Capitulo 20
Esperanzas rotas
Con el pasar de los meses el vientre de Sakura iba creciendo cada vez más, hasta llegar al punto dónde solamente hacían falta ya unas cuántas semanas para que diera a luz. El momento de conocer a la pequeña princesa causaba un gran alboroto en todo el palacio, a diario recibía montones de regalos de nobles y familias importantes que querían mostrarle sus respetos. Sakura se había retirado hace casi un mes de sus actividades diarias como reina para guardar reposo antes del parto, no quería que nada afectara la salud de su hija, y dejó de lado su terquedad por no querer abandonar su trabajo como directora del harén.
De hecho, hasta ese momento, ella no tenía idea acerca de las cosas que estaban sucediendo. Había estado tranquila solamente porque Ino, convertida en su mano derecha, se estaba haciendo cargo en lugar de ella de todos los asuntos relacionados al harén. Pero ahora, luego de escuchar un rumor mientras almorzaba con una de las esposas de un miembro importante del consejo, ya no estaba tan segura. Su corazón comenzaba a inquietarse un poco.
Reavivó en su memoria la escena de hace unas horas.
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—Escuché que han entrado al harén cinco mujeres nuevas de la familia Otsutsuki. —La vieja comentó con calma, dando otro mordisco a la galleta entre sus manos. Luego de limpiar los restos de migajas en su rostro, continuó. —No sabía que Su Majestad tenía la intención de tomar otra esposa tan pronto, mucho menos que sería una mujer del Clan Otsutsuki, supongo que Kaguya solo ha escuchado al Consejo.
"La tarea" Se le revolvió el estómago solo de imaginarse a qué se refería la señora con eso. Hacía un lindo día soleado esa mañana en el jardín privado de la Reina pero, ahora, daba la sensación de que todas las flores vibrantes a su alrededor se hubieran marchitado, y solo podía mirar un nublado cielo gris. Por supuesto, solo era el reflejo de su alma, el clima probablemente seguía igual.
—No estaba enterada de ellos, por supuesto. —Estaba incómoda. ¿Qué otra cosa podía responder? Alguien estaba frente a ella, asegurando que su esposo iba a casarse con otra mujer. Que iba a reemplazarla.
Pareció haber notado la preocupación de la Reina, porque inmediatamente agregó:
—¡Oh, querida no te preocupes! Es totalmente normal. Los hombres de esta dinastía están acostumbrados a tomar la responsabilidad de más de una mujer. —Dijo, como si fuera lo más normal del mundo. —Y como Reina, deberías estar mentalizada a que no puedes tener el amor de un Rey solamente para tí. Siempre habrá otras mujeres, el deber de Su majestad es darle hijos a la nación.
Sakura se quedó callada. Justo en ese momento su hija estaba algo inquieta dentro de su vientre, podía sentirla moverse. Sus ojos también resintieron ese momento volviéndose rojos. ¿No era suficiente la bebé que estaba pronta a nacer? Su bebé. La hija a la que él mismo nombró y bendijo ante los ojos de Alá.
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Una parte de ella no quería afrontar la realidad pero la otra, aquella que obedecía de forma inconsciente, estaba guiando sus pasos en busca de Ino. Sus nervios estaban de punta, era claro que no estaba pensando con claridad, solo podía pensar en encontrarla y que, de alguna forma, ella le dijera que todo eso era mentira. Una simple mentira sin fundamento alguno como un cotilleo.
La encontró en una de las salones contiguos del Palacio menor, su cabellera rubia suelta hizo que fuera fácil de ubicar. Ino parecía estar haciendo algunas llamadas cuando se acercó a ella. Cuando la vió sonrió, y luego colgó el teléfono unos minutos después. Estaba hablando con la organizadora de su boda.
—¿Qué haces aquí? —Se sorprendió. —Deberías estar descansando en tus aposentos. —Frunció el ceño.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Estaba un poco alterada, pero era porque su corazón no podía soportar un momento más sin saber la verdad.
Cómo Sakura fué directamente al grano, Ino no comprendió bien a qué se refería. —¿Qué es lo que no te he dicho? —Respondió.
—¿Es cierto que Kaguya ha traído mujeres a este Palacio? —Confrontó. —¿Es cierto que en mi harén, en mi propio hogar, hay mujeres que desean ser la siguiente esposa de mi marido?
