Los nombres de los personajes así como todo lo relacionado a Harry Potter, pertenecen a J. K. Rowling.
CAPÍTULO 26
Ronald no lograba concentrarse. Su mente seguía volviendo una y otra vez a la tarde del viernes pasado, preguntándose cómo todo había cambiado de repente. La frustración volvió a invadirlo y lo expresó lanzando las cuerdas que tenía en el regazo, las pateó cuando estas cayeron al suelo; hundió el rostro entre sus manos.
Podía sentir el ambiente tenso entre Hermione y él cuando la llevó de regreso al pueblo. Los nudillos blancos, aferrándose al volante y con la mirada al frente, sin parpadear. Quería mirarla, quería volver a sentirse en esa seguridad especial que ella le daba; pero a la vez, su mente le decía que era lo mejor. Que estaban justo a tiempo de evitarse más dolores de cabeza. Pero no dejaba de preguntarse una cosa: ¿qué era lo que quería Hermione?
Recordó sus palabras: "Es obvio que los dos queremos cosas distintas". Pero, ¿a qué se refería ella con eso?
No había sido lo suficientemente valiente para preguntarle, una parte muy grande de él sentía temor de la respuesta, porque sabía que no sería capaz de darle lo que ella quería. No estaba listo.
Pero, ¡maldición!, ¿por qué seguía sintiéndose así, como si le faltara algo a su vida?
Habían sido muchas las ocasiones en las que solía sentirse así, pero bien sabía que ahora el motivo era algo completamente distinto. Y se sentía distinto.
Soltó un gran suspiro de frustración. Y se obligó a continuar con su trabajo. La rutina estaba bien, ocupar su mente en el trabajo estaba bien. Todo era más fácil si no pensaba en Hermione. Solo tenía que lograrlo.
Hastiada. Así se encontraba Hermione, luego de terminar un largo día de trabajo.
La rutina estaba siendo su amiga y enemiga a la vez: levantarse, ir a trabajar, regresar a casa, leer, leer y más leer.
Solo las palabras ajenas hacían que su mente dejara de pensar en Ronald Weasley. Aunque fueran unos minutos de paz, sin él rondando en sus pensamientos.
Lo difícil no fue tomar una decisión, lo difícil era seguir manteniendo esa decisión. Porque cada día luchaba por mantenerse alejada de él. Pero era lo mejor. No podía seguir enamorándose más de alguien que quizá nunca iba a sentir lo mismo por ella. Sería algo muy masoquista y egoísta de su parte.
"Ya pasará", se decía cada noche, antes de poder conciliar el sueño. Pero lo cierto es que no estaba pasando. Y nada de lo que hacía parecía dar resultados; incluso había dejado de ir a cenar con los Potter por miedo a encontrarlo ahí. Ni siquiera daba vueltas por el pueblo, por si llegaba a verlo de lejos. Pero sentía que era una lucha inútil. Porque lo cierto era que extrañaba a Ronald más de lo que ella creía poder extrañar a alguien.
Se había acostumbrado a los encuentros entre semana, las charlas, los paseos, los momentos en silencio. Su mente no dejaba de preguntarse cómo es que en tan poco tiempo Ronald Weasley había causado tal efecto en ella.
El timbre de la casa sonó y Hermione parpadeó, volviendo a la realidad. Escuchó el sonido por segunda vez y, curiosa, se levantó, preguntándose quién sería.
Al abrir la puerta, se encontró a Henry.
─¡Sigues viva! ─exclamó y procedió a darle un abrazo.
Hermione soltó una pequeña risa y lo dejó pasar. Lo guió hasta la sala.
─ Por un momento temí encontrarme con tu cuerpo frío ─dijo el hombre, con cierto tono preocupante.
─ Pues tienes suerte de que no sea así ─sonrió Hermione.
Se sentaron uno frente al otro. Henry clavó su mirada en Hermione.
Ella sabía bien que Henry estaba esperando algo, no por nada hubiera dejado sus labores profesionales solo para ir a verla. La conocía lo suficiente para saber que algo pasaba.
─ ¿Cómo estás? Y quiero la verdad ─ añadió el hombre, antes de que Hermione tuviera tiempo de responder.
─ La verdad ─ repitió Hermione, mirando hacia el techo. ¿Cómo podría expresarlo? Eran un sin fin de sentimientos.
