Un cielo cubierto de nubes, tan negras y esponjosas, parecidas al algodón, un algodón teñido de un color grisáceo como el humo, Un fuerte rayo cubre el cielo haciéndolo brillar, el sonido cubre el espacio existente hasta desaparecer y el destello de luz desaparece en unos segundos.

La lluvia cae sobre mis hombros desde hace algún tiempo, no sé si minutos o tal vez horas, mi cuerpo empapado tiembla ante el frío, observó con detenimiento tu tumba.

El ramo de tulipanes morados está empapado y solamente me coloco de rodillas dejándolo frente a ti.

Otro año más sin ti.

Y no sé si sobreviva al infierno un año más...


Una vez entró al cuarto me recargo en la puerta y me desplomó en el suelo. Esto es tan malditamente injusto y más que injusto doloroso.

Maldito infierno en el que vivo.

Cuando siento el agua caer por mi rostro me siento más inútil.

¿Pará qué lloro?

¿De qué me sirve llorar?

De nada, de nada sirve hacerlo, el infierno nunca se irá y tal vez vaya a uno nuevo, tal vez un infierno peor que en el que vivo.

Minutos antes...

Cierro la puerta haciendo el menor ruido posible, lo único que busco es escabullirse a mi cuarto sin toparme con nadie, ni con él, ni con ella. Me acerco a las escaleras y estoy a punto de subirlas cuando su voz me espanta.

- ¿Dónde estabas?, su voz resuena en el silencio del lugar, una voz ronca y profunda.

Me quedo congelada mientras volteo a mis espaldas viéndolo... Él está de pie con un vaso de whisky en mano, sus ojos inexpresivos me ven y siento mis pies temblar.

-Que más da no me importa- él camina unos pasos acercándose a mí - Solo te aviso - él me observa de pies a cabeza para terminar dándome una mirada llena de asco.

Quiero retroceder, alejarme de él, pero mis piernas no funcionan y esta vez, no tiemblo por el frío.

- Mañana en la cena tendremos invitados - sus ojos me observan con odio.

Asentí sabiendo que él quería que me esconda como siempre y no salga de mi cuarto.

- Te vas a arreglar para no parecer una maldita pordiosera- su voz está cargada de ira y me siento completamente sorprendida.

Yo arreglarme...

¿Pará qué?...

Él toma con fuerza un mechón de mi cabello y me ve con odio - Sé que eso es imposible, pero por lo menos no uses esa asquerosa ropa -asiento bajando mi mirada.

Observo el vestido que utilizo, es un corte largo con estado de flores y cuello redondo con tirantes, la tela es muy ligera tal vez por eso no dejo de temblar, estoy completamente empapada y cubierta de lodo.

Este es un vestido de mi madre.

-Te vas a comportar como la mujer más perfecta del mundo- su voz suena más profunda y grave - Y no quiero ninguna queja sobre ti -Asiento mientras él se aleja y suspira.

- Más te vale atrapar a ese hombre y que acepte el compromiso- mis ojos se abren más y siento las palabras atorarse en mi garganta.

- Com... Compromiso-Tartamudeo mientras veo un brillo diabólico en sus ojos, Esos malditos ojos rojos.

- Si estúpida niña te vas a casar, Alégrate por eso- él sonríe y su mueca me causa aún escalofrío- Por lo menos servirás de algo y me traerás más prestigio entrelazándonos con los Taisho-Él sujeta con rudeza mi rostro y un gemido de dolor se escapa de mi boca.

Su mirada diabólica me observa con asco y superioridad - Pobre de ti que lo eches a perder, si ases alguna estupidez te casaré con el anciano Takeda.

Mi cuerpo tiembla ante la repugnancia de ese hombre un maldito viejo rabo verde, un bruto que golpeaba sin piedad a su esposa hasta el grado de matarla a golpes, pero que se libró por su cuantiosa fortuna, el dinero es lo único que importa en esta vida.

- ¡¡Entendido!! -Su voz me causa escalofríos, ese tono de voz que reconozco como el causante de mis pesadillas.

- Si- contestó rápidamente para no hacerlo enojar más.

-¡¡Sí que!!-El agarre de su mano se vuelve más fuerte y el tono de su voz se vuelve más grave.

Mis piernas tiemblan y amenazan con dejarme caer al suelo- Si señor lo he entendido-Él me suelta con rudeza y me tambaleó unos pasos.

- Ahora fuera de mi vista -Corro escaleras arriba deseamos desaparecer de su vista y de su alcance.


Me levanto del suelo caminando a mi cama y me dejó caer sobre ella.

Este es uno de los tantos momento en los que me pregunto. ¿Qué he hecho mal?, que es lo que yo ice para merecer esta vida.

Las lágrimas no dejan de caer por mi rostro y me siento aún más miserable, para qué sigo con esto.

¿Todo sería mejor si muriera?...