Disclaimer:
Ranma 1/2 ni ninguno de sus personajes me pertenecen, todos pertenecen a su creatdor Rumiko Takahashi, así mismo ningún personaje de XXXHolic me pertenece, todos son propiedad de CLAMP
Este fanfic se realiza sin fines de lucro, es solamente para entretenimiento y diversión
Capítulo 16
Ranma nunca había sido una persona que le gustara estar sin hacer nada, y en esta ocasión no había sido la excepción. Saber que la chica estaba como damisela en desgracia, encerrada en un "castillo" custodiada por un "dragón" sin poder ser liberada, no le hacía nada de gracia, ni tampoco la analogía. Tampoco le gustaba el saber que, ni siquiera ella misma, podía hacer algo para mejorar su situación o bien, librarse de su verdugo.
Pese a que no era su costumbre, había pensado en mil formas de ayudarla, todas relacionadas con ir y partirle la cara a Kuno, pero luego pensaba en lo dicho por el doctor, si hacía eso, los Tendou no tendrían nada. Él sabía muy bien lo que era no tener nada, no poder comer, no saber dónde dormir, no tener un techo ni una cama y, aunque se podía sobrevivir, no era algo que deseaba para ellos. Y si bien estaba seguro de que podrían comenzar de nuevo ¿Cuánto tiempo tomaría? Y lo más importante ¿Estaba seguro de que Kuno no volvería a entorpecer todo?
Cumplió la petición de la chica, fue y visitó el dojo, aunque no fue muy bien recibido por parte de Nabiki, quien seguía enojado con él, platicó con el hombre, intentando consolarlo y, al mismo tiempo, tratando de no desmoronarse él mismo y ceder ante su desesperación. Verlo en ese estado le hizo sentir más culpable de lo que ya se sentía y las miradas cargadas de odio de la castaña no le ayudaban en absoluto.
Poco a poco los días fueron pasando, su paciencia se fue haciendo menos y sus ideas más erráticas, hasta él mismo sabía que ya no estaba pensando con claridad, todo eso se notaba a la distancia y preocupaba al médico quien, temiendo que el chico actuara de forma imprudente, había decidido hablar con él, o al menos esa había sido su intención hasta el momento que la puerta de su consultorio se abrió de par en par en un golpe.
- ¡Oye tú! ¡¿Se puede saber en qué momento planeas hacer algo?! ¡Estoy cansada de esperar a que hagas un movimiento! ¡¿No te jactabas de ser muy fuerte, valiente lo que sea y conocer a Akane y apreciarla y cuanta mentira dijiste?!
- Yo no he dicho ninguna mentira – refutó
- ¡¿Entonces?! ¡Si tanto la apreciaras a habrías ido a hacer algo!
- ¡Y ¿Según tú cómo debo actuar? ¡Si tu hermana ha dicho que no hagamos nada por el bien de ustedes! ¡No quiere que tengan más problemas! ¡No sabemos de lo que Kuno es capaz!
- ¡¿Acaso importa?! ¡Kuno no me asusta! ¡Soy lo suficientemente capaz de ayudar a mi familia, por si no te habías dado cuenta!
- Akane lo sabía – dijo bajando la voz
- ¿Qué?
- Akane lo sabía – se repitió
- ¿De qué demonios hablas?
- Ella sabía todos los esfuerzos que estabas haciendo para pagar la deuda de tu padre, y también Kuno lo sabía.
Nabiki mordió su pulgar en señal de frustración, había procurado ser lo más discreta posible, para no levantar ninguna señal de alarma, pero al parecer sus esfuerzos no habían sido los suficientes, porque se había dado cuenta. Estaba sorprendida, nunca imaginó que el torpe de Kuno podría mostrar signos de inteligencia, pero al parecer lo había subestimado, y mucho. Su cabeza comenzó a trazar un plan para volver a poner las cosas a su favor.
- Akane también dijo… - habló interrumpiendo el hilo de los pensamientos de la chica – Que ya no era necesario que te esforzaras, que te lo agradecía, pero ya no era necesario, que buscaras tu propia felicidad, que fueras exitosa y que, cuando fueras millonaria, no te olvidaras de tu familia y todo lo que han pasado.
Si bien lo dicho podría parecer solamente un agradecimiento por su esfuerzo, Nabiki sabía que no era así, ella comprendía completamente a lo que se refería su hermana, trabajaría duramente, lo haría, se convertiría en alguien sumamente exitosa y poderosa y, cuando al fin lo lograra, volvería por ella y se la quitaría de las manos a Kuno, y a él lo aplastaría como a un insecto. Ahora ellos eran las moscas en su telaraña, pero ella se encargaría de volverse la araña y atraparlo.