La Rubia cerró los ojos, ocultando sus orbes azuladas, y simplemente dejó salir un largo suspiro que terminó coronando con una muñeca.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Volvió a preguntar Sakura, luego de interpretar su silencio como una respuesta afirmativa. —Te he considerado como mi propia hermana desde que llegué aquí. Tu dolor ha sido el mío, hemos sufrido y reído juntas.
—Sakura… —Ino tomó su mano. —Para mí eres mucho más que simplemente la esposa de mi hermano. Yo solo estaba tratando de evitarte un disgusto como el que estás viviendo ahora. —Explicó. —No tengo el poder suficiente para evitar las decisiones de Kaguya en el harén, al ser la viuda de mi padre y la madre de dos princesas, ella tiene una posición más alta que la mía. No te lo dije porque estás embarazada y podría afectar innecesariamente a mi sobrina.
Sentía que quería perder el equilibrio y tirarse en el suelo a llorar, solo las lágrimas eran la única respuesta que podía dejar salir. Sus mejillas comenzaron a inundarse, y sintió el sabor salado en sus labios, mientras las gotas bajaban hasta alcanzar la comisura de estos.
—Además. —Agregó Ino. —Yo no las considero una amenaza en absoluto. —Ella alzó el rostro de Sakura en sus manos. —Porque Sasuke jamás se atrevería a mirar a un lado cuando te tiene a ti frente a él.
Estaba tratando de consolarla. —¿Estás segura de eso? La promesa de no tener más esposas, hasta ahora, son sólo débiles palabras que el viento puede arrastrar cuando sople fuerte.
—No estás pensando con claridad, Sakura. —Acarició sus cabellos rosados. —No le permitas a Kaguya darse el lujo de verte así de destrozada. Eso es lo que ella está buscando.
Al escuchar eso volvió a cobrar la razón, era como si Ino supiera lo que ella exactamente necesitaba escuchar.
Regresó a su habitación luego de aquella conversación. Esa noche era la cena de embajadores extranjeros en Sunagakure. Izumi le había sugerido, hace unos días, que no asistiera si sentía que la bebé la estaba agotando demasiado. Sin embargo, ella había insistido en asistir e incluso le había dicho a Sasuke que contara con su presencia en el evento. Solo tenía que descansar y poner su mejor sonrisa política un rato.
Paseó de un lado a otro durante horas en lugar de descansando, hasta que terminó en el armario, intentando ocupar su mente en algo comenzó a elegir la ropa que usaría esa noche. Los vestidos de maternidad resplandecían frente a ella, tenía más de los que necesitaba. Izumi había perdido la cabeza aquella vez que renovaron su clóset porque su vientre le impedía seguir usando la misma de antes, y la incitó a comprar un montón de ropa. Podía usar un conjunto diferente cada día si se lo proponía.
Al fondo del pasillo del clóset, Sakura miró un destello de brillo que captó toda su atención. Había una vitrina que había visto antes, pero nunca se había acercado a ella. Sabía que era un cristal que se guardaba bajo llave, porque había joyas allí dentro. Ella tenía esa llave, le había sido entregada durante la coronación.
—¿Cuándo dejarás de ir y venir? —Cuestionó el Rey. —¿Acaso eres una pirinola? Siempre estás rondando por aquí.
—La última vez que me viste fue en el compromiso de tu hermana. Y vine solo por unos días. ¿No estás contento de verme? —Gruñó Suigetsu. El peliblanco le sonrió y se sirvió un vaso de coñac. Sasuke rechazó su oferta de beber con él. Cuando estaba en el extranjero le resultaba agradable tomar alcohol de vez en cuando una copa con su mejor amigo, pero en Sunagakure la situación era distinta. Un líder musulmán no podía beber alcohol.
—Este año te he visto demasiadas veces. Más de las que nos hemos visto en los últimos cuatro años, más de las que nos hemos visto siquiera desde que me convertí en príncipe heredero. —Agregó. Las visitas del hombre se habían vuelto más regulares por una razón en específico.
—Bueno, ahora tengo asuntos importantes aquí. —Sasuke adivinó a qué, o mejor dicho a quién, se refería. —Una bruja.
—Si tanto quieres ver a tu esposa llévatela contigo a Inglaterra. —Aunque inmediatamente después de decir eso, pensó que sería una pérdida para Sakura. Karin era una de sus compañías más frecuentes, y tenían una amistad cercana.
