Hola! Lamento mucho la tardanza, pero es que quería terminar de leer el libro seis, y después decidirme si iba a poner spoilers aquí o no. He decidido por lo pronto que no, el fic seguirá su curso original, sin influencias (concientes) del libro seis. Así que no se encontrarán ningún spoiler, lo prometo, jeje. Por favor review, que es lo que me inspira para continuar. Gracias de antemano a los que se han pasado por aquí.
Voy a hacer que Potter se arrepienta de lo que me hizo y me pida perdón de rodillas, pensó Lily, haciendo caso omiso de lo último que le había dicho Sam
II
Venganza
Luego de que la cara de Lily hubiese vuelto a la normalidad, cosa que tomó todo lo que quedaba del día, más parte del siguiente. Madame Pomfrey la dejó irse, con la condición de que no se acercara a nada caliente en los siguientes tres días, ya que la quemazón podría resurgir. El aceite de hígado de dragón era una sustancia extremadamente sensible al calor, utilizada muchas veces–mezclada con otra sustancia– para revitalizar a quien la tome; ya que contenía un alto nivel energético.
Lily se encaminó al Gran Comedor luego de salir de la enfermería. Ahí se encontraría con Lara, Mandy, y Sam. Necesito darme una ducha, mi cara todavía apesta, pensó Lily, recordando con asco la crema para las quemaduras que le había puesto Madame Pomfrey en la cara. Pronto llegó al Gran Comedor y se sentó al lado de Lara.
–Gracias por esperarme –dijo Lily sarcásticamente al ver los platos casi vacíos de sus amigas–.
De pronto, una lechuza negra dejó caer un pedazo de pergamino justo sobre el arroz que Lily tenía en su plato. Lo tomó extrañada y lo leyó:
¿Cómo está tu cara?
Pensaba ir a verte a la
enfermería, pero el olor que
despedías era realmente
insoportable.
Maldito, Lily arrugó la nota y volteó a ver hacia donde James se había sentado. Él la miraba muy sonriente mientras le decía "hola" con la mano
–¿Qué pasa Lily? –le preguntó Mandy.
–Nada –tomó un largo trago de su copa–, sólo que Potter está rogando por un castigo.
–Deja tu obsesión por James para otra ocasión¿quieres? –dijo Sam uniéndose a la conversación–, además, ya ha sido castigado suficiente.
–¡Qué¿obsesión por Potter? Confía en mí Sam, tú también estarías así si un idiota con gafas se la pasara fastidiando. Y los castigos que tiene se los busca él solito, no necesita mi ayuda para que lo castiguen.
–Muy bien, pero no te enojes…
–No estoy enojada Sam –suspiró más calmada–. Es sólo que estoy un poco más… sensible en estos momentos.
–Se nota –dijo Samantha arqueando las cejas.
–Eh chicas, siento interrumpirlas, pero –dijo Lara viendo el reloj– tenemos Herbología en diez minutos.
Lily terminó de un trago lo último que quedaba en su copa y se levantó junto con Lara, Mandy, y Sam. Justo antes de salir del Gran Comedor echó una ojeada a donde se encontraba James. El pobre chico no sabía lo que le esperaba.
Una vez en los invernaderos, Lily y las chicas se sentaron a esperar a la profesora Sprout. Pasaron cerca de quince minutos antes de que la profesora llegara, acompañada de Hagrid. La profesora estaba mucho mas sudada de lo habitual y parecía fatigada.
–Gracias Hagrid, esa planta pesa muchísimo.
–No se preocupe –dijo Hagrid, en cuyos gigantescos brazos se encontraba una "cosa" color café–. ¿Lo pongo aquí?
–Sí por favor; no, mejor un poco más a la izquierda –movía la mano mientras daba instrucciones–. Sí, ahí esta bien.
Hagrid se despidió de todos y salió del invernadero.
