Disclaimer: Nada es mío, todo pertenece a otra gente y/o otras empresas y lo único que yo consigo es desgastar mis neuronas y las teclas del teclado.

Stand by my side

Cuentos de princesas

Susan recogía sus libros del estudio después de la última clase de la semana con Snape. Esas clases eran fastidiosas, pesadas y a su parecer innecesarias, pero tenía que reconocer que aprender, estaba aprendiendo bastante. Y no siempre era tan aburrido, además Snape también era todo un erudito en DCAO.

- Pasa un buen fin de semana- se despidió la rubia, cuando el Slytherin iba a salir.

El joven sonrió de lado.

- Oh sí. Fantástico. En casa leyendo. Estoy impaciente- murmuró sarcásticamente

- Eres un poco amargado Snape- le contestó la chica negando con la cabeza.

Snape la miró con altanería.

- En realidad disfruto más en mi propia compañía que acompañado de imbéciles.

- Gracias, por la parte que me toca- contestó Susan, sin tomárselo mal, primero porque ese tono era casi simpático en Snape y segundo porque estaba acostumbrada.

- Tú no eres imbécil, March- le contestó- Sólo estás como una cabra, pero me atrevería a decir que ése es uno de tus encantos.

Susan se quedó parpadeando, apoyada sobre el montón de libros que había recogido, sin saber cómo reaccionar. ¿Estaba alucinando o Snape le había hecho no uno, sino dos elogios? Para cuando sacudió la cabeza e iba a preguntárselo, el chico se había ido ya de la habitación.

- Susan, querida… ¿Has terminado ya?- su padre estaba asomado a la puerta, con su inseparable periódico en una mano y una pipa de marfil en la otra.

- Sí papá- contestó ella guardando los pergaminos en un cajón.

El señor March entró en el estudio, mirando distraídamente las estanterías y las pinturas. Luego miró a su hija, que le observaba desde el escritorio.

- He hablado con el señor Snape. Me ha dicho que tus progresos son muy satisfactorios- comentó el hombre, despidiendo una bocanada de humo.

- Es un buen profesor- contestó la chica.

- Me alegro de que te estés centrando y de que este nuevo…noviecito tuyo- dijo sacudiendo la cabeza- no te distraiga de tus obligaciones.

Susan inspiró para infundarse paciencia, ya que veía dónde quería ir a parar su padre.

- No es mi noviecito, papá- dijo la chica, bastante calmada- Es mi novio

- Sí, como todos los que lo han sido hasta ahora.- contestó su padre distraídamente

La rubia cerró los ojos y apretó los puños.

- No, no es como antes…

- Oh, ¡vamos Susan! Siempre has elegido tus novios en función de si nos iban a escandalizar lo suficiente o no.

La chica miró a su padre a los ojos, encolerizada.

- Quizás tengas razón… Pero Remus es diferente.- murmuró- Y para que veas que voy en serio, pienso ir con él a la puesta de largo de Martha Parker.

El señor March parecía haberse quedado sin respuesta. Su hija estaba enfadada, pero también parecía muy segura de lo que decía. Tenía que reconocer que ése Remus no tenía faltas atribuibles, a parte de no ser de la clase alta. Todo lo que había averiguado era bastante bueno; buen estudiante, prefecto de Gryffindor, muy amigo del hijo de los Potter… No era lo que esperaba para su hija, pero por supuesto representaba una mejora en su gusto. Decidió no discutir más con ella, confiando en que el tal Remus fuera sólo un peldaño en el camino que habían trazado para ella.

- Está bien, lo que tú digas querida- murmuró antes de salir de la habitación.

Susan se relajó y suspiró cuando su padre desapareció de su vista. Últimamente la situación en casa estaba siendo muy tensa, pese a la tranquilidad aparente. Ella sabía que todo iba a acabar desmoronándose por algún lado.

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Se cumplía justo una semana desde que trasladaron a Lily a las cocinas y la pelirroja no se creía que en tan solo una semana las cosas hubieran cambiado tanto. Pese a ser un trabajo agotador y poco reconocido, ser empleada del Club le había traído muchas cosas buenas: conocer a Meaghan, reconciliarse con Potter y ganarlo como… amigo, conocer a Kirley... En esas reflexiones andaba ella cuando James entró en la cocina.

- Buenas- saludó la chica con una sonrisa.

James le devolvió el saludo y se sirvió una taza de humeante café.

- Parezco un oso panda- se quejó el muchacho mirando su reflejo en una cazuela

Lily sonrió.

- Ya somos dos

- Tendremos que tener cuidado, seguro que planean enviarnos al zoo. Y no me gustaría vivir en el zoo.

