Disclaimer: Nada es mío, todo pertenece a otra gente y/o otras empresas y lo único que yo consigo es desgastar mis neuronas y las teclas del teclado.
Stand by my side
Palabras de vida y muerte
Lily se dejó caer en la cama, agotada tras la larga noche. Con los ojos bien cerrados y las manos encima del rostro rememoró por millonésima vez en pocas horas el beso de James. También su beso…toda la pasión arrojadora que había sentido descontrolarse en su interior, el deseo de abrazar a James, de besarle con fuerza, de conocer los escondrijos de su piel…
Se sentía sucia y traidora. Volvió a llorar en silencio. Kirley no se merecía eso. Era un chico estupendo, que la cuidaba y la hacía feliz, irreprochable… Y ella se había besado con James, un vividor, un Don Juan encantador para el que no tenía más importancia que un buen recuerdo… Y sin embargo nunca había sentido con Kirley y con sus caricias lo que James había logrado con un beso; lo que aún le hacía sentir. Ese beso había sido un error, pero Lily aún lo sentía sobre sus labios.
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Meaghan iba tarareando cuando se bajó del autobús, jugueteando con una rosa que Sirius le había puesto en el pelo mientras bailaban un tango a escondidas de la salchicha frankfurt y la albóndiga con bigote; es decir, la señora Mittens y el señor d'Husard. Al final había sido una noche divertida.
- Meg…- susurró una voz en la oscuridad.
La Huffie se dio una vuelta sobresaltada.
- ¡Susan! ¿Qué pasa?- dijo agachándose al lado de la rubia, que estaba sentada en el suelo del porche, con un aspecto bastante desmejorado.
Sin poder hablar, la chica se lanzó a los brazos de su amiga, gimoteando.
- Me he ido de casa…- dijo entre lágrimas- Y Remus me ha dejado…
- Susan…- susurró Meg acariciándole suavemente el pelo- vamos, entramos y me lo explicas todo.
Una vez dentro de la casa, Meg preparó café y Susan se tomó una taza, intentando calmarse.
- Perdona por haber venido aquí, pero… No quiero preocupar más a Lily de lo que ya está con lo de su madre…
Meaghan asintió. Lily todavía no le había contado que era lo que tanto le preocupaba, pero decidió que ése no era un buen momento para preguntarlo.
- He decidido irme de casa. Mis padres son… son horribles y no quiero tener nada que ver con ellos.- siguió explicando la chica, hipando y mirando la taza- Esta noche Remus me dejó por su culpa y… tomé mi decisión.
Meg tomó la mano de su amiga entre las suyas y le dio un apretón.
- Seguro que Remus te apoyará ahora en lo que sea Susan, es un buen chico. Y yo también estoy aquí para lo que necesites…
La rubia sonrió débilmente mientras apretaba con nerviosismo su taza de té.
- He ido a su casa esta noche, unas horas después de que me dejara… estaba con otra- murmuró débilmente.
Meg abrió los ojos desorbitadamente, notando como la rabia empezaba a salir a chorros por todos los poros de su piel. Pero supo contenerse y no decir ni una palabra, insultar al chico no iba a mejorar el estado de Susan. Sólo la abrazó, mientras empezaba a llorar de nuevo, silenciosamente.
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Las estrellas brillaban con fuerza y James las miraba sin prestarles atención, sentado en el alféizar de la ventana de su habitación, mientras Sirius dormía profundamente.
Lily no le dejaba dormir. Su cara de dolor, sus lágrimas… sentía que se había aprovechado de su vulnerabilidad, que la había traicionado. Había roto algo frágil dentro de la pelirroja. Y eso también le dolía a él.
Y el beso… ese beso perfecto e insuperable… la felicidad no había tenido nunca una definición tan precisa. Y ahora todo se había ido al traste. Lily estaría echa polvo, no querría volverle a hablar, y posiblemente se lo contaría todo a Kirley, a Meaghan y a Susan… Remus tenía razón. Había entrado en un campo de minas y al final había conseguido hacerle daño de nuevo a la pelirroja.
