-Rasca su cabeza- Vaya, tengo esta historia bastante descuidada. ¡Pero ya no más! Aquí está el segundo cap.
Advertencia: Este fic no fue escrito para criticar o engrandecer la religión o creencias de nadie.
Disclaimer: Get Backers no me pertenece, así que no me demanden. En serio, no se llevarán nada útil.
Paul se carcajeó por unos momentos antes de continuar. "El servicio de Transporte es uno con el que ya han tratado."
Ban cortó la comunicación y guardó su telefono celular.
"Ban¿acaso son…?"
"Así es, Ginji. Al parecer nos vamos a reunir con Himiko y Jackal."
2. ¡Encuentro:
Ginji observaba atentamente el pavimento de la carretera mientras Ban encendía el cuarto cigarrillo de la noche. La luz de la luna bañaba el solitario camino; el viento mecía los árboles, llevando en su corriente un puñado de hojas. El lugar se encontraba en un tétrico silencio.
Sin poder aguantar más de aquella situación, el rubio decidió romper el silencio. "Ban¿qué haremos una vez que Himiko y el Dr. Jackal lleguen?"
El castaño dejó escapar una bocanada de humo, su mirada se encontraba extraviada al frente, pero Ginji no dudaba que su compañero lo había escuchado. "Hablaremos con ellos."
"¿Así sin más les vamos a contar lo que ocurrió?" Cuestionó el rubio, algo confundido. Su compañero le respondió con un "Ajá" mientras aspiraba de su adorado cigarrillo. Por unos breves momentos Ginji tuvo la horrorosa idea de tener que enfrentarse a Jackal una vez más. En su memoria, aquellos afilados escalpelos lacerando su piel en una interminable lluvia plateada le producían escalofríos.
Muy pronto, las luces de un vehículo iluminaron la curva. Tanto Ban como Ginji se pusieron alerta mientras caminaban hacia el centro de la calle para detener el camión.
Sin duda alguna, las imponentes luces del camión del Hombre sin Frenos los iluminó al instante; como siempre, Himiko se encontraba sentada en el puesto del copiloto, lo que dejaba a Akabane en la retaguardia protegiendo el material de transporte.
El gran vehículo se detuvo a pocos metros de los muchachos. Ban liberó un suspiro de alivio, quizás en esta ocasión no terminaría en malos términos con el servicio de Transporte. Magaruma apagaba el motor del auto mientras que Himiko se bajaba del mismo.
"¿Qué están haciendo aquí, par de tontos? Espero que no vengan a arruinar otro de mis trabajos." Le espetó la chica, entornando los ojos para observarlos de manera severa. Ban dejó escapar una nube de humo mientras que su compañero reía algo nervioso.
"Bueno, Himiko, verás… no es que sea a propósito…"
"Me estaba preguntando el motivo por el cual nos detuvimos. Al parecer tenemos visitas inesperadas." Una voz suave pero al mismo tiempo fría se escuchó y al poco tiempo apareció la figura de Kurodo Akabane desde la parte trasera del camión. Sus ropas oscuras y el mismo ambiente nocturno daban la impresión de que aquel hombre era una sombra y había salido de la nada.
El rubio cerró la boca al instante y tuvo que contenerse para no salir corriendo. El Dr. Jackal siempre le producía una sensación extraña. No era miedo, aunque podía parecerlo. Más bien era una sensación de que si se quedaba mucho tiempo en compañía de aquella persona, algo lamentable podría suceder. Ginji sacudió la cabeza para despejar sus pensamientos; en estos momentos, otras eran las cuestiones que debían atender.
Ban, percibiendo la incomodidad de su compañero, decidió tomar la palabra. El castaño dio unos cuantos pasos al frente, disimuladamente colocándose delante de Ginji. "Iré directo al grano. Ustedes llevan algo que nos han pedido recuperar. Así que…"
La chica se carcajeó un poco, aunque su risa era más despectiva que de gracia. Himiko le contestó en un tono severo. "Si crees que voy a dejar que arruines otro de mis trabajos, estás muy equivocado Ban. No tienes ningún derecho a inmiscuirte en nuestros negocios."
El Dr. Jackal haló el ala de su sombrero para ocultar su mirada, aunque se podía apreciar claramente que en su rostro se estaba plasmando una sonrisa.