- Poca privacidad- le apoyó la pelirroja con fingida seriedad mientras entregaba una bandeja a uno de los camareros.

James asintió.

- ¿Mala noche?- preguntó Lily unos segundos después- ¿O demasiado buena?- añadió guiñando un ojo.

El joven se echó a reír.

- Pequeña pervertida…- murmuró el chico fingiendo decepción- La verdad es que me costó pillar el sueño.

- ¿Contaste ovejitas?

- Sí, y cuando se acabaron las ovejitas empecé a contar cabras, cerdos, gallinas…

- La gallina no es un buen animal para contar, siempre se alteran y se escapan y tienes que empezar de cero…- dijo la pelirroja negando con la cabeza.

Ambos se miraron y se echaron a reír. Meaghan entró entonces y le entregó una nota a Lily.

- ¿Qué es tan divertido?- preguntó cogiendo la bandeja que le daba Lily.

- James contó gallinas para dormirse- explicó la pelirroja.

Meaghan miró extrañada al chico, que le dedicó una sonrisa.

- Dejad las drogas- murmuró antes de desaparecer.

- ¡Qué poco sentido del humor!- exclamó James apoyándose en la pared y dando un sorbo a su café.

- ¿Vendrá Sullivan esta noche?- preguntó Lily intentando sonar casual

James la miró alzando las cejas.

- Sé lo que estás haciendo- dijo

- ¿Yo?- preguntó Lily fingiéndose desorientada.

- Intentas sonsacarme si tengo algo serio con Sylvia o no.

Lily arrugó su nariz, disgustada por resultar tan predecible. James se echó a reír.

- Ya te dije que no-contestó el chico

- Ya, pero yo no me lo creí- dijo Lily llevándose las manos a las caderas

James negó con la cabeza y se dirigió hacia la puerta de la cocina.

- Búscate un hobby que no sea emparejarme

- Es que no hay mucho más donde elegir- contestó la pelirroja mientras el chico desaparecía

De camino a la recepción y sorbiendo su café, James iba sonriendo. Si ella supiera que lo que le había quitado el sueño era pensar en ella… No había podido quitarse de la cabeza su cara de tranquilidad, su calor y lo bien que se había sentido cuando ella se había acurrucado a su lado. Le gustaba Lily y no le había costado darse cuenta porque no era la primera vez, pero no podía darle más dolores de cabeza, se conformaba con seguir acercándose, quizás ser su amigo y no volverla a perder.

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Lily entró con Kirley en el "Liquid", que estaba inusualmente vacío. Él quería presentarle al grupo y estar un rato con ella antes de la actuación y la había ido a buscar con su mini al trabajo.

En una plataforma, al fondo del local, dos chicos y dos chicas montaban los instrumentos. Kirley les saludó y todos ellos se giraron sonriendo.

- Suerte que has llegado, Mandy decía que te había entrado el miedo escénico y empezábamos a creérnoslo- dijo un chico alto, con los brazos musculosos tatuados por completo. Lily pensó que a Susan se le caería la baba cuando le viese. Además el chico le resultaba familiar

Una chica con el pelo largo y de un color negro brillante sonrió cuando Kirley la miró en busca de explicaciones.

- Sólo una bromilla para relajar el ambiente- dijo con un pestañeo inocente.

Se hizo el silencio y Lily se dio cuenta de que era porque los cuatro músicos la estaban mirando intentando adivinar quién era. Kirley la tomó de la mano.

- Chicos, os quiero presentar a mi novia- dijo con una sonrisa

Lily saludó tímidamente con la mano.

- La famosa Lily…- murmuró con una sonrisa el chico de los brazos tatuados- Yo soy Jeff, el bajo del grupo.

- En todos los sentidos- añadió la chica morena con un guiño y un movimiento de melena muy sexy; Lily pensó que era una chica deslumbrante; Jeff entornó los ojos.- Yo soy Mandy, la cantante.

Lily le dio la mano.

- Yo soy Bratt, batería- la pelirroja también la saludó, era un chico robusto que tenía pinta de portero de discoteca, pero con una cara mucho más amigable.

- Y yo Virginia- Una chica rubia y un poco rellenita la saludó con una sonrisa afable- me encargo del teclado. Encantada de conocer a la chica que se atrevía a interrumpir los ensayos de Kirley…

Todos se rieron, Lily un poco avergonzada de que les hubiese contado esa historia.

- ¡Es cierto! ¡La pequeña Lily Evans!-exclamó Jeff- Vaya cambio has dado…

Lily miró sin entender muy bien.

