Este capítulo es más largo que el anterior. Y me he alargado y aun faltará un 3º. Muchas gracias por leer, los reviews, ponerlo en favoritos, etc. Os lo agradezco un muchísimo y sino contesto es porque fanfiction y yo estamos un poco peleados y aun, después de tantos años usándolo, no me entero de como funciona XD.

También agradecer por la paciencia, llevo unos meses muy ocupada y me faltan horas al día, entonces escribo cuando tengo un ratito... Aunque soy algo lenta y avanzo cuál hormiguita.

VAS A SER MÍO QUIERAS O NO

-2ª parte-

Podía reconocer la mano de su hijo en los cadáveres de esos ladrones y seres sin honor que se habían atrevido a ingresar en sus tierras. Estaba claro que sino llega a ser por Izuna esos cabrones seguirían vivos pues habrían conseguido hacer frente a sus ninjas y escapar. Ahora bien, la mano que había terminado con esos shinobis del clan Uchiha no había sido la de esos vagabundos sin ley o no en la mayoría de casos… Era claro que los causantes habían sido esos desgraciados de Butsuma y los suyos y,que esos mismos se habían llevado a su segundo hijo.

"¿Un robo de omega?"

O eso es lo que pensaba, porque también podrían habérselo llevado para torturarlo o para conseguir algo de ellos al amenazar la vida de Izuna.

"¿Qué pretendes Butsuma? ¿Por qué te has llevado a mi hijo con vida?"

Si hubiera sido otro clan, estaría claro que eso sería un robo de un omega para marcarlo y convertirlo en la hembra de algún alfa. Pero ningún clan que no fuera el Senju intentaría y conseguiría llevarse a un omega como Izuna; no tenían el poder, las agallas, ni las pelotas para enfrentarse a su segundo hijo y sus técnicas, su potencial y su fuerza. Pero si habían sido los Senju dudaba que quisieran a su hijo para usarlo y conseguir cachorros de él, ese maldito clan eran despreciables y se odiaban demasiado entre ellos… No querrían tocar a Izuna ni con un palo.

–¡Koji!– Escuchó la alarma de Mizune y la movilización de algunos de los suyos ante la caída de ese alfa.

–No os acerquéis a las vasijas rotas. – Advirtió al girarse y observar al alfa caído con un trozo de terracota cerca de su rostro.– Es droga narcótica muy potente. Aun quedan restos impregnados en el barro del recipiente.

Era claro lo que había sucedido allí. Los Senju, hijos de puta como solo ellos sabían ser, habían esperado el momento para saltar al campo de batalla luego de que su hijo y su batallón terminaran con esos jodido vagabundos. Había habido una pelea entre Senjus y Uchihas y, al final, viendo que no podrían llevar a termino su plan de secuestrar a Izuna, habían lanzado esas vasijas llenas de potente droga somnífera. Su hijo había caído y el resto de los suyos fue masacrado. El aire había purificado el ambiente de la potente droga, pero estaba claro que ésta se había impregnado en los restos de la vasija que la transportaba y, que al llevarse un trozo a la nariz uno de sus alfas, éste había caído inconsciente.

–Haki, aleja a Koji de la zona.– Al ser Haki un beta no estaría afectado por la droga, su olfato no era ni una milésima parte tan potente como el olfato de alfas y omegas.– Estará bien en unos minutos. – Observó a los otros betas que le habían acompañado.– Recoged los trozos de barro y apartadlos para que nadie vuelva a verse afectado. Luego amortajad a nuestros muertos para llevárnoslos. Nos vamos.

Mientras sus hombres trabajan, solo puede pensar en las hipótesis del actuar de sus enemigos. Los Senju nunca han hecho cautivos entre los suyos, siempre los han matado sin perder tiempo… Aunque quizás han querido buscar venganza contra él y contra su hijo por todas las muertes que ha causado Izuna entre sus rivales. Sus hijos han sido un auténtico grano en el culo para los hombres de Butsuma, pero… Podrían haberle hecho sufrir allí mismo si lo que buscaban era torturarle y causarle dolor a él cuando lo encontrara. Así que no le ve sentido al secuestro para matar a Izuna más tarde. Además, Izuna es un omega excepcional, no hay nadie como él, y no piensa así porque sea su hijo y sienta orgullo. Realmente es un omega muy fuerte como ningún otro, incluso más que los machos. Muchos alfas, y muchos clanes, han podido darse cuenta de esto y han buscado conseguirlo, ya sea retándolo a una batalla para derrotarlo y podérselo robar o intentando pactar con él, para que entregara al menor cuando le llegara el celo. Está claro que no aceptó esos tratos con los clanes que se lo propusieron. Eran clanes débiles y su Izuna no uniría su vida con alguien patético, menos permitiría que se lo follaran o que su hijo perdiera los meses que estaría preñado en engendrar unos cachorros miserables y que no valdrían para nada útil. Así que eso le llevaba a esa otra hipótesis que antes no había encontrado lógica por el supuesto gran odio y repudia que sentían los Senju hacía cualquier Uchiha. Y era que Butsuma había trazado ese plan para robar a Izuna y entregárselo a su hijo, la rata albina… Porque no creía que el líder Senju desperdiciara a un fuerte omega para convertirlo en la puta del clan; eso sería humillante para un Uchiha y seguro que haría regodear a esos desgraciados Senju. Pero él reconocía que Butsuma era alguien muy astuto y que sus formas de pensar eran parecidas, y esto le llevaba a pensar que Izuna sería convertido en la hembra del segundo hijo de su enemigo para que pariera poderosos cachorros que serían futuros shinobis formidables. Si, definitivamente esa era la hipótesis más viable y conociendo la astucia de su enemigo; el motivo por el que su hijo había sido emboscado, drogado a distancia y robado. Era un plan parecido al que él trazó, con la gran diferencia que él no había querido que su hijo terminara con un mordisco en su nuca. Pero he aquí otra diferencia entre los Senjus y ellos; a los de ese clan les gustaba correr con la responsabilidad de sus actos, y también sabía bien que Butsuma no se conformaría con sacarle una sola camada a Izuna, lo que conseguiría hacer sin marcarle; sino que buscaría obtener más de los fuertes cachorros que engendraría su fuerte hijo omega.

"Mierda, puto Butsuma… Te has adelantado a mis planes. Así no es como quería que sucediera"

Él también había querido conseguir una camada de su hijo con la jodida rata albina, pues su carácter y los genes de ese imbécil albino eran aceptables, pero había querido conseguir eso sin perder a su hijo. Conseguir los cachorros, pero no de esa forma. Gruñe molesto. No había podido ponerle un collar para proteger la nuca de su hijo de un mordisco que le ataría a ese alfa. Si eso ocurría perdería a su hijo, sería de esos Senju, les pertenecería. Y estaba claro que eso es lo que buscaría Butsuma, así conseguiría una triple victoria sobre ellos. La primera quitarle a su hijo y segundo general; la segunda, que ya no podría recuperar a Izuna, pasaría a ser del alfa y por lo tanto un Senju y, la tercera, Butsuma le restregaría por la cara esos futuros cachorros mitad Uchiha y con gran posibilidad de que heredaran el sharingan.

¿Tendría que matar a Izuna para que Butsuma no venciera de esa forma?

Gruñó airado y apretó las quijadas. Era su hijo y, le había servido siempre muy bien.

"Pero ahora ha perdido el honor…"

Tendría que matar a madre y cachorros, o sea sus nietos. Porque tampoco podría hacerse con ellos… Si intentaba robar a esas crías que pariría su hijo, el mismo Izuna iría a por él, no porque no le respetara o apreciara, sino porque su instinto de madre haría cualquier cosa para cuidar y proteger a su bebés. Y si para proteger a sus cachorros tenía que matarle, a Izuna no le temblaría el pulso para hacerlo. El instinto era una gran perra… Por ese mismo instinto, su hijo pasaría a ser del alfa Senju y no volvería a levantarse en armas contra él o la familia de su macho. Era una gran mierda.

Eso le recordaba que no podía decírselo a Madara. Si había algo que su primogénito apreciara por encima de casi todo era a su hermanito menor, tenían una fuerte conexión. Si se lo contaba ahora, Madara era capaz de lanzarse de cabeza a la boca del lobo para salvarle o intentarlo. Y no deseaba perder a dos vástagos a manos de esos putos cabrones aprovechados. Bastante tenía con saber que lo más seguro es que había perdido al menor de sus hijos.

Pero, tampoco quería quedarse de brazos cruzados dejando que esos cabrones se salieran con la suya. Izuna era uno de sus hijos, y aunque fuera para decidir cual era el siguiente paso a seguir con respecto a eso, tenía que conocer más sobre la situación y decidir entonces que camino tomar. Izuna era un shinobi valioso, un gran general, un poderoso Uchiha, lo mismo que también era una pieza clave en su plan de renacer la fuerza del clan. Y se negaba a perderlo así, sin pelear.

"Izuna es muy fuerte y si…"

Había otra manera, si la marca de esa rata ya estaba sobre el blanco cuello de su hijo, no tenía porqué asesinar a su vástago… Podría matar a la rata. Había omegas que habían sobrevivido a la muerte de su alfa, omegas que con ayuda y sanación habían superado la perdida.

"Mi plan no está perdido y tampoco tengo porqué matar a Izuna, solo a la jodida rata…"

Su hijo sería libre, los cachorros que tuviera serían del clan Uchiha y no de los Senju y, le daría un gran golpe a Butsuma. Sonrió tétrico. Menuda victoria sobre ese cabrón Senju. Puede que Butsuma hubiera ganado esa batalla, pero él ganaría la guerra.

–Cargad a nuestros hombres, volvemos al clan.– Tenía tanto por hacer y planear.

Una vez en la fortaleza buscó a uno de sus mejores espías.

–Mézclate con los Senju y busca conocer todo lo sucedido con mi hijo Izuna.– Tras una inclinación respetuosa el espía desapareció.

No tardó mucho en conocer la respuesta, apenas unos días después. Días en los que su primogénito volvió y no pudo seguir escondiéndole la verdad, pues el espía se presentó a informar.

–Mi señor, Madara-san. Tengo noticias sobre Izuna-san.

Tajima gruñó molesto por la falta de respeto de ese espía, tenía suerte de ser uno de los mejores, sino ya haría tiempo que le habría matado por su imprudencia a la hora de informar.
Tal como temía, los Senju si habían raptado a Izuna. Lo habían llevado al clan, hecho revisar por la matrona para conocer su estado y su fertilidad, enviado al hogar del segundo hijo con la intención de que se aparearan e Izuna saliera preñado de esa unión.

–Butsuma y los suyos tienen esperanza en esa unión y en los cachorros que salgan de ella.

Madara rugió lleno de ira. Él mejor que nadie sabía lo que odiaba Izuna su casta y lo que conllevaba. Por eso él nunca lo había tratado como a un omega, sino como a un hábil guerrero y por eso mismo siempre le exigió tanto durante sus entrenamientos para superarse cada vez más. Él apoyó siempre a su hermano menor, si Izuna no quería cumplir con las funciones de un omega, tendría su ayuda para que no tuviera que hacer nada que no deseara. Le juró que así sería aunque eso significara contradecir a su progenitor.

–Tenemos que atacar para liberar a Izuna.– Putos Senju. Como hubieran tocado a su hermano les iba a torturar hasta su muerte. Los calcinaría a todos.

–¿Aun se puede liberar a mi hijo de sus garras?– Calmó Tajima a su primogénito. Ya se esperaba esa reacción al estar los hermanos tan unidos. Si incluso gruñó a su omega cuando ésta se puso protectora con su cachorro frente a Izuna, también permitía a su menor estar en su territorio durante el celo, sin atacarle, gruñirle o hacerle nada. El cariño entre ambos y su lazo era muy fuerte.

Akiko se tensó al palpar la ira tan fuerte del primer general, el aroma de un alfa tan poderoso era apabullante. Bajó la cabeza en sumisión y su cuerpo tembló sin poder remediar el miedo que le recorrió. Temía que toda la ira de Madara-san cayera sobre él por llevar esas funestas noticias.

–Me temo que no señor Tajima. Por un momento parecía que la rata albina no deseaba seguir adelante y tomar a su hijo como compañero.

Esas palabras ofendieron a Tajima. Esa jodida rata tendría que estar deseando formar un lazo con su segundo hijo, estar deseando fornicar con él y anudarlo y llenarle el vientre de sus cachorros. En cambio se hacia el remilgado.

"Puto estirado".

En cambio esas palabras consiguieron calmar durante unos instantes al mayor de los hermanos, aunque analizando bien lo dicho no podía sentirse mejor por eso.

–Entonces…–Apremió a su espía para que continuara.

–Tobirama entró en celo y ocuparon la casa del líder Tajima, que era donde retenían al señorito Izuna al haber pedido la rata que alejaran al señor Izuna de su presencia. En estos momentos y, según pude comprobar, el apareamiento entre la rata albina e Izuna-san se está llevando a termino. Lo lamentó mi señor Tajima. Me temo que es demasiado tarde para rescatar al señorito Izuna de esta situación.

