Abandono (o la viuda de la profecía)
Ginny abrió los ojos y sintió un hilillo de cálida sangre caer por su sien. No estaba segura de donde estaba hasta que sintió el perfume conocido de Hermione, que había sentido en la camisa de su hermano todo ese año. Poco a poco sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y pudo vislumbrar a una pareja llorando abrazada. Una pareja que estaba a punto de envidiar… Porque conocía la razón de su llanto y no deseaba saberla.
"¿Dónde está Harry?" preguntó autoritariamente a su hermano, separándolo de Hermione. Hermione la abrazó por la espalda. "Ginny, tratamos de protegerlo…" Ginny estaba furiosa y agarró el cuello de la camisa de su hermano. "¡Qué pasó con Harry!" Ron bajó la cabeza mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Hermione tomó las manos de Ginny y le dio una mirada de compasión a Ron. "Él venció a Voldemort, Ginny. Pero quedó en un estado lamentable… Voldemort lo hirió mortalmente." "Se desvaneció," murmuró Ron, "no quedó nada de él…"
Ginny negó con la cabeza. No podía ser cierto. No podía ser que la pareja sobreviviente fueran Ron y Hermione, que los que cumplieran sus sueños de estar juntos fueran su hermano y su mejor amiga. Era ella quien debía ser feliz… Lo había decidido cuando tenía diez años. Ella se encargaría de que ese triste muchacho llamado Harry Potter fuera feliz, y su propia felicidad sería cumplir esa misión. No podía terminar así…
"Es mentira… No lo creo…" Hermione puso algo en sus manos. "Harry dijo que era tuyo. Para ti." Ginny miró lo que ella había colocado entre sus dedos y encontró un anillo con un hermoso rubí. "Dijo que era tu piedra favorita." Ginny se dejó caer de rodillas, incapaz de pensar en nada. Había perdido al amor de su vida.
No me pediste que esperara
Ginny estuvo sin hablar por dos días. Después de la batalla que había definido el futuro del mundo mágico, San Mungo había designado una sala para todos aquellos que estuvieron involucrados de alguna manera. Hermione, Ron, Luna y otros más sólo habían pasado una noche allí. Otros, como Fred y Neville habían tenido que ser tratados con más cuidado dado que habían sido atacados por la Maldición Cruciatus. Sin embargo, el que más detestaba estar en esa sala era Draco Malfoy.
Su trabajo como espía de Voldemort había sido decisivo para la caída del Señor Oscuro, pero él detestaba ser conocido como "el informante." Harry Potter era el héroe mártir, mientras que él sólo era el escurridizo traidor. Era trágico, se había convertido en el Snape de su generación. Nadie confiaría en él y sería un descastado de los sangre-pura.
"¿Estás bien?" murmuró la maternal voz de Molly Weasley.
Draco nunca había hablado con la madre de Ron. Le encantaba mencionarla de forma insultante y despectiva, pero no había cruzado palabras personalmente con ella. "Sí," murmuró, algo avergonzado de que aquella mujer que tanto despreciara se preocupase por él. Ella se sentó a su lado. "Todos los días he venido y nadie ha estado a tu lado." "Mis padres están en prisión, no hay nadie más a quien pueda interesarle mi estado de salud." "Eres parte de la Orden del Fénix ahora, no te subestimes." Draco rió irónicamente. Un Malfoy era parte de la Orden del Fénix… Era increíble.
"¿Cómo está su familia?" murmuró Draco tímidamente. Molly sonrió. "Fred ya está mucho mejor. Bill está ayudando a George en su negocio mientras su gemelo se recupera. Charlie debe venir por estas fechas, además que quiere estar presente para el nacimiento de mi primer nieto. ¿Sabías que mi nuera está pronta a dar a luz?" "No," respondió Draco lacónicamente. ¿Cómo podría saber eso? "Y mi querido Percy vino a visitarnos antes de ayer… Hacía tiempo que no veía a Arthur tan contento." "Son una familia muy numerosa." "Tú no tienes hermanos¿no Draco?" Draco movió la cabeza. Una enfermera se les acercó. "Es hora de retirarse, Sra. Weasley." "Sí, por supuesto." La mujer le dio una mirada cariñosa a Draco. "Mañana pasaré a acompañarte un momento también." "Gracias," quiso decir Draco pero las palabras no salieron de su boca.
