Capítulo 14
"¿Un asunto urgente? Bingley, mi esposa y yo acabamos de llegar de nuestra luna de miel," dijo William entre sorprendido y molesto.
"Además, yo tenía muchas ganas de ver a Lizzy. Lo siento, no queremos incomodarlos," dijo Jane tratando de salvar la situación. Ella le había dicho a su esposo que era mejor esperar por unos días para visitar a los Dalton, pero él le explicó que necesitaba hablar urgentemente con su amigo y que estaba seguro que a él no le molestaría que lo visitaran porque era un hombre muy amable.
"Por supuesto que estamos felices de verlos," dijo Elizabeth arreglándose el pelo y el vestido. Luego para no ser descortés saludó a su querida suegra. "Señora Dalton, es un gusto volver a verla."
Violet abrazó y besó a su hijo y Elizabeth con mucho cariño y mirando a su nuera le dijo. "Querida, ahora tú también eres Sra. Dalton, creo que es mejor que me llames Violet y tal vez en un tiempo más puedas llamarme madre."
Elizabeth besó a su suegra en la mejilla y dijo afectuosamente. "Entonces te llamaré mamá Violet," replicó Elizabeth con una hermosa sonrisa.
William abrazó y besó a su madre y le agradeció por todo. Él sentía mucha dicha al ver a las dos mujeres que amaba tanto amaba llevarse tan bien. En ese momento sentía que su vida no podía ser más perfecta y no había nada ni nadie que pudiera alterar su felicidad.
"Si nos disculpan, mi esposa y yo iremos a refrescarnos y cambiarnos ropa. Bingley, tal vez podríamos dejar el asunto que te aflige para mañana. Yo estaré en mi oficina por la tarde." William intentó de una forma cortés decirle al cuñado de su esposa que no tenía tiempo para él en ese momento.
"No te preocupes, Dalton. Tu madre nos invitó a cenar y más tarde podemos hablar," dijo el señor Bingley con naturalidad.
"Hijo, vayan a cambiarse y yo me quedaré con las visitas," dijo Violet. Ella conocía muy bien a su hijo y se dio cuenta que estaba un poco molesto y podría decir todo lo que estaba pensando. Ella sabía que Jane era importante para Elizabeth y por eso no deseaba que hubiera discordia entre las dos jóvenes parejas.
"Gracias, madre," dijo William. Luego tomó la mano de su esposa y la acompañó hasta su cuarto que estaba al lado del de él.
Jane estaba muy incómoda con todo lo que estaba ocurriendo. Ella notó la confusión en Elizabeth y el rostro molesto de William. Pero tampoco le pasó por alto la amabilidad y cariño con el que Violet trataba a Elizabeth, Sin duda alguna su hermana era muy afortunada porque tenía una suegra que la adoraba y estaba dispuesta a quererla y protegerla. Mientras ella tenía dos cuñadas en las que no sabía si podía confiar.
William abrió la puerta de la habitación de Elizabeth y la acompañó al interior. "Espero te guste tu habitación, mi amor. Mi madre le pidió a los sirvientes que pusieran todas las cosas que compraste tal como tu querías. Mi habitación está al frente… Cuando compré esta casa pensé que íbamos a vivir sólo mi madre y yo y por eso… Bueno, espero te guste y si necesitas cualquier cosa no dudes en pedirlo a mí o a mi madre…"
"Está todo tal como yo quería, gracias mi amor."
"Bueno, cómo te dije una vez logre consolidar mi negocio en Londres, compraré una casa más grande… Bueno, me iré a mi habitación a cambiarme de ropa. Pero si necesitas algo…"
"William, ¿deseas decirme algo?" preguntó Elizabeth sonriendo. Ella cada vez conocía mejor a su esposo y sabía que a veces le costaba expresar sus sentimientos más profundos.
"Sí, querida… Mira, no quiero ofenderte… pero…"
"William por favor, tenemos que bajar a cenar y tú sigues sin decirme qué te pasa. Te prometo que no me voy a ofender y que te daré una respuesta sincera y directa," explicó Elizabeth, se cruzó de brazos y miró a su esposo fijamente.
