Muchas gracias
por los reviews, no saben lo feliz que me hacen…
me dan ganas
de escribir mas seguido, un beso ENORME para mi nene picioso! Yo se
que no te gusta harry Potter, pero aun así lees mi historia,
me lees los libros cuando estoy enfermita, y me acompañas a
los estrenos de las películas… (Cuando se estreno HP4 compro
las entradas para el día del estreno casi un mes antes, y el
día de la película estuvimos 1 hora y media antes en la
sala del cine) Te amo mucho, gatito º;º
Ahora si, esta es una historia basada en el libro, "El mundo encantado de Ela" de Gail Garson Levine. Y los personajes son de la rubia, ósea, ya saben escribo sin lucro… bla, bla, bla…
Saludos y más comentarios al final, ahora si a leer….!
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EL MUNDO ENCANTADO DE GINNY.
By:RaNaBaNaNa ®
Mi hada Madrina y un trío de víboras
Cuando llegamos a casa papá me ordeno que me cambiara de ropa y que bajara enseguida a saludar a los invitados que habían venido a darnos el pésame.
Mi habitación estaba tranquila. Todo estaba igual que cuando vivía mamá: los pájaros bordados en mi colcha, a salvo en su mundo de hojas de punto de cruz; mi diario sobre la mesita de noche; mis amigas de infancia (Pepa, la muñeca de trapo, y Mechas, la de madera y vestido de siete volantes), que dormían en su canasto… Me senté en la cama, debatiéndome entre la necesidad de cumplir lo que había mandado papá y el deseo de encontrar consuelo en mi habitación, en mi cama, en la leve brisa que entraba por la ventana. Al final no tuve más remedio que obedecer.
Una vez oí que Augusta le decía a Tonks que papá era una persona sólo por su aspecto, ya que en su interior no habia más que ceniza, monedas y cerebro. Tonks no estaba de acuerdo, decía que él era humano hasta la médula. Lo que pasaba es que era más egoísta del mundo. Mucho más que ningún hada, gnomo, elfo o gigante.
Tardé tres largos minutos en vestirme. Aquél era un juego horrible, pues jugaba conmigo misma a tratar de romper el maleficio y a comprobar cuánto podía resistir ante la necesidad de cumplir un orden. Al poco rato me zumbaban los oídos, y el suelo se inclinaba de tal forma que parecía que iba a caerme de la cama. Abracé mi almohada hasta que me dolieron los brazos, como si aquélla fuera un ancla a la que aferrarse para huir de la necesidad de obedecer. Estaba a punto de estallar y romperme en mil pedazos. Me levanté, me dirigí al vestidor y me encontré mejor de inmediato.
A pesar de que sospechaba que papá quería que llevara otro vestido, me pude el preferido de mamá. Ella decía que aquel verde tan vivo hacía resaltar mi cabello. Yo opinaba que parecía un saltamontes con cabeza humana y pelo liso, pero al menos el traje no era negro. Mamá odiaba la ropa negra.
El vestíbulo estaba lleno de gente vestida de luto. Papá vino hacia mí enseguida.
-Ésta es mi hija, la joven Ginevra- dijo en voz alta, y luego dirigiéndose a mí susurró-: Pareces una planta con ese vestido. Se supone que deberías ir vestida de luto. Creerán que no respetabas a tu…
De pronto fui aferrada por dos brazos, cubiertos por dos mangas de crujiente satén negro.
-¡mi pobre niña, lo sentimos tanto por ti!- exclamó una voz dulzona -¡Oh, sir Lucius, es sumamente triste verle en esta circunstancia tan trágica!- terminó diciendo, a la vez que me daba un fuerte abrazo. La que estaba hablando era una mujer alta y estirada, con al cabello largo y ondulado, de color miel. Su cara estaba maquillada de blanco y sus mejillas cubiertas de un rojo exagerado.
La acompañaban dos versiones reducidas de ellas, aunque éstas iban sin maquillaje. La más joven no tenía la melena de su madre, sino unos rizos que dejaban entrever el cuero cabelludo y que parecían fuertemente pegados a él con algún tipo de pegamento.
-Ésta es Madame Fleur- dijo papá, dando un golpecito a la señora en el brazo.
En respuesta hice una reverencia, con tan mala suerte que tropecé con la más joven de las chicas.