-Soy Jofrain Howard- se presentó el muchacho con una encantadora sonrisa.

- ¡No!- exclamó Lily sorprendida

- Sí- contestó el chico riendo, coreado por los demás.

- Pero si tú… ¡tú eras así!- exclamó la pelirroja mostrando su dedo meñique- ¡Y eras prefecto, y llevabas el pelo engominado hacia atrás! ¡Y eras un empollón!

Jeff se rió y extendió los brazos.

- Me caí en una marmita llena de poción transmutadota.

Lily tuvo que considerarlo dos segundos antes de darse cuenta de que era una broma y echarse a reír. La verdad, es que el chico había dado un cambio para mejor bastante notable.

Después de charlar unos minutos más, el grupo se dispuso a acabar de montar el escenario. Lily se ofreció a ayudar a las chicas a arreglarse y preparó unos sándwiches para que cenaran algo antes de la actuación. Estaba casi tan nerviosa como ellos. Meaghan llegó una hora después y después de que su hermano se la presentase a todos, se puso a ayudar como Lily.

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El local se había llenado enseguida, pero como decían cautamente Kirley y Virginia, en el "Liquid" eso era normal todos los sábados. El dueño, el tío de Mandy, les había dado esa oportunidad y todos querían quedar a la altura. Lily espiaba detrás de la cortina del improvisado vestuario mientras los demás, intentaban tranquilizarse.

- Vamos chicos- decía Meaghan, metiéndose en su papel de capitana del equipo de Quidditch- Ahí fuera están esperando que deis lo mejor, muchos os quieren ver fallar, os quieren poner a prueba, pero vosotros sois más fuertes…

- Meg- suspiró Kirley

- ¿Qué?

- Cállate, Virginia está a punto de vomitar por tu culpa.

Meaghan negó con la cabeza murmurando algo sobre los ánimos templados que hay que tener para jugar a Quidditch, luego se dio cuenta de que eso no era un partido y pidió disculpas. Le costaba poco sacar su faceta deportivo-agresiva.

El dueño subió al escenario y el ruido fue reduciendo hasta ser un leve murmullo.

- Buenas noches a todos… Esta noche, como ya sabéis, vamos a contar con una actuación en directo… así que preparaos para recibir a "Las Brujas de Macbeth" dijo el hombre, provocando un estallido de aplausos.

Los integrantes del grupo inspiraron y empezaron a salir al escenario, vestidos con sus túnicas rasgadas y peinados extravagantes, que entusiasmaron más al público.

Kirley, antes de salir, besó a Lily y ella le atrajo profundizando el beso con tanto ímpetu que el chico tuvo que sujetarse a la pared para no caer al suelo.

- Para que te de suerte- murmuró la pelirroja al separarse

- Ahora ya no estoy tan seguro de querer salir ahí fuera- bromeó el chico- quizás debería quedarme aquí para que me siguieras dando suerte- dijo guiñando un ojo, antes de desaparecer.

Lily sonrió ruborizada y luego bajó las escaleras que llevaban a la pista. Meaghan la esperaba abajo, con cara de circunstancias.

- Esperemos que no desafinen demasiado- murmuró, Lily le mandó una mirada de reprimenda

Las dos chicas se adentraron entre la multitud cuando empezaban a sonar los primeros acordes. Nos les costó encontrar a Susan, saltando emocionada y vestida con unos llamativos pantalones de cuero rosa y botas de piel de dragón, con una cerveza en la mano.

- ¡Son fantásticos!- exclamó la chica cuando vio a sus amigas- ¡Y el bajo está tremendo!

Meg y Lily se miraron y sonrieron.

- Es Joffrain Howards- dijo Lily

- ¿El prefecto repeinado? ¡Madre mía, qué le han dado de comer para que se ponga así!- exclamó la chica volviendo a saltar de nuevo.

Remus estaba un poco por detrás, hablando con Liza Benalli. Sirius y James estaban en una de las mesas, con Sylvia, Anne y alguna chica más de la escuela, riéndose y bebiendo. Parecía gustarles también la música.

Después de la primera canción, todo el mundo aplaudió fervientemente y los músicos se animaron. Lily le hizo un gesto con el pulgar a Kirley y le mandó un beso. El ambiente estaba muy animado. Las chicas empezaron a contagiarse de la euforia.

Susan se acercó a Remus y le abrazó por detrás para darle un beso en la mejilla.

- ¿No vienes a bailar?- preguntó dando saltitos- Hola Liz- saludo a la Ravenclaw.

- Hola- le contestó la chica con una pequeña sonrisa.

- Ahora voy Sus- dijo Remus. Le dio un beso e los labios y la rubia se alejó dando saltos de nuevo.

