Capitulo 2

Introducción a los orígenes; segunda parte

Continué caminando procurando no mirar hacia atrás, hacia el gimnasio, pues me deprimía. No podía deprimirme, estaba sola en aquella región, si me deprimía y me hundía estaba perdida...

Al rato de caminar me paré en seco, no podía seguir avanzando sin rumbo, tenía que pensar que hacer. Saqué el colgante que llevaba al cuello, normalmente escondido debajo de la parte de arriba de mi chándal, para observarlo. Solía hacerlo cuando me ponía a reflexionar sobre un problema, entre otras cosas. El colgante era la figura de Mew, el pokémon legendario. Aquel colgante resplandecía sólo de verlo, era increíblemente bonito, realmente me encantaba, (y me sigue encantando, claro XD), pero en aquel momento, al ser mew un pokémon psíquico, sólo me recordó que ya no tenía futuro con los pokémon psíquicos que tanto admiraba... quizá tenía razón un compañero mío del nivel principiante del gimnasio cuando me decía; "Un gimnasio de pokémon psíquicos no es lugar para una vulgar cazabichos".

Si cualquier cazabichos le hubiese oído en ese momento no se hubiese dudado en iniciar una acalorada y fuerte discusión, aunque lo hubiese dicho la mismísima Sabrina, con lo aficionados radicales que son ellos a los insectos, incondicionales totales... La cría y entrenamiento de insectos es todo un arte, y los bichos en sí una maravilla de la creación, ¿Qué porqué lo sé, como se puede adivinar por lo que me dijo, yo también fui cazabichos, y desde luego aquel comentario no me hizo ninguna gracia, pero nada tuve oportunidad de decir, pues ya estaba el Sensei llamándonos la atención.

Habría que remontarse aún más atrás en el tiempo para entender algunas cosas de aquel momento, como por ejemplo, cómo y porqué me admitieron en el gimnasio de Sabrina.

Yo no era de Kanto, el lugar de donde yo venía no estaba ni en sus cercanías, casi se podría decir que mi ciudad natal estaba al otro lado del mundo respecto a la región donde me encontraba.

Es sabido que alguien que desea ser entrenador puede esperar tranquilamente a cumplir los diez años, momento en que recibe su primer pokémon para ya partir, o puede estudiar en una escuela pokémon, en los cursos básicos, desde los cinco hasta los diez años para que al cumplir la edad en que puede hacerse entrenador, o sea al acabar los cursos, tenga una buena preparación y no sea un entrenador totalmente novato, si no con bastantes conocimientos y aspirando a destacar.

Resulta que mis padres me obligaron a hacer esos cursos en contra de mi voluntad ¬¬, para estar bien preparada cuando llegara a la edad de entrenadora. Estuve de los 5 a los 10 años estudiando en la escuela pokémon de mi ciudad, aunque a mi nunca me ha gustado estudiar, y menos si me lo imponen. Cuando por fin llegué a la edad de 10 años y acabe los cursos, tenia claro la clase de entrenadora que quería ser; cazabichos XD, siempre he tenido una pasión y afición por los bichos, y la verdad es que demostraba mi afición a la hora de la captura; se me daba bastante bien capturarlos, a pesar de eso para mí sólo capture un único pokémon; un Caterpie. Quería empezar con uno sólo al principio dado que nunca había tenido pokémon y consideraba que debía que ir poco a poco.

Cual sería mi decepción cuando mis padres me comunicaron que me habían inscrito en los cursos pokémon de nivel avanzado (cursos desde los 10 a los 14 años, para entrenadores que han superado los cursos de 5 a 10 años y quieren dedicarse a especializarse más profundamente antes de iniciar su aventura pokémon, perfecto para los que aspiran a ser líderes algún día o por lo menos quieren tener un nivel comparable) y que ahora que ya tenía a mi primer pokémon, podía empezar el curso (esos cursos requerían tener al menos un pokémon contigo). No habían pasado ni dos meses desde que había acabado los otros cursos y ya tenia que empezar nuevos, y por supuesto muchísimo más difíciles, pues el curso de iniciación es bastante básico. Y yo que pensaba que ya me había librado de estudiar...

Pero eso no era lo peor, lo peor era que en la escuela pokémon de mi ciudad no impartían cursos de nivel alto, por tanto debía de irme a hacer esos cursos fuera de mi ciudad. Luego me enteré de que la inscripción me la habían hecho en una escuela pokémon que ni siquiera estaba cerca de donde habitaba... más bien al contrario...

Según ellos la escuela pokémon de Ciudad Verde tenía buena fama, no tenía un nivel excesivamente duro y además estaba en la región de Kanto, un lugar muy popular entre los entrenadores Pokémon, donde además se encontraba la Liga Pokémon, había un montón de líderes, etc... que me encantaría, vamos. Yo estaba muy a disgusto, siempre había querido viajar a Kanto pero no tan joven, ni con motivo de estudiar, ¡Y encima sola!

