Ámame a la Luz de la Luna
Elsa Gabriela
¡YAY! Por fín termino el sexto capitulo, en el cual cuento la historia de Aome. Esta triste y dan ganas de enojarse a morir con Inuyasha por sus acciones. Por favor, no se enojen por como terminaron Sango, Miroku o alguno de los otros personajes. Fans de Kikyo, este es su fic, pero tampoco se quejen por su actitud en ese momento hacía Aome.
Gracias a todos los que me dejaron un review! ) Los aprecie, pues me ayudarona decidir por cual de las dos opciones irme, y como tuve votos para ambas, coloque las dos. Esta interesante jojojo
Royflame : Espero te guste este capitulo. Miles de gracias por tu sugerencia y por votar! ) Cuidateee!
HanKo : Gracias por firmarme y darme tu voto, espero y lo disfrutes.
Por cierto, lamento la tardanza, pero estaba trabajando en "Las Consecuencias". Así que aqui les dejo la sexta parte!
¡GOZENLA!
El dolor era insoportable. Los recuerdos de aquella terrible noche volvieron a surgir de las profundidades de su mente. De no haber estado en los fuertes brazos de Kouga, probablemente ella se hubiera caído al suelo de la angustia de tener que volver a vivir lo que quería olvidar.
- Aome, yo estoy contigo. – Continuamente repetía el joven lobo a la triste dama. La apretaba contra su pecho para hacerle saber que estaba presente mientras ella continuaba llorando sin control. Verla en aquel estado lo deprimía, y quería hacer todo en su poder para poder hacerla olvidar. Así que con sumo cuidado para no asustarla levanto su barbilla con sus dedos, y sus miradas se cruzaron por un largo tiempo, en el cual lo único que hicieron fue estudiarse y comprender que no estaban solos.
- Ya no puedo seguir guardando este dolor... es demasiado para mí. – Dijo Aome rompiendo el silencio que los envolvía. – Tengo que decirle a alguien...- y como forma de respuesta Kouga la acerco a el, para que se aferrara a su cuerpo mientras ella se perdía en su mar de terribles recuerdos que la hicieron perder todo.
- Yo estoy contigo. – Un suspiro broto de los labios de la joven, como si estuviera cansada, agotada de algo¿de que¿De vivir? O ¿de recordar?
Lo miro a los ojos, perdiéndose un instante en aquella mirada azul que era capaz de descubrir todo en su alma. Dudo. ¿El la comprendería? O ¿la rechazaría? Kouga comprendió que su amada debatía con sus emociones y con lo que ella creía correcto: no decir su dolor.
- Aome, dime lo que ocurre. Yo te voy a comprender. Nunca estarás sola. Yo estaré contigo si tu me lo permites. Déjame acompañarte en tu travesía de sufrimiento, deja que te sostenga cuando la tormenta sea tan fuerte que creas doblarte y rendirte ante ella.
Sus palabras la calmaron, y supo que no tenía nada que perder. Después de todo, Kouga había estado durante la batalla. El la presencio toda. El supo lo ocurrido. Entonces, se armo de valor, tomo sus blancas manos en las morenas de el, las apretó para darse valentía y comenzó su narración. La luna siendo testigo de todo lo ocurrido, la noche presencio todo ese mágico momento, las estrellas escucharon los males de los amantes que estaban sentados al lado del río, brindándose apoyo.
- Hace un año que lo perdí. Hace un año que no he vuelto a ver a mi familia, Hace un año que supe que ya nada sería igual...
xXxXxXx Pasado xXxXxXx
La familia Higurashi cenaba. Había tensión en el aire, y un ambiente de pesar, de tristeza. El abuelo que siempre contaba alguna historia divertida ahora callaba. El hermano que siempre reía y preguntaba por Inuyasha, suspiraba. La madre que preparaba la cena alegremente, lloraba. Y la hija que viajaba de era en era, pensaba.
Si, aquella noche fue melancólica en esa familia. Todos sabían que cuando saliera el sol, podían perder a su pequeña Aome a un monstruo cruel y despiadado que si sobrevivía, arruinaría la vida del Japón en el futuro.