Madara sintió dolor e ira a partes iguales. Dolor por su hermano, por estar sufriendo eso, por las consecuencias que traería ese apareamiento… Por no haber estado a su lado para impedirlo, por no haber podido cumplir el juramento que le hizo.

–¿Mi hermano llevaba collar o le pusieron uno? – Aunque el daño ya estaba hecho, llevar collar le supondría menos problemas a Izuna.

–Me temo que no, señor. Escuché claramente como desean que se produzca una mordida. Desean sacarle muchas camadas a Izuna-san.

Gruñó molesto y cabreado, ambos líderes Uchiha lo hicieron. Mientras su hombre se encogía más y mostraba su cuello en profunda sumisión, a la vez que volvía a disculparse con voz estrangulada por ser portador de tan malas noticias.

–Vete y sigue espiándoles. Necesitamos conocer cuando es el mejor momento para actuar.

–S-si, s… Señor.– Se intentó retirar tan prestamente que al intentar levantarse las piernas le fallaron por las feromonas molestas de ambos poderosos alfas. Se arrastró un poco hacía atrás para alejarse y al final, con piernas temblorosas consiguió ponerse de pie, marcharse y poner distancia.

–Padre, tenemos que ir allí ahora mismo y atacar con todo, liberar de lo que le están haciendo a Izuna. Él no desea esto.

–No, Madara. Esperaremos a que el apareamiento termine. Ahora ya está sucediendo, si vamos a atacar solo encontraremos a un omega en celo y no a tu hermano, ya sabes que nadie es capaz de ser él mismo durante el celo. Y también hallaremos a un macho en celo, salvaje e irascible que buscara proteger a su hembra frente a alfas rivales. Esto podría dañar a Izuna al querer protegerle esa rata. Podrían estar anudados y, primero no deseo ver tal cosa y segundo, la rata nos atacaría y podría desgarrar a tu hermano.

–Pero él no… Izuna nunca ha querido esto.

–¿El que? ¿Ser omega? Pero lo es. ¿Qué un alfa le monte? Era algo que hubiera ocurrido tarde o temprano en uno de sus celos. ¿Qué ese alfa le marque? Se mata a la rata una vez hayan terminado de follar y ya. Tu hermano es fuerte y soportara sin problemas que matemos a ese macho, seguro que hasta lo celebra una vez hayamos matado a la rata albina ¿Qué ese alfa le preñe? No veo como algo malo que Izuna tenga crías, así contribuirá a fortalecer al clan. Es algo que yo deseaba que ocurriera, la verdad es que hace días que pensaba en buscarle un buen alfa a tu hermano.

–¡Padre!

–¿Qué, Madara? Izuna es fuerte y dará crías fuertes. ¿Has visto últimamente nuestros hombres? Necesitamos que nazcan cachorros fuertes. Y no, no iba a entregar a tu hermano a ningún alfa, solo quería que fuera inseminado.

Madara gruñó a su padre. Entendía que el clan Uchiha estaba debilitado y mermado, pero esas no eran las maneras.

–Aunque Izuna no hubiera querido contribuir a tu plan, tu le habrías ignorado, ¿no?

–No hubiera sido nada malo para él el perder unos meses de batallas sangrientas por gestar, parir y cuidar unos cachorros. Luego podría cuidarlos tu hembra y él volver a pelear si tanto desea esa vida. Pero no le hubiera dejado negarse a eso. Sabes que tengo razón y que necesitamos que nazcan más cachorros fuertes.

–Lo se padre, pero obligarle no era la manera.

–¿Y crees que tu hermano se habría dejado convencer?– El clan Uchiha se caracterizaba por ser terco.

–No lo se, puede… Sabes que ama al clan y que lucha por él con todas sus fuerzas. Si le hubieras explicado la importancia de tal acción puede que si que hubiera aceptado.

–Es igual… Ahora otros han tomado la decisión por él, discutir los 'hubiera y puede', no tiene sentido.

–Tienes razón, tenemos que buscar la manera de sacarlo de ahí… Cuando termine el celo o lo que esté ocurriendo en esa choza Senju.– Masculló lo último con rabia y asco. Esa jodida rata estaba abusando de su hermanito, su pequeño Izuna. Vale que Akiko había dicho que el jodido hijo de puta también estaba en celo con lo cual no era razonable tampoco, pero… No podía evitar culparle de que estuviera sometiendo a Izuna a todas esas folladas que ocurrían durante el celo de ambos.

–Si, no me gustaría perder a Izuna… – "Porque no voy a permitir que sea un Senju".

Tajima sabía lo que tenía que hacer sino podían deshacerse del alfa albino, aunque le doliera y quisiera a su segundo hijo.

–Por supuesto que no le perderemos, ellos serán los que pierdan a la rata.– Madara no tenía la "maldad" para entender lo que su padre había querido decir con esas palabras. Amaba tanto a su hermano, que no le cabía en la cabeza que Tajima estuviera hablando de asesinar a Izuna si no podían destajar a Tobirama. Él, quizás en su bonachona inocencia respecto a su familia, entendía que sino podían matar a Tobirama, perderían a Izuna al pasar éste a formar parte del clan Senju por el lazo con el que sería su macho.

(…)

El celo hacía unas horas que había iniciado y le tenía gimoteando pidiendo un alfa, la piel le quemaba, pero alguien le había quitado la ropa sintiendo algo menos de ardor. Se retorció entre esas mullidas mantas y gimoteó de nuevo… Tan caliente, tan necesitado, tan urgido. Maulló pidiendo un alfa, un pene que le follara bien profundo y calmara su vientre, el semen de un macho que le llenara y sentir por primera vez un nudo trabándose en sus paredes, expandiéndolas. Llenar su fértil útero con cachorros a los que poder cuidar. Gimoteo de nuevo algo más alto buscando, llamando ese alfa que le follara.

Cualquiera que viera ahora a Izuna no reconocería al altivo guerrero Uchiha en ese omega que se retorcía y lloriqueaba por un macho. Eso es lo que causaba el celo en los omegas, la búsqueda instintiva de ser poseídos una y otra y otra vez, ser follados con brío y fuerza hasta que el celo terminara; que ese alfa les dejara tan agotados que tardaran todo un día en despertar y poder moverse con cierta normalidad.

Tajima lo escuchaba con una sonrisa satisfecha, el omega ya estaba listo para ser montado.

–Tranquilo pequeño omega Uchiha, ahora viene tu fuerte macho a follarse ese culito que tienes. Guarda tus fuerzas, pues Tobirama te va a llenar tanto de su esperma que quizás te haga un par de cachorros a la primera.– Mientras le quitaba la ropa a la joven hembra que se retorcía en ese leche improvisado que se había fabricado con prendas, cojines y todo lo encontrado en esa habitación donde le habían encerrado, un nido que había confeccionado bien mullido.– Ahora viene tu macho, pequeño omega.

Era como si el omega en celo que era el Uchiha reconociera que él no era el alfa que le montaría, pues no había mostrado ninguna de las facetas ardientes que mostraban las hembras ante un alfa apto. Y era normal, él era un alfa ya viejo y encima se había puesto un aromatizante que olía a feromonas de hembra, eso le decía al omega joven sin pareja que él ya tenía una hembra para satisfacer, que no estaba disponible para copular con él.

Con los pantalones del omega, que estaban sucios del lubricante que el Uchiha había expulsado por el celo, fue hacía el hogar de su hijo.

¿Y que encontró?

Un alfa en su estro, una criatura irracional que le rugió al sentir su territorio invadido. Rajó los pantalones y tiró un pedazo donde su hijo estaba tumbado, dando la espalda, molesto con todo, desnudo, respirando agitado y soltando gruñidos de dolor y frustración. No tenía una hembra en su territorio, aunque olía a que había habido una hacía relativamente pocos minutos, pero ya no estaba, y eso que la había buscado por todas partes. Tobirama en su búsqueda de esa hembra que olía tan bien y que anteriormente había estado en esa habitación, había dejado todo patas arriba. Primero buscando, después en un estado de estupefacta irascibilidad. Su mente irracional es instintiva, esa parte salvaje que ahora estaba desatada, preguntándose donde narices estaba su omega. Y ahora encima otro alfa venía a irrumpir en su territorio. Le mataría… Se giró a encararle. Pero una prenda fue tirada por ese invasor, que rápidamente cerró la puerta y se marchó. El aroma que le llegó a su potente olfato le puso frenético. Lanzó un bramido y se abalanzó hacia ese trozo de tela.

"Mi omega… Mío… Mío"

Olfateo la prenda y lamió donde la mancha de lubricación que producía el omega que deseaba para si, un omega que llevaba tiempo deseando para sí. Y un profundo rugido de satisfacción salió de su cuello. Sabía tan bien. Su hembra era tan apetitosa. Un par de gotas de pre seminal cayó de su hinchada polla enrojecida, el espamo que le recorrió al saborear y oler a su hembra era sublime. Le follaría una y otra vez, le enterraría su nudo bien profundo para que ese culito sabroso no desaprovechara nada de su esperma y le haría cachorros. Su hembra estaría llena de sus crías cuando terminara con él.

Salió por la puerta de madera de su hogar, atravesándola sin importarle las astillas. Frenético, salvaje, más animal que humano. Y corrió siguiendo el rastro del que quería como omega. Suyo y de nadie más… Mataría a quien tocara a su omega, mataría a quien osara mirarle. Solo él podía tener a su orgullosa y fuerte hembra.

Encontró otro trozo de tela con una buena mancha de fluidos de su futura pareja, su omega que también estaba en celo. Y soltó un potente rugido llamando a su omega, reclamándole.

Los habitantes de la fortaleza Senju escucharon ese fuerte rugido desde la seguridad de sus hogares, los que tenían la suerte de no tener que hacer guardia. Los vigías se escondieron entre las sombras. No era bueno cruzarse con un alfa en estado salvaje y urgido por el estro, un alfa que clamaba por su hembra. Sabían que si por mala fortuna se cruzaban en su camino hacía su omega, corrían el peligro de ser atacados de forma despiadada. Era algo muy temerario y peligroso estar delante de un alfa en su calor, por ese motivo era una norma que se quedaran encerrados en su territorio para no dañar a nadie de forma inintencionada.

Butsuma desde su hogar sonrió y abrió la puerta mientras sujetaba al omega en la entrada. El aroma del azabache llegaría a su hijo al estar justo allí, sin camuflarse con otros aromas. No se equivocó, en menos de 5 segundos Tobirama estaba respirando pesado ante ellos, fue tan rápido que no le dio tiempo de soltar al omega y alejarse antes de que su hijo le lanzara un fuerte zarpazo por atreverse a tocar lo que quería para él. Izuna al ver al macho necesitado y clamando por él, gimoteo en llamada, estaba dispuesto y muy cachondo para ese fuerte macho que le proporcionaría lo que tanto deseaba y le fecundaría con fuertes crías.

El líder Senju fue lo suficientemente hábil para soltar al omega y saltar fuera de su camino, pero no para evitar que esas garras le tocaran. Se sujetó el brazo sangrante mientras veía a su hijo lanzarse a por el omega y desaparecer en el interior de su hogar. Cerró la puerta, para que ningún incauto se atreviera a entrar o quisiera interrumpir; lo que realmente significaría la muerte a manos de Tobirama. Y pudo sentir la satisfacción recorrerle cuando el profundo gruñido de su hijo se escuchó desde su posición junto a los gimoteos del joven omega Uchiha, seguido de varios gruñidos y gemidos más animales que humanos.

–Todo tuyo, Tobirama.– Sabía que su segundo hijo, en su estado actual, no perdería nada de tiempo en penetrar al azabache.

Luego de eso borró la sonrisa y corrió hacía la casa de su primogénito. Tenía que seguir con su teatro de que había sido accidental, que Tobirama había salido de su territorio para "cazar" a su omega y aparearse con él.

(…)

Una vez eliminado a ese alfa que se atrevía a estar tocando a su hembra y, de apropiarse del territorio de ese alfa mayor y que no representaba ser un rival para él pues fácilmente le había echado. Se abalanzó contra su necesitado omega que clamaba por él y se lo llevó lejos de la entrada de ese nuevo territorio que había reclamado. No era estúpido, sabía que estando tan cerca de la entrada sería presa fácil de cualquiera que buscara molestar en su apareamiento y él no quería ser molestado. Llevó a su hembra hasta donde sintió su aroma más concentrado, donde su hembra había construido un nido.

Gruñó mientras olfateaba su piel, satisfecho. Su omega era pequeño, pero podía notar su fuerza. Bramó de nuevo demandando sumisión y exigiendo, con su fuerte aroma y presencia, que su omega se entregara. Y la respuesta del mismo fue provocadora, incitante… Ese pequeño azabache le olió de vuelta y satisfecho le maulló antes de lamer su piel y restregarse contra sus duros pectorales. Le enseñó los dientes y le sujetó del cuello, dominante, fue entonces que su omega le mostró el cuello y separó las piernas gimoteando, demostrando su disposición a aceptar al que le reclamaba como pareja. Usó su mayor cuerpo para guiarle en dirección al lecho que el omega había preparado para esa ocasión y allí le empujó con un gruñido profundo. Ya había esperado demasiado, ambos lo habían hecho, a ambos les dolía el no unirse. Había rastreado a su omega, le había reclamado de los brazos de otro alfa rival y este parecía satisfecho con él, era el momento de reclamar su premio.