Pero él no pudo sostenerle la mirada y prefirió caminar hacia la ventana y fingir que algo muy importante estaba ocurriendo en el jardín. "Elizabeth, mi padre y mi madre siempre compartieron habitación y yo quisiera saber si puedo dormir aquí contigo y no sólo tener que visitarte cuando…"
"Esta cama es gigante, y yo también quiero estar todo el tiempo que pueda contigo, mi amor." Elizabeth se acercó a su marido, lo abrazó y le besó la mejilla. "Ahora ve a tu habitación para que nos cambiemos ropa porque nos están esperando."
"Yo tenía planeado decirle a mi madre que estábamos cansados y cenar aquí contigo, pero supongo que no sirve de nada quejarse." William besó a su esposa en la frente y se fue a su habitación.
Violet era una mujer paciente y aunque le agradaba el señor Bingley no entendía por qué había venido a visitar a su hijo en un momento tan inoportuno. Pero estaba aún más impresionada con la actitud de Jane, que estaba sentada al lado de su marido sin decir ni una sola palabra.
Afortunadamente, Elizabeth y su hijo llegaron y finalmente pudieron pasar al comedor para cenar. La conversación durante la cena fue muy animada y Elizabeth les contó todos los paisajes hermosos que había visto mientras el señor Bingley y Violet hacían comentarios y preguntas. William no sentía ganas de hablar porque estaba absorto mirando a su esposa. Ella era tan bonita cuando sonreía, además, con su encanto natural y divertida conversación siempre llenaba todos los espacios donde ella estaba. Por su parte, Jane observaba atentamente a William y se preguntaba por qué miraba de esa forma tan peculiar a Elizabeth. Parecía que aunque quisiera, él no podía dejar de mirarla.
Después de la cena se separaron las señoras de los caballeros, Violet le dijo a Elizabeth que podía aprovechar la oportunidad de mostrarle la casa y su cuarto a Jane para darles tiempo a los caballeros para hablar privadamente. Mientras tanto, William invitó al señor Bingley a su estudio y le sirvió un brandy.
"Esta es mi habitación, Jane. William dice que en cuanto su negocio esté consolidado en Londres quiere comprar una casa más grande, pero esta habitación es gigante comparada con la que tenía en Longbourn," dijo Elizabeth sonriendo.
"Es muy bonito todo, me imagino que tu la decoraste porque se nota en los colores y la organización de los muebles que todo esto es de tu gusto." Jane recordó que ella no había tenido la oportunidad de hacer lo mismo porque su madre o las hermanas de su esposo se habían encargado de todo.
"Me conoces muy bien, Jane. Sí, yo elegí todo esto y mi doncella y uno de los lacayos de la casa se encargaron de poner todo en orden mientras yo estaba en mi luna de miel."
"¿Y te sientes confortable viviendo con tu suegra, Lizzy? Yo sé que tu eres muy independiente y que probablemente no querrás tener a alguien diciéndote todo el tiempo lo que tienes que hacer."
"Mamá Violet es una mujer encantadora y estoy segura que si tenemos alguna diferencia en algo, lo resolveremos conversando." Elizabeth notó a su hermana muy melancólica y pensativa y le preguntó con preocupación. "Querida Jane, ¿está todo bien por tu vida?"
"Sí, Lizzy, está todo muy bien. Mi marido es maravilloso y siempre estamos haciendo cosas entretenidas. Y mi habitación es dos veces más grande que ésta completamente decorada con muebles elegantes y costosos." Jane quería demostrarle a Elizabeth que ella también tenía una vida de ensueño con mucho más lujos que ella.
"Me alegro mucho por ti, querida hermana," replicó Elizabeth y prefirió no preguntar nada más para evitar escuchar otro comentario fuera de lugar de su hermana. Desgraciadamente, ella cada vez más se comportaba como sus cuñadas.
"Dalton, me han ofrecido un negocio excelente con ganancias garantizadas del cincuenta por ciento de lo invertido a partir de los primeros seis meses. Hurst me dijo que antes de invertir que mejor hablara con el señor Darcy, pero él ha estado un poco enfermo y no quiero interrumpir su descanso. Por eso, Hurst y yo pensamos que tú podrías darnos tu opinión. Él me dijo que siempre fuiste el primero en todas tus clases, y después de como resolviste los problemas en Netherfield, sé que podrás confirmar si estoy tomando una buena decisión."
