Summary: Joey, después de muchos intentos, al fin le gana a Seto Kaiba. Tal es su humillación, que el CEO no encuentra nada mejor que vengarse con lo que el cachorro más quiere… su hermana, quien ha estado enamorada desde siempre de él. Pero no sabe que las consecuencias de sus actos no se harán esperar… ¿Es que no te enseñaron que la venganza nunca es buena, Kaiba?

Pairings: Principalmente SxJ

Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Yu-Gi-Oh, pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales.

Warning: Es un fic yaoi (chicoxchico), así que si no te gusta este género, será mejor que huyas. Espero que lo acepten, es mi primer fic, no tengan duda de criticar lo malo, eso me hace mucho mejor como escritora. Y lo último, esto es aproximadamente cuando nuestros protagonistas tienen 20 años.

CAMPAÑA: Me sumo a la campaña liderada por nuestra amiga Katrinna, no permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Que sea este pequeño aviso lo único que plagiemos porque entre más luchemos, más saldremos adelante. ALZA LA VOZ, NO TE QUEDES CALLADO ANTE EL PLAGIO.

JUEGOS DE VENGANZA

By Darling Kitty

Capítulo 4: Caja de Sorpresas

Sentía que le acababan de pegarle en el estómago, la respiración agitada y la mente ida, delataban su extremo nerviosismo.

Ahora sí que lo pillaron.

¿Por qué el muy idiota no puede decir que "no" a las tentaciones? Ahora miren en el enredito que se ha metido por haberle dado ganas de jugar a los disfraces.

O debió inventar que venía de vacaciones o de visita a unos amigos. No, al rubio bonito le gusta lucirse y coquetearle al ojiazul con el "ven ricachón idiota, apuesto que no me ganas". Demonios, sus técnicas de conquista van de mal en peor.

Joey no podía dejar pensar en otra cosa que en esa dichosa cátedra, porque ni pensar en cancelarla, había caído en el jueguito excitante de las mentiras; y su orgullo, era el mayor detonante para continuar hasta el final. Si Seto Kaiba quería un científico para el martes, lo tendría, palabra de Wheeler, sin importar cómo y aunque fuera lo último que haga…

Total, para eso estaba Moki… obviamente que sí, el chibi siempre tenía un as debajo de la manga. Aparte, el pequeñajo si lo metió en todo esto, lo tendría que sacar. Si no, ni su hermano lo salva de ésta.

Eso lo tranquilizó un poco.

Sin embargo, de tanto planear de cómo iba a zafarse de Seto, no se percató que a la salida del establecimiento, cientos de flashes caían sobre él. Quizás en medio de tanta estrella, pasaba desapercibido, pero los periodistas se dieron cuenta en cuando el rubio entró, que no tenía nada que envidiarle a ninguno de los que estaban adentro, sin contar con esa luz propia que pocos poseen.

El rumor se esparció como la pólvora, sobre todo entre las mujeres; aunque no faltaron hombres, éstos eran más discretos. Ser gay en Japón no era denigrante, pero tampoco era para gritarlo a los cuatro vientos.

Quizás, la teoría más aceptada, era la pareja oculta de alguno de los invitados. Los chismes eran la mayor delicia de la prensa del corazón, qué mejor que alimentarla con este misterioso hombre…

Esto era mejor que el de la novia del excéntrico Seto Kaiba. Ella, a primera vista, era muy bonita, muy señorita, nada que decir, pero no era de las personas que a uno se le quedara grabada en la pupila.

El rubio sí tenía eso… llamado carisma.

También era muy apuesto.

Y lo más sabroso de todo… era un total desconocido.

¿Quién se resiste a eso?

Fue de repente. Todo tan rápido como él apareció…

"¿Quién es usted?"

"¿Tiene pareja?"

"¿Qué hace aquí?"

"¿Tiene algo que ver con el arte?"

"¿Cómo entró a la exposición?"

Estas y otras preguntas más eran el bombardeo de preguntas que apenas podía entender Joey entre tanto bullicio. El lo que menos quería era llamar la atención y, apenas con los guardias, podía librarse de tanto tumulto. Por razones obvias, no contestó a ninguna de las preguntas, estaba desesperado por salir, sofocado con la gran cantidad de personas a su alrededor.

No podía soportar tanto acoso y, entre empujones, pudo costosamente al fin, liberarse del paso.