–Esto –dijo la profesora señalando lo que había traído Hagrid–, sería el equivalente a un fénix en el mundo vegetal. En unos días se abrirá y convertirá en una flor hermosísima.
La próxima "flor hermosísima" consistía en, por ahora, un bulto con pelos y llagas rojas. Resultaba asqueroso.
–¿Alguien sabe como se llama? –preguntó la profesor Sprout. Sara Bishop, una chica de Ravenclaw levantó la mano.
–Letumvita.
–Excelente, cinco puntos para Ravenclaw.
–¿y quién puede decirme para que sirve? –Sara volvió a alzar la mano.
–Esta planta se rige por las estaciones del año. Durante la primavera está apenas resurgiendo, estando en el principio de la primavera en el estado en que la vemos ahora; y al final completamente abierta. Durante el verano, se encuentra en plenitud, en este estado, además de que es capaz de cantar, es el ingrediente principal de la poción de los muertos en vida. Durante el otoño comienza a morir, y se encuentra en el estado en que la vemos ahora, una vez más; y durante el invierno muere completamente, y es completamente inservible.
–¡Veo que alguien ha estado estudiando! Esto le otorga veinte puntos para Ravenclaw –exclamó la profesora encantada –. Además de la información que nos proporcionó la señorita Bishop, los pelos de las letumvitas, al entrar en contacto con agua, despiden un olor horroroso de una magnitud tan fuerte, que les aseguro puede olerse a un kilómetro a la redonda.
A continuación les pidió a todos que se acercaran y comenzó a explicarles acerca de los deberes que tendrían que hacer para la próxima clase (las propiedades secundarias de las letumvitas). Mientras tanto, una idea comenzó a formarse dentro de la cabeza de Lily Evans.
Los siguientes días pasaron tan normales como pueden pasar en el colegio Hogwarts de Magia y Hechizería. El jueves le tocaba Pociones a la tercera hora, Lily llegaba un poco más contenta que en los días anteriores. Su felicidad se debía al hecho de que todo le estaba saliendo como esperaba (exceptuando Defensa Contra las Artes Oscuras, materia en la cuál seguía teniendo un poco de problemas).
–Bueno profesor, ya que Potter quemó mis apuntes, me preguntaba si usted podía darme otros dos días sobre el plazo final del proyecto –le decía Lily al profesor Donwood–. De esa manera podré rescribir lo que ya tenía del reporte escrito.
–No –el profesor le dijo cortante.
–Pero¿por qué? –la sonrisa comenzaba a vacilar en los labios de Lily.
–Pues porque el señor Potter ha repuesto el trabajo perdido, increíblemente bien, diría yo. Conoce la poción a la perfección.
–Ah, eso quiere decir que él me dará los apuntes para que pueda seguir con mí proyecto –resumió Lily–¿no?
–Pues, eh… sí, es una manera de explicarlo –asintió Donwood.
Lily caminó decidida al escritorio de James, para que éste pudiera darle los apuntes. Por supuesto que tendría que revisarlos. Aún cuando Donwood había dicho que el chico lo había hecho muy bien, pues, dado el coeficiente intelectual de James… el caso es que según Lily los profesores premiaban todo lo que hacía James, pues para él todo requería de mucho esfuerzo cerebral.
–Oye Potter, sólo vine por mis cosas. ¿Harías el favor de dármelas?
–¿Te refieres a NUESTROS apuntes para NUESTRO proyecto?
–No, no Potter –le dijo Lily golpeándolo suavemente en la cabeza y empleando un tono de voz que pareciera que le estuviera hablando a un bebé–, "nuestro" es pasado; oye, ya estas grandecito como para no saber la diferencia entre pasado, presente, y futuro¿no? En fin, no vine a hablar de tus problemas mentales, sino a decirte que ahora son mis apuntes, pasado… presente, gran diferencia.
–¿Ahora qué esta pasando aquí? –llegó el profesor, y por su tono de voz se podría decir que estaba algo molesto.
