es probable que antes de final de año me deje ver por aquí otra vez . Muchas gracias por todos vuestros reviews por vuestros consejos amoroso-afectivos… El chico en cuestión no sabe que es el padre demis hijos ficticios y he pensado que es mejor no comentárselo, para no asustarle. Ya se lo diré cuando nossaludemos con regularidad…. Aunque será difícil después de la escenita de hoy: me ha pillado dando botecitos "formato Heidi" por el pasillo, al menos me he hecho notar, que conste.