Disclaimer: No soy J.K. Rowling, y si crees que gano algo haciendo esto necesitas una camisa de fuerza.

La Chica Perfecta

: Capítulo 1 Cuando me parece que veo una luz al final del túnel, me estrello contra una pared :

James Potter.

En eso mismo estaba pensando esa tarde, mientras su jefa la regañaba, como solía hacer siempre que su novio y ella habían peleado. Y, como siempre que lo hacía, Lily Evans se concentraba en otra cosa (las compras, su desastrosa vida social, el chismerío de la semana, una mosca que revoloteaba por allí... cualquier cosa era más entretenida que escuchar cómo te dicen que te vas a ir al infierno laboral), en este caso, en su patética (y casi inexistente) vida amorosa.

Odiaba su trabajo. Lo aborrecía tanto como al sonido del despertador en la mañana, al sujeto que se cuela en una fila... vamos, que era una tortura. Ser periodista estilo paparazzi para Corazón de Bruja no era precisamente su idea de tener una "carrera", sobre todo porque lo que ella quería era ser auror... Pero ya no tenía las fuerzas para cumplir ese sueño.

- ...y el de la semana pasada -la dichosa jefa consiguió enfocar la atención de la pelirroja en ella por completo esta vez, al enseñarle su propio artículo de la última edición de la revista. El título rezaba "Vanessa Prewett - de caridad en Hogsmeade"-. ¿Sabes lo que esto significa? -preguntó irritada, salpicándola de saliva. Una vena le palpitaba en la sien.

- ¿Que Prewett intentó hacer algo por la vida aparte de rascarse el culo, para variar? -aventuró la aludida sin disimular su desgana. Daba igual lo que dijera, porque su jefa le prestaba tanta atención como al mobiliario.

- Significa que la gente quiere leer sobre los trapos sucios de las celebridades -dijo, haciendo (previsiblemente) caso omiso del comentario. Aunque claro, hacer "caso omiso" de algo implica que lo has escuchado, y este no era el caso-. Escándalos, amoríos, peleas, salarios, divorcios, videos porno, bodas express... -y aquí, damas y caballeros, la frase que se roba el show:-. ¡Evans, esto es periodismo serio! No una columna de chismes cualquiera. Así que mueve esas neuronas tuyas y consígueme un escándalo. Y si no lo hay, pues te lo inventas -añadió, abriéndole la puerta para que saliera, lo cual Lily hizo gustosa-. ¡Sólo recuerda decir que lo obtuviste de fuentes muy fidedignas que deben permanecer en el anonimato! -gritó mientras ella se alejaba por el concurrido pasillo en dirección a su miserable cubículo.

Por más que había mucha gente en el corredor y que la Editora de Corazón de Bruja (es decir, la jefa de Lily), Rita Skeeter, seguía gritando "consejos" desde la entrada de su despacho, nadie le prestó mucha atención a la figura mustia, escuálida y blanca, que envuelta en ropa holgada y con una cascada de flequillo rojizo cubriéndole los ojos, pasaba entre ellos. La sombra en la que se había convertido Lily Evans.

La chica en cuestión, que tenía apenas dieciocho años, recogió algunas cosas de su cubículo, consultó el reloj (las tres y treinta y tres) y se marchó del improvisado despacho, de la oficina, del edificio. A esa hora acostumbraba irse caminando rumbo al Dukylon Café, en el que trabajaba su prima (y que además era parte del complejo de apartamentos en el que ambas vivían) para asegurarse de que no hubiera despellejado a ningún cliente.

Lily Evans.

Sobre esa chica meditaba James Potter a las tres y treinta y tres de esa tranquila tarde. Aunque por lógica, uno no debería pensar en chicas cuando acaban de despedirlo y no tiene dinero para pagar la renta. Pero James Potter no se dejaba impresionar por la lógica.

Sentado en un solitario banco de un parque no menos triste, con un montón de palomas a las que estaba regalando migajas de pan (se sentía como un viejo salido de una película hollywoodense), durante un fugaz instante recordó a Lily Evans. Recordó su pelo rojo que le caía con gracia por la espalda, como una cascada; sus ojos verdes que parecían brillar; su sonrisa...