El omega cayó encima del lecho blando y observó al alfa allí de pie, altivo, poderoso, dominante, salvaje... Con ese pene largo y grueso clamando por su agujerito lubricado. El macho era muy grande de allí abajo, su parte omega gimoteó un poco atemorizada por esa gran verga que goteaba por él. Pero su instinto, su instinto reaccionó a los rugidos del alfa exigiendo por él y abrió sus piernas mostrándose. Era de ese macho, lo sabía, lo aceptaba y su miedo tendría que ser aplacado pues ese alfa le penetraría y le reclamaría como suyo. Su vientre se caldeó aun más por saberse deseado, por ver el magnifico espécimen de alfa que sería suyo, que le mordería, que lo anclaría, que le proporcionaría las crías que tanto anhelaba. Un suave arrullo salió de su garganta, mientras movía con suavidad su cadera y eso desencadenó el abrupto movimiento del alfa que hasta entonces solo se había dedicado a mirarle con hambre. Fue tan sorpresivo y brusco el movimiento realizado por su gran alfa albino, que buscó echarse para atrás algo asustado. Pero una mano de acero en su muslo le obligó a estarse quieto.

–Mío.– El sonido gutural, más animal que humano le hizo gimotear.

Deseaba ser del macho, pero no comprendía que quería.

Y cuando el macho se inclinó hacía él, esta vez con más calma, le abrió las piernas para que se metiera entre sus muslos; sumiso, entregado.

El alfa no entendía nada… Su omega no se colocaba en la posición de apareamiento, por mucho que le había gruñido exigiendo su entrega y que se colocara para que pudiera penetrar en su cavidad, el omega no se movía de sitio. En cambió si que parecía permitir su acercamiento e incluso le llamaba. No se mostraba reacio a que se aparearan, solo que no se colocaba en la postura que él buscaba y exigía con sus rugidos y gruñidos. Lo que si hacía el omega es calentarle más, le mostraba su entrada abriéndose de piernas para que viera que estaba preparado y que quería "jugar" con él; pero no se giraba y presentaba sus caderas para que le penetrara. Y cuando se lanzó a por su hembra, si el omega no se decidía a colocarse correctamente él le obligaría a la fuerza, descubrió que el omega tenía cierto miedo y buscó alejarse de su veloz movimiento, algo nervioso y asustado. Ese le dejaba confuso. Pero su omega seguía queriendo que se unieran, le gimoteaba y notaba su lujuria. Y por fin comprendió al ver como se ofrecía. Su pequeño omega era muy joven y seguramente ese era su primer celo. Sabía que el omega le quería como a su macho y que le necesitaba, es solo que no sabía lo que tenía que hacer o como acostumbraban a someterse los de su casta para la monta. En su confusa e instintiva mente le pareció encantador. Su omega era puro para él, nadie le había tocado, nadie le había instruido, nadie le había guiado. Le miró encandilado, seguía estando salvaje por su estro, pero el omega le había conmovido lo suficiente como para refrenar un poco sus ansias.

Lentamente se tumbó encima de ese omega, su omega; en esa postura tan poco característica de un celo. Y acariciando los flancos del omega con una mano mientras la otra la posaba en el suelo, su hembra era pequeño y muy delgado, no era cuestión de hacerle sostener su pesado cuerpo, buscó su entrada con su duro pene. La humedad de la hembra en esa zona casi le hace perder ese pequeño momento de sosiego que había conseguido. Siguió moviendo su cadera buscando el ángulo correcto para penetrarle mientras gruñía frustrado, se estaba desesperando y en ese estado instintivo le costaba tener tanto control de si mismo para no ser una bestia. Llevó su brazo libre a rodear la fina pero fuerte cadera del omega y le levantó, a la vez que él se dejaba caer más y por fin encaró su prepucio en esa entrada. Empujó notando la reticencia de los músculos anales por abrirse, ese omega era muy estrecho; algo normal al ser su primera cópula. Apretando los dientes empujó sus caderas enterrándose de a poco en ese agujero. El omega se removió intentando escapar del dolor que seguramente estaba sintiendo al obligarle con su polla a abrirse por primera vez. Sabía que él no era nada pequeño y eso seguro que era doloroso para un omega novato en las lides sexuales. Lo tuvo que sujetar con fuerza de la cintura con su brazo, y sin poder evitarlo por su estado de celo, buscó sujetarlo con los dientes en el cuello a la vez que soltaba un gruñido bajo y gutural, dominante. Era un marcaje donde le dejaba en claro que tenía que quedarse quieto. Los sollozos del omega le hicieron levantar la cabeza, sintiéndose algo compungido por causarle dolor a su hembra, queriendo reconfortarle lamió y besó esas lágrimas que corrían por las mejillas de su omega. A su nariz llegó el aroma de la sangre al haberse hecho con su pureza, su pecho se hinchó con orgullo, ese omega era suyo y solo suyo, era el primero para su hembra y al marcarle se aseguraría de ser el último. Nadie podría tocar a su omega, nadie excepto él. Ronroneo gustoso.

Pero no pudo detener el movimiento de sus caderas. Des del momento en que su pene fue fuertemente aprisionado por esas lubricadas paredes, fue que no pudo aguantar más. Por mucho que a su omega le doliera su gran tamaño y la potente intromisión en un lugar no abierto de esa forma con anterioridad. Se movió penetrando al omega como si se quisiera enterrar lo más profundamente posible en ese agujerito delicioso. Ese agujerito que aunque reacio a abrirse en un primer momento, le acogía en toda su enorme totalidad. Estaba enfundado entero, sus caderas chocando contra los muslos del omega, que se abrieron más por la presión de su cuerpo al apretarle contra el lecho, esto le permitió estar tan profundamente enterrado en su pequeño omega.

Notó, por encima del aroma del sexo que estaban empezando a compartir con su omega, que sería totalmente suyo cuando le marcara; una invasión de su nuevo territorio perpetrada por un alfa ya enlazado. Pero seguía siendo un jodido alfa entrando en su lugar de apareamiento y, molestándoles a su hembra y a él. No quería abandonar el interior del omega ahora que por fin le había penetrado. Giró el rostro con una clara muestra de rabia y le suelta un potente rugido a ese entrometido. Era una clara advertencia de que le destrozaría si se atrevía a seguir allí inmiscuyéndose en sus asuntos. Sintió al omega bajó suyo soltar un nuevo gimoteo, quizás por su movimiento algo brusco, quizás porque también había captado a ese otro alfa y se sentía molesto, quizás porque su potente aroma mostraba molestia en vez de lujuria y deseo. Por suerte ese otro maldito entrometido, que reconocía como a su hermano, se fue y esperaba que no volviera a molestarles en esos días de grandioso celo que iba a disfrutar con el que sería su pareja.

Ya pudo centrarse de nuevo en el pequeño cuerpo de su omega, y por fin su hembra dejó de gimotear adolorido y empezó a soltar suaves jadeos, que cada vez fueron a la alza hasta convertirse en gemidos de placer y maullidos satisfechos. Gruñó gustoso, aprobando la actitud del que iba a ser su omega. Orgulloso por saber que a su futura pareja le gustaba como se movía y como le saciaba.

Todo y su estado irracionalmente cachondo, sentía cierto nerviosismo, nerviosismo que batallaba contra su excitación, al notar como tenía al que era su alfa tumbado encima; sintiendo su peso en la parte baja de su cuerpo. Nunca había estado en una situación parecida y por eso su corazón bombeaba como loco y su respiración era algo acelerada. Y sentía algo duro presionar entre sus nalgas, su cuerpo tembló sin poder contenerse. Lo quería, quería eso, pero también le daba respeto, algo de temor. Y cuando la polla de ese macho empezó a entrar en él, se revolvió gimoteando, para ser sujetado con fuerza por el macho que no se detuvo en su penetración. Soltó varios quejidos lastimeros por el dolor de ser abierto por ese gran miembro que poseía el alfa. Le dolía, le quemaba en ese lugar donde ahora estaban unidos, le lastimaba pues nunca antes había tenido nada allí dentro. El alfa encima suyo le presionó más contra el lecho y él gimoteo, aunque se sintió cuidado por el albino con esas muestras de cariño. El macho nunca detuvo sus movimientos pélvicos, ese brío al chocar sus pieles de forma rítmica y por fin su cuerpo se adaptó a ese grosor y esa largada, a esas penetraciones. Empezó a sentirse bien, a sentir placer y a centrarse en la satisfacción y como el movimiento de ese pene entrando y saliendo un poco de su canal, como golpeaba ese punto dentro suyo; ese punto delicioso y profundo que no sabía que tenía pero que el macho que le follaba alcanzaba con ese gran pene y, así calmaba el malestar que había sentido al empezar su celo. Por fin el dolor daba paso al intenso placer, los calambres desaparecían. Y empezó a gemir y maullar por lo que su macho le hacía. Izuna sentía que se derretía entre el cuerpo de su gran alfa y el nido, se derretía de placer ante esa buena follada que le daba el macho albino. El sonido de las penetraciones cada vez más fuertes y salvajes al no contenerse el alfa. La humedad que salía de su cuerpo, que desbordaba ante cada potente y brutal embestida, haciendo a su vez que el macho se pusiera más frenético y bestial por el aroma excitante de su lubricación. Sus gritos, gemidos, gimoteos y maullidos ante cada embestida que le dejaba sin aire casi. Los gruñidos guturales del alfa y gemidos cuando su cuerpo reaccionaba apretando los músculos ante ciertos movimientos y puntos internos estimulados por ese grueso miembro viril. Se estaba sintiendo tan bien, eso era tan exquisito, tan placentero… Estaba llegando a un punto que todo eso le sobrepasaba. Sollozo algo atemorizado por esa sensación nueva, aunque a la vez gemía de placer. Era un matojo de gemidos, cuerpo sensible, lágrimas, miembros y acciones incontrolables, su cuerpo no le respondía bien. Estaba lanzándose de cabeza a algo que le resultaba muy placentero, que le hacía recorrer millones de hormigas por debajo de la piel, pero que nunca había experimentado nada igual. Maulló y abrió los ojos al máximo, asustado; no podía controlar eso, su omega se sentía sobrepasado. Su boca entre abierta buscando respirar. Y… Todo explotó. Su cuerpo, su mente, todo lo que conocía dejó de existir. Su cuerpo era ingrávido, su cuerpo estaba siendo sacudido por millones de pequeños espasmos, por miles de corrientes eléctricas muy satisfactorias. Sabía que había gritado y que de vez en cuando soltaba un sonido de gusto que no sabría clasificar. Y una gran presión se instauró en su entrada, una presión que le hizo jadear y quejarse pero a la que enseguida se adaptó. Su interior empezó a ser bombardeado por algo cálido de forma potente… Y le encantaba como se sentía eso. No podía saber lo que hacía pues aun estaba como flotando en una nube, pero había empezado a ronronear por esa sensación en su vientre causada por el esperma del alfa. Si hubiera estado en sus cinco sentidos y no controlado por su lado más irracional, instintivo y salvaje, eso le habría recordado a potentes ráfagas de un ataque de agua pero que en vez de causar dolor causaban un gran placer y una potente relajación, así era como se sentía la corrida de un alfa que anudaba para un omega. Fuertes corridas a potentes chorros para penetrar lo más profundamente en el útero de un omega y así preñarlo con seguridad, además el nudo impedía que el semen saliera de esa cavidad. Esa potencia de corrida solo podía ser soportada por un omega, que lo cierto es que disfrutaban demasiado de ellas; para una beta eso era molesto y doloroso, y el nudo las desgarraba por dentro.

Estando en esa nube de éxtasis por las corridas, por el orgasmo, por las feromonas que ambos liberaban, por sentirse satisfecho y saciado, fue que Tobirama aprovechó a morder al omega. Le hizo girar la cabeza buscando su nuca, lamió un par de veces, aumentando el sonido de esos ronroneos que liberaba su hembra y, desnudando sus dientes, mordió con fuerza rompiendo esa piel donde el omega tenía unas de sus glándulas de aroma más importantes. El gimoteo adolorido del pequeño azabache no se hizo esperar, movió un poco la cadera, con suavidad pues estaban abotonados, para así desviar su atención. El lazó se formó. La unión entre ambos fue intensa, ambos jadearon al conectar sus emociones y percibir al otro con tanta claridad. Era una unión muy fuerte la que hicieron sus mentes y se sintió como si eso hubiera estado destinado, como si fuera lo correcto. Conectaron a unos niveles que ninguno de los dos se hubiera imaginado. Sus bestias se reconocieron, eran uno del otro, como tenía que ser, como estaba destinado a ser desde que nacieron. El omega se sintió parte del alfa y el alfa del omega, eran uno solo.

Abrumado, incluso estando en su estro se sintió así, dejó de morder y lamió la zona para atender la herida que había causado. Ahora más que nunca no quería herir de ninguna forma al que era su enlazado.

