La Esquiva Sinceridad (o el lanzamiento del bouquet)

Ginny se maldijo a sí misma, segundos después, el haber correspondido tan generosamente al beso del rival de su difunto novio. Pero aquel beso la había emocionado más de lo que hubiera querido aceptar. Draco se había convertido en una parte demasiado importante de su vida desde el instante que la salvó de sí misma en el hospital. Y aunque no quería reconocerlo, sus sentimientos por él ya parecían más fuertes que los que había sentido por Harry. Eso la asustaba.
La pelirroja se separó de Draco alarmada por lo que acontecía en su corazón. "¿Qué haces?" El arrogante chico de Slytherin parecía extrañamente derrotado. No había podido contener sus impulsos. "Discúlpame, no sé qué me pasó." Ginny notó que su propia respiración estaba agitada. "No puedes conformarte¿no Draco? Necesitas superar a Harry incluso cuando él ya ha muerto. Tienes que conseguir a su amada también…" Draco alzó los ojos, dolido. "¿En serio crees que por eso lo hice¿Qué todo este tiempo que me he contenido para evitar besarte y decirte lo especial que eres para mí ha sido sólo por una rivalidad infantil¿No te has dado cuenta que desde ese día en el hospital sólo me he preocupado por ti? Eres igual a mí, Weasley. Ambos lo perdimos todo ese día. Pero yo tuve una oportunidad nueva…" Ginny temió preguntar. "¿Qué oportunidad?" La mirada de Draco pareció enternecerse. "Cuando te salvé, sentí que mi vida de pronto tenía un propósito. Cuidarte, aunque sólo fuera para ayudar a tu madre." "Otra vez mi madre…" Ginny se separó de él. "¿Acaso me culpas por ayudarte a fin de agradecer la amabilidad de tu madre? Ella no tiene nada que ver con lo que luego sentí por ti. Aunque parece que estaba loco por siquiera interesarme en una chica tan poco equilibrada." Los ojos de Ginny brillaron. "¿Dices que soy una desequilibrada?" Draco la jaló hacia sí mismo y la volvió a besar. Esta vez, el beso duró un buen tiempo. "Tu desequilibrio es lo que más me gusta de ti." Y la pelirroja no se molestó, sólo sonrió. "No sabes nada de conquistar chicas." "Vamos, antes era un galán. Pero creo que para chicas especiales hay que usar frases poco comunes." Ginny hizo una extraña mueca d emoción. "¿Soy especial?" "Demasiado"
"¡Ron!" chilló Hermione. Ginny se separó de un saltó de Draco, sin ser vistos por Ronald Weasley, que entraba la jardín en ese momento. "¿Por qué gritas, Hermione? Estoy a unos centímetros de distancia." Ginny se acercó a ellos. "¿Sucede algo, hermano?" "Hace rato que te buscaba…" miró de pronto a Draco, que parecía concentrado mirando los capullos de un árbol. "¿Estabas hablando con Malfoy?" preguntó con una voz levemente amenazante el menor de los Weasley. "Claro que no. Ya me iba. Quería un poco de paz y quietud, pero con el rubio ése quien puede." Hermione frunció el ceño con duda. Draco les dio a los tres una mirada de desprecio y siguió su contemplación del árbol. "Ven, Ginny. Tengo un anuncio que hacer," dijo su hermano tomando su brazo. Ambos salieron del jardín.
Hermione se quedó de pie mirando atentamente a Draco. "Yo no soy tan fácil de engañar, Malfoy." Él volteó hacia ella fingiendo inocencia. "No sé de que hablas, Granger." La joven forzó una sonrisa. "No quiero alterar a los Weasley por ahora Pero si me entero que haces algo que no debieras… No sabes como es la furia de esa familia." "¡Mione!" llamó Ron. "Te llama tu amado." La castaña se despidió con un gesto y salió. Draco esperó unos minutos para reunirse con el resto de los invitados en el salón.
Ron estaba parado en medio de la sala. Tonks y Remus estaban prontos a irse a su Luna de Miel, pero Ron había pedido permiso para anunciar algo importante. Y lo estaba haciendo. Draco no lo sabía, pero el tiempo que se había demorado en entrar había estado lleno de cumplidos y balbuceos hacia Hermione. Ella, que no estaba acostumbrada a ser alabada por tanto tiempo, estaba roja como un tomate. "Y bueno… creo que no hay nada más que pueda decir para mostrarles mi inmenso amor por Mione. Por ello, sólo me queda hacerle una pregunta que hace tiempo siento en mi interior. ¿Te casarías conmigo, Hermione Granger?" Ron sacó de su bolsillo un anillo modesto y se arrodilló ante ella. Molly Weasley se cubrió la boca para ahogar un grito de emoción, mientras los gemelos parecían no creer lo que oían. La antigua prefecta, con ojos humedecidos, saltó hacia él. "Claro que sí Ron…" La pareja se frunció en un beso perfecto, y el resto de los invitados sólo pudo aplaudir ante tal espectáculo. Una silueta oscura, que se había mantenido a la distancia durante toda la fiesta, se levantó y marchó.
Tonks dio un silbido. "Vaya¡este día esta lleno de sorpresas! Felicidades a Ron y Hermione." Un nuevo aplauso. "Sin embargo, sigo siendo la novia…" añadió riendo, "y antes de irme con Remus a disfrutar de una merecida Luna de Miel, quiero invitar a todas las jóvenes solteras, y que no estén comprometidas tampoco," agregó guiñando un ojo a Hermione, "…a tratar de atrapar el ramo." Una oleada de jovencitas apareció instantáneamente en el centro de la sala. Ginny y Luna se encontraron en el medio. "Hola otra vez, Ginny." "¿Dónde te fuiste¿Por qué me dejaste sola con Draco?" murmuró ella. La sonrisa de Luna fue la más sincera que había tenido desde la muerte de Harry. "Necesitaban sincerarse con ustedes mismos. Y por la sonrisa que tratas de disimular, tuve razón." Ginny se sonrojó en el instante que sentía un bulto caer en sus manos. La sorpresa le impidió por un momento captar que acabada de atrapar el bouquet sin proponérselo y que todos la habían dejado separada en medio. "Bravo Ginny," chilló Luna lanzándose a su cuello. Los demás invitados aplaudieron. Ginny se sentía otra vez avergonzada, pero el momento en que su rostro estuvo más rojo fue cuando notó a Draco Malfoy alzando su copa en su dirección, y mandándole un beso.

