Algún día lo entenderás todo.

Tercera Parte.

Iluminada por la suave luz del sol, la habitación 015 era cálida y acogedora; con un aire hogareño impropio de un hospital. En este caso, el hospital San Mungo. Las cortinas de lino blanco descorridas permitían apreciar el hermoso día fuera de esas cuatro paredes. Moreno, de ojos cafés y contextura delgada, casi en los huesos, Neville Longbottom yacía en la única cama de la habitación. Pálido y demacrado. Un par de almohadas apiladas en su espalda lo mantenían sentado y erguido. Junto a él una mesita de noche con una jarra de agua, algunas flores y recortes de periódico. Y, además, en una incómoda silla, estaba: Harry Potter. Su amigo y compañero, quien charlaba animadamente con él. Neville asentía continuamente y comentaba con breves palabras algunas de las cosas que Harry le decía.

Una semana atrás, Neville, había sido trasladado de la Enfermería de Hogwarts a la sala: Dylis Derwent. Justo en la cuarta planta: Daños Provocados por Hechizos. Cuando los temas de conversación se agotaron, ambos guardaron silencio unos instantes. Harry, sumergido en sus pensamientos y Neville mirándolo con una débil sonrisa. Cualquiera se preguntaría donde estaba el viejo Neville. Aquel muchacho asustadizo, relleno y poco seguro de sí; el mismo que era malísimo en pociones, el mismo que hacia enfadar constantemente a Snape, el mismo que llevo a Ginny al baile de navidad, el mismo que acompaño a Harry en su quinto año al Departamento de Misterios, el mismo que lo acompaño en la reciente batalla contra Voldemort… desgraciadamente.

- ¡Imperio! – había gritado uno de los mortífagos del Señor Oscuro. Con su cabellara rubia platinada y sus ojos grises, Lucius Malfoy apuntaba la varita hacia Neville Longbottom.

La expresión de Neville se torno vacía, sus ojos sin vida. Harry a unos pocos metros de él, luchaba contra un grupo de mortífagos esperando la oportunidad de llegar hasta Dumbledore y Voldemort, quienes luchaban a todo dar.

- Mata a Potter – volvió a hacerse escuchar la voz del Sr. Malfoy.

Sorpresivamente, Neville ni siquiera se movió. Simplemente se mantuvo estático, pegado al suelo, tan pesado como una roca.

- Mata a Potter – repitió Malfoy perdiendo la paciencia -. ¡He dicho que lo mates!

El dorso de Neville se balanceo un poco, pero sus pies se mantuvieron plantados en el mismo lugar. Algunos mortífagos detuvieron sus luchas individuales para ver el acontecimiento. La mayoría de la Orden del Fénix estaba dentro del castillo, tratando de proteger el Colegio y a los alumnos. Harry tomo esta distracción como su oportunidad y se deshizo de dos de los mortífagos con los que luchaba.

- ¡Estúpido Longbottom! ¡Te he dado una orden! – grito Lucius Malfoy volviendo a apuntar su varita hacia Neville. - ¡Imperio! ¡Mata a Potter!

El viento dejo de soplar, los pájaros de trinar, las nubes del cielo de moverse, la luna brilló con intensidad y el silencio reino en los terrenos, los terrenos de Hogwarts, cerca del lago. Solo los gritos de algunas maldiciones y la respiración agitada de Malfoy, rompían el silencio. Y sin embargo, Neville no se movió. Harry lo miro orgulloso e incapaz de prever lo que pasaría a continuación.

Fuera de sí y con una espeluznante voz, Lucius Malfoy, dio una horrible orden, una orden que Harry jamás lograría sacar de su cabeza, una orden que lo llevaría a querer convertirse en Medimago y una orden que marcaría la vida de Harry Potter y Neville Longbottom… para siempre.

- ¡Todos con el Imperio a Longbottom! – ordeno Malfoy sin titubear, con una sonrisa maquiavélica en el rostro. El muy cabrón sabía lo que iba a pasar, ni siquiera era necesaria la orden de que lo matara.

Harry abrió los ojos como platos, él también sabia que sucedería. Desesperado trató de detenerlos, de verdad que lo hizo, pero los mortífagos fueron más rápidos. Le impidieron el paso y él, no pudo hacer nada.

