Logré mi "libertad" aniquilando sentimientos, enterrando emociones vivas 100m bajo tierra… quise ocultarme con ellas.

Capítulo Segundo

CONFUSIÓN… esa es la palabra clave en todo este asunto. No sabía cuánto daño podía hacer un corazón confundido al obnubilar la razón. Tratando de engañar a los demás, falsificando sentimientos para crear la máscara perfecta que ocultara todo el caos reinante en el interior.

Recuerdo que los días pasaban con una lentitud realmente exasperante. Las cosas entre Sango y Miroku iban de mal en peor, no se hablaban, ni siquiera se dirigían la mirada. El que quedó en medio de todo el problema fue Inuyasha, quien soportó con admirable paciencia (hasta ahora me sorprendo y me pregunto de dónde la sacó) la desagradable situación. Yo "huía a mi época" –según palabras suyas- cada vez que podía. No los estaba dejando de lado…no… pero mi familia me necesitaba –la rebeldía de un adolescente Sota, la pérdida del trabajo de mi madre, la enfermedad de mi abuelo- tenía que estar con ellos.

Flash Back

Una semana después volví con mis amigos, y los noté más extraños que de costumbre (si es que eso era posible). Miroku, otrora galante y conversador, apenas si me miró, para luego continuar sentado bajo un árbol mirando hacia la nada. Unos pasos más allá se encontraba Shippo, quien corrió hacia mí con una inusual mirada de alivio y añoranza; dejó que lo cargara, se abrazó a mi cuello y susurró: "esto está horrible!", para luego romper en llanto. ¿qué ha sucedido?

-Hasta que te dignaste a aparecer- exclama una enérgica voz a mis espaldas.

-A mí también me da gusto verte, Inuyasha- le respondo. Su voz me es inconfundible- ¿y Sango?

-Feh! Yo qué sé… - le lanzo una mirada reprobadora por su desinterés, por lo que agrega inmediatamente- hace unos días dijo que iría a buscar a Kaede, necesitaba "una charla de sólo mujeres".

Eso no hubiera tenido nada de malo, si no fuera por…

-Se fue porque no estuviste aquí para ella. Te necesitaba, Kagome- susurró el hanyou, antes de irse saltando de rama en rama.

-Pero yo…- no supe que contestar, me quedé helada. Le había fallado a mi mejor amiga.

Fin del Flash Back

Sango no volvía, así que todos decidimos (bueno, Inuyasha y yo decidimos, porque era imposible arrancarle una sola palabra a Miroku… era escalofriante verlo sumido en el silencio) ir a la aldea de la anciana Kaede.

Al ver a mi amiga me sorprendí y me sentí avergonzada. Ella estaba radiante y salió muy tranquila a recibirnos. Me saludó afectuosamente e incluso preguntó por mi familia. ¿lo había superado tan rápido? "Se fue porque no estuviste aquí para ella. Te necesitaba…"

Sí, Sango estaba aparentemente bien, pero cerró su corazón totalmente, incluso para mí. Intentaba acercarme a ella, pero no lo conseguía. Me lo merecía, por dejarla sola. "Dale tiempo, el tiempo lo cura todo", me dijo Kaede. En ese entonces no estaba muy convencida, pero le creí… necesitaba hacerlo.

Pero si yo tenía problemas con Sango… Inuyasha los tenía aún más graves con Miroku. Aquel lo consideraba su amigo, fue el primer ser humano "común y corriente" (no me cuenten a mi, yo soy una sacerdotisa) que lo aceptaba tal y como era. Sin embargo no logró nada, sólo un gran desengaño.

Flash Back

Buscaba hierbas medicinales en el bosque, acompañada de Kirara…

-Puedes decírmelo, Miroku… hasta yo sé que a veces es bueno desahogarse.

-¿Decirte que?...

-Creo que merezco algo de confianza no?- se escuchó a un hanyou tratando de ayudar- no soy como esa chiquilla chismosa.

-No… pero… ¿por qué debería confiar en ti?

-…-la mirada de Inuyasha se cubrió de sorpresa, para dar paso a un disfraz de arrogancia- tampoco te voy a rogar… Feh!

Fin de Flash Back

Aunque no quisiera aceptarlo, yo sabía que eso le había afectado mucho a Inuyasha, más de lo que aparentaba, e hizo acrecentar su inseguridad… su "héroe" se había caído de su pedestal de honor. Amistad, un sentimiento tan sublime siendo pisoteado por un alma inexperta.

Continuará...