capitulo: 1.- Un inicio Diferente

Autor: lios hijo del caos

Clasificacion: Creo que de momento es K, pero aumentara gradualmente con la historia ( lo prometo)

Pareja Harry/Draco

Disclaimer: Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner Bros. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno solo intelectual ( ja me acabo el cerebro, palabra de niño esplorador ( ahora que lo pienso nunca fui niño explorador), ya ven se me acaba)

Nota: esta historia ya la habia subido, pero me equivoque de archivo, pido disculpas si alguien la leyo antes de que lo corrigiera, es que le falto una parte. pero ya esta y gracias nuevamente por leer


La Historia secreta de Harry Potter

Cáp. 1 Un inicio diferente

Habían pasado aproximadamente 10 años desde el día en que Harry había sido entregado al cuidado de los Dursley; prácticamente en esa casa nada había cambiado, solo las fotografías en la repisa eran indicio que el tiempo había transcurrido. Harry había crecido para servir, en esa casa de Privet Drive número 4; él hacia la limpieza, barría, trapeaba, lavaba los trastes y la ropa, arreglaba la casa y en ocasiones preparaba la comida. Esto ultimo era lo que mas le gustaba hacer, aunque no lo hacia muy a menudo, ya que tía Petunia tenia desconfianza del chico. Pero era indudable hasta para ella que Harry sabía hacer las cosas bien.

Debido al crecimiento y por tanto desarrollo de Dudley, las labores de la casa habían aumentado; era claro que tía petunia necesitaba ayuda, pero tío Vernon se había negado a contratar servidumbre.

-Si contratamos una sirvienta esta le contaría a todos sobre el chico- fue la excusa de tío Vernon.- Sabes que nada me haría mas feliz que no sufras- continuo con franqueza.

Entonces tuvo una idea, aunque tonta reconoció él. Era que usara a Harry para que le ayudara.

Al principio ella estaba renuente, pero después se suavizó cuando vio que Harry hacia muy bien las labores que ella le mandaba hacer; y no es que lo elogiara, es que sabia que era cierto, aunque nunca le diría nada sobre ello al chico.

Antes de irse al colegio Harry debía dejar limpia la sala y limpiar los trastes del desayuno para luego partir; para su desgracia, iba el mismo colegio que Dudley, donde no tenia ni un solo amigo. Esto era por que el grupo de su primo odiaba al chico y nadie querría tener por enemigo a dicho grupo de maleantes.

Harry era carismático con la gente, era muy buen alumno y los maestros casi lo idolatraban; era tranquilo, trabajador y muchas niñas lo admiraban, le mandaban cartas de amor y le regalaban chocolates y dulces. Además era muy bueno en los deportes y si alguien necesitaba ayuda, podía contar con Harry, aunque no tenia amigos públicos por temor a las represalias de Dudley. Se esforzaba por ser el mejor, sus compañeros, lejos de odiarlo, también le admiraban; pero un factor muy importante era el odio de su primo, se preguntaban como era posible que fueran familia. Harry tan bueno, noble, lindo y sobre todo modesto, y su primo absoluta y definitivamente lo opuesto. Pero aun así no se atrevían a ser amigos de Harry, la amenaza de daño a su integridad física podía más que la razón.

Harry, que siempre mostraba un rostro sonriente, era muy triste; afortunadamente para cuando entrara a la secundaria estaría alejado de Dudley, ya que el iría a otro colegio y podría cambiar el rumbo de su vida. Y cuan ciertos eran sus pensamientos.

Estos eran los pensamientos de Harry cuando se dirigía en el tren que pertenecía al colegio de magia y hechicería. Pronto apareció por la puerta corrediza del cuarto del vagón donde se encontraba un chico pelirrojo con muchas pecas en el rostro. Harry hubiera deseado ser diferente e interesante como el chico que tenia enfrente; el odiaba su cabello negro, revuelto y necio... Ah¿Y sus ojos acaso no podrían ser mas verdes?

-¿Hay alguien sentado ahí?- pregunto el extraño señalando el asiento opuesto a Harry- todos los vagones están llenos.

Harry negó con la cabeza y el muchacho se sentó; este último le lanzo una mirada que luego escondió cuando vio que Harry lo miraba también.

-Hola, soy Harry Potter, mucho gusto en conocerte- pronuncio Harry con una voz dulce, amable, tranquila y segura. Levantando la mano con sus dedos índice y mayor separados en forma de "V", el símbolo del amor y paz.

-¿Eres Harry Potter en verdad?- dejo escapar el chico pelirrojo con un dejo de voz.

-Sip, en vivo y en directo- dijo Harry con el mismo tono de voz, que haría que cualquiera pensara otra cosa menos en ironía.