No fue plenamente consciente de cuando las lágrimas comenzaron a salir por sus ojos, pero una vez que lo hicieron, ya no pudo pararlas. Ella no era una chica emocional ni débil, ella era dura, decidida, fría y calculadora y, sin embargo, en esos momentos, se sentía tan frágil, sus piernas no pudieron sostenerla más y se derrumbó. El joven médico corrió a auxiliarla al verla en ese estado y le ayudó a llegar hasta una camilla para darle privacidad., conociendo el carácter de la chica y sabiendo que no le gustaba mostrar sus sentimientos.
Ranma observó todo sin decir una palabra, era la primera vez que veía a la castaña de aquella manera, pero el presenciar aquello le había dado la determinación para actuar, así que fue hasta su habitación, arregló su mochila y salió dispuesto a emprender un viaje.
- ¿Te vas? – lo interceptó antes de que pudiera salir
- Sí
- ¿Puedo saber qué planeas hacer? – No obtuvo respuesta – Espero no vayas a lo de los Tatewaki, sabes que si vas todo podría empeorar
- Yo…si acaso… si todo esto…- dio un suspiro de frustración – Todo este problema inició por culpa de la magia, así que, tendré que resolverlo con magia
- ¿Piensas arreglar magia con magia? ¿Acaso no has aprendido nada, Ranma?
- A lo largo de mi vida he conocido varios objetos mágicos muy poderosos, estoy seguro que alguno me ayudará a arreglar mi error, inclusive alguna vez vi un espejo que permitía viajar al pasado, si lo encuentro, podré volver hasta antes de que Kuno haga su movimiento y podré rescatar a Akane
- Ranma, todo esto comenzó con un deseo, algo que pensaste que no tendría ninguna repercusión en nadie más que en ti y, sin embargo, observa todos los cambios que ha ocasionado, todo lo que ha cambiado ¿Qué te hace pensar que, si haces lo que dices, no tenga más malas repercusiones que buenas?
- Y, aun así…necesito intentarlo, doctor Tofu, no puedo quedarme sentado viéndolos sufrir por mi culpa. ¿Sabe? – sonrió sin ánimo – Akane solía decirme que era un egoísta insensible, y yo siempre me molestaba porque creía que exageraba, que la insensible y egoísta, además de marimacho, era ella, pero, ahora me doy cuenta, que ella tuvo la razón todo el tiempo. Si existe una posibilidad de que las cosas vuelvan a ser cómo antes, la buscaré, y la encontraré, así me lleve toda la vida.
Los dos hombres se vieron fijamente a los ojos, unos con determinación, los otros con preocupación, pero ambos con el conocimiento de que, esta búsqueda, podría tener consecuencias muy graves para todos y, sin embargo, el ojiazul estaba dispuesto a arriesgarlo todo por una simple esperanza. Y se dio cuenta, de que nuevamente estaba siendo egoísta, él sólo quería que las cosas volvieran a cómo eran antes, a cuando era feliz y no lo sabía, cuando todos eran felices.
- Podría intentar detenerte - suspiró
- Podría intentarlo – sonrió con sorna
- Ranma, no estoy convencido de que ésta sea la mejor idea, yo también conozco bastante sobre objetos y técnicas mágicas, parte de ser un buen médico es tener un amplio conocimientos de muchas cosas, sin tomar en cuenta que descubrirlas es un pasatiempo que poseo, pero también, el confiar en ellas es peligroso, porque muchas de las veces no sabes lo que podría ocasionar, la magia y los objetos mágicos tienen sus propios deseos y energías que muchas veces no podemos controlar, siempre hay que tratárseles con respeto y cuidado – Suspiró nuevamente – Supongo que, lo que quiero decir es que, tengas mucho cuidado, y que puedes regresar aquí en cualquier momento, hayas o no hayas encontrado lo que necesites
- Gracias doctor Tofu
El ojiazul sonrió con sinceridad, en su momento había sentido celos por aquel hombre, al ser el primer amor de su primer amor, pero ahora comprendía el porqué la chica se había enamorado de él, no había sido sólo el físico, el médico tenía un corazón demasiado bondadoso que no conocía límites, si solucionaba todo, de las primeras cosas que haría sería intentar que él estuviera con Kasumi finalmente y que fuera plenamente feliz.
Finalmente, el azabache dio media vuelta y salió del lugar, con una pesadez en el corazón, en parte debido a que tenía que dejar ese lugar donde, increíblemente, se había sentido cómodo, pero en gran medida, a toda la situación que él había ocasionado. Quería hablar con Akane, deseaba verla una vez más, si hubiera sabido que aquel día en el templo sería la última vez que la vería, la habría raptado y alejado de Kuno para siempre. Pero, tal como diría su madre, sería un hombre, y asumiría las consecuencias de sus actos, y haría todo para remediarlo.