Ban y Himiko habían comenzado a discutir como dos locos. Sus gritos e insultos subían a cada momento de volumen y se hacían más agresivos. Si seguían de esa manera, todo esto podría llegar a una pelea y esa no era la mejor opción. La otra vez tuvieron suerte al recuperar el baúl con el melón, pero esta vez era un ser humano indefenso.
Un… ser… humano…
De pronto, el rostro de Ginji se iluminó. Dio unos cuantos pasos y se colocó en medio de la pareja. Ban observaba a su compañero detenidamente, Himiko estaba un poco confundida por aquella actitud y Jackal continuaba sonriendo como si supiera algo que los demás no.
"Vamos, vamos. Tenemos que resolver esto antes de que algo malo suceda." Expresó el rubio, muy confiado. "Himiko, sabes muy bien que si no tuviéramos una buena razón, no te estaríamos molestando¿cierto?" Cuando la peliverde le respondió con una mirada de duda, Ginji decidió aproximarse por otro punto. "¿Qué harías si te dijéramos que tu cliente te ha mentido? Quiero decir¿acaso sabes lo que llevas ahí adentro?" Preguntó, señalando el camión.
Himiko estaba a punto de contestar, pero se detuvo. La verdad era que no sabía lo que llevaba en el camión, y ahora que lo pensaba, el cliente no se lo dijo. Ni siquiera se vieron frente a frente. "Desde ese punto, si mi cliente me miente o no me informa el material que estoy transportando, entonces el contrato es invalido y no me hago responsable."
'¡Bien! Ahora, si Ginji puede lograr que Himiko le entregue el cargamento sin decirle lo que sucede, todo saldrá a la perfección.' Pensó Ban. La verdad era que no quería que Himiko se metiera en este asunto del secuestro. Desde un principio había tenido un mal presentimiento y dejar que ella participara sólo significaba meterla en problemas.
"Aún así…" Interrumpió Akabane. "Considerar que no podemos transportar ciertos artículos es un insulto a nuestra capacidades. Bien es cierto que el cliente nos ha mentido, pero… ¿qué tal si es algún órgano para una operación de emergencia?"
'Demonios, Jackal nos quiere sacar la información. Ni modo, tendremos que decirlo.' Ban suspiró y cuando comenzó a hablar, su voz sonaba más tranquila y honesta. "La verdad es, Himiko, que ustedes llevan a una niña secuestrada en su camión. Y no creo que esté en ningún artículo de tu contrato el transportar humanos sin su consentimiento."
La expresión en el rostro de la transportadora era una mezcla de sorpresa y horror; Himiko podría ser violenta y de vez en cuando altanera, pero nunca le haría daño a alguien que no puede defenderse. Ginji juró que por unos momentos la sonrisa del rostro de Jackal casi se desvanece, pero sólo fue por breves segundos.
"Sí quieres, puedes ir a revisar. Si estamos equivocados, entonces ustedes pueden seguir con su trabajo." Dijo el rubio. La muchacha asintió y se dirigió a la parte trasera del camión para comprobar si lo que ellos habían dicho era verdad, dejando a los dos rescatadores con el Dr. Jackal.
Un minuto después, Himiko volvió mucho más pálida que antes. "Sí, dentro del baúl hay una niña y está dormida."
"¿Y por qué no la sacaste?"
"No pude abrir el baúl, tiene un seguro computarizado."
"Yo puedo intentarlo."
Todos voltearon a la vez para ver a Magaruma que se había bajado del camión. Había venido para ver qué era lo que los estaba demorando.
"¿Usted podría abrirlo, mi querido Hombre sin Frenos?" Preguntó amablemente Jackal.
El susodicho se encogió de hombros. "Claro, sé manejar este tipo de cosas." Y dicho esto, el hombre entró a la parte trasera del camión a realizar su tarea.
Akabane volvió a mirar a los rescatadores y a su compañera con una sonrisa. "Vaya, vaya, no tenía idea que nuestro señor Magaruma podía hacer este tipo de cosas. No sólo sirve para conducir."
Ban podía percibir que Himiko no se encontraba bien, aunque era evidente notarlo cuando la muchacha no hacía más que mirar al camión de manera expectante. Akabane se encontraba mirando a sus alrededores, como si fuera un turista, y cada vez que su mirada tropezaba con la de Ginji le sonreía, lo que provocara que el rubio dejara escapar una risa nerviosa y se acercara más a su compañero.
