Disclaimer.- Ver capítulos anteriores. Ni tengo trabajo aún, así que no gano dinero, ni tengo el cerebro de la mejor escritora contemporánea que ha producido Escocia. Sorry, abogados, pero a mí no me demanden.
Aviso:
DESPUÉS DE OCHO CAPÍTULOS, ¿NECESITAN UNA ADVERTENCIA?
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Fic: El viaje de los Horcruxes
Capítulo 09: Mentes perturbadas II y de Cómo identificar magia.
Por: Lunis
Un soldadito del recientemente descubierto por la prensa "Ejército de Dumbledore". Cualquiera lo consideraría un gran avance para con su señor... si tan sólo los chiquillos se resignaran tan fácil como los demás adultos...
Había metido la pata y ni siquiera sabía como, se suponía que su plan era a prueba de imbéciles. En general había sido un gran plan estratégico que demostraría a cualquiera su gran valor y mente fría. Sumándole a eso un poco de suerte que se demostró en el hallazgo sobre el padre del muchacho Thomas, era una escalera perfecta hacia el puesto número uno ante el señor oscuro. ¿Dónde había fallado?
Tres semanas antes, durante la confusión creada por el ataque dirigido por tía Bellatrix en el callejón Diagon, muy bonito y llamativo, por cierto, Draco Malfoy ya había presentado una lista con nombres ante el señor oscuro, lo cual le había puesto mucho más contento que la nueva captura de la mitad de sus secuaces, ya que nadie había logrado distinguir a nadie más que Harry Potter en la foto, ni siquiera a la noviecita. El cuento de la heroica ruptura de la pareja del año le había ganado la seguridad de que al menos, por el momento, su padre seguiría a salvo en Azkaban y que el señor oscuro permitiera oficialmente que Narcisa y Draco se ocultaran. La verdad era que no entendía por qué seguía dejando vivo a Severus Snape y más aún, le seguía escuchando. Luego, por una extraña casualidad escuchó una conversación sobre antiguos aurores muertos y haciendo conexiones mentales y revisando archivos que encontró en casa de Snape realizó un hallazgo del cual se sentía orgulloso, pues ni siquiera los involucrados tenían ni idea: el antiguo auror William Thomas, que había sido asesinado por tío Rodolphus hacía unos diecisiete años, se había casado en secreto con una muchacha muggle que había conocido en el velorio de un amigo, y lo que era mejor, para Draco, habría dejado a su esposa embarazada abandonada una semana antes de ser encontrado por Lestrange. Aquella era una forma bastante buena de ocultar a su familia, pensó Draco, ya que de no haber visto la foto del susodicho mago en un profeta antiguo y tenerla accidentalmente cerca de la foto del "ED" en donde salía la foto de uno de sus ex-compañeros de Hogwarts quien supuestamente era nacido de muggles no habría conseguido el favor del señor oscuro que permitió que Narcisa se quedara un poco atrás, oculta.
Lo planeó bien, consiguió la dirección, hizo un seguimiento decente, y aunque no consiguió el lugar donde se ocultaban los "ED", encontró un punto débil en el metro de Londres, dónde parecía aparecer cada jueves a las seis treinta en punto. La gente buena es manipulable, iba a ver a alguien, por su aspecto pulido, y definitivamente se mezclaba bien entre la multitud. Un jueves, simplemente no llegó a la cita: Draco lo tenía. Chilló, pataleó, se defendió y lo hizo bien, Draco tendría una gran cicatriz en el hombro por el resto de su vida... pero la cara que puso cuando se enteró lo de su verdadero sacó a Draco de sí: una mezcla de resentimiento siendo lavado por orgullo y tristeza. ¿Habría estado decepcionado toda la vida? ¿O quizás esperando que apareciera el hombre responsable de su existencia? ¿Había hecho algo bueno por alguien a quien se suponía debía entregar al señor oscuro? ¿Y por qué no lo entregaba de una buena vez?
Ahí, pensaba Draco, radicaba el principio de su error. Debió haber destruido todas las baratijas que encontrara en los bolsillos... Debió haber previsto que los soldaditos habían añadido un sistema de rastreo... Debió haber previsto que no tener a su rehén en su propio escondite, que era inmarcable, tenía sus riesgos. Lo mejor que se podía decir del asunto era que nadie más lo sabía, y que el señor oscuro tardaría en enterarse que los pequeños seguidores de Dumbledore habían descubierto uno de los puntos de reunión de los mortífagos.
