La Estrella de Venus, La Diosa del Amor

Su corazón estaba invadido de una profunda pena, como cuando pequeña se ahogaba

en un mar de lagrimas cada vez que su madre la regañaba por alguna travesura.

Hoy sufría no por causa de sus travesuras, sufría por un amor no correspondido,

un hombre que la hizo soñar y volar junto a el, un hombre que la hizo tocar la

luna y viajar junto a las estrellas.

Allí estaba ella, solitaria, desvalida, apenas, desconsolada y enamorada equivocadamente,

pensando que su vida ya no tenia sentido no encontró cura alguna para su

destrozado corazón.

Caminó por las calles sin rumbo, aun con la esperanza que el apareciera

hablándole suavemente al oído anunciando su regreso, jamás volvió. Continuo

caminando, el sol comenzó a desaparecer, los árboles agitaban lentamente sus

ramas queriendo consolar de alguna forma este dolor. Los minutos pasaban y sus

pies continuaban moviéndose sin saber cual era su destino, de a poco la gente

comenzó a desaparecer y llego el momento en que se encontró completamente sola,

sin sospecharlo llego al puerto principal de la ciudad, se sentó en el y

observo como se agitaba el mar con la conquistadora mirada de la luna. De

pronto se acerco a ella un hombre de unos 24 años, delgado su ojos eran azules y

bravos como el mar. La miro fijamente y se sentó a su lado, ella continuo

mirando al vació casi sin notar su presencia.

- He visto tu caminar y tu mirada perdidas, se que no tendrías por que hablarme

si jamás me has visto, pero...

- Nadie puede ayudarme? por que no me dejas sola? eso es lo único que puedes

hacer por mi.

- La soledad no es buena. Mi nombre es Inuyasha, ahora no soy un completo

desconocido por lo menos sabes mi nombre. Si no te molesta ?puedes decirme el

tuyo?.

- No tiene ninguna importancia...durante un minuto se presento ante ellos el

silencio.-Kagome, Kagome es mi nombre, ahora por favor déjame sola.

Ella no comprendía que hacia el allí, pero poco le importaba. Solo su cuerpo

estaba en ese lugar, su mente estaba perdida entre recuerdos y el dolor.

Cada vez que me siento solo vengo a este lugar, aqui creo estar acompañado por

las estrellas, siento que ellas toman mi tristeza y se la llevan al infinito

donde ya no pueden causar daño alguno... Apuntó una estrella junto a la luna, la

mas grande y luminosa de todas.

-Esa es la estrella de Venus, la Diosa del Amor, cuando amas a alguien con todo el

corazón debes darle esa estrella y pedirle que proteja ese amor hasta que ella deje

de existir, aunque estén lejos siempre los mantendrá juntos.

Por primera vez desde que el llego a su lado ella lo escucho, de pronto se

levanto, lo miro a los ojos y le sonrió...

- Muchas Gracias.

Y se marcho por la orilla del mar dejando sus huellas, el continuo mirándola

hasta que vio desaparecer completamente su figura.

- Adiós dijo el. Después de un largo rato.

Inuyasha recordó por mucho tiempo este mágico encuentro, continuaba yendo cada

noche al puerto esperando encontrarse nuevamente con ella, veía en ella

una clara inocencia, su mirada era transparente por que creía haber perdido el

sentido de la vida, pero a pesar de eso era un milagro en carne viva, una

princesa de cuentos caído del cielo entre pecadores. La buscaba noches enteras,

la llamaba pero cada vez se encontraba mas solo, ella había desaparecido. La

busco en sueños pero fue inútil, ella no estaba por ningún lugar, creyó todo

perdido y de a poco dejo de presentarse en el puerto.

El otro verano Inuyasha regreso, espero la noche y se dirigió a aquel lugar, eran

cerca de las tres de la mañana. De pronto sintió una suave fragancia y alguien

toco su hombro.

- La soledad no es buena.

Era ella, su mas anhelado sueño, aquella mujer que desapareció sin dejar huella.

No supo que responder ni como reaccionar, solo miro aquellos ojos que lo

cautivaron la primera y única vez que la vio.

- Que haces aquí? Por que te fuiste y no volviste? Donde estabas?.

- No digas nada, preguntas ahora no, a veces no son necesarias las palabras,

además solo vine a darte un regalo.

- No comprendo.

Kagome miro al cielo y apunto la gran y luminosa estrella cercana a la luna, la

"Estrella de Venus"

- Ese es tu regalo.

Las manos de Inuyasha estaban frías y temblorosas. El tomo su cara y la acaricio,

suavemente toco sus labios como quien toca una flor con tal delicadeza para no

dañarla, cerro los ojos y comenzó a imaginar la dulzura de sus labios mientras

con sus dedos los tocaba y dibujaba en su rostro. Comenzó a acercarse

lentamente a ella y sintió su suave fragancia. La abrazo fuerte por el temor

que lo invadía de volver a perderla y para que ella sintiera que jamás se iría

de su lado. Solo basto cerrar los ojos para darse cuenta que gracias a el había

olvidado aquel antiguo y doloroso amor.

Cuando abrió los ojos vio caer por el rostro de Inuyasha una lagrima. Kagome se

acerco y con su boca seco aquella lagrima de temor e inseguridad, lentamente fue

recorriendo su mejilla hasta llegar a esos labios que había deseado durante

tanto tiempo. Con este eterno y a la vez fugaz beso se dieron cuenta que las

noches y días solitarios no habían sido en vano.

No hubo testigos, solo la luna, las estrellas, el mar y quien los protegería por

siempre "La Estrella de Venus, La Diosa del Amor".