Una hora más tarde, Magaruma emergió del camión y Himiko y Ginji se le acercaron, esperando su veredicto.
"El baúl estaba vacío."
"¿QUE!" Vociferaron Ban, Ginji y Himiko al unísono.
"¡Pero… yo la vi¡Encima del baúl había una pequeña tapa que cubría una ventana de cristal y ella estaba ahí dentro!" Dijo Himiko, sonando algo desesperada.
"Lo sé, yo también la vi por la ventana de cristal." Admitió el hombre. "Fue muy difícil descifrar el código que abría el seguro, es una tecnología nueva y bastante engañosa. Tuve que desarmar la caja de cables, cortar algunos y unirlos con otros para poder resetear la memoria y colocar una contraseña que me permitiera abrir la caja. Ese fue un procedimiento muy delicado, si no hubiera tenido suerte, la memoria se hubiera quemado y hubiéramos tenido que recurrir a la fuerza para abrir el baúl y eso sólo le haría daño a lo que estaba adentro… Aunque no había nada, así que fue una perdida de tiempo."
"Esperen, no entiendo. Ambos la vieron¿cómo puede ser posible que no había nada?" Cuestionó el rubio.
"Era una imagen virtual." Contestó Magaruma, pasando una mano por su cabeza. "Se nota que se tomaron su tiempo para engañar al que descubriera este transporte, porque el baúl tenía espejos dentro y daban la impresión de que aquella imagen era un cuerpo sólido."
Hubo un momento de silencio en el cual todos los presentes intentaban entender toda la información. Pero la risa suave y escalofriante del Dr. Jackal interrumpió el momento.
"No puedo creer que alguien se haya tomado tantos problemas para engañarnos a todos de esta manera… Bastante astuto, pero no me agrada en lo absoluto."
Ban y Ginji compartieron una mirada. Ambos tenían la leve impresión de saber qué sucedería después.
"Ban¿qué tipo de trabajo es que están haciendo ustedes dos?" Preguntó la peliverde, pero por algún motivo no los estaba viendo, su mirada se encontraba vagando en un punto más adelante.
"¿Para qué quieren saber?"
"¿Qué no es obvio, mi querido Get Backer?" Expresó el hombre vestido de negro mientras sostenía el ala de su sombrero para ocultar su mirada. "Acaban de insultar nuestra capacidad de transportadores y la Señorita Veneno y yo no podemos permitir que eso permanezca impune."
Himiko asintió en señal de apoyo.
"Pues están muy equivocados si creen que Ginji y yo los dejaremos meterse en nuestra misión." Gritó el castaño mientras se disponía a marcharse. Todo había sido una perdida de tiempo y se encontraba de mal humor.
"¡Ban, espera!" Le dijo la peliverde.
Tres escalpelos aparecieron en la mano de Akabane, Ban se había detenido y sus músculos se habían tensado en señal de un combate próximo. Jackal era muy poderoso, pero su orgullo no le permitiría dejarse pisotear tan fácilmente.
"No hay necesidad de pelear." Alegó seriamente Ginji, que desde hace un tiempo se había quedado en silencio. "Además, Ban, creo que esto se ha vuelto muy serio y vamos a necesitar toda la ayuda disponible."
"Y no te vamos a cobrar." Agregó Akabane al momento en que los escalpelos se retraían en su mano.
El castaño suspiró. "Está bien, está bien. Pueden cooperar." Comunicó mientras se volteaba y encendía un cigarrillo. "En pocas palabras, secuestraron a una chica. No es rica y no tenía problemas con nadie. O al menos eso alega el muchacho que nos pidió encontrarla. Había desaparecido hace unos días y según las fuentes, ustedes eran los únicos que iban a transportar algo 'secreto' por este lugar, por eso pensamos que ustedes la tendrían."
"Nosotros también formábamos parte del plan porque llevábamos el cargamento falso." Murmuró la muchacha, apretando los puños.
"Si nosotros llevábamos el falso, entonces otro servicio de transporte llevaba el original pero bajo otra mercancía. Si las fuentes no captaron eso, significa que esa persona es alguien nuevo en el negocio." Informó Magaruma.