Sin sueño, se metió en su cama, desando que las últimas 12 horas de su vida se borrasen por completo
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Remus, estirado en la cama, miraba el techo con expresión neutra. Liz se había ido. No tenía muy claro cuando, pero la chica se había marchado porque no oía a nadie en la casa. Todo había sido tan rápido…
En el bar habían bebido mucho, más de la cuenta. Lo siguiente que recordaba era estar besando a Liz en el portal de su casa, y le dio igual. Estaba enfadado, estaba triste y borracho y le daba igual todo. Quizás Liz era una chica más acuerdo con sus posibilidades, mejor par él. Se habían acostado.
Eso no había mejorado las cosas. Liz parecía satisfecha, tumbada a su lado. Pero él se seguía sintiendo vacío y triste. Su enfado había sido sustituido por una sensación de congoja molesta, que le recordaba que la chica que tenía entre sus brazos no significaba nada para él.
Entonces había llegado Susan, sonriendo y con su vitalidad de siempre, diciéndole que se había escapado de casa y queriendo compartir ese momento tan importante con él… porque le quería tanto como él a ella.
Nunca se le olvidaría la expresión de su cara, sus mejillas súbitamente blancas, ni sus ojos llorosos… Las ganas que tenía de que le insultara y le pegara… y como ella se había ido, lentamente, con la vista perdida y sin su sonrisa…
La había perdido y justo cuando ella necesitaba más su ayuda.
El cansancio pudo con el licántropo cuando llegaron las primeras luces del día. En su mano, doblada, estaba la fotografía de Susan que guardaba desde hacía tanto tiempo.
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El sábado Lily no salió de la cocina en todo el día y James no trató de entrar, buscando muchas cosas que hacer en la recepción. Meaghan no se dio cuenta de ello, cansada y preocupada como estaba por Susan. A la hora de comer, aprovechó las entradas y salidas de la cocina para contárselo todo a la pelirroja, que tampoco tenía un aspecto muy descansado.
- ¿Cómo está Sus?- preguntó cuando Meg acabó de hablar
- Fatal… esperaba que Remus estuviera a su lado y ahora…- contestó la Huffie frunciendo el ceño.
- Esta tarde iré a tu casa y le diré que se venga conmigo
- Puede estar en mi casa lo que haga falta, Lils.- dijo la morena- hay sitio de sobra.
Lily sonrió agradecida mientras acababa de llenar una de las bandejas.
- ¿Y qué piensa hacer?- preguntó
- Esta mañana ha ido a vaciar su cuenta de Gringotts y a buscar trabajo, dice que necesita distraerse…
La pelirroja asintió
- De todas formas iré contigo, así también veré a Kirley…- dijo bajando la vista.
Meg cogió la bandeja con una sonrisa y se fue, sin notar la cara de circunstancias de la pelirroja.
Ambas jóvenes pidieron un permiso para salir dos horas antes y la señora Mittens se los tuvo que conceder a regañadientes, atendiendo a que habían trabajado hasta tarde la noche anterior.
Cuando llegaron a casa de los McCormack, Susan estaba limpiando el polvo en el salón mientras Kirley preparaba algo que olía deliciosamente en la cocina.
- Sus, cielo- murmuró Lily dándle un caluroso abrazo- ¿Estás bien?
Susan encogió los hombros y esbozó una pequeña sonrisa.
- Hecha polvo y con una hamburguesa por corazón… pero liberada… Tenía que haberme ido de casa antes.
Lily volvió a abrazarla efusivamente.
- Cualquier cosa que necesites…
La rubia asintió.
- ¡Hola Lily!- Kirley salió de la cocina ataviado con un delantal floreado y portando una bandeja con un guiso de aspecto delicioso.
La pelirroja se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, intentando sonreír pese a que se sentía muy mal
- ¿Ya les has contado la buena noticia?- rodeando por los hombros a la pelirroja y mirando a Susan.