Había sido un tonto, él sabía todos estos detallas, y en retrospectiva sabía que los había tenido en cuenta durante el proceso. ¿Por qué entonces se había dejado poner semejante zancadilla? Era lo más predecible, la gente buena es así, la gente como San Potter es así: prefieren arriesgar la vida para salvar a los que quieren o incluso morir con o en vez de ellos, antes que salvar sus propios pellejos. ¿En qué punto se había dejado llevar de semejante forma por las lágrimas de alguien que finalmente sabe que su padre no lo dejo porque era un desgraciado si no más bien lo contrario?
Y para colmo, allí había estado la chica Weasley, al mando de todo... ¡Una mujer al mando y tuvieron éxito! No era como tía Bella, o quizás sí... Siguiendo al líder ciegamente... no, porque Tía Bella no iba a asegurarse de que todos en su misión regresaran lo más intactos posible, ni daría orden de dejar a su enemigo vivo... "Él ya tendrá la suya" había dicho y se marcharon.
¿Humillado? pueden apostar los cuellos a que sí. ¿Confundido? estaba comenzando a creer que lo estaba para fingir que no. ¿Arrepentido? si no lo hubiera hecho no estaría en semejante aprieto. Ahora sólo tendría que trabajar en ocultar en su mente el hecho de que la próxima vez que el señor oscuro utilizara aquel lugar, estarían en peligro de ser encontrados por los estúpidos aurores del ministerio.
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Mantenerse ocupada era lo mejor que podía hacer por el momento. Nadie se explicaba como Ginny podía seguir teniendo el ánimo de antes a apenas tres semanas de la muerte de su padre, sin embargo, Ginny tenía razones para seguir luchando y no todas estaban relacionadas con el asesinato de su padre.
El ministerio estaba en un pie de agradecidos con el "ED" pues tenían a al menos a diez mortífagos importantes más que antes y Rufus Scrimgeour subía en las encuestas de simpatía entre los magos transeúntes, aunque no por mérito propio. La Orden del Fénix seguía su trabajo de protección a los que la necesitaran y los mortífagos parecían recuperarse lentamente. Sin embargo, los miembros del "ED" tenían otras cosas por que preocuparse.
Un sábado a la una de la madrugada sin previo aviso Ginny recibió a una desesperada Lavender que le traía la noticia de que Dean había desaparecido. "No vino el jueves a dar el reporte de su ronda a las siete en punto, como siempre lo hace, no responden en su casa y llamé a su madre por teléfono, ya sabes, el aparato muggle, y me dijo que no lo había visto, ¡cuando se supone que los viernes almuerza con ella!" En la reunión inmediata a la que acudieron con capas gruesas sobre los pijamas a casa de Luna, Hermione, que había acudido al llamado en representación del trío, les enseñó que había una forma de rastrearlo con la moneda localizadora. En un angar viejo y maloliente cerca a un puerto pequeño y olvidado de Chichester en West Sussex, sólo una figura encapuchada estaba allí, parecía que llevaban allí mucho tiempo y sin embargo Dean seguía en pie. ¿Sería una trampa?
Fue extraño, luego de la pelea que habían tenido hacía tres semanas, llegar, encontrar sólo a un mortífago allí, quien, al verse sobrepasado en número, salió lo más rápido posible luego que Ginny lo identificara. Aún más extraño fue enterarse, mientras Dean era llevado a San Mungo, que ése había sido Draco Malfoy, que lo había aturdido, él se había defendido bien, pero se ganó otra aturdida, esta vez por dos días para enterarse de algo sobre su padre biológico. Algo le había comentado en el tiempo en que salían juntos: Su madre había sido abandonada con la idea de que al hombre no le gustaba la idea de tener un hijo y nunca más había sabido nada más del tipo. Por lo que podía educir de los murmullos para sí mismo en la fiebre de la inanición, Dean habría averiguado que había pasado con su padre... aunque no entendía cómo Draco Malfoy podría saber algo del padre de Dean Thomas si Dean era hijo de muggles.
Sorprendentemente, la que se encargó de hacer más rondas para cuidar a Dean y de hablar con su madre fue Lavender. Al parecer se había vuelto muy amigos en todo este asunto. Si no hubiera estado tan preocupada por otros asuntos, como en redoblar la seguridad de sus compañeros de batalla, se habría dado cuenta de que hay gente que sí puede sacarse un clavo con otro...