- Madre,
esta muy rica la cena. –
- Me
alegro que te guste, hija.
No hubo más palabras. El dolor y la tensión eran insoportables. Había demasiada educación, demasiados sentimientos disimulados bajo palabras correctas. Dios¿de verdad estaba haciendo lo correcto? Se preguntaba Aome mientras veía a su familia derrumbarse silenciosamente ante ella.
De pronto un temblor sacudió el hogar, sacado a todos de sus pensamientos, y trayéndolos de vuelta a la realidad. Instantáneamente salieron de la casa a ver si todo estaba en orden, entonces se dieron cuenta que el templo que protegía el pozo estaba derrumbándose, y el árbol sagrado estaba moviendo su copa verdosa sin control.
- ¿Que
esta ocurriendo? – preguntaba Sota a su alrededor. Pero nadie
parecía tener respuesta a sus palabras. Aome estaba igual de
asombrada ante lo ocurrido. Entonces miró hacía su
cuello, en donde colgaban los fragmentos de la Perla y se asusto.
- El Final, eso esta ocurriendo. – Corrió sin pensar a cambiarse de ropa, la pijama no era una opción ante un demonio tan poderoso. Así que se coloco el vestido rosa que ocuparía por los años por venir. Tomo su mochila amarilla, llena de medicinas, libros, fotos entre otras cosas que le recordaran su época. Su arco y flecha colgaban de un hombro, y al salir su familia comprendió lo que ocurría.
- Debo irme. Lo lamento. Siento todo lo que ocurre, es mi culpa. Por favor, si no me ven en un año, busquen en el pozo alguna señal de mi, en caso de no haber, no se pongan tristes y piensen que fue por el bien de todos. Los amo, jamás me perdonaría la vida si algo llegase a ocurrirles.
Los abrazó largamente. Intentando recordar cada aspecto de ellos, desde su aroma hasta su vestimenta. Los beso en la mejilla, o en la frente. Los miro una ultima vez antes de brincar en el pozo que se la llevaría por siempre. Antes de saltar escucho las palabras que necesitaba oír..
- Todo saldrá bien, Aome. Te queremos.
Y desapareció. Los fragmentos estaban color rojo metálico, algo malo estaba ocurriendo. El árbol Sagrado se agitaba de dolor, y silenciosamente recorrían su tronco hilos de sangre... ¿de quien? Para saberlo, había que volver quinientos años en la historia.
xXxXxXx Época Feudal xXxXxXx - Sigue siendo Pasado
- ¡Naraku!
–
- ¡Atrás
de ti, Miroku. –
- No
miren a Kanna directo a los ojos.
Se escuchaban los gritos de guerra y odio, combinados con aquellos de preocupación y cariño. La lucha estaba siendo llevada acabo en el bosque de "Inuyasha", cerca del lugar donde el mitad bestia había sido sellado por su amada.
La noche era oscura, densa y tenebrosa. Las nubes cubrían la luna, las estrellas estaban escondidas, como si temieran ellas, que estaban a miles de millones de kilómetros de distancia, por sus vidas. La sangre se combinaba con el sudor de los combatientes y caía al suelo, creando lentamente un río de sangre en el lugar.
Todos estaban presentes: la sacerdotisa resucitada, el líder de los lobos, la exterminadora sobreviviente, el monje maldecido, el demonio engañado (Seshomaru), el mitad bestia traicionado, hasta el pequeño kitsune que nada tenía que hacer en ese lugar (Shippou). Todos aquella noche estaban unidos por un mismo sentimiento: Odio. Y el deseo de completarlo con la muerte del ser que lo causo todo. En el área solo faltaba la joven del futuro, pero todos pensaban que era mas seguro que estuviera en su época, segura y tranquila.
- Kukuku, no podrán destruirme. -
En aquel momento, una sentimiento de paz inundo a todos. No, no estaban muertos, pero la mujer con un corazón tan bondadoso que daría lo que fuera por los suyos acababa de llegar a la batalla final. La pequeña distracción fue aprovechada por el demonio que los ataco sin compasión. Solo el pequeño zorro se salvó y al instante fue enviado a una misión por Kouga.
