Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen (Muchas ganas no nos falta a cualquiera que le guste Inuyasha verdad?) le pertenecen a Rumiko sama!

Y ni el tiempo borra tu partida

Autor: Aydé

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Capitulo 2.-

-Una agradable noticia-

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Un inmenso dolor de cabeza al abrir los ojos por la "mañana" no es algo que disfrutaba mucho, sumándole el dolor en el cuerpo por la mala posición en la que durmió toda la noche y parte de la mañana. –Ay… mi cabeza va a explotar…-

-Vaya, ya despertaste- Corrió las cortinas de la habitación para que la luz del día iluminará el lugar.

-Miroku, no hagas eso!- Con sus manos tapa sus ojos. –Dime, por que estoy en el suelo?- Con un poco de dificultad se levanta y se sienta en la cama.

-Por que así lo quisiste tú- Recogió las sabanas que estaban en el suelo, para guardarlas en el closet. Tomó el café que había dejado en el buró de noche y se lo dió.

-Feh! Y por que querría yo eso!- bebió un gran sorbo de café para tratar de bajar la resaca que lo estaba matando.

-Pues cuando llegamos preferiste el suelo que la cama-

-… bueno, por algo debió de haber sido- Cerro los ojos tratando de recordar algo y se vio así mismo llegando con Miroku al departamento.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano para abrir la puerta y sosteniendo a Inuyasha que se tambaleaba, Miroku luchaba por entrar, ya que el escándalo que su amigo hacía sin duda despertaría a sus vecinos.

Llegó con él hasta su cama para así dejarlo descansar, pero su amigo no compartía la misma idea.

-Vamos Miroku, aun… es temprano- Se levantó como pudo de la cama y se mantuvo de pie.

-Lo siento Inuyasha, pero ya es suficiente- Apago la luz y cerró la puerta de la habitación. Tal vez la oscuridad lo ayudaría a conciliar el sueño.

Inuyasha vio como se cerraba la puerta dejándolo solo y en completa oscuridad. Miro la cama derrotado. Los rayos que se infiltraban por la ventana producto de la resplandeciente luna iluminaban su cama. Cerró sus ojos un poco, tratando de mitigar un poco el ardor en ellos y al abrirlos se encontró con la figura de una joven de aparentemente unos 16 años quizás, sonriéndole de una manera especial, de una forma que el conocía perfectamente.

-K…Kagome?- Vio como la joven extendía su mano para tocarlo.

-Inuyasha…-

Estiró su mano tratando de tocarla. Cuando casi hacía contacto con su piel, la figura femenina se desvaneció. Se quedó inmutado por varios minutos tratando de asimilar lo que había pasado.

-Te… desvaneciste…- Lo que era un hilo de voz, fue cambiando junto con su expresión, que de total confusión pasó a una de completa ira.

-Te fuiste, como siempre lo hiciste!- Corrió las cortinas para impedir que la luna siguiera iluminando su cama.

-No te necesito, vete! Vete como siempre lo has hecho…- En su zarandeo perdió el equilibrio y cayó al suelo. Se acurrucó en la pared doblando sus piernas abrazándolas y comenzó a sollozar. –Kagome… mi Kagome…-

-Oye Inuyasha-

-Eh?- Salió de su trance un poco triste. Era increíble que después de tanto tiempo, aún siguiera doliéndole en el alma su ausencia. Y es que no era que no supiera beber, si no que, era esta fecha la causante de perderse en el alcohol. Por que en ese día, hace más de 6 años, había muerto toda esperanza de felicidad, cuando al despertar en la mañana, se dio cuanta de que el amor de su vida, con quien había pasado la noche, ya no estaba.

-Piensas darte una vuelta por la oficina?- Preguntó su amigo con visible seriedad.

-Si, solo dame unos minutos- Se dirigió al baño para darse una ducha rápida.

Miroku solo lo observaba en silencio. Le dolía verlo así, pero él no podía hacer nada ya que ni siquiera sabía el nombre de la mujer que lo traía así y si le preguntaba no ganaría nada más que insultos por parte de Inuyasha.

Una joven de cabello color negro azabache y largo hasta la cintura, limpiaba la cocina animadamente.

-Kagome estas muy contenta-

-Por supuesto mamá, por fin regresamos a Tokio y lo que es mejor aún, a nuestra casa-

El templo Higurashi tenía más de 10 años abandonado, los muebles cubiertos con sabanas y los pisos llenos de polvo se habían esfumado, ya que la familia Higurashi volvía después de tantos años de ausencia. Todos limpiaban con mucho entusiasmo, la sensación de estar de nuevo en casa era la más placentera, lo que hacía esforzarse más en su trabajo.