- ¡IMPERIO! – gritaron a coro, con voz potente. Todas las maldiciones dieron directamente en la cabeza de Neville y, por un momento, pareció que nada ocurría.

Pero luego, pasó. Neville cayó al suelo tieso como una roca, para después comenzar a convulsionar descontroladamente… desesperanzadoramente. Decenas de carcajadas irrumpieron el silencio, resonando en los oídos de Harry como si se tratara de millones de ellas. Cegado por la rabia, empuño su varita y la maldición torturadora salió de sus labios. Y una vez lo hizo, no paró hasta haberlos visto a todos retorcerse de dolor, a todos menos a uno, a Lucius Malfoy. Se acerco a él con paso lento, midiendo todos y cada uno de sus pasos. A un par de pies de distancia, detuvo su caminar.

- Sabes que vas a morir, ¿verdad, Lucius? – dijo Harry, impasible y mirándolo a los ojos. Esmeralda contra hielo, Malfoy contra Potter, Sangre Pura contra Mestizo.

Malfoy soltó una carcajada y levanto su varita hacia él, apuntándolo.

- ¿Tu y cuantos mas? – pregunto Malfoy mirando a su alrededor, viendo el desolador paisaje. Con varios mortífagos en el suelo, encogidos de dolor, y unos pocos luchando contra algunos Aurores.

Harry guardo su varita en la túnica negra, tomando a Malfoy por sorpresa. Neville seguía convulsionándose, ahora emitiendo sonidos guturales. Por más que quisiera ayudarle, no podía. Lo único que se podía hacer era esperara a que se cesaran. A menos que poseyeras los conocimientos necesarios y Harry, obviamente, no los tenía. Camino hasta el cuerpo del mortífago y levanto su varita del suelo. Malfoy lo miro extrañado.

- ¿Cambias tu varita por otra? Eso es lo más estúpido que he visto en mi vida – dijo Lucius con una mirada burlona, mofándose de Harry Potter. Gran error.

Le apunto con la varita. Malfoy palideció al darse cuenta de lo que sucedería a continuación. Desesperado, intento atacar primero:

- ¡Crucio! – grito Lucius.

Con un ágil movimiento, Harry, esquivo la maldición y volvió a redirigir la varita hacia Lucius.

- No vemos en el infierno, Malfoy – se despidió Harry con una sonrisa cínica en el rostro - ¡Avada Kedavr…!

Un chillido ensordecedor retumbo por todo el lugar. El cuerpo de Lucius Malfoy cayó al duelo, inmóvil y ¿muerto? Harry giro la cabeza a la izquierda. Hermione, con la varita en alto, ahora le dirigía una mirada reprobatoria. Solo tuvo que atar cabos y lo supo. Malfoy solo estaba desmayado. Y ahora un sangre pura le debía la vida a una sangre sucia. Que irónica puede llegar a ser la vida.

- ¿Qué… qué le… paso? – pregunto Hermione temblorosa, al llegar a su altura.

Dio media vuelta y encaró el convulsionante cuerpo de su amigo. Con movimientos, ahora, débiles y casi inaudibles quejidos, Neville Longbottom se retorcía sobre el suave y abundante pasto. Harry se arrodillo a su lado y, con cuidado, lo abrazo esperando a que todo terminara. Hermione rompió a llorar, junto a él, al comprender que Neville había sido que el recibió la lluvia de Imperios. Un par de lágrimas rodaron por las mejillas de Harry, quien trataba de reprimir sus sollozos con el cuerpo de Neville. A lo lejos se oyó el triste aullido de un lobo. Harry pensó en Lupin.

La situación en ese entonces fue tan extraña y confusa, que jamás se le levantaron cargos por utilizar la maldición imperdonable: Cruciatus. Dumbledore solo le palmeo el hombro y le dijo "Olvida eso, Harry. Por tu bien… y el de todos". Harry lo hizo, en parte. Olvido los gritos de dolor de los mortífagos y jamás sintió remordimientos por lo que hizo, se lo merecían. Lo que jamás pudo olvidar fueron los quejidos y lamentos de Neville, la forma en que se le contorsionaba el cuerpo, como se retorcía y las consecuencias que vinieron después.

