1- Fin de un mal sueño
A las once de la mañana dentro de un hospital, Ranma aún se seguía recuperando de sus heridas que tuvo hacía ya un año cuando sufrió su accidente; ni siquiera sus familiares se acercaron a saber de él ya que Genma, su padre, escondió tan bien el secreto que le creyeron. Por las noches una joven de cabello blanco y ojos azules debido a una condición de albinismo entraba en la habitación de Ranma sólo para tocar el violín o leerle algún libro de poemas para mantener su cerebro activo, por esas fechas el ambiente de Halloween se sentía en el aire, a pesar de estar a poco menos de dos semanas, y la chica lo sabía perfectamente, mientras que el joven chico seguía dormido bajo los efectos de fármacos aunque, para su fortuna y breve momento, abrió sus ojos observando todo el lugar.
—Llamaré a la enfermera— dijo la albina musitando.
Con suaves pasos de sus tacones de baja plataforma salió al pasillo en dónde pudiere encontrar a una enfermera, cuando regresó con la enfermera una hora y media después, Ranma parecía lúcido como si no le hubiera pasado absolutamente nada sin embargo, y debido a la gravedad de la lesión cerebral y el trauma craneoencefálico tan severo que recibió que inclusive los doctores le daban por muerto.
—Le haremos un par de estudios más y lo dejaremos ir— informó la enfermera—al parecer él resistió toda su recuperación pero no sabemos si recuperará sus funciones motoras.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿cómo llegué aquí?— preguntó continuamente el pelinegro—¿quiénes son ustedes?
—¿Es normal que se comporte así?
—Señorita Arisaka, luego de un trauma craneoencefálico es posible que haya amnesia retrógrada, es decir que no recuerde nada antes del accidente. Sólo dele paciencia, es posible que la amnesia le dure un par de días, quizá semanas o meses pero no es para siempre.
La señorita Arisaka se sentó en el sillón junto a la pared blanca de la habitación de recuperación observando a Ranma, en un pasado ella estaba en la misma situación a excepción de que ella no perdió la memoria pero sí perdió una parte importante de su vida: sus padres.
Entendía la situación por la que Ranma pasaba y estaba dispuesta a ayudarlo como fuera posible; le habían robado la primavera, le robaron ver un amanecer o un atardecer junto a sus padres.
—¿Puedes leer ese libro?— preguntó Ranma rompiendo su silencio señalando el libro de poesía.
—Oye mis canciones. Oye mis palabras. Para ti son. Desde lo más hondo cantan. El corazón late enellas, "la pluma es lenguadel alma".Todas para tinacieron,yo te las ofrezco para que te acompañen, si estás sola y cansada. Óyelas .Será su premio. Cántalas.— recitó la chica con calma y un tono musicalizado—la verdad es que yo te lo empecé a leer desde que te internaron.
—¿En serio?
El de la trenza se acomodó para verla mejor.
—Así es— ella dejó el libro sobre la mesita de noche—ese accidente te robó la primavera, el verano de este año y la navidad del año pasado.
—¿Cómo te llamas?— preguntó Ranma con cierta desconfianza.
—Me llamo Shinobu, Shinobu Arisaka ¿y tú?
—Ranma... Ranma ¿qué era?— el muchacho trató de recordar su pasado pero fue en vano—sólo llámame Ranma, no recuerdo mucho... sólo mi nombre y ya.
(...)
Dos días pasaron volando cuando por fin le dieron el alta médico a Ranma que estando más tranquilo trataría de buscar tener una cierta independenciade la familia que le acogerá, Shinobu se acercó a un auto de color negro junto a Ranma que en todo el trayecto se había quedado en silencio. Todo lo que veía era nuevo y diferente, pero antes de que pudiera entrar al auto, empezó a caer la lluvia Ranma cuando entró al auto y se vio en el espejo retrovisor, se quedó sorprendido
Frente a él, o mejor dicho, ella era una chica pelirroja y de ojos azules; pero su reacción fue más de curiosidad que de terror, se vio fijamente y no entendió cómo pudo pero tuvo una idea de qué pudo haber pasado.
—El agua fría — murmuró Ranma —si con el agua fría me convierto en chica... ¿qué pasaría si utilizo el agua caliente?