"Himiko¿no había algo extraño con tu cliente?" Preguntó Ginji.
"La verdad es que nunca lo vi." Admitió la muchacha. "Hablamos por teléfono y esta noche nos encontramos, estaba vestido con un abrigo negro con capucha. Su voz parecía electrónica, como de esos aparatos que usan las personas que han dañado sus cuerdas vocales." Himiko hizo una pausa, tratando de recordar algo más sobre su reunión con el cliente y viendo si en ese momento había sentido algo raro. "Nos pagó la cantidad completa, en billetes sin marcar. Eso significaba que acababan de salir del banco."
"Del banco¿eh?" Susurró Ban para sí, rebuscando en su bolsillo por su celular.
Himiko continúo. "No sé por qué, pero tengo la leve impresión de que este asunto tiene que ver con la Fortaleza Ilimitada."
Ginji sintió como un escalofrío recorrió su espalda. Desde que había visto la foto de la niña, había tenido ese presentimiento. Últimamente todas sus misiones los estaban guiando de vuelta a ese lugar. ¿Acaso los habitantes de la Fortaleza Ilimitada nunca podrán vivir en paz?
"¿Por qué piensa eso, Señorita Veneno?"
"Que el cliente tenga a su disposición tecnología tan avanzada es un motivo, y además que no sea alguien que conocemos es otra pista."
"Pero no podemos saltar a esa conclusión tan pronto." Comentó Akabane.
"Es sólo… un presentimiento…" Murmuró la muchacha para sí.
Ban cerró el celular y se acercó al grupo. Nadie se había dado cuenta que el castaño se había alejado para hacer una llamada telefónica. "Paul hizo unas cuantas indagaciones y dijo que un tal Renji Kiseki también estaba transportando algo esta noche. Pero no dice hacia dónde iba."
"¿Entonces qué haremos?" Preguntó el rubio.
"Investigar al respecto." Contestó Ban.
"Midou, no nos dejes fuera de esto. Este fue un insulto a mi negocio como transportadora." La voz de Himiko sonaba amenazadora.
"Mañana nos reuniremos en el Honky Tonk para unir las nuevas piezas. Si pueden investigar por su parte, háganlo." Los tres transportadores asintieron.
"Entonces hasta mañana, Ban." Akabane asintió en dirección del castaño. "Ginji." Al segundo le regaló otra sonrisa.
Luego de despedirse, Ban y Ginji se dirigieron a su propio auto. El sonido del motor del camión destruyó la tranquilidad de la solitaria carretera. Una vez dentro del auto, Ban le dijo a Ginji en el tono más serio que pudo mantener. "Ya tenemos ayuda con el trabajo… Si haces que Shido participe, lo lamentarás, Ginji."
Esa misma noche, un hombre se encontraba paseando intranquilo la sala de su casa. El ruido del teléfono le hizo romper el monótono vaivén de su andar. Antes de levantar el auricular, el hombre tomó una bocanada de aire.
"Fenostol." Saludó.
"Fenostol." Contestó la voz desde el teléfono.
"Gen, hermano, tenía tiempo sin escuchar tu voz. Suenas bien y eso le trae una inmensa alegría a mi alma." Dijo el hombre mientras se sentaba en una silla cercana. En su rostro cansado se dibujaba una sonrisa serena.
"Ryou, digo lo mismo. Es bueno escuchar a un amigo que se encuentra lejos." Aunque no estuviera presente, el hombre llamado Ryou sabía que el anciano farmaceuta decía esas palabras de corazón.
"Por favor, amigo, mi nombre cristiano es Abraham, prefiero que me llames así."
Una ligera risa fue escuchada desde el auricular. "Perdón, aún no me acostumbro a llamarte de esa manera. Para mí es bastante extraño."
"Muchas cosas son extrañas desde que dejé la Fortaleza Ilimitada con Mana, pero Dios me ha ayudado. No comprendo por qué no sales de aquel infierno tú también."
Gen suspiró. "No puedo dejar a Ren y MakubeX solos en este lugar, ellos me necesitan y son mi responsabilidad. Mientras esté vivo, ellos me tendrán. Pero, no quiero que te agobies con este tema, dime¿cómo se encuentra Mana?"