– Así que Medimago ¿eh? – rompió Neville el silencio, con un comentario que dejo a Harry fuera de base por unos momentos.

Neville sonrió al notarlo y supo que Harry había estado perdido en sus recuerdos. Harry se enderezo en la silla y centro toda su atención en su amigo.

– Sabes que preferiría que hubieras seguido tu sueño, Harry – continuo Neville hablando lenta y pausadamente –. Estudia para Auror, Harry. No hagas esto por mí, te puedes arrepentir.

Harry lo miro detenidamente unos instantes, analizando lo que acababa de escuchar.

– ¿Sabias que mi abuelo también fue Medimago, Neville? – observo Harry, serio –. Yo no quiero ser Auror, amigo mío. Quiero ser Medimago.

Longbottom quiso objetar, pero Harry se le adelanto.

– No solo es por ti – añadió Harry con seguridad –. Estoy cansado de tener que lidiar con magos tenebrosos. Creo que 17 años de lo mismo es suficiente ¿no lo crees así?

A pesar de lo mucho que trato por evitarlo, Neville, sonrió por la pequeña broma.

– Además, de este modo puedo ayudar a mas gente de la que ayudaría como Auror – dijo Harry, devolviéndole la sonrisa –. Y te puedo ayudar a ti también.

– También – agregó Neville, obviando el último comentario –, te libraras de ser el niño consentido del ministerio ¿no?

Harry soltó una carcajada, que retumbo por todo el lugar, y entre risas le dijo:

– Si, eso también.

Un breve silencio se apodero de la habitación. Tiempo suficiente para que Neville recordara algo que cambio su semblante por uno mas serio. Harry lo miro extrañado y le interrogo con la mirada.

– ¿Qué pasa? – pregunto Harry, preocupado.

– ¿Cómo van las cosas con Hermione? – contra pregunto Neville evitando la pregunta.

– No me contestes una pregunta con otra, Neville – dijo Harry, reprendiéndolo –. Contéstame lo que te pregunte.

Por un momento, Neville, pareció dudar. Pero termino por decidirse a decírselo.

– Hace unos días, yo escuche algo… – dijo Neville, nervioso –, no se que tan cierto sea, pero… – hizo una breve pausa –. Bueno, me imagino que ya tu lo sabrás así que no tiene sentido que te lo diga…

– Neville – dijo Harry interviniendo en el monologo –, hazme el favor de ir al grano. Estas haciendo que me preocupe.

Longbottom alargo su delgada mano hasta la mesita de noche a su derecha y cogió uno de los recortes de periódico que había allí. Luego, se lo entrego a Harry y le dijo:

– Creo que esto lo explica mejor.

Harry desdoblo el papel, solo con leer el encabezado se puso pálido, y leyó el artículo para si mismo:

BODA WEASLEY-GRANGER

Otro linaje puro que se rompe.

Ronald B. Weasley y Hermione J. Granger unirán sus vidas en mágico matrimonio este 25 de julio. Ambos son reconocidos por ser amigos allegados Harry Potter, el-joven-que-vivió. A pesar de lo que se conoce públicamente, este diario hace un tiempo, dejo entrever que la amistad entre Ronald y Harry ya no existía por motivos que aún se desconocen. Y, para nosotros, este hecho lo confirma. Hermione Granger, la bruja mas brillante de su generación, quien se había mantenido fiel a la amistad durante este tiempo rompió hace unos días la relación. Esta reportera averiguo que Harry y Hermione rompieron su amistad, cuando Harry se peleó con Ronald por el amor de su amiga. En vista de la inminente boda, todos supones que el ganador de la batalla fue Weasley y no Potter. Triste historia, muy triste.

Pasando a cosas más alegres. La boda y la recepción se llevarán en la casa de los Weasley's: La Madriguera. Harán una ceremonia privada y familiar. Claro que no olvidemos la cantidad de parientes que tienen las familias puras y además…

Harry levanto la vista del artículo con el rostro transfigurado en una máscara de impasibilidad. Tensos segundos sobrevinieron después de lo que acaba de leer. Neville comenzaba a preocuparse cuando, sorprendentemente, en el rostro de Harry se dibujo una sincera sonrisa.