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- ¿Un Dracorex Hogwartsia? -exclamó Hermione- Es una clase casi extinta de dragones, de hecho, esos son los que los caballeros muggles supuestamente cazaban en la edad media, pero no se extinguieron por eso...
- ¿Cómo así? -preguntó Harry.
- Pues, como eran tan populares con los muggles, el concejo de Magos de la época decidió re-ubicarlos. -contestó Ron- Ellos vivían en las cañadas, ¿ves? Y al cambiarles el hábitat... comenzaron a morirse sin siquiera intentar reproducirse.
- Se supone que quedan dos o tres en una zona especialmente acondicionada en la reserva de Rumania, -comentó Hermione.
- Uno, -corrigió Ron- Charlie me contó que hace un año uno se cayó muerto al piso cuando le estaban llevando el almuerzo y al otro lo encontraron tratando de volar hace algunos años más, pero fue demasiado para él...
- ¿Y eso fue hace mucho? -preguntó Harry, interesado.
- Ya sé lo que piensas, Harry, pero no fue hace tanto. Además, por como suena Black, -dijo Ron- el dragón de Ravenclaw vivió hace mil años y Charlie me dijo que en su hábitat natural llegan a los 500 años en el mejor de los casos.
- No necesariamente tiene que haber estado vivo el dragón luego de que Ravenclaw obtuviera el huevo y lo hiciera joyero, -añadió Hermione.
- ¿No se supone que el dragón cuidaba el sitio donde Ravenclaw lo tenía, mientras ella estaba en Hogwarts?
La siguiente pista en el diario de Regulus Black los llevaba hacia una leyenda mucho menos conocida que la de la cámara de los secretos, en la cual Rowena Ravenclaw, la bella e inteligente de los cuatro de Hogwarts había vivido en los cañaverales que habían sido hogar del Dracorex Hogwartsia y se decía que se había ganado el respeto de las criaturas a tal punto que pudo quedarse con uno de los huevos no fecundados de su dragón hembra favorita y lo había utilizado de joyero. Este objeto, además de tener propiedades mágicas tanto por su naturaleza como añadidas, era además una joya por si mismo, pues era de un profundo color zafiro con tres largos pinchos color ámbar.
Según las investigaciones que había hecho Regulus Black, ("Bastante detalladas y precisas" según Hermione) dicho objeto había pasado por la línea directa de Rowena Ravenclaw hasta la Gran Guerra de Occidente en la cual Juan sin Tierra perdió gran parte de los territorios que Inglaterra dominaba en Francia a principios del siglo XIII para aparecer en Austria durante el siglo XVII y desaparecer nuevamente en 1789 durante la Revolución en Francia. A partir de allí no se supo más del objeto. ¿Cómo había llegado a manos de Voldemort? Regulus fue testigo, aunque nadie lo supo. Pasando unos días en casa de su prima Bellatrix, quien ya estaba casada con Rodolphus Lestrange, fue enviado a la biblioteca mientras llegaban un viejecillo arrugado y un experto en objetos mágicos antiguos bastante amargado, quienes fueron atendidos en la sala de la mansión. "Lo más simpático -en palabras de Regulus- fue que ninguno de los dos visitantes parecía creer que alguna vez vio ninguna reliquia que hubiera pertenecido a Rowena Ravenclaw." Bellatrix era muy buena con las maldiciones que alteraban las mentes, lo sabía, y lo más sensato sería llevarse el secreto a la tumba, o Bellatrix era capaz de conseguirle residencia permanente en San Mungo.
Mas sobre la ubicación actual del objeto, Regulus no sabía mucho. Había toda una página dedicada al pueblito de Little Hangleton en el diario de Regulus, pero no parecía explicarse que podría haber allí en conexión a Voldemort. Harry, sin embargo, sabía que allí se encontraban tanto la cabaña Gaunt como la mansión Riddle, y que Dumbledore había encontrado el anillo de Marvolo Gaunt en la cabañita, por lo cual, Harry pensó que sería útil visitar, esta vez en persona, la mansión Riddle.