- Aome
a llegado. Shippou asegúrate que este bien. -
- De
acuerdo. –
Corrió por ella, evitando los ataques de los tantos demonios que Naraku había llamado. No fue fácil, pero sano y salvo llego a su lado. Listo para protegerla, aunque fuera con su vida.
- Aome¿estas bien?
- Si¿que ocurre¿porque estas sangrando?
- No
es mi sangre, no te preocupes. Es la batalla.
- Naraku¿verdad?
- Así
es.
Aparecieron los demonios, y Aome los purifico al instante, protegiendo a su hijo adoptivo con sus brazos. Después, se apresuro para llegar al lado de sus amigos y poder ayudarlos. Con ayuda del kitsune los encontró a tiempo, pues Naraku estaba demasiado enfrascado en la batalla como para notarla, así que aprovecho la oportunidad para utilizar su arco y flecha e intentar liquidar o distraer al malévolo ser.
- Muere...- murmuro la sacerdotisa futurista. La flecha se torno púrpura, con gran intensidad y poder penetro el corazón de Naraku. Hubo un silencio rotundo mientras el demonio mitad bestia se retorcía de dolor ante la purificación. Por desgracia, Aome no pudo llevarse el mérito de su acción ya que al instante en que ella libero la flecha, Kikyo había hecho lo mismo.
xXxXxXx Fin del Pasado xXxXxXx
- ¿Recuerdas
lo que paso después? Todos se sorprendieron, y corrieron a
felicitar a Kikyo. Y agradecerle, sobre todo. Excepto tres personas.
Las cuales dos se acercaron a mí, una fue Shippou, quien por
estar a mi lado supo donde había aterrizado mi flecha, y la
otra fue Seshomaru, el medio hermano de Inuyasha.
"Buen
trabajo, sacerdotisa." Y se alejo de la batalla con su pupila Rin
y su sirviente Jaken. Nadie presto o escucho el comentario de aquel
demonio, pero si lo hubieran hecho dudo mucho que les hubiese
importado, en aquel instante todos pensaban en que eran libres de
aquel terrible ser.
La tercera persona fuiste tu, Kouga. Pero tu
no tomaste bando, estabas sorprendido, mirando los rastros de mi
flecha, y la flecha en el árbol, la de Kikyo. – termino su
relato.
Miro la perfecta luna blanca que brillaba sobre ellos. Tenía un aura triste, y Kouga la pudo percibir, que contenía siento resentimiento, como una pizca de enojo por aquella confusión.
Kouga se sorprendió, pues "su" mujer había sido quien termino con la maldición de Naraku.
- ¡Fuiste tú! – exclamo tontamente el lobo, este observo como se sonrojaba pero no con una sonrisa ,como lo hacía cuando el la visitaba y reclamaba su amor por ella locamente, solamente asintió, suspiro y continuo con su relato.
Aún había más que contar...
- Si, fui yo. Quien lo creería, Aome la niña que no podía lanzar una flecha sin que se desviara, destruyo al poderoso Naraku. Y Kikyo falló su tiro. Pero nadie se dio cuenta¿quien lo haría? Yo tenia mi récord de no poder apuntar, ella tenía el suyo perfecto, sin un solo error... y durante aquella pelea comprobé que nadie confiaba en mis habilidades. Digamos que me sentí traicionada en ese momento, pero no esperaba más, jamás hice algo para que Sango o Miroku cambiaran su opinión personal sobre mí . . .
xXxXxXx Pasado xXxXxXx
- ¡Aome¿Estas bien¿Acabas de llegar?
- Señorita
Aome, me alegro que haya vuelto con nosotros.
Las voces de sus amigos resonaron por su cabeza, como un sonido agudo que molestaba. Aome temblaba, pero no de frío o enfermedad, sino de odio, de traición. Nadie presto mucha atención, pues Miroku ahora removía aquella tela y rosario que protegía su "agujero negro", cuando acabo, su mano quedo descubierta, no había rastro de la maldición que Naraku había colocado sobre su familia.