Pese a su propia determinación, no pudo cumplir su palabra y, justo antes de irse, pasó por la casa del castaño, la idea de golpearlo estaba ahí, latente, todo su ser le gritaba que lo hiciera, pero no quería traicionar los deseos de la chica. Esperó pacientemente, pensando, analizando, viendo como todo se movía lentamente en aquella casa, pudo notar como el chico de la espada de madera se paseaba por su mansión, yendo y viniendo a su antojo, practicando sus ataques.
En esta ocasión tuvo que ser más cuidadoso ya que, ahora, tenía a su disposición un nuevo sirviente, que era mucho más hábil que Sasuke, pero igualmente no suponía un problema a sus habilidades, aún así, pensó que no sería conveniente arriesgarse a plena luz de día, así que esperó hasta que la noche cayó, dándole la oscuridad una oportunidad a sus deseos, justo en el momento en el que el castaño tomaba un baño. Pudo llegar fácilmente a la habitación donde estaba la peliazul, y a través de la ventana pudo observar su silueta, tenerla tan cerca y a la vez tan lejos le rompía el corazón.
- ¿Quién está ahí? – rompió el silencio la cantarina voz haciendo al ojiazul sonreír. Ella era hábil, y él lo sabía
- Soy yo, Akane – contestó a través del muro que les separaba en apenas un susurro
- ¿Ranma? – dijo en un tono de júbilo y preocupación - ¿Qué haces aquí? Si Kuno llega a escucharte él…
- ¿Él qué, Akane? – el silencio se hizo entre los dos – Akane, si ese tipo se atreve a ponerte una mano encima yo…
- ¿¡Y qué acaso crees que no puedo defenderme yo sola!? – salió a relucir su carácter fuerte
- Por supuesto que no tonta
- ¿¡A quién le dices tonta!?
- No, espera, yo… - suspiró cansadamente
Las palabras habían salido naturalmente sin siquiera proponérselo, simplemente el tono y la forma en la que la chica había respondido le había hecho actuar por impulso, trayéndole a su mente memorias agridulces.
- Lo siento – dijo después de un rato – No quise gritarte ni llamarte tonta, es solo que yo… Akane, tu eres más fuerte que Kuno y, si me lo pidieras, te ayudaría a salir de aquí en un instante
- Ese no es el punto – respondió también de forma cansada
- Si lo dices por lo que nos dijo Sasuke, podrías huir de Nerima, empezar de nuevo, te aseguro que, para cuando se recupere de las heridas, tu y tu familia podrían estar muy lejos de aquí
- Y ¿de qué serviría? Kuno se ha vuelto muy poderoso en el ámbito de los negocios, ni siquiera Nabiki, que es experta en eso, le ha podido ganar. Nos tiene con la soga al cuello, ya no es sólo cuestión de dinero, es de poder, si yo me marcho, él se encargaría de destruirlos y, aunque me marche con ellos, estoy segura que tarde que temprano nos encontraría.
- Pídemelo – dijo en algo más que un susurro – Sólo pídemelo Akane, y por ti, seré capaz de matarlo
- No – dijo quedamente – Una vida es algo muy pesado, que sólo puede ser pagado con otra vida, nunca podría pedir eso a nadie, y menos a ti.
La mención de la frase le dio un escalofrío a Ranma, eran las mismas palabras que aquel chico raro de lentes le había dicho en aquella extraña tienda.
- Señorita Tendou – rompió el silencio el ninja – En joven Tatewaki ha terminado su baño y pronto saldrá con su guardaespaldas, sugiero que el joven Saotome se retire lo más pronto posible
- Ranma – suspiró la chica – Por favor, aunque quieras, no vuelvas aquí, no puedo arriesgarte
- Yo quiero correr el riesgo
- No, por favor – dijo conteniendo las lágrimas – Protégelas, protege a mis hermanas y a mi padre, es lo único que te pido, si hay posibilidad, llévalos lejos del poder de Kuno y, cuando lo logres, dímelo, para poder al fin ser feliz
- Akane – dijo conteniendo su ira – Te prometo que arreglaré todo esto, te juro por mi vida, que, tarde que temprano lo arreglaré
Y, aunque todo su ser le imploraba por quedarse, por llevársela, por pelear, se retiró, justo antes de que el nuevo ninja del castaño le notara. Corrió por la calle, alejándose de la lujosa mansión, maldiciendo para sus adentros, reteniendo su ira y, cuando estuvo lo suficientemente lejos, la dejó salir contra la roca más grande que vio, haciéndose añicos en un santiamén. Las palabras dichas por la peliazul resonaban en su cabeza, sobre todo aquella mística frase, ahora estaba seguro de lo que tenía que hacer, no importaba el tiempo que le tomara, no importaba lo difícil que fuera, si ya una vez aquella extraña tienda había aparecido ante sus ojos, estaba seguro de que la volvería a encontrar.
