Disclaimer: Ni Inuyasha ni los demás personajes me pertenecen, sino a la gran Rumiko. Que más quisiera que ser la dueña de Inuyasha, pero en fin, no todo se tiene en esta vida.
Autor: Ayde
Y ni el tiempo borra tu partida
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Capitulo 4.-
-Nuestro lastimoso encuentro-
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-Y como te fue?- Inuyasha preguntaba mientras oprimía el botón del ascensor esperando llegar hasta su piso.
-Muy bien, la prima de Sango es una persona muy amable, ella y su familia me invitaron a cenar-
-Vaya! Así que ya vas conociendo la familia, eh?-
El sonido del elevador les indico que ya llegaban a su destino.
Al abrir la puerta se encontraron como era costumbre, con Sango, quien ya se encontraba en su escritorio verificando la agenda del día.
-Buenos días Sango- Saludo Inuyasha.
-Buenos días señor Taisho, señor Seinji- Saludo amablemente.
Miroku sonrió. –Vamos Sango, tan solo dime Miroku, esta noche no me dirás señor Seinji, o si?- Sentencio graciosamente.
Inuyasha detuvo el paso y la miro sorprendido. –Sango, no me digas que ya te envolvió este mujeriego?-
-Ejem, Inuyasha no te expreses de un compañero así-
-Fue idea de mi prima, cenaremos en el S´Quares-
-De verdad? Yo también iré ahí esta noche, tal vez nos encontremos-
-Irás con tu cita de ayer?-
-Eso no es de tu incumbencia Miroku!- Entró a su despacho dando tremendo portazo. Sango y Miroku suspiraron resignados. El día comenzaba con un furioso Inuyasha.
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-Hija el desayuno esta servido!-
Kagome bajo presurosa a comer. Había despertado de muy buen humor. Tenía el leve presentimiento de que este día sería diferente. Algo en su interior se sentía inquieto, lo que la ponía de buen humor, ya que despertar con ese sentimiento de misterio era todo un reto. Ahora que empezaba una nueva vida, tenía que sonreírle, y eso hizo. Su madre quien la conocía tan bien, lo notó de inmediato, ya que su alegría se contagiaba.
-Te levantaste de buen humor Kagome?-
-Si mamá, ayer vi a Sango y hoy saldremos a cenar con Miroku. Además estoy respirando mi nueva vida-
Se sentó en la mesa al lado de su abuelo, quien la miraba asombrado.
-A eso se le llama hacer mal tercio…-
-Cállate Souta!-
-Tranquilos, tranquilos, en este caso no Souta, ya que el joven Miroku y Sango son solo amigos-
-Pero abuelo…-
-Papá, que acaso no viste como la miraba ese joven?-
-Es verdad abuelo- Tomó un vaso de jugo de naranja, para refrescar su garganta un poco.-Y cuando irás a la escuela donde estudiará Souta mamá?-
-Que? Una escuela?-
-Iremos mañana, solo espero que no haya ningún inconveniente de que entre a estas alturas del año escolar-
-Podría entrar hasta el próximo año y ayudar en casa al abuelo-
-Por supuesto que no Souta!-
-Pero Kagome, tu ni siquiera estudiaste!-
-Eso es algo de lo que me arrepiento. No tuve las facilidades que tu tienes y créeme, no me siento muy feliz de no haberlo hecho-
El timbre del teléfono sonó y Kagome se levantó a contestar. La conversación había llegado a su fin.
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Inuyasha se encontraba en su silla, con una mano verificando unos documentos que minutos antes Sango le había entregado y con la otra sosteniendo el teléfono.
-Si… ya te dije que a las 7 p.m.… si puntual Tsubaki… adiós- Cerró la carpeta que contenía más documentos y abrió otra igual. Al verla suspiro hondamente y se dejó caer hacía atrás en su asiento. Un recuerdo lo asalto… el recuerdo de la mujer que jamás había olvidado. "Kagome…"
Traigo en los bolsillos tanta soledad,
Desde que te fuiste no me queda más,
Que una foto gris y un triste sentimiento
En su mente la imagen de ella era tan nítida, perdió la vista en un rincón de la oficina. Perdido en sus pensamientos la encontró ahí, tan bella… tan sonriente, como siempre la recordaba.
Lo que más lastima es tanta confusión
En cada resquicio de mi corazón
Como hacerte a un lado de mis pensamientos?