Ésta negó con la cabeza, sonriendo.
- He encontrado trabajo- dijo
- ¿Dónde?- preguntó Meg.
- Va a ser nuestro manager- anunció Kirley- Nadie mejor que ella conoce el mundillo de la música, y tiene los contactos y la facilidad para hacerlos.
Susan sonrió ante el cumplido.
- Me estaba empezando a deprimir porque no encontraba nada… Bueno, me estaba deprimiendo más- matizó Susan- y cuando llegué aquí me encontré a Kirley y me contó que buscaban a alguien… ¡Me voy con el grupo de gira de verano!- exclamó.
- ¡Eso es genial!- exclamó Lily mirando a Kirley, que le guiñó un ojo.
- Sí, así mantendrá lejos a las fans locas- bromeó en susurros, luego le dio un beso en la nariz.
Lily volvió a sonreír sin convencimiento y luego abrazó a su amiga.
- Te irá bien marcharte una temporada- dijo Meaghan, felicitándola también.
- Eso espero- suspiró la rubia recibiendo los abrazos de sus amigas.
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Remus esperaba a la salida del club, sentado en la acera, con la cabeza entre las manos. Preguntar a Lily y a Meg por Susan era lo único que se le había ocurrido, ya que por supuesto no podía ir a buscarla a su casa. Se sentía nervioso y culpable, además de cómo un completo gilipollas. Lo que había hecho era… horrible, sobretodo porque seguía enamorado se Susan. Le había echado la culpa a ella cuando desde el principio quien había tenido dudas había sido él… y si bien Susan no le defendió, no se merecía ni una décima parte de lo que le había hecho.
- ¿Remus? ¿Qué haces aquí?
El licántropo se giró, alejado de sus pensamientos, y se levantó.
- Hola James… ¿Falta mucho para que salgan Lily y Meg?- preguntó
James negó con la cabeza.
- Se han ido hace un par de horas, no sé por qué.- contestó el chico
Remus encaró las cejas.
- ¿Problemas?
- Lo mismo pregunto yo- contestó James, rodeando los hombros de su amigo con un brazo- Anda, vamos a mi casa y hablamos.
Una vez en casa de los Potter, en el salón que James solía usar, Remus les contó toda la historia a sus amigos; Sirius ya estaba en casa cuando ellos llegaron.
Ninguno de los dos dijo ni una palabra durante el relato. Ni Sirius, aunque se le ocurría algo que decir cada cinco segundos, se mordía la lengua. Nunca había visto tan triste a Remus.
Cuando el licántropo acabó, levantó la vista, esperando la respuesta de sus amigos. Sirius sólo alzó las cejas e hizo una mueca con los labios. James miraba al suelo.
- No sé que decirte, Remus…- murmuró suavemente James- En otras circunstancias te hubiera dicho no sé… algo… pero, pero…
- Te has comportado como un cabrón- dijo Sirius tajante- Sabes que March no me gusta, pero la verdad es que la chica se lo estaba currando contigo, y estaba tan asquerosamente colgada como tú…. No entiendo por qué lo has hecho.
Remus miró a su amigo furioso.
- Gracias Sirius, por recordarme lo que ya sabía y hacerme sentir mejor.
- ¿Qué querías que te dijese si no?- preguntó el moreno frunciendo el ceño
- Ni que tú fueras un corderito con las mujeres…- espetó amargamente Remus.
James levantó una mano cuando Sirius iba a replicar.
- Basta ya. No empeoremos la situación… Sin duda lo que tienes que hacer es hablar con ella.
- No sé donde está- dijo Remus suspirando y levantándose de su sillón.
- Meg lo sabrá- contestó Sirius- Iré a preguntárselo.
El moreno se levantó y salió de la habitación con una última sonrisa.
- Ahora ya podrás contarle a Remus lo de anoche con Lily, seguro que el te sabe aconsejar mejor que yo- dijo antes de marcharse.
