Algún día lo entenderás todo.

Segunda Parte.

– ¡Vamos, Harry! Quédate, Hermione te necesita – suplicaba Ginny, inútilmente.

Ni siquiera volteo a verla, caminaba a paso rápido con Ginny a su lado.

– No insistas mas, Ginny – dijo Harry metiendo las manos en los bolsillos de su túnica -. Me canse de estar aquí, pendiente de ella, siendo su paño de lágrimas, su confidente.

Ginny frunció el ceño, ella lo comprendía pero no iba a cesar en su lucha. Esos dos merecían estar juntos.

– Entonces no la amas tanto como dices – dijo Ginny tratando de herirlo. Y lo consiguió.

Se detuvo en seco, dio media vuelta y la miro furioso.

– ¡¿Qué no la amo tanto como digo! – espeto Harry, sarcástico –. La próxima vez que quieras convencerme de algo, Weasley, no te vayas por ese camino.

¿Weasley? Ella no tenía la culpa que Hermione fuera ciega, sorda y muda. ¡Solo estaba tratando de ayudar!

– ¿Sabias que lo que mi hermano le propuso? – pregunto Ginny con un sonrisa.

Negó con la cabeza. La sonrisa de Ginny se agrandó.

– Le propuso matrimonio, Harry – continuó Ginny con solemnidad -. Y a Hermione no le desagrada la idea, ¿Vas a permitir eso?

Por un instante, la idea de suplicarle a Hermione le pareció factible y Ginny se dio cuenta de esto. Sin embargo, después de analizar mejor el asunto descarto la idea. Ya mucho había suplicado. Si Hermione quería casarse, que lo hiciera. Por mucho que le doliera, era su vida.

– Si, Ginny – dijo Harry volviendo a caminar –. Lo voy a permitir.

De la impresión, a Ginny se le desencajo la mandíbula.

– ¿Tan pronto tiras la toalla? – pregunto Ginny, incrédula. – ¿Dónde esta el Harry luchador, el Harry que todos conocemos?

Disminuyo la velocidad de sus pasos hasta quedarse quieto. Luego, la miro directo a los ojos.

– Harry se cansó de luchar vano, se dio cuenta que Hermione nunca lo amará – sentenció con dureza –. Deberías hacer tú lo mismo.

– ¡Pero tú no eres como los demás, Harry! ¡Tú no te rindes! – protesto Ginny, desesperada.

Conmovido por los incesantes intentos de Ginny, suavizo su expresión.

– Escúchame bien, Ginny – dijo Harry suavizando su tono de voz -. Yo también tengo sentimientos, yo también tengo derecho a sentir. Y, por una vez, creo que tengo derecho a ser feliz. Lo fui durante mucho a lado de la mujer que amo. A pesar de no ser correspondido, era feliz mientras ella lo fuera – hizo una pausa -. Desde hace un tiempo, las cosas cambiaron. Ya no soy feliz, Ginny. Y Hermione tampoco. No puedo vivir viéndola sufrir a toda hora y, encima, estar enamorado de ella. Por eso me voy, porque no puedo seguir engañándome a mi mismo, no puedo seguir torturándome. Mi historia con Hermione termina aquí y ahora.

Se le acerco le dio un cálido beso en frente. Ginny lloraba.

– Adiós, Ginny – dijo Harry, con una triste sonrisa -. Te escribiré pronto.

Ginny lo vio alejarse a paso lento. Dio media vuelta y salió disparada hacia la sala común. Su última oportunidad era buscar a Hermione y que ella lo convenciera. Si alguien podía hacerlo esa era Hermione. Harry nunca sería capaz de negarle nada y, aunque era un golpe bajo, era mas que necesario. No permitiría que, después de tantos esfuerzos, Harry se rindiera en el último asalto. Decidida le dio la contraseña a la Dama Gorda y entro.

El despacho del director de Hogwarts, Albus Dumbledore, seguía igual que la primera vez que lo visitó en su segundo año. La única diferencia era Fawkes, más glorioso que nunca y no al borde de la muerte. Junto a la chimenea, dos grandes magos separaban sus caminos… separaban sus destinos.

– No pierdas el camino a casa, Harry – le dijo Albus Dumbledore con los ojos brillándole intensamente.

– Recordare sus palabras, profesor – dijo Harry con una sonrisa sincera.

– Si alguna vez necesitas ayuda… - enserió su rostro -, no dudes en pedírmela.

Harry extendió su mano.

– Gracias por todo – dijo Harry. Lo miro significativamente y añadió –: Por todo, profesor, por todo.

Albus le estrecho la mano con un fuerte apretón.

– Te vamos a extrañar, Harry – sonrió detrás de su barba -. Todos lo haremos.