"Bingley, acabo de regresar de mi luna de miel, es tarde y tendría que estudiar los documentos de la propuesta antes de poder darte una opinión informada. Pero por los antecedentes que me has dado, me parece un tanto sospechoso. ¿Quién te propuso el negocio?"
"Mi procurador me lo sugirió, y me dijo que era una oportunidad limitada que sólo le ofrecía a sus mejores clientes. El único problema es que debo darle una respuesta para el final de la semana y por eso vine hoy a hablar contigo."
"Pero yo no puedo ayudarte ahora, comprenderás que en estos momentos le debo mi tiempo a mi esposa."
"Entiendo, fue lo mismo que me dijo Jane. Pero pensé que no te importaría ayudarme. Creo que debo correr el riesgo porque si el señor Randall me lo ha sugerido supongo que debo confiar en él."
"Bingley, ¿Hace cuánto tiempo que conoces a tu procurador?"
"Casi dos años, ¿por qué?"
"¿Y qué pasó con la firma que llevaba los negocios de tu padre?"
"Ellos cobraban una comisión muy alta y un viejo amigo de Cambridge me recomendó a Randall & Son porque me ahorraría una buena cantidad de dinero al año."
"Entiendo. ¿Qué te parece si vas a mi oficina mañana en la tarde y me llevas la propuesta para que la examine?"
"Sería perfecto, Dalton. Muchas gracias," dijo el señor Bingley más tranquilo.
A William le dio un poco de pena la situación del señor Bingley y pensó que era su deber moral ayudarlo. Estaba claro que él era demasiado inocente para su propio bien.
Afortunadamente, los Bingley se quedaron sólo por media hora más porque todos en la casa Dalton estaban un poco cansados. Elizabeth fue la primera en retirarse a su habitación por lo que Violet aprovechó de darle un consejo a su hijo.
"William, antes de que te retires a descansar me gustaría decirte algo."
"Claro, madre, dime, sabes que siempre tengo tiempo para ti."
Violet respiró hondo, le tomó la mano a su hijo y le dijo con voz tierna pero firme. "Hijo, no permitas que el señor Bingley abuse de tu generosidad y sentido del honor. Tu padre y yo siempre te enseñamos a ser generoso pero no a que permitieras que otros abusaran de ti. La mejor forma de ayudar a ese hombre es guiarlo para que madure y no a hacer las cosas por él."
"Entiendo, gracias madre," William besó a Violet en la frente y se fue a su cuarto para prepararse para dormir. Después, se fue a la habitación de Elizabeth, se acostó junto a ella y durmieron toda la noche abrazados. Ambos estaban exhaustos después de un largo día.
P&P
La señora Gardiner estaba muy sorprendida cuando Jane llegó a visitarle porque ella llevaba más de un mes en Londres y no había dado señales de vida. De hecho, nadie de la familia había visitado porque ella nunca los había invitado y sólo la había visto una vez en casa de los Dalton cuando Charles fue a visitar a William para hacerle algunas consultas relacionadas con algunos de sus negocios.
Pero a Elizabeth la veía prácticamente todos los días y estaba feliz de verla tan contenta en su nueva vida. William la había ayudado a madurar y ahora Elizabeth era mucho más reflexiva y menos impulsiva. A ella le daba ternura ver a los jóvenes enamorados porque le hacía recordar cuando ella y su adorado Edward estaban recién casados.
A ella no le había pasado por alto las diferencias que había entre ambas parejas. Jane y el señor Bingley parecían dos jóvenes inmaduros que no sabían muy bien qué hacer con su vida. Mientras que Elizabeth y William se veían cada vez más afiatados y felices. Desde que se había casado, Jane estaba aún más retraída y melancólica mientras que Elizabeth había florecido y su sonrisa era más hermosa y contagiosa que antes.
"Me alegra mucho que me hayas venido a ver, querida Jane. Sabes muy bien lo mucho que me gusta conversar contigo y a los niños les encanta cuando les lees," dijo la señora Gardiner mientras le servía té a su sobrina.
"Gracias, tía. Estuve muy ocupada en mis primeros días en Londres, pero ahora tengo más tiempo y prometo venir a visitarte más seguido," dijo Jane sonriendo, pero con una sonrisa que a la señora Gardiner le pareció más bien triste. La verdad era que a muchas de las amigas de Caroline y Louisa, Jane les había caído muy bien y la admiraban por su belleza y elegancia. Por supuesto, a ellas eso no les gustó y por esa razón ya no la invitaban a ninguna parte. Ella se quedaba sola durante todo el día en esa enorme casa hasta que su esposo regresaba a casa después de pasar una agradable tarde en el club o practicando esgrima con sus amigos.
