¡Hola a todos! Como no tengo nada que decir antes de comenzar más que ¡Gracias por sus reviews, a todos sin excepción! aquí les va la historia.
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Capítulo 5. En el laboratorio. ¡Anímate!
El ambiente del laboratorio estaba en calma y reinaba un silencio incómodo. Jimmy y Cindy estaban sentados de brazos cruzados, sin mirarse el uno al otro. Jimmy aún se preguntaba por qué le había dicho que vaya a su laboratorio. Cindy se preguntaba porqué había ido.
- Muy bien, ¿qué hacemos? – dijo Cindy, algo molesta, intentando romper el silencio.
- No lo sé – le respondió Jimmy, casi con el mismo tono - ¿Alguna idea?
- Ninguna.
- Hagamos un…un… ¡yo que sé! No se me ocurre nada.
- A mi menos.
- ¿Qué es esto? – Jimmy había tomado un pequeño cuaderno del piso. Su tapa era roja y tenía adornos dorados.
- ¡Es mío! – gritó Cindy nerviosamente – ¡debió caerse de mi mochila! Dámelo enseguida.
-¿Por qué he de dártelo? – respondió Jimmy, empezando a caminar por el laboratorio - ¿Acaso tienes algo que yo no pueda ver aquí?
- Eres hombre muerto… ¡Devuélveme eso ya! – Cindy se abalanzó sobre él haciendo que ambos cayeran al piso. Jimmy trataba con todas sus fuerzas alejar el pequeño cuaderno de las manos de Cindy, que había caído encima de él. Ambos forcejeaban agarrando cada uno una parte del cuaderno.
- ¿Interrumpo algo? – Frankie estaba parada en la puerta con una bandeja donde llevaba dos vasos con refresco. Como siempre, no se había dado por aludida.
- Nada, solo era que… - dijo Cindy, parándose avergonzadamente – el tenía…
- Si, si, entiendo, tranquila. Jimmy, les traje algo de tomar por si tienen sed después.
- Está bien – murmuró Jimmy, quién aún estaba rojo como un tomate.
- Me voy, mejor los dejo solos. Pero asegúrense de no distraerse mucho – dijo pícaramente y se marchó.
-…
- ¿Y de qué es ese cuaderno? ¿Es algo que no pueda ver? – dijo Jimmy después de que hubiera otro silencio incómodo.
- Si preguntas, no te incumbe, y no, no lo puedes ver – Cindy lo había guardado de nuevo, y esta vez en un lugar seguro - ¿Qué haremos ahora? Ya perdimos treinta minutos sin hacer nada.
- Veamos – dijo él – Que te parece si hacemos un lector de ondas cerebrales que… en lugar de tan solo leer los pensamientos y manifestarlos como sonidos…los transmite como imágenes, como las que se originan en nuestro cerebro!
- Podrías haberlo dicho antes, niño genio.
- Se me acaba de ocurrir.
- Si, como sea. De todos modos es una buena idea. ¿Cómo lo haremos? ¿Tienes ese aparato extraño de la otra vez?
- Sí.
- Entonces usaremos ese como base. ¿Dónde está?
-Es ese – dijo Jimmy, apuntando hacia un pequeño aparato sobre la mesa.
Inconscientemente ambos habían estirado sus brazos para recoger el invento de Jimmy, y sus manos entonces se rozaron. Se miraron, ambos estaban demasiado cerca. Rápidamente volvieron en sí, alejando sus manos y retrocediendo hacia atrás.
- Será mejor que comencemos de una vez – dijo Cindy, nerviosa.
- Estoy de acuerdo – Jimmy entonces se dio la vuelta y comenzó a buscar un destornillador.
Frankie, recostada en el borde de la puerta, miraba de reojo y tan solo se limitó a sonreír.
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- ¿Ya se fue Cindy? – Frankie estaba leyendo una revista en la sala de estar, y preguntó sin intención aparente.
- Si – dijo su primo, entrando y sentándose en un sillón.
- ¿Terminaron el proyecto?
- No, nos faltan los detalles y probar si funciona, además de hacer gráficos, cartulinas, y todo eso.
- ¿Ves que no lo terminaron? Te dije que no te distrajeras.
- Pero no pude evitarlo – dijo algo risueño - …hey!
- Te delataste – dijo tranquilamente - sabía que tarde o temprano lo ibas a hacer.
- ¿Qué quieres decir?
- Jimmy – Frankie bajo la revista – ambos sabemos de qué estoy hablando. Sabes algo, si quieres un consejo, trágate todo tu orgullo e invita a Cindy a la feria de primavera – dijo animosamente – Nada pierdes en preguntar.
-…
- Vamos, es muy obvio que la quieres mucho. Lo malo es que ni ella ni tu se dan cuenta.
- ¿Realmente piensas eso?
- Así es.
- ¿A ti nada se te escapa, verdad?
- Nada de nada, Jimmy.
- Entonces creo que la invitaré – Jimmy iba subiendo las escaleras cuando se detuvo y miró hacia abajo – ¡Frankie!
- ¿Sí?
- Gracias.
- ¡Siempre que me necesites!
Cuando notó que Jimmy había cerrado la puerta de su cuarto, Frankie sacó su celular y marcó un número telefónico.
- ¿Hola? Sí, ya lo hice. Descuida, solo hay que esperar.
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Bueno, yo estoy feliz con el capítulo. Como habrán notado, ya va entrando algo de lo que todos esperábamos a mi trabajo. ¿Misterio? Pues ya veremos. ¿Pueden creer que no se me ocurría nada al empezar a escribirlo? Pero bueno… Sugerencias, críticas constructivas, y felicitaciones serán bien recibidas si mandan reviews.
¡Manden reviews! Me interesa saber su opinión.
Claudy SGS