—Hmmm... vaya, veo que eres bastante inteligente
Ranma sonrió levemente y se colocó un abrigo de color marrón, esa peculiar condición de convertirse en mujer cada que toca el agua fría era sin duda algo que le hacía único; durante un par de horas la albina condujo apreciendo el paisaje nublado que se presentabaen la orilla de la carretera. El sueño le ganó a la chica pelirroja mientras que la albina continuaba su trayecto hasta divisar, en medio de la neblina que se comenzaba a disipar, una gran casa de estilo japonés con un enorme patio en la mitad.
Shinobu entró con el auto al gran patio de la mansión siendo recibida por un mayordomo de esta, Ranma despertó y corrió bajo la lluvia hasta uno de los corredores de la casa. Shinobu le siguió y abrió una puerta corrediza la cual desemboca en el comedor junto a unas escaleras y al fondo está la cocina.
—Qué lugar tan grande — habló Ranma entrando a la casa —ya empezó a hacer frío.
—De acuerdo, mi abuelo vendrá en un par de días ya que está fuera del país — respondió la de cabello blanco.
Casi sin el uso de palabras los dos parecían comunicarse, una media hora después el recién salido del hospital subió a darse una ducha con agua caliente para comprobar su teoría y efectivamente la pelirroja desapareció reapareciendo el muchacho pelinegro y fortachón musculoso.
—Ranma te dejé ropa ahí — llamó Shinobu desde abajo —luego ven a comer.
—Enseguida bajo
Habiéndose vestido con la ropa que le dejó Shinobu allí la cual constaba de una camiseta roja y un pantalón deportivo negro que intentaba asemejarse a su estilo antes de que haya perdido la memoria, Ranma se acercó al comedor para detallar mejor a la chica que le había brindado abrigo y posada en su propia casa, estaba agradecido con ello y en su mirada y actitudes se notaba. Shinobu sirvió un plato de tallarines con arroz, un poco de pescado a la plancha y papas fritas al lado para acompañar la comida que había hecho, cuando Ranma dio el primer bocado no le disgustó ni tampoco fue que le gustó del todo, pero aun así era muchísimo mejor que cualquier cosa, el sabor de los tallarines era agradable con un toque de sal de más pero casi imperceptible, el pescado en su punto y jugoso, el arroz bastante suelto.
—Ahora en la noche practicaré algo de taekwondo, un arte marcial — mencionó Shinobu —¿te gustaría acompañarme?
—Pues sí... No tengo nada mejor que hacer — murmuró el pelinegro.
Shinobu terminó de comer tras un par de minutos en completo silencio, ella sentía una gran paz como cuando su hermano menor estaba vivo y al mismo tiempo en el momento que observó los ojos de Ranma chica no entendió bien sus sentimientos hacia las mujeres en ese momento.
2- el nuevo administrador de la pensión
Shinobu se colocó su Dobok y Ranma comenzó a estirar en medio de todas las máquinas de ejercicio entre las que destacaban pesas, elípticas y demás aparatos para mantener su salud fisica estable. Ranma se colocó en pose de batalla sin la menor idea de cómo su cuerpo recordaba aquello, era un milagro que pudiera caminar dado que también su columna recibió cierto daño.
Inmediatamente la chica pateó el aire y Ranma le bloqueó el golpe, el joven sólo atinó a sonreír nervioso y Shinobu atacó nuevamente a su amigo con una combinación de patadas aéreas que Ranma parecía estar bloqueando tranquilamente.
Sí que se notaba una extraña mirada en el rostro de Ranma a quien le costaba entender por qué se movía de esa manera, no había recuerdos y mucho menos rostros, nombres o fechas importantes. Sin más que tiempo por perder, Ranma atacó a Shinobu con una patada que con cierta facilidad la albina le bloqueó fácilmente.
—Creo que es suficiente por hoy — Shinobu se sentó en la máquina de pesas.
—Creo que sí.
—Por cierto — la chica se recosto en el aparato —mi abuelo tiene una pensión en Nerima y una tienda de variedades, si gustas puedes trabajar allí y ganar un poco de dinero.
—¿Nerima? Hmmm... bueno, espero que ese lugar sea algo tranquilo— murmuró Ranma—aunque talvez debería recuperarme por completo, todavía me duele la espalda y la cabeza.
—¡Casi lo olvido!— ella se paró como un resorte—¡tu medicina!
El pelinegro simplemente se encogió de hombros, claro estaba que sus dolores físicos aún no se calmarían sin medicinas por más quequisiera y deseara. Shinobu fue junto a Ranma a la cocina en donde tenía guardadas las pastillas que el doctor recetó y que estipuló que debieran tomarse cada doce horas.