- ¡Wow! – exclamaba su prometida, Sango. Corrió a abrazarlo fuertemente y permanecieron así por unos segundos antes de que una fuerte cachetada resonara por el bosque: "Pervertido" fueron las palabras que siguieron al golpe. En el lugar de la batalla, un monje yacía inconsciente en el suelo, con una marca roja en su cara, y a su lado una exterminadora verdaderamente enojada.
- Parece que todo volvió a la normalidad...- Shippou murmuró. Mirando a Aome, quién hacía un esfuerzo por no romper a llorar y exclamar "¡Yo lo Mate!". Intento consolarla, y utilizo uno de sus trucos para hacerla reír, y lo logró.
- ¿De
que te ríes? – una fría voz se llevo el mágico
momentos que vivían el hijo adoptivo y la madre suplente.
Ambos voltearon a ver a la sacerdotisa que se les acercaba. Inuyasha
la miraba, no con precaución, sino con cariño y
afecto.
- Nada
importante. – contesto Aome con el mismo tono de voz empleado por
su antepasado.
- Como
digas, pero para que rías cuando me acabo de llevar el mérito
de tus acciones supongo que debe ser algo verdaderamente gracioso¿no crees? – Su voz fue un susurro en el viento, apenas y
la joven lo pudo escuchar, y cuando su cerebro lo registro se
sorprendió. - ¿Acaso crees que no me di cuenta? Si la
lance la mía a propósito, para que fallara. No podía
permitir que mi reencarnación me ganara en cuanto a poderes
espirituales y puntería. Pero antes de que comiences a
gritar, te sugiero que lo pienses otra vez¿quien te va a
creer? – Se dio media vuelta y regreso al lado de Inuyasha.
- Inuyasha...- intentó llamarlo Aome, pero este se sordeo. Mirando a Kikyo y besándola apasionadamente frente a ella. En aquel momento, ella se derrumbo. Su corazón se hizo trizas y nadie podía ayudarla a recogerlas y pegarlas de nuevo en su lugar.
- Asegúrate de tomar los fragmentos. – Shippou comentó a su madre adoptiva. Quien seguía mirando al horizonte, sus ojos lejos y distantes, sin expresión alguna. Su cuerpo paralizado, y lagrimas recorriendo su rostro, como una cascada sin fin.
Miroku y Sango se acercaron, para intentar brindar apoyo, no alcanzaron a ver las acciones de Kikyo, pero si lo hicieron con las de Inuyasha. Y se decepcionaron de su amigo¿como pudo hacerle eso? Ambos se preguntaban silenciosamente mientras el mencionado personaje continuaba besando al cadáver andante.
Kouga seguía en su puesto, meditando y pensando sobre cual de las dos sacerdotisas había destruido a Naraku, entonces su olfato percibió el aroma a sal. Esto lo trajo de vuelta a la realidad, pues ¿quien podría estar llorando cuando el ser más poderoso acababa de ser derrotado? Buscó la raíz a esta pregunta y comprendió todo... miraba a Inuyasha con Kikyo, y luego a Aome. Su corazón se oprimió de dolor, y Kouga tuvo que sentarse ante el impacto que sus emociones hacían sobre él. Gotas de sudor recorrían su cuerpo, y su respiración era rápida. No, no estaba teniendo un ataque al corazón, pero pudo haberlo sido.
El repentino ataque que comenzó a sufrir el príncipe de los lobos, se encargo de llamar la atención de la joven paralizada en medio del campo del batalla. Corrió a ayudarlo, sosteniéndolo en sus brazos los acomodó en su regazo, saco su pañuelo rosado y comenzó a limpiarle las gotas de sudor. Poco a poco, Kouga comenzó a volver en si. El dolor se disipó, y lo remplazo un calidez que no sería capaz de volver a sentir hasta dentro de un año.
- Aome... – la miraba. Sus ojos cafés estaban tristes, los suyos azules llenos de esperanza. – Toma mis fragmentos. – Y se los quitó, entregándoselos a la sacerdotisa. Su cuerpo tuvo un pequeño escalofrío, por la perdida de poder. Pero al instante fue olvidada pues sintió gruesas gotas caer sobre su cara.
