Star Wars pertenece a Disney (creado por George Lucas)

Harry Potter pertenece a J.K. Rowling

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Harem de Anakin: Padme Amidala, la futura maestra del consejo Adi Gallia, las caballeras Jedi Bultar Swan y Luminara Onduli.

Harén de Harry Potter: Hermione Granger, Susan Bones, Daphne Greengrass y Padma Patil. Aayla Secura y Maris Brood.

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Star Wars: El Nuevo Camino.

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05: El Mundo Entre Mundos. Los Sables de Luz

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Se dirigieron hacia Lothal, y luego de más tiempo del que tenían (pues Harry tendría que volver —o, mejor dicho: ser llevado a Ilum, para realizar el ritual del Sable de Luz Jedi—), darían con una pintura de los Avatares de La Fuerza: La Hija representaba al lado Luminoso, El Padre, el balance en la Fuerza y El Hijo al lado Oscuro, su maestro le contaba eso y luego, le indicó que moviera la mano de La Hija, y así logró hacerlo. Ante ambos, se abrió un portal hacía algo denominado como el Mundo entre los Mundos, enseñando los dibujos animados, de unos lobos corriendo y formando un circulo. Confiando en su maestro, Harry atravesó el portal, con su maestro, detrás suyo. —El pasado, presente y futuro, se encuentran aquí —dijo su maestro, quién comenzaba a cambiar lenta y físicamente. Envejeció hasta sus treinta, sus rasgos faciales cambiaron también. Sus ropas cambiaron con él, y ahora llevaba una armadura por encima de la túnica. —Mi auténtico yo, alguna vez fue Darth Revan. Y fue aquí mismo en Lothal, en este Mundo entre los Mundos, dónde me vi dividido en luz y oscuridad, siendo creada tu maestra. —Suspiró, cuando pensó en Sheda. Harry lo miró. —Sheda... fue creada por La Fuerza luminosa, que se encuentra concentrada en este lugar, a partir de mis recuerdos de la mujer que amé: Bastilla Shan. Pero cambió su nombre, porque... bueno ―él no pudo evitar reírse ―estamos muertos, desde los eventos de la Antigua República. —Explicó con una sonrisa y comenzó a caminar, mientras que su alumno lo seguía de cerca. —Harry. Hubo una época de caos y desenfreno en la Galaxia. Aquí, voy a enseñarte todo lo que sé. Y con estos portales, buscaremos momentos de sabiduría Sith del pasado o... Del futuro. Con tal de que aprendas todo lo que necesitas, para que así, tú puedas dar forma a tu Sable de Luz del Lado Oscuro y también, para que puedas otorgarle a ese Kyber, tu propia firma en la Fuerza del Lado Oscuro. —continuaba explicando el Lord Sith, que ahora sabían que fue Darth Revan. Harry llevó su mano a su bolsillo y extrajo el cristal Kyber —Los Cristales Kyber están vivos, y se conectan, entrelazan con aquellos a quienes eligen, para que se forme su sable de luz. Pero los Kyber de los Sith... bueno: no son rojos solo para que se vean bonitos, ni por algo estético. Sino porque los Sith los hacemos sangrar, desde el Lado Oscuro, al llenarlos con nuestro odio, locura y deseos de venganza. —Siguieron caminando por un sendero preestablecido, en medio de la oscuridad, hasta una ramificación de caminos, dónde se veían cinco caminos, cada uno a una especie de portal circular y reescrito con runas. En cada uno, se veían planetas siendo gobernados por usuarios de la Fuerza. Pero solo en uno de ellos esos usuarios de la Fuerza, empuñaban Sables de Luz, claramente volcados hacía el lado Luminoso de la Fuerza. Su maestro entonces señaló la espada en el costado de su alumno. —Tendrás que hacer uso de tu Vibro-Espada y deshacerte del Kyber que adquiriste, al salvar a Maris —se volvió hacía los portales y levantó los brazos. — ¡Este es un punto caótico de alguna de las muchas guerras sin sentido entre Jedi y Sith, pero incluso yo, tengo moral! Incluso yo, tengo bondad, y te he visto crecer, Harry. No puedo pedirte que tomes la vida de un Jedi inocente, y no creo tener la paciencia para encontrar a un Jedi cometiendo un crimen In Fraganti. Así que cruzarás cualquiera de estos portales, solo cuando veas al más descarriado y desgraciado Jedi. Vigila a esa persona y tómala por sorpresa, corta su garganta o apuñala su corazón con tu Vibro-Espada, toma su Sable de Luz y tráelo hasta mí. ―Harry asintió, desenfundó su arma, y caminó por uno de los senderos, para observar el primero de los portales.

