Chapter 15
"Caroline, Louisa pasen por favor. Le estaba contando a la señora Dalton sobre las diferentes colecciones de libros y ella estaba admirando lo guapo que yo era cuando joven," dijo el señor Darcy y le guiñó a Elizabeth.
"Qué bien, señor Darcy. Es muy bueno que Eliza pueda ver cómo es la biblioteca de una casa tan hermosa como esta. Me imagino que usted sabe que su esposo es un comerciante y probablemente nunca ha tenido ni tendrá la posibilidad de conocer lugares como su hermosa biblioteca," dijo Caroline furiosa al ver con la familiaridad que el señor Darcy conversaba con Elizabeth. Ella lo conocía hace años y él apenas le dirigía la palabra cada vez que pasaban tiempo juntos mientras con Elizabeth hasta bromeaba.
"Querida Caroline, me conoces hace muchos años y debes saber que yo soy un hombre bastante estudioso, y créeme cuando te digo que los comerciantes, sobre todo los exitosos como el esposo de la señora Dalton, muy pronto ocuparán un lugar muy importante en nuestra sociedad. Además, la señora Dalton es una ávida lectora y no dudo que siempre tendrá una biblioteca llena de libros interesantes en su casa."
Elizabeth sonrió porque no pudo creer que Caroline no fuera capaz de contener su ira e hiciera el ridículo de esa forma para intentar humillarla. "Mi esposo heredó la casa de su padre en Manchester y me contó que allí hay una biblioteca muy bien equipada. El difunto señor Dalton era un hombre muy culto e inculcó su amor por la lectura a su hijo. Cómo ve, señorita Bingley, no todos los comerciantes heredan sólo dinero a sus hijos, otros también les heredan cultura, libros y por supuesto, buenos modales."
El señor Darcy tuvo que morderse la lengua para no reírse al ver como Caroline abrió los ojos ante la respuesta de Elizabeth. Pero para evitar conflictos decidió cambiar de tema. "Señora Dalton, usted me iba a decir algo sobre mi pintura y la de mi padre cuando Caroline y Louisa llegaron."
Elizabeth vio que Caroline la observaba con curiosidad y prefirió no decir nada sobre el parecido de su marido con los Darcy para no iniciar otra polémica con esa mujer tan desagradable. "Sólo quería decirle lo mucho que usted y su padre se parecen."
"Sí, todos siempre me dicen lo mismo," dijo el señor Darcy pensando en su hijo Fitzwilliam. Él recordó que su pequeño niño también tenía la apariencia de un Darcy y pensó que si estuviera vivo, probablemente se parecería mucho a él cuando joven.
Caroline se dio cuenta que no podía seguir el hilo de la conversación entre Elizabeth y el señor Darcy y prefirió ir a conversar con Jane, Georgiana y Louisa.
La señora Annesley le sugirió a Georgiana que invitara a las recién llegadas a tomar té en el salón principal pero Elizabeth y el señor Darcy se quedaron por media hora más conversando en la biblioteca. Él le contó un poco más sobre la historia de Pemberley y la familia Darcy. A Elizabeth le pareció muy interesante pero no pudo evitar sentir un poco de pena porque cada vez que él hablaba de su hogar ancestral había un dejo de tristeza en su voz. Como que ese lugar le evocaba los recuerdos más felices y tristes a la vez.
Caroline estaba de pésimo humor porque Elizabeth había logrado acaparar por completo la atención del señor Darcy. Ella sabía que con el auspicio de uno de los hombres más ricos de Inglaterra, esa maldita mujer podría hacer un ingreso triunfal en la sociedad londinense. De alguna forma, ella deseaba de alguna forma poder ventear su frustración y lo único que se le ocurrió fue envenenar a su cuñada en contra de su impertinente hermana.
"Jane, Eliza siempre tratando de ser el centro de atención. Estoy segura que el señor Darcy tiene muchas ganas de hablar contigo y conocerte más, pero está claro que ella no lo va a permitir."
"Más que mal, Jane, tú eres la esposa de Charles, que es el hijo del que fue uno de los mejores amigos del señor Darcy," agregó Louisa para apoyar a su hermana.