Cuando Ranma decidió buscar aquel misterioso lugar, supuso que sería algo muy difícil, pero nunca imaginó a qué punto, la primera vez había aparecido ante él sin siquiera buscarla y, ahora que lo hacía, no aparecía. Primeramente, se encargó de buscar por Nerima, sin mucha suerte, a decir verdad, aunque tampoco albergaba muchas esperanzas, ya que había estado ahí desde hacía largo rato y no la había vuelto a ver. Preguntó a cuanta persona podía, y entraba a cuanta tienda misteriosa se le presentaba, pero pronto se quedó sin lugares a los cuales visitar, puesto que Nerima no era muy grande.
Muy a su pesar, abandonó el lugar y comenzó su viaje por Japón siendo el primer lugar que visitó Osaka, esperando ver a Ukyo, sin embargo, se encontró con la sorpresa de que ella y su prometido, o, mejor dicho, ahora esposo, habían decidido abrir una franquicia y viajar por todo Japón ofreciendo sus okonomiyakis. La noticia le alegró, aunque también le hizo sentir triste, ya que, aunque la chica no lo reconociera, al menos a él le reconfortaba ver caras conocidas y algo amigables.
A pesar de todo, preguntó a su padre si había escuchado rumores de artículos extraños o misteriosos por el lugar o tiendas que vendieran cosas extrañas, el viejo hombre le comentó de tres lugares, los cuales el azabache visitó con premura, no se sorprendió mucho al ver que no era lo que buscaba, pero eso no evitó que se sintiera decepcionado. Siguió indagando por el lugar y pudo encontrar otros lugares, aunque ninguno era el que quería.
Cuando terminó en Osaka siguió su búsqueda, por el camino logró escuchar sobre la familia Chardin, lo cual le trajo algunos recuerdos, algunos de ellos malos y que le gustaría olvidar, además lo único que poseían era su habilidad para comer y aquél extraño vino azul que no estaba seguro si le serviría en aquellos momentos, sin embargo, conociendo a la familia, no quería tener que pasar por otra batalla de comida.
Su viaje se extendía más de lo que le gustaría, nunca tuvo la idea de que lo encontraría en unos días o semanas, pero el que poco a poco el tiempo se convirtiera en meses le estaba exasperando, deseaba que esos meses no se convirtieran en años. Cuando podía, enviaba cartas tanto a la familia Tendou como al doctor Tofu, para mantenerse informado sobre el bienestar de la chica y de ellos mismos. Las veces que Nabiki contestaba lo hacía con tantos insultos a su persona que la carta terminaba siendo casi un libro.
En su búsqueda, llegó a aquél extraño lugar que había visitado en una ocasión con la familia Tendou y algunos de sus amigos, sonrió ante el recuerdo. Ahí todos, a excepción de Akane y él, habían sido envenenados por unos hongos que el supuesto experto no había podido distinguir, y ellos habían tenido que ir a buscar el hongo medicinal para ayudarlos a recuperarse, para su suerte el hombre se recuperó y los pudo ayudar, y aunque creían que ellos no habían sido envenenados, resultó que habían comido de un hongo del amor.
Tenía recuerdos algo difusos de aquellos momentos, pero, cada vez que los rememoraba, se sentía completamente feliz. Algunas veces se preguntaba qué habría sido de ellos si no hubieran tomado el hongo medicinal, de lo único que estaba seguro era que no habría pedido ese deseo y estaría en esos momentos casado con Akane. Observó detenidamente los hongos a sus pies y tomó uno con su mano, se preguntaba cuáles eran esos dichosos hongos del amor, él no podía distinguirlos. Lo guardó en su bolsillo, como simple souvenir, y siguió su recorrido.
Conforme más buscaba, más se alejaba de Nerima, para ese entonces, la desesperación invadía su cuerpo, tal como se lo hizo saber a Tofu en una carta, lo que había comenzado como una buena idea en esos momentos se estaba convirtiendo en un tormento, le contó que temía que lo que buscaba no se encontrara en Japón y que temía que pronto tuviera que dejar las tierras niponas para poder continuar con su búsqueda.