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-/-/Campamento Improvisado de Lothal/-/-

Revan/Rykkan llegó a dónde estaba Lily, quien ya había preparado una manta de Picnic, con bastante comida, se sentaron a comer y beber. Con el portal a espaldas de Revan/Rykkan, como si eso fuera lo más normal. Además, estaban solos —Lo han entrenado bien —dijo Lily sonriente. —En solo unos minutos, Harry vendrá con su nuevo Sable de Luz.

—Confío... en que así será —dijo Rykkan, asintiendo con la cabeza. —Por cierto, ¿Sabemos algo de Sirius, Severus y Remus?

Lily le enseñó una sonrisa, mientras soplaba su té, para enfriarlo un poco y lo bajaba, para poder hablarle a Rykkan. —Sirius pidió ante el Wizengamot, −el gobierno mágico inglés−, que le hicieran pruebas, para que vieran que en ningún momento había consumido el antídoto contra el Suero de la Verdad, y pidió que se lo dieran, así como hacer jurar a todos, que solo le realizarían una lista de preguntas que él previamente había escrito.

Rykkan frunció el ceño, por un instante. — ¿Qué ocurrió?

—La Ministra Bulstrode y Barthemius Crouch Sr. −director del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica−, descubrieron que Sirius no fue nuestro Guardián del Secreto, como lo estaba pregonando Dumbledore. Que él tampoco era un Mortífago, ni llevó a Tom Ryddle a nuestra casa —comentó Lily, con una suave sonrisa de triunfo en sus labios. —Dumbledore fue calumniado, porque ÉL fue quien les dijo a todos, que Sirius era nuestro Guardián del Secreto y solo el Guardián, podría haber revelado donde estaba nuestra casa, la cual se encontraba bajo una... digamos: una ilusión de invisibilidad. Sirius reveló que James, Peter y él, eran Animagos: Magos con la capacidad de transformarse en animales. Dejando a Dumbledore calumniado, pasándose al lado neutral del Wizengamot, junto a los asientos Potter y Peverell, así como el asiento Black.

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En el Mundo entre los Mundos; Guerras Sith.

Harry esperó, y siguió esperando, hasta presenciar a un Jedi, uno de los supuestos Guardianes de la Paz, quien estaba a punto de abusar de una Twi'Lek inocente. Comenzaba a bajarse los pantalones, cuando Harry traspasó el portal y clavó su Vibro-Espada en la sien del Jedi, agarrando su Sable de Luz, dejando allí a la Twi'Lek, confiando en que ella sola podría escapar.

Se sintió mal al abandonarla, pero sintió que no tenía nada más por hacer. Buscó con la mirada, y fue hacía el portal que su madre y su maestro habían usado, solo para ver que ellos volvían en ese momento.

—Lo tienes —afirmó Rykkan, Harry le enseñó la empuñadura del Sable. Su maestro asintió. —Es un buen diseño para un Sable de Luz. Curiosas como eran las cosas, en aquellas épocas, ¿Verdad? Un Sable de Luz cromado en oro y con una protección para la mano en forma de una medialuna. ¿Cómo sientes la empuñadura?

Harry movió un poco el Sable de Luz, lo sintió, lo pesó; miró la empuñadura, la cual tenía un guardamano que protegía la mano del usuario. —Agradable. El peso es bueno.

Rykkan encendió su Sable de Luz rojo carmesí. —Demuéstralo. —Harry accionó el Sable y una hoja de plasma azul zafiro, se movió rápidamente, chocando contra el Sable del Lord Sith, dando paso a un combate de velocidad, dónde la Fuerza, jugaba un papel importante, con maestro y aprendiz, viendo los ataques del rival a gran velocidad y consiguiendo bloquearlo todo. —Sí. Este parece tratarse, de un buen Sable para ti, Harry. Ahora, vamos al planeta Dagobah, un planeta donde el Lado Oscuro de la Fuerza, es tan común como el oxígeno. —Se despidieron del Mundo entre Mundos, y volvieron a su realidad, subiendo a una nave, en dirección desconocida. —Allí, deberás de meditar y despojar al cristal Kyber, de su conexión con su anterior usuario. Y tendrás que buscar, las cosas que más te hagan enfadar, concentrando tu lado Oscuro, en el Kyber.