"A Lizzy siempre le ha gustado mucho hablar de libros y esas cosas… pero también ser el centro de atención," comentó Jane. Ella quiso defender a su hermana en un principio, pero recordó que sus cuñadas le estaban prestando atención después de casi dos semanas de ignorarla. Por eso, prefirió no contradecirlas y hacer como que estaba de acuerdo con ellas.
Después de casi dos horas y de una tarde muy entretenida, Elizabeth se despidió de los Darcy y la señora Annesley y les agradeció todas sus gentilezas. El señor Darcy le dijo que había sido un gusto conocerla y que esperaba que visitara a su hija siempre que quisiera.
Jane había venido a casa Darcy en el carruaje de los Dalton, pero le dijo a Elizabeth que regresaría a su casa con sus cuñadas. Elizabeth sonrió para no demostrar lo mucho que la hirió la actitud de su hermana. En los últimos días ellas habían logrado retomar la relación cercana que siempre tuvieron. Pero en el momento que Caroline y Louisa llegaron a casa Darcy, ella comenzó a actuar de manera muy distinta y distante. Pero ella tenía tantas otras razones para ser feliz, que no deseaba tener que lidiar con los continuos cambios de humor de su hermana. Ella no sabía que le estaba pasando a Jane y prefería no ser parte de sus problemas, a menos que ella le pidiera ayuda.
Una vez que Elizabeth se fue, Caroline comenzó a hablar de Elizabeth para ponerla mal con el señor Darcy. "Me querida Georgiana, desde que conozco a Eliza me ha dado la impresión de ser una mujer muy distinta a las damas con las que nosotras estamos acostumbradas a tratar. A ella siempre le gustaba caminar por horas por los campos de Hertfordshire y por eso su piel está tan bronceada."
"Sí, ella me comentó sobre su gusto por los paseos largos y que disfruta de estar al aire libre y la naturaleza," replicó Georgiana mirando a Jane. Aunque Caroline no dijo nada que no fuera verdad, el tono en como lo dijo tenía la intención clara de ofender a Elizabeth y ella no entendió por qué Jane se quedó callada y no intentó defender a su hermana.
"Comprendo perfectamente a la señora Dalton porque yo también disfruto mucho de largos paseos, la vida al aire libre y la naturaleza," dijo el señor Darcy con voz firme. Él no pensaba tolerar que Caroline comenzara a chismear y hablar mal de Elizabeth o de cualquier otra persona en su presencia.
"Con lo hermoso que es Pemberley, señor Darcy, es muy fácil de entender que a usted le guste tanto la naturaleza," agregó Louisa para evitar que su hermana siguiera metiendo la pata.
Cuando finalmente las hermanas Bingley y Jane se fueron, el señor Darcy y Georgiana siguieron conversando de lo agradable que había sido la tarde y lo encantadora que eran la señora Dalton y la señora Bingley.
P&P
William le había pedido al señor Bingley que viniera a su oficina porque deseaba hablar con él tranquilamente y que no tuviera ninguna excusa para cambiar de tema como siempre lo hacía cuando había otros presentes o estaban en casa.
Cuando llegó el señor Bingley saludó a su amigo cordialmente e inmediatamente le preguntó la razón por la que le había hecho venir hasta su oficina. "Dalton, hubiera sido mucho mejor que nos juntaramos en el club o en tu casa porque tu cocinera debe preparar los mejores estofados de toda Inglaterra."
"Gracias por venir, Bingley. Preferí que nos juntaramos aquí porque no deseo que nos interrumpan." Cuando William vio que tenía la atención del señor Bingley le explicó las razones que tenía para estar un poco preocupado por las últimas decisiones que había tomado, principalmente todo lo concerniente con su procurador.
"Pero el señor Randall es un hombre tan simpático y bonachón que me cuesta creer lo que me estás diciendo. Además he ahorrado una buena cantidad de dinero porque el antiguo procurador de mi padre cobraba casi el doble por sus servicios," explicó el señor Bingley defendiéndose.