-Mis disculpas- balbuceé.
Ella no respondió, ni se movió, ni tan siquiera me dirigió una mirada.
Papá continuó con la conversación:
-¿Son éstas tus maravillosas hijas?
-Son mis dos tesoros. Ésta es Hermione (¬¬), y ésta Romilda (XD). Están a punto de terminar sus estudios en la escuela de educación social para señoritas.
Hermione debía de ser dos años mayor que yo.
-Encantada de conocerte- dijo, enseñando unos enormes dientes al sonreír. Y me tendió la mano en espera de que yo se la besara e hiciera una reverencia. Me quedé perpleja, sin saber qué hacer. Hermione bajó el brazo, aunque sin dejar de sonreír.
Romilda era aquella con la que acababa de tropezar.
-Encantada de conocerte- dijo con una voz apenas audible. Era más o menos de mi edad, y tenía el ceño permanentemente fruncido.
-Consolad a Ginevra- indicó Madame Fleur a sus hijas -Tengo que hablar con sir Lucius- concluyó mientras tomaba a papá del brazo.
-Nuestros corazones están muy tristes- empezó a decir Hermione – Cuando te pusiste a llorar de aquella forma durante el funeral me diste mucha pena.
-Por cierto, el verde no es color de luto- subrayó Romilda.
Hermione echó un vistazo a la sala.
-Es un hermoso salón, casi tan elegante como el que tendré en el futuro. Nuestra madre Madame Fleur, dice que tu padre es muy rico, que puede sacar dinero de cualquier cosa.
-Sí, hasta de las piedras- añadió Romilda.
-Nuestra madre, Madame Fleur, dice que tu padre era pobre antes de casarse con tu madre. Nuestra madre dice que lady Molly ya era rica cuando se casó, pero que tu padre la hizo aún más rica.
-Nosotras también somos ricas- aseguró Romilda –Tenemos suerte de serlo.
-¿Nos enseñarías el resto de la casa?- sugirió Hermione.
Subimos al segundo piso y Hermione se pus a fisgonearlo todo. Abrió el armario de la habitación de mamá, y antes de que pudiera detenerla pasó la mano por todos los vestidos. Cuando volvimos al salón, anunció:
-Cuarenta y dos ventanas, y una chimenea en cada habitación. Las ventanas deben de haber costado un cofre lleno de Galeones.
-¿Quieres saber algo de nuestra casa?- preguntó Romilda.
No me interesaba lo más mínimo saber cómo era su casa ¬¬
-Tendrías que visitarnos y verla por ti misma- respondió Hermione a mi silencio.
Estábamos de pie junto a una mesa con montañas de comida. Habia desde ciervo asado, cuya cornamenta (jajajaja se van a comer a James, ciervo, cornamenta, jajajajaja (XD) estaba decorada con hiedra, hasta galletas de mantequilla, tan pequeña y tan finas como copos de nieve. Me pregunté cómo habría tenido Tonks tiempo para cocinar todo aquello.
-¿Les apetece comer algo?
-Bue…- iba a contestar Romilda, pero su hermana la interrumpió.
-Oh no, gracias. Nunca comemos en las fiestas. La emoción nos quita el apetito.
-Mi apetito…- trató de decir Romilda.
-Tenemos muy poco apetito. Mamá está preocupada. Pero de todas formas, parece todo buenísimo- dijo Hermione acercándose a la mesa -¡Los huevos de codorniz son un lujo! Diez Knuts cada uno. ¡Y hay por lo menos cincuenta, Romilda!
Más huevos de codorniz que ventanas pensé.
-Me encantan los pasteles de pollo (N/A: a mi si que me encantan! )- murmuró Romilda.
-No deberíamos- comentó Hermione –Bueno quizás un trocito…
Ni siquiera un gigante hubiera podido comer tanto como Hermione: media pierna de ciervo asado, un montón de arroz salvaje y ocho de los cincuenta huevos de codorniz. Además de postre, claro.
Romilda todavía comió más: pastel de pollo, pan de pasas, pastel de crema, dulces de chocolate, roscones, cruasanes y más.