- Lo lamento, lo lamento. Se cuanto dependías de estos fragmentos. Lo lamento... – murmuraba continuamente. El joven se sentó frente a ella, y tomo sus manos para acariciarlas, y susurrarle: "No te preocupes, no necesito de este poder para protegerte a tí o a mi mismo."- Asintiendo, y lanzandole una pequeña sonrisa a su amigo, Aome se levanto. Y caminó hacia el cuerpo de Naraku, donde se encontraba la mitad de la perla de Shikon.
- Es hora...- se dijo a si misma. Tomo los fragmentos que colgaban de su cuello, los unió con los de Kouga y luego con la joya. Hubo un resplandor tan potente que todos los presentes tuvieron que cubrirse los ojos para evitar quedar ciegos. Cuando hubo desaparecido, se dieron cuenta que Aome no estaba, pero su esencia seguía en el aire...
xXxXxXx En otro lugar xXxXxXx
Despertó en un lugar contrario al que se encontraba hacía cinco minutos. No había sangre, o heridos. Todo era paz y tranquilidad. Los arboles se movían al compás del viento, el sol brillaba sobre el campo. El lugar era simplemente hermoso y relajante. Que daban ganas de quedarse por siempre en él...
- He
aquí el interior de la Perla, ahora que esta unida y
purificada, puede sentirse tranquilla. – una voz la saco de sus
pensamientos. Volteo a buscar la persona que hablaba..
- ¡Midoriko¿Eres tú? - Midoriko asintió como respuesta y
se acercó a Aome.
- Has
completado la joya, lograste reunir cada fragmento sin excepción.
Y ahora es momento que pidas tu deseo, o lo cedas. –
- Lo
cedo. – Sin vacilar respondió la sacerdotisa del futuro.
Mirando con determinación a la otra mujer.
- ¿A
quien?
- Inuyasha...se
lo prometí cuando la destruí. Y yo siempre cumplo mis
promesas. – Sonrío tristemente, recordando el beso que su
antepasado y su amor había compartido.
- Como
gustes. Espero que todo salga bien, Aome. Y no te pongas triste, por
favor.
Sin comprender el último comentario, Aome volvió a la tierra, donde sus amigos la esperaban ansiosamente. Al aterrizar suavemente en el suelo, miró a su alrededor y busco al que dominaba, en ese momento, su corazón.
- Te la entrego como prometí hacerlo el día en que nuestro viaje inicio hace tres años. Espero que tu deseo se cumpla y hagas lo que tu corazón cree correcto. Te la doy purificada y libre de mal, con la bendición de la Real Midoriko, creadora de la Perla. – No obtuvo respuesta por parte del mitad bestia, este solo la tomo en sus brazos, preparándose para pedir su deseo...
- Deseo que Kikyo vuelva a la vida.
Todos callaron. Sango, Miroku, Shippou, Kirara, Kouga y Aome se sorprendieron ante el deseo tan egoísta que su amigo ahora pedía. Pero como ella había cedido al deseo, tenía que aceptar las consecuencias.
Aunque no creía que fueran a ser tan dolorosas.
Un fuerte viento golpeo el bosque, mandando al monje, la exterminadora y la pequeña gata (Kirara) a los cielos. El pequeño kitsune fue envuelto por una burbuja negra, Kikyo fue envuelta en almas e Inuyasha y Aome fueron enviados al interior de la Perla, donde la sacerdotisa reencarnada era solamente una espectadora sin voz, que aceptaría el deseo y miraría lo que pudo haber sido...
xXxXxXx En el interior de la Perla xXxXxXx
- Bienvenido
seas, joven mitad bestia. Al parecer tu deseo ha sido enviado ante
mí antes de ser cumplido por los dioses. Tu pides traer de
nuevo a la vida a la ya muerta Kikyo, para esto vas a necesitar
cinco cosas. Antes de decírtelas quisiera saber si estas
dispuesto a escucharlas.