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El viaje fue largo y extenso, lo cual le permitió a Harry meditar, entrar en sintonía con el Kyber y despojarlo de toda marca en La Fuerza, de su antiguo usuario. Cuando llegaron a Dagobah, se sentaron en el suelo y Harry volvió a meditar dejando que el Lado Oscuro, lo llenara por completo, mientras se centraba en el cristal Kyber, que parecía decididamente activo y buscaba impedirle hacerlo sangrar o darle el reconocimiento de ser su nuevo maestro.

Harry se esforzó y luchó contra la personalidad y esencia del Kyber, hasta que comenzó el atardecer, y entendió que no debía de forzarlo todavía.

Comenzó entonces, a despojarlo de su personalidad y de la conexión entre su antiguo usuario y él mismo, y sería hasta la medianoche, cuando el cristal, ya limpio y listo para una nueva programación, sería volcado hacia el lado oscuro.

Rykkan despertaría y se aproximaría su alumno. —Ahora, Harry... Enciende tu Sable de Luz. —Harry abrió sus ojos y lo accionó, haciendo sonreír a su maestro. El cual interpretó el color del plasma. —Eres reacio a ver las cosas de una forma distinta, a tu propio entendimiento. Deseas llevar a cabo la justicia desde tu propio punto de vista y no aceptarás fácilmente, lo que otros digan saber o lo que CREAN saber dónde ti. Eso simboliza el color naranja. —Harry asintió. y partieron hacía Ilum, donde se encontrarían con Sheda, para que el joven pelinegro de ojos verdes, adquiriera su cristal Kyber, entornado hacía el Lado Luminoso.

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Ellos no tenían forma de saber, lo que había acontecido en la Tierra, pues esta se encontraba en una galaxia muy muy lejana.

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-/-/Hogwarts/-/-

Dumbledore despertó en medio de la noche, cuando escuchó que varias alarmas, se habían encendido en su oficina. Rápidamente se levantó y fue a buscar de qué se trataba.

Encontró que eran sus alarmas alrededor de las Salas colocadas de la Profecía. Las había colocado allí, para saber el momento en el cual Harry Potter, la agarrara para escucharla.

Pero esto era extraño, pues las Salas se habían accionado y un segundo después, se habían apagado. Pero de algo estaba seguro Albus y era que Harry, no estaba en Inglaterra.

Aun así, no había podido preguntárselo a Sirius, cuando él fue interrogado y cuando reclamó los asientos Potter y Peverell, al demostrar gracias a un frasco que contenía la sangre de James y la sangre de Harry, que su familia provenía desde los Peverell, cosa que le otorgó a Sirius, un poder casi absoluto: 3 asientos Black, 4 asientos Potter y 4 asientos Peverell.

La alianza de Sirius, con Amelia Bones y Julius Greengrass, solo lo empeoraron todo para él, pues ahora tenía los 3 asientos Bones, los 4 asientos Greengrass, la alianza con los Longbottom y sus 3 asientos, solo lo hicieron sentirse mareado, que sus piernas no lo sostendrían y ganas de llorar, cuando las seis casas, se movieron al bloque neutral, dándole ahora sí, una autenticidad política al bloque neutral y con eso, en las semanas posteriores Sirius derrumbó muchas cosas que Dumbledore había colocado, gracias a los votos del lado de la luz (también llamados: Orden del Fénix y otros seguidores de Dumbledore) del Wizengamot y aseguró que el bloque neutral, se encargaría de ratificar las leyes que Dumbledore había intentado impulsar al colocarse como un falso Proxy de la Casa Potter y el falso (además de fraudulento) tutor de Harry Potter, quien ni siquiera estaba en el país y del cual ni Sirius, ni Dumbledore conocían su paradero.

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Fue un día triste, para ser Albus Dumbledore.

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Sin tener otra opción, se Desapareció de Hogwarts y apareció en el interior de la Sala de las Profecías, del Ministerio de Magia, y se acercó al estante en dónde se encontraba la Profecía. Sus ojos se abrieron con incredulidad, al ver una grieta en el registro esférico de la profecía y como de su interior, escapaba una niebla negra. —Oh Merlín. ¿Qué ha pasado aquí? —Se preguntó asustado. Agarró la esfera de vidrio, cuando se halló completamente vacía de aquel humo que reproducía la Profecía y empuñando su varita mágica, golpeó la esfera con delicadeza. Nada pasó.