Se acercaban los platos a la cara, de forma que el tenedor hiciera un recorrido lo más corto posible. Romilda comía sin parar, Hermione, en cambio, dejaba el tenedor y se daba unos toquecitos en la boca con la servilleta. Luego volvía a tomar el cubierto y seguía con la misma avidez que antes. Era un espectáculo de lo más desagradable.
Fijé mi vista en un tapiz que solía estar a los pies del sillón de mamá, y que ahora yacía junto a la mesa. La escena representaba a unos cazadores y un perro que perseguían a un jabalí que estaba junto al ribete de lana escarlata. Mientras miraba fijamente el tapiz me pareció que todo adquiría movimiento. El viento mecía la hierba bajo las patas del jabalí. Parpadeé un instante y el viento se detuvo, pero cuando volví a mirar fijamente todo cobro vida de nuevo.
El perro acababa de ladrar y su garganta estaba relajada. Uno de los cazadores cojeaba y percibí un calambre en su pierna. El jabalí jadeaba y luchaba por tomar aire, y luego huyó presa del miedo y la furia.
-¿Qué estás mirando?- me preguntó Romilda. Parecía que ya había terminado de comer.
-Nada, sólo el dibujo del tapiz- respondí, como si acabara de salir de aquella escena. Volví a mirarla; no tenía nada de particular.
-Se te salían los ojos. Eran como los de un ogro- comentó Hermione –Ahora ya vuelves a parecer normal.
Hermione tampoco es que pareciera muy normal. Era igual que un conejo. Un conejo gordo, como los que le gustaban a Tonks para guisar.
-Supongo que a ti nunca se te salen los ojos de las órbitas-
-No creo- dijo Hermione, sonriendo satisfecha.
-Son demasiado pequeños para eso- continué. La sonrisa se le quedó petrificada en el rostro.
-Te perdono, pequeña. Los aristócratas somos benévolos. Tu pobre madre también era conocida por su mala educación.
"Mamá era conocida…" Aquel verbo en pasado congeló mi lengua.
-¡Chicas!- llamó Madame Fleur mientras se acercaba a nosotras –Tenemos que irnos- suspiró al abrazarme. Olía a leche agria.
Al fin se fueron, y mientras papá estaba en la verja, despidiendo al resto de los invitados, me dirigí a la cocina a ver a Tonks. Estaba lavando los platos sucios.
-Parecía que esa gente no hubiera comido en una semana.- dijo Tonks.
-Nunca habían probado tu comida.
La comida de Tonks era la mejor del mundo. Mamá y yo intentábamos a menudo preparar sus recetas. Seguíamos las instrucciones al pie de la letra y el plato quedaba buenísimo, pero nunca tan bueno como cuando lo preparaba Tonks.
De pronto me acordé del tapiz, no sé por qué.
-La alfombra del vestíbulo con los cazadores y el jabalí, ¿sabes cuál digo? Me pasó algo muy divertido cuando la miré.
-Ah, esa tontería. No debes prestar atención a ese viejo tapiz- comentó mientras revolvía la sopa.
-¿Qué quieres decir?
-Es sólo un truco mágico.
-¡Una alfombra mágica! ¿Cómo lo sabes?
-Era de lady Molly.- Así llamaba Tonks a mamá., pero aquélla no era una respuesta.
-¿Se lo regaló mi hada madrina?
-Sí, pero hace mucho tiempo.
-¿Te dijo mamá alguna vez quién era mi hada madrina?
-No, nunca me lo dijo. Por cierto, ¿dónde esta tu padre?
-Está afuera, despidiendo a los invitados. Pero ¿sabes quién es, aunque mamá nuca te lo dijera?
-¿Saber qué?
-Pues quién es mi hada madrina.
-Si tu madre hubiera querido que lo supieras ella misma te lo habría contado.
-Iba a contármelo, me lo había prometido. Por favor, Tonks, dímelo.
-Soy yo.
-¿Por qué no me lo dices?
-Soy yo, tu hada madrina soy yo. Ven, prueba la sopa de zanahoria, es para la cena. ¿Está buena?
Hola, como están? Les gustó el capitulo?
Espero que si, perdón si me demore en actualizar… p
Bueno, un saludo para MaryGin, MoonyGem, Sauron13, Leyara, ELIAS, Vivi-G Weasley. Y a los que leen la historia y no dejan reviews!
Gracias por sus Reviews
RaNaBaNaNa ®