La lluvia se intensificó notablemente y caía con fuerza en esa zona rural de Tokio, ya pasando las nueve de la noche empezó Ranma a sentir sueño, Shinobu lo guió a la habitación en donde se quedaría; Shinobu abrió una puerta de madera con una llave la que conducía a un cuarto bastante varonil, con un baño y una cama bastante amplia, un escritorio y hasta una televisión de pantalla plana colgado en la pared.
Ranma a lo que se acercó fue a unas fotos en donde Shinobu estaba junto a un muchacho de cabello negro corto y ojos marrones protegidos por unos lentes, él la miró y sintió estar ocupando un lugar que no le correspondía.
—No quiero dormir aquí — Ranma tomó la foto —no es justo para él.
—Él era mi hermano — musitó Shinobu con un nudo en la garganta —murió junto a mis padres cuando regresaban de la playa, lastimosamente no pude ir porque me habían operado antes de una lesión en la pierna y era incapaz de caminar. Tampoco me gusta la playa.
—No me parece lo más oportuno, Shinobu — Ranma se mantuvo firme —entiende que no quiero reemplazarlo.
—No pretendo pedirte que lo reemplaces — la joven lo miró —sólo hice algo que me parecía correcto, tranquilo...
Ranma sólo se encogió de hombros y Shinobu le devolvió una sonrisa amarga demostrando sus sentimientos de nostalgia y melancolía que le transmitía; él simplemente se acomodó en la cama mientras observaba todo como si no le perteneciera, como si estuviera fuera de lugar o en un sitio ajeno; Shinobu colocó las mantas sobre el cuerpo de Ranma para abrigarle ya que era notable que el frío se colaba por cualquier rendija o agujero que hubiera, luego cerró la ventana y apagó la luz.
—Ranma — llamó Shinobu —estate tranquilo que no te va a pasar nada.
El muchacho esbozó una sonrisa tranquila y bastante cálida, la señorita Arisaka cerró la puerta dejando a Ranma abrigado y listo para descansar un poco esa noche gracias al arrullo de la lluvia que a muchas personas les ayuda a conciliar el sueño.
(...)
Al día siguiente Shinobu habló por teléfono con su abuelo que seguía en Estados Unidos y se enteró que se quedaría una semana más dado a que el mal clima en Nueva York le impedía abordar un vuelo. Ranma seguía sentado en el corredor viendo la llovizna que caía suavemente sobre el patio apaciguando su mente y su corazón.
—Ranma hablé con mi abuelo — dijo la señorita Arisaka —aceptó que te puedes quedar en el hostal, tendrás un 20% de las rentas de los apartamentos.
—¿Dices que es en Nerima? — indagó el pelinegro tomándose un té —qué dulce — halagó él.
—Sí es allá, es un sitio pequeño pero acogedor — la peliblanca se sentó junto a él —gracias.
—Gracias — Ranma le sonrió levemente.
—Iremos al hostal al mediodía — comentó la muchacha.
El muchacho sonrió mientras asentía, a pesar del frío del otoño que llegaba poco a poco a su final esa relación extraña de hermandad que sentían los dos chicos que empezaban a construir con la base de la amnesia que Ranma había empezado a sufrir.
Tan siquiera un año atrás eran un completos desconocidos y ahora mismo se hallaban bebiendo té en medio de un frío otoño que se sentía en ese instante, Ranma se zarandeó de frío y Shinobu inmediatamente le trajo un abrigo que pertenecía a su hermano fallecido, a pesar de que él se siguiera sintiendo fuera de lugar con esa ropa, con la chica se sentía cómodo.
(...)
Al mediodía, Shinobu condujo a Ranma a Nerima pasaron al lado de Akane Tendo que regresaba de su escuela y a pesar de no reconocer el auto negro de marca alemana, BMW, quiso seguirlo si no fuera porque Shampoo la detuvo antes de que la menor de las Tendo haya dado un sólo paso.
La amazona fulminaba con la mirada a Akane, fácilmente podría iniciarse una pelea entre ambas y las ganas no le faltaban a la china, Shampoo dio un paso al frente y miró con el ceño fruncido a Akane mas no obtuvo alguna respuesta.
—Akane — bramó Shampoo —¿en dónde está Ranma?
—Ya te dije — replicó Akane —el tío Genma nos dijo que había decidido ir a hacer un entrenamiento especial, eso es todo.
—No mientas — respondió la peli azul enfadada.
