Disclaimer: Nada es mío, todo pertenece a otra gente y/o otras empresas y lo único que yo consigo es desgastar mis neuronas y las teclas del teclado.

Stand by my side

There is a train, so don't let it pass without you
Don't let it leave without you, just get on it

Era muy tarde cuando James y Lily llegaron a la mansión del chico. La casa, silenciosa y oscura, aún imponía más que a la luz del día. Ambos caminaban sigilosamente, James guiando a la chica en la oscuridad.

Entraron en una habitación del primer piso y James hizo que se encendieran los candelabros con un gesto de su varita. Lily cerró la puerta.

- Esta es la habitación continua a la mía. Debería ser la de Sirius, pero duerme conmigo.

- Inseparables ¿no?

James asintió con una sonrisa y se revolvió el pelo.

- Esa puerta da al baño. En el armario seguro que hay toallas

- Gracias- dijo Lily con una sonrisa- Esto… ¿Me podrías dejar algo para dormir?

- Sí claro. Ahora vuelvo.

Salió de la habitación y entró silenciosamente en la suya. Sirius ya estaba acostado. Cogió del armario uno de sus pijamas y volvió a la habitación. Lily estaba descalza, desabrochándose la chaqueta que llevaba y mirando por la ventana.

James se quedó unos segundos mirándola, antes de avanzar hacia ella y tenderle el pijama.

- ¿Pasa algo?- preguntó Lily viendo su semblante, un tanto contrito.

- Nada, nada…- contestó él sonriendo- Bueno, te dejo. Estarás cansada.

Lily sonrió.

- Buenas noches. Y gracias de nuevo.

James se despidió con la mano y salió de la habitación. Malditas hormonas. Ese no era el momento indicado para pensar con otras partes de su cuerpo que no fuesen la cabeza. Lily no necesitaba un adolescente en celo revoloteando a su alrededor, sino un buen amigo que fuese capaz de entenderla.

Pero eso cuéntaselo al señor Testosterona; pensó mientras abría la puerta de su cuarto.

Se empezó a desvestir, tirando la ropa encima de la silla, cuando se dio cuenta de que no le había dicho a la pelirroja que le despertase cuando se levantara. Fue de nuevo hasta la habitación de la chica y abrió la puerta.

- Lily… ¡Lo siento!- dijo cerrando la puerta tan pronto como la había abierto: Lily estaba abrochándose la camisa del pijama y había chillado sorprendida.

- Pasa, pasa- dijo la chica desde dentro- Me has asustado.

James entró, un poco rojo y con el pulso algo acelerado. Había visto piel allí donde siempre había visto tela y aún estaba digiriendo la idea.

- Ya, perdona- contestó tragando saliva.

- ¿Querías algo?- dijo Lily, mirando hacia otra dirección. James se dio entonces cuenta de que iba en calzoncillos y con la camiseta. Un vestuario no muy decoroso para presentarse ante ella.

- Yo em… esto…- empezó a balbucear mientras se revolvía el pelo- Creo que se me ha olvidado- dijo sonriendo de forma pícara.

Lily entornó los ojos y se echó a reír suavemente.

- Se me caen los pantalones del pijama- dijo- Pero la camisa ya me va bien de camisón. Me siento como David el nomo a tu lado.

James también sonrió.

- Creo que te queda muy bien

-Sí, estoy muy elegante- bromeó la pelirroja dando una vuelta sobre ella misma.

James volvió a reírse y se apoyó en el pomo de la puerta.

- Me marcho, creo que ya he hecho suficiente el idiota- dijo mientras giraba con cuidado el pomo- Buenas noches otra vez.

- James…- susurró la pelirroja. Él se giró. Lily parecía muy avergonzada- ¿Quieres… quieres quedarte conmigo un rato?- James alzó las cejas, sorprendido- Sólo quiero tener un poco de compañía- se apresuró a aclarar.