–Pues que necesito volver a empezar con mi proyecto, y Potter parece no hacer muy buen trabajo procesándolo –señaló Lily como si fuera lógico, y haciendo ademanes que parecían querer decir "Pobre James, es medio tontito, pero hay que darle chance".
Donwood se sentó en la silla de Lily, escondió la cara entre sus manos y suspiró.
–Usted lo ha entendido mal señorita, usted todavía está trabajando con el señor Potter en el proyecto –Lily comenzó a reírse histéricamente, para luego transformar su cara, a lo que tenía una extraordinaria reminiscencia, a la de un hipogrifo enojado.
–¿Qué¿después de lo que me hizo el lunes?
–¡Diez puntos menos para Gryffindor! –para ese momento toda la clase había dejado de hacer todo lo que había estado haciendo, para pasar toda su atención a Lily, James, y el profesor Donwood–, usted y Potter continúan juntos. Lo que pasó el lunes fue un accidente; uno increíblemente estúpido, sí, pero un accidente después de todo. Y esta es mi última palabra acerca de esto –agregó cuando vio que la boca de Lily se abría para hablar.
–Lily se sentó furiosa en la silla y tomó el pergamino escrito por, la no tan fea letra (para sorpresa de Lily), de James. Comenzó a revisar todo lo escrito por James, ansiosa por encontrar alguna falla, alguna equivocación, incluso alguna falta de ortografía. Pero no había ningún error fatal, de hecho, no había ningún error en absoluto. Dejó el pergamino sobre la mesa y miró a James.
–No tiene errores –le dijo.
–Claro que no –replicó James encogiéndose de hombros.
–Lo entregaste el martes…
–¿Y?
–Pues que ¿cómo lograste hacerlo en un día? –le preguntó.
–Tal vez tú estés acostumbrada a estar rodeada de incompetentes –sonrió mirando despectivamente a Lara, Mandy, y Sam–, pero eso no quiere decir que todo el mundo lo sea.
–¡Ya cállate! –los ojos de Lily lanzaban chispas, sus amigas no estaban metidas en ese lío, y James no era nadie como para meterlas–, te juro que no te soporto.
–Se nota –murmuró James.
Lily no dijo nada y prefirió seguir trabajando. Impresionantemente, James parecía conocer la poción a fondo, incluso igual, o más que Lily (lo cuál era decir mucho, ya que Lily destacaba mucho en pociones). Pero lejos de estar contenta acerca de los progresos de James en pociones, Lily estaba que se moría del enojo; miraba a James de vez en cuando, respirando entrecortadamente y apoyando la pluma sobre el pergamino con tanta fuerza, que terminó doblando la punta de la pluma varias veces.
–Señorita Evans, esta es la cuarta pluma que le doy –el profesor Donwood sacó una pluma de uno de los cajones de su escritorio–, hágame el favor de cuidarla. Y no crea que no espero que me las reponga mañana, que si quisiera ser prestador me iría a trabajar al banco.
–Sí profesor –asintió Lily tomando la pluma y concentrándose de nuevo en su trabajo.
–¡Eh Lily¿A dónde vas?
Lily se volteó y vio a Sam, quien le gritaba desde uno de los sillones de la sala común.
–A conseguir el castigo de Potter.
–Ah, sí… –Sam caminó hacia donde estaba la pelirroja–, y ¿cómo vas con eso?
–Bien, tenía pensado ponerlo en práctica en el banquete de Halloween, pero estoy considerando mejor hacerlo la próxima salida a Hogsmeade –dijo Lily, saliendo de la sala común sin despedirse.
–Escucha Lily –le dijo Sam en tono grave una vez que hubo alcanzado a Lily–: sé lo mucho que odias a Potter, no es santo de mi devoción tampoco, y lo sabes. ¿Pero no crees que estas exagerando un poco?
–No Sam, si supieras lo que dijo…
–¿Por qué? –preguntó Sam–¿qué dijo?