En su cabeza, se comenzó a formar la idea de que, tal vez, en China, pudiera encontrar algo, a fin de cuenta, la mayoría de las cosas mágicas que había visto en su vida, provenían de aquel lugar, y si no, podría visitar la aldea de Shampoo, ahí podría hablar con la vieja matriarca y tal vez ella le pudiera dar alguna pista. En esta ocasión tendría extremo cuidado de no derrotar a ninguna amazónica ni comprometerse indebidamente con alguien. Y, aunque la idea era bastante buena, no quería ir, porque implicaría un viaje de varias semanas, si no es que meses, y estaba el detalle de que tendría que nadar para llegar allá, y la última vez fue bastante complicado, además perdería contacto con todos por mucho tiempo y, en ese lapso, Akane podría terminar casada con el castaño.
Antes de lo que hubiera imaginado, las flores de cerezo comenzaron a florecer, dándole a los paisajes un aspecto ensoñador. Ranma había llegado a un pequeño puedo donde había escuchado que algunos rumores de cosas extrañas que, en ocasiones, sucedían, como peluches que eran comprados en una tienda y en la noche desaparecían, una estructura de concreto bastante pesada con forma de pingüino había sido volteado sin ayuda de maquinaria, una pintura que solían decir que se movía y que, de la noche a la mañana, había cambiado completamente o el de un fantasma que aparecía en una colina.
El azabache debía admitir que, aquello, sonaban más como travesuras de pequeños delincuentes, aunque lo de la estructura de pingüino si sonaba extraño y lo del fantasma era algo extraño, pero no creía que fuera algo completamente real, así que no perdía mucho en investigar, sin embargo, no encontró nada de valor, nadie sabía nada de aquellos sucesos y, si llegaba a encontrar a alguien que lo supiera, no tenía mucho que decir. Con la decepción otra vez a sus espaldas, continuó su recorrido.
Cuando estaba a punto de salir de aquél pequeño lugar, una tienda llamó su atención, aunque no sabía bien el porqué, no tenía la pinta del resto de los lugares que vendían cosas misteriosas y mágicas, ésta se veía más alegre, aunque igualmente repleta de cosas. Dentro, se encontraba una chica con grandes ojos azules y cabello rubio, al ojiazul se le hizo extraño que alguien tan joven estuviera en ese tipo de lugar. Mientras ella atendía a un hombre mayor que llevaba consigo lo que, para él, parecía ser una especie de daga, él se dedicó a buscar por el lugar algo que pudiera reconocer o, en su defecto, algo que se viera como mágico, y de paso estar al pendiente de la chica, no fuera que al viejo se le ocurriera usar aquella arma en contra de ella.
Mientras indagaba por el lugar, pudo escuchar la conversación entre ellos, no es que le gustara meterse en pláticas ajenas, simplemente que no pudo evitar su curiosidad al escuchar la particularidad de aquel objeto que el viejo llevaba, al parecer era un artículo bastante interesante ya que, según explicaba la chica, tenía unas runas escritas que, de alguna manera, corta a través de cualquier artículo mágico y destruía el vínculo entre un arma y su portador, y además, atrapaba el alma de las personas a las que había aniquilado. Cuando lo escuchó, pensó que ninguno de los objetos contra los que había peleado había sido tan peligroso y que tenía suerte de no haber enfrentado algo así. Ahora se daba cuenta de existía magia mucho más dañina de la que pensaba.
- Veo que cargas un destino muy pesado sobre tus ojos
Ranma, pese a sus años de entrenamiento y sus habilidades, no la sintió llegar a su lado, ni siquiera se había dado cuenta de cuándo el viejo hombre se había retirado del lugar. Miró atentamente a la mujer, su cara le sonaba, se parecía a una chica que había visto alguna vez en un programa de televisión sobre cosas paranormales y ella, al parecer, podía ver fantasmas. En aquella ocasión recuerda que se burló, ya que no creía que algo así podía ser posible, ahora no estaba seguro.
- ¿Perdón?
- Tu aura, es una de las más peculiares que he visto
- Debe ser porque soy peleador de artes marciales – refutó
- ¿Estás interesado en algo en particular?
- No realmente – contestó aliviado de que la conversación fuera desviada
- Esta tienda tiene una gran variedad de artículos interesantes de diferentes pueblos y culturas, tanto antiguos como actuales. ¿Viniste buscando algo?
- Si he de ser honesto, no, simplemente vi esta tienda y algo me hizo querer entrar
- Comprendo, sin embargo, aquí no encontrarás lo que buscas
Las palabras, pese a que fueron dichas de forma suave, le provocaron un escalofrío al azabache, algo en aquella chica le hacía sentirse nervioso y, a pesar de eso, cuando la joven se dio media vuelta, el ojiazul no pudo evitar seguirla hasta donde antes había estado hablando con el viejo hombre, como si alguna fuerza extraña lo atrajera a ella.