- ¡Uffff! – suspiró aliviado, evidenciando en su rostro cansado, por la ajetreada jornada. Nunca había tenido suerte con las mujeres, y ahora que ya no le gustaban, tenía por montones. Así es la vida.

El viaje en su automóvil sólo lo hizo relajarlo un poco, manejando un poco más rápido de lo que él quisiera. Lo dejó justo en el lugar donde había acordado con Mokuba y luego se dirigió a su casa caminando, importándole un pepino que el traje costare ni él sabía cuántos dólares, sacándose la chaqueta y llevándose por la espalda y, con su mano suelta en el bolsillo.

La vida era simple… y los estúpidos se la complicaban. Eso era lo único que aprendió del ebrio de su padre. Y aunque no lo quisiera, cuánta razón tenía el borracho desgraciado.

Incertidumbre. Simplemente era eso lo que le afligía. También era un tipo a quien siempre le gustaba elegir el camino más lleno de espinas, aunque significara sacarse el alma, y eso lo metía en más de algún problema.

Y en más de la mitad de ellos, estaba envuelto Seto Kaiba…

¿Por qué siempre terminaba haciendo una locura cuando se trataba de ese sujeto?

Lo peor de todo, es que ha sido desde siempre. Incluso antes de darse cuenta que lo amaba; no entiende cómo los demás no se han dado cuenta, si cada vez que lo tiene al frente, se desvive por llamar la atención del ojiazul, pero únicamente terminaba haciendo sólo el ridículo ¿A quién no le ha pasado eso?

- Bueno, esto ha sido todo por hoy, Miller, necesito una ducha caliente urgente – se dijo, mientras abría la puerta de su casa.

No quería verla entrar. No quería ver su sonrisa diciéndole lo bien que lo ha pasado con Kaiba o lo que les da a las mujeres de hablar por los codos y hasta el mínimo detalle de lo que pasa en sus citas. Hasta cree que esas "bellas criaturas" tienen telepatía, "Seto me mira de una forma… - sin contar con los rubores y sonrisitas nerviosas de Serenity- … estoy segura que me corresponde, se le nota".

Sólo por hoy, no quería más guerra...

Mañana sería otro día.


Tenía resaca. Un dolor de cabeza que creía que se le iba a partir en dos, la fiesta de la noche anterior estuvo de lujo, además tenía todo el licor que necesitaba para olvidar a cierta pelirroja; y como no hay mejor forma que pasar las penas con aquel líquido, hay que beber y beber. Todo bien hasta el otro día, que es casi para morirse, tal como se estaba sintiendo Mokuba en ese momento.

Y la pena, seguía ahí…

Bajó las escaleras para que le sirvieran un café cargado. Lo necesitaba con suma urgencia, antes que el ogro de la casa le diera uno de sus famosos sermones; para evitarlo, tenía que levantarse temprano, igualmente, los sábados por la mañana.

- Mama Akane, un café, por favor – pidió el morocho con una mueca de molestia por el dolor de cabeza.

- ¿Otra vez bebiendo, jovencito? – la mujer, entrada en años, conocía a ambos chicos desde que fueron adoptados, por lo que se podía dar ciertas confianzas. Los quería como si fueran sus propios hijos.

- Sí… pero no se lo digas al "jefe" – se lo susurró a modo de secreto – también quiero salir hoy.

- Mejor le haré un café, y de paso una aspirina, para ver si se le pasa el dolor de cabeza – le sugirió.

- Gracias…

- Esta juventud… – se fue murmurando Akane.

Al poco rato, la empleada le trajo lo que le había pedido y el periódico. No sabía para qué, si él nunca había sido un lector empedernido, pero era una costumbre que al señor de la casa se lo trajeran. Veamos qué comentaron acerca de la "nueva compañía" del soltero más cotizado de Japón. Abrió el periódico en una página cualquiera, sin esperar demasiado.

Pero lo que vio, le congeló la sangre. Se esperaba todo menos eso.

- ¡Mierda! – golpeó la mesa de una forma no muy Kaiba, es que cualquiera se altera, si fue lo primero que le advirtió, va y lo hace. A los tontos sólo se les quita muriéndose.

Se le olvidó la resaca, olvidó el dolor de cabeza, olvidó los sermones de Seto. Tenía que agarrar un teléfono y llamar inmediatamente a ese pedazo de imbécil.