El omega se quedó estupefacto, después del dolor que había sentido al morderle el alfa. Miró al macho encima suyo, era suyo por fin. Su alfa. Y la conexión entre ellos era tan intensa, tan profunda, le sentía en su mente, en su alma y su corazón, era algo que había sido predestinado al nacer. Sonrió con suavidad hacía ese alfa albino que le pertenecía. Estaba afectado por el celo, era cierto, pero sentía una gran calidez en el pecho por ese alfa y eso era más fuerte e intenso que ese instinto que le había hecho aceptarle y desear el apareamiento.

La sonrisa del omega y la calidez que compartían a través del lazo, le hizo bajar la cabeza y besarle, haciendo que su pareja iniciara un adorable ronroneo. Y Tobirama se sintió afortunado de estar escuchando ese adorable sonido. Era el sonido más agradable, dulce y bello que había escuchado jamás. Cambió de posición, girándose cuidadoso para no dañarse, ni a su omega ni a él. Quedando él debajo y volviéndose a maravillar de la bonita sonrisa del que era su compañero, era la imagen más bella que había contemplado jamás. Una cortina de sedoso pelo negro les rodeaba como un halo oscuro y esa dulce sonrisa en la sensual boca de su pareja.

Poco después, mientras le abrazaba y prodigaba caricias a la suave piel de su azabache, éste empezó a dormirse. Esa acción, que aunque estando en celo no era muy usual, le llenaba de un agradable calorcito en el pecho porque significaba que su omega se sentía en confianza con él; en tanta confianza y tan protegido que se dormía entre sus brazos. No le preocupó que lo hiciera, seguramente era porque su pareja era un omega que había entrado en celo por primera vez y su cuerpo no está acostumbrado a este tipo de actividad, a estas lides sexuales.

Los omegas en celo se comportaban, por mayoría y salvo contadas excepciones, como picaros, mostrándose seductores, descarados e insaciables. En cambio su pequeño azabache se había presentado algo tímido y retraído al principio, eso le tendría que haber hecho notar su inexperiencia y su nerviosismo, por mucho que a la vez deseara ser saciado y necesitara aparearse con él.

Él en cambio era un alfa más o menos experimentado, pues no dejaba de ser muy joven también. Recuerda que con 14 años se puso en celo, se adelantó un poco a lo que solía ser la edad donde un macho sufría su primer estro. Su padre no se preocupó, solía ocurrir cuando un alfa iba a ser realmente fuerte. Ahora tenía 19. Era claro que no era su primera vez tratando omegas en celo y saciándoles, aunque siempre había estado con omegas experimentados. Miró a su pareja dormir profundamente, tendría que haber notado que ese joven, su enlazado, actuaba cohibido, signo de su inexperiencia. Aunque estuvieran en celo, un omega virgen y sin información de un omega adulto que lo hubiera instruido, sentía cierto pavor ante esas nuevas sensaciones y ante la poderosa presencia de un macho, más si éste estaba también en celo. Era algo que podía ser muy intimidante para un joven omega en su primera calor.

Pero ahora ya estaba, el omega, su omega, pues ahora le pertenecía por fin, está dormido entre sus brazos mientras aun siguen anudados. Su ronroneo suave sigue mientras su respiración es calmada y suave. Su pequeño Izuna era un omega tan dulce y confiado, así dormido entre sus fuertes brazos. Ya habría tiempo en el futuro, cuando no fuese el primer celo del azabache, donde su pequeña pareja se mostraría insaciable y lujurioso, muy lujurioso. Donde buscaría que su alfa le saciara una y otra vez, sin descanso entre apareamientos casi, quedando ambos muy satisfechos pero terriblemente agotados tras los días de "el calor". Él como alfa en celo necesitaba lo mismo, copular sin parar con su omega; pero ahora ese entre sus brazos no era un omega cualquiera, era SU omega y por su hembra, y por poder pasar esos agradables momentos con el azabache durmiendo tan pacifico entre sus brazos, lo aguantaría y frenaría su ímpetu y su instinto. Ahora ya no era él sólo, ahora eran enlazados y debía mirar por su pareja y su bienestar, con todo lo que eso implicaba.

Él nunca sería como otros alfas impacientes, bestias sin cerebro y sin escrúpulos, que buscaban moverse incluso con el nudo hinchado, lo que podía dañar a la hembra, entonces era trabajo de un omega calmar a ese impulsivo alfa hasta que el nudo disminuyera. Él se mantendría calmado y esperaría a que su hembra se sintiera más descansado y necesitara de nuevo que se aparearan. Él respetaría a su omega, su principal deber era cuidar, proveer, proteger y estar al tanto de lo que su pareja requiriera o necesitara. Su prioridad sería, desde el momento que le mordió y hasta que muriera, su omega.

Tobirama sentía su polla dura y necesitada, algo común en un alfa que estuviera en celo. Estar erecto era un estado casi permanente de sus genitales durante el estro. Apenas el pene bajaba la hinchazón del nudo, quedaba en un estado de reposo apenas un minuto si llegaba y enseguida volvía a ponerse rígida. Y así estaba en esos momentos, durísimo en el cálido y lubricado canal de su dormido omega. Se removió un poco, con mucha suavidad, y encontró cierto alivio para su dureza. Observó que su joven pareja, aunque soltó un suave suspiro placentero, continuaba durmiendo y decidió seguir moviéndose con mucho cuidado. Ahora su prioridad era su hembra, pero haciendo eso tampoco le causaba malestar o molestia, y él tenía unas necesidades por su calor; después de todo era un alfa muy viril, un alfa sano con brío y una necesidad a saciar. Jadeó entre dientes por encontrar alivio y placer en esos lentos y suaves movimientos.

Izuna se removió un poco y suspiro para seguidamente jadear con suavidad en su sueño. Estaba sintiendo algo muy placentero, ese sueño que tenía le gustaba.

Abrazó a su omega por las caderas para mantenerlo en su sitio y le ronroneo, como una nana para no interrumpir esos dulces sueños que parecía disfrutar. Su hembra parecía tener el sueño muy pesado o quizás es que estaba muy agotado.

Y si, realmente Izuna estaba muy agotado, pero no por lo que creía el que se había convertido en su pareja. Habían sido largas horas de peleas, incertidumbre, miedo, dolor y ansiedad, las que había pasado durante esos días anteriores a lo que había sucedido en ese cuarto hace unos minutos atrás. Izuna hacía días que no dormía, algo a lo que siendo ninja estabas acostumbrado. Cuando aun estaba en el asentamiento Uchiha tuvo una desavenencia con su padre, pues su progenitor quería que se pusiera un collar; algo que él encontraba humillante y algo que le recordaría de forma permanente que era un maldito omega, algo que odiaba ser y que le recordaran. Las noticias sobre esos "renegados" le salvaron de tener que aceptar por respeto y obligación para con su padre el ponerse esa cosa de hierro en el cuello. Y él estubo encantado de aceptar esa misión, aunque ya llevaba días peleando en otros frentes y contra otros rivales del clan; porque eso significaba librarse de su padre y retrasar lo del collar al menos durante un día o así calculaba él. Trazar el plan con su batallón, dirigirse prestamente hacía el lugar, pelear y gastar chakra de más por tener que salvar a los suyos, la pelea con los Senju cuando ya creían que habían vencido a esos rufianes. La droga, que aunque le dejó inconsciente no le supuso un descanso, pues le dejó sintiéndose mareado y con malestar. Despertar siendo tocado por un extraño que le palpaba como sabía que se palpaba a cualquier omega, o sea, como si fuera una mercancía. Saber que le habían encerrado con el albino para que éste le follara… Eso fue tan horrible y le dejó tan estresado, no porque encontrara a Tobirama Senju despreciable. Reconocía que era un buen portento de guerrero y que tenía buena planta, le respetaba como rival y si, en su interior sentía algo por ese. Pero él no quería ser omega, ser tratado así, obligado, vejado… Por eso esa situación la encontró horrible y le había creado mucha ansiedad. Luego ser llevado a otro hogar Senju… Eso fue aun peor, pues creía que le violarían todos los machos de ese clan. Luchar con el dolor del celo, perder la batalla contra su raciocinio para dar paso al maldito instinto de "la calor"… No, definitivamente Izuna no pudo descansar nada de nada por largo tiempo. Y ese miedo, esa tensión, ese dolor, esa ansiedad, esas peleas… Todo eso le habían agotado demasiado y ahora, que se sentía protegido por su macho, que se sentía relajado por esa calidez del cuerpo del otro, por esa calidez que le llegaba del lazo… Ahora era cuando su cuerpo había sucumbido al agotamiento. Al menos durante unas horas necesitaba dormir… Realmente necesitaba eso pues había estado al borde del colapso.

Siguió moviendo su cadera lentamente, penetrando a su omega con calma. Rotando su cadera, haciendo lentas y cortas penetraciones. Se guardó para si un jadeo extasiado, su omega tenía un aroma tan sublime, un interior tan acogedor, tan caliente, tan apretado, tan lubricado. Su grueso pene siendo estimulado por ese perfecto interior que estaba hecho a medida para él. Su pareja seguía durmiendo, pero sabía que disfrutaba eso por los suaves soniditos de gusto que liberaba desde su garganta de forma inconsciente. Roló las caderas mientras sujetaba el trasero de su pareja para mantenerlo allí quieto. Se mordió el labio para no liberar ningún sonido más fuerte de la cuenta por el sublime placer que estaba sintiendo. Y se tensó presionando sus caderas hacía arriba lo más que podía para enterrarse profundamente en su hembra. Se sintió extasiado cuando llegó al orgasmo, un orgasmo no tan intenso como el primero, pero igual de saciante y satisfactorio. Su nudo se apretó contra esas paredes al hincharse y su semen empezó a llenar el acogedor interior de su pareja de nuevo. Izuna entre sus brazos suspiró y sonrió de forma dormida, sintiéndose tan bien, tan arropado, tan lleno de esa agradable calidez que le masajeaba su útero. Era como un gatito recién alimentado que ha encontrado el lugar perfecto para seguir durmiendo a gusto. Tobirama besó en la cabeza a su hembra al ver que eso parecía encantarle y le hacía suspirar en sus sueños. Liberó feromonas de calma y relajación para que siguiera durmiendo tranquilo.

Despertó, aunque no abrió los ojos, por el tirón que sintió en su intimidad. Apretó más los brazos alrededor del flexible y delgado, pero firme, tallo de su omega y soltó un suave gruñido de advertencia para demandarle que se estuviera quieto. Aun estaban abotonados de su última corrida. Pero parece que su hembra era algo indomable y desobediente, además de que parecía tener otros planes que distaban mucho de lo que él deseaba… Un mordisquito travieso en su pectoral le hizo por fin abrir los ojos. Y ahí estaba su omega con ojos brillantes y encendidos, una sonrisa traviesa que auguraba juegos calientes y mucha lujuria. Le gustó mucho lo que veía. Parecía que su pareja estaba ya descansado y listo para seguir con el celo, mostrándose juguetón, pícaro e insaciable. Rugió satisfecho y feliz de verle así de repuesto… Iban a poder dejarse llevar por el fuego del estro. Pura lujuria salvaje y pasión animal sin límites. No más contención, no más frenarse, iban a ser un macho y una hembra calmando su calentura… Largas horas por delante les esperaban.

Se tensó al salir de la bruma de su celo, estaba molido. Su omega había resultado ser puro fuego luego del merecido descanso tras el primer apareamiento que compartieron y que les unió al morderle en la nuca. Fueron tan apasionados, tan bruscos, tan salvajes… Su pareja no solo no se quejó ni una vez de su brutalidad, sino que le respondió con el mismo brío. Sus cuerpos eran testigos de cómo habían fluido sus "juegos". Arañazos, algunos morados por los fuertes agarres y mordiscos… Si, su pequeña pareja le había mordido a él, le había marcado como de su propiedad, algo que no era muy usual que hicieran los omegas, pero así había obrado su azabache.

Y ahora, ya sin el embotamiento del estro miraba al que ahora era su pareja descansando un poco tras el último apareamiento. Decir que se sentía algo tenso sería mentir, realmente se sentía muy tenso pues no sabía como iba a reaccionar Izuna cuando despertara. Él había estado medio consciente de sus acciones y había mordido a Izuna sabiendo que era al Uchiha a quien marcaba, pero él siempre había sabido tener cierto control sobre sus actos. Cierto, que no total control.

El pequeño omega Uchiha le atraía y le atrajo desde siempre por mucho que dijera odiar a todos los miembros de ese clan. Pero Izuna… Para el azabache ese era su primer celo y había omegas que perdían cualquier capacidad de razonamiento cuando estaban sufriendo "el calor", con lo cual su miedo allí era:

"¿Cómo iba a reaccionar el Uchiha al saberse unido a él?"

Los demás Uchiha y, como se tomaran esa unión entre Izuna y él, le importaban una mierda. Por él como si pillaban tamaño berrinche de rabia y furia que les hiciera explosionar y murieran todos de golpe. El que le importaba era Izuna, su omega, su pareja.

