Capítulo 3: Presentaciones
Bulma descendió por la rampa de la nave, analizando detenidamente el ambiente de tonos rojizos que inundaba Vegetasei, aún la embargaba un temblor extraño en su garganta, propio del nerviosismo que sentía, y a la vez, de la excitación tremenda de urdir la trama que acabaría con Freezer de una vez por todas. Tenía que utilizar ahora, más que nunca, su mayor don: 'su inteligencia'.. y ¿por qué no?. También su belleza... ¿Se acordaría el príncipe Vegeta de ella?. Fue hace tanto tiempo... ¿Cómo hubiera reaccionado él de haber sabido que Bulma se había quedado embarazada de él?. ¿Cómo hubiera reaccionado al saber que la niña había muerto sin saber siquiera quién era su padre?. Sin haber podido vivir con su propia madre... sóla y abandonada en un planeta purgado por Freezer. - Maldito. - Se permitió decir en alto, conteniéndose apenas por la mirada de desaprovación de Kiaras, su buena amiga.
Kiaras era de estatura pequeña, de apenas 1 metro de estatura, su pelo era gris y escaso. Su cuerpo verde, regordete, recordaba al de un enanito, sus orejas puntiagudas adornaban una faz redonda, afable, con ojos negros de mirada intensa. Realmente no era especialmente bella a la vista, pero compensaba su poca gracia, con una amabilidad y una personalidad encantadoramente considerada, a la par de una inteligencia asombrosa. Pero su mejor cualidad, con mucho: el poder mental que poseía. Era capaz de leer los pensamientos, de sostener conversaciones sólo telepáticas y de influir en las mentes de aquellos que tenían escasa voluntad. Tenía 100 años de edad, lo cual, en comparación con la especie humana, equivalía a unos 30 años.
Un saiyajin alto, musculoso, con el pelo encrespado, que aparentaba tener unos 35 años (por supuesto, tenía más edad, ya que los saiyajins envejecen más lentamente), le recibió con cordialidad fría. Su educación era esmerada aunque distante. - Bienvenida a Vegetasei. - A su lado, 2 hombres de estatura aún más elevada, hasta casi rozar el gigantismo, permanecían estáticos y en posición firme. - Mi nombre es Zorn. El Rey Vegeta tendrá gusto de recibir a la científico Bulma personalmente. - El corazón de Bulma comenzo a latir fuertemente. ¿La reconocería el Rey?. Apenas la había visto un instante cuando le aseguró a Freezer que era demasiado jóven para él, pero ¿qué pensaría si la reconocía?. ¿Le habría contado su hijo que al final destinaron a aquella niña al departamento de ciencia tras su intervención?.
- Estaré encantada de conocerle. - Contestó Bulma tratando de ocultar su nerviosismo.
- Sígame, por favor. - Asintió Zorn, leal consejero del Rey Vegeta y su mano derecha. - Estos dos soldados escoltarán al resto del equipo científico a sus habitaciones. -
Bulma intervino rápidamente. - Desearía que mi ayudante Kiaras acudiera a la audiencia Real, es un miembro importante en el equipo científico. - Zonr asintió apenas, de un modo inexpresivo aúnque cortés.
- "Kiaras, estate alerta, y trata de averiguar alguna información acerca de los pensamientos del Rey y de los saiyajins en general". - Indicó mentalmente Bulma.
- "De momento, el sondeo va de maravilla, querida amiga, los saiyajins no parecen demasiado encantados de recibir a los esbirros de Freezer en su planeta. Desconfían de nosotras. No parece que le tengan demasiada simpatía al lagarto, aunque le respetan y le temen.". - Contestó también en su mente Kiarás.
Bulma sonrió levemente. Aquellas noticias eran bastante interesantes, aunque por otro lado. ¿Cómo podrían ganarse la confianza de quienes no confiaban en ellas?.