Lily le explicó con detalle lo ocurrido en la clase de pociones, y cuando llegó a la parte en la que James insultaba a Sam, Lara, y Mandy, la cara de su amiga cambió notoriamente.
–¡Pero si yo nunca he tenido problemas directos con él! –jaló a Lily y comenzó a caminar–. Sea lo que sea que estas planeando, estoy de tu lado.
Lily guió a Sam hasta los invernaderos. Sin embargo, no pudieron entrar porque estaban cerrados. Lily utilizó alohomora, pero no funcionó.
–Debe de estar cerrado con magia –observó Sam.
–Sí, pero no importa, todo lo que tenemos que hacer es esperar a que sea la última hora, que es Herbología, ahí podremos tomar lo que necesitamos.
–¿Tomar qué exactamente, Lily? –preguntó Sam algo exasperada–. No me has explicado nada.
–Mira¿ya ves la cosa asquerosa que estamos estudiando?
–Sí, las letumvitas –contestó Sam rápidamente.
–Exacto –sonrió Lily–. Les quitaremos unos pelos y los pondremos en la bebida de Potter cuando esté con su cita en Hogsmeade (si va solo, me como un Pegaso), el olor se mantendrá en él por una semana, si es que se toma su bebida.
–¿Cómo piensas llevarlo a cabo? Todo suena perfecto, pero te apuesto a que te ve cuando lo haces.
–Todavía no he pensado en eso –admitió Lily–. Pero no me presiones, no soy tan lista ¿sabes?
Sam soltó una carcajada y regresó con Lily al castillo, ambas pensando en la semana tan satisfactoria que tendrían muy pronto.
Esperaron a que llegara la hora de Herbología; y fue entonces que, muy disimuladamente, Lily arrancó varios de los vellos de las letumvitas, y las guardó en un frasco. Una sonrisa algo maligna cruzó el rostro de Lily.
Las últimas semanas de septiembre pasaron en un abrir y cerrar de ojos, el entusiasmo crecía conforme le primer salida a Hogsmeade se acercaba. El frío ya comenzaba a sentirse, especialmente durante las noches, en las cuales la gente se apiñaba para encontrar el mejor lugar frente al fuego. Las tradicionales calabazas gigantes de Hogwarts asomaban ya por la tierra, creciendo a una rapidez tan grande que, los que no supieran de la existencia del paraguas color rosa que Hagrid cuidaba tan celosamente, pensarían que la tierra era increíblemente fértil y las lluvias increíblemente buenas.
James, Sirius, Remus, y Peter estaban continuamente recorriendo el castillo en busca de cualquier pasadizo que se haya resistido a aparecer en cierto mapa que ellos poseían. Hasta el momento todo estaba en perfecto orden. Ese mapa era su orgullo, porque no era un mapa común y corriente, era un mapa que mostraba todo el castillo, junto con sus habitantes. Era el resultado de un hechizo que había salido mal en un principio, pero al final valió la pena; porque ahora Hogsmeade estaba sólo a la vuelta de la esquina, los dos extremos del castillo estaban más cerca que nunca, y la capacidad para hacer bromas había superado expectativas inimaginables. Ellos también estaban emocionados por la salida a Hogsmeade, aunque no tanto como los demás.
–¡James! –una chica de Gryffindor, de séptimo curso, alta, excelente cuerpo y, cabello y ojos negros se acercó a James. La chica rara vez se juntaba con gente de su casa, chicas por lo menos, y a pesar de que compartía dormitorio con Lily, Sam, Lara, y Mandy, nunca estaba con ellas. Su grupo de amigas radicaba más bien en Slytherin.
–Abby¿cómo estas hermosa?
Abigayle sonrió y tomó una de las manos de James, era una chica extremadamente coqueta y guapa. La seguridad que tenía era impresionante, y ella y James ya habían salido varias veces en los años anteriores. Nunca fue nada serio, ya que ninguno de los dos se llevaba bien con la palabra "compromiso". Su relación era más bien para pasar buen rato.
