Capítulo 1

"Ante todo un canto, un común pensamiento que nos une en las horas oscuras y doradas. No es el arte la luz que nos ciega los ojos, es primero el amor, la amistad o la esgrima"- Federico García Lorca, Oda a Dalí.

Al principio, ni siquiera fui consciente de ello. Tampoco...lo pensé. Quizás porque siempre estuvo latente, dejándose manifestar en el momento menos oportuno, o por el contrario, podría haber sido irónicamente el más correcto.

Pero jamás lo pronunciaría en voz alta. Por dignidad, miedo, timidez o por pura incredulidad hacia mí mismo.

Había conocido a Maurice por el vecindario.Un saludo común y corriente entre dos desconocidos recién presentados a un nuevo ambiente. Estoy seguro de que, si Sarah no hubiera salido a hacer alguna compra, ya se habría fijado en ella.

No fue hasta un tiempo más tarde, cuando celebré la fiesta que dio lugar a todo.

Hace siete años llevaba un matrimonio, no diré feliz, pero sí conforme, con Sarah Miles. Y era comidilla de la ciudad su belleza, admirada, odiada, dando lugar a rumores infundados sobre flirteos varios con caballeros jóvenes. Hasta yo mismo pude haberlo supuesto, pues no le dí más que una afable amistad. Ese lugar seguro al que volver sobre tus pasos. ¿Por qué nos casamos? Supongo que a una mujer de categoría como ella le venía bien tener las espaldas cubiertas.

Las tuvo, y mi eterno cariño también, en todo momento. Libre albedrío para todo cuanto quisiera, a cambio de mi eterno silencio, mi simulada sordera y ceguera respecto a hechos que, aunque oídos allí, en todas partes, no quise tenerlos en cuenta.

Creía que era mi pilar de vida...mas ahora podría dar fe de que no es así.

De un modo u otro, ese festejo fue como el principio de la montaña rusa. El joven y emprendedor Señor Bendrix había acudido a la fiesta, fruto de mi invitación a la vez que su "investigación" para su escrito de un personaje, para el cual me necesitaba: Conocer mis gustos, costumbres...¿Qué sentido tenía un hombre tan excesivamente corriente como yo en todo esto? Que su personaje, ficticio, posiblemente, también lo era. No importaba, me agradaba su conversación ágil e inteligente, hacía que durante un periodo de tiempo no estuviera relegado al segundo plano.

Aunque, tal y como era de esperar, ella también vio las mismas cualidades que yo. Lo noté en las miradas curiosas de uno a otro tras nuestro estrechamiento de manos y breve saludo.

Vista mi vuelta al clan de los actores secundarios, decidí hacer mutis por el foro con la burda excusa acompañada por un intento de ser divertido " Su personaje necesita una bebida" Le dije. Sorprendentemente, recibí una educada sonrisa por parte de él.

Y desde la distancia les ví hablar mientras era llevado hacia la terraza de nuevo, acompañado por todo aquel cúmulo de gente elitista. Llamaban mi atención, preguntaban, comentaban cosas banales que no venían a cuento.

Al notar la cercanía y complicidad formada entre los dos casi de inmediato, sentí como si yo quisiera ser partícipe de ello. Otra parte de mí no les culpaba: ambos jóvenes, con tantas cosas que vivir...otro hombre interesante más para ella.

Sabía que no era de esa manera. Y,oh, vaya si estaba celoso por las atenciones que recibía.

"Estabamos hablando sobre la casa, querido"

Pobre Sarah, tan adorablemente educada como siempre.

¿Yo?

Supongo que aquel resultó ser el principio de miles de sentimientos encontrados sucesivamente.

Exactamente como una montaña rusa.