Sacudió la cabeza. Eso pertenecía al pasado. Es más, ni siquiera había salido con ella, así que en realidad no podía decirse que Lily hubiera formado parte de su vida. Era simplemente un recuerdo borroso de alguien que había conocido en algún momento.

Pero ahora tenía mayores problemas. El alquiler. ¿Cómo iba a pagar el jodido alquiler? Sólo había trabajado dos días en aquella librería muggle y ya lo habían despedido sin más. Y todo por contestarle al jefe. ¡Gran cosa! Él sólo cumplía con su deber de empleado al decirle que se le había corrido el peluquín (delante de media clientela, pero bueno).

No, en realidad, no era por eso. No tendría que estar trabajando siquiera si no hubiera sucedido aquel pequeño incidente hacía dos meses...

Bueno, si puede definirse como "pequeño" el hecho de que tu padre te encuentre en la cama con una chica...

James suspiró. A raíz de eso había tenido que demostrar que era "responsable" mudándose de la casa y consiguiendo un empleo. Aunque en su defensa, nadie le había mencionado nada sobre una regla en contra de llevar chicas a la casa.

El Dukylon Café rebosaba a esas horas, ya que por muy pequeño que era y a pesar de la mala leche de su única camarera, se había puesto de moda entre los magos y brujas jóvenes (y los viejos en plena crisis de los cuarenta) después de que se viera a Vanessa Prewett bebiendo un acalórico vaso de agua sin gas acompañada de un despampanante pero poco talentoso jugador de quidditch del que nadie recordaba el nombre.

- Estúpida Vanessa Prewett -gruñó Sarah Mason, una joven engañosamente menuda con el pelo azabache liso y desflecado sobre los hombros, y ojos grises de pestañas largas; que estaba vestida con el uniforme de Dukylon: vestido corto, negro y con lazos y adornos en rosa, además de un delantal plateado.

Sarah miró el reloj de la pared: las tres y treinta y tres. Qué extraño. Lily, su prima (aunque en realidad no eran primas por sangre, si no políticas) se retrasaba.

Justo en ese instante, la puerta se abrió y la campana que lo anunciaba tintineó. Sarah, que en aquel momento soportaba las quejas de una de las rubias oxigenadas y ricas que tanto frecuentaban el lugar, se volvió esperanzada.

Pero la persona que había llegado no se parecía en nada a su prima. Era alto, delgado y pálido, aparentemente frágil; usaba ropas andrajosas y tenía el pelo castaño, pero a pesar de su aspecto de cansancio, le dedicó una radiante sonrisa en cuanto se acercó a ella y le estrechó la mano:

- ¡Sarah Mason! Ha pasado un tiempo, ¿no?

Sarah entornó los ojos y escrudiñó al extraño. Pero en cuanto se dio cuenta de que no era ningún extraño, sino alguien a quien conocía muy bien, se apartó con brusquedad (casi derramando media jarra de café hirviendo en la rubia oxigenada en el proceso).

Remus Lupin.

- ¿Qué haces aquí? -siseó la chica, sin dejar de mirarlo con recelo.

Pero él se mostró impasible.

- Buscan camareros, ¿cierto? -inquirió sonriente-. Vengo a entrevistarme por el trabajo.

- De acuerdo, contéstame esta pregunta -comenzó Sarah-. ¿Eres Remus John Lupin?

- Sí -respondió el aludido con sorpresa. Qué pregunta tan extraña.

- Entonces es fácil: no -y le dio la espalda para servirle café a la señora Rosier y a su hija.

Remus parpadeó. Iba a abrir la boca para replicar cuando alguien le apoyó la mano en el hombro:

- Sarah, querida, no deberías dejarte guiar por las primeras impresiones -regañó la señora Magnolia Davis a su sobrina y empleada, que gruñó por toda respuesta-. Así que te llamas Remus -sonrió, dirigiéndose al chico-. Sonríe.

Remus sonrió.

- Estás contratado -anunció la señora Davis complacida.

A su lado, Sarah colocó la jarra sobre la mesa de las Rosier con tal fuerza que salpicó café en sus trajes de diseñador.

- ¿QUÉ?

- Que está contratado -repitió la señora Davis, perpleja-. ¿Te estás quedando sorda, cariño? -y se dispuso a limpiar la mesa con un trapo, ignorando los histéricos chillidos de las Rosier como si nada.