Sonrió al recordarla, los buenos momentos que tuvo con ella, aunque pocos, fueron los más felices de su vida. –Mi Kagome…- Su Kagome? Aun seguía siendo suya…? En su corazón seguía siendo así…
El sonido del teléfono lo saco de su ensueño, parpadeo un par de veces, tratando de volver a al realidad. Tomó el auricular y oyó la dulce voz de Sango.
-Señor Taisho, en la línea 2 esta el señor Sesshomaru-
Inuyasha arrugó el ceño. Miró el calendario y vio un día marcado en un círculo con rojo. El famoso día de la visita de Sesshomaru ya había llegado. Ni siquiera se había dado cuenta de que ya estaba a Septiembre, y que Sesshomaru llegaría a Tokio a hacer su rutinaria visita a la compañía. Suspiro de nuevo, pero esta voz con algo de agobio.
-Esta bien Sango, la tomaré- Apretó el botón de la línea y se comunicó con él. –Sesshomaru?-
-Solo te llamó para decirte que mañana temprano llegaré a mi oficina, así que no te sorprenda. Dile a Sango que informe de todo a mi asistente- Dicho esto colgó el teléfono dejando a Inuyasha con la palabra en la boca.
-Ese Sesshomaru… quien se cree?- Hablaba molesto por la actitud que su hermano tomaba siempre. Era una costumbre quedarse con la palabra en la boca si hablabas con Sesshomaru.
Vio el reloj en su mano. Eran las cinco en punto. Después de unos minutos de meditación tomó su saco y se lo echo al hombro, guardo su corbata en el bolsillo del pantalón y salió de la oficina. A las siete pasaría por Tsubaki.
Al salir no se sorprendió de ver a Miroku en el escritorio de Sango, aunque ese no era el piso sonde trabajaba, era costumbre verlo ahí casi siempre, claro que no descuidaba su trabajo, donde se desempeñaba perfectamente. Si no, no estaría ahí.
-Nos vemos chicos- Se despidió de ellos.
-Oye Inuyasha ojala te encontremos ahí. La prima de Sango esta muy… linda-
-Oye!- Le reclamó Sango
-No más que tú mi querida Sanguito- Arreglando su inapropiado comentario.
Inuyasha sonrió. Miroku nunca cambiará.
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Kagome salía del baño con una toalla enredada en su cuerpo. Se sentó frente al espejo y comenzó a peinar su cabello.
En la cama un vestido color negro reposaba extendido en la cama. Un vestido sencillo, pero perfecto para la ocasión. El escote elegante y pronunciado, así como el largo que le llegaba a las rodillas con aberturas a los lados iban a dejar a más de uno suspirando.
-Hija, Sango ya llegó por ti-
-Si mamá, enseguida bajo-
En la puerta de encontró a Sango que vestía una larga y elegante falda color negra, junto con una blusa ceñida a su cuerpo color rosa, lo que le daba un aspecto de alta ejecutiva, como siempre vestía en la oficina.
-Te ves hermosa Kagome-
-Gracias Sango, tu también-
Abajo Miroku los esperaba en su auto. No era lujoso y deportivo como el de Inuyasha, pero si elegante. Al verlas sonrió ampliamente. Se veían sencillamente hermosas. Las ayudo a subir al auto como todo caballero.
Seré la envidia de todos al llevar a dos hermosas mujeres. Pensó para sus adentros.
El auto se detuvo con el rojo del semáforo. Un estremecimiento en su cuerpo fue lo que sintió Kagome cuando, en la acera junto a ella, vio a dos jóvenes abrazados. Tan parecidos… a una vida en la que sus momentos felices se redujeron a un solo nombre… Inuyasha.
Su mente la llevó a un recuerdo hace seis años, donde la misma escena que veían sus ojos detrás del vidrio del auto. Los mismos jóvenes, pero… en sus recuerdos era ella misma.
Kagome caminaba lentamente abrazada de Inuyasha. Había salido a caminar por las calles de Tokio después de casi ocho años de ausencia por parte de ella. Estaban tan felices, se sentían como estar en un sueño, ella… a sus dieciséis años, ya era completamente feliz.
-Es bueno estar de vuelta… y más para estar contigo-
-No te perdonaré el que te hayas ido tanto tiempo eh?- Trató de ponerse resentido.