- Oh, ¡Qué lástima!- exclamó James haciendo pucheritos y consiguiendo que Lily se riera- Pero bueno, si es lo que quiere la princesita…

- Sí, es lo que quiero, y no soy ninguna princesita.

James se sentó en la cama, apoyado en el cabezal y Lily le imitó. Se taparon con la colcha.

- ¿Ahora es cuando empezamos a hablar de chicos y a contarnos hasta donde nos metieron la lengua?- preguntó James fingiéndose emocionado.

La chica le miró de reojo.

- Primero se suele hablar de ropa, pero… Cuéntame ¿Qué chico te ha metido la lengua dónde?

- Buf, si yo te contara…- contestó él haciéndose el interesante- No sé porque todos los hombres intentan siempre propasarse conmigo… Estoy demasiado buena.

- O eres demasiado tontita- dijo Lily alzando las cejas

- O las dos cosas

Ambos se echaron a reír y Lily se dejó resbalar sobre la cama y se apoyó sobre un codo.

- ¿Sabes? Serías una tía horrorosa

- Y tú serías un tío insoportable- contestó James imitando la postura de la chica- Pero como chica estás muy bien.

- Gracias- contestó Lily

- Ahora viene cuando tú dices: Tú también estás muy bien como chico, James

- Yo no digo mentiras- contestó de forma altiva la pelirroja mientras se miraba las uñas

Ambos volvieron a reír y luego se miraron.

James pensaría más tarde que la intensidad con la que se miraron entonces había dolido físicamente. Las bromas, quizás impulsadas por ellos mismos para esconder esa fuerza que los atraía el uno hacia el otro se cortaron de repente. Se acabaron las risas. Ambos se miraban, fijamente. La mano de Lily trazo con suavidad el contorno de la barbilla de James, él cerró los ojos.

- Gracias- repitió de nuevo- gracias por todo.

Y James la entendió perfectamente.

Lily le había enseñado a ser él de nuevo. Él la había ayudado a no tener miedo de volver a ser feliz.

James se inclino hacia ella y la besó suavemente en los labios. Ella le devolvió el beso, lentamente, con suavidad. Fue un beso eterno, tranquilo, consciente. Lily quería dar ese beso y estaba segura de ello. Cuando minutos después se separaron y volvieron a mirarse, ambos notaron una sensación de profundo alivio, de alegría y de consuelo.

Se quedaron dormidos, abrazados, y por primera vez en muchos días ambos durmieron sin soñar

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- Bonito… ¿Florero?

- Es una casita de barro, tonto. La hice en primaria.

James miró escépticamente al sólido amorfo de su mano derecha y luego miró a Lily que tenía los brazos cruzados y lucía una mueca de enfado.

- Claro. Una casita.- concedió el joven finalmente

La pelirroja se rió y se giró para seguir envolviendo con papel de periódico unas figurillas de cristal que reposaban encima del edredón de su cuarto.

- Si te sirve de consuelo, yo pensaba que era algo muy feo, roto- susurró Meaghan al oído de James.

El chico sonrió y envolvió la casita-florero en papel de periódico. Él y Lily se habían despertado pronto y habían ido al Callejón Diaggon a comprar los libros nuevos. Habían comido con Remus, que no se había podido entretener demasiado porque en la librería no daban abasto, y habían ido a recoger a Meaghan. Como quedaban sólo unos días para volver al colegio Lily había decido empaquetar todas sus cosas para cumplir con lo que le había dicho a Petunia, y James y Meg querían ayudarla.

La noche anterior había supuesto un cambio. Lily había entendido que no estaba mal querer sentirse bien de nuevo y que desde luego no iba a conseguir ser feliz en esa casa. Tenía ganas de ir al colegio. Tenía ganas de volver a reír. Pensar en sus padres dolía mucho, pero también eran un recuerdo feliz.

- ¿Para qué demonios necesitas tantos libros?- bufó Meg- Seguro que no te has leído ni la mitad. Aquí hay más de 300.