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Bra despertó en una cama confortable, se incorporó aún aturdida, esta vez con lentitud, pero al acecho de cualquier amenaza. Sus ojos vagaron por la habitación oscura, divagando de un lado a otro con rapidez. Se trataba de un sótano con ventanas que dejaban entrever una luz rojiza, clara, aunque escasa. Protegiendo esas ventanas pequeñas, habían unos barrotes fuertes a prueba de saiyajins. Las dimensiones de la sala eran grandes, sobre unos 80 metros cuadrados diáfanos, interrumpidos por columnas fornidas, techo alto, de unos 3 metros, y por lo demás, el moviliario relucía por su inexistencia.
Sólo la cama, un armario rústico, una alfombra blanca peluda, un mueble con una silla, y un espejo. Bra se sintió atraida por aquellos muebles, y fragmentos minúsculos de su infancia borrada por aquel terrible trauma rondaron en su cerebro. Tocó la silla con curiosidad y miedo aún de romperla al tocarla, de hacer que se evaporase ese algo precioso que le recordó una vida antes de la masacre de sangre y muerte que sus ojos infantiles visualizaron un día. Pero lo que más la impresionó fue su visión en el espejo.
Dobló la cabeza observando el reflejo. Tocó su pelo largo y azul, ahora tan sedoso y desenredado. Ese reflejo era tan asombrosamente claro... Su mano se posó en aquella silueta imitativa sorprendiéndose de nuevo al notar que no era como cuando tocaba el agua, su reflejo permanecía allí sin enturbiarse. Recordó apenas como hacía muchos años atrás ella una vez se había mirado en un espejo. El mismo espejo que se rompió aquel día que su madre le gritó 'coorrrreeeeeeeeeeeeeeeeeee'. Apartó la mano del objeto como si le quemase.
¿Dónde estaba ella?. ¿Dónde estaba su hogar?. Tenía que huir de allí, no estaría segura en ese lugar, sólo estaría segura en su bosque, alejada de todo aquello. Abrió una puerta, que extrañamente no estaba cerrada y se encontró en un gran baño de unos 10 metros cuadrados. Había una gran bañera cuadrada, de unos 3 metros por cada lado. Otro espejo adormaba una decoración minimalista y austera. Bra evitó mirarse de nuevo en el espejo. Unas toallas permanecían colgadas en un extremo de la sala. Eran grandes, de color azul oscuro, suaves... tan suaves como el pelo de los zorros de su bosque.
Sus ojos divagaron nuevamente al espejo, y su curiosidad fue mayor que su miedo, cuando volvió a contemplarse. ¿Qué llevaba puesto?. Era un vestido blanco que cubría poco de su cuerpo. Sus senos estaban entallados y subidos provocativamente. Pero ella ni siquiera sabía lo que era eso. Su piel estaba blanca, inmaculadamente límpia, y toda ella olía a perfume. Como si se hubiera bañado en flores en lugar de en el río. En sus pies llevaba unas sandalias. Se sintió incómoda y se las quitó observando de nuevo sus pies delicados aunque encallecidos por su andar descalza. Se agachó intrigada. Sus uñas del pié estaban pintadas de color blanco. Las tocó extrañada, las raspó y comprobó que estaban llenas de algo blanco que olía fuerte. Su vista se fijó en un extraño mueble color blanco, con un agujero redondo. De nuevo un recuerdo minúsculo de instaló en su mente. Ella lo había utilizado alguna vez en su vida, para hacer pipí, pero no sabía su nombre. Bra sólo había podido relacionarse con el gorjeo de los pájaros, el gruñido de los animales salvajes, y los sonidos de la naturaleza, la lluvia, el viento, el agua del río, el fulgor de las montañas, el tronido de las tormentas, los lobos...
La puerta del sótano se abrió. Ella se escondió entre las sombras de la habitación. La figura de un hombre fornido de pelo negro semilargo, apareció de repente con una sonrisa maliciosa en sus labios.
- Hola pequeña salvaje... no te escondas... porque te encontraré... - Susurró provocativamente Broly.