El día de clases siguiente, Ginny sentía que tenía mariposas en el estómago. Tras ese fugaz brindis lejano, Draco se había ido de la boda, y no había manera de encontrarlo hasta volver a Hogwarts. Mandar una carta había pasado por su cabeza, pero no estaba segura de lo que quería escribirle. Sólo sabía que quería hablar con él… pero no sabía exactamente de qué.
Sus meditaciones fueron interrumpidas al ver a Luna caminando de la mano con Draco. La gente los miraba, pero en el fondo no les importaba demasiado. Los dos se acercaron ante una atónita Ginny. "Hola Ginny," saludó Luna con frescura. "Luna," respondió Ginny aún sin reaccionar. Luna tomó el brazo de Ginny y los tres se alejaron a un aula vacía. En todo el trayecto, la pelirroja no se atrevió a mirar el rostro de Draco por miedo a saber lo que encontraría. "Bueno, creo que nadie nos vio entrar," concluyó Luna soltando a ambos y dirigiéndose a una ventana. Draco volteó hacia Ginny. "Fue idea de Luna." "¿Qué cosa, exactamente?" preguntó Ginny confundida. De algún modo el verlo de la mano la había afectado mucho. "Eso de caminar de la mano. Dijo que me lo explicaría luego." Ginny volteó hacia Luna. "… ¿Podrías explicarnos qué pasa?" La rubia los miró a ambos. "No soy tonta. Sé que la gente a veces malinterpreta lo que ve, y pueden decir cosas hirientes de los demás. A mí no me importa, pueden decir o escribir lo que sea de mí, ya que no puede afectarme en lo más mínimo. Sin embargo, si tú y Draco caminasen de la mano podrían insultarte Ginny, o herirte, y yo no permitiría." Draco sonrió, entendiendo de pronto, lo que Luna pretendía.
"Luna, yo nunca habría paseado de la mano de Ginny." "¿Y por qué no?" dijo sin pensar Ginny Se sonrojó hasta la orejas. "Pues deberían," exigió Luna, "Ya me he tomado demasiadas molestias con ustedes. Son una pareja¿no se han dado cuenta? Todas esas peleas ridículas no significan nada, deben estar juntos. Y como el mundo aquí en Hogwarts es tan estrecho de mente… Slytherins y Gryffindors enfrentados por un lado, Mortífagos y Ejército de Dumbledore por otro… Quiero que tengan una auténtica oportunidad"
Ginny bajó la mirada. "¿Una pareja?" Draco tomó la mano de Ginny. "La verdad es que me gustaría andar tomado de tu mano," susurró sin mirarla. "Y yo no me opondría," respondió ahogada Ginny. Luna suspiró bailando. "Entonces nos entendemos. Sin embargo, ya les dije el riesgo de que se pongan acaramelados en público. Al menos durante lo que queda del año, ya que aún no pasa ni un año de la muerte de Harry y la gente se toma estas cosas muy a pecho." Dracó atrajo a Ginny a su pecho y la miró. "¿Es muy pronto para ti?" "Vamos, Malfoy. Creo que ya no puedes negar que me has hechizado." Se besaron. Luna suspiró con emoción. "Se ven tan bien juntos"
"¿Entonces qué propones, Lovegood? Nos haces ver que somos unos despistados, que debemos estar juntos pero también que nadie se debe enterar ¿cierto¿Cuál es tu solución?" "Un señuelo. Mientras yo estaba contigo Draco, como amigos, la gente murmuraba un poco pero al fin y al cabo casi ni les importaba. Por tanto, si yo ando contigo no hay problema. Y si Ginny hace un sobre humano esfuerzo por aguantarte, sólo para estar cerca de mí, su mejor amiga, entonces no habría problema de que nos vieran a los tres juntos. Por supuesto, yo los dejaría solos apenas estuvieran seguros, como ahora." Ginny frunció el ceño. "¿Algo así como que te harías pasar por la novia de Draco para que yo pudiera estar con él sin que se supiera?" "Eso fue lo que dije¿no?" respondió Luna confundida. Ginny le sonrió a Draco. "¿Qué opinas?" "Si tú no tienes problemas, yo tampoco. Te libraría de la mala prensa… por lo menos mientras empezamos." Ella asintió y le dio a Luna una mirada agradecida. "Gracias." Y la joven rubia, dando una venia, los dejó solos.