Un medimago se le acercó. "¿Cómo está su pierna, Sr. Malfoy?" "Ya no me duele tanto." La pierna de Draco había sido casi arrancada a dentelladas por Fenrir Greyback, cuando su traición a Voldemort se había hecho evidente. La llegada oportuna del Ejército de Dumbledore había permitido que no quedara lisiado de por vida. Alzó la mirada y notó a Ginny con la mirada perdida en la ventana. Su cabello estaba opaco y su palidez la hacía casi irreconocible. "Disculpe, doctor. Esa es Ginny Weasley¿no?" El medimago asintió mientras observaba la herida. "¿Por qué sigue aquí? Ese día sólo recibió un golpe que la dejó inconsciente por unos momentos. Estuvo ausente en casi toda la pelea." El medimago suspiró. "Está en estado de conmoción. Aún no puede asimilar lo sucedido. Y esa herida en la cabeza parece haberle afectado el habla, ya que no ha pronunciado palabra desde que la trajimos aquí." Draco miró la vacía expresión de Ginny y notó el parecido de sus ojos con los de su madre. Pero los de Ginny ahora no tenían brillo.
Era la madrugada cuando Draco se despertó con sobresalto. Había sentido un movimiento frente a él y al moverse notó una sombra de cabello rojo alejándose. Se levantó y tomó el bastón que el medimago le había asignado. Le costó caminar pero finamente llegó hasta el balcón, estaban en el quinto piso, donde Ginny se había detenido. Parecía intentar decidirse si saltar era la mejor opción. "No hagas tonterías, Weasley." Ginny volteó a mirarlo. Sus ojos vacíos parecieron ver a través de él. Se dirigió de nuevo al vacío del mundo de los muggles e intentó saltar. Esta vez, Draco tomó su mano y la jaló hacia él. "No hagas tonterías," le repitió autoritariamente.
Los ojos de Ginny se clavaron en su rostro, y por primera vez una emoción se notó en ellos. Furia. Soltó su mano de entre las manos de Draco. "Nadie puede tocar mis manos… Sólo Harry." Draco movió la cabeza. "Potter murió, y dudo que quiera que andes haciendo las tonterías que intentas." "¡Tú qué sabes de lo que Harry querría!" Draco la zarandeó. "No te hagas la víctima, Weasley. Todos sabemos que Harry y tú tenían esta fijación uno por el otro pero que él ya no esté no te da derecho a desaparecer." Ginny siguió mirándolo furiosa, pero poco a poco su expresión cambió. Lágrimas caían de sus ojos y se acercó a Draco llorando. "No puedo vivir sin él…" Draco, algo afectado por la escena, la abrazó y se mantuvo callado mientras Ginny mojaba con sus lágrimas su pijama.
Diez minutos después notó que Ginny se dejaba caer. Movió su rostro y notó que estaba muy adormilada. Con gran dificultad, la cargó y llevó a su cama. La cubrió con las sábanas y maldijo por última vez a Harry. Esta vez, por abandonar a tan linda chica a su suerte.
Molly recibió la grata sorpresa de volver a oír la voz de su hija al día siguiente. No era la voz alegre que recordaba, que aseguraba a todos los miembros de su familia que la Orden del Fénix y el Ejército de Dumbledore vencerían a los Mortífagos. No era la misma niña que le hablaba de sus románticos planes con Harry. Pero era la voz de una Weasley Sobreviviente, así que era música para sus oídos.
Draco y Ginny no volvieron a cruzar palabra en el tiempo que pasaron en el hospital, aunque la Sra. Weasley siguió viniendo a conversar con el joven Malfoy mientras se mantuvo hospitalizado. Un día sin embargo, cuando llegó, encontró la cama vacía. "¿Dónde está Draco?" preguntó al medimago. "Lo dimos de alta. Además, tenía que atender todas las audiencias que tenía pendientes." Molly asintió, pensando qué le depararía a ese conflictivo joven ahora.