William respiró hondo y trató de razonar con el cuñado de su esposa. "Yo sólo te he contado lo que varios hombres de negocios que lo conocen me han dicho, tú verás si das crédito a las palabras de ellos. Ahora, concerniente a lo que has ahorrado en dinero, déjame recordarte que por culpa de ese hombre que no quiso ayudarte con el estudio de los documentos de tierras en disputas dejaste de percibir importantes ingresos por pago de alquiler y cosechas. Además, si hubieras invertido en lo que te sugirió, te aseguro que hubieras perdido el sueldo de diez años del antiguo procurador de tu padre."
"¿Entonces qué debo hacer? Prescindir de los servicios del señor Randall y recontratar a la firma que representaba a mi padre?" preguntó el señor Bingley confundido.
William recordó el consejo de su madre y decidió contestar de la forma más neutral que pudo. "Eso debes decidirlo tú, Bingley."
"¿Por qué no me puedes ayudar a decidir, Dalton?"
"Porque en ciertas cosas un hombre debe decidir por sí mismo que es lo mejor de acuerdo a lo que uno cree que es lo correcto o es lo que necesita."
"Entiendo, pero dime, ¿qué harías tú en mi lugar?"
"Intentaría ver los pro y contra de la situación antes de tomar una decisión."
"Y en este caso, ¿cuáles son los pro y contra?" preguntó el señor Bingley cada vez más confundido.
"Eso es precisamente lo que tú debes determinar."
"¿Pero cómo?"
"Pensando mucho en el tema, tal vez escribiendo en un papel y después leyéndolo varias veces. Así es como lo hago yo."
"Entonces, ¿me podrías ayudar a hacerlo? Aquí tienes papel y pluma."
"La idea es que lo hagas tú solo, sin ayuda."
"¿Por qué?"
"Porque de esa forma habrás logrado reflexionar por ti mismo qué es lo mejor para ti, tu familia, tu hacienda y el resto de tus negocios."
"O sea que no me quieres ayudar."
"No es eso, pero… Bueno, yo despediría a Randall y recontrataría al antiguo procurador de tu padre." William creyó que intentar razonar con Luke, el pequeño primo de Elizabeth, era más fácil que hacerlo con el señor Bingley. Por eso perdió la paciencia y le dijo lo que él deseaba escuchar para terminar la absurda conversación.
"Gracias, Dalton. Te prometo que voy a ponderar todo lo que me has dicho y mañana mismo voy a despedir a Randall y recontratar al señor Cornell," dijo el señor Bingley contento.
William pensó en aclararle que era bien poco probable que estuviera dispuesto a ponderar algo cuando ya tenía tomada la decisión. Pero la verdad es que estaba cansado y quería llegar a casa lo más pronto posible para estar con su esposa. "Bueno, Bingley, ya te he dicho todo lo que me tenía preocupado y espero que puedas tomar buenas decisiones después de conocer toda esta información."
"Así lo haré, pero si tengo cualquier duda, sé que puedo contar contigo para que me ayudes en todo," agregó el señor Bingley.
"Por supuesto," dijo William tratando de ocultar su frustración. Él había citado a Bingley con la idea de poder ayudarle a ser más reflexivo e independiente pero se había dado cuenta que no había conseguido nada.
"Dalton, ¿qué te parece si esta noche Lizzy y tú nos acompañan a una reunión social de uno de mis buenos amigos de Cambridge. Estoy seguro que la vamos a pasar muy bien."
"Lo siento, Bingley, pero estoy un poco cansado y mañana tengo que estar en el puerto muy temprano." Pero además, William deseaba estar a solas con Elizabeth y no compartir sus hermosas sonrisas con nadie.
"Qué pena, pero sabes, no deberías trabajar tanto. Sólo tienes tres años más que yo y pareciera que tuvieras cincuenta. Eres el único hombre joven que conozco que se toma tan en serio los negocios. Sé de muy buena fuente que el negocio que heredaste de tu padre es muy próspero, y sin embargo trabajas como si fueras pobre," dijo el señor Bingley bromeando. "Pero fuera de bromas, en serio, debes disfrutar un poco más de la vida."
"No eres el único que me lo ha dicho, mi madre me lo repite siempre. En todo caso, déjame aclararte que yo no estoy en Londres por ambición personal o monetaria, sino por cumplir el gran sueño de mi padre. En todo caso, en unos meses más pienso irme de viaje con mi esposa por varias semanas y olvidarme de todos mis negocios por un tiempo."