El peliblanco chasqueó los dedos. —Eso es una idea genial, de hecho. Estaba pensando que sería buena idea que ella continuara sus estudios. —Él puso la mano en su barbilla y se quedó pensando un momento. ¿Cuál era el sueño de Karin? Todas las personas tienen algo preciado, como un pasatiempo o amor, a lo que les gustaría dedicarse para siempre. —No menosprecio las universidades de tu querido Suna, pero en Inglaterra hay algunas mucho mejores.
Sasuke rodeó los ojos y suspiró. —Ella no es un proyecto de caridad, Suigetsu. Es una mujer. No tontees con ella si no vas quedarte a su lado.
El otro abrió la boca como si no pudiera creerlo. —¿De qué hablas? Yo no estoy tonteando con nadie. La estoy cuidando hasta que pueda estar libre por si sola, sin amenazas.
—¿No estás tonteando con ella? Vienes aquí, paseas con ella y ríes como si aún fueras adolescente. Tarde o temprano ella terminará teniendo sentimientos. Además, aunque parezca muy reacia por fuera, en realidad te ve como un salvador.
—Estás viendo cosas donde no las hay Sasuke. —Se puso algo nervioso, no podía negarlo. El pelinegro alcanzaba a ver su mano temblorosa llevarse el vaso de coñac a la boca con mucha rapidez.
—Por supuesto. —Ironizó.
Las puertas del salón dónde se llevaría a cabo la cena diplomática estaba cerrada frente a ellos, Sasuke estaba a su lado, reluciente en un costoso esmoquín color blanco con el escudo del Clan Uchiha en la parte superior de su torso. También llevaba una banda al rededor de su cuerpo que simbolizaba la bandera oficial de Sunagakure. Por primera vez, desde que habían llegado como una pareja casada, usaba algo que no fueran tunicas o ropa tradicional de Estado.
Trató de dar una bocanada de aire grande y olvidar que la palabra "Rey" le quedaba muy corta a Sasuke Uchiha. Ignoró el hecho de que cada poro de su piel exudaba nobleza y alcurnia. Rechazó la idea de imaginarse acariciando su suave cabellera negra, en su lugar, hizo un mueca.
—¿Te pasa algo? —Preguntó él, como si hubiera percibido su hostilidad.
Ella negó con la cabeza. —Está todo bien.
La miró con suavidad y le ofreció su brazo derecho, según el protocolo, debían ser presentados juntos antes de entrar al salón. Sakura sentía como le comenzaba a doler la cabeza de a poco. Tocó una de sus dientes y volvió a realizar un gesto de desagrado con los labios.
Sasuke lo notó. —Pensé que estabas acostumbrada a llevar tiaras, o al menos tocados extravagantes. —En realidad, era cierto, la realeza europea era bien conocida por los tocados decorados con plumas, o por las tiaras de diamantes.
—Esta pesa demasiado. —Contestó. Lo cierto era que ella, al ser hija de Duques, no utilizaba a menudo tiaras. Sólo en algunas ocasiones llegó a portar una diminuta diadema de zafiros por petición de la Reina Tsunade. —Es algo extravagante, probablemente comienzo a arrepentirme de usarla.
Era la tiara de la Reina Rin, se hereda cada generación a la siguiente Reina de Sunagakure.
Sasuke echó un vistazo a su esposa. Parecía una gema recién pulida. El vestido de seda color verde esmeralda, de estilo occidental corte imperio, combinaba armoniosamente con color de sus ojos. Su vientre de embarazo resaltaba entre las capas de la tela y la hacía lucir espléndida. Llevaba el cabello discretamente recogido, a modo de que fuera la tiara lo que resaltara.
El mayordomo en la puerta les indicó que ya era momento de entrar.
Engrosó la voz, y comenzó a hablar en un tono casi automatizado. —Su Majestad el Rey de Sunagakure, acompañado de Su Majestad la Reina Sakura de Sunagakure. Serenísimos Jeques del Clan Uchiha y de sus provincias vecinas.
En seguida las puertas fueron abiertas por la guardia real del ejército, quienes custodiaban ese tipo de eventos diplomáticos.
—Te ves hermosa. —Musitó antes de dar el primer paso. Sasuke miró su cuello. —Es la primera vez que usas el collar de mi madre desde que te lo regalé. Eso me ha iluminado—Sonrió.