- Aló, cabeza de alcornoque…

- Hola¿Mokuba? – la voz femenina al otro lado del teléfono, suavizó la furia del pequeño y terminó un poco sonrojado, aunque más bien, nervioso. Tremendo papelón era el que acababa de hacer, otra razón más para querer sacar a Joseph Wheeler de la faz de la tierra. Genial.

- H-Hola, Se-Serenity, lo siento mucho… yo… eh… bueno, perdóname… es que… yo… - el chico, sin experiencia en estas cosas, era lógico que tartamudeara de esa forma.

- No te preocupes, Moki, siempre se refieren así de Joey – le hizo gracia las disculpas del chico, siempre lo encontraría un amor, sin importar lo que se pusiera encima.

- Pero…

- Ya te dije, que no estoy molesta – se sintió una risa en el teléfono, y el moreno suspiró al ver que lo tomó bien - ¿quieres hablar con mi hermano?

- Ehhh, nop… - no se aguantaba las ganas, pero debía salirle inocente – quería preguntarte si sales con Seto, como he visto fotografías…

- ¿Con tu hermano? – ahora era la pelirroja quien se sonrojaba – bueno, sólo fue una salida de amigos, nada más, sé que la prensa habla de matrimonio o que soy familiar de no sé quién.

- ¿En serio? – esta vez, no pudo disimular su ansiedad.

- Sí, Moki… aunque te diré un secreto… me encanta tu hermano – al pobre chiquillo se le rompieron todas sus esperanzas, se quedó un buen rato callado, tenía ganas de llorar pero no podía. A simple vista, ya era un hombre, pero era aún un niño… en muchos aspectos…

- ¿Mokuba, estás ahí? – el aludido aterrizó y era mejor hablar con el rubio.

- Sí… Serenity¿me podrías pasar a Joey, por favor? – fue su rápida reacción.

- Está bien, nos vemos – la pelirroja no entendió haber metido las patas con hacer "cierto comentario".

Cuando Mokuba se quedó esperando, pensó en qué le veían las mujeres, e incluso hombres, a Seto. El lo adoraba, pero con el paso de los años, mientras más lejos esté de él, mejor se llevaban; apenas ellos podían soportarse. Aparte del cuento del príncipe azul de guapo, dominante, inteligente y con dinero, no tenía mucha gracia; él tampoco se quedaba muy atrás, pero no era ni la mitad de solicitado que su hermano. En fin…

- Aló – de repente sonó la voz somnolienta de Joey – ¿quién llama un domingo por la mañana?

- ¡ESTUPIDO! – gritó Mokuba - ¿qué fue lo que te dije acerca de no llamar la atención? Ahora todo el Japón sabe de tu existencia. La noticia de la novia de Seto Kaiba quedó casi relegada.

- Ahhh – todavía no despertaba, aparte de la ducha había tomado una pastilla para dormir.

- ¡DESPIERTA WHEELER! – el pobre rubio, del sólo grito, casi se murió del susto, quedando bien despierto – mira nueva sensación, estamos metidos en tremendo lío, estás en todos lados – Joey prendió la televisión y vio el matutino, todos se preguntaban quién era la preciosura que se había "colado" en el evento social del año. No se explica como nadie le había echado el ojo en aquella fiesta… o eso creía él; otra cosa era que no quisieran acercársele para proteger sus lindos contratos.

- Pero si fueron ellos los que se me pegaron, ni me moví – explicó tranquilamente – aparte la idea, te recuerdo que fue tuya – uno a cero a favor de Joey.

- ¡Maldita sea! Ahora quieren saber hasta de qué porte lo tienes – menos mal que el pelinegro no lo miraba, el rubio estaba rojo como tomate.

- Creo que ése no es el problema – ok, si Joey se oía serio, realmente habían problemas – necesito verme catedrático de aquí al martes. Seto Kaiba quiere ver como hablo en un salón de clases.

- ¿QUE? – gritó - ¿crees que hago milagros?

- Oye, fue la única excusa que pude inventar para decir que atravesé medio planeta – protestó el rubio, pero por dentro casi rogando que el chiquillo pudiera encontrar con una solución.

- ¿Y qué quieres que haga? – protestó Mokuba – yo no puedo hacerte una máquina sabelotodo, y menos, arreglar algo de esa magnitud. Deberías pensar antes de mentir, Joey – lo retó, eso era peor que toda la "publicidad" que tenía el rubio.