"Muy bien, Lizzy merece una linda luna de miel aunque sea unos meses después de haberse casado. Bueno, creo que es hora que me vaya porque debo pasar a casa a buscar a mi ángel y después ir a casa de mi amigo. Sé que otro compañero de Cambridge que siempre fue muy déspota conmigo estará presente en la reunión y me muero de ganas de ver la cara que pondrá cuando vea que mi esposa es mucho más bonita que la de él. De hecho, mi ángel es siempre la mujer más bonita donde quiera que vaya. Hemos tenido mucha suerte, Dalton, porque nuestras esposas son tan bonitas."
"Mi esposa no es sólo bonita sino que tiene un montón de otras cualidades que para mí son igual de importantes, Bingley." William había conocido varias mujeres muy hermosas que se habían interesado en él pero ninguna le había parecido interesante. Sólo le habían atraído físicamente y eso no era suficiente para un hombre como él.
El señor Bingley finalmente se despidió y William regresó a casa porque deseaba hablar con su madre. Él sabía que Elizabeth iría a visitar a la señorita Darcy y que probablemente no había regresado a casa aún.
Él deseaba hacerle algunas preguntas a su madre porque en sus últimos sueños habían sido un poco diferentes a los que solía tener antes de casarse. Ahora, él soñaba con la señora que se parecía a la señorita Darcy y una casa muy grande. Además, por una razón aún más inexplicable, el apellido de su amigo el coronel también se había hecho presente en sus sueños con bastante frecuencia.
"Qué bueno que llegaste, querido. Como sabes, los hijos de Madeline han estado enfermos con un fuerte resfriado, pero además mi sobrina también se enfermó. Ella me dice que está bien, pero como Edward está en viaje de negocios, me iré a dormir a casa de los Gardiner para poder cerciorarme que mi sobrina descanse," explicó Violet. "Así que esta noche, tú y Lizzy tendrán que cenar sin mí."
"Madre, yo puedo ir y ayudar a tía Madeline para que tú puedas dormir cómoda en tu cama," dijo William.
"Cómo se te ocurre una cosa así, hijo. Tú ya tienes bastante con tu trabajo y además eres un hombre recién casado y debes estar con tu esposa."
"Esta bien, pero prométeme que me avisarás si necesitan algo."
"Lo haré, mi querido niño," dijo Violet y besó a su hijo en la mejilla. "Bueno, ahora me voy y nos vemos mañana."
"Madre, antes de que te vayas, ¿puedo hacerte una pregunta?"
"Por supuesto, dime, ¿en qué te puedo ayudar?"
"Madre… cuando me encontraste en el río… bueno, tú me dijiste que llevaba ropas raídas… yo era un niño pobre o hijo de campesinos, ¿cierto?"
Violet quedó muy sorprendida por la pregunta de su hijo porque a él no le gustaba hablar de ese tema. "Hijo, yo aún tengo la ropa, por si quieres verlas nuevamente. Pero no puedo responder a tu pregunta porque no lo sé. Hijo, ¿has recordado algo?" preguntó Violet preocupada.
"No, madre… Son sólo tonterías mías, no me hagas caso." William vio la cara de preocupación de su madre y se sintió culpable.
"Hijo, si quieres compartir tus recuerdos conmigo tal vez yo te pueda ayudar. Yo comprendo que tal vez tú quieras encontrar a tus verdaderos padres."
"Mis verdaderos padres son Aaron y Violet Dalton, madre. Por favor olvídate de lo que te he dicho, fue una estupidez de mi parte. Además tía Madeline debe estarte esperando."
"Tienes razón, hijo mío," dijo Violet y abrazó a William. Ella sabía que no sacaba nada con presionarlo porque él se cerraría aún más.
Después que Violet se fue, William prometió que no volvería a mencionar sus dudas a su madre porque ella se ponía muy nerviosa. Violet era una madre excelente y no se merecía que él la hiciera pasar malos ratos.
Aprovechando que estaría a solas con Elizabeth, habló con la ama de llaves y le dijo que él y su esposa cenarían en el cuarto de ella y que le ayudara a preparar todo.