-¡Oh, disculpa! Soy Ron, Ron Weasley- dijo el muchacho levantando la mano con sus dedos índice y mayor separados en forma de "V, imitando a su contrario.

-Entonces mucho gusto en conocerte, Ron Weasley- contesto Harry con diversión en su rostro.

-¿Podrías mostrarme tu frente?- dijo Ron, un poco emocionado.

-¡Ah! Es eso, si, esta bien, no hay problema- dijo Harry con una sonrisa suave y amable, subiéndose el cabello con la mano derecha, mostrando su blanca frente.

-Wow- dejo escapar el pelirrojo, cuando contemplo a Harry durante unos instantes. Luego, como si se diera cuenta que tenia la boca abierta, con rapidez cerró la mandíbula y miro en dirección a la ventanilla, un poco avergonzado.

-¿Tu provienes de una familia de magos, verdad?- pregunto Harry, ya que encontraba a Ron tan interesante como este a él.

-Oh, si, eso creo- respondió Ron, sin mucho ánimo, aunque contento de que Harry le siguiera hablando con ese tono de voz.

-Entonces ya debes saber mucho sobre magia, seguramente.-

Era evidente que los Weasley eran de una de esas antiguas familias de magos de los que había escuchado de aquel joven pálido y de mirada igual de pálida que la luna llena, cuando compraba sus túnicas. Ese joven tan controlado y elegante, todo lo opuesto a el... aun no sabia por que se había quedado ese joven tan fijo en su mente. Suspiro y charlo un rato con Ron, quien lo miro con intriga.

Transcurrió el tiempo y un chico de cara redonda entró preguntando por un sapo, a lo que ellos negaron con seguridad de no haberlo visto; posteriormente entro una chica, que se presento a sí misma como Hermione Granger.

-¿Y ustedes quienes son?- pregunto la chica.

Ron se presento primero, un poco rojo al ver a la chica.

-Yo soy Ron Weasley- dijo el chico sacando ligeramente el pecho y con una tierna sonrisa.

-Y yo Harry Potter- añadió Harry.

-Que interesante, así que eres Harry Potter- sonrió la chica de cabello alborotado, mostrando unos dientes un poco más grandes que la mayoría de las chicas de su edad.

-En efecto soy yo- dijo Harry con el mismo tono suave y amable que empleaba siempre, tan cálido y afectivo que encantaba a cualquiera.

- Se todo sobre ti- contesto la chica entusiasmada -he leído muchos libros que hacen referencia a tu persona.

A Harry le pareció muy interesante esa chica con apariencia inteligente, sus palabras ten llenas de seguridad y sabiduría le recordaban a ese chico pálido.

- Eso suena interesante; ojalá y cuando tenga tiempo me puedas platicar de ello, ya que no se muy bien sobre mis orígenes, salvo las pequeñas cosas que menciono Hagrid, un amigo que conocí hace poco- respondió Harry, con una seguridad insondable y con un dejo de amargura que era evidente en su cálido rostro, tan amable y siempre sonriente que resultaba increíble que ese chico tan sereno tuviera esa clase de expresiones.

-Disculpa creo que fui algo… que soné como una sabelotodo¿verdad?- se disculpo la chica con los ojos claramente empañados.

-No, no te preocupes- dijo Harry, con una amplia sonrisa. -En verdad apreciaría mucho si me platicaras algo mas sobre mi vida- continuo con su suave y amable voz.- Y no te preocupes por ser una sabelotodo, lo importante es que no te dejes amedrentar. Me gusta tu franqueza y no te apenes por ello- prosiguió con una madurez casi imposible de creer, y tan convincente que cualquiera que lo escuchara le creería. Y quien no, pasaría como un demente por no hacerlo.

La chica sonrió, y agradeció a Harry por sus palabras, les comento que ella era de una familia muggle, pero ya sabía un hechizo para reparar los lentes de Harry, que tenían una banda de cinta adhesiva en la unión de los lentes y la pata derecha.

-Oculus reparo- pronuncio la chica, apuntando con su varita el punto exacto de la fractura de los lentes de Harry.

Y de inmediato la bandita desapareció y los lentes quedaron como nuevos.

-Listo- dijo la chica- ahora me despido, tengo que seguir buscando el sapo de ese chico- añadió al salir de la habitación, un poco apenada todavía con Harry por no tener el tacto suficiente para hablar sobre su pasado.

Al salir Hermione, Ron observo que Harry sonreía.

- Harry¿Por que sonríes?- pregunto el pelirrojo con visible intriga.

-Es que creo que fui un poco malo con Hermione- contesto Harry, con un extraño brillo en sus ojos.

-Pues para mi estuvo bien, el que sea agradable no le da derecho a no tener tacto con lo que dice. Creo que al menos así lo pensara bien antes de hablar sobre la vida de alguien.