Así que una fría noche de enero, Potter, Weasley y Granger llegaron a la puerta de la mansión Riddle en Little Hangleton. En su investigación preliminar, Weasley, fingiendo ser un turista y habiendo sido instruido por Granger en habla de bares muggles (Su padre hacía muchos chistes de borrachos en su tiempo libre), había averiguado del dueño del bar "El Ahorcado" que hacía más de cincuenta años había habido un crimen horrible en aquella casa, que las tres personas que allí vivían habían sido encontradas muertas y que nunca se supo de qué, que por años habían creído que había sido el jardinero hasta que una mañana lo encontraron muerto a él también de la misma manera que a sus antiguos patrones y que desde entonces se pensaba que la mansión estaba encantada y que cualquiera que intentara entrar a aquel sitio terminaría muerto.
Con la protección de la niebla nocturna entraron a la mansión por la puerta de atrás, pasaron a través del salón hacia las escaleras y al segundo piso. ¿Qué buscaban exactamente? Potter aún no lo sabía, pero lo primero que iba a hacer era tratar de reconocer la habitación que había visto en uno de sus sueños hacía ya algunos años. Allí, al fondo del pasillo encontró dicha habitación, polvorienta y gris, con una pequeña chimenea al fondo, un lugar que podría llegar a decirse cómodo con una buena limpieza. Flashes de recuerdos de aquel sueño empezaron a llegarle a Potter: Colagusano haciendo muecas, la serpiente enrollada sobre la alfombra apolillada, el sillón que aún estaba allí... Con cuidado avanzaron en la habitación y los tres encendieron sus varitas con luces tenues que esperaban no llamar la atención de los vecinos.
- ¿Qué buscamos exactamente? -dijo Granger, interesada.
- La verdad, no lo sé... pero Dumbledore podía sentir trazos de magia... dijo que conocía el estilo de Voldemort, y si me ha atacado ya tantas veces, supongo que algo de eso puedo reconocer... ¿no creen?
- Si lo haces, compañero, será como sobrepasar a Hermione en Transformaciones...
- ¡Cállate, Ron! -contestó la señorita aludida, sonrojándose tenuemente en la oscuridad- además, no es tan difícil distinguir magia común, es como cuando tocaste por primera vez una varita, pero como hemos vivido tanto tiempo rodeados de magia, tendemos a olvidarlo, sin embargo, es el tipo de magia el difícil de reconocer...
Comenzaron a caminar al rededor de la habitación, concentrándose en algún trazo especial de magia. Hacia la puerta, el joven Potter consiguió distinguir algo, una sensación de cosquilleo en la nuca que, ahora que era conciente de lo que buscaba, se dio cuenta que había sentido cada vez que enfrentaba una situación que involucraba magia avanzada.
- Aquí hay algo... -señaló- es... es...
- Es magia conocida... -añadió la joven bruja- magia común...
- ¿Soy yo, o va en dirección a las escaleras? -dijo Weasley. Los otros dos asintieron y se dirigieron hacia el piso de abajo.
Aquel objeto debió haber sido puesto algún tiempo después de haber asesinado a los Riddle, mientras el pueblo se ocupaba de culpar al jardinero, quizás cuando ya había regresado al país como Lord Voldemort, y Voldemort no habría querido tocarlo, como ya había armado su plan para devolverse un cuerpo, y n necesitar hacer un Horcrux demás... el siete parecía ser un número fetiche, pues mientras bajaban, los tres se detuvieron en el séptimo escalón empezando desde abajo: Allí había más trazos de magia. Potter se puso en posición de gateo y comenzó a pasar la mano por allí, tal como lo había hecho Dumbledore en la cueva del guardapelo. ¿Qué buscaba? no lo sabía, pero esperaba descubrirlo pronto.
Algo le decía que estaba bien en la pista, y algo más le decía que para pasar no se iba a necesitar fuerza bruta, pero tampoco magia de varita. Potter recordó que Dumbledore había reconocido que debía hacer un pago en sangre para entrar a la laguna de inferi, intentó recordar aquel momento y sólo recordar estar tiritando de frío por la túnica mojada. Al pasar la mano por una rajadura especialmente curiosa lo descubrió: algo le decía que tendría que dejar el mismo tipo de sacrificio para pasar, intentaría hacer mucho alboroto, o Granger se pondría nerviosa y Weasley no podría controlarla.
- Mhmhmh... Dumbledore tiene razón -susurró el joven, rascándose la nariz- Voldemort parece pensar que el daño físico es peor... Hermione, sabes cómo hacer cicatrizar heridas ¿verdad?