La sangre del viejo sacerdote se congeló, su mano apretó con fuerzas el teléfono y luchó para mantener su tono de voz casual. "Ella se encuentra en un viaje escolar. Te dejó muchos saludos y buenos deseos."
"Vivir fuera de este lugar le ha hecho bien. Siempre pensé que tu decisión fue la correcta, amigo mío."
"Las decisiones del Señor son siempre correctas, Gen."
Por unos minutos, ambos ancianos permanecieron en silencio. Era gracioso pensar que años atrás estaban atados por la más pura amistad, pero ahora el lazo que tenían era el del pecado que no podían arreglar ni borrar.
"Fenostol…"
"¿Gen?"
"¿No crees que es gracioso que aún usemos ese término para saludarnos? Especialmente desde que ambos dejamos el Consejo de Expertos…"
"Ese es nuestro castigo por habernos metido en algo que no nos correspondía. Jugamos a ser dioses y lo único que logramos fue sufrimiento." Comentó el sacerdote.
"¿Crees que Ren y MakubeX algún día lleguen a perdonarme?"
"No lo sé, amigo mío, no lo sé. Pero, si no lo hacen¿estás dispuesto a vivir con aquella culpa sobre tus hombros."
Gen no supo qué contestar. Luego de una charla superficial en que ninguno de los dos le prestaba atención al otro, el anciano farmaceuta colgó la llamada. El sacerdote cerró los ojos por unos momentos y luego los abrió para mirar al vacío.
"Y, dime, amigo mío¿podrás perdonarme si por mi causa desaparecen tus hijos más queridos?"
Su única respuesta fue el silencio de la habitación.
El ambiente era húmedo y frío. Los ojos castaños de una muchacha de cabello corto paseaban su mirada por la celda en la que la había metido. No tenía idea de cuánto tiempo había estado fuera de casa. Se sentía somnolienta y una marca roja en su hombro derecho le indicaba que le habían inyectado algo, probablemente una droga para que se mantuviera dormida.
La puerta de la celda se abrió, la chica intentó ponerse de pie para tumbar a la persona cubierta por la capa negra y tratar de escapar, pero los grilletes que tenía en los pies se lo impedían, además de que la lastimaban cada vez que quería moverse al menos un poco. La piel alrededor de sus tobillos ya estaba muy maltratada y sabía que si se seguía moviendo, muy pronto emanaría sangre.
El visitante le colocó una bandeja con una rodaja de pan y un vaso con agua. "Come." Le gruño, mientras se acomodaba cerca de la puerta a esperar la bandeja. La chica tomó el pan, lo partió y entró un pequeño trozo en su boca. Estaba duro y sabía mal, pero no podía dejarse debilitar por ellos. Algo se traían y tenía la leve impresión de que tenía que ver con ella muerta.
Comió un par de pedazos más pero dejó la mayoría del pan, sin embargo se tomó toda el agua. La figura de negro cogió la bandeja y salió por la puerta. Desde donde estaba podía escuchar que la cerraban con varios seguros.
Una lágrima se escapó de su mejilla, pero rápidamente la secó.
Tomando aire, Mana cerró sus ojos y se dispuso a rezar. 'Dios mío, por favor, te suplico que me protejas de estas personas que desean mal para mí y ayúdame a escapar de este lugar antes de perder la razón… Por favor.'
No era la oración más coherente que hacia en años, pero repetirla le brindaba cierta tranquilidad internar y la daba un poco de esperanzas.
Desde pequeña había aprendido que las personas que viven según las enseñanzas de Dios, cuando rezaban, eran recompensadas. Ella misma había sido testigo de eso varias veces en la iglesia: personas que pedían por sus seres queridos que estaban enfermos, que pedían por sus hijos para que regresaran a casa sanos y salvos cuando estaban de viaje, etc.
Pero aún así, existían ocasiones en que las peticiones no se cumplían. Parejas que no habían podido concebir hijos, familias que se deshacen a pesar de las muchas súplicas de sus integrantes. Simplemente, la respuesta de Dios para algunas cosas era 'No'.
Y ella sólo esperaba que la respuesta a su súplica no fuera esa.
Continuara…
Wow, cuanto me tomó actualizar este fic, que de hecho es el que más me interesa. Para aquellos que tienen duda, no, Mana no está ni estará relacionada con Ginji… para él está Ban. ¡Gracias por leer!