Cuando Elizabeth llegó a la casa le llamó la atención que al parecer no había nadie allí. Ella fue a su cuarto para cambiarse ropa y cuando entró, encontró a su esposo esperándola.
"Esta velada cenaremos aquí, mi amor," dijo William y tomó a su esposa en sus brazos y la besó apasionadamente.
"William, no podemos dejar a tu madre sola," intentaba explicar Elizabeth mientras su esposo le besaba el cuello y le acariciaba la espalda.
"Mi madre pasará la noche donde los Gardiner porque quiere ayudarla con los niños que están enfermos. Pero no te preocupes, porque le hice prometerme que me avisaría si necesitaba ayuda."
"Entiendo," replicó Elizabeth pero no pudo decir nada más porque su esposa la silenció con varios besos apasionados. "William tengo hambre, qué te parece si comemos y después…"
"Está bien, además no quiero que se enfríe la cena."
William ayudó a Elizabeth a sentarse y comenzaron a comer y conversar al mismo tiempo. William le contó a Elizabeth sobre su conversación con el señor Bingley y lo improductiva que había sido.
"Por lo menos lo intentaste, querido. Charles es un hombre muy simpático y estoy segura que tarde o temprano madurará y se tomará las cosas más en serio."
"Eso espero, mi amor, porque si no madura por las buenas lo tendrá que hacer por las malas. Pero cuéntame, ¿cómo fue tu día?"
Elizabeth le contó a William sobre su visita a la casa de Georgiana y lo simpático que le pareció el señor Darcy. "Cuando lo conocí me pareció un hombre muy serio, claro que lo vi sólo por diez minutos," dijo William mientras servía una copa de vino a su esposa.
"Es muy simpático aunque tengo la impresión que lleva una gran tristeza en su corazón. Bueno, él perdió a su esposa cuando Georgiana tenía sólo dos años."
"Comprendo, si yo te perdiera, amor mío, creo que nunca más podría volver a sonreír," dijo William muy serio, tanto que a Elizabeth sintió una especie de escalofríos por todo el cuerpo.
Ella tomó la mano de su esposo y la besó, y para cambiar de tema dijo con mucho asombro. "Te voy a contar algo muy curioso, pero espero que no te burles de mí."
William inmediatamente se animó y no quiso seguir pensando en lo horrible que sería perder a su esposa. "Prometo no reírme, si es que lo que me dices no es muy absurdo."
"Creo que es un poco absurdo, pero igual te lo diré. ¿Sabes? te pareces mucho al señor Darcy y al padre de él. Vi una pintura de cuerpo completo del señor Darcy cuando tenía más o menos tu edad y tú y él se ven muy similares."
"Lo que pasa es que yo tengo una apariencia muy corriente y por eso me parezco a muchas personas," dijo William bebiendo el último sorbo de vino de su copa. Ellos ya habían terminado de comer y estaban conversando tomados de la mano.
"Créeme William que tú no tienes para nada una apariencia corriente, sino más bien todo lo contrario," dijo Elizabeth enfáticamente. Cuando vio que su esposo la miraba con curiosidad agregó. "William tu eres alto, guapo y tu rostro y tu cuerpo es como el de las estatuas griegas que hay en el museo. O sea, de corriente no tienes nada." Elizabeth notó que su marido la miraba intensamente y se sonrojó al darse cuenta que había dicho en voz alta todo lo que sentía cada vez que pensaba en él.
William se puso de pie, tomó a Elizabeth en sus brazos y la llevó hasta la cama sin decir absolutamente nada. Luego la besó apasionadamente por mucho tiempo, hasta que finalmente le hizo el amor lentamente, hasta que finalmente ambos se quedaron dormidos abrazados.
Una hora más tarde, Elizabeth despertó muy avergonzada porque estaba completamente desnuda. Desde que ellos se habían casado, era la primera vez que se habían quitado toda la ropa para hacer el amor y la noche estaba un poco fría. Elizabeth intentó moverse para recoger su camisa de dormir que estaba en el suelo pero despertó a William en el proceso.
"¿Qué pasa mi amor?" preguntó William soñoliento.