–Excelente, pero estaré mejor si vamos juntos a Hogsmeade.
–Lo que sea por que estés lo mejor posible –James sonrió y la tomó por la cadera.
–Ehem me encanta que ustedes dos se lleven tan bien –dijo Sirius poniéndose entre James y Abigayle–, pero no es bueno para su reputación que los vean en el pasillo juntos. James, la gente pensaría que estas empezando a salir con la misma chica más de una vez… no, nada bueno, nada bueno.
Abigayle arqueó las cejas y le sonrió a James pícaramente.
–Pues a mí en lo personal no me importaría dañar mi reputación mientras sea con una belleza como Abby –declaró James acercándose más a su cita–, además, yo por lo menos tengo cita para Hogsmeade; tú, amigo, no tienes. Me parece que estás perdiendo tu toque.
–Eso es porque me estoy reservando para la mejor de todas.
–¿Y quién es? Si se puede saber –preguntó Abigayle.
–Eso, todavía no lo sé, pero la encontraré a tiempo–agregó cuando vio las caras de burla en James y Abby–. Se los aseguro.
–Otra cosa en la que estás perdiendo toque –dijo James moviendo la cabeza de lado a lado con expresión de supuesta seria preocupación–, excusas. ¿Sabes? Solías ser muy bueno inventándotelas, aunque nunca tan bueno como para engañar a McGonagall…
–Cállate.
–Ardido –dijo James tomando a Abby del brazo y dirigiéndose junto con ella a la salida de la Sala Común.
Era viernes, y al día siguiente por fin los estudiantes podrían ir a la esperada salida a Hogsmeade. Lily se encontraba en el Gran Comedor. Todavía quedaban dos horas de clase, ambas Pociones; ¡Dios! Como odiaba Pociones ahora. Pero esa era la última clase en mucho tiempo en que tendría que trabajar con Potter, pues esa clase se tendrían que entregar los reportes escritos, que sería la calificación del mes. Y la poción se entregaría al final del año, pues eran muy complicadas, y la mayoría no podrían ser terminadas hasta dentro de cinco meses por lo menos. Por fin parte de su tormento terminaba.
–¡Queridos alumnos! –la voz de Dumbledore se oyó por encima de los murmullos de la gente, quien de inmediato comenzaron a callar–, los profesores y yo lo hemos pensado, y hemos decidido tener un baile de Halloween.
Murmullos de chicas excitadas y de chicos resignados a pasar vergüenzas otra vez, se escucharon por todo el comedor. Lily suspiró. Sabía lo que venía. Sus pensamientos comenzaron a girar en torno a lo que sucedía cada vez que había bailes en la escuela: chicos pidiéndole que fuera al baile con ella, todas las veces terminando en incómodas situaciones en las que el chico se iba decepcionado y Lily apenada.
–Lily, por lo menos a ti todos los chicos te adoran –le dijo Lara leyéndole el pensamiento.
–Uno, no todos los chicos me adoran; y dos, con gusto nos intercambiamos durante el baile, es realmente horrible Mandy–le dijo Lily–. Odio esos bailes, de verdad.
Antes de que Mandy pudiera decir nada, Dumbledore se aclaró la garganta y continuó hablando.
–Como la mayoría de ustedes saben, sólo se le permite la entrada a los estudiantes de cuarto en adelante, a menos que los de primero, segundo, o tercero tengan un acompañante mayor. Se requerirá el uso de las túnicas de gala, para todos los que deseen no pasar una horrible vergüenza. Eso es todo –Dumbledore tomó asiento y los murmullos recomenzaron.
–Vamos, tenemos Pociones dobles ahora –Mandy se levantó de la silla y esperó parada a que Lily terminara su espagueti. Luego juntas se encaminaron a las mazmorras, encontrándose en el camino con Lara y Sam.