- Aquello que buscas no lo encontrarás en esta tienda – reiteró
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Tu aura, es un aura muy peculiar, lo he visto en muy pocas personas, y todos tienen algo en común, por eso mismo sé que, lo que estas buscando, nunca lo podrás encontrar en un lugar como este.
- Entonces ¿Tú podrías decirme donde encontrarlo? – Notó que la chica meneaba la cabeza en forma negativa
- Me temo que eso no será posible. No importa cuánto lo busques, no podrás encontrarlo si no estás destinado a encontrarlo
- Tiene que haber una forma
- Lamento que no pueda hacer mucho por ti, sin embargo, permíteme traerte una taza de té y, ver si hay alguna forma en la que te pueda ayudar, aunque no sea la que esperas.
La chica desapareció tras una cortinilla que separaba la tienda de la parte trasera dejando a Ranma con un nudo en el estómago, tal vez el intercambio de palabras no había sido mucho, pero ambos sabían de lo que estaban hablando, y al menos por su parte, se negaba a creer que no encontraría aquella misteriosa tienda nuevamente. Presa del coraje que sentía, salió de la pequeña tienda corriendo lo más fuerte que podía, intentando con ello desaparecer la desesperanza que se formaba en su interior, sin embargo, no pudo avanzar mucho ya que un chico alto, de cabello corto y, lo que a él le parecía, buena condición física, le cerró el paso.
- Lo lamento, pero necesito eso – dijo extendiendo la mano – Además, no me gusta cuando alguien le quita algo a mi esposa
Ranma observó su mano donde yacía aquella daga que había visto en la pequeña tienda, supo que tomarla estaba mal, pero estaba exasperado y la idea de matar a Kuno y atrapar su alma por toda la eternidad en aquel pequeño objeto sonó demasiado bien, estaba cansado, quería desaparecer todo lo que estaba viviendo y, si no iba a encontrar la tienda, al menos libraría a todos del mal que les aquejaba.
- No puedo – dijo preparándose para pelear – Necesito esto para poder salvar a unos amigos
- Entonces, me temo que tendré que quitártelo a la fuerza
Ambos hombres se pusieron en pose de combate dispuestos a dar todo lo que tenían con el único fin de apoderarse del objeto mágico. Sin previo aviso y para sorpresa del azabache, el chico se abalanzó hacia él a una velocidad sorprendente, los golpes que le lanzaba eran certeros y llenos de fuerza al punto de que le estaba siendo algo complicado esquivarlos, más no imposible. El ojiazul pensó de dónde sería aquel sujeto, que podía pelear a su nivel a pesar de sus años de entrenamiento, si lo analizaba bien, era posible que fuera más fuerte que Ryoga, inclusive más que el Ryoga que él conoció, si no tenía cuidado, era muy probable que pudiera hacerle daño.
En un momento, pudo ver una abertura, y fue su momento de atacar, para ese momento, no se sorprendió al ver que el sujeto era tan igual de hábil al esquivar que al atacar, ofuscado y dispuesto a no perder mucho tiempo, comenzó a realizar aquella técnica silenciosa que había aprendido con la vieja amazónica, y poco a poco lo estaba llevando al centro de aquella espiral y, justo en el momento en el que iban a ejecutar su técnica, junto a ellos comenzó a manifestarse lo que tanto tiempo llevaba buscando el ojiazul, haciendo que su espíritu de pelea se apaciguara.
- ¿Esto es…?
- Ya veo – fueron las simples palabras del chico – Supongo que quiere verte – y se adentró al lugar
A su encuentro salieron un par de niñas, una con el cabello rosa corto y otra con el cabello azulado largo, el azabache las reconoció al instante, su corazón comenzó a latir desbocado, lo había logrado, al fin la había encontrado, la misteriosa tienda con el misterioso chico de lentes, al fin se había presentado frente a sus ojos y, con el miedo de que fuera a desaparecer nuevamente, se apresuró a entrar al lugar.
- Un cliente, un cliente – canturrearon Maru y Moro al unísono
- Yo…
- Un cliente – repitieron
- Buenas tardes – saludó el chico alto
- Doumeki-kun trajo un cliente - canturrearon nuevamente al unísono
- ¿Está disponible?