"Es que tengo un poco de frío," dijo Elizabeth.
"Ven acá," le dijo William y la envolvió en sus brazos. "Te amo, Elizabeth Dalton."
"Y yo a ti, William," replicó Elizabeth y se quedó dormida abrazada a su esposo.
P&P
"¿Te gustan estos guantes, Lizzy? A mí me gusta el diseño pero no el color," dijo Georgiana mientras observaba un par de guantes en un escaparate de la tienda.
"Tienes razón, el color es demasiado estridente. Estoy segura que le encantarían a Caroline Bingley," replicó Elizabeth provocando las risas de Georgiana y la señora Annesley.
Georgiana le había pedido a Elizabeth que la acompañara a ir de compras porque era el cumpleaños de su Lord Matlock, y la siguiente velada ella y su padre estaban invitados a una cena en su honor. Pero la verdad era que ella buscaba cualquier pretexto para estar cerca de su amiga. Para ella, Elizabeth era la amiga que siempre había deseado tener, una especie de hermana mayor que la acogía, aconsejaba y quería mucho.
El señor Darcy se sentía mucho mejor y se había recuperado casi completamente de la gripe que lo había tenido tan mal por tantas semanas. Pero como era típico desde que su esposa falleció, una vez que se sintió mejor, el señor Darcy dedicó gran parte de su día a trabajar. Él no podía viajar a Pemberley aún, pero desde Londres se mantenía al tanto de todo.
Por eso Georgiana prefería pasar gran parte de sus días en la casa de los Dalton, que aunque era mucho más pequeña y en un barrio no tan exclusivo, estaba llena de amor y alegría y allí ella no se sentía tan sola. Elizabeth y el señor Dalton eran tan amables y hacían una pareja perfecta que ella soñaba despierta que eran parte de su familia. Además, la señora Dalton era muy acogedora y se había hecho muy buena amiga de la señora Annesley. Afortunadamente, a su padre Elizabeth le había caído muy bien y por eso siempre le daba permiso para visitarla, siempre y cuando la señora Annesley fuera con ella.
Además, Elizabeth también había encontrado refugio en Georgiana porque lamentablemente no siempre podía contar con Jane. Algunos días, ella pasaba todo el día con ella y parecía que eran las hermanas unidas de antes. Pero otras veces, Jane se desaparecía por días y sólo le enviaba una nota diciéndole que estaba ocupada.
"Creo que estos guantes están mucho más bonitos y hacen juego con el vestido que piensas usar mañana," dijo Elizabeth.
"Tienes razón, estos se verán mucho más bonitos que esos," dijo Georgiana feliz. "¿Y tú, qué te vas a comprar, Elizabeth?"
"Yo no necesito nada, querida. No tengo planes de ir a ningún baile importante o a una cena lujosa." A Elizabeth nunca le había gustado gastar dinero innecesariamente, y menos ahora, que deseaba apoyar a su esposo que estaba iniciando un nuevo negocio.
Después de comprar todo lo que necesitaba, Georgiana invitó a Elizabeth a tomar té en uno de los salones de té más exclusivos de Londres. Ellas conversaron por casi una hora hasta que fue tiempo de que ambas regresaran a su casa.
George Wickham había mantenido su promesa de no ir a la casa Darcy si no recibía invitación de su padrino y mantenerse alejado de Georgiana. Pero él no pensaba quedarse sin hacer nada porque sabía que su situación económica no se lo permitía. Afortunadamente, él se había asegurado de tener muchos aliados en casa de su padrino que le informaban cada uno de los pasos de Georgiana.
Ese día, uno de sus amigos lacayos le había sonsacado a la doncella de Georgiana que iría de compras y luego a tomar el té a su salón favorito. Por eso, él se dirigió allí para fingir un encuentro casual y tener la posibilidad de hablar con ella. Cuando finalmente la encontró, con gran sorpresa él vio que estaba acompañada por la seductora Elizabeth Bennet.
"Buenas tardes bellas señoritas, qué gusto encontrarlas. ¿Cómo han estado?" preguntó el señor Wickham con una amplia sonrisa.
"Buenas tardes, señor Wickham," dijo Elizabeth sorprendida.
