El Kyokyu resulta ser un restaurante moderno y elegante que todavía huele a barniz y que Sasuke odia en el instante en que entra. Es díficil de explicar si es amabilidad plástica con el que les da la bienvenida, o la manera en la que rápidamente le quita la chaqueta fina a Sakura de los hombros y la punta de los dedos roza su piel. Le resulta desagradable en sobremanera la decoración excesivamente minimalista e impersonal; y no tiene muy claro qué hacer cuando el camarero les observa de arriba abajo y se disculpa con una pequeña reverencia cuando les dirige a una mesa en el centro del comedor. "No teníamos apuntado que se trataba de un cita, - el pelo oscuro le cubre la frente, la camisa blanca impoluta bajo un chaleco oscuro - ¿desean cambiar a otro lugar más íntimo o…?"
- No es una cita, no se preocupe. - La respuesta de Sakura es rápida y segura, y Sasuke siente que una viña crece dentro de él. Se enredada en los órganos dentro de su torso. - Esta mesa está bien.
No dice más el camarero, y se retira mientras los dos se sientan frente a frente. Sakura abre el menú rápidamente mechones detrás de las oreja para que no le tapen los ojos, y repasa la lista de platos con un dedo, como si buscara algo específico. Sasuke la observa, ahora que aprece distraída. Está guapa incluso después de las horas de trabajo, el pelo más largo que antes, un poco ondulado después de lo que parece un ducha rápida en los vestuarios del hospital. Parece más dispuesta a hablar que cuando se encontraron en la recepción, y mucho más que durante el camino hasta el restaurante, un paseo lleno de silenciosos incómodos y cosas no dichas. Quizá la comida le alegra un poco, piensa. Tiene en su memoria el recuerdo de que Sakura solía ponerse de mal humor si no comía, un apetito voraz para una chica de su tamaño que intentaba compensar con dietas y régimenes bajo el pretexto ridículo de tener que bajar de peso. Sasuke no lo dice en voz alta, claro, pero nunca pensó que le hiciera falta y de hecho, ahora que han entrado en lo adulto le gusta especialmente que esos kilos se hayan asentado un poco más en la parte baja de la cadera, un poco menos por encima del ombligo.
- Suelen tener un menú degustación en este tipo de sitios, - comenta tras llegar al final de las páginas, y su nariz levemente quemada por el sol del verano, se arruga - por si no sabes qué pedirte.
En realidad, Sasuke no tiene mucha hambre, aunque no se lo dirá a Sakura ni bajo tortura ahroa que está con ella. Está acostumbrado a una vida frugal y entre el ramen de la mañana, y la cena actual apenas ha consumido energía: su tarde ha estado dedicada a organizar grupos de ANBU con Sai, y luego ha intentando ordenar su nuevo apartamento hasta que se ha dado cuenta de que no podía estar ahí sin dejar de pensar en por qué Sakura estaba enfadada. Le reconcomía por dentro. Le hacía sentir mal que tuvo que ir a hablar con ella dejando a medio limpiar la cocina.
- Gyozas de cerdo estarán bien. - Musita sin mirar realmente el menú. - Sin salsa.
Sakura lanza un risa corta que le llena de esperanza y su "nunca cambias" rueda sobre el mantel blanco, esquiva el jarrón de cristal que les separa y bordea las servilletas perfectamente dobladas sobre un juego completo de platos hasta llegar a Sasuke, que nota cómo el corazón se expande entre sus costillas. Para evitar hacer algo ridículo, como por ejemplo, quedarse mirando ese encantador agujerito entre las cejas que aparece cada vez que Sakura se concentra, observa a las parejas de su entorno, y comprueba agradecido que, contrariamente a lo que suele ocurrir con otros en la aldea, no parecen estar afectados por su presencia, felizmente embelesados entre ellos. Les ve sonreírse sobre las copas de vino, susurrarse cosas entre plato y plato y agarrarse de la mano sobre el mantel mientras esperan a que les sirvan. Es una escena que le resulta incómoda de presenciar y que le parece innecesario hacer fuera de la intimidad del hogar, pero no puede evitar preguntarse si a Sakura le gustaría eso, si, de hecho, Sakura ha hecho eso con alguien alguna vez.
No es una idea que le guste demasiado.
- ¿Vienes a menudo a este tipo de sitios? - No sabe por qué ha preguntado esto. No debería haber preguntado esto. ¿Y si le sienta mal?, ¿y si le responde que sí?, ¿y si le responde de hecho viene con otro hombre, en citas de las que él no sabe, con personas que ya le caen mal simplemente por existir?