- Me los he leído casi todos- contestó la chica ordenando las figurillas

- Es un farol- murmuró James

- Sí, tienes razón. Sólo lo digo para impresionaros- dijo la pelirroja con tono sarcástico- No, me gusta mucho leer.

- ¡Y a mi me gusta mucho dormir, pero no tengo 300 pijamas!- exclamó Meaghan

- ¿Se puede saber qué demonios haces?- los tres jóvenes se giraron. En la puerta estaba Petunia, mirando a su hermana con desaprobación.

- Estoy embalando mis cosas, Pet. Me voy el domingo al colegio y en junio me mudaré.

Petunia avanzó hasta el centro de la habitación y tomó un cuadro que reposaba en la cómoda.

- Pero esto no es tuyo Lily. Son cuadros de la casa. Son míos

Lily cruzó los brazos y se pasó la lengua por los labios con gesto impaciente.

- ¿Podéis esperar fuera un momento?- pidió a Meg y a James, haciendo evidentes esfuerzos por guardar la compostura.

Ambos asintieron y salieron al pasillo, cerrando la puerta tras de sí. James lanzó una última mirada de recelo a Petunia.

- Estos cuadros eran de papá y mamá. No son tuyos, lo lógico es que nos los repartamos.

- ¿Y no se supone que me deberías preguntar antes que es lo que quiero?- preguntó la mujer con voz falsamente cordial.

- Deduje que no los querías cuando tu novio los dejó apilonados en el desván para que criasen polvo.

- ¿Me piensas quitar todos los muebles, o qué?- atacó Petunia viendo que se había quedado sin respuesta

- ¡Sólo he cogido algunas cosas! ¡Recuerdos! Por mí puedes quedarte con los muebles y con todo lo demás.

- Yo también quiero recuerdos, Lily. También eran mis padres.

La pelirroja miró a su hermana en silencio. Otra vez una pelea inútil. Ni quería ni debía discutir con Petunia, pero no iba a consentir sus caprichos egoístas.

- ¿Sabes? Estoy cansada de todo esto, de tu actitud. ¿Qué coño te pasa? No es la casa, ¿verdad? Ni los muebles. Sólo quieres joderme porque no soy como tú. Porque no soy la perfecta hija ni la perfecta hermana que querrías. Porque esperabas que me quedara aquí contigo, para compartir tu amargura, para que nos apagásemos las dos a la vez. Pues lo siento Pet, pero me voy. Tengo una vida.

- ¡Eres una egoísta!-exclamó Petunia, visiblemente afectada

- ¡Tú eres la egoísta! –la acusó su hermana- ¡Y la cobarde! Y ahora sal de mi habitación, por favor. Quiero acabar rápido.

Petunia cruzó los brazos y miró con desagrado a su hermana. Al final, sin decir nada, salió de la habitación, empujando a Meg mientras lo hacía.

James y Meg entraron en la habitación con el semblante preocupado. Lily estaba sentada encima de la cama, con la cabeza entre las manos.

- ¿Te importaría que pasara esta semana contigo Meg?- preguntó después de unos segundos, levantando la vista. Tenía los ojos vidriosos- Creo que no soportaría quedarme aquí.

Meaghan asintió y se sentó al lado de su amiga. James se arrodilló delante de ella.

- Lily… si…- empezó a decir.

Ella le cortó negando con la cabeza y le acarició la mejilla.

- Gracias, todo estará bien- dijo sonriendo.

Él asintió.

- Pero deja que guarde tus cosas en mi desván, ¿vale?-pidió el joven.

Lily accedió pero Meaghan no se dio cuenta. Estaba demasiado ocupada pensando en cuánto hacía que James y Lily se miraban así y desde cuando se conocían tan bien. Era obvio que la complicidad entre ambos era algo más que simplemente eso. Era algo que a Lily no le pasaba con Kirley.

Era muy parecido a lo que Sirius le hacía sentir.