"Buenas tardes, George," dijo también Georgiana bastante incómoda.
Afortunadamente Richard y la señora Annesley habían conversado largamente sobre el tema de Wickham y habían llegado a varios acuerdos, entre ellos, evitar que ese canalla tuviera la oportunidad de conversar con Georgiana.
"Señora Dalton, señor Wickham, lamentablemente nosotras debemos irnos inmediatamente porque el coronel Fitzwilliam nos espera en casa," explicó la señora Annesley.
"Así es, Lizzy, mi primo necesita hablar conmigo. Pero te enviaré una nota para avisarte cuando podemos juntarnos a almorzar."
"Siento mucho que te tengas que ir tan rápido, mi querida Georgiana, pero fue un gusto verte," dijo Wickham con una sonrisa falsa. Él estaba furioso con la señora Annesley y asumió que estaba coludida con Richard para mantener a Georgiana alejada de él.
Elizabeth acompañó a Georgiana hasta su carruaje y se despidió afectuosamente de ella. Luego se quedó esperando a su carruaje que llegaría en pocos minutos.
Mientras ella esperaba, no se dio cuenta que el señor Wickham la observaba atentamente. Él estaba encantado observándola porque lucía aún más atractiva que antes. Sin duda alguna, el matrimonio le había sentado muy bien y pensó que no sería mala idea buscar un acercamiento con ella. Ahora, ella era una mujer casada por lo que sería delicioso tener una aventura con ella aunque no lograra ningún beneficio económico de ello.
William había completado su trabajo lo antes que pudo porque deseaba tener la tarde libre para pasar con su esposa. Los últimos días había dejado la casa muy temprano para llegar muy tarde en la noche y se sentía culpable de no pasar más tiempo con Elizabeth. Pero además, él la echaba mucho de menos y muchas veces sentía que su vida estaba en una encrucijada entre cumplir con todos sus deberes y lo que su corazón realmente deseaba hacer.
Él estaba consciente de que Elizabeth merecía mucho más que un marido ausente y por eso se sentía culpable. Él sentía que cada día estaba más enamorado de ella y estaba todo el día pensando en ella y en disfrutar de su compañía. El adoraba poder dormir abrazado a Elizabeth y amaba todo lo relacionado con ella, su rostro, su cuerpo, todo en ella era perfecto. Pero además, su esposa era cariñosa y muy apasionada y llenaba su vida de felicidad.
Pero cuando llegó a la casa, su madre le informó que Elizabeth había salido con la señorita Darcy y que tomarían el té juntas después de comprar. Por eso él decidió ir a buscarla porque deseaba aprovechar la oportunidad para llevarla a una joyería que le había recomendado un amigo y comprarle algunos regalos.
Pero cuando estaba a menos de una cuadra de la casa de té, vio a Elizabeth conversando con un hombre que le parecía familiar.
"Elizabeth, no sabes cuanto extraño nuestras divertidas conversaciones. Me imagino que recuerdas que durante los meses que pasé con Bingley en Hertfordshire y desde que nos conocimos bailando en aquella asamblea, siempre fuimos muy buenos amigos," dijo Wickham mirando fijamente a Elizabeth.
"Señor Wickham, le voy a pedir por favor que no se tome la libertad de hablarme de esa forma. No olvides por favor que ahora soy la señora Dalton," dijo Elizabeth indignada. "Mi carruaje llegó, que tenga buen día, señor."
Elizabeth intentó caminar hasta la esquina donde la esperaba el cochero pero no pudo porque Wickham la tomó del brazo y le dijo con voz acaramelada. "No sé por qué ahora me tratas con tanta indiferencia si antes siempre eras tan coqueta y juguetona conmigo."
"Señor Wickham," dijo Elizabeth indignada tratando de que ese hombre la dejara ir.
"Suelta a mi esposa, maldito desgraciado," dijo William sin poder contener su ira.
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo.
Quiero decirles que debido al mundial de fútbol no podré actualizar la historia tan seguido porque tengo muchos partidos que ver :)
Por eso sólo uctualizaré día por medio.
En el próximo capítulo, nuestro querido Wickham comenzará a crear problemas por todas partes.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