Sakura cierra con determinación el menú, y le observa, intentando desentrañar el significado de la pregunta. "¿Te refieres a restaurantes elegantes?" y Sasuke asiente, le gustaría beber un poco de agua, le arde la garganta, se le acelera el pulso y el mundo se le empequeñece cuando los ojos verdes de Sakura se fijan en él.
- Suelo venir con Ino. - Explica, observando en su entorno ojos caídos. - Sai no es mucho de este tipo de citas, y a las dos nos gusta darnos un capricho de vez en cuando. - Los dedos repasan el borde del mantel, nerviosa - aAveces también venimos las 4 chicas. Ya sabes: Tenten, Hinata, Ino y yo; y luego vamos a tomar algo en algún bar de la zona. Y una vez vine con Kakashi, por mi cumpleaños. ¡Invitó él! - Se ríe y su risa suena como un manantial de agua fresca y Sasuke bebe de él, aliviado. Quizá no estaba enfadada y todo había sido su imaginación. Es difícil de decir, las emociones de Sakura son burbujueantes y desbordantes. Brillan tanto que le ciegan.
- Entonces - Mira en su entorno, no entiende del todo: parece un sitio para parejas. - ¿Vienes con amigos?
- No todos los amigos van a la barbacoa o a comer ramen, Sasuke-kun. Tenemos ya una edad como para ir a sitios un poco más elegantes de vez en cuando.
Sasuke asiente, no del todo convencido. Lleva mucho años anidando en la periferia de lo que es normal, pero supone que tiene sentido que a medida que pasen los años, la gente de su edad se incline por cosas más maduras y sosfisticadas. Incluso Naruto - siendo Naruto - había aprendido que para determinadas ocasiones, el protocolo exigía de ir a otro tipo de bares. Por otra parte, si en algún momento había pensado en invitar a Sakura en algún sitio había pensando en otor tipo de lugar. Algo más casero, humilde y acogedor. El bar de tempura que hay cerca de la Torre Hokage, por ejemplo, le parecía un buen sitio. En sus paseos por el País del Oso encontró una pequeña tetería con tartas y dulces que le recordó a ella. También le hubiera gustado llevarla ahí, piensa. Ver su sonrisa y sus mejillas sonrosadas cuando comía algo dulce y deleitarse en sus ruiditos de placer. Haría, "mmm", y haría también "qué rico" y la miraría de reojo, todavía intentando ver si tiene derecho él a tomar parte de esos pequeños placeres de la vida. De dejarse caer en la vida luminosa y doméstica que hace años que dejó atrás.
- Pero personalmente prefiero sitios más normales, ¿sabes? Sitios donde te conozca el dueño, te pregunte qué tal el día y no tengas un menú con 35 cosas diferentes de nombres larguísimos- - Es encantadora la manera en la que sonríe, le ata a la tierra, le recuerda que a pesar de la oscuridad de sus pesadillas, de su tendencia a vivir en el lado sombrío de la vida hay un lugar donde siempre hay campos de flores, donde el ciclo no se detiene.
- Yo también prefiero ese tipo de sitios, - confiesa Sasuke; y los ojos de Sakura brillan durante un momento y luego se apagan. Sasuke piensa que ha dicho algo malo y agradece que en ese momento vayan a tomar nota de la comanda porque es tan extraño estar junto a ella, le va el corazón tan rápido que no sabe qué hacer para pararlo.
Sakura pide vino tinto, y él lo replica, aún sabiendo que se va a arrepentir. Es algo que tiene que ver con el sabor de los taninos, la sensación áspero en el paladar, la lengua rugosa. Le hace sentir torpe y desagradable que se suma a la cómo los musculos se van desnaudando, su rígido autocontrol un poco más suelto. No su sensación favorita, si la preguntas; pero quizá lo que necesita ahora para hablar con Sakura es un poco de valentía etílica.
¿Ha dicho ya que está muy guapa?
- Y bien, - le mira por debajo las pestañas largas, la luz del restaurante amarillea en oliva sus ojos jade -, ¿de qué querías hablar?
Sasuke fija los ojos en las manos de Sakura que tornean nerviosas el pie de la copa y en los labios prietos contra el cristal. Nunca ha sido del tipo que le da vueltas a las cosas, así que dispara sin pensar.
- Sólo quería saber por qué estabas ignorándome. Si estabas enfadada conmigo por algo.
Pelo rosa sobre la frente, suspira y chasquea la lengua.
- Perdón por estar… evitándote. - Sasuke alza una ceja, parece, realmente, arrepentida. - Fue una idea ridícula de Ino y no tenía que haberle seguido el juego. Pero… - y se tensa él contra la silla, no le gusta el tono en absoluto - estoy… un poco enfadada. Bueno, no sé si enfadada es la palabra pero…
- ¿Es por lo que te hice?