Harry hizo una mueca no muy de acuerdo con esas palabras.

– Bueno, tampoco es que vayas a estar tan lejos – comento Dumbledore, meditando sus palabras.

– ¿Cómo lo…? – se interrumpió y sonrió -. No debería asombrarme, nada se le escapa al viejo Dumbledore.

El viejo director cogió un envase con polvos Flu de la repisa, sobre la chimenea.

– Aquí tienes – dijo Dumbledore ofreciéndoselos -. Se te hace tarde.

Harry tomo un puñado y entro en la polvorienta chimenea. Miro, nostálgico, a su alrededor. ¿Cuantas aventuras y desventuras tuvieron lugar dentro de los muros del castillo? Incontables, se dijo. Su mirada se poso en el atardecer, viéndolo a través de la ventada del despacho. Un hermoso espectáculo de matices rojizos se llevaba a cabo en las afueras, espectáculo igual al vivido hace algunas semanas, frente al lago.

Ondas zigzagueantes de luz, bailaban una lenta melodía. El sol, como una ardiente esfera en llamas, se sumergía en la aguas del lago. Sufriendo por mantener al mundo iluminado y cálido un instante más. Recostados bajo el manto de un viejo olmo, Harry y Hermione, veían al sol agonizar. Ambos, abrazados, permanecían en silencio.

Casi terminaba de atardecer cuando Hermione rompió el silencio. Harry presintió que otra profunda charla se aproximaba. Quizás, esta vez, se centrarían en otra cosa que no fuera Ron. Quizás, hablarían de ellos para variar un poco.

¿Harry? – le llamo Hermione en susurros.

Emitió un sonido gutural indicándole que estaba despierto.

¿Tú crees… – Hermione dudó –, crees que Ron me ama?

Golpe bajo a sus esperanzas. Decepcionado, emitió un sonido afirmativo. Hermione levanto la cabeza de su pecho para mirarlo.

Hablo en serio, Harry – dijo –. ¿Lo crees?

Abrió los ojos. Limpió la lágrima que rodaba libremente por la mejilla de ella. Aun con los ojos llorosos y el rostro contorsionado en una desconsolada mueca, estaba realmente preciosa.

No, Hermione – respondió Harry, apenado –. No creo que Ron te ame.

Noto que el labio inferior de Hermione temblaba incontrolablemente. Se le encogió el corazón, ¿Cuánto mas tendría que callar?

¿Es… es por qué soy… fea? – pregunto Hermione con voz llorosa.

Casi rió por la pregunta. ¿Fea? ¿Ella? Jamás. Sus palabras lo conmovieron. Con un suave movimiento la acerco más a hacia él. Un aura de encanto irresistible la rodeaba.

Tu no eres fea, Hermione – dijo Harry, mirándole los labios.

Hermione se puso nerviosa. Harry estaba muy raro, más raro de lo normal.

Entonces no entiendo porque…

No la escucho más. Solo veía sus labios moverse en un rítmico y atrayente movimiento. Comenzó a acercarse. Era una locura, lo sabía, pero una hermosa locura.

¿Harry? ¿Qué… qué haces? – pregunto Hermione con la voz entrecortada.

Eres tan bonita, Mione – fue su respuesta.

Entrecerró los ojos y rozó sus labios con los de ella, suavemente. Ladeo un poco la cabeza y le depositó un tímido beso sobre la comisura de los labios. Se separo lentamente, observándole con detenimiento el rostro: los labios entreabiertos y los ojos cerrados, se veía tan tierna. Le acaricio la mejilla, con el dorso de la mano, en un cariñoso gesto. Hermione sonrió imperceptiblemente y, a continuación, susurro:

¿Por qué hiciste eso, Harry?

Hermione abrió los ojos y lo miro con un extraño brillo que él no supo identificar. Dudo un segundo si debía decirle lo que sentía. O, como siempre, quedarse callado. Analizo los pros y los contras. Si le decía, podía destruir la maravillosa amistad que tenían; así como también existía la posibilidad de ser gratamente correspondido. Por otro lado, estaba Ron y todo lo que representaría una relación con Hermione post Ron… ¡Al diablo con él y con todo! Le diría que la quería.

Porque yo te… Hermione yo… - balbuceó Harry, nervioso –, yo te… ¿Me estas escuchando?

Con los ojos abiertos como platos, Hermione, miraba por encima de su hombro hacia el castillo. Ella se levanto y camino decida hacia el castillo. Quiso darle alcance pero se quedo de piedra al ver a Ron besándose con otra chica, en medio de los terrenos. Ron se tambaleó por tremenda cachetada que le estampó Hermione en el rostro. Hermione, después de eso, salió corriendo y, como siempre, Harry corrió tras ella.