– Esta bien, Neville – repuso Harry manteniendo la sonrisa –. Algo así había escuchado. Ginny, antes de que me fuera de Hogwarts, me dijo que Ron se lo había propuesto.

– Pero no puedo creer que Hermione haya aceptado – replico Neville, indignado –. Quiero decir, ¿Cómo acepta después de todo lo que Ron le ha hecho?

Harry se levanto y camino hasta la ventana, con pasos lentos y pesados. Neville había visto ese gesto un par de veces ya. Y sabía, que Harry no respondería la pregunto que le había hecho.

– ¿Qué hay de ti, Harry? – pregunto de Neville impidiendo que el tema perdiera intensidad. – ¿Lo vas a permitir? ¿Después de todo lo que has luchado?

Potter abandono el paisaje exterior y volteo hacia Neville. Lo miro duramente y por momentos dejo entrever que le lanzaría una maldición. Iluminado por la luz del sol desde la ventana, Harry, se veía tan imponente y poderoso, que Neville se acongojo.

– Ella ama a Ron – fue todo lo que Harry dijo.

– ¡Por favor, Harry! – exclamo Neville, incrédulo –. A otro con ese cuento, ¿Acaso le has preguntado eso en los últimos meses? Tú no eres de los que se rinde, Harry. No comiences ahora.

– La gente cree muchas cosas de mi, amigo - comento Harry, molesto –. Pero la mayoría no siempre son ciertas.

El rostro de Neville se contorsiono en una mueca horrible por lo demacrado de su rostro. Harry se estremeció.

– Escúchame Harry, por favor – dijo Neville con voz pausada –. No te compliques la vida tu mismo. Mírame a mi, Harry. Me estoy muriendo ¿sabes? Y aún así luche por el amor de Ginny – sonrió con tristeza –. Lastima que no se pudo ¿verdad?

Harry asintió asimilando las palabras que acaba de escuchar. Neville le hablaba como si de una conversación padre-hijo se tratara. De hecho, así es como se sentía Harry, hablando con una persona llena de sabiduría y experiencia.

– Mi consejo es que no te dejes amilanar – prosiguió Neville con un tono de voz mas enérgico –. Lucha Harry, lucha. Hazlo hasta que no te quede ni un hálito de fuerzas, hasta que tu corazón la deje de querer. No te resignes y pelea por ella. Y si te llega a rechazar, si llega a decidirse finalmente por Ron; tu corazón estará en paz. Porque hiciste todo a tu alcance para retenerla, para tenerla junto a ti y, por sobretodo, porque le dijiste que la amabas y no guardaste ese sentimiento exclusivamente para ti.

Harry lo contemplo tan o mas orgulloso de lo que estuvo durante la batalla contra Voldemort. Ahora estaba mucho mas seguro que Neville se merecía la oportunidad de vivir, una oportunidad que él quería darle; no porque se sintiera responsable por lo que paso, sino porque, simplemente, Neville, se la había ganado. Sus palabras, sinceras y directas, le hicieron recapacitar. Tenía claro que es lo que tenía que hacer.

– Gracias, Neville. Ya se exactamente lo que…

La puerta de la habitación fue abierta abruptamente, cortando la oración. Ginny Weasley se materializo ante ellos. Miro desorientada en todas direcciones, como un misil buscando su objetivo. Sus pupilas se dilataron al posarse sobre el cuerpo de Harry.

– ¡Por fin te encuentro! ¡Jamás había conocido persona tan escurridiza como tu! – comenzó Ginny su reprimenda, como una madre a su hijo –. Tú y yo tenemos que hablar, jovencito…

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CONTINUARÁ…

N. de A.: Bien, bien. Pido disculpas por el retraso de la publicación de este capítulo. Con la salida del 6to libro todo se me complico. Además de las repercusiones que tuvo el HBP en mi estado de ánimo y ganas de escribir. A pesar de todo, decidí seguir la historia por mí y por ustedes. Pronto el próximo capítulo.