Sakura le mira con los ojos grandes y abiertos.
- Quiero decir, en… antes de la guerra. ¿Es por eso?
Porque a Sasuke en realidad le da igual otro perdón que no sea el des Sakura, la necesidad de reafirmarlo le sobreviene cada poco. En una cueva, esperando a que pase la lluvia, relee sus cartas esperando encontrar consuelo; frente al mar; abrumado por su ignificancia frente a la eternidad de las olas, piensa en sus risa suaves como una cantinela; en una aldea en el desierto, ante los villanos que le suplican su ayuda sin que él pueda hacer más que limar la superficie de sus problemas, recuerda manos curándole y desea que fueran menos medicinales, más una caricia.
Oh, la boca de la kunoichi se abre en un círculo. Oh. No, no, se apresura a negar, con la cabeza, con el cuerpo con las manos. Eso es agua pasada, se lo dice dirigiéndose a la cara, fiera y honesta, no te preocupes por eso, insiste repitiendo las palabras que le dijo hace mucho tiempo, cuando se cansó de oír una y otra vez sus perdones cada vez que se cruzaban.
- Estás enfadada por otra cosa. - Sasuke parpadea, aliviado en cierta medida y bebe de la copa, intrigado. Lo de las cartas es, piensa. Ha ido posponiéndolo pensando en que quería hablar con ella honestamente sobre el futuro de su relación, y abandonar el papel frío sobre el que escribe. Porque le gusta la sonrisa que pone cada vez que se han ido encontrando aquí y allá, en encuentros de apariencia casuales y que en realidad él planeaba al milímetro: enviando cartas a Kakashi pidiendo refuerzos que solo podía ser cumplir alguien con el perfil de Sakura; mandando a sus halcones que vigilaran por gente de pelos rosa, y energía suave y candente como la suya.
- No… es… - se le atragantan las palabras antes de volver a beber vino y centrarse en su discurso. Ojos verdes como hierba fresca y su voz por encima del ruido de platos - estoy enfadada, sí, un poco. Pero… lo que estoy es… cansada. Eso es. - Hce un mohín con la boca. - Estoy cansada.
Cansada, se aclara a decir antes de que le pregunte algo como "del hospital" o algo así, cansada de nosotros. Sasuke se tensa y Sakura que ha vivido siempre con el corazón entre los dientes y acostumbra a cargar con vísceras en las manos sigue hablando sin freno y sin miedo.
- Simplemente pensé que… después de la última vez, iba a haber cambiado. Entre nosotros. - musita - Lo que sea que haya.
"La última vez". Sasuke la recuerda con un sabor agridulce. Se habían encontrado queriéndolo y sin quererlo. Sakura sabía que él iba a estar por la zona; él había dado el aviso de que encesitaban a un médico para aliviar una epidemia en un poblado cercado. Era un día de marzo que parecía mayo sus pasos se cruzaron en uno bosques de eucaliptos que lamía el océano y habían terminado haciendo la misión juntos. Sasuke estaba hablador, Sakura estaba encantada y cuando terminaron un poco antes de lo esperado pasearon juntos por la playa, poniéndose al día con sus misiones y trabajos hasta que sus pasos le llevaron a un saliente de tierra sobre el agua salada.
Un banco, una puesta de sol y algo muy parecido a sentir estar en casa. Fueron sus dedos los que bsucaron la mano de ella, y fue al tiempo que las entralazaron. Luego una caricia con el pulgar, luego un suspiro suave y Sakura estaba ya soñando con la promesa de un beso cuando uno de los halcones de Sasuke llegó hasta ellos. "Es de Kakashi" dijo, había que que ir de inmediato hacia el norte. No habían podido ni 3 minutos pero a Sakura le fue suficiente y Sasuke pensó que en aquellos tres minutos había cabido una vida entera. "Está bien - el mistral despeinó el flequillo rosado, le tapó los ojos y la sonrisa - nos vemos pronto, Sasuke-kun".
Pensó en apartarle el mechón de la cara para verla bien. Pensó en decirle todas esas cosas que pensaba de ella cuando estaba a solas. Pensó en que el tiempo apremiaba, y quizá era mejor esperar a la próxima vez, pasear con ella de nuevo bajo los sauces llorones de Konoha y hablar de su futuro juntos.
Sasuke fue honesto entonces tanto como lo es ahora:
- ¿Qué quieres de mí, Sakura? Sabes que no puedo ser otra… persona diferente a los que soy.
Y antes había sido suficiente, - le pregunta entre líneas - ¿por qué no lo era ahora?