Aguantó la respiración al ver como el azabache abría los ojos, parpadeaba como a cámara lenta y le miraba con intensidad, no percibía nada malévolo a través del lazo… Pero eso podía ser porque Izuna hubiera cortado su conexión con sus emociones, algo así como una táctica del pequeño ser maligno entre sus brazos para pillarle desprevenido y que su ataque fuera más letal. Pero se calmó al no ver odio ni rabia en esos ojos negros, sobretodo se calmó al no ver signos del sharingan. Un sentimiento de calidez le llenó el pecho al percibir, de nuevo, el lazo con el omega.

Lleva una mano a esa mejilla, e Izuna se apoya en ella cariñoso, luego la desliza hasta su nuca y siente los bordes del mordisco que le ha hecho. Izuna ronronea.

–Eres realmente adorable cuando no estas intentando matarme.– Es algo raro que el azabache sea así… Aunque luego lo siente y comprende. –Aun estas en tu celo y quieres más, ¿Eh, Izuna? Por eso no estas intentando matarme. Eres como un pequeño gatito que quiere más de su preciada leche.

Retazos de los momentos compartidos durante su celo van resurgiendo, cada vez más vividos. Él montando a un Izuna que se entrega mansamente y que busca ser saciado, que busca su placer mientras él persigue el propio a la vez que el del azabache. Las caricias que comparten, como Izuna clava sus uñas en su espalda cuando le folla cara a cara, cuando le mordió en la clavícula para marcarle y como posteriormente le lamió tras clavarle los colmillos para dejar su "mordedura de omega", si es que eso existía pues no había escuchado nunca a ningún alfa contar que su hembra les hubiera reclamado de su propiedad.

Resopló de nuevo para si, por ahora esa "tranquilidad" actual duraría un poco más… O lo que le durara el celo a la pequeña máquina de matar que ahora tenía por pareja. Estaba seguro que el azabache no era consciente de a quien reclamaba como a su alfa y eso le preocupaba. Él si que sabia que era a Izuna a quien marcaba, pues su alfa se sentía muy atraído por el omega Uchiha. Pero Izuna le odiaba y cuando saliera del estado instintivo e irracional que le causaba el celo… Tendrían problemas. El Uchiha entre sus brazos podía ser un gran dolor de huevos si se lo proponía. Por eso le había querido liberar cuando aun era consciente de sus actos; cuando vio lo que causaba su cercanía en el asustado omega que estaba entrando en celo pero que aun no estaba totalmente a la merced de ese estado, cuando lo llevaron a su territorio. Hashirama había tenido razón y él por capricho al sentirse muy atraído hacía el omega y, un poco, por vendetta ante ese shinobi que le sacaba de quicio y al que quería dar una lección y, a la vez le ponía muy cachondo; había querido seguir los planes de su progenitor. Era como una compulsión que le venía de muy adentro el conseguir unirse al Uchiha, su alfa le anhelaba.

Un suave chupetón en su cuello le sacó de esa preocupación que sentía.

"Mi Izuna…"

Mientras aun acariciaba la mejilla del azabache mirándolo con cierto pesar por quizás no ser correspondido lo que llegaba a sentir por ese. El maullidito del Uchiha llamándole, incitándole, le sacó una débil sonrisa.

–Ahora, ahora… Omega insaciable… Me vas a dejar seco.–Le observó y le gustaba lo que veía. Ahí estaba su mortal enemigo entregando su culo para él, buscando ser llenado y preñado.– ¿No podrías quedarte así de adorable siempre?

No, no tendría esa suerte.

Izuna cansado de esperar se giró y se colocó presentando su entrada para incitar al alfa y obtener el coito que tanto necesitaba de una vez. Y a Tobirama le encantó esa visión. Era tan estimulante que Izuna Uchiha se sometiera de tan buen grado a su presencia. Era muy excitante, más excitante que si lo hiciera cualquier otro omega con el que se hubiera acostado con anterioridad, pues ese arrogante se estaba ofreciendo a él que era su macho, su alfa.

"Mío… Mi omega destinado..."

–Oh, kami… Hueles tan magnifico Uchiha.– Mientras acariciaba esos firmes glúteos y esas piernas. Observó ese agujerito goloso que le llamaba, agujerito que ya estaba de un color rosado muy intenso tras los anteriores apareamientos y la brutalidad que emplearon al estar ambos en celo.– Uchiha, mira como estás.

"Y como me tienes, maldito gatito arisco…"

Pues estaba tan erecto ya de solo oler, ver esa postura y escuchar los jadeos del azabache. Sin mucha demora guío su pene hacía ese interior y gruñó de gusto. Su pequeña hembra era estrecha, tenía el canal perfecto para apretar y estimular su pene deliciosamente. Agarrando fuerte esas caderas empezó a mecerse, primero suave y luego enterrándose con dureza. Y su hembra gemía de una forma tan sensual y profunda. Adoraba la voz de Izuna, era algo que siempre había disfrutado en sus combates. Esa voz profunda, musical, vibrante, cargada de ese erotismo sin que su poseedor quisiera que así fuera; simplemente era algo que parecía salirle de forma natural al del sharingan.

–No te reprimas, quiero oírte gritar de placer, mi gatito.– Mientras agarraba esa larga coleta y la enroscaba en su mano derecha sin dejar de embestirle, forzándole a levantar la cabeza.

Izuna gruñó, pero un nuevo embate le hizo gemir en alto. Como estaba disfrutando de eso. Movió su cadera, observando como su pene se perdía hasta la base en ese interior y como volvía a salir mojado por los fluidos de su omega. Era lujuria pura lo que le causaba esa visión. Eso junto a la espalda curvada del azabache con su elástica musculatura, los sonidos húmedos del coito y los gemidos del Uchiha.

Le folló todas y cada una de las veces que quiso y el omega pidió. Llenándolo con su espeso y abundante esperma, anudándole todas y cada una de las veces con su grueso nudo. Disfrutando de ver como de maltratado quedaba el ano de su pareja tras el intenso sexo, el como resbalaba su semen de tanto que le había llenado. Izuna era tan apasionado cuando estando en celo… Viéndolo ahí gimiendo y disfrutando de todos y cada uno de los orgasmos que le había provocado no parecía alguien que odiaba su casta. Tampoco al ver como le incitaba para que le montara cuando necesitaba ser llenado… Realmente habían tenido un gran estro, y ahora Izuna estaba ahí descansando tras esa última follada. Su pene aun enterrado dentro del Uchiha, mientras éste dormía tras la agitación y actividad de esos últimas días.

¿Estaba él cansado? Mucho. Pero había valido tanto la pena. Ese orgulloso y arrogante Uchiha le pertenecía, sería la madre de sus cachorros y estaba seguro de que no se iba a aburrir con alguien tan belicoso, terco e indomable como su azabache. La que le esperaba… Reviró los ojos, aunque en el fondo estaba encantado de por fin tener a su pareja con él.

"¡Uchihas!"

–Definitivamente te he llenado con mis cachorros, Uchiha. – Mientras acariciaba ese vientre algo distendido tras tantas corridas.

Por fin habían podido separarse, así que con cuidado sacó sus genitales de dentro de ese interior y colocó al menudo omega en la cama. Izuna gimió algo adolorido, pero no despertó, sino que se acurrucó en la nido algo encogido.

Observó con orgullo esa espalda que había marcado a base de chupones, garras y mordiscos y, bajando más la mirada ese trasero donde se apreciaba la silueta de sus manos de las veces que le había agarrado con fuerza para follárselo… Y unos centímetros más abajo esa deliciosa entrada que le había sabido gloria, y de la que ahora escapaban unos hilos de su blanco semen mezclados con un poco de sangre. No le preocupaba, era algo normal tras un celo que los genitales sangraran un poco tras la brusquedad de las penetraciones, nada que no se curara con un poco de reposo. Su propio pene estaba algo irritado tras tanta fricción después de tres días de intenso apareamiento.

–Mío… Mi omega… Seguro que muy contento no vas a estar, mi testarudo gatito.– Porque si, Izuna era un felino.

"Quizás por eso es tan arisco en ocasiones… Siempre lo es cuando nos vemos"

Tenía ganas de poder domesticar al azabache, podrían estar tan bien juntos si solo el Uchiha se dejara convencer, si ambos reconocieran ese vínculo profundo que les había unido y les unía. Le olisqueó, ya no olía a celo, pero en cambio sus aromas estaban perfectamente mezclados. Se sintió satisfecho de que oliera a él, pero era normal que se sintiera así… Cosas de alfas. Se les hinchaba el pecho si su omega olía a una mezcla de su aroma con el propio. También les ocurría eso si su pareja mostraba la marca de su alfa con orgullo… Algo que Izuna no haría segurísimo.

Un ruido en la habitación contigua le alertó. Soltó un gruñido territorial de advertencia. Pero olfateando mejor descubrió que eran su hermano y su padre. Se levantó, aunque antes tapó a su pareja para que continuara durmiendo y agarrando un kimono de su padre se lo puso antes de salir.

–Tobi… Apestas a sexo.– Se tapó la nariz Hashirama al llegar el intenso aroma almizclado al abrirse la puerta donde su menor e Izuna había compartido coito.

–¿Qué esperabas? Es lo que se hace en el celo.– A veces Hashirama era algo… Especial. Como si él no se hubiera apareado con Mito cuando se unieron, en sus celos o durante la intensa vida sexual que llevaban las parejas alfa-omega.

–¿Cómo ha ido hijo?– Tobirama miró a su padre con intensidad. Intuía que él había tenido algo que ver por haber terminardo en el territorio de su progenitor apareándose con Izuna.

–Me llevaré a Izuna a mi hogar, ahora mismo.– Le dijo sin dejar de analizarle.

–¿Está Izuna bien?– Hashirama estaba preocupado.– ¿Crees que necesita ser revisado?

–¡No!– Salió su voz de forma algo agresiva.– Disculpa… Yo no quiero que te acerques a él.

–No te preocupes, Tobi. Lo entiendo… Los sentimientos están a flor de piel ahora mismo, es lo que provoca enlazarse con tu omega.– Los alfas se volvían posesivos con su pareja, territoriales. Era algo muy común.

–Él está bien. Ya sabes… Lo normal después de haber compartido un celo. Solo necesita descansar y se le pasara.

–Comprendo.– Sabía que su hermano era lo suficientemente racional como para permitirle revisar al omega Uchiha si este estuviera herido o lo necesitara.– Vete a descansar con tu pareja.

–Si, podéis quedaros en mi hogar mientras descansáis. No te preocupes, Tobirama.– Añadió Butsuma.– Y cuidado con ese Uchiha… No te fíes mucho.

–¡Padre! Izuna es el omega de Tobirama ahora.

– Sigue siendo un Uchiha… No sabemos como va a responder.

–Pero…

–Padre tiene razón. Tengo que tener cuidado con Izuna, aunque ahora sea mi omega.

–Es injusto…

–Es lo que ha sucedido, Hashirama. Ya no hay vuelta atrás.

–¿El que es injusto? ¿El que tu hermano le haya marcado y ahora sea su omega, uno de los nuestros?

–Si padre. Esa no creo que fuera la vida que deseaba Izuna Uchiha, ni tampoco Tobi.– Mientras se cruzaba de brazos.

–Es lo mejor que le podía ocurrir a ese Uchiha.

Tobirama suspiró… Ahí iban de nuevo.

–¡Basta! No padre, no ha sido justo para el Uchiha. Él tenía su vida y estoy seguro que no es eso lo que deseaba que le ocurriera.– Luego se giró a Hashirama.– A mi no me desagrada la situación, Hashirama. No pongas tus palabras en mi boca. Izuna me atrae y me excita, siempre lo ha hecho. Y si, le quería someter bajo mi cuerpo y hacerlo mío. De todos los omegas que me han ofrecido o que he conocido es el único que provocaba esas cosas en mi.

–Pero… ¿Entonces por qué quisiste devolverlo?

–Porque vi lo asustado que estaba por lo que iba a suceder, vi su ansiedad… Ese que encerrasteis en mi hogar no era el fuerte guerrero que me plantaba cara con su arrogancia y su inmenso poder. No era el bravo omega que me provocaba esa lujuria al verle en el campo de batalla, al retarme, al lanzarse contra mi con su katana en alto, sus técnicas y su taijutsu veloz y ágil. Sólo veía a un joven que no aceptaba su condición, un joven que necesitaba el consuelo y apoyo de los suyos, un omega que recién iba a madurar, asustado por algo que le estaba sucediendo y desconocía. Que le deseara y quisiera hacerle mío no significa que me gustase verle así; despojado de su orgullo y su arrogancia, atemorizado, vulnerable.– Y todo y eso, el Uchiha le había plantado cara. Era tan fuerte, y por eso le admiraba y respetaba, y le deseaba por igual.

"Mi pareja destinada es tan increíble".

–Pues eso ya es historia. Fuimos tarde para poder devolverlo. Ahora ese Uchiha es de nuestro clan.– Finalizó su padre.– Así que no se hable más y vamos a dejar de lamentarnos del pasado.

–Pues entonces que se le quite el sello a Izuna.

–¡No! No seas estúpido, Hashirama. Ese puede matar a tu hermano si hacemos tal cosa… O a cualquiera de nuestro clan.

–¿Tobirama?– Buscó apoyo de su menor.

