Capítulo 2

"Cause I don't want to chose between most of the most precious things to me. And would it be so wrong to say what's on my mind?"-George michael.

Intentaba razonar, pero era como si absolutamente nada cuadrase.

Sólo sé que acabé denro de mi desierta casa, donde ya había comenzado a pensar (e intentar asimilar) se daban los encuentros entre ambos. Aunque me estaría engañando inútilmente si dijera que eso era el resultado de mi confusión.

Hablaba con él en ocasiones bastante salteadas, así como frecuentes dentro de la normalidad. Eran ratos gastados en aquel antro que adoraba o fuera en la comodidad del parque. Temas en los que podría caber todo y nada: Sarah, el tiempo, cualquier tema válido.

Y conforme se daban, yo notaba algo. No supe qué hasta un tiempo más tarde, posiblemente hasta ahora. Esa comodidad entre uno y otro, esa camaradería... producía una especie de sentimiento , voy a atreverme a decirlo, mejor en comparación con mi mujer.

¿Qué me estaba pasando realmente?

Sea como fuere, necesitaba reafirmarme. No podía ser, la amaba, estaría convencido de que tal sentimiento existía (o existió). Qué se yo.

Está con él, disfrutando de él acusaba mi conciencia.

Hice crujir el delator peldaño de madera sin arreglar cuando me dispuse a subir las escaleras que daban a su cuarto. No sin antes dejar mi abrigo colgado, para variar llovió toda la tarde. En otra ocasión, habría notado un tenso silencio, algo que me hubiera indicado que estaban ahí.

Estaba solo.

Abrí sin cautela alguna la puerta, observando en deredor todo lo que ella me inspiraba, navegando por entre sus pertenencias para encontrar el lugar donde estarían escondidos mis sentimientos . Lo que me llevó a casarme o pedirle en matrimonio.

Estaba todo. La mesilla con sus perfumes perfectamente colocados, uno de ellos, en un descuido, había quedado abierto. Su fragancia favorita, supuse.

Sobre la cama que solíamos compartir fríamente los dos, cuando el trabajo no me ataba a un cúmulo de papeles, habían tan sólo tres prendas suyas: Una falda oscura, otra camisa visiblemente ya usada y unos tacones justo a su lado en el suelo.

Dada mi automática manía del orden, o buscando una excusa que me llevara a re-enamorarme (si en alguna ocasión exisitó ese enamoramiento), cogí su camisa clara entre mis manos, queriendo oler su esencia.

Pero no estaba impregnado de su suave perfume. Era un olor fuerte, masculino...dándome la sensación agradable de haberlo olido en alguna otra parte.

Maurice. Fue interelacionado de inmediato. Sin saber por qué demonios lo hice.

¿Qué razón me llevaba, irremediablemente, a él? ¿Me estaba obsesionando demasiado?

Exhalé un suspiro, dejando la camisa tal como estaba para no alarmarla.

Y marché, sintiéndome entre dos vertientes. Incapaz de elegir, pero de la misma manera, sabiendo que la opción había sido tomada inconscientemente.