En el hostal que estaba a unos cuantos metros el BMW de Shinobu se detuvo y de él se bajaron ella y Ranma. Las vueltas que da la vida. Shampoo quedó sorprendida de volver a ver a Ranma y apresuró su carrera para ir a saludarle, pero antes de que pudieran poner ella y Akane un sólo pie dentro de la posada Shinobu las detuvo.
—¿Uh? Ah ustedes deben ser las chicas que la señora Saotome que está hospedada aquí busca — informó Shinobu —además escuché que alguna de ustedes busca un alojamiento.
—Esa soy yo — dijeron al unísono Akane y Shampoo.
—Escuchen, no hay alojamiento... sólo queda una habitación y es la que usará Ranma — la albina las miró frívola.
—¿Dijiste Ranma? — indagó Shampoo.
—¿Qué le hiciste, bruja?
—Cuidarlo, ¿qué más? — respondió con simpleza —Ranma sufrió un accidente. Les pido de la manera más atenta que se retiren antes de que este bochornoso espectáculo pase a mayores.
Akane y en especial Shampoo quedaron estupefactas, la peli azul caminó hacia atrás mientras la Tendo no decía palabra alguna, esta vez Shampoo quería ganarse el corazón de Ranma sin trucos de magia, ni mucho menos artimañas cuanto menos de dudosa moralidad.
"¿Ranma sufrió un accidente?"
Eran las preguntas que reiteraba Shampoo en su mente, Akane corrió velozmente hacia el dojo bajo la antena mirada de Shinobu. Cuando dobló en una esquina para tomar la calle rumbo a su casa fue interceptada por Shinobu, sujetándola del brazo con el cinturón de su Dobok de taekwondo.
—Nadie está listo para hablar de esto — Shinobu habló seria —nada de esto saldrá de las tres.
3- La extraña calidez
Olvidándose de la riña que se suscitó en las afueras del hostal Ranma continuó su andar, tomó las llaves de la habitación número uno y abrió la puerta hallando un lugar acogedor de paredes blancas adornada con una estantería llena de libros entre los que destacaban varios de Edgar Allan Poe, H.P Lovecraft y demás autores de género de terror. Sobre un armario de gavetas, colocado recostado sobre la pared reposaba un televisor negro de mediano grosor, una ventana que estaba al lado opuesto de la cama que reposaba a unos centímetros de la pared blanca y el interruptor de la electricidad a un bombillo de neón de luz blanca, sobre un escritorio de madera de roble yacía un horno microondas y poco más para que una persona pueda sobrevivir.
—Shinobu — llamó Ranma desde dentro —aquí falta una cocina.
—Está en el área común — respondió la albina en recepción.
A Ranma no le quedó otra que ir a dónde le indicaba Shinobu, cuando llegó allí deslizó su mirada entre cada uno de los inquilinos y es que había de todas partes de Tokio e incluso foráneos que habían llegado a la ciudad en busca de oportunidades. El área común era un lugar con un techo de paneles de cristal que cuando llovía o nevaba se , con un comedor en el que la mayoría de huéspedes iban a desayunar, almorzar o cenar o simplemente a compartir en compañía de sus vecinos. Ranma se sentó, pues, confundido estaba por el espectáculo tan bochornoso que se suscitó entre esas dos desconocidas y Shinobu, así vio y detalló a cada uno de los inquilinos cada cual mas curioso que el anterior.
Fijamente su mirada se posó sobre un hombre de una edad mediana que estaba dictando clases virtuales mediante una herramienta digital, estaba elegantemente vestido con esmoquin marino, corbata roja y zapatos de vestir negros; el muchacho nuevo administrador de la posada coincidía que todos tenían una historia para contar. Ranma se colocó de pie y colocó su mirada, en una despampanante mujer que no superaba los veinticinco años, que tratando de hacer la limpieza de su apartamento, el número quince, le lanzó el residuo que queda tras pasar la escoba por el suelo a un pobre muchacho que llegaba cansado de trabajar.
—A un lado— habló una voz delgada delante de Ranma pero igualmente chocaron—disculpa, es que apenas he tenido tiempo.
—No te preocupes— le respondió—, me llamo Ranma.
—¿Uh? tú debes ser el nuevo administrador de la pensión— la joven sonrió alegremente quitándose un rebelde mechón de su rostro —me llamo Kyoko Nakamura— se presentó mientras recogía sus útiles escolares. Tengo otro examen de admisión, espero poder ganarlo.