–Por ahora mejor que no, Hashirama. Entiendo porque lo pides y si, también veo injusto que además de haberle despojado de todas sus aspiraciones, de todo lo que conocía y ahora tenga que vivir entre nosotros, sus enemigos; que encima sea sin su chakra es algo horrible.

–Entonces…

–Es peligroso. Izuna es muy peligroso, por mucho que sea mi omega, por mucho que lleve mi marca… Prefiero esperar un tiempo a ver como reacciona antes de proceder a quitarle el sello.

–Mejor que no se le quite jamás… No te puedes fiar de uno de ese clan.– Zanjó Butsuma.

–Pero ahora ya no será de ese clan, padre.

–Sigue siendo muy peligroso.

Tobirama estaba con su padre, aunque sonara cruel para Izuna. El Uchiha era muy peligroso, él había luchado siempre contra el azabache y sabía de lo que era capaz. Su apariencia podía ser delicada e incluso poseer un rostro bastante dulce, cuando no estaba frunciendo las cejas y mostrando su rabia contra los demás; pero era un hábil guerrero, muy sangriento y letal.

–Vamos a ser pacientes, aun no ha ni despertado como para saber que hará. Me voy a seguir descansando.– Y se marcho de nuevo al cuarto, sabiendo que su padre y hermano también se marcharían para darles intimidad.

Todo un día durmió el azabache y Tobirama se permitió descansar a ratos, por desconfianza. Tenía que tener cuidado con el Uchiha… Por mucho que fuera ahora su pareja. Y cuando por fin despertó… Fue terrible, aunque no tanto como se habría imaginado. Al menos su cuello no peligró, aunque sus bolas si que fueron amenazadas.

A Izuna le venían unos olores que no reconocía, o sea si que los reconocía, pero no todos le eran familiares o que le permitieran relajarse. Su olor estaba allí, aunque también había otro que conocía muy bien. La otra cosa que sintió es unas emociones que venían de fuera de si, pero que sentía muy vívidamente. Esa era extraño. Era una desconfianza hacía él mismo y una tensión, pero que no le eran propias. Se sentía tan desconcertado que forzó a su mente a analizar eso que estaba sintiendo, tan concentrado que no se daba cuenta de donde estaba, ni con quien.

–Se que estás despierto, Uchiha.– El azabache ya llevaba rato despierto y en cambio no se estaba moviendo, no estaba mirándole queriendo sacarle el corazón por la boca, no estaba intentando quemarle… En definitiva no estaba haciendo nada de nada. Solo sentía su confusión a través del lazo, una gran confusión todo se ha de reconocer.– Te he marcado, noto lo que estás sintiendo y tu me estás notando a mi.

Izuna se tensó al escuchar la voz de su 'más mortal enemigo' justo a sus espaldas… Muy cerca suyo, demasiado cerca la verdad, tanto que notaba el calor del otro y todo. Y abrió de golpe sus ojos al analizar esa frase… Esas palabras dichas por la maldita rata albina. Saltó fuera de la cama poniéndose en posición de pelea y siseó con dolor, llevándose una mano a su trasero. ¡Estaba desnudo! Y… Su entrada tenía… Sus cejas se fruncieron hacía el centro al analizarse, al analizar todo.

–Si, hemos copulado. Y si, eso que notas en tu culo son restos de mis corridas.– Le dijo con calma mientras se sentaba en ese nido y observaba a su pareja en una falsa relajación. No se lo estaba diciendo con animosidad, ni pretendía molestar de más a Izuna.– También te he marcado Izuna, por eso me sientes… Es la conexión que compartimos por el lazo que hemos formado.

–¿Cómo te has…?¡Puta rata!

–Estabas en celo, me ha atraído tu aroma hacía aquí… Yo también estaba en celo, Uchiha.– Sentía la intensa rabia del omega.– Y sabes que era algo inevitable esto… Tu también lo debiste notar.

–Te voy a cortar los putos huevos, rata. Todo eso que has metido dentro mío… Lo vas a perder. Lo juro.– Claro que había notado la conexión existente entre ellos, pero por su odio entre los clanes la había ignorado desde siempre.

Tobirama no pudo evitar tragar saliva de forma disimulada. Sabía que el Uchiha era capaz de cumplir esa amenaza.

–Deja de enviarme lo que sea que hagas, cabrón. No te quiero sentir.– Mientras se tocaba el cuello y sentía los bordes del mordisco que los había unido. Veía que Tobirama llevaba uno en su clavícula… Una imagen de él haciéndolo le vino a la mente y giró la cara.

"Mierda… Yo también he marcado a ese idiota."

Un ligero sonrojo cubriendo sus mejillas. No se había podido controlar y su omega había reclamado lo que consideraba suyo por destino.

–Yo también siento lo que tú, Uchiha.– Mientras le levantaba una ceja resoplando. Parecía que no le era tan indiferente al azabache, sus emociones no mentían. Una muy imperceptible sonrisa se dibujó en sus labios.– Estas desnudo, omega.

E Izuna salió de su pequeño ensimismamiento y gruñendo le lanzó lo primero que pilló al albino.

–No me mires gilipollas. No te atrevas a volver a mirarme, ni me hables, ni te acerques y, te juro que no volverás a tocarme.

Notaba la tensión en el azabache ir a más, su estrés…

–Cálmate, Uchiha.

E Izuna le miró de nuevo, y su mirada se afiló.

–Tu no me dices que hacer…

–Eres mi omega. Te guste o no.

–¡FUERA!– Y la lanzó una mesa pequeña, que Tobirama esquivó por poco.– Lárgate de aquí. ¡No te quiero ver!

Tobirama usó su Hiraishin para desaparecer. Mejor cumplirle el capricho al alterado omega y darle tiempo para que se calmara. Menudo berrinche que tenía el Uchiha, aunque a la vez reconocía que había actuado muy calmado... Aunque seguramente era por el shock que sentía. Cuando asimilara todo sería otro cantar, y seguro que entonces… Si se quedaba o le pillaba cerca, el otro le corta a cachitos bien pequeños. Ya en su casa aprovechó para lavarse, comer algo y vestirse.

Izuna se quedó en ese lugar desconocido, pero que al menos olía a él… Y a la rata, que aunque no quisiera reconocérselo a él mismo, su aroma le gustaba demasiado y en esos momentos, necesitaba de ese olor del jodido alfa albino. Se sintió nervioso y a punto de hiperventilar, mientras se movía de forma nerviosa por el lugar. Le costaba respirar de tan estresado que se sentía. Para de pronto quedarse quieto y darse cuenta de que él era un poderoso shinobi Uchiha.

–En situaciones peores me he visto involucrado…

Vale, eso no era para nada cierto, pero era una forma de conseguir obtener un estado más calmado.

–¡Puta rata!– Masculló mientras golpeaba una pared y le hacía un boquete.

A ver Tobirama era un alfa atractivo, lo reconocía. Olía muy bien, eso también lo reconocía. Y también era poderoso, astuto y un muy buen estratega, eso tampoco tenía problemas para reconocerlo. Le admiraba y le gustaba muchísimo pelear contra él. También estaba seguro de que si hubiera aceptado su condición de omega, le habría encantado unirse a tan portentoso alfa, pues era mucho mejor que los alfa Uchiha con los codeaba; exceptuando a su hermano, pero es que nadie podía compararse a Madara. Y no, no estaba enamorado o encaprichado de su hermano, solo creía que era todo lo que un alfa tenía que ser. Y Tobirama le iba a la saga en esa apreciación de lo que tenía que ser un alfa adecuado y un buen guerrero.

"Claro que lo encontrabas adecuado, atractivo, te gustaba su aroma, le admirabas... Es nuestra pareja y lo has sabido siempre."

Le recordó una vocecita en su mente, a lo que gruñó y negó molesto.

"Todo y eso no tenía derecho a hacerlo así, de ésta forma"

Que supiera muy en el fondo de su mente que tenían esa conexión especial con Tobirama, no significa que quisiera que el alfa le raptara y le hiciera todas esas "cosas" aprovechándose de su maldito e innecesario celo…¡Había una gran diferencia! No tenía porque follarle. ¡Y encima le había marcado!

"Tu también le has marcado a él como tuyo"

Le recordó esa vocecita de nuevo. Y eso le hizo gruñir otra vez y enrojecer, pero no pensaba quejarse de esa acción… ¡Que le dieran a esa jodida rata albina!

Luego cayó en algo y abrió sus ojos al máximo. ¿Y si le había preñado? ¡NO! Eso no podía permitirlo… Pero teniendo en cuenta lo que le dolía el cuerpo y que el muy cabronazo había dicho que se había corrido en su interior. Rugió con fuerza y entró en una espiral de ira y violencia contra todo lo que hubiera a su alcance.

Él no quería ser omega y, nacía omega. Él no quería aceptar al alfa y, ahora eran uno. Él no quería tener cachorros porque representaba todo lo que un omega podía aportar en una relación… Y ahora quizás estaba embarazado. ¿Por qué narices había tenido que nacer omega? Todo eso que había tenido que soportar por ser de esa maldita casta…

¡UN MOMENTO!

¡Eso no era culpa de él! Él ya había demostrado que ser omega no significaba que fuera débil o inferior a un alfa. ¡Él había destrozado a alfas! Les había derrotado y humillado demostrando que era muy superior a todos esos cretinos que se creían superiores a él todo por tener un maldito nudo en la base de sus patéticas pollas; de las que estaban muy orgullosos porque tenían un gran tamaño comparadas a las de un beta o un omega. Él ya había demostrado que aunque tuviera un útero y pudiera parir crías, eso no le convertía en alguien inferior.

–Yo no soy el problema. Tendría que estar orgulloso de lo que soy. Soy el segundo Uchiha más fuerte y uno de los shinobis más poderosos que existen. Y soy omega, y serlo no me hace menos.– La culpa no era suya. De nada de lo que había pasado. ¿Cómo podía haber sido tan idiota? Dejándose dominar por estereotipos cuando él había demostrado que no eran verdaderos. Él había roto todos los esquemas marcados en esa podrida sociedad.

¿Por qué cojones los malditos alfas creían que podían hacer con un omega lo que quisieran? Si hasta su padre le había dicho que se pusiera un collar. ¿Con que derecho le decía tal cosa? Era su maldita decisión llevar uno o no.

Y sobre lo que había sucedido, pues… Enrojeció. Sabía que no lo había encontrado desagradable, pequeños fragmentos le llegaban a la mente y sabía que había gozado, con lo cual el sexo no había sido nada malo compartiéndolo con esa rata Senju. Y que lo hubiera marcado, no le daba derecho a la rata a decidir sobre él. Punto.

Les demostraría quien cojones era Izuna Uchiha… A todos.

Observó a su alrededor la destroza que había causado y sonrió con cinismo. No sabía de quien era ese hogar, pero ya se lo encontraría. Buscó su ropa y se la puso. Antes de salir, tuvo la necesidad de agarrar algunas mantas que formaban el nido y que estaban impregnadas con su aroma y el del albino… Cosas de omegas. No pensaba avergonzarse más de su condición, ni camuflarla.

Vació la despensa de la cocina de esa casa, comiendo y probando todo lo que quería y al terminar, salió por la puerta como si fuera el dueño del lugar. Caminaba con la cabeza en alto y, su sonrisa arrogante creció al escuchar los gritos del líder Senju al ver como había dejado su hogar. Decir que estaba muy satisfecho de haber jodido a Butsuma era quedarse corto.

–Otro día aprenderá a no querer jugar con un Uchiha.– Iba a ser un dolor de huevos para esa vieja gloria.

Izuna, tras haber estado días y horas en solitario intentando asimilar todo eso, sin caer en la desesperación y luego, convenciéndose que ser omega no era algo malo y que lo sucedido no se lo había buscado, también aceptando ese algo que ya hacía tiempo que sabía; que sentía algo más que odio y admiración hacía la maldita rata albina, su maldita rata albina. Aceptándose a si mismo y, cuando consiguió rebajar un poco su orgullo y su mosqueo, aceptando que lo sucedido no le había desagradado sino que había sido hasta muy satisfactorio… Cosas de omegas. También había terminado asimilando que ya no podría volver a su clan. Primero porque su padre era una sabandija que seguro intentaría algo en su contra por estar mordido, o en contra del que ahora era su pareja y, sino seguro que buscaría robarle los cachorros para usarlos en su beneficios, si es que estaba preñado…

¡Un momento!

No quería darles el lujo de parirles ninguna cría a ninguno de esos viejos aprovechados y manipuladores. Tenía que hacer algo con eso. Si en algún momento del futuro él, y recalcaba el ÉL, deseaba tener cachorros; los tendría, pero sería porque ÉL lo hubiera decidido. Con esa idea en mente se dirigió a casa de ese viejo omega que se atrevió a ponerle las manos encima. Y de mientras iba hacía allí, pensaba en otro motivo del porqué ya no podría volver a su clan, la maldita rata Senju que tenía ahora por 'flamante pareja', nótese cierto recochineo al pensar del alfa albino así. Como pareja enlazada que eran, no podían estar mucho tiempo separados, se necesitaban, se anhelaban. Rodó los ojos ante esa faceta de sus subgéneros. Lo encontraba tonto, pero lo cierto es que sentía esa, casi, obligación por oler y estar cerca del otro. Resopló y olfateó las prendas que llevaba en sus manos donde permanecía el aroma de ambos. Eso calmaba a su omega interior.