James miró sorprendido a su amigo y luego sonrió. Sirius no era ni mucho menos tan superficial y despistado como se empeñaba en demostrar.
Remus miraba a su amigo con cara de interrogante y James le contó su propio problema. Cuando acabó, el licántropo le dio una palmadita en el hombro.
- Como duele el amor ¿verdad?
James sonrió débilmente.
- Creo que tú también deberías hablar con ella, James. Por lo que dices, no es como si la hubieras obligado a besarte. Supongo que estará confundida y a los dos os irá bien…
Unos golpecitos en la puerta interrumpieron la conversación, James dio permiso y entró la sirvienta.
- Señor, hay una joven que pregunta por usted- anunció la mujer.
- No estoy para visitas, Dorothy- contestó el chico
La mujer iba a retirarse cuando James la detuvo de nuevo.
- Hágala subir- dijo suspirando.
Cuando se cerró la puerta, Remus miró a su amigo.
- No hay razón para ser un capullo con los demás, no tienen la culpa de que yo sea gilipollas…
El licántropo sonrió y se levantó de su asiento.
- Veo que la pequeña pelirroja nos está devolviendo al antiguo James…- el otro merodeador le hizo un gesto de cansancio- Mejor te dejo solo con tu visita.
Remus salió de la habitación. James se levantó y se miró en un espejo, se colocó bien la camisa y se sentó con desgana en el sofá de nuevo. Sólo esperaba que no fuese Sylvia, no estaba de humor para ser cordial.
Unos nuevos golpecitos volvieron a interrumpir sus cavilaciones. La puerta se abrió, y James se levantó como un relámpago.
- Lily…- murmuró mientras la muchacha entraba en la sala y cerraba tras de sí la puerta.
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Sirius llamó con los nudillos a la casa de Meg. Enseguida escuchó un "ya voy yo" y poco después la puerta se abrió. Era Susan.
Los dos jóvenes se miraron durante unos segundos, con el ceño fruncido, sin saber muy bien que hacer. Susan porque estaba demasiado deprimida como para cerrarle la puerta en las narices, y Sirius porque no podía ser borde con ella después de todo lo que le había dicho Remus. En cierto modo, se sentía identificado con la rubia.
Sirius tosió forzadamente y seguidamente le dio un abrazo rápido a Susan, que ella aceptó. Después se separaron como si nada hubiera pasado, pero ambos sabían que ese abrazo significaba una tregua.
- Supongo que quieres pasar- dijo entonces Susan, mirando en otra dirección.
- Sí, aunque te venía buscando a ti.
- ¿Remus te ha pedido que me busques?- preguntó la chica
Sirius encogió los hombros.
- Está muy preocupado.
Susan asintió.
- Dile que estoy bien, pero que ahora mismo no quiero hablar con él…
- Está arrepentido…
Susan le miró a los ojos directamente.
- Y yo estoy destrozada.
Sirius asintió y Susan volvió a bajar la mirada.
- Pasa. Estamos pensando en salir esta noche.
Sirius sonrió y siguió a la rubia dentro, Meg salía en ese instante para ver por qué Susan tardaba tanto.
- ¡Cielín!- exclamó Sirius al verla.
Meg entornó los ojos y volvió al salón sin contestar al apelativo cariñoso.
- Creo que le caes bien- comentó Susan con una sonrisa.
- Lo sé- contestó Sirius- y ella a mí.
Susan entornó también los ojos antes de entrar en el salón, donde estaban Kirley y Meg tomando café.
- Traigo un sustituto para Lily, ya que ella no quiere salir.
- Fantástico- dijo riendo Kirley- Ya empezaba a sentirme un poco niñera de estas dos- murmuró mirando al moreno y señalando alternativamente a las dos chicas.
Sirius se rió mientras Meg le daba un puñetazo a su hermano. Prometía ser una noche divertida.