- Acepto,
sacerdotisa Midoriko. –
- Bien. Primero necesitas a un kitsune, un niño zorro inocente que sea feliz. Segundo ocupas a una exterminadora de monstruos que sea fuerte y determinada con sus acciones, segura de sí misma. Tercero ocupas a un monje sabio, que haya tenido experiencias que lo hayan hecho más fuerte mentalmente. Cuarto ocupas a un demonio gato, que sea elegante y refinado, al igual que astuto. Y por último requieres del poder para atravesar eras. –
Aome se asustó. Los ingredientes eran sus amigos y su poder para regresar a casa. "Inuyasha jamás aceptaría"- pensaba la joven, quien intentaba hacer a un lado la sensación de que algo malo iba a ocurrir. Pero sus miedos fueron confirmados cuando Inuyasha asintió ante el pedido.
- Solo quiero
saber para que van a ser ocupados. – dijo el joven.
- Para
los sentimientos de Kikyo. Como verás, ella ya tiene un
cuerpo, solo necesita de sentimientos humanos para poder resucitar,.
Por lo tanto ocuparas al Kitsune para la felicidad.
La exterminadora para el enojo, la
seguridad y la fortaleza. Al monje
para su inteligencia, la tristeza y la
compasión.. Al felino para que
sea agraciada en sus movimientos. Y el poder
para atravesar eras, para que su alma
regrese a este mundo en el cuerpo que ahora tiene. –
- ¿Mis
compañeros morirán? – con cierta tristeza pregunto
él.
- Si. ¿Aceptas?
- Acepto.
Cayó un rayo del cielo, y siguieron haciéndolo. Destruyendo la tranquilidad y seguridad del lugar. La perla se estaba tornando peligrosa, las nubes se aproximaban, trayendo la oscuridad. Inuyasha desapareció – había sido devuelto a la tierra- pero Aome se quedo, mirando a Midoriko asustada.
- ¿Como
pudiste? – Preguntó la sacerdotisa del futuro.
- Tu cediste tu
derecho al deseo, y yo solamente me encargue de hacer llegar el
pedido de Inuyasha a los dioses. –
Aome desaparecio del lugar, la perla la regresó pues el interior estaba siendo demasiado peligroso. Afuera, la joven escuchaba el grito de sus amigos, y ella también grito. De dolor, de angustia, de traición. Cerro sus ojos y apretó sus puños, golpeandolos contra la tierra, lastimandose a si misma, pero ella no se percataba de eso, y seguía llorando y exclamando maldiciones a los cielos. El viento seguía fuertemente, y Kikyo estaba en su circulo de almas muy tranquila, segura de si misma. Inuyasha solo miraba a su futura mujer con esperanza y alegría, sus oídos se sordearon ante las exclamaciones de dolor de sus cuatro camaradas, que lo ayudaron a juntar la perla.
De pronto Aome sintió como si le absorbieran una parte de su ser, sintió como si le partieran su cuerpo para removerle algún órgano o algo por estilo, pero en vez de salir eso, salió una luz celeste, muy parecida a la que la envolvía cuando viajaba del futuro al pasado y viceversa. Este rayo brillante, se disparo a los cielos antes de caer sobre el cuerpo de su antepasado, trayendo consigo su alma del otro mundo.
De repente el viento ceso ...
Los gritos se dejaron de escuchar...
Y en un abrir y cerrar de ojos Kikyo estaba viva. En carne y hueso.
A su lado estaban los cadáveres de Sango, Miroku, Shippou y la pequeña Kirara, estaban tan calmados y pacíficos, que parecía que estaban solamente durmiendo. Y eso era lo que Aome querría creer, así que corrió a sus lados, en un vano intento de despertarlos, pero ninguno se movió. Ni una mano toco su cuerpo, ningún abrazó vino a sus cuellos, ni una mano se poso en su hombro...
Estaban muertos.
Kouga observaba con dolor la escena. La que iba a ser su mujer lloraba, mientras abrazaba los cuerpos de aquellas personas. Un enojo inundo sus sentidos, y sintió fuertes deseos de venganza. Como él sabía que Inuyasha había sido el de deseo decidió atacarlo, así que se acerco a él con la velocidad que su cuerpo, sin fragmentos, le permitía. Pero no contaba con los poderes de la ex-sacerdotisa muerta, y cuando esta lo atacó salió volando, chocando con un árbol, cayendo inconsciente al suelo.