"Jane, querida, ¿estás bien? ¿estás contenta con tu nueva vida?" preguntó la señora Gardiner, sinceramente preocupada.
"Por supuesto que estoy bien, tía. Estaba un poco resfriada pero ya me siento bien," contestó Jane inmediatamente. Ella no deseaba contarle a nadie que pese a que amaba a su esposo y ella sentía que él la amaba a ella, eso no era suficiente porque se sentía sola. Su esposo era un hombre muy sociable que siempre tenía cosas que hacer y desde que sus cuñadas la habían prácticamente abandonado, se sentía perdida e ignorada.
"Me alegro que ya te sientas mejor, querida." La señora Gardiner comprendió que Jane no deseaba hablar más de ese tema y no quiso presionarla más.
"Tía, ¿y los niños dónde están? Me gustaría poder saludarlos.
"Matthew está durmiendo y Luke y Emily están en casa de los Dalton. Con este frío no han podido salir mucho y Elizabeth los invitó a jugar a las charadas con ella y tía Violet. William ha estado muy ocupado en estos días y Elizabeth se entretiene mucho con los niños."
"Entiendo, a Lizzy siempre le ha gustado ese juego. Me imagino que el señor Dalton ha estado ocupado trabajando."
"Así es, él está recién estableciendo su negocio en Londres y hay días en los que está muy ocupado."
"Pero no crees que pasar tiempo con su esposa también es algo importante."
"Jane, cuando una mujer se casa con un hombre de negocios exitoso debe comprender que muchas veces su marido debe dedicarle tiempo a su trabajo en detrimento de su familia. Es lo que yo he hecho muchas veces con tu tío. Los hombres de negocios no disponen del mismo tiempo que los caballeros hacendados como tu padre o tu marido, y Elizabeth comprende muy bien eso."
"Comprendo, tía." Jane no pudo evitar pensar que su padre y su esposo efectivamente tenían mucho tiempo libre pero que no necesariamente deseaban pasar ese tiempo con sus familias.
"Se me ocurre una idea, querida. Matthew va a despertar en diez minutos, le pediré a la señora Peters que lo vista y qué te parece si vamos a visitar a Lizzy y a jugar charadas con ellos."
"Tía, no quiero importunar."
"Ayer mismo Elizabeth me dijo que te extrañaba mucho, estoy segura que estará feliz de verte porque te extrañaba mucho."
"Yo también la extraño a ella. Bueno, vamos a visitar a Lizzy entonces."
Cuando ellas llegaron a la casa Dalton, Elizabeth y Violet las recibieron con mucha alegría. Durante la tarde jugaron, se rieron mucho y a la hora del té, comieron una rica tarta de manzana. Jane se olvidó de todas sus penas y regresó a su casa con el corazón lleno de amor y alegría. Además, con Elizabeth y Violet acordaron llevar a los niños al museo para ver una nueva exposición de animales disecados.
Aquella noche, cuando Elizabeth estaba casi dormida sintió a su esposo acostarse al lado de ella, abrazarla y susurrarle al oído. "Lo siento mi amor, pero tuve muchos problemas que solucionar en el puerto. Te extrañé tanto."
"William, estás muy frío. ¿Comiste algo?" preguntó Elizabeth preocupada.
"Querida, no te preocupes…"
"William, has estado todo el día fuera de casa trabajando, llegas a casa frío como hielo y sin comer," dijo Elizabeth un poco enojada. Luego se cubrió con un chal y fue a la cocina a pedirle a la cocinera que le preparara algo algo a su esposo.
Media hora más tarde, una de las sirvientas llevó una bandeja con sopa, pan, queso y tarta de manzanas que quedó de la hora del té. William cenó en la pequeña mesita de la habitación mientras le contaba a Elizabeth como estuvo su día.
Después, ellos volvieron a la cama y William le agradeció a su amada esposa por preocuparse de él. "Debo reconocer querida que estaba muerto de hambre, pero tenía tantas ganas de estar contigo mi amor, que preferí venirme derecho a tu habitación"
"William, no sólo de amor vive el hombre," le dijo Elizabeth, luego le dio un beso en la mejilla y agregó. "Buenas noches, mi amor." Elizabeth apagó la lámpara de su velador e hizo el gesto que se pondría a dormir.