- Er... Sí, pero ¿eso quiere decir que tendrás que ofrecer sangre? -contestó Granger, tratando de ocultar el tono asustado en su voz.
- Vamos, entre una cortada y quedarte sin huesos, está claro cual preferirías, -añadió Weasley.
- No deja de ser horrible... -masculló la chica.
- No dejo de querer mis huesos completos, -finalizó Harry, sacando de su bolsillo el cuchillo de pociones que había traído, sabiendo que aquello podría suscitarse. Lo levantó y sin muchos miramientos, salvo el de hacerlo fuera del ángulo de visión de su amiga, hizo un tajo poco profundo y su sangre cálida salpicó la madera polvorienta.
Un cuadrado de luz brillo por una milésima de segundo antes que la escalera se los tragara. De inmediato se encontraron en lo que parecía ser un sótano muggle claramente mejorado con magia. Además de la oscuridad nada natural del lugar, la presencia de magia les indicó que tendría que estar preparados para lo que fuera que estuviera esperando a algún invasor. Potter levantó la varita y proyectó una luz potente en el sitio por unos dos segundos. Ni Granger ni Weasley necesitaron gritar, habían arañas del tamaño de sillas allí. Potter pensó rápido: las arañas huyen de la luz y los basiliscos, algo había que intentar o serían comidos. Sacó la daga que habían traído para destruir el Horcrux que representaba al colmillo de basilisco y prendió su varita mientras comenzaba a susurrar en pársel.
- Aléjense o las pagarán, no nos hagan daño y las dejaremos vivir... -les siseó. No estaba seguro de que funcionara, pero mientras más recordaran a una serpiente, mejor.
- Harry, ¿crees que el pársel funcione con estas? -preguntó Weasley, tratando de sonar lo más clamado posible.
- Espero -susurró Potter y luego volvió a usar el pársel- No nos hagan nada.
- Tenemos hambre -chasquearon las criaturas, retrocediendo a la vez, pero no sonando menos amenazadoras- Que hables como serpiente no te servirá.
- Apesta a la bestia innombrable -chasquearon las de adelante- Ha estado cerca de una... y está vivo.
- Maté a un basilisco hace años... -dijo Potter, primero en pársel y luego en inglés- no nos toquen, -hizo que la luz de su varita se intensificara- y no les haremos daño.
- Debemos proteger este sitio -chasquearon las de atrás- y no dejarte pasar.
- Pude con Basiliscos, pude con varias de ustedes y no era más que un chiquillo... -dijo Potter, levantando la voz mientras seguía avanzando hacia el centro de la habitación con Granger detrás de él y Weasley cerrando la retaguardia- ¿Qué les hace pensar que no lo haré ahora? -añadió más luz.
- No puede haber sobrevivido a una bestia innombrable -chascaron algunas- nadie puede...
- Yo puedo -dijo Potter- lo dejé ciego y luego le clavé una espada -más o menos iba así la historia, aunque Fawkes le serviría para encender un poco más de luz, ahora que estaba cerca de una gran caja de madera.
- Bueno, pero podemos comernos a los otros -chasquearon las arañas de atrás- estamos hambrientas.
- También se han enfrentado a bestias como ustedes -no del todo cierto, pero Potter no pensaba contar los detalles mientras se acercaba y su mente corría a mil. Miró a Granger y le dijo moviendo los labios sin emitir sonido- prende fuego cuando diga ya- y se volvió a dirigir a las arañas- y los ves aquí, vivos.
- Tienen miedo –chasquearon las acromántulas- apestan a temor... no pueden haberse encontrado con...
- ¡YA! -gritó Potter. Granger prendió sus llamas azules y Weasley prendió otras llamas a su vez.
Las arañas enceguecidas retrocedieron todo lo que pudieron y entonces Potter se hizo de la caja y se dirigió a las escaleras que llevaban a una puerta, al parecer, debajo de la escalera principal de la casa. Con la herida aún abierta, frotó el brazo contra la puerta y los tres cayeron al costado de la escalera.
- Dame eso -dijo Hermione, tomando el brazo de Harry, apuntándolo con la varita y cerrando la abertura de forma que no quedó ni una sola marca.
- ¿Es que nadie le teme a esos bichos? -dijo Ron.