–Bestia tonta…– Aunque para su mala fortuna, él también se sintió mucho mejor al hacer esa compulsión. Puso un puchero molesto y rebufó.

Al llegar a la acogedora casita entró sin esperar invitación. Y observó al viejo omega de forma intensa.

La matrona levantó la mirada del potaje que estaba haciendo al escuchar la puerta ser azotada de esa forma. Se quedó mirando a ese agresivo omega plantado en la entrada con esa mirada cargada de malicia; esa mirada que prometía dolor a quien le hiciera enfadar y, soltó un suave siseo mientras de forma inconsciente llevaba la mano a esa herida en el brazo que le causó ese azabache. Consternado le vio sonreír con maldad y tragó saliva, sobretodo al verle acercarse.

–Ne-ne… ¿Necesitas algo?– ¿Temía a ese joven? Si, por supuesto. Había escuchado historias de él y le había tratado. Sabía que estaba su poder sellado, pero también sabía que eso no le iba a impedir hacerle daño si así lo deseaba. Seguía siendo peligroso, él no era rival para el joven omega azabache.

–Quiero el té, ese que impide que te preñen.

–No… No puedo dártelo. Butsuma… No…– Empezó a temblar como una hoja, más al verle acercarse con esa agilidad y fuerza digna de un shinobi.

–O me lo das por las buenas o… Te lo saco por las malas.

–No se si va a funcionar…– Estaba acorralado. Ese joven no respetaba su estatus, ni se dejaba calmar por su aroma; ese aroma que había calmado a tantos alfas y omegas permitiendo que les tratara y les ayudara.

–Seguro que conoces algo que si sea efectivo y muy fuerte. Dímelo.– Disfrutaba de ver el pavor en ese viejo omega.– Ahora.

–Estas hierbas mezcladas harán…– Targó saliva, sus manos temblaban.– Harán que cualquier cosa que haiga agarrado en tu útero sea abortada y el té de loto también es usado aunque…

Izuna no le dejó terminar y agarró las diferentes plantas que le había señalado.

–Imagino que se tienen que hervir y machacar.– El viejo omega negó.

–La moringa y el Abrus precatorius solo se usan las semillas, que se tienen que machacar.

–El té, házmelo y luego… Fuera de aquí.

Izuna sacó las semillas de dichas plantas y empezó a machacarlas, para luego beberse el polvo con un poco de agua junto al té que le había preparado ese viejo omega.

– ¿A qué esperas? Márchate.

–Pe-pero… Pero esta es mi casa.

–Ahora ya no.– Mientras se dirigía al catre y agarrando las mantas que había se las lanzó a la matrona, para colocar las suyas.– Tienes tres segundos para agarrar lo que quieras e irte.

El viejo omega se marchó en menos tiempo. Evidentemente fue a quejarse con el líder de la aldea, que a su vez no estaba de buen humor por tener su hogar destruido.

–Maldito omega Uchiha.– Gruñó muy molesto.– Ya me ocuparé, por ahora vete al hogar de alguno de tus hijos, Shion.

Pero Butsuma no pudo ocuparse, Tobirama no se lo permitió cuando días más tarde se reunió con sus hijos. La de Shion no había sido la única queja que le llegó. Al ocupar el Uchiha el hogar de la matrona, que también era la sanadora del clan (que no la médico, pues ese era Hashirama), muchos habían ido a buscar sus hierbas, ungüentos y preparados, encontrando allí al azabache que los echó con muy malos modos; la palabra exacta era 'con agresividad'. Todos los que fueron a quejarse estaban en acuerdo en algo, ese omega Uchiha daba pavor.

–¿Vas a dejar que ese Uchiha haga lo que se salga de los cojones?

–Tu lo quisiste así, padre. Quisiste a Izuna como pareja de Tobi.

–¡Ya basta, Hashirama! Que lo quisiera como pareja no significa que ese jodido mocoso Uchiha pueda hacer lo que le salga de las narices en nuestro clan. Que no tenga respeto ni educación.– Golpeó la mesa del cabreo que llevaba. Su hogar destrozado, Shion sin poder volver a su casa y sin sus plantas medicinales, y los que necesitaran de esas curas, tendían que esperar a que la nueva recolecta de Shion se secara. Porque el viejo omega no se atrevía a reclamar su espacio y sus cosas al temible Uchiha.– Hace menos de una semana que ha salido de su celo y ya ha causado molestias a todo el clan.

Hashirama tenía ganas de burlarse de todo eso, de la larga cola de quejas que se había ido acumulando en el puesto de mando para objetar sobre "el nuevo omega que se había apropiado del hogar de la matrona", o sea para quejarse de Izuna Uchiha. Y sabía que todo eso se complicaría… Sino tiempo al tiempo.

–Ya me ocuparé, pero aun no.– Intervino por fin Tobirama.

–¿Acaso le tienes miedo a tu pareja, hijo?

Tobirama miró a su padre con sus inquietantes ojos rojos.

–No. Pero llevaré las cosas a mi manera.– Zanjó el asunto.

Ahora su prioridad era su omega y, su terco compañero necesitaba demostrar algo… O eso sintió antes de que Izuna hubiera bloqueado la conexión a través del lazo. Le había sentido durante un día o dos, y lo cierto es que llegó a preocuparse por el azabache cuando sintió el dolor que éste sentía… Llegó a acercarse donde se hallaba para ver que le sucedía, pero Izuna le echó de muy malas maneras, eso le calmó un poco… El Uchiha estaba lo suficientemente bien como para pelearle. Pero seguía muy preocupado, Shion resolvió su temor. Éste le dijo que Izuna había tomado las semillas abortivas y que éstas causaban dolor, nauseas, malestar y agudos calambres. Le dolió saber eso, después de todo era un alfa que había marcado, tenido coito y anudado a su omega y, eso se hacía buscando un estado en ese omega; un embarazo es lo que se quería conseguir. Aunque a la vez entendía al joven Uchiha. ¿Quién querría quedarse preñado en un clan enemigo tras ser raptado y obligado? ¿Quién querría llevar en su útero las crías de un rival aunque fuera tu compañero? Luego todo se calmó, el estado de Izuna volvió a ser plácido tras superar el efecto de esas semillas abortivas y poco después… Oscuridad. Eso es lo único que sentía si buscaba hallar a quien estaba conectado. Pero a la vez sabía que el Uchiha seguía allí, quizás no podía sentir lo que el omega, pero si saber que estaba bien y seguía en ese territorio del que se había apropiado. Y por eso mismo le estaba dando tiempo al Uchiha antes de irlo a encarar. Además todo esa situación era culpa de su progenitor, que sufriera un poquito el tormento que le estaba haciendo pasar el terco azabache.

(…)

Unos días después Akiko se volvió a presentar ante su líder que ya le esperaba.

– Mi señor Tajima.– Este le hizo un ademán para que hablara.– El celo terminó y el señor Izuna se ha trasladado por voluntad propia a otro hogar del clan Senju lejos de su pareja. Se apropió de la casa de la sanadora y matrona del clan. Ha causado bastantes problemas dentro del clan.

Tajima sonrió, sabía que su hijo menor haría lo que deseara.

–¿Está en espera?– Esa era la única cuestión que le interesaba. Si eso era así, podrían ingresar en el clan para llevarse a Izuna y matar a la rata albina para librar a su hijo de esa unión.

–Me temo que no, señor Tajima. El señor Izuna hizo uso de semillas abortivas para no tener que cargar con los cachorros del Senju. Y parece que funcionó pues no huele a omega en estado.

–¡Maldita sea, Izuna!– ¿En qué narices estaba pensando su hijo? No podía por una vez comportarse como cualquier otro omega y aceptar la situación. De esa forma podrían haberle recuperado ya y estaría de vuelta con ellos, preñado de prometedores cachorros.– Sigue espiando. Y dile a mi hijo que se deje embarazar por la rata albina, que no sea terco, que no joda mis planes. Dile que una vez esté esperando cachorros, iremos a por él y le liberaremos de ese jodido alfa albino.

Akiko asintió y se marchó para seguir espiando dentro del clan Senju y cumplir lo que le pedía su superior.

Ahora tendría que pensar alguna excusa para que Madara no se lanzara de cabeza a pelear contra la rata antes de que ese jodido alfa cumpliera y preñara a su hijo menor. Tendrían que esperar tres meses bien buenos a que Izuna volviera a sufrir un celo que le permitiera a ese cabrón de Tobirama montarle, anudarle y fecundarle.

(…)

Suspiró satisfecho. No se estaba tan mal en el clan Senju, sobretodo porque hacía lo que quería y nadie le llevaba la contra. Se había apropiado de la casa de ese viejo omega y nadie se había atrevido a echarle. Su alfa se había acercado un par de veces, pero un fuerte siseo y esa rata le había dejado tranquilo. Aunque luego, para su mala suerte, había necesitado olfatear esas prendas que tenían el aroma de ambos… Esas prendas que cada día que pasaba perdían un poco el delicioso aroma de su alfa.

Mierda, realmente le estaba echando de menos. Realmente necesitaba enterrar la cara en esa piel y olfatear en profundidad; volverse a bañar en ese aroma intenso del albino.

"No. No voy a ir arrastrándome y lloriqueando por un poco de atención como esos otros omegas tan patéticos."

Que fuera el alfa a por él y le rogara. Aunque las veces que le había sentido cerca le había rugido… Es igual, que ese idiota perseverara. Él no pensaba ser el que fuera arrastrándose por el otro, no se iba a rebajar de esa forma.

Se tensó al olfatear una presencia en su espacio, ahora que no podía recurrir al chakra para notar a los intrusos, se tenía que valer de sus sentidos: olfato, oído, vista.

–Largo de mi territorio.– Amenazó a ese que buscaba camuflarse.

–Soy Akiko, mi señor Izuna. Soy espía de los Uchiha, su padre me envía.– Se reverenció ante el segundo hijo de su señor.

–¿Mi padre?– Eso si era extraño. Él que ya creía que su padre le repudiaría por haberle sucedido todo eso.

–Si, mi señor. Tajima-sama dice que le van a liberar de tener que aguantar a los Senju.– Mientras buscaba la mejor forma de transmitir el mensaje de su líder.

–¿Ah si? ¿Y cómo?

–Verá, dice que va a tener que esperar un poco más aun. Específicamente después de su siguiente celo. El señor Tajima desea que el alfa Senju le embarace señor Izuna, dice que tiene que permitir esa concepción y que la semilla agarre en su útero.

Izuna frunció sus cejas en molestia. Su padre era alguien tan despreciable.

– Asegura que una vez estemos seguros de que usted está en espera, se encargaran de matar al alfa albino para que usted sea libre. Pero que es muy importante para el clan que usted se quede preñado del Senju.

Izuna liberó un gruñido bajo. Su padre no solo quería usarlo de máquina reproductora, sino que encima quería matar al alfa, a su pareja… ¡Sin preguntarle su opinión al respecto! Ese alfa que había marcado, ese alfa que era suyo. ¡Porque Tobirama era suyo! Su omega se agitó lleno de furia, arañando desde su interior para salir. No iba a permitir que dañaran a su macho y, él no iba a permitir que nadie decidiera por él y quisieran usarlo.

Akiko previendo la tensión en el cuerpo del segundo hijo de Tajima saltó poniéndose en guardia en el momento que una patada le golpeó en el pecho.

–Señor Izuna, por favor contrólese.– Trabajar con omegas era complicado… Tan emocionales… El segundo hijo de Tajima no era diferente a todos esos de su casta, pensaba con cierta molestia por ese actuar.– Lo que le pide Tajima es algo fácil de cumplir para usted, solo se tiene que dejar llenar de nuevo y ese alfa ya no le va a molestar de nuevo tras eso.

Agarrando un cuchillo que el viejo omega había dejado por ahí se lanzó a por ese espía de su padre. El muy imbécil se notaba que era de la misma calaña que su progenitor, quizás por eso se entendían tan bien.

Akiko descubrió que ese omega, todo y ser de esa casta, le estaba dando verdaderas dificultades. Era un ágil guerrero y shinobi, fiel a las historias que oyó de él; y todo eso sin estar en la capacidad de usar su chakra. El señor Izuna estaba bien dispuesto a matarle y él se vio en la tesitura de pelear por su vida.

Los filos chocaron con un sonido a metal para luego resbalar con un chirrido, una patada fue esquivada, pero el puñetazo no… Akiko chocó con la puerta que cedió. Cayó de espaldas a la calle, donde vio los espectadores que, atraídos por el sonido, se habían acercado.

"¡Mierda! No puedo llamar la atención de esta forma"

Un espía tenía que pasar desapercibido y en cambio todos los curiosos le estaban mirando. Su trabajo se había visto comprometido, tenía que alejarse e informar a su señor. Se levantó dispuesto a huir, pero no contó con el terco Uchiha.