- Vaya, no sabía que salías con March- comentó Liza señalando a la rubia- Nunca me lo hubiera imaginado.

Remus sonrió y asintió.

- Me gustaba desde hacía un tiempo se lo pedí y… bueno…

- Fueron felices y comieron perdices- acabó la Raven haciendo reír al chico- Acuérdate que me debes un helado- dijo

- Es cierto, haces bien en recordármelo- dijo el chico sonriendo- Cuando quieras

- Te lo recordaré- añadió Liza- Bueno, nos vemos.

El licántropo se despidió con la mano y volvió con Susan, que le recibió con un abrazo eufórico y le obligó a bailar pese a su resistencia. Remus se dejó hacer dócilmente.

Lily comprobó, contenta, que el grupo estaba gustando y que había muy buen ambiente, no obstante no estaba del todo a gusto rodeada por tanta gente eufórica, le hacía sentirse un poco desplazada. Ella no se sentía tan exultante de felicidad, claro que se alegraba por Kirley y estaba segura de que él estaría muy feliz, pero ella se sentía un poco culpable por no poder disfrutar tanto del momento. A fin de cuentas, tenía siguiendo bastantes problemas. Todo resultaba demasiado abrumador y estaba empezando a sentirse extrañamente triste. Se separó de sus amigas con el pretexto de ir al baño y rápidamente se escabulló por la puerta del servicio, que daba a unas escaleras y un patio interior donde se guardaban las cajas vacías y se tiraba la basura.

Lily se apoyó contra la pared y se dejó caer hasta quedar sentada en un peldaño, mirando el cielo estrellado. Se sentía sola. Sola y triste, rodeada de gente feliz… Y todas sus preocupaciones surgieron de nuevo, atormentándola intensamente.

Dentro del local, Meaghan decidió que sus pies y sus oídos necesitaban un descanso urgente, y se sentó en una de las mesitas que rodeaban el local, siguiendo el ritmo de la música con el pie y riéndose cada vez que Susan le daba un meneo a Remus y éste ponía cara de circunstancias.

- ¿Dónde te habías metido, mi amor?- canturreó Sirius a su lado. Meaghan se giró y le dedicó una mirada desdeñosa mientras Sirius se sentaba a su lado, moviendo la cabeza exageradamente.

- ¿Te está dando un ataque de epilepsia?- preguntó la chica.

- Estoy bailando- contestó el chico, pasándole una cerveza.

- A todo le llaman bailar- murmuró Meaghan dándole un trago al botellín.

Sirius ignoró el comentario y oteó el local desde donde estaba sentado.

- Hoy hay buen ganado- comentó con una sonrisa lasciva, mirando a una joven con un vestido demasiado corto para ser incluso de una muñeca.

Meaghan le miró de lado y luego negó con la cabeza.

- ¿Qué pasa?- preguntó el chico con curiosidad.

La chica pareció considerarlo unos momentos antes de contestar.

- Pues no sé, Black… no entiendo que puede tener de interesante enrollarse con una tía así- dijo señalando a la chica con la cabeza

- Tiene muchas cosas interesantes- contestó él alzando las cejas sugerentemente y sonriendo.

Meg inspiró frustrada.

- Lo que tú digas…- murmuró

- ¿Qué propondrías, si no?- dijo el moreno un poco molesto.

Meaghan miró a la gente que la rodeaba unos instantes.

- Esa chica rubia de ahí parece interesante, la de la camiseta morada- dijo señalando disimuladamente a una chica un poco rellenita, pero con unos ojos preciosos.

Sirius frunció el ceño y miró a Meaghan.

- ¿Qué?- preguntó picada la chica- Al menos tiene pinta de tener criterio, y seguramente sea capaz de entender la carta de un restaurante sin ayuda…

- Pero no es muy…- empezó a decir el muchacho

- ¿Guarra?- le ayudó Meg

- Guapa- contestó Sirius frunciendo aún más el ceño- A mi me gustan las chicas guapas, a parte de inteligentes, simpáticas…

Meaghan rió de forma sarcástica.

- Sí, guapas e inteligentes como Anne, que cree que "Mar Mediterráneo" es una línea de productos faciales… Eres superficial, Black.

- ¡No lo soy!-protestó el chico poniéndose serio

- Sí lo eres

- ¡Y tú te crees demasiado buena para los demás!

Meaghan hizo una mueca de disgusto y tardó un par de segundos en reaccionar, bastante enfadada.

- ¡No es verdad! ¡Tú eres el que se cree mejor que nadie!