─ Ginny y yo concordamos en que algo estaba realmente mal cuando ni tú ni Ronald se han pasado por la casa en toda la semana. Podrías empezar por ahí ─ le ayudó Henry, acercándose a ella y abrazándola.
─ No entiendo esta fijación mía de enamorarme de hombres que no se enamoran de mí.
Soltó una risita cargada de ironía y algo de dolor. Tal vez era su destino, estar sola con su gato. Sonaba tan cliché que más que darle tristeza le daba gracia ya todo el asunto.
─ Ronald y yo hablamos ─ continuó, mirando a su amigo ─ , y me dijo que no estaba listo para algo más. Y está bien, lo entiendo; sé que ha pasado por mucho y que tiene muchas cosas por superar. Y también es mi culpa por aceptar esta relación o lo que haya sido. Y sé que seguir ahí me hará más daño a la larga. Y ya no quiero perder, Henry; ya perdí bastante dando más amor y no recibiendo lo mismo.
─ Lo sé, cariño ─ Henry la estrechó más ─ . Estoy aquí para lo que se te ofrezca. Bueno, dentro de lo que cabe, eh ─ bromeó y logró que Hermione riera. Volvió a ponerse serio y la miró ─ . ¿Y vas a perder la esperanza así como así?
Hermione lo meditó un poco y, con un encogimiento de hombros, contestó.
─ ¿Se puede tener esperanza en alguien que no quiere creer ya en el amor?
Harry se rascó la nuca, algo fastidiado. Llevaba más de dos minutos viendo a Ronald ir y venir por todo el establo. Al parecer su amigo no recordaba dónde iba cada cosa, ya que movía una y otra vez cada objeto de su lugar.
─Ronald, sigo aquí ─ comentó, cuando el hombre pasó a su lado sin verlo.
─Lo sé, yo no estoy ciego ─ respondió Ronald, mirándolo por un breve segundo.
Y sí, sabía que Harry estaba ahí y que no se iría hasta hablar con él. Y el problema era que Ronald no quería hablar. Solo quería trabajar hasta que su cuerpo estuviera tan cansado que lo único que podía hacer era dormir y dormir.
Harry negó con la cabeza y, tomando aire para contener la frustración que Ronald le estaba causando, se acercó a él y lo sujetó por los hombros, obligándolo a mirarlo.
─ ¿Hermione? ─ fue lo único que dijo Harry. Y eso bastó para que el rostro de Ronald se descompusiera ─ Sé que no quieres hablar, pero sabes que no es bueno para ti.
Ron lo miró. Ahí estaba su mejor amigo, siempre dispuesto a ayudarle. Quería enojarse con Harry por sacarle el tema, pero no podía. No quería hablar, pero era tanto lo que sentía que necesitaba alguien que le ayudara a comprender.
─ Terminó conmigo ─ las palabras sonaron muy extrañas en su boca. Se aclaró la garganta antes de continuar ─. Bueno, con lo que sea que hubiera entre nosotros.
Se sentó en el suelo y Harry se acomodó a su lado.
─ No sé qué sentir, Harry ─ continuó Ron. Y para Harry fue algo extraño el tono tan vulnerable que se percibía en su voz ─ . Sé que es lo mejor…
─ ¿Lo mejor, para quién? ─ interrumpió Harry, mirándolo.
Ron se tomó su tiempo para responder.
─ Para los dos, supongo ─ contestó, no muy seguro de sus palabras ─ . Es decir, no sé que sienta Hermione con exactitud, pero yo sé que no puedo amarla, Harry. No puedo darle falsas esperanzas a algo que quizá no puedo darle.
─ ¿No puedes o no quieres? ─ rebatió Harry ─ Ron, yo sé que tienes miedo, que todo lo que has pasado te ha dejado heridas muy profundas. Pero también sé algo que quizá has ignorado este tiempo… Que ya te has enamorado de Hermione ─ añadió, ante la duda de su amigo.
Ron tragó saliva y abrió la boca, dispuesto a negar aquello. Pero una pequeña voz que sonó de un lugar muy dentro de él se lo impidió. Y las emociones le asaltaron tan abruptamente que se puso en pie.
Extrañaba a Hermione, le costaba reconocerlo, pero era cierto. La extrañaba tanto; sus risas, sus conversaciones, la sensación de encontrarse en un lugar seguro cada vez que estaba con ella. La comodidad que encontraba en ella. Tal vez todo eso era un indicio de lo que Harry acababa de decirle.