- ¿Y qué hago ahora? – preguntó el rubio con angustia.

- Llámalo y dile que se canceló porque tenías a tu abuelita, mamá, tía, o quien sea, enfermo, ésa siempre les funciona a mis compañeros de clase – le comentó con simpleza.

- ¡No quiero! – exclamó con determinación – no quiero que el bastardo ricachón crea que soy un cobarde, que le tengo miedo por ser el presidente de KC.

- Da lo mismo lo que piense, no está pensando sobre ti, idiota – Mokuba le faltaba poco para llegar al tope de su paciencia.

- Pero para mí, chibi, es igualmente importante…

- Joey – respiró hondamente antes de gritarle cualquier barbaridad – no puedo ayudarte, no conozco profesor de informática en la universidad que no le lama los zapatos a Seto Kaiba para trabajar algún día en Kaiba Corp. Si pido este favor, antes de que hables en clases, mi hermano va a saber que Miller eres tú y que yo también ando metido en el medio.

- Ay, no – suspiró.

- Ay, sí… lo siento, perdóname por haberte metido en esto, pero por esta ocasión, no puedo ayudarte – habló triste el chico – te prometo que veré en qué pueda hacerlo.

- Chibi… para qué estamos con cosas, yo también quería disfrazarme para estar cerca de él, no toda la culpa es tuya. Confío en ti. Nos vemos – fue cuando el rubio colgó.

Quizás el pequeño tenga razón al decir que es mejor a que renuncie a todo esto, si se suponía que ése sería el trato inicial. Supuestamente, después de la gala, James Miller se dormiría para siempre. Pero Joey cada vez que podía, lo sacaba a la luz, era ese "yo" que se atrevía estar cerca de Kaiba sin parecer un idiota, probablemente porque no le importaría lo que el ojiazul pensaría sobre "otro" que no fuera Joey Wheeler. Y ese otro "yo" era Miller. Por eso era tan atrevido, una careta totalmente desconocida en él.

No sabía qué hacer. No podía detenerse. Mejor dicho, no quería detenerse. A pesar que se vestía como otra persona, se sentía él mismo, sin temor, se sentía tan…

Desnudo…

Pero por una vez, debía oír su cabeza.

Ya estaba metido demasiado al fondo para hacerse el orgulloso. Necesitaba alguien que lo oyera y que le diera un buen consejo.

Aunque eso costara que se supiera su mayor secreto…


No podía creer que un chico que se pareciera a él le atrajera tanto, pero de caracteres tan distintos. Dominante, certero y serio; ésas eran las cualidades para definir a Yami, aunque, ahora el que estaba durmiendo a su lado, era un poco distinto a aquél que se enfrentaba en un duelo y que no se encontraba satisfecho hasta ganarlo. Quizás el amor le había hecho bien al ex faraón, aunque lo de dominante no se le quitaría nunca, no en vano era la versión amable de Kaiba.

Ahora hablando de él mismo, con unos pocos centímetros más y con mucha inocencia menos, se encontraba actualmente Yugi, quien podía decir que se encontraba felizmente enamorado. No mucho después de que Yami se fuera al Antiguo Egipto, se dio cuenta que la forma en que lo extrañaba no era normal. Preguntas sin respuestas asolaron al pequeño pelitricolor, sobretodo, escenas que nadie pensaría que el ingenuo chico pudiera imaginarse con el egipcio y que se reprimía constantemente por ser un "mente retorcida".

Sin embargo, no mucho tiempo después, volvió Atemu… y con cuerpo propio. Sus acelerados latidos. El sudor constante. El nerviosismo que imprimía en cada una de sus palabras. Los suspiros involuntarios. Su naciente instinto posesivo hacia su hikari.

Todo eso le hizo entender que era lo que realmente le pasaba. Ya no habían dudas. Se había enamorado perdidamente y ya era demasiado tarde.

Aunque… no se imaginaba que alguien tan varonil como Yami se fijara en otros hombres. Parecía más bien, el típico superhéroe que rescataba a las damiselas en peligro y terminaba en un pasional romance con ellas.

Así que decidió, en un principio, que lo mejor era ocultar aquel sentimiento, un poco por timidez, un poco por lo que dijera su abuelo y otro poco lo que pensara el hombre que le quitaba el sueño. Fueron épocas duras, en el más amplio sentido de la palabra, en que lo paso mal… demasiado mal. Para más remate, dormían ambos en la misma habitación. Lo otro, era que su imaginación lo engañaba, muchas veces sentía que Yami lo observaba.

