Eran las 7 de la noche y en el horizonte se vislumbraba los últimos rayos solares a través de las nubes cada minuto que transcurría. Esta vista era admirada por una joven de hermosos ojos verdes que se encontraba recargada en el marco de su ventana sumida en sus pensamientos.
Hacia mas de cinco años que había regresado de aquel lugar en el cual parecía a ver vivido en un sueño. Ya que había vivido tantos momentos felices, como momentos angustiantes pero lo que más recordaba era el amor que había encontrado en ese lugar y que parecía guardar aun en un espacio de su corazón ya que con el tiempo y la distancia se vio obligada a olvidar.
En ese momento recordó como a los pocos días de haber regresado de aquel planeta un día al llegar de la escuela se encontraban dos personas junto a su madre que la esperaban en la entrada de su casa. Al llegar a la puerta su madre le indico que tenia que hablar con ella y así lo hicieron pero ella nunca pensó que esa platica la relacionaría con su abuela y las dos personas que ella no conocía que además estaban presentes en ese momento.
Se sentaron en la sala y le comentaron que su abuela antes de morir le dejo encargado al sacerdote del templo de la ciudad que se encargara de enseñarle las artes que se impartían en dicho lugar después de que ella cumpliera los 15 años.
Aunque no había sido de su total agrado termino aceptando ir como su abuela había indicado, además que conoció a un chico el cual la hacia sentir especial ya que la escuchaba y siempre estaba dispuesto ayudarla. Al principio fueron grandes amigo y poco a poco se fue encariñando con el hasta que al final se dio una oportunidad ella misma de ser feliz ya que pensaba que su corazón no podía estar esperando para siempre lo que en años nunca había pasado.
El nombre de este joven era Seia, tenia el cabello oscuro y largo hasta los hombros al igual que unos ojos verdes de una mirada triste pero dulce.
Paso mucho tiempo sumida en sus pensamientos hasta que su madre le dijo que era demasiado tarde y que era mejor que descansara ya que el día de mañana seria muy largo ya que tenia que realizar un examen final para evaluar su aprendizaje de Arco que era lo que mas le gustaba practicar en el Templo, además de tener que ir a la universidad a sus ultimas clases de enfermería.
Se dispuso a recostarse mientras en el cielo se vislumbraba una hermosa luna la cual su luz entraba escasamente por su ventana y como si fuera un sueño caía delicadamente en su mesa una pluma que al tocar su superficie se disolvió en partículas de luz diminutas.
El viento soplaba fuertemente y su cabello parecía flotar con el paso de este a través de el ya que le llegaba a la cintura. A lo lejos un pasillo empedrado se vislumbraba y en su alrededor grandes edificaciones de marmolina se encontraban con símbolos extraños que ella desconocía pero aun así seguía caminando como si conociera ese lugar de mucho tiempo atrás.
De momento se quedo admirando un hermoso edificio que se encontraba enfrente de ella, en la entrada dos monumentales estatuas que representaban dos guerreros alados un hombre y una mujer. Sin saber porque se sintió animada a entrar a ese lugar. En el cual había un pasillo enorme rodeado de muchas puertas pero lo que mas le llamo la atención fue una enorme puerta central que se encontraba entre abierta. Se dispuso a entrar cuando una luz la deslumbro.
De un momento a otro vio el techo de su recamara y se dio cuenta que solo había sido un sueño aunque le había parecido hermoso pero que a la vez una parte de su corazón le angustiaba. Se levanto y vio que justamente tenía el tiempo contado para arreglarse e irse ya que debía llegar a sus clases.
Su cabello estaba todo recogido y debajo de su cofia mientras ella caminaba rumbo al templo ya que apenas había salido de sus prácticas. El
Templo era hermoso, rodeado de amplios jardines y veredas, con un enorme lago que a simple vista daba la impresión de ser una ilusión lo que se veía. Aun sumida en sus pensamientos y sin darse cuenta alguien tomo su mano sorprendiéndola pero al voltear pudo ver la sonrisa sincera que el le demostraba cada vez que la veía.
H: Hola Seia! Me sorprendiste.
S: Te estuve esperando desde hace tiempo ya que quería hablar contigo antes de la prueba.
H: me imagino que tiene que ser algo muy importante.
S: solo quería desearte suerte y quería además preguntarte si al salir ¿Aceptabas ir a cenar conmigo para celebrar tu acreditación en tu examen?
H: Te agradezco mucho tu invitación y con gusto la acepto aunque ni siquiera e presentado mi examen.
S: Yo se que lo pasaras, te he visto practicar y estoy mas que seguro que lo lograras.
Así fue como ambos se dirigieron a la entrada del templo donde cada uno tomaría su lugar, ya sea como espectador y el otro como participante.
Era la última ronda solo había que pasar por la ultima prueba que consistía en tener estabilidad, valor y gran sentido de la orientación. Debía cortar en dos una manzana con la punta de la flecha justo en medio de esta y con los ojos vendados. Estaba nerviosa en ese momento ya que solo faltaba un turno para que le tocase y solo uno de otros cinco compañeros había podido terminar satisfactoriamente su examen ya que de esa prueba dependía ganar la aprobación del examen. Se disponía a tomar su lugar y apenas le iban a vendar los ojos cuando pudo ver a una joven que le sonreía entre el publico, blanca como la nieve, al igual que sus ropas. Le extraño pero solo siguió con la prueba la cual termino sin ningún problema siendo de las pocas que logro aprobar el examen. Cuando le quitaron la venda solo puedo ver que la persona que creía haber visto había desaparecido y no le dio mucha importancia ya que esa persona pudo haberse retirado en el transcurso de la prueba.
El resto del día transcurrió tranquilo, se retiro a su casa solo para arreglarse y salir con Seia a la cena que le había invitado. Llevaba puesto un vestido de gasa verde pastel, con su cabello recogido y una chalina que le cubría los hombros y la espalda ya que era escotado y la falda del vestido le llegaba un poco más arriba de su rodilla y unas sandalias de tiras delgadas.
Entraron a un hermoso restaurante alumbrado con la luz de pequeños candelabros y velas en cada mesa, una pequeña pista y una vista hermosa del mar que en ese momento reflejaba una luna hermosa.
A Hitomi todo le parecía mágico y romántico. Así trascurrió la cena hasta que un poco antes del postre el le invito a bailar un momento en la pista ya que en ese momento tocaban una bella melodía que era tocada en el piano de ese lugar. Al regresar a la mesa le sorprendió ver un arreglo de orquídeas blancas y rosas y en el centro un pequeño sobre.
Ella lo abrió con nerviosismo pues supuso que era algo que cambiaria su vida y al leerla solo pudo sonreír y mirarlo con ternura para responderle que lo quería mucho, pero ella quería conocerlo más como su novio para tomar ese importante paso. El sonrió y le dijo que la entendía, y ella le regreso el anillo. El le dijo que lo guardaría hasta que tomara la decisión y se lo daría cuando pidiera su mano de manera formal a sus padres. Ella sonrió y acepto.