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Bulma se arrodilló ante el Rey que la observaba como intrigado. - "Kiaras, ¿me ha reconocido?". -
- "No, pero siente que ha debido verte en alguna parte". -
- "El Rey Vegeta no ha cambiado en absoluto, está igual a como yo lo recordaba". -
- Freezer me solicitó que tuviera cuidado de su mejor científico. Se refirió a tí como la mejor de sus sirvientes. Espero que durante la estancia en Vegetasei ni tú, ni nadie de tu equipo me deis motivos para quejarme a Lord Freezer. Desde ahora os encomiendo, por vuestra propia seguridad no abandonar, bajo ningún concepto, el ala de trabajo que os ha sido asignada. Si desobedeceis esta orden será bajo vuestra responsabilidad, y quizás a coste de vuestra propia vida. No puedo tener cuidado de vuestra... seguridad... fuera de ese lugar que os he asignado. A la vez, confío en que las investigaciones no llevarán demasiado tiempo en ser concluidas. -
- Gracias por su hospitalidad gran Rey Vegeta. -
Zorn volvió a bajar hasta ellas tras la breve entrevista y las condujo al ala que le fue reservada dentro del propio palacio, aunque alejadas de las estancias reales.
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Bra saltó de entre las sombras y le clavó las uñas con un terrible zarpazo felino, rasgando la capa de Broly, pero este en un rapido movimiento la inmovilizó sosteniendola con sus brazos enormes. - Yo te enseñaré a comportarte ante tu amo y señor. - Gruñó él sintiendo aún una cierta excitación al notar como en su espalda brotaban gotas de sangre. Ella gruñía y bufaba como un gato salvaje revolviendose del fuerte agarre. Broly la comenzó a golpear brutalmente una y otra vez hasta que ella dejó de revolverse y se desplomó en el suelo jadeando, con su cuerpo contusionado y lleno de heridas por todas partes. El la cogió del cuello y la besó mientras que su cola comenzó a magrearla por debajo de la falda, frotando sus partes íntimas para excitarla.
- ¿Te gusta? Si eres buena te voy a dar un poco de lo que te gusta... -
Sin embargo, su respuesta fue contundente, pues cuando él volvió a besarla, ella le mordió la boca haciendo que un sabor metálico de sangre inundase los sentidos de Broly. Su propia sangre.
- PERRA. - Gritó volviendo a golpearla hasta dejarla casi muerta. Luego con un beso apacible se despidió de ella.
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Una hora más tarde, Raditz bajó al sótano, encontrándola envuelta en un charco de sangre, inconsciente. Sobre ella, una nota en saiyajin, firmada por Broly.
" He comenzado a domarla yo primero, espero que no te importe, te he arrellanado el trabajo después de todo... ahora estará más suave y dispuesta para con sus amos. "
Raditz gruñó tras la lectura. Nunca debió permitir ese estúpido trato. La tomó entre sus brazos y la metió en la bañera, enjuagando su cuerpo con agua tibia. El vestido blanco era rojo por completo ahora, pero comenzó a ser rosado, para luego transparentar todo el cuerpo escultural bajo el chorro de agua cálida. El saiyajin se acercó para tocar aquellos pechos que lo estavan enloqueciendo, pero un gemido de dolor de la chica le detuvo. Por un segundo acarició su pelo, ella abrió los ojos de pronto.
- No te asustes. No voy a hacerte daño. -
Pero la chica se arrinconó en un extremo de la bañera opuesto a donde él estaba.
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Vegeta caminaba por los pasillos. Entonces la vió. Esa belleza azul que fue la primera hembra de su vida. Jamás podría haberse olvidado de ella. Escoltada por Zorn. ¿Sería ella la científico de Freezer?. Sin duda alguna... Lástima... ahora el lagarto enviaba como espías de los saiyajins a hermosas mujeres. Como si eso impresionase a un guerrero...