"Vaya manera de arruinar el momento" pensó y sonrió amargamente. Empuño los polvos y los azotó contra el suelo de la chimenea. Con un rugido, que enmudeció la voz de Harry, las llamas esmeraldas se materializaron. La puerta se abrió en ese preciso instante. Hermione Granger entro al despacho. Se sorprendió de verla allí, con el rostro bañado en lágrimas, buscándolo. Hermione, desesperada, veía como Harry Potter dejaba Hogwarts… la dejaba a ella. Se abalanzo sobre la chimenea tratando de darle alcance, sin éxito.

Ese lugar jamás había sido un lugar tan frío y sombrío como en ese momento. Dumbledore se acerco a ella, conmovido por la situación. Hermione lo abrazó, desconsolada. El viejo director intento calmarla, como un abuelo a su nieta. Una vez Hermione se tranquilizo un poco, Dumbledore la sentó en una de las butacas del despacho. Coloco sus huesudas rodillas, protegidas por la túnica, contra el frío suelo. El director hablo largo y tendido con ella, explicándole cosas que ignoraba y otras que no tenía muy claras.

Cuando acabaron la charla, Dumbledore, en un gesto paternal le dio un beso en la frente, haciéndole cosquillas con la barba. Hermione abandonó el despacho con la mente clara y despejada; con su esperanza renovada, sabiendo exactamente que tenía que hacer. Junto a la gárgola la esperaba una impaciente Ginny.

– ¿Qué paso? ¿Hablaste con él? – pregunto Ginny, totalmente desaliñada.

Hermione la miro detenidamente y, para su sorpresa, sonrió.

– Se fue antes de poder hablar con él – dijo ella, empezando a caminar.

Ginny se quedo desconcertada unos segundos, ¿Y lo dice tan tranquila? Con un par de zancadas le dio alcance.

– Te noto rara – le confesó Ginny. – ¿Estas bien?

– Pronto lo estaré – dijo Hermione y apretó el paso.

Ginny permaneció unos segundos en silencio antes de decirle:

– ¿Y vas que hacer? ¿Vas a buscarlo?

Esta vez fue Hermione la que guardó silencio.

– No lo se – dijo finalmente –. Creo que le daré el sí a tu hermano.

Ginny la tomo bruscamente del brazo, deteniéndola.

– ¿Qué demonios te pasa? No cometas ese terrible error, Hermione – replico Ginny, muy seria –. Mi hermano no te merece. En cambio, Harry…

Hermione tiro de su brazo con brusquedad.

– Ese es el problema, Ginny – dijo Hermione interrumpiéndola –. Yo no merezco a Harry. Además, tu hermano se ve tan arrepentido y yo…

Ginny la fulmino con la mirada, ¿Acaso había perdido el juicio? ¿Dónde estaba la Hermione de antes? De ella ya no queda nada.

– Esta es tú última oportunidad, Hermione – le advirtió Ginny apuntándola con el dedo índice –. Harry te ama, él te perdonara Hermione.

– Ginny, él no me ama, ¿Dónde sacas esas tonterías? – replico Hermione, anonadada.

– ¿No? – dijo Ginny, irónica –. Bien Hermione, ¿Cómo le llamas tú a todo lo que Harry ha hecho y aguantado por ti? Si eso no es amor, la verdad no se que es.

Hermione dudo qué debía responder. Pero, cuando lo hizo fue clara y segura en sus palabras:

– El es mi mejor amigo. Nada más.

Ginny se enfureció tanto, que a Hermione le pareció ver a la señora Weasley encarnada en ella. Retrocedió, asustada.

– ¡Bien! ¡Destruye tu vida! – grito Ginny, moviendo los brazos desesperadamente. – ¡Pero no cuentes conmigo para cometer esa locura! ¡Adiós, Hermione!

Ginny se alejo a paso rápido, en dirección contraria, dejando a Hermione como una estatua por sus palabras. Estaba furiosa, ¿Cómo una persona podía ser tan estúpida? Peor todavía, ¿Cómo Hermione podía ser tan estúpida? Ron era su hermano, pero era un completo idiota. Y Hermione era más idiota todavía. ¿Su hermano arrepentido? Ya había escuchado ese cuento muchas veces. Como decía su madre: "Hierba mala nunca muere". Caminaba sin rumbo fijo cuando ocurrió, se le vino a la mente una alocada idea. Cambio la dirección de sus pies. La única mujer Weasley en generaciones, entro al despacho de Dumbledore con una cosa en mente: Detener la locura que Hermione estaba a punto de cometer. Y, si quería conseguirlo, sabía a quien tenía que traer. Su misión: Buscar a Harry Potter. Esta vez lo convencería costara lo que costara.

TO BE CONTINUED…