Al día siguiente, Lily, Lara, Mandy y Sam se encontraban en camino a Hogsmeade. Mandy se encontraría con su novio en Las Tres Escobas a las dos de la tarde, así que las cuatro aprovecharon para hacer sus tradicionales paradas a Honeydukes, a la Casa de los Gritos, a Zonko (una tienda de artículos de broma que acababa de abrirse), y finalmente a las Tres Escobas; donde Mandy se separó de ellas y se dirigió hacia Anthony Roden, un guapo chico, extremadamente alto, de pelo castaño claro y ojos color miel.
Las tres decidieron sentarse a pedir unas cervezas de mantequilla y algunos bocadillos.
Lily vio que la puerta de entrada se abría y que por ella entraban James y Abigayle. Le dio un codazo a Sam, quien la volteó a ver interrogativamente. Lily señaló a James y a Abby con la cabeza, con lo cual Sam abrió la boca y luego asintió en señal de entendimiento.
–Lara, necesitamos que nos hagas un favor –dijo Sam.
–Lo que sea.
–Cuando Potter ordene su bebida, hecha el contenido de este frasco en ella –Lily le enseño el frasquito donde se encontraban los cuatro vellos de letumvita que Lily había recogido–. Sólo acércate a él o algo así.
–!Qué? –exclamó Lara como si lo que le acabaran de pedir hubiera sido desnudarse ahí mismo– ¡No! Ese problemita tuyo con James ya me está hartando ¿sabes? No me metas en esto Lily; y Sam, tú tampoco deberías de estarla ayudando.
–Pero si te llamó incompetente, igual a Mandy y Sam.
–Madura Lily, es obvio que sólo lo dijo para fastidiarte. Además ¿qué demonios importa lo que él diga?
–Por favor Lara –suplicó Sam, pero la chica fue firme y no dio su brazo a torcer.
–Lo siento chicas, pero no voy a estar comprando pleitos que no me corresponden –dejó tres galeones sobre la mesa–. Discúlpenme por favor, pero mejor me voy, porque no quiero ver la escenita que están a punto de montar, ni quiero que James se enoje conmigo pensando que las ayudé con otodo esto.
–Sólo lo dices porque te gusta su mejor amigo –le espetó Sam. Lara no respondió y salió por la puerta dejando a sus dos amigas boquiabiertas.
–Y ahora qué?
–Pues que lo haremos sin ella –dijo Lily totalmente convencida.
–Muy bien, pero ¿cómo?
–Ve a la cocina y dile a Madame Cella que no hay papel higiénico en el baño de mujeres. Hazlo cuando ella esté por llevarles las bebidas a James y a su novieciya. Mientras, yo se las echaré –sentenció Lily con una sonrisa y agitando el frasquito frente a la cara de Sam.
–De acuerdo.
Ambas se levantaron de sus sillas. Lily se dirigió a la barra y comenzó a juguetear con una pulsera de oro que tenía en la muñeca. En tanto que Sam hacía la parte que le correspondía. Lily le echó los vellos a la bebida de James justo antes de que Madame Cella regresara a la barra. Sam la seguí varios metros atrás.
–¿Listo? –preguntó Sam emocionada.
–Listo. Ahora salgamos de aquí antes de que empiece a apestar –pasaron junto a la mesa de Mandy, quien las miró extrañada.
–Adiós Mandy, Anthony. Los veremos en el castillo. Tápense la nariz.
–¿Por qué lo…?
–Ya verás, adiós –y salieron por la puerta.
Ambas se desternillaban de risa. Imaginaban la escena que seguramente estaría teniendo lugar en ese momento en Las Tres Escobas. Pronto llegaron a la sala común. Lara estaba sentada en uno de los sillones frente al fuego, leyendo. Levantó los ojos en cuanto entraron y les lanzó una mirada fría, luego siguió leyendo.