Kagome recogía algo de basura que se había acumulado alrededor del majestuoso árbol que embellecía el templo, el árbol sagrado.

El árbol sagrado, seguía igual a como ella lo recordaba, excepto por la pocas hojas que vestía, en esta época que vivían. Pronto se vería desnudo pues el otoño se acercaba a su fin.

-El árbol sagrado…- Tocó el tronco recordando bellos momentos vividos en su niñez, sin evitarlo, recordando a su inolvidable amor.

En unas de las ramas del árbol sagrado una pequeña lloraba aferrándose al tronco. –Tengo… miedo…- Cerraba sus ojos, esperando a que alguien se diera cuenta de su ausencia y saliera a buscarla para que la ayudasen a bajar.

-Kagome?-

Oyó que alguien la llamaba desde el suelo que anhelaba pisar, y esa voz inconfundible la hizo abrir los ojos para ver el rostro de su mejor amigo. –Inuyasha!-

-Pero que haces ahí?- Le preguntó el pequeño desde el suelo, no podía evitar sentir un hormigueo al ver a Kagome allá arriba, era muy pequeña y si daba algún mal paso, sin duda se lastimaría. –Baja ya!- Le ordenó.

-No puedo… tengo miedo…- Aún aferrada al árbol.

Inuyasha se comenzaba a desesperar. –Kagome, tan solo baja por donde subiste-

-No puedo… Inuyasha tengo mucho miedo…- Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas de nuevo, haciendo su vista borrosa. Cerró sus ojos imaginando que alas le salían por la espalda y así podría bajar sin ningún problema

Se asusto un poco al sentir en su hombro una mano haciéndola voltear sorprendiéndose de lo que veía.

-Inu… yasha…-

El pequeño le dedicaba una de sus mejores sonrisas. –Tranquila Kagome, ya estoy contigo-

Kagome sonrió de igual manera y cerró sus ojos; fue acercándose poco a poco a Inuyasha hasta tocar sus labios y depositar en ellos un pequeño beso bastante inocente. Inuyasha se sonrojo ante el inesperado gesto de Kagome.

-Que… fue eso?- Preguntó perturbado.

Kagome sonrió. –Eres mi príncipe y las princesas le dan un beso a su príncipe cuando las salva de un peligro, por que son muy valientes-

Sonrió nostálgicamente al recordar aquella escena. Su primer beso. Producto de tantas historias de princesas que leía en cuentos o veía en la televisión. Pero incluso hasta ahora, no se arrepentía de su acción. Es uno de los recuerdos que guardaba su mente con ternura. Ése como tantos otros.

-Mi príncipe…- Sonrió mirando la rama en la que años atrás había sido el testigo de ese beso tan sincero y osado de la que había sido ella la de la iniciativa y que jamás olvidaría.

-Hija!-

La voz de su madre llamándola la sacó de sus recuerdos. –Si, mamá?-

-Hija, es Sesshomaru al teléfono!-

Corrió ta pronto oyó el nombre de quien la esperaba en el teléfono. Su corazón latía apresuradamente, así como sus piernas acortando la distancia que la separaba del auricular.

Llegó a él un poco agitada. –Hola… Sesshomaru?- Preguntó aún nerviosa. Había esperado esa llamada por horas impaciente.

-Kagome…- La voz pausada del hombre la hizo temblar.

-Sesshomaru, todo esta bien?-

-Kagome… no te preocupes, puedes estar tranquila. En estos momentos él esta en América-

Las palabras que le decía le habían devuelto el alma al cuerpo. Por fin tendrían un poco de paz, después de tanto tiempo.

-Muchas gracias Sessh…- Como le estaba agradecida, él siempre vio por su seguridad y la de su familia.

-Tengo que colgar, después te marco- Fue lo ultimo que escuchó antes de oír el conocido tono que indicaba que, él ya no estaba del otro lado.

A pesar del modo frío con que Sesshomaru trataba a Kagome, ella sentía por él un inmenso cariño y agradecimiento ya que él siempre estuvo al pendiente de Kagome y su familia en los momentos más difíciles. Pero ahora, ahora podría decirse que la vida comenzaba a sonreírle y ella, empezar a vivirla.

-Que te dijo Sesshomaru?- Su madre terminaba de acomodar la despensa en la alacena.

-Creo… que estaremos bien mamá, esta lejos de aquí… en América-

-Oh, Kagome…- Su madre la abrazó feliz. Sería una nueva vida.

Continuara…

Hola! Mi primer fic de Inuyasha. Dudas o sugerencias ya saben como hacerlas, por mi mail o dejándome review. Solo es dar un clik en go y ya.

Saludos a las personas que me dejaron review

Libi

Rosetteluna

Minue

Monica

Besos y cuídense.

&& Ayde &&