- Está esperando – dijo Maru
- A nuestro cliente – dijo Moro
Doumeki caminó por el lugar de forma cómoda, y Ranma lo siguió con sigilo, no entendía lo que pasaba, la última vez que estuvo ahí no había visto a aquel sujeto tan raro, pero era obvio que sabía lo que pasaba en ese extraño lugar. Pronto llegaron al mismo lugar donde había visto al chico de lentes por primera vez y, tal como en aquella ocasión, el joven se encontraba cómodamente sentado en su sillón mientras fumaba.
- Te he dicho que hables antes de presentarte – reclamó al chico alto
- No tuve la oportunidad
- ¿Lo has traído? – Notó que meneó la cabeza de forma negativa - ¿Dónde está? – Vio que señaló al ojiazul – Nos volvemos a encontrar – le sonrió – Tienes algo que me pertenece ¿Te importaría dármelo?
En ese momento, el ojiazul salió del trance en el que se encontraba y encontró el aplomo suficiente para hacer lo que tenía que hacer
- No – dijo firmemente
- Me temo que tendré que insistir, ese objeto es el pago por un deseo que alguien más pidió, aunque quisieras usarlo tú, no serviría como pago.
- Entonces, te exijo que me concedas otro deseo – dijo sin rodeos
- ¿Tuviste remordimientos? – Notó la cara de confusión del otro – Con tu deseo
El azabache apretó fuertemente las manos ¿Remordimientos? Claro que los tenía, había causado un caos con lo que había deseado.
- Si es el resultado de lo que deseas fue lo que querías... Mientras no tengas remordimientos al respecto, no hay nada de malo en ello, así que simplemente, disfruta de tu nueva vida, tal como lo habías querido
- ¡Esto no es lo que yo quería! – contra atacó
- Entonces, sí tienes remordimientos de tu deseo – Se sentó para prestarle más atención al chico
- Todo aquí resultó mal, el señor Tendou vive en la miseria, la familia entera vive así, yo no quería esto cuando pedí mi deseo, yo no quería que Akane… - no pudo terminar la frase
- Todo deseo es capaz de crear tanto felicidad como infelicidad – dijo rompiendo el silencio mientras tomaba una bocanada de humo de su pipa - Esta tienda existe sólo para conceder deseos, aunque a tu forma de ver tu deseo sólo te causo infortunios, para otra persona atrajo felicidad. Aunque no parezca, algo que es importante para una persona, para otra puede ser un terrible accidente y, casi siempre, la persona que lo recibe es quien siente el mayor impacto, en este caso sólo tu puedes decidir si tu deseo ocasionó o no un gran problema.
- ¡Pues vaya que ocasionó problemas! ¡Ya no quiero este deseo!
- Me temo que no es posible deshacer de forma tan simple un deseo ya realizado, como te comenté la primera vez que nos vimos, todo debe ser equitativo, si recibes algo, algo del mismo valor debe ser entregado, de esta forma, se conserva el balance de este mundo. – dio otra bocanada a su pipa
- Entonces te pagaré
- ¿Estás dispuesto a sacrificarte a ti mismo? – preguntó seriamente
- ¡Por supuesto!
- Y dime ¿Por qué te sacrificarías de esa forma por alguien? – le sonrió de una forma un tanto burlona - ¿Sabías que, los sentimientos de las personas cambian constantemente? Si bien ahora esa familia, esa persona, puede que sientan alguna especie de gratitud hacia ti, es probable que en un tiempo ese sentimiento cambie.
- Eso no importa, yo sacrificaría cualquier cosa para verla feliz
- Te estas ofreciendo como si nada – dijo en un tono como de reproche - ¿Qué te hace creer que puedes ofrecer algo que no valoras en absoluto a cambio de algo que sí consideras importante? A fin de cuentas, así fue como comenzó tu deseo – sonrió burlonamente
- Por favor… - rogó – pagaré lo que quieras, inclusive si tengo que dar mi vida
- Ya te lo dije antes – volvió a fumar - Una vida es algo muy pesado, yo nunca podría con un precio así
- Entonces sólo dime qué quieres y te lo daré
- Por el momento – su tono se volvió bastante serio - No tienes nada con lo que puedas pagarme – declaró
El azabache miró fijamente aquellos ojos misteriosos y, de pronto, sintió como si toda fuerza abandonara su cuerpo, para Ranma, aquella sentencia fue un balde de agua fría, no imaginó que no tendría nada con que pagar, imaginó que, tal vez, su tiempo en aquel mundo sería suficiente para pagar la nueva deuda, saber que no era así le derrumbó, sus piernas dejaron de responderle y calló secamente.