Kyoko entonces se marchó sin decir más nada y sin siquiera enterarse de que la papeleta que debería utilizar al momento de presentar su examen se había caído, Ranma corrió a todo lo que daban sus piernas que apenas estaban recuperándose del trajín que significó su accidente, la hizo detener su caminata justo antes de llegar a la salida, al fondo del pasillo que comunicaba al área común. En su afán, Kyoko Nakamura había olvidado lo más importante para cualquier aspirante a ingresar a una universidad de renombre y prestigio.
—Espera— llamó el muchacho—olvidaste esto— le entregó la tarjeta a Kyoko.
—Cielos— exclamó—gracias, Ranma. Voy apurada.
Reposada sobre la pared del edificio yacía allí, quieta e inmóvil, una bicicleta que la joven Nakamura usa para viajar en la ciudad. La tomó, se subió en ella y comenzó su travesía rumbo a un futuro mejor, Ranma regresó a lo suyo junto a Shinobu que explicaba con pelos y señales los quehaceres dentro de su nuevo oficio. Le indicó en qué lugar guardaban las copias de las llaves, qué día recaudar la renta y además de las cámaras de seguridad; habiendo llegado las tres de la tarde Ranma se encontraba tranquilo vigilando el lugar hasta que, por la puerta vio entrar a Kyoko con una expresión devastada.
—¿Cómo te fue en tu prueba?
—Mal— masculló la joven—tuve que pedir un lápiz prestado, y fui la última en acabarlo... los resultados me llegan por correo electrónico mañana.
—Te va a ir bien— respondió Ranma—por cierto ¿viste a las muchachas que estaban peleando con Shinobu?
—Una de ellas se llama Shampoo o algo así, tiene un restaurante no muy lejos de allí— Kyoko se sentó en un sillón—la otra es Akane Tendo, me he topado varias veces con ella y es agradable.
—Bueno, tal vez en la noche iré a traer algo de comer— comentó el pelinegro.
—Por cierto, olvidaba algo— la chica sacó de su maleta una invitación—esto lo hizo el profesor Takahashi, él da clases de diseño gráfico en la universidad a la que quiero ir, también es abogado pero como su auto se descompuso no pudo ir hoy. Es una fiesta de disfraces en Halloween.
—Cuenta con mi presencia— le dijo Ranma.
La jornada continuócon normalidad hasta que dieron las siete de la noche, Ranma salió en medio de una suave lluvia, por consiguiente, cambiando a su forma de chica pelirroja. Observó el café del gato desde afuera, más que nada su fachada, y luego por la ventana vio a Shampoo ayudar a una anciana de baja estatura en la preparación de la comida. Una sensación de nostalgia le invadió mas eso no era algo que le hiciera sentir que la conociera, era una perfecta desconocida para un nuevo Ranma cuya memoria del pasado ha sido borrada en un infortunado accidente de tráfico.
Cruzó el umbral de la puerta haciendo detener a las dos mujeres sus actividades, Cologne la observó entrar al restaurante como si fuera un lugar ajeno a su conocimiento, la pelirroja se sentó en una mesa esperando a que le atendiera, Shampoo notó a Ranma estar allí sin decir mucho totalmente opuesto al que conoció que era bastante alborotado en cualquier lugar que estuviera.
—¿Me pueden traer la carta? — solicitó Ranma.
—C-claro — titubeó Shampoo —¿Eres Ranma? Te veo distinto.
—¿Cómo te llamas? ¿por qué conoces mi nombre? — la pelirroja se colocó a la defensiva.
—Oh... bueno verás la dueña del hostal me dijo tu nombre — la muchacha china se sentó —lamento si te hice sentir mal.
—No pasa nada... es que todo es confuso — murmuró —todos me conocen aquí y yo no conozco a nadie. Esa tal Akane Tendo o... Tú, entiende mi comportamiento ¿puedes?
—Tranquilo — Shampoo le sonrió.
Ranma la miró de forma calmada sintiendo en su interior una extraña calidez en esos ojos carmín tan peculiares que tenía la amazona, sólo decir que era amor a primera vista era una farsa, si pudiera decirlo. Ambos sin duda que tuvieron una conexión inmediata, una que sólo dos personas las cuales se conocen desde muy jóvenes pueden experimentar. La carta de los platillos le llegó al joven y observó varios que le llamaban la atención entre los que destacaban tallarines, ramen y demás platillos japoneses y chinos.