Definitivamente, se estaba volviendo loco ¿Yami fijándose en él?

Hasta que una noche, al dormir, sintió que alguien le acariciaba el rostro. Suave y tembloroso; cuidadoso y tierno. Despertó motivado por la curiosidad, y encontró a nada menos que a un ex faraón asustado, en espera de su reacción. Nunca lo había visto así. Se sintió identificado, podía verse a sí mismo sentir ese miedo al rechazo. Y antes que Yami se desgastara en una excusa, lo besó. Y de tal modo y esa misma noche, Yugi, desnudo entre aquellas sábanas revueltas, descubrió el deseo y la lujuria en su primera vez, con un amante tan ardiente y nervioso como él.

Elementalmente, las noches de pasión se habían mantenido hasta ahora… Es obvio también que el abuelo ya supo la relación que tienen entre los dos. Lo extraño es que, desde que se dio cuenta, se empeñaba en dejarlos "más tiempo" a solas. Algún día se lo dirán formalmente, después de todo, se lo merece.

Pero para los demás… era todo un secreto…

Yugi comenzó a buscar el periódico, para luego, preparar el desayuno. Se resignó a que Yami era un flojo sin remedio que nunca se levantaría un domingo antes de las once. Cuando terminó de hacer la comida, se puso a leer. Se quedó en una pieza…

¿Cómo era eso que la hermana de Joey era novia de Kaiba? Juraría por su mamita que está en los cielos, que el castaño era prácticamente asexual. Mejor era decir, el más sentido pésame a Joey por tener al gruñón del CEO como cuñado.

Súbitamente, vio la otra novedad de la gala exclusiva. Aquel rubio por el cual toda la prensa se había vuelto loca y sobre el cual, habían más rumores que sobre el empresario y la pelirroja. Lo miró atentamente, tenía atributos suficientes para que armaran semejante alboroto.

A ver, a ver… si observaba más atentamente, podía ver algo muy familiar en aquel tipo ¿Pero qué? No se parecía a nadie que conociera, pero ese carisma, esa forma de mirar, ese porte…

Era muy Joey…

Nah… ese rubio no aparecería en esos lugares ni en mil años…

- ¿Qué miras tanto? – preguntó Yami con celos, al ver que Yugi estaba mirando demasiado absorbido – muy lindo el chico.

- Cierto – eso enfureció más al egipcio, pero el más pequeño no se daba ni por enterado - ¿pero no encuentras que se parece a alguien?

- A alguien – Yami miró minuciosamente – no… nunca he visto a ese tipo - lo dijo con cierta sorna, ya lo odiaba.

- A mí sí me parece familiar – seguía mirando la fotografía, tal vez, sólo había sido su idea ¿Joey y eventos lujosos en una misma oración? Qué loco…

- ¿Qué te parece, si en vez de mirar a estúpidos de traje, hacemos algo más productivo? – habló, al mismo tiempo que lanzó el periódico lejos. Ahí Yugi se dio cuenta que su hikari estaba celoso; su voz era ronca, posesiva y una que conocía solamente él… en la cama.

Sin mucha resistencia, el pequeño se dejó besar por Yami, algo que nunca quisiera. No sabe cómo lo seduce, no sabe cómo Atemu puede hacerlo sentir así. Más toques, más besos que lo único que quieren es llegar a la cúspide del placer. La necesidad es apremiante, pero…

Timbre.

- Que se mueran esperando – gimió Yami sin dejar de lado su labor. El menor simplemente sonrió, le encantaba que su pareja sintiera ese apuro.

Luego sonó una segunda, una tercera y una cuarta vez el timbre con mucha insistencia.

- Creo que deberíamos abrir – comentó Yugi – debe ser algo importante.

- No quiero – respondió el ex faraón por capricho – que moleste otro día.

- Faraón consentido, anda a abrir la puerta – tenía el presentimiento que era urgente.

Yami sólo gruñó, no sería mala idea mandar al reino de las sombras a aquel infeliz que interrumpió su momento. Además seguían tocando más seguido, el tipo era un lunático. Fue a abrir la puerta mientras balbuceaba muchas palabrotas en lengua egipcia.