- ¡Claro que sí!- contestó Sirius- Mira, voy a ir a hablar con esa chica que dices, para demostrarte lo poco superficial que soy.

Meahan cruzó los brazos.

- Pues yo… ¡Yo voy a conocer a un montón de gente! ¡Para que veas que no tengo ningún tipo de problema!

Y ambos jóvenes salieron decididos en distintas direcciones, dispuestos a demostrar que eran mejores personas que el otro.

James estaba hablando y tonteando con Sylvia cuando vio como Lily salía por la puerta trasera. Pensó que quizás había ido a buscar algo, pero se sentía inquieto y no dejó de mirar la puerta, perdiéndose en la conversación con la chica.

- James… ¿Pasa algo?- preguntó con voz ronroneate Sylvia, obligándole a mirarla- Estás algo despistado…

James sacudió la cabeza. Había pasado un buen rato y Lily no había vuelto. Estaba empezando a preocuparse.

- Estoy un poco… mareado... ahora vengo- se disculpó sin apartar la mirada de la puerta por la que había salido la pelirroja.

- ¿Te acompaño?- se ofreció Sylvia

James negó con la cabeza y sonrió de manera seductora.

- Será un momento. Enseguida vuelvo contigo.

Sylvia le devolvió la sonrisa, pero no todo lo francamente que le hubiera gustado. La guapa morena estaba notando cambios en James; estaba más callado, más tranquilo y no tenía tantas ganas de salir como antes. Incluso había ido a cenar a casa de McCormack. Fuese lo que fuese, la chica intuía que se estaba distanciando de ella lo poco que había conseguido acercarse, y eso no le gustaba nada.

Cuando James abrió la puerta, dejando filtrarse por unos segundos el sonido del grupo, Lily alzó la cabeza sobresaltada. El chico cerró la puerta tras de sí; Lily no podía verle la cara demasiado bien, pero parecía estar preocupado.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó sentándose a su lado en la escalera.

Ella encogió los hombros y apoyó la barbilla sobre los brazos.

- Me estaba agobiando dentro… ¿Y tú?

James la miró unos segundos, y luego suspiró.

- También

- No tienes que quedarte, estoy bien- susurró la chica.

A James esa frase le disipó cualquier duda que pudiera quedarle; Lily no estaba bien. A juzgar por cómo le brillaban los ojos no estaba nada bien.

- Estoy bien aquí.

Tras unos segundos en silencio, Lily sonrió mirando el cielo.

- ¿Sabes? Dicen que hay más estrellas en el cielo que granos de arena en las playas del mundo… ¿Te gusta la playa, James?- preguntó con dulzura

- Me molesta la arena- contestó el joven, revolviéndose el pelo, esa situación le estaba creando una fuerte aprehensión; sabía que Lily estaba mal y ella le hablaba de estrellas, arena y playas.

- Mi padre decía lo mismo… se quejaba de que se le metía por todos lados… Pero a mi madre siempre le ha gustado- explicó Lily- Ella me enseñó a nadar.

James asintió incómodo y Lily le miró, fue como un fuerte golpe para el joven verla tan… triste.

- ¿Por qué todo me recuerda a ellos?- murmuró con una sonrisa débil- ¿Por qué empiezo a guardar recuerdos de mi madre, como si no fuera a haber más?

Una lágrima tímida empezó a resbalar por su mejilla, y Lily la secó rápidamente.

- Soy tonta

James, tentativamente, le acarició la mejilla, como había hecho la noche de antes y ella cerró los ojos, de los que empezaron a brotar más lágrimas silenciosas.

- Eres fuerte- murmuró él- Demasiado Lily. No está mal llorar ni que te consuelen…

Lily gimió débilmente y asintió, y casi a la vez James la atrajo hacia él y ella se abrazó a su cintura, llorando débilmente. Él mismo estaba a punto de llorar. Ver a Lily a sí le llenaba de rabia y de impotencia porque no podía hacer más que sostenerla y secarle las lágrimas. Parecía tan ligera, tan débil, tan indefensa… y eso le hacía añicos el corazón.

Lily sentía como cada una de esas gotas limpiaba un poco su cabeza, dejándola triste, pero sosegada. Y James la arrullaba dulcemente, haciéndola sentir segura a su lado. Si se lo hubieran dicho unos meses antes se hubiera reído. Su voz era cálida y no le importaba que la viera débil porque él la entendía.

Cuando los gemidos fueron bajando de intensidad, se atrevió a mirarla.

- Perdona por el espectáculo- dijo la chica restregándose los ojos- Espero que no se repita…- añadió con una sonrisa.