Hogwarts se encontró pocos días después con el rumor de que Draco Malfoy y Luna Lovegood andaban juntos. Aparentemente trataban de ocultar su relación, pero varios los habían visto tomados de la mano. Sin embargo, la amiga de Luna, Ginny Weasley, trataba de separarlos, impidiendo que estuvieran a solas a pesar de que solían irse a lugares remotos. Al menos, esto era lo que todos pensaban. Ginny se la pasaba al lado de la supuesta pareja pero en cuanto los curiosos desaparecían ella pasaba al lado de Draco y se enfrascaban en sus encantadoras discusiones que terminaban con un beso. Luna se la pasaba leyendo sus Quibbler sin prestarles la menor atención y de vez en cuando miraba por la ventana soñando que ella también tenía una nueva oportunidad.

Hermione se sobresaltó al oír entrar a Ron. Ambos se encontraban en la madriguera, pero la muchacha había estado en la sala solitaria hasta hacía un momento. "¿Qué haces?" "Nada, sólo leía cartas que me ha mandado Ginny." "¿Algo interesante?" "No," murmuró ella pasándole la carta. Algo le decía que tenía que convencer a Ron de que todo estaba bien. Ginny hablaba de frivolidades, así que Ron a los pocos segundos se aburrió de su carta. Claro que Ginny no había contado a Hermione sobre Draco. Le daba terror pensar que podría decir la mejor amiga de Harry Potter si se enteraba que su novia lo había cambiado por su más acérrimo rival.
"¿Notaste algo extraño en Ginny?" Hermione parpadeó. "¿Extraño¿No? Yo la vi bastante feliz." Ron frunció el ceño. "Eso es lo raro. No ha pasado ni un año de la lucha de Harry y parece que se siente bien. Que ya lo superó…" "¿Preferirías que tu hermana sufriera?" El muchacho sintió un escalofrío. De cierta forma sí lo esperaba… pero se dio cuenta que era egoísta. "Tienes razón. Sin embargo tú conoces el secreto…" Hermione asintió bajando la mirada. "Yo esperaba que su alegría volviese cuando reveláramos el secreto, y para eso aún falta. A menos que…" Hermione alzó la mirada. "¿Qué piensas hacer?" "Creo que es el momento de que nuestro secreto sea conocido por unas personas más." La castaña lo miró sorprendida. "¿Crees que es necesario?" "Sí." Instintivamente pensó en ese momento en que había encontrado a Draco en el jardín. Algo se le había hecho sospechoso en esa escena. "Haré los preparativos, tú escribe a Ginny." El joven salió del cuarto. Hermione tomó una carta y empezó a escribir. "Draco…"

Ginny y Draco se encontraban sentados bajo el alféizar de una ventana discutiendo sobre porqué Gryffindor era más admirado que Slytherin. Por supuesto, Draco ni siquiera aceptaba tal tesis. Luna había salido a buscar un libro, aunque su amiga sospechaba (dada la total repulsión de la rubia por lectura que no tuviera que ver con conspiraciones) que sólo quería darles un tiempo privado. "Recibí una carta de mi madre," anunció Draco de pronto. "¿En serio?" "Sí. Al parecer la cárcel la tiene deprimida, así que ha decidido empezar a comunicarse." Ginny lo abrazó sin decir nada. Sabía que Narcisa era importante para Draco aunque él apenas la mencionara. La graduación se acercaba. Sus exámenes habían terminado y el tiempo de que revelaran a sus familias su relación estaba próximo.
Una lechuza voló sobre sus cabezas y dejó caer una carta en el regazo de Ginny. La pequeña Pig no esperó respuesta y se dirigió a la lejanía. "Es una carta de Hermione," dijo sorprendida Ginny. Hacía sólo unos días que había recibido una carta suya. Se levantó al leerla. "Que extraño." "¿Qué pasa?" preguntó Draco levantándose a su lado. "Mañana mismo debo salir de Hogwarts. Ron ha pedido un permiso especial y lo han permitido. Hermione dice que puedo llevar a Luna conmigo. Tienen algo importante que decirme." "Suena grave. ¿Habrá pasado algo con tu familia?" "Si fuera el caso no escribiría Hermione, sino alguno de mis padres o Bill. Es muy raro"
Luna entró despistada como siempre. "Me pasó algo raro. El profesor Flitwick me ha pedido que empaque mis cosas por unos días. Que me voy de paseo contigo." Ginny asintió. "Al parecer, así es. Mañana partimos." Draco tomó su mano y sintió que este viaje no traería nada bueno.