- ¿Joey? – preguntó el tricolor al ver que el rubio estaba parado en la puerta y con la angustia pintada en la cara - ¿qué haces acá? – ya se había resignado que por un buen rato no estaría con su aibou.

- ¿Está Yugi?

- Sí, adelante – Yami sintió lástima del chico, se notaba que no andaba muy bien, aparte, para qué molestaría de esa manera un domingo en la mañana.

- ¡Joey, qué bueno verte por aquí! – dijo Yugi, que era tan bueno como de lo que ya no hay, y no le importó que los haya hecho parar tan grato momento.

- Yug, lo siento por venir a molestarlos pero necesito un consejo… me metí en una grande…

- ¿A quién te echaste esta vez?

- ¡Yami! – Yugi miró mal al egipcio.

- Ojala hubiera sido eso… me enamoré de la persona menos indicada…

- Ni que te hubieras enamorado del mismo sacerdote - ahora sí se ganó un codazo por parte de Yugi.

- ¿Qué comes que adivinas, faraón?... – se lo preguntó como quien no quería la cosa.

Pobrecitos, no podía culparlos que irían reaccionar de esa manera. Yugi estaba al borde de un síncope, si ya era sorpresa que su mejor amigo se enamorara de un hombre, que se enamorara precisamente de Seto kaiba, era impensable. Yami, por su lado, reaccionó mucho mejor, como si ya se lo hubiera esperado.

- Joey… ¿esto es una broma? – el más pequeño aún seguía sin convencerse.

- Ok, Yug, si no te gustan los gays, lo entiendo… pero a mí, me van los hombres¿y qué? – el rubio malinterpretó la reacción de su amigo, y algo se molestó. Lo creyó más tolerante.

- No es eso, Joey… es que, me tomaste por sorpresa, eso es todo, además… sé que te vas a enojar – lo miró fijamente – pero Yami y yo somos… pareja – fue el turno del ojimiel para sorprenderse, mirándolos a ambos, siempre creyó que alguno de los tricolores terminaría con Tea.

-Así que… ustedes… ¿son pareja? – todavía andaba en trance - ¿Y COMO ES QUE NO NOS DIJERON NADA? – gritó herido.

- No quisimos porque ustedes, primero, se las dan de machotes – dijo Yami defendiendo a su novio – aparte no queremos dañar a Tea, que parece que le gusto, ninguno de los dos quiere perder su amistad – al contar mira a Yugi, quien afirma junto a él.

- Pienso que con mayor razón debieran decírselo, para que se desilusione de una vez… tampoco debería dar clases de sinceridad. Son los primeros que saben después de Mokuba y, he dicho unas mentiras… – suspiró.

- ¿Cómo es eso? – preguntó el tricolor más pequeño.

Joey les dijo TODA la verdad. Cómo se enamoró del bastardo ricachón, de la inseguridad que ha tenido desde ese entonces y que éste le dio por salir con Serenity de la nada. Lo que más le costó hablar fue de cómo llegó a existir James Miller y en la que está metida. Yugi pensó que tan mal no andaba, después de todo, algo le decía que había mucho del rubio en el muchacho misterioso, aunque de ahí a que Joey se vestía así para impresionar a Kaiba, había mucho trecho.

- Hace desaparecer James Miller del mapa y listo – sentenció el egipcio – si sigues en este juego, será mejor que hagas tu testamento… y de paso, me dejarías tu dragón negro de ojos rojos – se lo dijo en broma más para sí mismo, pero Joey lo escuchó.

- Ni aunque Kaiba me torture te dejo mi dragón – fue la decisión del rubio.

- Te va a torturar porque más encima estás utilizando su dinero para disfrazarse, porque por lo que yo sé, Mokuba no le ha trabajado un día a nadie… además recuerdo que al sacerdote le encantaba torturar a los prisioneros, incluso a más de alguno lo momificó vivo – Joey tragó saliva.

- ¿En serio? – preguntó Joey con un hilito de voz – eso debió haber dolido.

- Sí… tomaban unas tremendas pinzas ardientes, se las metían por la nariz, las revolvían y por ahí les sacaban el cerebro. También les sacaban los otros órganos y les cortaban la lengua – hablaba Yami con mucha seriedad – quizás todavía Kaiba se acuerde – el rubio estaba a punto de hacerse en sus pantalones.