─ Te has empeñado tanto en tu soledad, Ron ─ siguió Harry, sin dejar de mirarlo, viendo las emociones en la cara de Ron ─ , y no te has permitido ver que realmente dejaste entrar a Hermione. Quieras o no admitirlo, Hermione te ha abierto la puerta a eso que habías cerrado. Solo depende de ti tomar o no esa oportunidad.
─ Es que es tan difícil, Harry ─ la voz de Ronald sonó ahogada. Le costaba hablar ─. No sé si pueda con esto. No quiero lastimarla, no sería justo para ella si no puedo con esto.
─ Tal vez deberías dejar que sea ella quien decida, pero tienes que decirle las cosas tal cual son. Si solo la dejas ir así como así, los dos van a quedar heridos y será en vano. Piénsalo.
Y con eso, Harry salió, dejando que Ron examinara sus sentimientos y que pusiera orden a lo que pensaba.
A Ron le sorprendía lo rápido que había pasado la temporada veraniega, Septiembre estaba a la vuelta de la esquina y con eso tenía dos meses donde no tendría prácticamente nada qué hacer. Sus últimos inquilinos se irían ese fin de semana y ya solo restaba poner en orden todo el lugar.
Era miércoles y estaba meditando si ir a cenar a casa de los Potter. Hacía tan solo unos días de la conversación con Harry y él aún se negaba a pensar en lo que él le había dicho.
Aún no quería encontrarse con Hermione, no estaba listo para esa confrontación, por mucho que quisiera verla, era más su miedo. Así que con esa determinación, decidió no ir. No había salido de la Madriguera en todos esos días y podría seguir ahí unos días más.
Salió de su oficina y justo estaba por subir las escaleras cuando Ginny entró y le habló.
─ Ahí estás, desobligado ─dijo la mujer, cruzándose de brazos.
─ ¿Desobligado? ─Ronald alzó las cejas, indignado por esa acusación ─ Si lo único que hago es trabajar, Ginny.
Dio media vuelta y caminó hacia ella. Sabía que se refería a su ausencia en su casa. Y Ginny se lo afirmó segundos después.
─Ya lo sé. Pero, te recuerdo que tienes una familia que ver. James piensa que lo estás castigando por lo que pasó en el establo.
Ronald suspiró y se restregó el rostro con una mano. Había olvidado el pequeño gran incidente que James había causado en el establo. Sin querer, había dejado salir a todos los caballos, que no tardaron en galopar libres. Había sido una tarde pesada aquella.
─ Pues no, no es un castigo. He estado muy ocupado, viene el cierre de temporada ─respondió Ronald, pasando hacia la sala. Ginny lo siguió, estrechando los ojos.
─ Te paso lo del cierre. Pero aun así, no creo que no puedas tener una noche libre para ir a cenar.
─ Pues tienes que creerlo, hermana ─ respondió, mientras se dejaba caer en el sillón. Ginny se sentó en el sofá al lado de él ─ . Esta temporada tuve menos personal y muy a penas salimos bien parados.
─ Bueno, pero no creo que Colín no pueda solo por una tarde ─ rebatió ella, sin dejar de mirarlo.
Ronald la miró. Tuvieron un duelo de miradas que duró solo cinco segundos y terminó con un Ronald derrotado.
─ Bien ─ suspiró ─ . Iré mañana, hoy no. Ya mañana Colín puede hacerse cargo de todo lo demás.
La mujer sonrió, complacida y palmeó la mano de su hermano.
─ Eso suena muy bien. Además, no has ido a ver a Charlie, tampoco ─ agregó, de manera suave, temiendo una mala reacción de Ronald.
Charlie, era cierto. Una pizca de culpa atacó a Ronald. Su hermano estaba muriendo mientras él se centraba en sus problemas. Y a pesar de todo lo que había pasado, era su hermano, debía ver por él el poco tiempo que pudiera.
─ Tienes razón, Ginny ─ aceptó Ron. Se estiró y soltó el aire lentamente ─ . ¿Cómo ha estado?
─ Pues, días buenos, días malos ─ Ginny hizo una mueca y miró hacia el suelo, haciendo una pausa antes de volver a hablar ─ . ¿Crees… que debamos decirle a mamá y papá? ─ dijo, de manera cauta.