Aspiró, contuvo el aire y volvió a golpear el orbe con la varita, enviando magia aun más poderosa... pero nada paso. Una solitaria lagrima, rodó por su ojo derecho, contemplando como todo aquello, por lo que había luchado a lo largo de estos años, se había perdido permanentemente. Salió derrotado de allí, todavía con la esfera en sus manos.

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-/-/Ilum/-/-

Cuando la nave aterrizó ante la cueva del Kyber y vieron a sus ocupantes descender, dos Younglings se emocionaron, eran Anakin Skywalker y Aayla Secura, ambos se sentían muy felices al ver que se trataba de Harry, quien se acercó a la cueva Kyber del planeta y en dónde su maestra Sheda, lo miraba con orgullo.

La contraparte más benigna de Revan (y contraparte femenina) se encargaría de la lección, todos se veían extrañados, ante un muro de hielo. ―Niños, concentren La Fuerza. Solo unidos, como uno, podremos ingresar. ―Todos los Younglinks extendieron sus manos, y varias capas del muro de hielo, descendieron y parecían estarse... guardando en un extraño compartimiento bajo tierra, dejando ante todos ellos, la entrada a una cueva bastante adornada. ― ¡Deprisa! ―les pidió Sheda. ― ¡El sol ya salió, y debemos comenzar! ―El interior de la cueva, contaba con grandes estatuas de Jedi, en granito. Algunos obeliscos y pirámides muy pequeñas. Los Younglinks, no se sorprendieron al ver al maestro Yoda, en ese lugar. Era el tipo de cosas que alguien tan poderoso podía hacer: estar en un lugar para el cual siete niños tuvieron que usar la Fuerza al ingresar.

―Maestro Yoda ―todos los niños hicieron una reverencia.

―La Fuerza una herramienta para un Jedi es, gran responsabilidad conlleva eso, ¿sí? ―les comunicaba el maestro Yoda, los niños asintieron ―proteger a otros como hace un Jedi, ¿eh? ―usando la Fuerza, extrajo su propio sable de luz, el cual se encendió, enseñando su hoja verde. ―Su propio Sable de Luz crearán. Pero antes: extraer su cristal deberán. El corazón del Sable de Luz el Cristal Kyber es. ―Alzando sus manos, el maestro Yoda abrió una compuerta en lo alto, dejando entrar la luz del sol y esta iluminó un extraño aparato en lo alto de la cueva, que contaba con un enorme cristal, el cual dirigió un rayo de luz, a un cristal más pequeño, y este último enseñó otra puerta, la cual estaba recubierta de hielo, el cual comenzó a derretirse. ―Si es que Jedis quieren ser, entrar a la Cueva del Cristal deben todos, confíen en sí mismos. Confíen en sí mismos, en los demás y sobre todas las cosas: confíen en la Fuerza, y éxito, seguro tendrán.

Los niños asintieron y caminaron subiendo las escaleras que los llevarían hacía la puerta de la cueva. ―Al encontrar su cristal, no permanezcan adentro. Al anochecer, la puerta se congelará de nuevo y van a quedar atrapados.

― ¿Por cuánto tiempo? ―preguntó Aayla, haciendo una mueca.

―Por una rotación entera de Ilum ―contestó Sheda. ―Nadie podrá hacer nada, para descongelarla. Ni siquiera el maestro Yoda, puede destruir el muro de hielo.

Anakin dio un paso al frente. ― ¿Cómo sabremos qué cristal, se debe elegir?

―A algunos Jedi del pasado, creían que el cristal los elegía a ellos ―dijo Sheda sonriente, recordando su época en la Antigua República. ―E incluso, en planetas como Tython, se creía que era mejor solo guiarse por la Fuerza, y no sucumbir al deseo de simplemente escapar de la cueva pronto, sino dejar que la Fuerza te guiara hasta el cristal.

Los niños les dieron la espalda e ingresaron en la cueva.

―Paredes de hielo, columnas de hielo, ¡creo que incluso el techo está hecho de hielo! ―La voz de la joven Adi Galliah, resonó en la cueva. ― ¿Cómo esperan que encontremos los cristales, así?