- ¡Atemu, no le digas esas cosas! – le regañó Yugi al ver que su amigo estaba atemorizado – Joey, te prometemos que te ayudaremos, aparte de una paliza, no va a darte – "que consuelo", pensó el ojimiel – a menos que un amigo nuestro nos presente su primo, que sé que hace clases de ciencias informáticas en la Universidad de Domino.

- ¡Yug, me acabas de salvar la vida! – gritó emocionado, quizás en un día se pudiera hacer algo. Los dos andaban emocionados con esto de seguir con esto de los disfraces. Era tan excitante.

- Mañana, en la entrada de la universidad, a las once – le dijo Yugi a un esperanzado rubio.

- De acuerdo – habló Joey con una tremenda sonrisa.

"Ayudarlo era que se olvidara de Kaiba", pensó Yami. Sabía que era imposible, Seth y Jouno le provocaron más de un dolor de cabeza y las úlceras, que sufriría por el resto de su vida. Pero eso era otra historia, que algún día revelaría.

Claro… si Seto y Joey…


A las nueve de la mañana del día siguiente, le correspondía hacer la respectiva llamada al CEO. Según Yugi, la clase sería a mediodía del martes en el salón de conferencias. De eso se encargarían los propios tricolores, no sabía qué haría sin amigos como esos.

- Chibi, después Kaiba va a decir que "el vago de Wheeler" te enseña esas cosas – lo retó porque el muy decidió escabullirse de clases.

- No puedo perderme tu encuentro con Seto… además venía a regalarte este celular – se lo entregó, uno de esos que son última generación, Joey lo miraba con los ojos bien abiertos – idiota¿no ibas a llamar desde tu casa?

- Pues sí… de dónde más…

- Respira hondo, Mokuba… respira – con Joey, definitivamente se necesitaba mucha paciencia – mi hermano puede ver el número del cual están llamando… ¡Oh, qué coincidencia! Miller está llamando desde la perrera – terminó su dialogo con una mirada capciosa.

- A mí nunca se me hubieran ocurrido esas cosas, jajajajaja – Joey le dio mucha risa.

- Llama de una vez para ver qué te dice – en eso se le ocurre una idea. No iba a estar rumiando todo el rato.

Después de que la secretaria le contestara y esperar un buen rato, se comunicó con el CEO. Por parte de éste último, tenía presente la llamada de Miller. Su manera de ser le sulfuraba en sobremanera, en que no le entraran balas, aunque no quería reconocer que le era llamativo tanto misterio junto; no era ningún tonto para no darse cuenta que había algo en él… ningún trabajo conocido, aparte de esas dos veces nunca más lo ha visto. Extraño. Simplemente extraño.

Debe estar muy aburrido para tener que hacer competencia de cerebritos, quería que fuera él quien le cerrara la boca. Se justificaba de esa forma la exaltación que sentía porque al fin tenía algo con qué huir de la asquerosa rutina.

Sí, es eso y nada más.

- Miller – el imperturbable Kaiba al habla.

- Mr. Kaiba, buenos días – fue amable al saludar, estaba completamente concentrado para dar una buena impresión. Hasta que Mokuba empezó a tirar besitos y exclamar chillonamente "¡Seto!". El rubio quería retorcerle lentamente el pescuezo, no podía ponerles atención a los dos.

- Pensé que no me invitaría, como a los demás – no había que ser muy inteligente para preguntarse la razón, seguramente el dragón terminaba corrigiéndole todos los defectos de los trabajos de sus colegas. Para Joey, colgar ya era una opción.

- No se preocupe… me encantan los desafíos… - otra vez no pudo evitó coquetearle. También oyó aquella vocecita molestosa.

- Seto, mi amor… te amo…

Tapó el auricular del celular y habló – cállate, maldito chico del demonio, que te va a oír – qué buen momento eligió Mokuba para molestarlo. El castaño no estaba de buenas para flirteos y esperaba que Miller fuera al grano.

- Entonces, para cuándo es, no tengo todo el día para esperarlo – eso era lo otro que Kaiba odiaba el rubio, era que se hacía el interesante. Y lo peor de todo, es que hasta con él le resultaba. Si no fuera así, él mismo le hubiera colgado.

- Mañana, a mediodía en el salón de conferencias de la Universidad de Domino.

- ¡Uy, la primera cita… ¡qué emoción! – era Mokuba, quien seguía hostigando a un Joey rojo de la vergüenza. Menos mal que Kaiba no podía oír nada.