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El sábado por la noche, la víspera de la vuelta al colegio, Meaghan y Sirius estaban recogiendo la casa de la chica. Bueno, en realidad, después de que Meg metiera de cualquier forma sus cosas en un baúl se habían tirado en los sofás del salón a "comer cacahuetes". Meg se dedicaba a tirarle cacahuetes a Sirius y él los tenía que atrapar con la boca.

- Creo que estoy harto de este juego- suspiró Sirius cuando por enésima vez un cacahuete tirado con bastante mala leche le acertó en un ojo.

- A mí me parece divertidísimo- repuso la chica con cara de "no sé por qué a ti no"

Sirius entornó los ojos.

- Voy a empezar a pensar que tienes tendencias homicidas hacia mí.

Meg se echó a reír y se puso de rodillas sobre el sofá.

- Harías bien

Sirius sonrió y le dio un golpe cariñoso en la rodilla.

- ¿Qué pasa?- preguntó entonces abruptamente Meaghan

- ¿Qué pasa de qué?- se defendió el moreno incorporándose

- Has puesto una cara rara- dijo con recelo la chica

- ¿Cómo que una cara rara?

- No sé… una cara rara.

Sirius alzó una ceja con incredulidad y se acercó a Meg, que miraba en otra dirección con cara de circunstancias.

- ¿Te preocupa que esté poseso o algo?- preguntó el chico con excesiva seriedad.

Meg se echó a reír y se sentó sobre los talones.

- Es que eres idiota- dijo entre carcajadas- No era eso estúpido, sólo que tenías una cara que no te había visto… así como… tierna.

Sirius volvió a encarar las cejas.

- ¿Tierna?

- Sí- contestó Meaghan revolviéndose incómoda, y sin mirar al chico.- Déjalo… es una chorrada…- Sirius suspiró y se recostó contra el respaldo.- Es una tontería Sirius. Debe de ser que desde lo del beso estoy algo paranoica…

Él asintió.

- Porque tú no me miras con cara tierna…- murmuró la chica- ¿verdad?

Sirius levantó la vista. Y Meg se sorprendió. No estaba riéndose, ni mirándola con una de sus muecas irónicas. Volvía a tener esa cara rara. Sólo cambiaba que sonreía un poco. Y ella estaba roja de vergüenza.

El chico acarició uno de los mechones que descansaban detrás de la oreja de Meg y ella se apartó.

- No juegues conmigo- dijo seriamente.

Pero en vez de pedir disculpas, o hacer una broma al respecto, Sirius decidió tirarse a la piscina. Algo en la actitud de Meg le hizo decidirse, así que la atrajo hasta él con un gesto rápido y la besó con fuerza en los labios.

Meaghan se quedó con los ojos abiertos por la sorpresa y los brazos aprisionados entre sus cuerpo y el de Sirius. Estaba alucinando. Se estaban besando, Sirius y ella. Y no estaba tan mal. La verdad es que no estaba nada mal.

Poco a poco liberó sus brazos y rodeó el cuello del guapo moreno. Eso permitió que el chico se relajase y dejase de temer una reacción violenta por parte de la Huffie.

Lentamente, Sirius se dejó caer sobre el sofá, de manera que quedaron tumbados el uno sobre el otro.

Sirius sonrió y Meg se apartó un poco de él.

- ¿Qué es tan gracioso?- preguntó

- Que me estoy clavando dos millones de cáscaras de cacahuetes en la espalda.

Meaghan empezó a reírse con fuerza, pero Sirius la cortó volviéndola a besar de nuevo.

Las manos de él empezaron a recorrer la espalda de la chica con tranquilidad, mientras seguían besándose suavemente. Ninguno de los dos tenía prisas y Sirius por casi primera vez no sentía que los besos eran el preludio al gran premio, sino que estaba disfrutando plenamente de ellos.

Pero el disfrute no les duró mucho más porque la puerta del salón se abrió de golpe.