- Precisamente, -dijo Harry, los tres estaban jadeando un poco, tratando de recuperar la respiración y normalizar la circulación y el bombeo del corazón que sin darse cuenta había subido a mil- Voldemort usa criaturas de la oscuridad, porque le teme a ella, o mejor dicho, a lo desconocido. Y esas criaturas le temen a la luz... y nosotros ya conocemos a las acromántulas y sabemos crear luz con las varitas... es lo mismo que hicimos en la cueva.
- Bueno, abramos esto para descubrir si es un Horcrux o no. -dijo Hermione, acercándose instintivamente a Ron.
- Bien... -dijo Harry. Puso la mano sobre el cofre de madera y pasó la mano por la tapa, la cerradura y el fondo- Eh... ¿soy yo, o no tiene magia?
- Voldemort no puede haber sido tan confiado, es demasiado fácil. -dijo Hermione. Ron se acercó a la cerradura y la examinó.
- No, todo indica que no tiene cierre, pero si es lo que pienso que es, si lo abres, te volverás loco... usualmente, este tipo de cerradura mágica tiene una forma de abrir diferente.
- ¿Y tú cómo es que sabes tanto de cerraduras? -dijo Hermione mirándolo con la ceja levantada y probablemente recordando como en primero había identificado el tipo de llave para una de las puertas hacia la piedra filosofal.
- Soy el único que le prestó atención a Bill mientras hablaba en casa sobre las clases de cerraduras, mientras entrenaba para ser rompedor de hechizos en Gringotts. - Dijo él, examinando más de cerca la caja- Y como le prestaba atención, de vez en cuando me contaba cosas un poco más interesantes... Démosle la vuelta, quiero ver la base.
Cómo si Ron fuera ahora el líder, los otros dos obedecieron sin chistar. Le dieron la vuelta y Ron comenzó a pasar la mano sobre la madera.
- Aquí -dijo sacando la varita y tocándola sobre la madera- aja... pide un núcleo de varita específico. Harry, dale tres toques aquí, -dijo, señalando un punto en medio del borde. Harry lo hizo e inmediatamente, la caja se abrió. Hermione miraba a Ron con la boca ligeramente abierta.
- Eso fue impresionante -se limitó a decir la muchacha, apartándose el cabello y sacando la varita.
- Bien, veamos si no hay algún otro mortífago que descubrió lo que hizo su maestrito -dijo Harry. Los tres miraron hacia dentro y allí estaba.
Era un magnífico huevo de color zafiro con pinchos color ámbar, pero describir su belleza y los finos acabados sería inútil, pues era una pieza indiscutiblemente perfecta. Abajo había dos erres cruzadas y un escudo con un águila. Según el dibujo que habían visto en el diario de Regulus y las banderolas de Ravenclaw que habían crecido viendo en los partidos de Quidditch, era un auténtico objeto de Ravenclaw. Se quedaron admirándolo un segundo y luego, como si actuaran en mecanismo de piloto automático, Hermione creó el escudo, luego que Ron hiciera imperturbables las puertas y ventanas a su alrededor y Harry sacara la daga envenenada. Pensando en lo mucho que quería volver a estar con Ginny mientras cogía su varita y la daga, mirando a su mano izquierda, Harry se concentró. Iba a clavar la daga en la marca de Ravenclaw, pero al último momento, algo le dijo que lo hiciera en la cerradura. La luz blanquísima intensa iluminó la habitación una milésima de segundo y ya estaba. Sólo faltaban dos Horcruxes más, antes de Voldemort.
Una vez en Grimmauld Place, en el cuarto de Regulus, donde habían instalado su centro de operaciones destructivas de horcruxes, Harry ocultó el joyero en un baúl, donde ahora reposaba el guardapelo falso, al lado del real, y lo cerró con magia, uno de los hallazgos de Hermione en los libros de Regulus Black. Mientras tanto, Ron y Hermione habían bajado por algo de comer, es decir, a encontrar alguna alacena oscura y oculta. Harry no necesitaba que se lo dijeran, sabía que ambos habían decidido ponerse en espera por el momento y seguir siendo amigos con derechos y por dos razones esenciales.