- ¿Y qué pasó con toda esa mierda de no guiarse por las primeras impresiones? -bramó Sarah, hecha una furia.

Pero su tía la ignoró olímpicamente:

- Sarah, querida, enséñale a Remus lo básico, por favor. Yo tengo que limpiar este desastre e impedir que la señora Rosier y su hija rompan los vidrios...

Con los dientes apretados, la chica tomó a Remus de la solapa de la chaqueta y lo arrastró hacia el mostrador donde se encontraba la caja registradora, las máquinas de café y se lucían los muffins y tartas.

- Esta es nuestra caja registradora -comenzó Sarah sin mucho entusiasmo-, y esta es la persona que se encarga de ella (aunque de encargarse encargarse, nada de nada), Miranda Goshawk -señaló con el mentón a una mujer ya entrada en años que, rodeando un cigarro con sus dedos amarillentos y de uñas pintadas de rojo flamante, echó una bocanada de humo al costado y sonrió a Remus antes de fijar la vista de vuelta en la Corazón de Bruja de ese mes-. ¿Sabes usar una de éstas? -inquirió la joven señalando con la mano las relucientes máquinas de café, capuchino y un millón de cosas más que cubrían el muro de enfrente.

- No estoy seguro... -Por no decir que no tenía ni idea.

- Pues qué pena -comentó Sarah con una sonrisa azucarada-. Tendrás que aprender.

Remus quiso replicar, pero el sonido de la campanilla se lo impidió. Por la forma automática en la que Sarah se volvió, el licántropo notó que estaba esperando a alguien.

- Sólo otro cliente -masculló Sarah para sí misma-. ¿Y tú que me ves? -le espetó a Remus, que la estaba mirando con fijeza.

- Estás esperando a alguien -dedujo el chico, sonriendo con malicia.

- A Lily -admitió Sarah, sorprendiendo a Remus, que se esperaba todo menos esa reacción-. Me preocupa... se está retrasando.

Sin saber muy bien qué decir, Remus preguntó lo primero que le vino a la cabeza:

- ¿Lily trabaja aquí?

Sarah lo miró. Acababa de darse cuenta de que había tratado más o menos bien a un merodeador.

- ¡Vieja chismosa!

- ¡Pero si tú...!

- Están haciendo buenas migas -dijo la complacida señora Davis a un cliente, que se preguntó si la mujer estaba bien de la cabeza.

Al mismo tiempo y no muy lejos de allí, un apuesto joven llamado Sirius Black avanzaba entre la multitud del transitado callejón Diagon a fuerza de empujones, codazos y muy de vez en cuando un "permiso, disculpe..". En realidad, apenas se fijaba por dónde iba, ya que leía la sección inmobiliaria de El Profeta con el ceño fruncido. Lo más barato allí era una carpa que se alquilaba en el jardín de los Trelawney.

Pasó las páginas con frustración, como si fuera a surgir un cartel con luces de neón que gritara "¡aquí, Sirius!". No lo encontró.

En lugar de eso, sus ojos se posaron en la foto de una joven alta y delgada, vestida con ropa carísima y con gafas oscuras de tamaño industrial. Sirius no necesitó mirarla dos veces para reconocerla, ni tampoco precisó dos minutos para hacer trizas la foto y arrojarla a la basura.

Malos recuerdos.

El cliente que acababa de entrar al Dukylon Cafe no era ni más ni menos que James, que con la cabeza gacha se sentó en una mesa vacía. Absorto en sus pensamientos como estaba, no se dio cuenta de que alguien se le había acercado.

- ¿Por qué las caras largas?

James se volvió. Era Magnolia Davis, la propietaria del complejo de apartamentos en el que vivía (además del Dukylon Cafe, que estaba pegado a dicho complejo), una mujer cincuentona, pálida y huesuda, pero enérgica y con unos vivaces ojos verde claro. La mujer a la que le debía la renta desde hacía ya dos semanas.

Antes de que James pudiera contestarle, la campanilla sonó. La puerta se había abierto de nuevo, para ceder el paso a una chica con una descuidada melena pelirroja que le cubría la cara, y que avanzó, cabizbaja, hacia el mostrador.