- Yo espero que se repita cuanto sea necesario- dijo James seriamente, mirándola tan intensamente que Lily bajó la mirada- Deja que te devuelva un poco de lo que tú me das, Lily…

La pelirroja levantó la vista, con la boca abierta y turbada, sin saber muy bien qué le había dicho James, pero intuyendo algo muy fuerte detrás. Él seguía mirándola. Y Lily sintió que algo muy pesado se desplomada dentro de ella, haciéndola vibrar y asustarse mucho. James acercó de nuevo la mano hasta su mejilla y la acarició con la punta de los dedos.

- Estoy aquí- susurró suavemente, pero Lily le oyó perfectamente, sin poder apartar la mirada de sus ojos serios e intensos.

- ¡Oh! ¡Aquí estás, Lils!- la puerta se abrió, y Kirley salió al patio, sonriendo y con las mejillas encendidas, Lily y James le miraron sorprendidos, como si por un momento se hubieran olvidado de dónde estaban- ¿Pasa algo?- preguntó desconcertado.

La pelirroja inmediatamente se levantó y sonrió.

- Me he mareado un poco dentro y James me estaba haciendo compañía- contestó, mintiendo sólo a medias- Lo siento por no haber estado dentro al final- se disculpó mientras James se levantaba también.

- Eso no importa… ¿Estás bien?- dijo Kirley tomándola de la mano, James notó un pinchazo de rabia en el pecho.

- Sí- contestó la pelirroja- Perfectamente ¿Entramos y me cuentas todo?

Kirley sonrió y siguió a Lily hasta la puerta, no sin antes mandarle una mirada de reojo a James, que con las manos en los bolsillos, miraba en otra dirección.

Kirley no era idiota. Sabía lo que Lily significaba para el Merodeador, pero no podía culparle porque él mismo se sentía fascinado por ella. A él sólo le importaba que Lily era demasiado inocente para darse cuenta y que estaba con él… Aunque no podía dejar de sentirse celoso.

Dentro, Remus y Susan bailaban abrazados, la chica le cantaba el estribillo de la canción que sonaba en ese momento, después de la actuación del grupo. Remus sonreía y la estrechaba aún más contra él.

- ¿Estás cansado?- susurró ella separándose un poco y mirándole a los ojos.

Remus enrojeció un poco, abrumado por las emociones que había desatado esa mirada.

- No, estoy genial…

Susan tomó su cara entre las manos y le besó lentamente, sin dejar de bailar con él. Remus le mordió el labio. Se sonrieron mutuamente y Susan apoyó la cabeza en su hombro.

- ¿Quieres que vayamos a dar un paseo?- propuso entonces el chico.

Susan le miró unos segundos y luego asintió con una sonrisa, tomando una de las manos del licántropo entre las suyas.

- Me parece una idea fabulosa

Después de avisar a Lily de que se iban, ambos salieron del local. Las calles estaban tranquilas y hacía un poco de frío, pero ambos tenían las mejillas y el corazón encendidos, así que no lo notaron. Sabían bastante de la magia como para ignorar que esa noche tenía algo de mágico.

Sirius, que no se había sentido tan seguro de sí mismo una vez hubo dejado a Meaghan atrás, estaba ahora en su salsa. Resultaba ser que Claudia, la chica rubia, era bastante agradable. Bueno, ella y sus amigas. Eran de Hogwarts, de quinto, Sirius no las recordaba, aunque ellas sí que le conocían. Estuvo un buen rato bailando y hablando con ellas, hasta que el grupo acabó su actuación y se disculpó para ir a buscar a Meaghan y demostrarle lo profundamente profunda que era su personalidad.

Claro, que lo que menos esperaba era encontrarla con un chico, para más señas un chico que la tenía agarrada por la cintura y estaba solapando su boca a la de la chica. Sirius hizo una mueca de enfado y se acercó hasta la pareja. Dio unos golpecitos con el dedo índice en el hombro de Meaghan.

- Ehem, ehem.- tosió falsamente

Meg se separó de su nuevo "amigo" y miró a Sirius con una cara de entre sorpresa y aturdimiento.

- ¿Qué quieres Black?- preguntó el chico con un gruñido, Sirius lo reconoció de la escuela, Amos Diggory, otro Huffie que jugaba en el equipo con Meaghan.

Sirius miró a la chica alzando las cejas, haciendo una pregunta muda. Meg sólo le contestó con cara de resignación y alzando los hombros.

- Vengo a buscar a McCormack- contestó Sirius sin mirarle- Me voy y venía a preguntarle si quería venir conmigo.

- Déjanos en paz Black- contestó Amos- Yo mismo la acompañaré

Meaghan se deshizo no muy delicadamente del brazo de Diggory.