- Por favor, sólo dime, cómo puedo pagarte, ¿Qué es lo que necesitas? Lo que sea lo conseguiré, solamente… por favor… cumple mi deseo. Quiero volver a la vida que tenía, quiero volver a lo que era, con mi padre abusivo, con las prometidas locas, con los golpes, las peleas, las discusiones, los malos recuerdos, mi maldición… Quiero volver con Akane, quiero volver a cuando éramos felices – Rogó de rodillas
El azabache mantenía la cabeza gacha ante la penetrante mirada del otro chico quien, súbitamente, sonrió un poco, pero esta vez, no era una sonrisa de burla, ni de superioridad, aquella sonrisa se veía un tanto nostálgica, y aún así, dudó de ella.
- Podrías… - comenzó, retomando su pipa que había sido abandonada momentáneamente – trabajar en mi tienda, hasta que puedas compensar el precio de tu deseo
- ¿Trabajar?
- Así es
- ¿Hasta que pague por mi deseo? – Notó que el otro asintió – Pero mi deseo no sería concedido hasta que te pague completamente ¿Estoy en lo correcto?
- Es correcto – reiteró
- Y eso ¿Cuánto tiempo podría ser?
- Podrían ser días, semanas, meses, incluso años, no tengo forma de saberlo
- ¡No puedo perder tanto tiempo! ¡Si no hago algo Akane se casará con Kuno!
- Para poder cumplir tu deseo, no tienes otra opción mas que dejar que el destino siga su curso, no puedes salvarla de él. Tendrás que trabajar aquí, sin poder salir del lugar más que en aquellas ocasiones que te lo pida, todo esto será parte de tu pago.
- No puedo permitir que ella…
Las palabras murieron en su garganta, le dolía, no entendía porqué debía de dejarla abandonada y a su suerte por algo que ella no tuvo la culpa, el único que debía de merecer un castigo era él, entonces ¿Por qué los demás estaban sufriendo? ¿De verdad era la única solución?
- No – declaró finalmente – Si esa es tu condición no acepto, iré por Akane y la protegeré como haga falta – dio la media vuelta dispuesto a irse
- Si eso es lo que has decidido está bien
- ¿Se va? – dijeron al unísono las dos pequeñas niñas
- No hay nada que hacer en vista de que ha tomado su propia decisión – tomó una bocanada de su pipa - ¿Saben? Uno no se pertenece a uno mismo, nada en este mundo es completamente independiente - Las palabras dichas hicieron que el ojiazul se detuviera en seco - Todos tenemos vínculos con otros y compartimos algo con ellos a través de esos vínculos, es por esta razón que nunca podemos actuar con una total libertad – notó que el pelinegro dio la vuelta - y también por eso que existe la felicidad, la tristeza, el cariño, dolor… - vio al chico directamente a los ojos
Ranma se sintió herido, pese a la complejidad de lo dicho, entendía bien a lo que se refería, así como su deseo tuvo repercusiones que, si bien para él fueron malas, para Kuno fueron buenas y, en este caso, sería exactamente lo mismo, la decisión que él tomara, aunque pudiera ser buena para él y estuviera pensada en el bienestar de los que quería ¿Estaba dispuesto a arruinar todo nuevamente? Sabía la respuesta.
- ¿Me prometes, que, si me quedo en tu tienda, Akane no sufrirá y que, eventualmente, podré volver a la vida que solía tener?
- Lo que puedo decirte es que, si ese es tu deseo, puedo concederlo.
Ranma sintió cómo su corazón se partió, le dolía tener que dejarla, dejarlos a todos, pero él realmente deseaba el bienestar para todos ellos y, aunque no quisiera, confiaría en la palabra de aquél extraño chico. Escribió una última carta, la cual pidió al extraño chico alto que enviara de favor, explicándole al doctor Tofu lo que haría, a muy grandes rasgos, y que, por el momento, no podría ayudar más a la familia Tendou, pero prometiéndole que, sin dudas, arreglaría todo, tarde que temprano lo haría, y así, se despidió, con un hasta que el destino los volviera a juntar.
- En este mundo no existen las coincidencias, solo lo inevitable – fue lo último dicho por el joven antes de que la puerta de la tienda se cerrara.
Notas del autor
Y finalmente, llegué al capítulo que tenía tantas ganas de escribir. Ya sólo queda un capítulo más que, creo yo, será bastante corto.
Desde el principio tuve esta idea en la mente, y batallé mucho en escribirla, tenía escrito completamente otra cosa y, al final, lo reescribí para darle este giro.
Sinceramente he disfrutado escribir este fanfiction, y espero que a ustedes también les haya gustado leerlo.
Agradezco los reviews que han dejado, ya que me ayudan a seguir adelante, y también les agradezco el tiempo que le dedican a su lectura ya que, como siempre les digo, sin ustedes, el lector, este fanfiction no tendría vida.