La primera, que no era justo que ellos pudieran estar juntos mientras Harry y Ginny no podían. En otras palabras, no querían comerse el pastel delante de los mendigos. Y la segunda era que, siendo sinceros, siendo sólo amigos peleaban por cualquier tontería. El sentido común les decía que como pareja lo harían más, y eso no les permitiría trabajar junto a Harry, no sería efectivo cazar Horcruxes y trabajar en equipo si dos de ellos estaban peleándose y reconciliándose a cada rato, perderían tiempo y esfuerzo y harry terminaría aburriéndose y yéndose sólo. De todas formas, eso no les quitaba las ganas de comer pan con o sin pobres al rededor, y harry pensaba que si se hacía el d la vista gorda, al menos ellos dos podrían ser felices por un rato. Además, era sábado y al día siguiente irían a almorzar a la madriguera.
Sentado en la cama de aquella polvorienta habitación, miró a sus manos sobre las rodillas: en el dorso de la derecha se leía claramente "No debo decir mentiras", Y ahora no pasaba día en que Rufus Scrimgeour no le enviara mensajes con todos los posibles miembros de la Orden del Fénix que podía encontrar, para que al menos se dejara ver por la gente y no desapareciera. En realidad, iba a darse una vueltecita por Hogwarts y Hogsmeade la semana siguiente, pero no porque se lo pidiera el Ministro de Magia, si no en busca de ciertos datos que no entrarían en este capítulo. En su mano izquierda, sin embargo, había algo que lo hacía añorar el día siguiente con muchas ganas...
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OK, lo sé, "todo mayo para un misio capítulo" es mucho, lo sé, pero he estado haciendo ciertas cositas que pueden hacer que me demore aún más en el futuro y no tengo excusa, pero si todo sale bien, les estaré trayendo noticias pronto. Sé lo que están pensando, pero un año de vagaciones obligadas no son lo que se dice "¡Wow, que entretenido" ni mucho menos.
¿Qué les pareció el capítulo? Considerando que me tomó casi un mes escribirlo, por falta de tiempo y porque tuve que hacer una investigación exhaustiva para ver si hallaba el horcrux desconocido en los libros. Finalmente me inspiré en el reciente descubrimiento de un dinosaurio con forma de dragón al que le pusieron Dracorex Hogwartsia, que si mi Latín no me falla quería decir algo como "Rey de los dragones de Hogwarts" para crear el Horcrux. He dejado algunas pistas para el siguiente capítulo, pero espero que ustedes las encuentren. Como siempre, dejen sus reviews diciendo lo que piensan, si les gustó, si lo odiaron, si no valió la pena esperar tanto, de veras, díganme lo que piensan. Mi madre lo hace, y aún si no lo hace, sé lo que piensa cuando me ve sentada en la computadora "Está perdiendo el tiempo por las puras alvercojudas, la muy pelotuda" por eso la quiero, ante todo es sincera. OK, mi madre no suena tan grosera, ella diría algo como "¡Ay! No debería perder el tiempo en esas cosas. 'Sea, no me parece correcto. Y cómo se viste los fines de semana, debería ser más 'fashion'. 'Sea, la imagen es muy importante" Sep, es mi madre. Esperen, ¿esa no es mi madre?
Mamá de Lunis: Oye, mocosa malcriada, ¡deja de imitarme! ¡Qué barbaridad!
Lunis: Pero mami… er… saluda a los lectores de mi fic… ji, ji, ji.
Mamita churra, cuera, mamacita de Lunis: Ah, hola muñecos, cómo están. ¿Entonces les gusta lo que hace mi Claudita?
Lunis --: mami, ellos son, pero no les pidas los correos, aunque creo que ya tienes el de Lizzy, el de Dianis y el de la Bestia con moñito.
Mamá de Lunis: ¡Ay! Ustedes me sacan cada cosa… Par de locas, tú y tu hermana.
Lunis y Tonkis: ¡Gracias!
Damas y caballeros, mi mamita linda.
OK, esta semana no hay canciones, número uno, porque sería repetir bastantes, no tengo Internet para aumentar. Y número dos, porque el próximo capítulo habrá una lista de boleros de los cincuenta mezclados con música más actual y bueno… hay que prepararla. Pero sigan escuchando el Wizard Rock y las otras que son muy buenas. Es más, si tienen sugerencias, envíenlas a mi correo o en los reviews, y si pueden añadir un link para escuchar la canción, mejor.
Bueno, es domingo por la noche, mejor dicho, ya es lunes 29 de mayo, 00:40 horas y tengo una evaluación psicológica a las nueve y treinta de la mañana, así que mejor me voy yendo.
Un besote de la chica que adora su madre aunque se vuelvan locas mutuamente.
Lunis, Claudia para su mamá.
www.lunajane.