Como la salida a Hogsmeade terminaba a las seis de la tarde y apenas eran las tres y media, el colegio estaba relativamente vacío. Pero ni Lily ni Sam podían esperar a que Mandy regresara con las noticias acerca del oloroso asuntito de James. Cuál sería su sorpresa al ser la profesora McGonagall quien primero les habló de eso, aunque más bien a Lily. El caso es que la chica recibió una lechuza que traía un mensaje de la profesora, diciéndole que quería ver de inmediato en su depacho.
Lily bajó hasta el despacho de la subdirectora, y tocó la puerta bastante nerviosa.
–Pase.
–¿En qué puedo ayudarla, profesora?
–Cierra la puerta y siéntate, Evans –demandó la profesora McGonagall acomodándose las gafas. Lily hizo lo que se le pedía, definitivamente no iba a ser bueno.
–Me han llegado noticias desde Hogsmeade. Estas noticias me dicen que usted aprovechó un descuido de Madame Cella para manipular la bebida de uno de los estudiantes.
Lily abrió los ojos desmesuradamente. ¿Quién la había visto?
–¡No te hagas la sorprendida Evans! Todo lo que se sirve ahí tiene un hechizo que lo hace silbar fuertemente cuando alguien le echa algo indebido.
–Pero profesora…
–¡No me interrumpa! El estudiante no la tomó, pero el olor de lo que sea que echó ahí impregnó el lugar de tal forma que Cella tuvo que cerrar.
–Disculpe profesora, pero¿qué le dice que fui yo?
–Pues que Cella la vio a usted cerca de las bebidas, y otra señora también. De hecho, la vio sacar un frasco y verter algo en la copa –explicó McGonagall–. Estará castigada indefinidamente; además esto le cuesta cincuenta puntos a Gryffindor.
–Por favor profesora, lo siento mucho.
–No es cierto –la cortó–. Y ya que tanto le gusta jugar con la comida de la gente, ayudará a los elfos en las cocinas. Y más le vale que Cella no tenga que cerrar por mucho tiempo, porque por cada día que lo tenga cerrado, serán tres días de castigo para usted, por lo menos.
–Sí, profesora.
–Pero es que ¿cómo se le ocurre? Usted siempre tan estudiosa y trabajadora Lily. Nunca lo hubiera pensado de usted. Ya puede retirarse –dijo señalando la puerta.
Lily salió muy avergonzada, no por lo que había hecho, ni mucho menos. Más bien porque rara vez era ella a quien castigaban. En cuanto llegó a la sala común Sam y Mandy la rodearon. La primera para preguntarle que quería McGonagall, y la segunda para llenarle con los detalles del desastre ocasionado en Las Tres Escobas. En cuanto Lily les dijo que había perdido cincuenta puntos para Gryffindor. Sus dos amigas chasquearon la boca y comenzaron a decir lo injusta que había sido McGonagall; y que no era para tanto, que no se había muerto nadie. Sin embargo Lara, quién había estado escuchando desde el otro extremo del sillón, no pareció ni remotamente sorprendida.
–Pues yo pienso que te lo mereces Lily. Madame Cella va a perder mucha clientela por tu culpa –le dijo con ojos fríos.
–¿Y a ti que te picó?
–Nada, Lily ¡Pero no me parece justo que la demás gente pague por tus idioteces!
–Definitivamente eras más divertida cuando no eras tan cumple-normas –le dijo Lily–. De un tiempo a acá has estado demasiado… rara.
Lara le lanzó una mirada cargada de furia y se fue al Gran Comedor esperando poder comer algo. Mientras, las tres chicas restantes comentaban y re-comentaban de lo mismo: Las Tres Escobas.
–Y ya que no conseguiste vengarte de Potter ¿qué vas a hacer? –preguntó Mandy.
–No lo sé, creo que lo mejor es olvidarse de ello por un tiempo. Y en parte Lara tiene razón, no se supone que el local era lo que iba a terminar oliendo, sino Potter –añadió Lily reflexiva.
–Eso sí¡aunque te la hubieras pasado de perlas ahí Lily! –rió Mandy–, Potter casi se cae de un infarto por el susto que le metió la bebida silbante.