James no le prestó mucha atención, pero la señora Davis la miró y con un suspiro dijo:

- Esto ya no puede seguir así.

- ¿Eh? -se sorprendió James, creyendo que se refería a él y más que nada a su deuda.

La señora Davis volvió a fijar la vista en él, pero lo hizo con sorpresa, como si acabara de darse cuenta de que estaba allí. Parpadeó. Volvió a mirar a la joven que acababa de entrar (y que ahora conversaba con una camarera), luego a James. Entonces sonrió.

- Cariño, estás teniendo problemas para pagar la renta, ¿verdad? -le preguntó sin rodeos.

- Bueno, esto... -balbuceó torpemente James, sintiendo que se ruborizaba. ¿Cómo le explicaba que por no saber ahorrar ni mantener un empleo por más de cuatro días seguidos no tenía dinero para pagarle?

- Eso pensé -sonrió la señora Davis, aparentemente complacida-. Entonces te haré una propuesta.

James frunció el ceño, sin entender a qué se refería. Siempre y cuando no fuera uno de esos tratos de "acuéstate con tu superior y disfruta de los beneficios" (palabras textuales de su mejor amigo, Sirius Black)...

- ¿Ves a esa chica de allí? -la señora Davis señaló con muy poco disimulo a la pelirroja que había entrado hacía unos momentos y que se encontraba sentada tras el mostrador, comiendo un trozo de tarta con las manos.

James estuvo tentado a decirle que era imposible no ver a la versión femenina de Harry el Sucio, pero supo contenerse.

- Ajá.

- Pues es mi sobrina -explicó la señora Davis-, y si puedes convertirla en una dama, no tendrás que pagarme el alquiler en seis meses.

James se quedó boquiabierto. ¿Acaso había perdido la razón?

- Pero deberás trabajar aquí -añadió la señora Davis, aunque para James eso era sólo otro beneficio: no tenía empleo, después de todo-. ¿Tenemos un trato?

James asintió sonriente y le estrechó la mano a la señora Davis. ¡Sabía que sus problemas se solucionarían!

- Lily, ven aquí -llamó la señora Davis a su sobrina, haciéndole señas. Mientras tanto, James pensaba que era una extraña coincidencia; justo esa tarde había estado pensando en otra Lily.

Pero en cuanto la pelirroja se acercó y sus miradas se cruzaron, James no pudo evitar pensar una cosa muy diferente...

- James Potter, esta es mi sobrina, Lily Evans.

- ¿?

- ¿EVANS?

...su suerte iba de mal en peor.

Fin del capítulo 1.

Ok, comencemos con las presentaciones . Sé que mi nick es algo raro (significa Luna Llena, aunque no es por Remus que me lo puse U), así que pueden decirme Maru (que después de todo ese es mi nick nick).

Llevo ya 4 años escribiendo fanfics, aunque bajo otro nick U. Lo que me recuerda que debo hacerme un profile... cómo les gustan más, narrado en párrafos o estilo "Nick:", "Edad:"...?

Sobre la historia... el segundo capi ya está completo (y sobre el resto, la trama y los personajes están bien formados en mi cabeza -y sí, Sirius aparecerá más, sólo no logré hacer mucho por él en este capi ;;-), pero cuándo lo publique depende enteramente de su interés. Es decir, no voy a actualizarla si sólo tengo tres o cuatro lectores siguiéndome (sorry). Así que si les gustó hagánmelo saber via reviews . También me gustaría oír (ejem, leer) sobre sus personajes favoritos, teorías de por qué acabaron/son así (a ver si aciertan xD), dudas, sugerencias, ideas, etc.

Por cierto, muchas gracias a Jane Black (Cele), Bars9 y a Yose Malfoy por hacer de betas .

Y para el próximo:

El reencuentro de James y Lily: ¿qué sucederá? ¿aceptará James el "trato"? ¿se enterará Lily de sus intenciones? ¿qué pasó entre ellos? ¿Dejaré de pretender que no sé lo que va a pasar?

Sirius le hará una visita muy especial a su mejor amigo.

Y hablando de Sirius, ¿cuál es su problema?

Descubriremos un secreto de Lily.

Por último, los desastres que hará James de aquí en adelante no están escritos (bueno, de hecho sí, pero saben a qué me refiero U).

Besitos!

Full Moon