Ron hizo un gesto difícil de interpretar y al final, se encogió de hombros.
─ Es su hijo, deberían saberlo. Pero es decisión de Charlie. Debe ser él quien decida. ¿No lo has hablado con él?
─ No ─ negó Ginny, cruzando una pierna sobre la otra ─ ; no sé cómo abordar los temas con él.
─ Bueno, lo hablaremos con él cuando yo vaya, si te parece ─ofreció Ronald.
─ Está bien. Bueno, me voy antes de que Harry deje mi cocina un desastre ─la mujer miró hacia arriba, suspirando y su hermano soltó una risita.
─ Ve y dile a James que no estoy enojado, que mañana voy ─prometió Ronald, antes de que Ginny se fuera.
Al día siguiente, después de dejarle indicaciones a Colín, Ronald tomó camino hacia la casa de los Potter. Se sentía un poco nervioso y no sabía por qué. Al entrar al pueblo, bajó la velocidad y condujo lentamente; de vez en cuando, sus ojos traicioneros vagaban por el pueblo, buscando alguna melena castaña, pero no vieron ninguna. Con una mezcla de decepción y alivio, por fin se estacionó frente a la casa de su hermana y su amigo.
─ ¡Sí viniste, tío! ─James salió de la casa, corriendo hacía él. Con una gran sonrisa de oreja a oreja, abrazó a Ronald por la cintura.
─ Pues claro, James ─Ronald revolvió los cabellos de su sobrino y tomándolo por los hombros, entraron a la casa.
─ ¿Adivina qué, tío Ronald? ─ preguntó emocionado el niño.
─ ¿Qué pasó, James? ─ dijo Ronald con una gran sonrisa, ver a James le daba felicidad.
─Mis padres me han prometido que si me porto bien de aquí a Diciembre, ¡podré tener una mascota, la que yo quiera! ─exclamó extasiado el pequeño James.
Ronald no pudo evitar reír, sería una gran proeza que James lograra conseguir dicho premio.
─ Bueno, James, tienes toda una meta por delante ─le dijo animadamente, antes de entrar a la cocina.
Se sorprendió de ver a Charlie, sentado ahí. Su aspecto era mucho mejor de la última vez que lo había visto, pero aún así, todo indicaba que estaba enfermo.
─Has venido, Ronald ─Ginny habló detrás de él. Sonrientemente, pasó a su lado, directo a la estufa.
─Te dije ─respondió Ron, con un leve encogimiento de hombros ─. Hola, Charlie ─saludó a su hermano y se acercó a darle un pequeño apretón de manos. Sintió la piel fría y débil de su hermano.
─Hola, Ron, es bueno verte ─musitó Charlie, sonriendo de medio lado.
─¿Verdad que tendré una mascota, mamá? ─terció James, brincando de un lado para otro.
─Sí, James, pero ya sabes las condiciones ─respondió Ginny, indicando con una seña que se calmara.
─ ¿Y Henry? ─preguntó Ron, al no mirar al chico alrededor de Charlie.
Los dos hermanos Weasley intercambiaron una mirada cauta y Ginny sonrió levemente.
─Bueno, le hemos dado la tarde libre por hoy y ha salido.
─Ya ─murmuró Ron, sabiendo que la única persona que conocía Henry en el pueblo era Hermione. Sintió que su pecho se agitaba al pensar en ella y carraspeó para tapar la sensación.
Y como Ginny presintió algo en la cara de su hermano, también cambió la conversación.
Cuarto de hora después, Harry se les unió y la cena fue servida. Entre temas triviales, alguna que otra broma y las interrupciones graciosas de James, la noche transcurrió. Y luego de haber tomado el postre, de que James se bañara y se fuera a dormir, Charlie habló.
─He tomado una decisión ─dijo de pronto, llamando la atención de los otros tres adultos. Se aclaró la garganta y siguió ─, iré a la ciudad la próxima semana.
Los tres se miraron algo preocupados y fue Ginny la que habló.
─¿No es arriesgado moverse ahorita, Charlie? ─preguntó, cautamente.
─Cualquier momento lo es, Ginny ─respondió Charlie, tranquilamente. Miró a su hermano ─. Me gustaría que me acompañaras, Ronald, pero entiendo si no puedes.