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Lily estaba de pie, mirando al suelo, apretando con nerviosismo su chaqueta ente las manos. A pocos metros de ella, James la miraba atontado. Poco a poco, la pelirroja fue levantando la vista.
- ¿Puedo sentarme?
- Por favor- contestó rápidamente el chico.
Lily se sentó en uno de los sillones y James ocupó su sitio en el sofá de nuevo. La pelirroja dejó la chaqueta en el respaldo y volvió a desviar la mirada. Se había sentido valiente y determinada justo antes de cruzar esa puerta, segura, dispuesta a aclarar las cosas… pero ahora no podía… se sentía embriagada de nuevo por la intensidad de su mirada, por sus gestos…
- ¿Por qué me besaste anoche, James?- preguntó soltándolo de repente, sin mirarle.
- Tú también me besaste Lily…- susurró él incómodo.
- Pero esa no es la pregunta- dijo ella jugueteando con el borde de su falda
James suspiró y contrariado se dejó caer en el sofá.
- No sé por qué te besé, Lily. Supongo que fue… no sé, el momento… parecía apropiado- mintió con vehemencia.
Lily tragó saliva y James vio de reojo como dos lágrimas resbalaban por su cara. En seguida se arrepintió de sus palabras.
- Entonces no me besaste por nada especial, no era un beso con sentimiento, sólo fue algo que no tenía que haber pasado… ¿Verdad?- dijo ella intentando sonreír y mirándole a la cara.
James desvió sus ojos.
- ¿Verdad James?
- No Lily.- contestó él mirándola a los ojos- Te besé porque te quiero, porque estoy enamorado de ti. Y sé que no lo tendría que haber hecho y me arrepiento porque te voy a perder después de confesarte todo esto, pero fue genial…
Lily le seguía mirando. Sus ojos brillaban y más lágrimas silenciosas brotaban de sus ojos.
- ¿No me estás mintiendo verdad?- preguntó ella
- No llores Lily, por favor…- dijo James sin mirarla, incómodo-no es para tanto… nadie tiene por qué enterarse, el beso no significó nada para ti, no tienes por qué sentirte mal…
- El beso de anoche significó mucho para mí James- contestó ella- Por eso estoy aquí.
Y la pelirroja estalló en lágrimas, escondiendo la cara entre las manos. Se levantó para salir corriendo de la habitación, pero James la retuvo y la abrazó fuertemente, mientras ella seguía llorando.
- Lo siento Lily…- murmuraba- Lo siento… No tenía derecho a hacerte esto.
- Estoy hecha un lío- dijo ella entre sollozos- Tú, Kirley… mi madre… todo es tan…
- Shhhh- James se sentó en el sofá, sin dejar de abrazarla- No llores Lily, por favor… Me vas a hacer llorar a mí también, y sería muy poco viril ¿no?
La pelirroja sonrió débilmente y se separó unos centímetros de James, sin llegar a romper el abrazo. Sus ojos brillaban aún.
- Creo que estoy dejándote hecho un asco todo tu vestuario- dijo la chica para intentar suavizar la intensidad del momento.
James negó con la cabeza y la siguió mirando, sin decirse nada. Se miraron unos segundos, intentando decir algo que rompiera ese instante, que les separara… pero Lily no quería que la dejase de abrazar.
Poco a poco, fueron acercando sus rostros. Sus labios se rozaron suavemente una y otra vez, hasta que llegó por fin el ansiado beso. Con los ojos cerrados, Lily lamió delicadamente la cara interna de los labios del chico, que la estrechó contra su cuerpo mientras el beso se profundizaba y Lily le quitaba las gafas a James cuidadosamente. El muchacho deslizó una de sus manos por la espalda de ella, acariciando después su muslo por encima de la tela de la falda. Lily se estremeció mientras desabrochaba con suavidad la camisa del muchacho y acariciaba delicadamente su torso con las yemas de los dedos.
- Te quiero, Lily…- murmuró entonces el joven, casi falto de respiración.