William también apagó la vela pero se acercó a su esposa y comenzó a besarle el cuello provocando una serie de risas nerviosas en ella.
"William me haces cosquillas," dijo Elizabeth tratando de alejarse de su esposo.
"Lo siento, Elizabeth," dijo William besó a Elizabeth en la mejilla y fue su turno de fingir que iba a dormir. Pero esta vez, fue Elizabeth quien comenzó a besar a William en el cuello.
"Lo siento, señora Dalton, pero tendrás que atenerte a las consecuencias por importunar el sueño de tu esposo," dijo William. Luego se volteó tomó a Elizabeth en sus brazos y la besó apasionadamente por muchos minutos, para finalmente hacerle el amor.
"Te amo, William."
"Y yo a ti, mi bella Elizabeth."
"William, ¿estás dormido?"
"No, pero tengo mucho sueño."
"¿Puedo hacerte una pregunta?"
"Dime querida, ¿necesitas algo?" William estaba muy cansado pero no quería quedarse dormido preocupado.
"Mi amor, ¿qué opinas de Charles? Te pregunto porque creo que Jane no está tan contenta como quiere hacernos creer."
A William no le gustó que Elizabeth estuviera tan preocupada por una hermana que en el último tiempo había sido más bien distante. "Creo que es un buen hombre y que ama a tu hermana. Lamentablemente, él es aún demasiado inmaduro y toma decisiones muy apresuradas. Supongo que hay que darles tiempo para que la relación de ellos madure y se adapten a la nueva vida juntos." William no quiso decirle a Elizabeth que si no fuera por la intervención de él, su cuñado hubiera perdido una cuantiosa suma de dinero a manos de unos estafadores.
"Entiendo, gracias mi amor por ayudar a Charles. Ahora creo que es mejor que te duermas. Buenas noches, querido."
"Buenas noches, mi amor," replicó William, besó a su esposa en la mejilla y se quedó dormido profundamente lleno de amor y felicidad. Esa noche soñó con aquella señora con el rostro de la señorita Darcy, pero esta vez su sueño no estaba lleno de miedo y de angustia sino de paz. Él era un niño en una casa enorme en donde todos le hablaban con cariño y amor.
"Hijo mío, tú y tu padre son las personas más importantes de mi vida, nunca dudes lo mucho que te ama tu madre."
"¿Tú eres mi madre?"
"Sí, tú eres mi hijo y un verdadero Fitzwilliam."
"Te amo, mamá."
"Y yo a ti, mi querido Fitzwilliam."
P&P
Una dos semanas atrás, el Coronel Fitzwilliam llevó a Georgiana a visitar a los Dalton y Elizabeth la invitó a ir al museo con ella, sus primos Gardiner y Jane. Violet, la señora Gardiner y la señora Annesley se cayeron muy bien por lo que dos días después el mismo grupo se juntó para recorrer uno de los parques más hermosos de Londres y luego fueron a tomar el té y comer tartas de frutas. Además, Elizabeth invitó a Georgiana a almorzar con ella y a jugar con los niños.
Elizabeth había notado que la señorita Darcy era una chica muy tímida y solitaria y necesitaba desesperadamente de amigas, de cierta forma era muy similar a Jane y por eso para ella no fue difícil comprenderla.
Además, desde que Jane comenzó a visitarla con regularidad, volvió a ser más la hermana que ella conocía. Aunque ella presentía que su hermana no quería contarle lo que realmente le estaba sucediendo, William y Violet le aconsejaron darle tiempo y Elizabeth decidió disfrutar de la compañía de su hermana sin generar conflictos entre ella.
Georgiana estaba muy emocionada porque su padre le había dado permiso para conocer a sus nuevas amigas. Richard le había hablado muy bien de la esposa de su socio y él presentía que la esposa de Charles Bingley debía ser una señora tan agradable y simpática como su esposo. Además, la señora Annesley le había hablado muy bien de ellas y por eso, y aunque con mucha preocupación, él le había dado permiso para que saliera con ellas y las visitara. Por supuesto que donde quiera que iban, dos lacayos siempre las acompañaban para asegurarse de que nadie pudiera importunarla.