"No estás sola, tu primo está ahí para lo que necesites..." me decían, "¡Mi primo no vive en Kanto, si no en... en... en una región cercana de la que ahora no me acuerdo el nombre, en Kanto no tengo a nadie! . "

Pero por supuesto de nada me sirvió replicar, tuve que ir. Aunque al menos el largo viaje no lo hice sola, si no con mi primo, que vino a hacer una visita y de paso a acompañarme en el viaje aprovechando su regreso con mi partida.

Él sin duda era el que más sabía de pokémon de mi familia y a quien más le interesaba ese mundo, siempre me ha encantado hablar con él, aprendes un montón de cosas interesantes, y no necesitaba estudiar exclusivamente para aprender todo eso, muchas cosas las aprendía de sus largos viajes por aquellas regiones cercanas a Kanto.

Durante el último tramo del viaje hacia Kanto, que lo hacíamos en un barco llamado Saint Anne, interrumpió la conversación que le estaba dando (que consistía en una serie de quejas continuas sobre lo injusto que era el mundo, como me iba a rayar en las clases, etc, etc..)

Primo: ¡Llevas dándome la tabarra todo el viaje! ¿No puedes callarte aunque sólo sea un momento? ¬¬

Silvia: ¡Jo, ¡Es que...¡

Primo: ¡Deja ya de replicar! ¡Llevas todo el viaje igual y ya me duele la cabeza! .

Silvia: UU

Primo:...

Primo: Deja de preocuparte... puedes hablar conmigo cuando quieras, aunque sea por teléfono, además, ya harás amigos ahí. Se me olvidaba... te había traído esto como felicitación por haber acabado satisfactoriamente los cursos de iniciación, y para que te de suerte ahora que por fin eres entrenadora.

Dejo caer esto último como quien no quiere la cosa, como si me diera el obsequio por cumplir, intentando esconder parcialmente su buena voluntad por el orgullo que le caracteriza, pero no se molestaba tanto en disimular que le satisfacía que me gustara tanto el regalo.

Silvia: ¡Un colgante de Mew! ¡Mew! ¡Que bonito! ¡Me encaaaaaanta! Muchas gracias :D

Primo: Al menos parece que te he animado un poco...

Silvia: ¡Si! ¡Muchas gracias! ¿De dónde lo has sacado?

Primo: Jeje, tengo mis medios para todo... sobre todo si se trata de algo relacionado con pokémon 

Silvia: Jaja, ya , oye... ¿Mew existe realmente?

Primo: ¡PUES CLARO QUE EXISTE! ¿CÓMO PUEDES DUDAR DE ESO? ¡TODOS LOS POKÉMON LEGENDARIOS EXISTEN! .

Silvia: o.O... yo también lo creo... si existen esas leyendas que me cuentas será por algo.

Primo: ¡Claro! ¬¬

Desembarcamos en Ciudad Carmín, y mi primo me acompañó hasta Ciudad Verde, donde está la escuela. Estuvo los primeros días conmigo para que no se me hiciera tan difícil y después ya tuvo que irse a su región, "No olvides llamarme con frecuencia para saber como te va o si tienes algún problema" me dijo, "Claro que lo haré" respondí yo. Y a partir de eso estuve los cuatro años correspondientes (sin repetir ni un curso, cosa extraña, ya que me dedicaba más a hablar, dibujar y reírme que a atender en las clases XD), y ya a la edad de 13 años justo para cumplir 14, acabe los cursos y volví a mi ciudad natal en la que permanecí un tiempo. Ya podía empezar de verdad mi aventura pokémon, y curiosamente decidí empezar mi aventura en Kanto ¿La razón, había hecho amigos ahí, y además había llegado a conocerme mejor ciertas zonas cercanas a Ciudad Verde, también estaban los gimnasios, la liga... así que partí hacia allí de nuevo, cambié mi gorra azul con visera naranja por una gorra negra con dibujos llamativos, mi vestimenta consistente en una camiseta amarilla clara con la parte de arriba de un chándal con cremallera verde y pantalones de chándal verde con rallas blancas por un chándal negro con rayas blancas, y mis pulseras de identificación como entrenadora estudiante de nivel alto, por unos guantes sin dedos negros, y por su puesto, playeras deportivas, como siempre, llevando también mi colgante de Mew, pero debajo de la ropa, sin dejarlo ver, antes lo llevaba por fuera.

Pero esta vez fui sin ningún pokémon, mi caterpie, gracias a que en la escuela pokémon hacíamos entre otras cosas prácticas de combate, había ido evolucionando durante los cuatro años de estancia allí y se había convertido en un flamante Butterfree, pero decidí que se tomara un merecido descanso en mi ciudad, así que lo deje al cuidado de mi hermana y partí de nuevo hacia Kanto sin ningún pokémon, pero esta vez con ganas de tener un equipo pokémon completo y tipos variados en él.