Siguieron caminando, hasta una bifurcación, donde Anakin comenzó a ir por otro camino, pero Adi lo detuvo. ― ¿Qué es, Adi? ―preguntó.

―Anakin, quizás lo mejor sería permanecer juntos ―dijo Harry. Pero Anakin se fue solo. Ellos se miraron y tomaron el otro camino. Pronto, lo de permanecer juntos, no fue para nada algo seguro, pues encontraron una cámara, que daba a tres puertas.

― ¿Cuál creen que sea el camino correcto? ―preguntó Bultar Swan.

Aayla tuvo una idea, y llamó la atención de todos, al chasquear los dedos. ―Concentrémonos en la Fuerza, cerremos los ojos y dejemos que ella nos guie ―cerraron los ojos, señalaron hacía algún lugar y abrieron sus ojos, encontrándose con su destino, las puertas ante ellos. Mirándose unos a otros, asintieron y se dirigieron a sus respectivas salidas.

Harry y Aayla, tomaron el camino más a la izquierda, el que quedaba (literalmente) junto a la puerta por la cual cruzaron para llegar hasta allí.

Bultar y Luminara tomaron la puerta de enfrente, su camino sería recto

Adi iría sola, por un camino a la derecha.

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― ¡Lumi, allí arriba! ―dijo Bultar emocionada y señalando algo, en una especie de montaña, en el interior de la misma cueva. ― ¡Está brillando!

Luminara le enseñó una sonrisa. ―Si confiamos en la Fuerza. En que los cristales nos guiarán hasta ellos, entonces ese es tu cristal.

Bultar volvió su mirada hacía su amiga Mirialana, sorprendida. ― ¿Estás segura? ―preguntó ahora sonrojada e intentando hacerse para atrás. Prefería que Luminara lo alcanzara.

La futura Padawan, le enseñó una sonrisa. ―Estoy segura. ―Miró hacía arriba. ―Porque yo, no veo nada que esté brillando. Ve. La Fuerza y tu cristal, te están llamando.

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Adi estaba caminando por un sendero a la derecha, mientras que, a la izquierda, había un vacío inmenso. ―No.… no tengas miedo... los Jedi no tememos... ―el camino se quebró, la Tholothiana gritó mientras caía, pero no sufrió una muerte dolorosa, sino que cayó sobre nieve mullida. Sana, salva pero asustada. Miró hacía en frente, y vio algo brillante. Se levantó, encontrándose con que no estaba herida. ―Estoy... viva... ¡ES UN MILAGRO! ―solo su eco le contestó. Caminó y lo tomó, sintió la conexión. ― ¡Es mi cristal Kyber! ―giró emocionada sobre sí misma y un rayo de luz, iluminó algo parecido a unas escaleras escalpadas y para nada hechas por los Jedi. Suspirando, comenzó a subir por allí.

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― ¡HARRY! ―Gritó Aayla, cuando tropezó y sintió que no había gravedad. Harry se giró rápidamente y la agarró con la Fuerza, salvándola de caer al vacío. Los ojos de la Twi'lek se abrieron. ― ¡Allí arriba, mira! ―Harry miró, pero no vio nada. ― ¡Está brillando, es un cristal! ―usando ambas manos, impulsó a la Twi'lek azul, hacía arriba. ―Bien, lo tengo. ―Se aproximó al precipicio, pero no vio a su amigo. ― ¡¿Harry?!, ¡Harry, ¿Dónde estás?!

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Harry siguió su propio camino, descendió por el peñasco que casi podría haber significado la muerte de Aayla, pero esto estaba casi totalmente plano. Como si fuera para deslizarse.

Cuando llegó al fondo, vio el vacío y un puente... uno muy curiosamente en ese lugar. Suspiró. ―Me estoy hartando ―gruñó y cruzó el puente, hasta el otro lado, donde había otra cueva, pero era muy estrecha. Entró por allí y lo vio brillando. Alargando su mano, no lo alcanzaría, así que se concentró y lo atrajo a su mano, al cerrar su puño, sintió que no era uno solo, sino dos. ―Espero... espero que estos, si sean cristales Kyber, y que no esté haciendo el idiota. ―Rogó a la Fuerza, mientras encontraba la forma de escalar, y al hacerlo, la luz brilló, enseñándole a Aayla y a Adi Gallia. ― ¿De dónde saliste, tú? ―preguntó de buen humor el pelinegro.

La Tholothiana se encogió de hombros, sonriente. ―Giré en esa esquina, y me encontré con Aayla.