-Inuyasha…- Kagome endureció su mirada. Ése tema de conversación era prohibido, según el mismo Inuyasha, ya que no le había permitido recibir excusas por parte de Kagome diciendo que lo único que importaba era que había vuelto.
Inuyasha vio como Kagome estaba a punto de reclamarle y rió divertido-Esta bien, solo bromeaba-
-Inuyasha… me amas tanto como yo a ti?-
Inuyasha la miro tiernamente y se acercó lentamente a sus labios, sellándolos con un dulce y calido beso.
-Yo te amo más…- Le susurro al oído provocando el sonrojo en sus mejillas.
La luz que marcaba de nuevo verde la trajo de nuevo a la realidad.
"Inuyasha…"
Observo como los jóvenes se perdían entre las puertas de una cafetería. Un sentimiento de soledad se apoderaba de ella.
Te extraño, por que vive en mi tu recuerdo,
Te olvido, a cada minuto lo intento,
Te amo, es que ya no tengo remedio,
Te extraño, te olvido y te amo de nuevo.
El auto llego a su destino. Entraron al recibidor antes de irse a su mesa. Miroku se excuso diciendo que buscaría a un amigo que quería presentarle dejándolas esperando.
-Ese Miroku… se esta tardando- No había pasado ni cinco minutos, pero Sango ya se había desesperado.
–En verdad Kagome, de seguro ya esta haciendo de las suyas ese mujeriego y nosotras aquí esperándolo-
-Tranquila Sango, no podemos irnos a la mesa sin Miroku- Se divertía mucho viendo como su prima se moría de celos.
La sonrisa visible de Kagome hizo que Sango se sonrojara. –Kagome, ahora vuelvo si?-
Mientras, un apuesto hombre de cabello largo y negro, entró recorriendo con su mirada hacía dentro donde esperaba pasar una velada tranquila.
Su bella acompañante sonreía ampliamente. Le gustaba que todas las mujeres admiraran a Inuyasha, se sentía orgullosa de verse acompañada de él. Su vista divisó a los lejos unos conocidos y decidió saludarlos. Inuyasha no le prestó importancia y siguió caminando.
Conforme iba avanzando, su mirada observo la figura femenina que estaba a pocos metros de él, de espaldas. El perfil de la chica le era extrañamente familiar y algo perturbador. Se acercó temeroso hacía ella. Abrió los ojos al pensar que tal vez… a pocos centímetros de ella, podía sentir como su corazón comenzaba a latir con fuerza. Su perfil era demasiado similar, hasta su cabello tenía los mismos rizos que se le formaban al final. Se paro detrás de ella y aspiro el perfume que el conocía mejor que nadie. Por un momento rogó por que fuera tan solo una persona increíblemente parecida, estaba asustado de que en realidad fuera ella… Kagome, pero la razón y hasta el corazón que parecía salirse de su pecho le decían lo contrario.
-Kagome…- Susurro apenas en un hilo de voz, suficiente para que ella lo escuchara.
Entonces Kagome se giró y lo vio de frente. Sintió como la sangre abandonaba su cuerpo y se posaba en sus pies. Parecía no haber otra cosa más que ellos dos. Todo el ruido alrededor de ellos se esfumo. Sus sentidos puestos en él solamente. –Inuyasha…- Fue lo único que pudo decir cuando sintió como su cuerpo sus pensamientos comenzaban a aclararse.
Inuyasha sonrió. Hace tanto tiempo que no escuchaba su nombre en aquellos labios. Tuvo deseos de abrazarla, de besarla, decirle tantas cosas…
Alarmada por la cercanía de esa chiquilla como la veía, abandono a sus amigos para reunirse con Inuyasha.
Antes de articular alguna palabra, una mano en su hombro lo distrajo. Era Tsubaki que le venía dedicando una mirada fría a Kagome. –Inuyasha, cariño quien es ella?-
Tardó unos momentos en responder, no sabía que responder. Decirle es la mujer de mi vida o es la mujer que me destruyo la vida?
-Ella es…- Meditando su respuesta y endureció su mirada. -No es nadie…- Respondió fríamente mientras miraba como Kagome lo observaba con cierta desilusión.
Continuará…
Hola! Bueno otro capi listo. Dejen reviews por favor, para ver que les pareció.
Besos
&& Ayde &&