Ginny subió al tren sin demasiadas energías. Al pasar había visto como los reporteros la buscaban, pero con la capa invisible de Harry en sus hombros nadie la notó. Excepto Luna. "Golpeaste a unos niños de primer año hace un rato¿no te fijaste?" Ginny dejó caer su capucha, tratando de sonreír a su amiga. "Sólo tú notarías esas cosas. Los Creevey al menos distraen a los periodistas con sus exageradas historias." Luna pasó su brazo sobre los hombros de Ginny. "Y yo estoy aquí para protegerte a ti. Como Harry me ordenó."
Ginny le dio una curiosa mirada a Luna. Desde el inicio de la guerra, Luna había estado a su lado sin queja alguna, demostrando una valentía sin igual. Pero en el último año había notado que se ruborizaba cuando Harry le hablaba directamente y parecía algo incómoda cuando Harry le asignaba una misión junto a ella. Ginny no era tonta, no por nada había pasado sus primeros tres años de Hogwarts comportándose como una fan enamorada de Harry Potter. Luna había caído bajo el mismo hechizo de sus ojos verdes, pero ella jamás lo confesaría. Nunca le haría daño a Ginny.
"Luna, soy muy afortunada de tenerte como amiga." Luna le dio una enigmática sonrisa y ambas empezaron a buscar un compartimiento vacío. Trágicamente para Ginny, sólo había un compartimiento con espacio… el que ocupaba Draco Malfoy. Ginny había oído que le había ido bastante bien en sus audiencias, y simplemente lo habían obligado a pasar su último año en Hogwarts, ya que el año anterior se había desempeñado como espía. Draco se sentía molesto, más aún porque sabía que había perdido el respeto de los Slytherin y nunca podría terminar con el miedo que daba a las demás casas… Sería un año muy largo.
Luna le dio una mirada a Ginny. "Es un miembro de la Orden," dijo la rubia tratando de convencerla. Ginny alzó los hombros, y trató de ocultar la incomodidad que sentía frente al joven. Él era el que la había salvado de cometer una tontería… pero también era uno de los que habían sobrevivido en vez de Harry.
"Buenos días," saludó Luna. Draco abrió los ojos, cansado, y le dio una mirada fulminante a Luna. Ginny bufó. "Es de buena educación responder a un saludo." Draco le dio una rápida mirada a Ginny y se volteó hacia la ventana cerrando los ojos. El resto del viaje no dijo palabra e ignoró la presencia de las dos chicas. Ginny no tenía ganas de hablar, así que Luna se entretuvo con su nueva copia del Quibbler.
En los primeros meses en Hogwarts se mostró que los pocos integrantes de la Orden del Fénix y el Ejército de Dumbledore que aún estudiaban allí habían cambiado respecto al año anterior. Mientras los hermanos Creevey se hacían cada vez más arrogantes, Luna se comportaba recatada e incluso se hizo popular entre los muchachos (aunque ninguno se atreviera a hablarle). Ginny, que en sus tiempos había sido admirada por su dedicación y energía, se volvió apática y faltaba a clases para fumar en el campo de Quidditch. Fumar era un hábito que había aprendido de los Muggles, y extrañamente le hacía recordar a Harry.
Draco Malfoy se había vuelto invisible. Iba a todas las clases, pero siempre se sentaba atrás y los profesores preferían no hacerlo intervenir en sus explicaciones. No se le ocurrió participar en el equipo de Quidditch, aunque era poco probable que lo hubieran aceptado. Sin embargo, añoraba el viento en su cara como en su infancia. Había sido un tonto por mucho tiempo, pero volar siempre le había gustado.
Estaba caminando hacia la cancha cuando notó una figura rojiza sentada en la base de una de las porterías. No tuvo que acercarse demasiado para reconocer a la menor de los Weasley. "¿Qué haces aquí¿No tenías clases de Defensas contra las Artes Oscuras?" Ginny alzó la mirada. "Tú también." "¿Has ido alguna vez? Yo estoy prohibido de llevar ese curso." Ginny rió sarcástica. "¿Qué te sorprende? En las clases en que estás te escondes, así que asumo que siempre estás allí." "Que halago pensar que una Weasley me tiene en consideración." Ginny hizo una mueca y volvió a tomar su cigarrillo.