― ¿Encontraste tu cristal? ―preguntó Harry y Adi asintió, enseñándoselo. ―Perfecto: los tres tenemos nuestros cristales, salgamos de aquí.

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Anakin había caído al agua y nadó hasta el otro lado, pero sentía como se congelaba. Se agarró a la ensenada y salió del agua, estaba tiritando y la túnica se le pegaba al cuerpo, causándole aún más frio, al girarse para ver el lago y salir, vio algo brillando. ― ¿Mi cristal? ―tragó saliva y sumergió la mano en el agua, su cuerpo se tensó, ante el frio del agua. Lo agarró, sacó su mano y vio que sí se trataba de un cristal. ― ¡MUY BIEN! ―Gritó emocionado. ―Ahora, es hora de irme.

«Sigue tu camino, Elegido...»

Al escuchar una voz misteriosa, Anakin se giró, pero no vio a nadie allí. Suspirando, caminó por la playa y comenzó a buscar una salida, que no fuera nadar nuevamente.

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Yoda sonreía, al ver que todos salieron. ―Lleven sus cristales al templo ahora y cuídenlos, jóvenes Jedis.

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Un largo rato después, los jóvenes se reunieron nuevamente, con Sheda. ―Aprobaron con éxito la reunión ―dijo la Jedi. ―Pongan sus cristales en la mesa, su lección comienza ahora. ―Muy emocionados, colocaron los cristales en su lugar. ―Les presento al arquitecto y diseñador de Sables de Luz, Hu-Yan.

Un droide antropomórfico apareció. ― ¿Son ellos? Siento que se hacen más jóvenes, con cada expedición ―los jóvenes lo encontraron divertido. Presionando un botón, enseñó muchos sables de luz, emocionando a los Padawan. ―Entonces, ¿qué elegirán?, ¿una empuñadura simple?, ¿algo más complejo? ¡¿con incrustaciones de ballena Kartusiana?!, ¿mineral de baradio o algo de Ore negro? El Sable de Luz, es el único aliado de un Jedi, recuerden eso. Estas armas, también pueden ser usadas como herramientas. Y estas armas, son sus vidas. ―Agarró un cristal. ―Sí. Me trajeron cristales, pero son inútiles si no les dan vida, ¿saben cómo hacerlo?

―Meditando con los Cristales. Haciendo que sean parte de nosotros y nosotros una parte de ellos ―dijo Harry. ―Infundiéndolos con la Fuerza, hasta que se encuentren en armonía con nuestras almas.

El maestro Hu-Yan se acercó a unos compartimientos, hasta sacar unas piezas de un Sable de Luz, armando uno él mismo, en cuestión de segundos. ―Antes de que abandonen esta nave, debo asegurarme de que tengan lo necesario para crear sus Sables de Luz y el conocimiento para hacerlo. Comencemos.

No usaban sus manos, para ensamblar las piezas del Sable de Luz, sino la Fuerza, para que todas las piezas levitaran y se ensamblaran. Eran muchas piezas, y tenían que ir en su lugar y de la forma adecuada.

Harry lo tenía ligeramente más complicado, pues estaba ensamblando dos Sables de Luz, decidido a usar la Forma VI y el Jar'Kai, al igual que sus maestros. Pronto, todos tuvieron sus Sables en sus manos y Hu-Yan, se aseguró de que fueran seguros de emplearse contra otros y que no les explotaran en las manos a los Padawan.

Al accionarlos, todos se quedaron con la boca abierta, pues Harry era completamente distinto a los otros. No era azul o verde. El aura alrededor del núcleo blanco del sable, ¡era negro! Ante esto, Hu-Yan se acercó. ―Hace ya muchos años, hubo un hombre llamado Tarre Vizsla. El primer Mandaloriano humano, en pertenecer a la Orden Jedi. Fue guardado en el Templo Jedi, hasta la caída de la Antigua República en el 2245... según el Calendario de Lothaliano, claro está. ―Todos escuchaban emocionados. ―El color azul simboliza habilidad, valor y paz interior y el verde simboliza armonía y sabiduría. El negro... la leyenda cuenta, que simboliza el poder absoluto, supremacía y orgullo. Pero solo han existido tres Sables de aura negra, y estoy viendo dos de ellos ahora mismo. Así que no tengo forma de saber, cuanto de esto es verdad y cuanto es mentira.