Izuna se lanzó veloz a perseguir ese espía de su padre. Nunca se le había escapado una presa, esa vez no sería diferente. Le golpea con una patada alta, a su vez el tal Akiko aprovecha el impulso de su patada y le roza con el pie en la mejilla. Se echa para atrás unos centímetros y gruñe. Vuelve a lanzarse contra ese, que usa la katana en un corte ascendente y le hace una profunda herida en el brazo y el hombro. Sisea con dolor, pero eso no le va a detener. Akiko ha echado a correr, mueve el cuchillo del viejo omega en su mano, calibrando su equilibrio y lo lanza con fuerza y rabia. Akiko cae soltando un quejido. Corre hacía él y quitándole la katana le remata. Mira el cuerpo asesinado de forma despectiva y lentamente vuelve a la casa de la que se ha apropiado. Esta sangrando y necesita ser curado. No hace caso a los curiosos que asombrados han contemplado la pelea.

Se deja caer en un taburete para quitarse el haori y observar el largo y profundo corte que le ha causado ese espía. Su hubiera podido usar su chakra eso no le había sucedido. Esta tan cabreado. Dos presencias entran corriendo en su territorio. Se gira con el rostro crispado.

–Omega…– Tobirama ha sido informado de que su pareja estaba luchando con alguien que no reconocían, ha olido su sangre al acercarse a la cabaña y ahora ve su larga herida en el brazo que sigue hacía su hombro izquierdo.

–¡No me llames así!– Mientras lanza con rabia la katana conseguida hacía esos dos intrusos, que con facilidad la esquivan.

El alfa moreno lanza un silbido bajo… Y suelta un casi imperceptible: 'Menudo carácter'.

–Te guste o no, yo soy tu alfa y tu eres mi omega.– Se planta con firmeza. Esta vez no piensa dejar que su pareja se salga con la suya… Está herido.

–Maldita rata rastrera… Te voy a hacer cerrar esa boca. Te voy a demostrar cual es tu lugar.

Izuna se levanta con ira y le ruge, mientras se acerca a él. Busca golpearle, pero le sujeta de su brazo sano antes de que lo consiga.

–¡Ya basta, Izuna! Maldita sea, estás sangrando mucho. Te va a curar tanto si quieres como sino.

–Izuna-san, por favor. Déjame ocuparme de tu herida y luego nos iremos.– Intentó mediar el hermano mayor de su pareja.

–Habla por ti, Hashirama. Está situación ya ha durado mucho.– Sin dejar de observar a su omega, sus miradas trabadas de forma desafiante. Ninguno pensaba ceder en esa guerra de orgullos.– Cúrale y luego déjanos. Te agradecería que nos ayudaras a tener cierta intimidad.– Mientras indicaba el lugar donde tendría que haber una puerta.

Hashirama asintió y con una disculpa en la mirada, acercó su mano hacía el brazo del azabache, que en un primer momento se zarandeó para impedirlo, más estaba fuertemente sujeto por su alfa. Hashirama empezó a emitir chakra sanador. Poco a poco la herida fue cerrándose, aunque aun era necesario vendarla pero al menos el omega ya no estaba perdiendo sangre.

–Yo me marcho… Te ocupas tu de vendarle.– Le lanzó una mirada significativa a su hermano, que fue ignorada. Y antes de salir se ocupó de tapar el hueco con su mokuton.

Tobirama obligó a Izuna a sentarse en la mesa.

–Quédate quieto, no me seas cabezota.– Mientras se colocaba delante del cuerpo del otro para impedirle que se escapara de esa prisión que suponía su cuerpo y la mesa.

Con un gruñido, Izuna permitió que vendara su brazo. Estaba tenso, pero poco a poco el aroma del albino empezaba a relajarle. Como omega enlazado con ese, era algo normal que necesitara a su alfa, su contacto, su cercanía, su aroma, olfateó con fuerza y se lleno la nariz de tan embriagador olor; eso le supuso relajarse ante la presencia del otro.

Tobirama estaba en una situación parecida a la de Izuna, había anhelado tener al omega entre sus brazos, olerle, sentirle.

–Izuna…– Musitó con suavidad con un suave ronroneo mientras acercaba su nariz a la cabeza del omega.

Los dos enterrando sus rostros en el otro, buscando sumergirse en el aroma de su pareja.

–Maldito alfa, maldito Tobirama…– Susurró Izuna sintiéndose caer por el otro.

Tobirama sonrió con suavidad, incluso en esa situación el azabache seguía maldiciéndole… Era terrible.

–Uchihas…– Ellos y su orgullo.

–Senjus…–Le copió a su pareja la forma de quejarse sobre su clan.

Lentamente se miraron al rostro y ahí ya no pudieron contenerse más… Las parejas enlazadas eran sumamente sexuales y ellos llevaban días negándose a lo que sentían y necesitaban.

Izuna agarró la cabeza del albino de forma desesperada y tiró de él para unirlos en un apasionado beso. Tobirama no se quedó cortó y le besó con ansias. Pronto sus manos fueron a recorrer el cuerpo contrario, buscando profundizar el encuentro, calmar la calentura.

–Necesito…

–Que necesitas omega

–¡A ti! A ti dentro mío, ahora.

Tobirama no se hizo de rogar, llevó sus manos a los pantalones del azabache y levantándolo un poco de la mesa, se los bajó. Izuna llevó sus manos a bajarle los pantalones al albino, encontrando que su miembro ya estaba dispuesto para enterrarse en su interior. Le observó unos segundos con curiosidad y llevó un dedo a acariciarlo. Le gustó el tacto y le gustó lo que provocó en el Senju al tocárselo.

–Mierda, Izuna.– Ese toque inocente solo había conseguido calentarle más y ponerle más eufórico por metérsela al azabache.

Le levantó las piernas, ya que al conservar los pantalones a medio muslo no podía colocarse entre las piernas del omega, y las puso en su brazo mientras guiaba su erecto pene hacía esa entrada. Le miró, buscando la confirmación y encontró una mirada velada de lujuria y pasión. Le penetró de una sola vez, Izuna estaba muy lubricado ya. Ambos gimieron de gusto al compartir esa unión que habían deseado repetir de forma consciente.

Tobirama empezó a moverse y aunque había deseado ser suave y con movimientos comedidos, el Uchiha le había mirado hosco y le había pedido más, le había pedido que no se mesurara.

–Yo no soy alguien delicado, Senju.

"Siempre tan orgulloso…"

La fuerza en sus arremetidas fue salvaje, el instrumental y objetos de la mesa cayeron ante su brusquedad e Izuna gemía de placer por tan excelente coito, le gustaba como se lo hacía su alfa. Era tan fuerte y poderoso.

–No anudes.– Le ordenó.

Pero Tobirama le miró desafiante y cuando estaba llegando al orgasmo le sujetó bien mientras molía con fuerza su cadera contra la pelvis de su omega. Su nudo creció en las profundidades del dulce y lubricado canal de su pareja. Le sonrió arrogante antes de dejarse caer sobre el cuerpo del agitado azabache que también había alcanzado un fuerte orgasmo.

–Ma… Maldito Senju. Te-te he dicho que no me anudaras.

–Eres mi omega… Me gusta anudar en ti.

–Puto cabrón.– Gruñó el de pelo negro.

Un puñetazo le cayó en las costillas, haciéndole soltar un gruñido cabreado. Sabía que era demasiado bonito. Mordió al Uchiha como castigo, era un correctivo hacía su omega… Que no sirvió de nada porque le volvió a golpear. Le agarró de las muñecas presionándoselas contra la mesa con fuerza.

–¿Y ahora qué? Maldita sea, Uchiha… ¿No podías disfrutar del momento? Hemos compartido un buen coito y tu me golpeas, omega. Si, he anudado en ti y lo seguiré haciendo… Te guste o no. Es lo que hacemos los alfas con nuestras parejas.

–Eres un maldito hipócrita. Me llamas omega, me obligas a aceptar tu cercanía porque estamos abotonados y me llamas pareja. Puta rata.

–¿Que es lo que no entra en tu cabeza llena de rabia y odio? Eres mi omega, eres mi pareja y si, los alfas anudamos en nuestros enlazados… Es algo que nos gusta hacer. Nos gusta compartir estos momentos de calidez para estrechar vínculos con nuestra pareja, sentirnos unidos a ellas.– Era algo intrínseco a sus naturalezas. Y sabía que a Izuna también le gustaba estar tan íntimamente unidos, por mucho que se mostrara reacio. Lo mismo que sabía que a los omegas les resultaba muy placentero sentir las potentes y calientes ráfagas de semen penetrando en sus vientres.

–Me dices que yo tengo la cabeza llena de rabia y odio… ¿Quién fue el que me raptó con estas intenciones… Sin cortejo, sin seducción? Sólo aprovechándoos de que mi celo iba a ser pronto y adelantándolo aun más. ¿Quién quiso preñarme sin preguntarme si era lo que yo deseaba? Los alfas solo veis a un omega como alguien a quien obligar y someter… Por eso nos cuesta aceptar que somos de esta casta, sabemos lo que se espera de nosotros y sin querer preguntarnos que deseamos en realidad. – Incluso su jodido padre…

–…– Izuna tenía razón en todo eso. Fueron injustos con él y eran injustos con los omegas.

–¿No dices nada?

–Tienes razón… Tracemos este plan con mi progenitor, pero quise liberarte antes de mi celo al ver lo injusto de todo. Estaba comportándome como haría Butusuma y yo no quería eso para ti, no quería que nuestra relación iniciara así. Pero mi celo llegó y tu aroma me atrajo… Me atraes Uchiha, desde que te conozco. No pude controlarme al tenerte delante, incitante, lujurioso, seductor… Sabía que eras mío y no pude controlarme al olerte en ese estado.

Izuna abrió sus ojos asombrado de que fuera capaz de reconocerlo con tanta franqueza.

–No fue justo no haberte liberado antes de que todo esto sucediera, no fue justo al terminar no preguntarte si deseabas tomar algún té abortivo. Pero me alegro de que tu mismo te ocuparas de eso, no voy a disculparme por marcarte, pues es lo que deseaba mi alfa desde que te olimos la primera vez, desde que peleemos, desde que te conozco. No se si me habría atrevido a intentar cortejarte, Izuna, tampoco creo que se me hubiera permitido hacerlo. Parecíamos querer matarnos con tanto ahínco; algo que yo realmente no deseaba.

Tobirama sentía algo por él también… Entre ellos había existido esa atracción desde antes que ocurriera todo eso. Suspiró dejando de hacer fuerza para liberar sus brazos, también dejó de apretar con esa saña las piernas en la cadera del albino, solo las dejó allí con suavidad.

–No creo, Tobirama. Nuestros clanes se odian tanto… Yo tampoco deseaba matarte. Mi omega… A mi omega le atraías también.

Desvió la mirada por vergüenza de confesar tal cosa que siempre había guardado muy profundamente en su mente. Un secreto que no había confesado a nadie.

Tobirama soltó sus manos y presionó su mejilla contra la del omega. Suspirándole en el oído. Los dos habían sido tan idiotas.

–Vuelve conmigo, no te quedes aquí.– Como alfa enlazado necesitaba de su omega. Tenerlo cerca, dormir con él, compartir territorio.

–No.– Se negó sin dudar.

–Eres mi pareja, omega. Tu lo necesitas tanto como yo.– "Maldito omega cabezota".

–Dices que soy tu pareja, tu omega… ¿Entonces por qué me mantienes sellado como si fuera un preso, un esclavo? Por culpa de éste sello, un don nadie ha conseguido herirme.

–Te conozco, Uchiha. Seguro que buscarías matarme o a alguien de los míos.– Era su omega, cierto. Y habían confesado que sus animales interiores, su casta, se reconocían y se anhelaban… Pero las viejas costumbres, los recuerdos… Seguían muy presentes en su mente más racional.

–¿Eres idiota?¿Y así quieres que vaya contigo? ¡Vete a la mierda, Senju!– Se removió intentando separarse, pero el nudo seguía muy hinchado y era doloroso hacer eso, así que buscó empujarle de encima suyo para que al menos hubiera el menor contacto posible.

Tobirama le sujetó de nuevo y buscó abrazarle para que se quedara quieto. Decir que Izuna le atacaría a él era ridículo, eran enlazados ahora. Lo máximo que haría el omega es golpearle con saña si se cabreaba… Pero jamás atentaría contra él en serio. Ahí reconocía que había dicho una estupidez descomunal.

–¡Maldita sea, eres un terco omega!– Mientras resopla. Esos movimientos de pelea entre ellos los sentía en su intimidad… A ese paso el nudo no bajaría porque eso le sentía como a estimulación en sus genitales.– Si te quito el sello, ¿Cómo se que no atacaras a nadie de los míos?

–No lo sabes… Tendrás que descubrirlo y confiar en mi.– ¿El muy idiota de la rata no entendía que él estaba confiando en ellos, al quedarse en ese clan que hasta que se produjo el apareamiento y la unión habían sido sus enemigos mortales? ¡Y lo estaba haciendo sin tener sus capacidades! Tenía el chakra sellado, con lo cual ni ninjutsu, ni doujutsu podía usar.

Tobirama le miró mal. Menuda ayuda era el maldito Uchiha…

–Decide Senju… ¿Quieres confiar en mi y está unión que tenemos, o no?