- ¡Dios mío! ¡Meaghan!

Meaghan saltó al suelo dando una patada a Sirius en el proceso y el moreno se levantó agarrándose el costado derecho.

- ¿Pero vosotros no llegabais mañana?- preguntó Meaghan enfadad al ver que quienes les habían interrumpido eran Kirley y Susan.

- Bueno, pudimos venir…- empezó a explicarse Kirley

- ¡Pero qué se supone que estabais haciendo!- le cortó Susan con cara de sorpresa.

Sirius y Meg se miraron; la chica bajó la vista y Sirius miró a la rubia enfadado.

- ¿Necesitas un croquis, rubia?

- ¡Te ha comido la olla!- exclamó enfadada Susan corriendo hacia su amiga y zarandeándola por los hombros- ¿Qué te ha hecho? ¿Qué habéis hecho?

Meg abrió la boca, pero Kirley habló antes.

- No, no lo digas. Creo que prefiero no saberlo…

- ¡Pero no seáis idiotas!- gritó Meg ya enfadada con tanto agobio- Sólo nos estábamos besando, punto y pelota. Es la segunda vez que nos besamos y nos habéis interrumpido.

- Te dije que no quería saberlo…- protestó Kirley

Susan miraba con odio contenido a Sirius, que le aguantaba la mirada un tanto amedrentado.

- Anda ven Sirius, vamos a preparar un té para el puritano y la lunática- dijo Meg tomando al moreno por la mano y arrastrándolo hacia la cocina- Desde luego, qué oportunos…

Sirius se echó a reír. Meg cerró la puerta de la cocina detrás de ellos y con un gesto de la varita puso la tetera en el fuego.

- ¡Que sepáis que puedo oíros!- bramó Susan desde el salón. Kirley suspiró.

Meaghan entornó los ojos y cruzó los brazos.

- Bueno… ¿y ahora qué? ¿Seguimos a lo nuestro?

Sirius se echó a reír y la atrajo hacia sí con un brazo.

- Primero quiero saber una cosa…

- Lo siento, pero cuando digo que los Tornados son una mierda de equipo es porque lo pienso de verdad, no es para picarte…- le cortó ella

- No era eso- dijo Sirius riendo- Pero que sepas que no tienes ni idea de Quidditch… Y déjame hablar- dijo tapándole la boca viendo que la Huffie iba a replicar- Te quiero preguntar si… si me dejarás probar asiduamente desde ahora el sabor de tu laringe.

Meg hizó una mueca y se separó un poco de él.

- Y… ¿Qué hay de las otras laringes?- preguntó Meg un poco turbada y sonrojándose.

- A partir de este momento soy hombre de una sola laringe- dijo Sirius solemnemente, alzando una mano.

- Entonces quizás me lo piense…

Sirius encaró las cejas, fingiéndose enfadado y Meaghan le miró de igual modo, imitándole.

- ¡Dios!

- ¿Pero qué demonios pasa en esta casa que no hay ni intimidad ni nada?- protestó Meaghan separándose de Sirius.

Esta vez los intrusos eran Lily y James, que habían entrado por la puerta trasera. La pelirroja estaba en estado de shock y James miraba a su mejor amigo con una mueca de suficiencia.

- ¿Qué estabais haciendo?- preguntó Lily por fin

- Otra rubia- murmuro Sirius rascándose la cabeza

- Estábamos a punto de besarnos Lily- contestó Meg de mala leche mientras sacaba la tetera del fuego y James se reía- ¿Qué demonios os pasa a todos? ¿Tan raro es que nos besemos?

- ¿A qué todos te refieres?- preguntó James

Pero la pregunta se respondió sola cuando por la puerta de la cocina entraron Kirley y Susan, la última pidiendo explicaciones a grito pelado de por qué el té tardaba tanto.

- ¡Lily!- exclamó la rubia cambiando de semblante y lanzándose a los brazos de su amiga en cuanto la vio- ¡Lily, estás estupenda!