Pero él deseaba cerciorarse de que aquellas damas eran adecuadas y por eso deseaba conocerlas. Si notaba cualquier cosa que no le gustara, él no tendría ningún problema en pedirle a su hija que limitara el contacto con ellas en el futuro.
"Señora Annesley, creo que todo está listo. Ah no, perdón, creo que me olvidé de decirle a la cocinera que preparara una tarta de manzanas porque es la favorita de Lizzy," dijo Georgiana afligida.
"Mi querida señorita Darcy, ayer hablamos con la señora Rusell y le dijimos todo lo que debía preparar para hoy, incluyendo té con un poco de limón para la señora Bingley y la tarta de manzanas para la señora Dalton."
"Tiene razón, señora Annesley. No sé dónde tengo mi cabeza," dijo Georgiana mientras arreglaba algunas flores. "Siento mucho que la señora Dalton y la señora Gardiner no puedan venir, pero me imagino que debe ser un problema tener dos niños resfriados al mismo tiempo."
"Así es, pero no debe preocuparse señorita Darcy porque los niños estarán bien en unos pocos días más," dijo la señora Annesley.
El señor Darcy observaba atentamente a su hija y no podía negar que le enterneció mucho ver a su hija tan feliz y emocionada. Él sinceramente agradecía que su hija hubiera encontrado amigas que al parecer la estimaban. Cuando la señora Annesley fue a darle las últimos instrucciones a la cocinera, el señor Darcy aprovechó de hacerle una pregunta a su querida hija.
"Georgie, me gustaría saber si te has dado cuenta que George ya no viene a esta casa al menos que yo se lo pida. Espero que te des cuenta que él está tratando de demostrarte que no desea de ninguna forma hacerte sentir incómoda. Hija, yo sé que tú estás al tanto de las razones que tengo para protegerlo, a pesar de que muchos me han criticado por hacerlo. Él perdió a su madre cuando era un niño y eso dejó una huella muy grande en su corazón. Yo le juré a su madre el día de su funeral que jamás olvidaría su acto de amor desinteresado hacia mi pequeño hijo, y así como ella dio su vida por mi pequeño Fitzwilliam, yo dedicaría la mía a proteger a George. Espero puedas entender eso, hija mía."
Georgiana se sentó al lado de su padre, le besó la mejilla y le dijo. "Padre, por supuesto que lo entiendo, y me alegra que George haya comprendido la forma en cómo me hacía sentir y haya vuelto a ser el mismo George al que yo siempre vi como a un familiar y amigo." Georgiana estaba mucho más tranquila y agradecía que todo se hubiese aclarado con el ahijado de su padre.
Elizabeth y Jane llegaron a la hora acordada y Georgiana estaba feliz. Ella las recibió en el salón de estar más elegante de la casa y les presentó con mucha emoción a su querido padre. El señor Darcy era un señor muy agradable y conversó animadamente con ellas, confirmando todo lo que su hija le había contado de sus nuevas amigas.
Ellas no sólo eran damas muy bonitas sino que con excelentes modales y se notaba que su interés por Georgiana era genuino. La señora Bingley era más bien reservada pero agradable y atenta. Pero quedó totalmente maravillado con la señora Dalton, sus hermosos ojos y envolvente personalidad. Él no recordaba haber conocido una mujer tan fascinante en muchos años.
"Debo decirle, señora Dalton que no es fácil conocer a una dama tan joven que haya leído historia, filosofía y novelas de romance al mismo tiempo," dijo el señor Darcy sonriendo.
"Señor Darcy, el sueño de mi padre era ser profesor en Oxford, que es donde él estudió. Pero mi abuelo murió y tuvo que hacerse cargo de la hacienda familiar. Como no tuvo la posibilidad de enseñar a sus discípulos en la universidad lo hizo conmigo y mis hermanas, aunque debo reconocer que fui la única que prestó atención a sus lecciones," explicó Elizabeth. "Ahora, las novelas de romance las leo porque me gustan y le aseguro señor Darcy, que mi padre no tiene nada que ver con eso."
"De hecho mi padre dice que ese tipo de literatura es una pérdida de tiempo," agregó Jane.
"Aunque yo creo que lo dice sólo para que nadie sospeche que de vez en cuando lee alguna y la disfruta mucho," concluyó Elizabeth.