- Ya sé donde es – dijo el CEO – si no tiene más que decir, tengo cosas importantes que hacer – colgó sin más que decir.

- Por lo menos el ricachón mal educado hubiera dicho "adiós" o un "hasta luego" – protestó Joey al dejarlo plantado en el teléfono. Bueno, era Kaiba, no había que esperar mucho, en todo caso.

- Como si no conocieras a mi hermano…

- Ese Kaiba… - todavía estaba rabiando con lo del ojiazul cuando se acordó de la maldad del chibi, observándolo fijamente. Este se dio cuenta inmediatamente, así que decidió arrancar - ¡Mokuba Kaiba¡Espera que atrape! – así comenzó una persecución.

Ya no quedaba mucho para que el plan se pusiera en acción.

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Me demoré demasiado, pero es que me fallaba toda la inspiración, trataré que el próximo salga lo antes posible. En lo personal, no es un capítulo interesante en cuanto a interacción, salvo el final; pero cuando se planean las fiestas se pasa mejor que cuando éstas se celebran. El próximo capítulo veremos la segunda parte de esto, la clasecita de Joey (que más desearía que fuera de anatomía ¬ y que el neko o yo fuéramos sus voluntarios), y por supuesto, las impresiones de Seto… ¿qué creen?... A todo esto, el fic será un poco lento, pienso que los momentos de esos dos se goza mejor si el fic va lentito¿no creen? Muchas gracias nuevamente por sus reviews y ya saben que hacer para decirle quejas, tomatazos y felicitaciones a su humilde servidora n.n.

Se me cuidan y nos vemos.

Shabi.

Próximo capítulo: La prueba de fuego

Respuestas a reviews del capítulo anterior

Merle Kanasuki: La inspiración me abandonó un poco, pero al fin tengo el capi 4. Que lo sigas disfrutando o.

Paulyta: Todo en la vida es posible, Pauly. También estoy de acuerdo, el rubio es para calentarte las hormonas no las neuronas XD. La parte emocional va muy despacito, odio que Kaiba lo pongan como un conejito sentimental inmediatamente, además si es en las primeras cinco líneas ò.ó. Serenity, también de a poco sabrá que con el CEO nones… Lamento lo de tu pc ToT pero ahora sí actualiza Coincidencias.

Fleur de Role: Es verdad, ya quisiera tener esa suerte XD. Joey también está mintiendo para impresionar al gato, pero no le queda de otra. Como también de fingir bien, eso pasa cuando uno está bien presionado, todo le sale mejor. Gracias nuevamente, besos.

Ginny –Flor de Cerezo-: Era la gracia de la exposición que el cuadro de Joey se quedaría con Kaiba. Yo, en lo personal, a lo más "exageraría" en alguna de mis virtudes, pero no mentiría tan descaradamente -.-' Te presto a Sayuri y Jean Paul cuando quieras… pero ¿Seto tiene sicólogo? Pobre infeliz que lo sea. El enredo en vez de disminuir, va aumentando. Ahora Yami y Yugi se sumaron.

Okami Reiko: El hada madrina de Joey no siempre le ayudará, pero tiene unos padrinos que le tenderán una manito, eso es a lo que yo llamo "suerte" n.n. Como dije, mentir es lo más normal del mundo para impresionar, pero los hermanos Wheeler nos están dando clases XD.

Dark angel-loveless: Tarde, pero seguimos con esto ñ.ñ Joey, siempre tiene buenos amigos que lo ayudarán, espero que te haya gustado la interacción telefónica :)

Inuyashaluchi: Así que mi mami XD me encantan sus fics, muy buenos. Joey es capaz de eso y mucho más por Seto, te invito a verlo.

Dreignus: Estoy roja a morir, después de tantos cumplidos XD, muchas gracias. Como vez ni Moki lo pudo meter a la uni, se las vio negras, pero siempre hay una luz (que me sonó cursi o.o); ni tampoco Setito ha podido ver a Miller, espero que su conversación te sea un adelanto para su exposición, que no estará exento de locuras.

Chiquiturri: Con ese inglés están listas para mandarlas a Estados Unidos XD Espero que protagonice sus sueños por separado, porque un trío… en gustos, no hay nada escrito. Yo también tengo a Moki como protagonista de mis sueños hentai (mucha baba). Las reacciones de todo lo que preguntaron, se verá en el fic, de por sí, ya va haber alguien que se va a asar.