La pelirroja abrió los ojos y se levantó del sofá. Luego se llevo las manos a la cabeza y desviando la mirada.
- Lo siento James…lo siento… No debería estar haciendo esto…
James se abotonó rápidamente la camisa y se incorporó.
- No pasa nada…
- No quiero hacerte daño y estoy muy confusa…- siguió diciendo ella.
James la tomó de la mano y le dio un beso en la palma, dulcemente.
- Soy yo el que lo siente Lily… No ha estado bien que dejara que esto pasara.
- Tengo que pensar- murmuró ella recogiendo su chaqueta- Tengo que…
James la miró a los ojos, cortando sus explicaciones con una sonrisa.
- Decidas lo que decidas, estaré a tu lado.
Lily le apretó la mano cariñosamente y salió corriendo de la habitación.
James se dejó caer en el sofá, triste pero no abatido, pasara lo que pasara ahora sabía que no perdería a su Lily. No iba a dejar que eso pasara. Nunca dejaría que le quitaran su sonrisa.
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Lily subió rápidamente al cuarto de su madre nada más llegar a casa. La señora Evans estaba leyendo, incorporada sobre los cojines y sonrió al ver entrar a su hija.
- ¿Qué tal el día cielo? Pareces cansada…
- Nada, mucho trabajo, pero estoy bien… ¿Te subo la cena?
- Fíjate que hoy incluso tengo un poco de hambre-contestó de forma jovial la señora Evans.
Lily sonrió y bajó rápidamente a la cocina. Metió en el horno lo que Petunia había dejado para la cena y preparó una bandeja para las dos. Minutos después, entraba de nuevo, cargada, en la habitación de su madre.
- Parece que Pet ha preparado lasaña…- dijo su madre mientras Lily le daba su plato- No sé de quién ha heredado tu hermana el don para la cocina.
- De papá-contestó la pelirroja acomodándose a su lado
- Es cierto… ¿Te acuerdas de su roostbeef?- preguntó la mujer tomando un poco de lasaña.
- Delicioso- contestó Lily- Me gustaban sobretodo las patatas, tan doraditas y jugosas…
- Sí… así supe yo que estaba enamorada de tu padre- dijo la señora Evans- Cuando me dio a probar su roostbeef.
Lily miró a su madre con incredulidad.
- En el instituto hacíamos economía doméstica- explicó la mujer- Ya sabes, nos enseñaban a hacer las cosas de casa, a archivar facturas… Muchas chicas la hacíamos porque era un aprobado seguro, aunque los chicos creían que era para calzonazos. Pero tu padre se apuntó… Era el único chico. Tenías que verle con su delantal…
Lily se echó a reír, tapándose la boca, ante el gesto de su madre.
- Traía a todas locas porque se le daba de maravilla hacer todas las cosas de casa y era muy simpático… además tenía unos ojazos impresionantes, como los tuyos.- Lily sonrió mientras su madre le acariciaba la mejilla- Pero yo no le soportaba porque siempre se metía conmigo y se reía de mis galletas quemadas… Un día hicimos roostbeef en clase. Y el mío se quemó…
- Vaya suerte mami- comentó Lily negando con la cabeza- Yo desde luego he salido a ti.
- Desde luego… El caso es que como siempre tu padre vino a reírse de mí. Y yo le dije que si él sabía hacerlo mejor que me lo demostrase. Y me dio a probar de su roostbeef, que estaba delicioso por supuesto. Tuve que admitir que era exquisito. Y tu padre me dijo que me haría todos los domingos roostbeef a partir de entonces… yo le dije que no creía que eso le fuese a gustar mucho a mi marido… Y él me dijo que no había problema porque él iba a ser mi marido…- acabó con voz ensoñada la señora Evans- Por supuesto no cedí tan fácilmente, pero desde ese día tu padre me robó el corazón…
Lily se rió.
- Qué listo papá, seguro que se apuntó a esa clase a posta- La señora Evans también se echó a reír y asintió. Lily dio un bocado más a su lasaña- Mamá… ¿Y cómo te diste cuenta de que era él y no otro? Quiero decir… ¿Qué sentiste?