A pesar de haber sido hasta ahora una cazabichos, sentía una gran admiración por los psíquicos, entre otros tipos, algunos dicen que por influencia de mi primo, que tiene un pokémon psíquico, y aunque puede que eso me haya acercado algo más a los psíquicos, realmente siempre los he admirado, con razón me ha gustado de toda la vida muchísimo Mew. Tenía decidido tener al menos un pokémon psíquico en mi equipo, y quería además aprender sobre ellos y su entrenamiento tan complicado, de lo cual sólo sabía lo que había aprendido en la escuela de Ciudad Verde en la clase de Psíquico, que no era poco, pero para mi insuficiente, además dábamos teoría y no práctica.

Así que decidí visitar el gimnasio de Sabrina a quien yo tanto admiraba, a ver si tenía alguna posibilidad de ser su discípula, lo cual dudaba, pero para mi sorpresa, al dar al grupo de Sensei que se encargaban de considerar apto o no a alguien para entrar como aprendiz, mis datos sobre mi trayectoria hasta ahora, me cogieron por un conjunto de cosas; por el hecho de haber cursado los cuatro años de nivel alto en la escuela pokémon, y haber sacado buenos resultados en la asignatura de psíquico (en las asignaturas de psíquico, bicho, y la optativa de especialización en bicho fue donde sacaba notas bastante buenas, porque lo que es en el resto...) por esa razón entré de aprendiz, al entrar, si no tenías un pokémon psíquico contigo, y si eras un/a entrenador/a que consideraban que merecía la pena tener, te daban a escoger entre un abra o un drowzee, de poco nivel, por supuesto, y fue como conseguí ser admitida en el gimnasio de Sabrina, aunque no duré ni tres meses...

Ahora no solo me encontraba perdida respecto a lo que hacer, si no que sólo tenia en mi equipo dos pokémon, que además para combatir no los podía usar; mi abra, conseguido al entrar de aprendiz al gimnasio de Sabrina, que no sólo tenía poco nivel y sabía un solo movimiento, si no que no me hacía ni caso. El otro pokémon era un cleffa... si, un cleffa. Cuando volví a Kanto para probar suerte en el gimnasio de Sabrina, me encontré con que debía de ir a la casa de envíos de Azafrán, pues tenía un paquete de mi primo desde Johto, de lo que fui avisada por él mismo mediante una llamada.

Y cual fue mi sorpresa cuando me encontré en el interior del paquete un huevo, con una nota que me aclaraba la situación;

Un buen amigo de mi primo, se había encontrado en la guardería con que tenía un huevo de los pokémon que había dejado, huevo que él no quería pues no se consideraba con tiempo como para dedicarse a su cuidado, así que se lo ofreció a mi primo, que por supuesto lo aceptó, pero tampoco es que el requiriese de suficiente tiempo como para cuidarlo y pensó en que yo volvía a Kanto sin ningún pokémon (lo cual él ya me había advertido que era un error) así que consideró que yo era bastante indicada para tener el huevo, no tenia aún ningún pokémon ahí, por tanto tenía más tiempo para dedicarle al huevo y también obtenía así mi primer pokémon de esta aventura. Muy generoso por su parte, a pesar de la mala leche y el orgullo que le caracteriza, tiene muy buen corazón.

De ese huevo, que con tanto mimo cuidé, tuve la suerte de que me saliera un raro Cleffa, y además con unos colores extrañísimos. Según mi primo eso en la región donde vive se llama "pokémon shinny" ¡Que suerte tuve, Un pokémon raro con colores raros, "Debías de haberle preguntado a tu amigo que pokémon dejó en la guardería", le dije.

Por esa razón tenía a cleffa, pero como era un bebé no luchaba, y aunque quería mucho a mis pokémon desde luego en cuestión de combate no me podía llamar ni entrenadora, no podía luchar... además mi cleffa no lo sacaba delante de la gente, era un pokémon extremadamente raro y había oído muchas cosas sobre una mafia que actúa en varias regiones, y una de ellas, Kanto, llamada Team Rocket, y temía que lo viera un miembro de esa organización, o que se enterasen por otras personas de que tenía ese pokémon y me lo intentasen quitar. Por eso no lo mostraba, solo a gente de confianza, y en Kanto no tenía a muchos en ese momento, la verdad.

De esta forma había llegado a la situación en la que me encontraba, ahora tocaba pensar qué haría, cómo seguiría, y después de visitar a Ayumi y despedirme de momento, partí rumbo a otra ciudad, sin saber lo que me esperaría a partir de allí...

Fin del capítulo 2