- Puedo decidir por mí misma Amos…

- Pero…- contestó el chico turbado.

Meg suavizó su expresión.

- Nos vemos otro día ¿vale? Le dije a mi madre que no llegaría tarde.

El Huffie hizo una mueca de desagrado y un débil asentimiento. Sirius, que había permanecido impasible todo el rato, siguió a Meg cuando empezó a abrirse paso entre la multitud.

- Gracias por la vía de escape- dijo ella, parándose cerca de la salida- Dile a mi hermano que me he ido, por favor.

Sirius negó con la cabeza.

- No, yo también me marcho- contestó el chico, más serio de lo normal.

Cuando hubieron avisado a Kirley y a Lily, ambos salieron a la calle. Meaghan observaba fijamente el suelo.

- ¿Por qué te estabas enrollando con Diggory?- espetó entonces Sirius

- ¿Por qué no?- contestó ella sin dejar de mirar el suelo

- Porque es evidente de que no te gusta y has aprovechado la primera oportunidad para escaquearte.

Meg suspiró y le miró, frunciendo el ceño.

- ¿Desde cuando tengo que darte explicaciones?

Sirius abrió la puerta del Caldero Chorreante y no dijo nada hasta que no salieron del local.

- Espero que no lo hayas hecho por lo que te dije

- ¡Claro que no!- exclamó enfadada Meaghan.

Se miraron a los ojos un momento y ella apartó la mirada.

- Al menos, no sólo por eso- murmuró

- ¿Qué quieres decir?- preguntó Sirius sentándose en la acera de la calle. No había nadie y sólo se oía el ruido del tráfico lejano. Los barrios comerciales de Londres estaban desiertos por las noches.

- ¡Pues que empiezo a estar harta de que todos penséis que soy un bicho raro! Siento que tengo escamas verdes o algo así… y antes nunca me había importado pero ahora… Y yo que sé, pensé que hacer algo "normal"…

Sirius la miró desde el suelo, dibujando una sonrisa encantadora en sus labios, pero una plenamente sincera.

- Yo pienso que eres guay, Meg. No decía en serio lo de que te crees mejor que nadie- contestó el chico- Eres la mujer que conozco con la que tengo mejor relación.

Ella entornó los ojos, contrariada.

- ¡Es verdad!- Sirius se levantó- Siempre he admirado a la gente con carácter…- Meaghan le miró alzando una ceja- Eres mi mejor amiga, casi mi única "verdadera" amiga…

- Sirius, se te va la olla- contestó ella riendo- No somos amigos

- ¡Ja! Eso es lo que tú te crees- le contestó él con una sonrisa- Claro que lo somos.

Ella volvió a sonreír mientras Sirius se ponía a canturrear alrededor de una farola el "Amigos para siempre".

- Oye, que me encanta ver como haces el gilipollas, pero aquí empieza a hacer frío…- protestó la chica.

- ¡Pues ven a bailar!- exclamó Sirius empujándola hacia él y haciendo que diera una vuelta sobre sí misma.

Estuvieron haciendo el tonto, bailando al ritmo de lo que cantaban, recordando canciones viejas de taberna. Brincando por la calle y haciendo coreografías dignas de Broadway.

Justo cuando estaban interpretando libremente una de las canciones de "West Side Story", con Meaghan dando saltos encima de un banco, salió James, acompañado de Sylvia, Anne y algunas personas más.

Meaghan se puso roja y Sirius se empezó a reír bajo las miradas atónitas de todo el mundo.

- Parece que tenemos público Meg- dijo ayudándola a bajar del banco.

Meaghan asintió, aún colorada.

- Bueno Pad, si decides que lo tuyo no son los musicales, puedes venirte a tomar algo con nosotros- dijo James con una sonrisa burlona.

Sirius asintió.

- ¿Te vienes?- le preguntó a Meaghan.

Ella negó lentamente por la cabeza.

- No me sentiría muy cómoda- susurró señalando con la cabeza al grupo de jóvenes- No creo que les haga mucha gracia…

- No digas tonterías…

Meaghan volvió a negar con la cabeza y levantó su varita para parar al autobús Noctámbulo.

- Muchas gracias- dijo subiendo al autobús violeta- Hacía mucho que no me lo pasaba así de bien.

Sirius metió las manos en los bolsillos mientras observaba cómo el autobús de tres pisos desaparecía en la noche.

- Ni yo tampoco- murmuró

- ¡Vamos Pad!- chilló James, Sirius se apresuró a alcanzarles, sonriendo de nuevo.

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- ¿Dónde me llevas?