El señor Darcy río de buena gana con la broma de Elizabeth y dijo. "Es muy probable," y luego murmuró, "yo creo que también he hecho eso en más de alguna ocasión."
"Padre, ¿es eso verdad?" preguntó Georgiana impresionada.
"Puede ser, querida. ¿Qué les parece si le mostramos la biblioteca a tus amigas, querida Georgie. Aunque debo decirles que la biblioteca de casa Darcy no es nada comparada con la de Pemberley."
"Entonces tenemos que invitar a Lizzy y Jane a Pemberley, padre, ¿no crees?"
"Excelente idea, hija," replicó el señor Darcy. Él había pasado una tarde muy agradable con las amigas de su hermana y él se sentía muy feliz y animado, tanto que se había olvidado de sus problemas, enfermedades y pesares.
Cuando Elizabeth entró a la biblioteca quedó sorprendida con la cantidad de libros que había y pensó lo feliz que su padre y su amado William estarían en un lugar como ese. "Señor Darcy, debo confesarle que estoy muy impresionada con su biblioteca, gracias por permitirnos verla."
"Si la biblioteca de su hacienda es mucho más grande que ésta, me imagino debe ser gigante," agregó Jane.
"Lo es, y tiene colecciones exclusivas sobre la historia de Derbyshire e Inglaterra," explicó Georgiana emocionada.
Elizabeth revisó varios volúmenes de novelas históricas que nunca había tenido la posibilidad de leer, mientras Georgiana le mostraba a Jane sus libros favoritos.
Luego, el señor Darcy le explicó a Elizabeth que en aquella biblioteca había textos que databan del siglo XVI y contaba gran parte de la historia de cómo Londres pasó de ser una pequeña villa a transformarse en una de las ciudades más importantes del mundo. Pero a Elizabeth no sólo le llamaron la atención los libros, sino también las pinturas que adornaban parte de las galerías.
"Ese es Pemberley, mi querida señora Dalton. Yo sé que es mi hogar y que mi opinión es sesgada por eso, pero para mí, es uno de los lugares más hermosos de nuestro país."
"Lo es, señor Darcy. Sin duda alguna la mansión está ubicada en un lugar privilegiado por la naturaleza," dijo Elizabeth apreciando el bello lago y los bosques que rodeaban la imponente casa. Pero cuando se volteó para observar las pinturas de la galería opuesta, quedó atónita al ver el retrato de dos hombres altos y guapos que se parecían mucho a William. Ella se acercó y tan grande fue su cara de sorpresa, que el señor Darcy no pudo evitar notarlo.
"Aunque le cueste creerlo, señora Dalton, ese hombre joven y guapo soy yo," dijo el señor Darcy riendo.
A Elizabeth le costó pensar que el señor Darcy joven se pareciera tanto a su William, pero también pensó en lo mucho que había envejecido pese a no ser un hombre tan mayor. Ella sabía que él era un hombre viudo desde hacía muchos años y que probablemente la muerte de su esposa había sido una gran pérdida que no había podido superar y por eso no se había vuelto a casar.
Cómo Elizabeth seguía mirando ambos cuadros con tanta curiosidad, el señor Darcy no pudo evitar preguntar. "¿Puedo saber por qué le llaman tanto la atención estas pinturas?"
"Espero no le parezca ridículo lo que le voy a decir, pero…"
"Señor Darcy mi querida Georgiana, cuando supimos que Eliza y Jane estaban con ustedes en la biblioteca, no pudimos esperar para unirnos a ustedes a hablar de libros," dijo Caroline mientras ella y Louisa entraban a la biblioteca para no permitir que Eliza y Jane Bennet les robaran la atención de sus únicas verdaderas conexiones con los primeros círculos.
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo.
Como les dije unos capítulos atrás, en esta parte de la historia es cuando irán aconteciendo muchos hechos que irán pavimentando el camino para que se descubra la verdad. Yo sé que algunos quieren que todo pase rápido, pero yo prefiero escribir historias con varias tramas paralelas y en que la verdad se va develando poco a poco. Y por supuesto, en capítulos interminablemente largos jajaja. Como ustedes me han dicho que no les molesta que escriba tanto, yo dejo que la inspiración guíe mis dedos en el teclado :)
En el próximo capítulo, William tendrá una conversación seria con el señor Bingley.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