La pelirroja abrazó cálidamente a su amiga y le dio un beso.

- Tú también estás muy guapa, Susan.

- Espera a que te enseñe el tatuaje que me he hecho- dijo bajándose un poco el pantalón- Bueno, mejor te lo enseño en otro momento- corrigió al instante viendo la mirada escandalizada de todos los presentes, Lily incluida.

- Hola Lily- dijo Kirley mientras la abrazaba dulcemente, Lily le devolvió el abrazo- Estás preciosa.

Lily se sonrojó y le dio las gracias.

- Hola James- dijo el músico saludando al merodeador, que le estrechó la mano.

Como era de esperar, en la cocina se hizo el silencio. La situación era extraña, por más que Lily, Kirley y James pareciesen tan tranquilos y normales.

- Bueno, esto… ¿Vamos a tomar algo para despedirnos de las vacaciones?- propuso Meg con demasiada espontaneidad.

Susan y Sirius aceptaron enseguida y James, después de intercambiar una mirada con Lily, se unió al grupo que rápidamente salió de la casa.

Kirley y la pelirroja se quedaron en la cocina, uno frente al otro, mirando en direcciones opuestas.

- Bueno… ¿Qué tal?- preguntó Lily sonriendo.

Kirley sonrió también.

- Bien muy bien… Como tú. Estás mucho mejor.

- Sí- dijo la pelirroja sonriendo de nuevo

-Gracias a James.- añadió Kirley

Lily asintió con la cabeza y bajó la mirada.

- Yo Kirley… yo… lo siento, de verdad.

El joven se acercó hasta ella y le levantó el rostro para mirarla a los ojos.

- No pasa nada Lily. En serio… Hay que saber perder.

- Kirley…

- Sólo espero que te trate como te mereces, porque si no tendrá que vérselas conmigo.- dijo el joven frunciendo el caño de una manera muy cómica

Lily se echó a reír y abrazó al muchacho con fuerza.

- Eres fantástico Kirley.

- Lo sé, lo sé…- contestó él con fingida suficiencia- Y ahora… ¿tienes un poco de tiempo para escuchar mis aburridas historias sobre la gira?

Lily asintió.

- Tengo todo el tiempo del mundo

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El Hogwarts Express estaba tan impresionante como todos los años: brillante y despidiendo bocanadas de humo blanco, cosa que indicaba que estaba listo para salir puntualmente como siempre.

En el andén las familias se despedían de los niños, las madres daban los últimos consejos, y los jóvenes empezaban a reunirse para contarse, emocionados, todas las aventuras del verano.

Sirius y James habían dejado sus maletas en el tren y esperaban en el andén con los señores Potter. La abuela de James estaba empezando a llorar, triste y emocionada por ver a su nieto convertido en todo un Premio Anual. Sirius no dejaba de meterse con él por ello. Decía que se había convertido en un blandengue.

Obviamente James sólo le veía ventajas al puesto… La más importante, por supuesto, una pelirroja con la que compartiría cuarto durante el curso.

- Hola James- Susan se había abierto paso entre la gente y había llegado hasta los Potter, ignorando por completo a Sirius- ¿Has visto a Lily y a Meg?

- ¿No venían contigo?- preguntó él

Susan se rascó la cabeza, sonriendo avergonzada.

- De hecho sí, pero creo que las he perdido

- En serio March, deberías teñirte. Perder a gente no es "normal"- dijo Sirius entrecomillando la última palabra con los dedos.

La chica le miró con desprecio.

- ¿Por qué no te paseas un poco, por las vías del tren, a ser posible?

El señor Potter se rió, su esposa miraba con sorpresa a la que era la hija de una de las mejores familias del mundo mágico. Ya sabía porque la señora March estaba envejeciendo tan deprisa.

- Hola

Remus llegó arrastrando su baúl hasta el grupo. Todos le saludaron cálidamente, Susan incluida.