- No seas impaciente…

- ¿Puedo quitarme la venda?

Remus caminaba detrás de Susan, que llevaba los ojos vendados. Suerte que aa esas horas no había mucha gente por la calle que les pudiera ver.

- No… Es sorpresa- le repitió Remus por quincuagésima vez con tono paciente- Si no, no tendrá gracia…

- ¿Falta mucho?- preguntó Susan con tono aniñado

- 10 segundos menos que la última vez que preguntaste… Cuidado, un escalón…

Caminaron unos minutos más y Susan oyó como Remus murmuraba un hechizo y seguían caminando. Poco a poco dejó de oír el sonido del tráfico y el aire se volvió más puro.

- ¿Ya?- volvió a preguntar Susan- ¿Cuál es la sorpresa? ¿Llevarme a Mallorca caminando?

- Falta poco…- dijo riendo el chico- Siéntate aquí y no te muevas.

Susan se acomodó donde le indicaba el licántropo, una superficie lisa y fría, intentando ver algo por debajo del pañuelo. Oyó como Remus murmuraba otro hechizo.

- Oye, ni se te ocurra abandonarme aquí…- protestó la chica.

Remus entonces se puso detrás de ella y le quitó el pañuelo de los ojos.

- Oh…- susurró Susan impresionada.

Lo primero que vio fue una luz tenue, que la rodeaba por completo, poco a poco descubrió las rosas, el césped y las dos pérgolas que tenía a derecha e izquierda. Estaba sentada en un trono de piedra. Todo parecía surgido de un cuento de hadas.

- ¿Dónde estamos?- preguntó la chica casi sin respiración, girándose para ver a Remus.

Él sonrió complacido, viendo su cara de sorpresa.

- En tu película favorita: tenemos las rosas- dijo señalando las flores- la bella y la bestia- dijo señalándola a ella y así mismo alternativamente.

Susan sonrió y se levantó del trono, dio una vuelta sobre sí misma y se acercó a Remus para plantarle un sonoro beso en los labios.

- Es… es… maravilloso- susurró volviéndole a besar.

Remus le acarició el pelo suavemente y le devolvió el beso.

- Te lo recordaré cuando nos detengan por colarnos en Hyde Park- le contestó con una sonrisa.

Susan reconoció entonces el sitio, el Jardín de las Rosas, en el parque más famoso de la ciudad. Y vio que Remus había conjurado unas cuantas velas para iluminarlo.

- Eres tan…- susurró quedándose sin palabras y abrazándole y besándole profundamente de nuevo.

Remus la levantó unos centímetros del suelo, sin dejar de besarla.

- Te quiero- murmuró el licántropo a escasos centímetros de sus labios, juntando sus frentes.- Te quiero, te quiero, te quiero…

Susan le miró, sonriendo, tan feliz que casi brillaba

- Yo también…- le contestó y se separó de él con una sonrisa juguetona, cogiendo al chico de la mano y guiándole hacia una de las pérgolas. Con un gesto de su varita conjuró un bonito diván dentro.

- ¿Qué haces?- preguntó Remus

La rubia le guiñó un ojo y se tumbó en el diván, con los ojos cerrados.

- Ahora me toca a mí- contestó ella- Me tienes que dar un beso para despertarme de mi sueño eterno…

Remus se echó a reír y se arrodilló delante del diván. Susan le observaba con un ojo entreabierto.

- Se supone que tienes que estar dormida…

- Bésame ya y cállate- protestó la chica incorporándose un poco y empujando al licántropo sobre ella, encima del diván.

Remus, entre risas, la besó de forma juguetona, pero ella profundizó el beso rápidamente y el chico exhaló un suspiro de satisfacción mientras sus manos iban hasta la cintura de la chica y se colaban debajo de la fina camiseta, acariciando con delicadeza su suave piel. Susan gimió y empujó contra ella la espalda del muchacho mientras rodeaba con una pierna las caderas de Remus. Enseguida notó las manos de Remus levantando su camiseta y su dulce aliento sobre la piel del cuello.

Ninguno de los dos recordaría Hyde Park de la misma forma a partir de esa noche.

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Bueno… ¡Feliz Navidad a todos! Espero que os hayan regalado muchas cosas, que no os podáis mover del empacho de turrón y que os lo estéis pasando muy bien. Yo vengo a traeros este regalito con un poco de retraso, espero que lo leáis (aunque no sé, seguramente estos días tenéis mejores cosas que hacer que pasar por aquí…). Espero que lo disfrutéis y que me dejéis un reviecillo navideño.

Feliz año nuevo por adelantado! Y muchas muchas gracias por todos vuestros reviws!