–¿Qué dijo Abby? –preguntó Sam.
–Nada, se mostró muy comprensiva con James. Extraño, porque usualmente ella no muestra amor por nadie, pero bueno, es de comprender, son amigos desde hace mucho tiempo –dijo Mandy sin darle importancia.
–Por Dios Mandy –Lily alzó los aojos al cielo–, sabes perfectamente que Potter no podría tener sólo amistad con ninguna chica, él para lo único que las quiere es para meterlas en la…
–Dejemos ese tema para otra ocasión Lily. Estoy intentando hacer la digestión –dijo Sam fingiendo arcadas. Las chicas comenzaron a reír mientras subían las escaleras a su dormitorio. La gente empezaba a llegar y preferían seguir el tema con más privacidad.
Era lunes, y primer día en que Lily iba a comenzar su castigo. Así que una vez terminadas las clases se dirigió a las cocinas, donde la esperaba la profesora McGonagall. A su lado había un elfo que parecía encantado de verlas ahí a ambas. Lily miraba maravillada, nunca en su vida se había imaginado que hubiera tantos elfos en un mismo lugar. Todos estaban ocupados haciendo algo, no había mugre por ningún lado, casi. En ese momento había varios platos sucios encima de las cuatro mesas en la estancia. Varios elfos se encargaban de limpiarlos con varitas; otros se aseguraban de que aquellos platos hubieran sido limpiados correctamente, y unos más aparecían y desaparecían con ropa sucia y ropa limpia.
–Harás todo lo que Lonwy te diga que hagas. Él se encargará de supervisarte Evans, y harás todo sin magia. –le ordenó la profesora McGonagall señalando a Lonwy–. Terminas a las 6:00.
–¡A las 6:00! –exclamó Lily mirando su reloj–. ¡Pero si faltan tres horas y media!
–Exactamente – acordó McGonagall–, porque me parece que una de tus tareas será ayudar a preparar la cena, que se servirá a las 6:00 como siempre. Después de eso, podrás ir al Gran Comedor y disfrutar de lo que preparaste Evans.
–Por aquí señorita –Lonwy hizo una reverencia a Lily y le indicó que la siguiera.
–¿Qué tengo que hacer?
–Por favor señorita, ayúdeme a lavar estos platos –pidió Lonwy ruborizándose terriblemente, como si el echo de que él mandara a un ser humano le resultase muy vergonzoso.
Lily hizo una mueca y comenzó a fregar el plato que tenía enfrente, y luego otro, y otro y otro. En su mente juraba a sí misma que se iba a volver vegetariana. La carne dura que la gente se sacaba de la boca para no comerla estaba incrustada en uno de los platos.
Listo! Ya, muchas gracias a mis reviews, en serio. Y ya arreglé unos problemitas del primer capítulo. El me cambia el formato de algunas cosas :S como signos de interrogación y así, es horrible! No lo puedo arreglar! por favor, si alguien sabe como por favor que me ayude. Lo que me pasa es que si hay un signo de admiración y otro de interrogacion, me elimina algunos. Así que mil disculpas por la mala presentación que ocasiona, por ejemplo en la frase de: que, obsesion por potter (al principio casi) el formato es totalmente diferente, y me lo cambia. Y en los espacios de tiempo, no se como representarlos porque no me deja hacer doble espacio, ni poner signos en medio de la pag ni nada...
LilyChan: Muchas gracias! De verdad, me sentí muy emocionada al recibir tu review, ojalá que lo sigas leyendo. En cuanto a Lily, risa malvada ya obtuvo parte de su merecido, y le falta más, jeje.
SaraMeliss: Lo del Porque'Porque o como sea ya te lo expliqué, es lo del pero ya cambie el formato, haber si así funciona. Aprecio mucho tu opinión, gracias por darte el tiempo de leer el fic.
Myca: Gracias, ojalá lo hayas disfrutado.
Besos
Paulina Gryffindor