- Ya lo sé. Y no te pido que cambies. Sabes que… sabes cuáles son mis sentimientos - concede, Sakura, siempre tan valiente, siempre tan honrada. Un corazón que sangra a plena luz.- Lo que pasa es que…
Las gyozas llegan en el momento en que Sakura va a explicar qué le pasa y Sasuke está a puntos de decirle al camarero que se largue. Es de una intuilidad manifesta este hombre. Está convencido de que se podía ver perfectamente que estaban en medio de una conversación importante y que no había ningún tipo de necesidad de interrumpirles. ¿Acaso no veía él la manera en la que Sakura habia bajado la mirada?, ¿no había observado la manera en que cuadrada sus hombres, la tensión en los músculos del cuello?, ¿no conocía suficientes ninjas como para saber cuándo quedarse unos pasos para atrás y no molestar?
- Las gyozas de cerdo para usted - canturrea - y pollo para la dama. ¿Les puedo servir algo más?
Sakura niega con la cabeza, Sasuke es tan seco cuando dice no que el camarero se marcha asustado y los comensales de al lado se giran a mirarle. Les invade el pánico cuando se dan cuenta de quién es, e inconscientemente, separan el cuerpo de ellos. Sasuke lo ignora, pero Sakura arruga la nariz con desagrado al tiempo que coge un trocito de comida y lo mueve de un lado para otro antes de metérselo en la boca. Se siente incapaz de enfrentarse a su mirada porque ¿cuántoas veces más va a terminar así, hecha papilla por el amor de Sasuke?, ¿cuál es la capacidad de resistencia de un amor épico como el suyo?
- Después de la cita del otro día - ¿cita?, ¿qué cita?, ¿no consideraría lo que paso en el banco una cita, verdad ?- no me escribiste y… realmente pensé que tú y yo… - la ve coger aire, mirarle a los ojos y morderse las mejillas. Siempre sentimental y suave, Sakura. Alguien como ella debería ser guardada y respetada y temida y Sasuke no puede dejar de mirar como el color verde cambia según habla hasta que se oscurece, inundado por el líquido pesado de la resignación. - ¿Qué tengo que hacer para ser suficiente?, ¿cómo puedo mejorar para… ser más fuerte y estar a tu altura o…?
- Eres fuerte ya - Sasuke corta el hilo de sus pensamientos, la comida en su plato no la ha tocado. - No tienes que hacer nada para…
Sakura solapa su palabra, deja los palillos sobre la cerámica de un golpe.
- Y entonces qué he hecho para estar el grupo de de personas equivocada… ¿Por qué sigo en el grupo de… Kakashi… de la aldea… de personas a las que aprecias pero no…?... ¿Cómo lo hice para terminar en el grupo de "amiga, compañera de equipo, colega para entrenar" y no en la de "chica que me gusta"...? - Sasuke - Me gustaría ser importante para ti, Sasuke. Aunque sea como amiga: no pido más que al menos me respondas a alguna carta o… me digas que vas a volver o… sé que
- Sakura…
- No tienes que responderme, en serio. No estoy enfadada, simplemente…
- Sakura…
- ¿Qué?
Le gustaría tener la valentíía de decirle : ¿No ves que tienes un grupo para ti sola? pero en su lugar hace el idiota y dice:
- Estás exagerando.
- ¿Perdona? - alza la voz - ¿Qué quieres decir con que…?
- Disculpen. - los dos se vuelven molestos hacia la voz, esperando al camarero. Se encuentran, sin embargo, con un chunin de pelo rubio y rizado que les mira con timidez. Respira con agitación, parece que lleva corriendo un rato. - es una llamada urgente del Hokage. Solicita que vayais de inmediato a la oficina.
Sasuke gruñe, frustrado. ¿Va a dejar que hablen con Sakura en algún momento?
- Dile a Kakashi que espere.
El pobre chico se encoge, probablmenete espantado ante la idea de decirle eso al mismísimo Hokage y Sakura chasquea la lengua, consciente de que su ¿amigo?, ¿compañero de equipo?, ¿colega? se ha pasado.
- Sasuke-kun, déjalo estar. Ahora mismo vamos. - Sakura saca la cartera y hace el gesto de coger le dinero, pero la mano de Sasuke le detiene. Es un roce suave, discreto, pero notan enseguida la electricidad entre ellos y se apartan.
- Déjame que pague. - Sugiere. Le sale sin personal. Sakura alza una ceja y niega.
- Quizá en otra ocasión - dice, y se marcha persiguiendo al camarero.
Los ojos del Uchiha la miran, perplejos. A su lado el chuunin balbucea algo que no entiende, y finalmente, se levanta siguiéndola, deja un aroma de antiséptico y flores tras ella.
No he editado este capítulo así que sabe Dios cómo ha salido. No me culpéis; tengo fiebre.
¡gracias por todo el feedback! Sois geniales