Después de hacer la entrada, cuando todos los ojos dejaron de estar puestos sobre ellos, Sakura musitó. —Quería verme muy bien, puesto que hoy está la prensa presente, nunca me ha gustado que las revistas de cotilleos critiquen mis atuendos. Así que me esfuerzo. —Rió. No quería que pensara que se había arreglado por él aunque, muy en el fondo, sí lo había hecho.
Sasuke soltó una pequeña sonrisa. Luego de eso, algunos extranjeros se acercaron para hablar de cosas negocios y acuerdos políticos con él. Poco a poco lo terminaron alejando de
ella, así que se quedó sola, únicamente con la esporádica compañía de Ino y Karin, quienes ahora estaban con sus respectivas parejas.
Cuando llegó el momento de la cena pasaron al gran comedor. A la cabeza se sentaría Sasuke, y a la derecha ella. En el lugar de la izquierda, para su desgracia, iba Kaguya por ser viuda del antiguo Rey. Todo el banquete se sintió incómoda, sintiendo la mirada penetrante de esta última.
—Su Majestad. —Kaguya llamó la atención de Sasuke justo después de terminar la cena.
Para ese momento, la mayoría de los invitados se estaban retirando o estaban posando para las últimas fotos de la prensa. Sakura estaba a solo unos metros de Sasuke, por lo que logró escuchar con buena precisión la voz de la mujer.
Sasuke giró su cabeza hacia ella. —Señora Otsutsuki. —Saludó fingiendo amabilidad, aunque claramente había algo de rigidez en su rostro. Kaguya esbozó una sonrisa calculada.
Parecía ignorar que Sakura estaba a un lado de Sasuke, ya que ni siquiera le dirigió un saludo a ella.
—Supongo que ha llegado a sus oídos, Majestad, que el consejo sugiere que tome una nueva esposa. —No tenía la más mínima intención de pararse a pensar en la pelirrosa. Parecía que ella no existía, y hablaba con tanta ligereza sobre un segundo matrimonio que eso molestó a Sakura.
—No veo razón alguna. —El tono de voz de Sasuke se endureció. —De hecho, me parece inapropiado tocar ese tema en este momento.
—¿Por qué? —Se apresuró a preguntar la mujer, con descaro. Luego volteo a ver de reojo a Sakura, sin darle mucha importancia. —Estoy segura de que comprende cuáles son las responsabilidades primordiales, no sólo para el Reino, sino también para el Clan. Debido al embarazo de la Reina, lo apropiado es que encuentre compañía femenina que le permita satisfacer sus necesidades. —Sakura sintió ganas de vomitar cuando repitió el "Satisfacer sus necesidades" en su momento. No daba crédito a lo que estaba escuchando.
La pelirrosa no pudo soportar un segundo más, e intervino: —Es demasiado extraño verla repentinamente preocupada por la situación privada de Su Majestad. —Cruzaron las miradas, y sostuvieron el reflejo de los ojos de la otra en lo que parecía una recién estallida guerra. —Pero le aseguro que no tiene nada por lo que preocuparse. Eso es algo que ambos resolveremos en privado, por lo pronto, estamos concentrados en el nacimiento de nuestra querida hija. —Esperaba que con esas palabras entendiera que no le hacían falta sus consejos, ni mucho menos, las sugerencias que pudiera tener en mente.
Sasuke las escuchaba en silencio, Sakura ni siquiera le había dado la oportunidad de hablar, pero mentiría si dijera que no estaba curioso por saber cuál sería la respuesta de ella antes aquella insinuación.
Ella gesticuló una sonrisa burlona. —Tal vez aún eres demasiado ingenua Sakura. Así se manejan las cosas en el harén, mientras unas se encargan de dar a luz príncipes y princesas, otras cuidan del Rey. —Podía sentir el veneno saliendo de su boca conforme iba hablando, su sangre comenzó a hervir e intentó repetirse mentalmente algunas frases para tranquilizar los latidos acelerados palpables en su pecho. —Es como una tradición milenaria. Además, te recuerdo que en esta familia aún hace falta un heredero varón. Entre más rápido alguna de las concubinas o esposas del Rey lo consiga, mucho mejor. Seleccioné a las jóvenes del Clan Otsutsuki con mejor educación y posición para que entren en el Harén de Su Majestad.