Ronald no ocultó su sorpresa. No esperaba que Charlie quisiera moverse y mucho menos que quisiera que fuera con él. Tardó unos segundos en reaccionar.
─Bueno… ─comenzó, dubitativamente, rascándose la mejilla.
─No tienes que ir si no quieres, Ron ─le interrumpió Charlie, de manera amable. Ya se esperaba que esa era una petición muy grande y muy imprevista para su hermano.
Ron, que sintió la mirada de Ginny, volteó a verla primero y luego a Charlie.
─Si me dejas poner todo en orden, cuenta conmigo ─asintió, y le regaló una sincera sonrisa a su hermano, que correspondió de igual manera.
─Gracias, Ronald, es importante para mí ─dijo, escuchándose muy agradecido.
─¿Vas a contarle a mamá y papá? ─preguntó Ginny, mordiéndose el labio, con cierto nerviosismo.
La pregunta hizo que todos se callaran y fuera un momento donde una repentina tensión se posó en el aire.
Charlie abrió la boca y la cerró. Se tomó unos segundos y habló.
─ Estoy en ese dilema, Ginny. Por un lado, no quiero hacerles pasar este sufrimiento, suficiente es haber puesto este peso sobre ustedes ─miró a Ginny y a Ronald, su mirada triste ─, pero supongo deberían saberlo, ¿no? Antes de que… ─la frase murió incompleta.
Ginny sollozó un poco. Ronald desvió la mirada. Era difícil, su hermano moría y no podían hacer nada.
─Encontraremos la solución ─afirmó Harry, que había estado escuchando y viendo el momento entre los hermanos Weasley. Abrazó a su esposa y palmeó a Charlie en la rodilla.
─Gracias, Harry ─Charlie le dio un apretón y trató de recomponerse ─. Creo que iré a descansar, ha sido mucho por hoy.
─Te ayudo ─Harry se levantó y ofreció su brazo a Charlie.
─Dime qué día quieres ir y me aseguraré de estar listo ─dijo Ron, parándose frente a su hermano.
─Te aviso en estos días, en cuanto Henry me confirme todo.
Ron asintió y para sorpresa de todos, le dio un pequeño abrazo a su hermano.
─Cuídate, Charles ─murmuró en voz baja.
Charlie, ahora sorprendido por su hermano, solo atinó a asentir.
─Descansa ─le dijo Ron, y se hizo a un lado para que pasara.
En cuanto hubieron subido las escaleras, Ron volteó a ver a su hermana, que miraba a la nada.
─¿Realmente lo harás, Ronald? ─dijo en voz baja.
Ron se sentó a su lado y la abrazó, pegando su cabeza con la suya.
─Es lo menos que puedo hacer por él, Ginny ─contestó, soltando un largo suspiro.
─Me preocupa él y me preocupas tú, Ronald. Solo promete que no dejarás que te afecten ─tomó las manos de su hermano y lo miró ─. Han cambiado tantas cosas Ronald, pero no sé si ellos cambiarán.
─ Solo lo hago por Charlie, Ginny. Te prometo que estaré bien.
Y solo la seguridad de Ronald, hizo que Ginny se sintiera más tranquila.
En cuánto a Ronald, otra cosa más se añadía a su turbulenta mente. Quizá el alejarse del pueblo unos días le hiciera pensar las cosas de otra manera. Le hiciera aclararse las cosas. Le hiciera tomar decisiones que sabía que tenía que tomar. Pero encontrar el valor para hacerlo le estaba costando mucho esfuerzo.
Y volví, si, años después pero volví.
Ahora, solo quiero agradecerte a ti, si has seguido esperando un capítulo más de esta larga, larga historia. Solo puedo decir que quiero terminarla, aún no, pero que esta historia será terminada. Así que gracias, por tu paciencia y sobre todo tu esperanza en esta autora.
Sigamos, en cuanto al capítulo, han pasado infinidad de cosas en la vida a lo largo de esta escritura, así que puede que el estilo esté muy variado, pero espero que cada parte te haya gustado. (Ya estoy algo rancia en cuanto a la escritura, pero vamos volviendo).
Y sobre todo, espero que estés bien, que tus seres queridos estén bien, y que si en este infierno llamado pandemia has perdido a alguien (o por cualquier otra circunstancia), mi más sincero abrazo.
Gracias.
(Nos vemos pronto).