"¿Eso es tabaco?" La joven no pudo contener la risa. "Debe tener algo, supongo. Pero le dicen cigarro…" Draco se recostó al lado de la portería. "Todo esto es una estupidez," dijo al fin. Ginny alzó la mirada. "¿Qué cosa?" "Estar aquí con la viuda suicida de Potter, viéndola fumar y malgastar su vida." Ginny se levantó de un salto. "¿Cómo te atreves a dirigirte a mí de esa forma?" Draco sonrió con sorna. "Vaya, sólo recuperas el brillo de tus ojos cuando estás furiosa conmigo." Ginny se ruborizó y dio media vuelta furiosa. "Te odio, Malfoy."
Luna notó que algo le pasaba a Ginny en cuanto la encontró a la salida de clase. "¿Qué pasó? Creí que estabas cansada." "Malfoy vino a interrumpir mi descanso." "Últimamente está rondando." La pelirroja le dio una mirada extraña a Luna. "¿Rondando?" "No lo has notado. Siempre que está aburrido mira hacia donde estamos. Creo que se siente conectado a nosotras… Casi nadie le habla." La joven Weasley rió. "Vamos¿cómo puedes decir eso? Malfoy no es digno de compasión. Su soledad es producto de sus propios actos. Traicionó a todos y al final se arrepintió." Luna miró al vacío. "Puede ser. Pero sus ojos se ven igual de tristes que los tuyos."
Fue una semana después que Ginny encontró a Draco hablando con Luna en clase. Luna lucía serena y tranquila y Draco sonreía muy levemente. "¿Estás persiguiéndonos o algo así?" Draco le dio una mirada inteligente. "Sólo estábamos conversando, Weasley. No creí que eso constituía acoso. Hablábamos del tiempo que estuve en el hospital…" Ginny palideció y tomó a Luna del brazo. "Vámonos." "Pero Ginny…" Ginny le dio una furiosa mirada a Draco mientras se alejaba.
"Se está volviendo molesto." Luna negó con la cabeza. "Vamos, él entiende mejor que nadie lo que sentimos. Lo perdió todo ese día." Ginny negó con la cabeza. "No, nadie, ni siquiera tú entiendes lo que yo perdí ese día…" Sacó de su cuello una cadena donde tenía el anillo de rubí. "Harry me dejó esto… Un rubí, rojo como la sangre que derramó y el amor que compartimos. Esto es lo que perdí y nadie puede sentirse como yo." Los ojos de Luna se humedecieron y miró al techo de la Biblioteca. "Nadie sabe lo que tú sentiste. Cuando yo perdí a mi madre, no es igual. Cuando Harry perdió a Sirius, no es igual. Cuando yo perdí a Harry, no es igual…"
Lágrimas corría por los ojos de Luna aunque su rostro seguía tranquilo. Miró a Ginny sonriendo. "Sabes lo que yo tengo de recuerdo… Simples Recuerdos. Disculpa, pero no me siento bien. Hablamos mañana." Luna se levantó y salió caminando normalmente. Ginny se quedó cabizbaja al pensar en su egoísmo. Luna había perdido seres queridos desde joven. Ginny había perdido a Harry y se había desmoronado por completo.
Se tardó unos minutos pero se levantó en busca de Luna. Sin embargo, no llegó muy lejos. Draco la había encontrado caminando y estaba hablando con ella. Ginny se acercó. "No la molestes." Luna la miró con ternura. "No te preocupes por mí, Ginny. Yo estoy bien. Gracias por tus palabras, Draco." Y salió. Draco miró a Ginny divertido. "Si no fuera imposible diría que estás celosa"
Los colores subieron al rostro de Ginny. "Sólo eso faltaría… Que muerto Harry trates de quitarle a su novia. Pues yo aún lo amo." Dracó rió. "¿Quién podría interesarse en una chica tan débil como tú? Pareciera que nunca has vivido sin Potter. Realmente me decepcionaste Weasley." Volteó a mirar el camino que Luna había tomado. "En cambio, Lovegood me ha sorprendido. Soporta su dolor estoicamente y todavía tiene que aguantar tus lloriqueos. Se ha convertido en una mujer enigmática…" Ginny se quedó muda mientras Draco adoptaba un aire de sabiduría y se alejaba.
Ginny sacó uno de sus cigarrillos y empezó a fumar. Pero esta vez, no estaba pensando en Harry… sino en lo que era ella sin él. Y no pudo ignorar la distinción que Draco había hecho. Luna era una mujer enigmática, ella una chica débil.