- Lily estaba buscándote James- dijo el licántropo- Estaba en los primeros vagones, ayudando a los de primero.

James entornó los ojos.

- Cuando dejará de ser una ONG con patas…- suspiró- Voy a buscarla.

- Yo voy a dejar el baúl en el tren- dijo Susan- Encantada de haberles conocido- añadió para despedirse de los señores Potter.

Remus se ofreció a acompañarla y la joven accedió con una sonrisa, cosa que parecía una buena señal.

- ¿Qué tal ha ido la gira?- preguntó el licántropo una vez hubieron acomodado sus baúles en el mismo compartimiento que Sirius.

Susan, que estaba sacando su bolso de él baúl, sonrió.

- Muy bien. Ha sido toda una experiencia. ¿Tú que tal?

- Bueno… creo que no tan bien. Dejamos muchas cosas en el aire cuando te fuiste.

Susan miró al joven y suspiró antes de sentarse en una de las butacas.

- Sabía que tendríamos esta charla- dijo rascándose la cabeza.

Remus se sentó en frente de ella.

- ¿Entonces ya sabrás lo que quiero preguntarte, no?

Susan asintió.

- ¿Y cuál es la respuesta?- preguntó Remus

La joven volvió a suspirar.

- La respuesta es no, Remus. Ahora no podemos volver- contestó la chica mirándose los zapatos.

- ¿Has conocido a alguien?- preguntó el chico ansioso

- No

- Entonces… ¿No me puedes perdonar lo de Benalli?

Susan hizo una mueca de dolor.

- No es eso… claro que puedo perdonártelo. He pensado mucho y en cierto modo entiendo todo lo que pasó, aunque me hiciste mucho daño… Pero no es eso, o por lo menos ése no es el principal motivo.

- ¿Y cuál es?

- Pues que necesito estar sola, Remus- dijo Susan levantando la vista- Desde hace cuatro años voy saltando de relación en relación y no he tenido tiempo para conocerme a mí misma, para saber en qué clase de persona soy yo. Estar contigo me dio muchas cosas buenas, entre ellas valor para hacer lo que debía hacer… Pero este mes he descubierto que puedo estar sola, que me gusta sentirme independiente…

Remus asintió en silencio y se recostó en la butaca, abatido.

- ¿Ya no… no me quieres?

- Claro que te quiero, Remus- susurró la rubia- Pero quiero acabar de entenderme a mí, quiero saber lo que quiero de la vida antes de empezar a entender a nadie más… Y tú también deberías pensar. Quizás no puedas aceptarme tal como soy.

Remus la miró a los ojos, Susan estaba encarando las cejas. Por supuesto la chica se refería a sus discusiones a causa de sus padres, su familia y su antigua y ajetreada vida amorosa.

- Está bien- dijo Remus un tanto abatido, levantándose del sillón- Pero al menos no todo está perdido ¿no?

Susan también se levantó y negó con la cabeza.

- Vamos a buscar a Meg y a Sirius antes de que el andén se convierta en "La Matanza de Texas"- propuso Remus saliendo del compartimiento

- Ah… ¿Pero no estás al corriente de las nuevas noticias?- preguntó la rubia, ganándose una mirada interrogatoria de Remus.

Remus no estaba al corriente, pero no tardaría en estarlo. El andén, lejos de parecer el escenario de una matanza, parecía el final de una peli romántica en la que el protagonista muere. Los grupillos de chicas afligidas y enfadadas dieron a Remus la primera pista. La segunda pista se la dio el hecho de ver a Sirius, o mejor dicho, a la lengua de Sirius, en un paladar ajeno. Concretamente el de Meg.

Bueno, al final parecía que no había habido daños después de la proposición de Sirius.

Susan separó a la pareja de un modo nada gentil.

- Hala, ya valió por hoy. Ya podemos empezar a vender las entradas para la sesión de las 12- comentó viendo la cantidad de alumnos que los estaban observando.