La señora Evans sonrió.
- Supe que era especial. Y cuando me besó me di cuenta de que ese beso no era algo físico… Era como…
- ¿Olvidarse del mundo?- preguntó Lily
- Exactamente-completó la señora Evans- ¿Es que mi pequeña se ha enamorado?- preguntó la mujer dulcemente.
Lily se apoyó en la cama.
- Estoy hecha un lío mamá…
- Cuéntame- dijo la mujer.
Lily la miró y suspiró, la verdad era que necesitaba contárselo.
- Está mi novio, Kirley… es atento, simpático, inteligente…. Y muy guapo. Pero…
- También está James Potter, que es un caradura y un sirvengüenza; pero tierno, comprensivo y encantador.
- ¿Cómo lo sabes?- preguntó Lily sorprendida
- Soy tu madre, Lily. Esas cosas vienen con el manual de instrucciones…- acarició la mejilla de su hija-lo cierto es que vi en ese chico algo especial Lils.
La pelirroja suspiró.
- No sé si estoy enamorada de uno, del otro o de ninguno. Y no quiero hacerle daño a nadie y… James es tan… inestable… pero…
- El amor cambia a las personas… Haz sólo lo que sientas, no apuestes al favorito, sólo haz caso a lo que te diga esto- dijo la señora Evans tocando el pecho de su hija.- Él es el que sabe.
- Parece que no hablamos el mismo idioma- protestó la pelirroja
- Yo creo que el problema es que lo entiendes demasiado bien- dijo la señora Evans sonriendo.
Lily asintió y recogió los platos de la cena. Luego charló un poco más con su madre, antes de irse a la cama. Se sentía más clamada con las ideas más claras, aunque no podía dejar de sentirse triste. Hiciera lo que hiciera, iba a causar mucho daño. Pero su madre tenía razón. Debía hacer lo que le dijesen sus sentimientos.
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Kirley, Meg, Sirius y Susan llegaron de madrugada a la casa de los hermanos McCormack; Susan un poco más perjudicada de lo normal y Kirley bastante cansado. Meg había observado que en los últimos días su hermano parecía preocupado por algo, pero como normalmente era tan reservado con sus cosas, había preferido no preguntarle.
Sirius cargaba en brazos a Susan, que se había dormido en el autobús, y la llevó a su habitación. Kirley se marchó a la cama. Cuando Sirius bajó de las habitaciones, Meg le esperaba en el descansillo.
- ¿Quieres un helado antes de pillar el autobús?
- ¿Helado?-preguntó el moreno intrigado
- Siempre que bebo me da por comer helado-explicó la chica dirigiéndose a la cocina- Y hoy he bebido demasiado…
- Pero nos lo hemos pasado muy bien- dijo el joven riendo- Sobretodo con tu fabuloso baile a dúo con Susan en ese bar de camioneros muggle.
La chica se giró con disgusto.
- Pues he ligado más que tú
- Normal: toda la clientela era masculina- dijo el chico sentándose sobre la mesa de la cocina.
Meaghan le enseño su dedo corazón en un gesto un tanto ofensivo y abrió la nevera.
- ¿Chocolate, vainilla o limón?- preguntó la chica.- tengo también sirope
- Chocolate con sirope de chocolate- pidió el moreno.
Meg le paso la tarrina y una cuchara sopera mientras ella cogía la tarrina de vainilla. Se sentó a su lado. Sirius le pasó el sirope.
- Esto está delicioso- dijo el muchacho con la boca llena- Tienes que probarlo.- Meg aceptó la cucharada de helado y se relamió los labios
- Tú tienes que probar esto- dijo Meg acercándole su cuchara y derramando parte de su contenido en la camiseta del chico- ¡Lo siento!
Meg se levantó y cogió un trapo de cocina.