¿Así que cuál era su plan? Sasuke ya sabía que ella quería deshacerse de él para volverse regente. Pero ahora también vislumbraba la posibilidad de que Kaguya estuviera pensando en casarlo con alguien del Clan Otsutsuki, para así poder controlar más de cerca cada uno de sus movimientos. Lo estaba subestimando y eso lo enfadaba muchísimo.
—Usted no puede dirigirse a la Reina de esa forma, ¿Conoce el protocolo no es así? —El irguió una ceja hacía ella, interrogando. —Sakura no solo es la Reina de este país y mi esposa legítima, ella es también la madre de mi hija. Así que cuide las palabras que utiliza para dirigirse a ella. —Colocó una de sus manos alrededor de la cintura de la pelirrosa y la acercó discretamente hacía él.
Sakura se quedó sorprendida antes las palabras de Sasuke, aunque su sorpresa era menos que la de Kaguya, quien ahora estaba pasmada y con los ojos abiertos a la par.
—Pido una disculpa si siente que he ofendido a Su Majestad la Reina. —Contraatacó rápidamente, era una mujer que pensaba rápido. —Espero comprenda que todo lo hago por asegurar la última voluntad de mi amado y difunto rey, la cual era perseverar la estirpe del Clan Uchiha en Sunagakure durante lo que me alcance de vida. —Ahora trataba de usar a su padre para justificarse. Cada vez la soportaba menos.
Él volteó a mirar a los ojos de Sakura mientras preparaba sus siguientes palabras. Kaguya percibió el atisbo de ternura con que la miraba, era la delicadeza en la mirada de un amante. Eso la hizo sentirse amenazada.
—Somos jóvenes, no hay espacio para preocupaciones vanas. Cuando llegue el momento en que Alá nos bendiga, mi esposa y yo tendremos los varones que hagan falta para este Clan. —Aseguró. —Alá mediante sucederá muy pronto. Cómo ya ha notado —Señaló el vientre de la pelirrosa. —No tenemos ningún problema para concebir con rapidez. En cuanto menos lo espere este palacio estará lleno de príncipes y princesas. No hay nada de que preocuparse.
—Alá mediante. —Kaguya fingió una sonrisa más amable, y juntó sus manos en plegaria, como si de verdad le implorara a Alá que sucediera pronto. Aunque no era cierto, no quería que ella se convirtiera en la madre del próximo heredero.
Si la abolición de la Ley Sálica no era aprobada y, entonces, no podía poner a sus hijas en el trono, al menos quería lograr que Sakura tampoco gozará los beneficios de ser Reina Madre. Si alguna de las mujeres de su Clan daba a luz un heredero del Rey antes que la Reina, podría ser posible que aún existía la esperanza de que la destituyeran como Reina. Hasta entonces, Sasuke no debía tener un hijo varón con ella.
—Kaguya… —La voz del Rey la sacó de sus pensamientos. —No sé qué es lo que el Consejo le haya dicho pero debe enterarse, ahora mismo, que he decidido cerrar mi Harén. Porque mi única esposa será Sakura.
—¿Qué? —Dejó salir repentinamente. Su tez se tornó pálida, casi blanca.
—Lo que he dicho. —Confirmó. —Envía de vuelta a casa a las jóvenes del Clan Otsutsuki, porque a partir de hoy el Harén no aceptará más mujeres.
Aclaración: El Harén es el lugar donde viven todas las mujeres de un Palacio, usualmente es del Rey porque allí viven las concubinas, esposas o sirvientas del Rey, el cual puede disponer de ellas para que le den hijos. Sin embargo, en el Harén también pueden vivir las esposas de altos funcionarios, hijas, cuñadas, suegras, etc. Básicamente cualquier mujer.
Sasuke al decir que "cerrará su Harén" hace referencia a que no tendrá múltiples esposas o concubinas que vivan allí para que le den hijos. No significa que al Harén lo vaya a cerrar de forma literal porque, repito, allí viven todas las mujeres del palacio, sean o no algo del Rey. Por lo tanto, la expresión es solo una metáfora para dejar claro que no va a practicar la poligamia.
Sakura seguirá siendo la directora del Harén porque es la mujer con mayor rango y estatus social. Jerárquicamente, la mujer única que podría tener más poder que Sakura, sería la madre del Rey, ya que el título de "Reina Madre" es el más alto, pero Mikoto está muerta y no llegó a ser nombrada Reina Madre.
Besitos, nos vemos las próxima actualización.