- Eres una toca-pelotas March- siseó Sirius.

- Gracias.

Remus le dio una palmadita a Sirius.

- ¿Y cuando me piensas presentar a tu flamante novia?- preguntó el licántropo.

Sirius abrió la boca para mandar asu amigo a tomar por saco, pero Meg le interrumpió.

- ¿Novia? ¿Quién ha hablado de novia?- preguntó desconcertada- Voy a llevar el baúl al tren… ¡Nos vemos!

Sirius se quedo totalmente desconcertado ante la fuga de Meg. Susan se estaba riendo a carcajadas.

- Creo que tengo un asunto que aclarar con esa Huffie rebelde- musitó el moreno antes de despedirse rápidamente de los señores Potter y correr detrás de su flamante no- novia

Remus y Susan les siguieron, aún riéndose.

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La locomotora escarlata estaba silbando, preparada para salir puntualmente de King's Cross. Lily y James, que habían estado ayudando a todos los estudiantes nuevos a encontrar un sitio, se despidieron rápidamente de los señores Potter y saltaron al tren cuando éste empezaba a moverse.

- Siempre he querido hacer eso- bromeó Lily recobrando el aliento después de la carrera- Montarme en un tren en marcha.

James se echó a reír y cerró la puerta del vagón.

- Qué temeraria- comentó en tono irónico.

Lily le dio una colleja.

- Bueno… ¿Preparada?- preguntó el chico mirándola con fingida severidad.

Lily sonrió y James no pudo evitar dulcificar su expresión. Le tomó de la mano y le acarició cariñosamente el dorso.

- Ahora sí- contestó en un susurro

James se inclinó y la besó en los labios mientras el tren iba ganando velocidad.

- Yo también- dijo separándose unos milímetros de ella.

Se sonrieron durante unos segundos antes de entrar en el pasillo; juntos, como lo seguirían a partir de entonces y hasta su muerte.

FIN

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Bueno… sabéis que he estado resistiéndome a contestar una pregunta que cada vez me hacíais más… No, lo siento, la historia no seguirá en Hogwarts. No se acaba aquí, hay un epílogo, pero después de eso ya no habrá más historia… Lo siento mucho, pero este argumento estaba planeado desde hace unos 10 meses y prácticamente no he cambiado nada del planteo original… Ya no tengo nada más que explicar, seguir escribiendo sería tontería, ya no sería interesante… Y prefiero acabar ahora, cuando estoy bastante satisfecha con el resultado, que alargarlo y sentir que la historia decae…

Siento no haberos contestado, pero quería daros la sorpresa. Siempre es mejor no saber que un capítulo es el último, creo yo. Si no lo lees con prejuicios.

A pesar de que aún falte el epílogo (que espero que esté pronto) quiero daros las gracias y mil veces gracias a todos los que me habéis seguido desde setiembre, aguantando mis plazos larguísimos de actualización y confiando en esta historia que no gustó demasiado al principio, pero que al final ha ganado más adeptos de lo que yo podía imaginar. La verdad es que siempre me habéis ayudado y apoyado mucho y os merecéis un premio por ser tan buena gente.

Muchas, muchas gracias de nuevo. Espero que nos volvamos a "leer" pronto por aquí…

NO OS OLVIDÉIS DE MI REVIEW DE FINAL DE FIC! Que estoy muy sentimental y dentro de nada tengo los exámenes. A todos aquellos que nunca dejáis review… sé quién sois y dónde vivís! Jejejeje es broma. Nada, sólo que me gustaría saber cuántos habéis llegado hasta aquí y que me dejaseis un reviewcilllo, uno chiquitín aunque sea… Venga… porfi!

Dedicado a todos vosotros, que habéis creído en este fict y a todas las personas que me leen. Es un orgullo y un elogio saber que estoy en la lista de favoritos (370 la última vez que miré, lo sé, es flipante) de tanta gente.

Un beso enorme para todos!

Guys, you rock!