- No pasa nada- la tranquilizó el chico mirando la camiseta- Ésta no tenía suficiente helado.
- Soy demasiado torpe-protestó ella empezando a limpiar las gotas de helado- Lo siento…
Sirius la miró a los ojos y negó con la cabeza sonriendo. Meg le devolvió la sonrisa y notó un cosquilleo en la punta de los pies. Poco a poco, se puso de puntillas y antes de darse cuenta estaba besando a Sirius, que le devolvía el beso suavemente.
Meaghan se separó pocos segundos después, mirando hacia el suelo y girándose hacia el fregadero.
- Mmm… creo que el helado se va bien con agua caliente…- dijo sin mirar al merodeador a los ojos.- Si quieres déjame la camiseta y mañana…
- No, ya… ya la lavaré yo- contestó Sirius débilmente- Creo que… bueno, tengo que irme.
- Sí… claro- contestó Meaghan recogiendo las tarrinas- Es tarde… Hasta mañana.
- Hasta mañana- contestó el chico saliendo rápidamente a la calle y llamando al autobús.
Una vez en su asiento Sirius decidió que necesitaba pensar, pero que estaba demasiado confuso para saber por donde empezar. Meaghan, en la cocina, se estaba dando cabezazos contra la puerta de la nevera.
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Un grito despertó a Lily el domingo. Su hermana había chillado en algún lugar de la casa, estaba segura. Se levantó de un salto y vio que el cielo estaba azul grisáceo, con aspecto triste y de lluvia.
En el pasillo se encontró a Petunia, en el suelo, llorando desesperada y aún en camisón.
Con un mal presentimiento Lily cubrió en un segundo la distancia que la separaba de la habitación de su madre. En la cama estaba la señora Evans, con los ojos cerrados y sonriendo apaciblemente. Lily se acercó cuidadosamente hasta ella y puso su mano sobre una de sus mejillas. Estaba helada.
La pelirroja cayó al suelo como un peso muerto, con los ojos abiertos y la cara desfigurada por el dolor. Detrás de ella su hermana seguía llorando.
Fuera empezó a llover.
La señora Evans había muerto.
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Primero de todo, ¡hola! y pediros perdón. Sé que he tardado más de un mes, de veras que lo sé. Basta con mirar la fecha de "Updated" para saberlo… pero no he podido hacerlo antes, y ya aviso que si quizás no tardaré tanto como un mes, el próximo capítulo estará dentro de tres semanas, pero no prometo nada. Lo siento, pero este mes pasado ha sido horrible, no sólo por los exámenes que al final han resultado ser un mal menor, sino por otros hechos y circunstancias que ahora mismo no quiero comentar. El caso es que no he tenido tiempo, ni ánimos, ni ganas para escribir. Y no me gusta escribir sin ganas porque no me siento satisfecha con el resultado, dejando a parte que a vosotros tampoco os gustaría el resultado… Así que os pido una vez más perdón, pero esto no ha podido llegar antes.
Muchas gracias por vuestro apoyo y vuestros reviews no os hacéis a la idea de cuanto significan… Aunque prometí que nunca volvería a hacerlo, he mirado los hits de este capítulo: 1350, comparados con los 68 reviews. Haciendo un cálculo rápido veo que cada uno se ha leído el capítulo unas 20 veces… o eso, o es que hay mucha gente que no me deja review… Me parece más factible la opción B. Venga gente… no seáis tan malos y dadle al botoncito, yo creo que es justo ¿no? Vosotros leéis, yo recibo mi review, y todos somos felices! Bueno, esto no va a servir para nada, pero la esperanza es lo último que se pierde.
Besitos
Auf Widersehen!
PD: Ahora que muchos habéis leído el príncipe puedo decir que uno de los primeros capítulos había un pequeño spoiler: se menciona al profesor Slughorn. Va, es un spoiler tan diminuto que no os debisteis dar ni cuenta, pero yo lo digo para que veáis que no me he inventado el personaje, al igual que los hermanos McCormack.