- ¡NO!
No más muertes... – gritó Aome desde donde estaba.
Había visto la pelea, y agradeció a Kouga por sus
acciones, pues eran buenas.
- Entonces,
dile a tu patético amiguito que se largue, y de pasada tu
también.
- Pero
no tengo a donde ir...- la joven de dieciocho años (tenía
15 cuando empezó la búsqueda, súmenle 3 y tiene
18) estaba agotada, y no estaba en un humor para pelear o ponerse al
tiro con Kikyo.
- Averíguatelas
tú. La Aldea de mi hermana Kaede es mía. Jamás
te perteneció, o pertenecerá. Vete lejos, no te
queremos volver a ver. Y de pasada llévate los cadáveres
de tus amigos, me dan asco.
Si, Kikyo había resucitado, pero aún recordaba los hechos ocurridos, o su vida como zombie en el planeta. Seguía siendo buena, pero cuando se trataba de Aome, su rival, su reencarnación y los amigos que la habían alejado de su Inuyasha, se ponía molesta y furiosa.
Aome sin más que hacer, corrió al lado del joven príncipe, para resusitarlo de su inconsciente y pedirle ayuda para cargar los cuerpos de sus amigos del alma.
Había sido una mala idea el ceder su deseo...
xXxXxXx Fin del Pasado xXxXxXx
- Después
tu despertaste. Y me ayudaste¿recuerdas? Estabas lastimado
y yo también, pues una parte de mi poder y ser había
sido removido de mi persona. No podía regresar a mi época,
así que tuve que quedarme. Tu me ofreciste refugio con tus
demás compañeros, pero tuve que rechazarlo, pues si no
mal recuerdo, estabas comprometido, aún, con Ayame. Y no
quería ser un inconveniente para su relación. Es por
eso que cuando tu partiste, para solo Dios sabe donde, yo continúe
vagando, caminando hasta llegar a este lugar, para establecerme.
Los extraño, Kouga. Los necesito. A veces tengo sueños
en los que están con vida, y junto a mí, pero entonces
despierto y la cruel realidad me hace llorar. No he podido dormir a
gusto en mucho tiempo. Son raras las veces en que lo hago. Siento
que todo fue mi culpa, y estoy segura que lo fue. Y todo por confiar
en el hombre que me olvido tan pronto Kikyo resucito.
Todo por
mantener mi promesa...
No debí de haber entregado la perla
a Inuyasha. –
Termino su relato, rompiendo en llanto otra vez. Kouga estaba en shock, pues no recordaba aquellos eventos, pues de aseguro aún estaba en la octava nube cuando ayudo a Aome. Pero se sintió feliz de saber que mínimo la había apoyado aquel día. La abrazó fuertemente, rodeando su pequeña cintura con sus brazos. Le beso la frente y le permitió llorar en su hombro.
- No fue tu culpa. Tu eres un alma pura e inocente, tu confiaste en él y el traiciono tu confianza. No te pongas así, mi querida amiga. Tu no has hecho, ni harás nada malo. Jamás será tu culpa lo ocurrido. – susurró él a su oído mientras le brindaba apoyo.
Así permanecieron, juntos, unidos por la soledad y el deseo de poder contar a alguien sus secretos. Si, Aome había contado la razón de su dolor, pero para volver a ser como la joven feliz y alegre que era, necesitaría más que eso. Necesitaría tiempo.
Y eso era algo que Kouga estaba dispuesto a darle, solamente si ella lo ayudaba a él.
¡YAY! El pasado de Aome.. huuum ¿que les parecio? Se que Inuyasha fue extremadamente frío y egoísta, pero en futuros capitulos les mostrare porque, y no no estaba bajo ningun hechizo, hehehe aunque pudo haberlo estado... hum... no es mala idea...
Bueno! La edad de Aome es de dieciocho. Tenía 15 al inciar la busquesa, más tres que duro, en total da 18. )
Sugerencias, quejas y buenos y lindos comentarios son aceptados.
Cuidense mucho y hasta la proxima!
Review,
Elsa Gabriela