Ambos empezaron a reír, algo quedo al principio, pues no querían que la chica los oyese.

-Caramba Harry, eres muy interesante y algo perturbador con tus respuestas, jamás creí que fueses tan maduro y tan tremendo con las palabras- confeso Ron.

-En verdad no lo se, la verdad nunca me había comportado así, y es que como nunca tuve la oportunidad de hacer una broma... esta es la primera vez que hago una- respondió Harry un poco nervioso, y pregunto- ¿ que tal lo hice?

-Fue genial, aunque un poco psicológica para mi gusto, de hecho casi no entendí bien por donde iba hasta hace un momento- respondió al fin el pelirrojo un tanto serio.

Repentinamente la puerta se abrió de par en par; eso molesto a Harry, pues no le gustaba que la gente lo visitara. No por mala gana, al contrario. La razón era por que no estaba acostumbrado a ser el centro de atención. Bueno, tal vez en la escuela, pero solo por que era muy buen alumno.

Pero de pronto su molestia desapareció cuando vio que eran tres chicos los que perturbaban su paz. Dos de ellos eran robustos y de apariencia vulgar, que le recordaban a su molesto primo; dichos muchachos escoltaban al tercer chico. Este último era un chico pálido con los ojos plateados cual luna llena. Harry se emociono al verlo, aunque no mostró indicio de ello.

- Así que era cierto- hablo al fin el pálido chico arrastrando suavemente las palabras y con un brillo un poco inusual en sus ojos claros.

Harry se pregunto como era posible que el chico mostrara tantos sentimientos y emociones en una sola mirada y a la vez no mostrara nada. Era como si mirase en la profundidad del océano, tan inmenso, tan hermoso y a la vez tan peligroso. "Diablos, debo estar alucinando", termino el hilo de ideas Harry.

- Harry Potter está en el tren- continuo el chico pálido observando los ojos de Harry, tan verdes y tan brillantes, que le sostuvieron la mirada. Harry le sonrió.

Esto ultimo tomo por sorpresa al pálido extraño, quien aun no se presentaba.

-Hola- contesto Harry, levantando su mano con los dedos separados imitando una "V".

El recién llegado tomo esto como un saludo.

- Le recuerdo- dijo Harry con un tono de voz algo emocionado, pero suave y amable- pero usted me tiene en desventaja, sabe como me llamo y yo desconozco su nombre.

- Disculpa- dijo el chico de ojos plateados sin perder ni un momento su aplomo, pero algo consternado en sus adentros, al sorprenderse así mismo disculpándose.- Soy Draco, Draco Malfoy- contestó, haciendo énfasis es su apellido.

Ron, por su parte, dejo escapar un pequeño bufido al escuchar el apellido del muchacho.

- No debo, preguntar quien eres¿verdad?- contesto Draco, indignado ante lo que él considero como un insulto por parte del pelirrojo. - Seguramente eres un Weasley. Ya mi padre me había dicho que ustedes son pelirrojos y tienen mas hijos de los que pueden mantener, y con esas ropas tan viejas y harapientas, no puedo equivocarme.

-El se llama Ron y en efecto es un Weasley- consiguió decir Harry, un poco molesto con la actitud del joven a quien admiraba en secreto. Él sabía que entraría al colegio pero, nunca, nunca pensó encontrarlo y menos que él le buscara.

Draco noto la molestia en la voz de Harry, tan suave y serena cuando pronuncio esas palabras, aunque eran duras y demandantes; así que midió lo que decía. No quería molestar a Harry, auque no supiera el porque.

- Sabes Harry, deberías escoger bien tus amistades- continúo con la conversación Draco.

- Cállate Malfoy- respondió Ron, visiblemente molesto por la deferencia a su persona y por el disgusto del insulto anterior.

- Yo podría ayudarte en ello si gustas, Harry- contesto Draco sin inmutarse por el comentario de Ron, ignorándolo olímpicamente, como si estuviera en un plano completamente ajeno al pelirrojo.

Esta actitud desespero a Ron, y Harry por su parte se molesto de una manera poco usual. A el no le gusta enojarse, pero esta vez no pudo contenerse; la actitud de Draco le recordaba cuando quería hablar con sus tíos y estos el ignoraban como si no existiese. Ese solo recuerdo le hacía hervir la sangre. Aunque la propuesta de ser amigo de Draco le había fascinado, la molestia que sentía por el insulto que considero como suyo pudo más.

- Gracias Draco, pero yo solo soy capaz de escoger a mis amistades, y por lo visto he empezado bien- respondió Harry, con la voz ronca y molesta, capaz de intimidar a quien sea por la seriedad de sus palabras.

Dicho esto, Harry dirigió su mirada a un rojo Ron, quien tenia sus ojos ligeramente empañados por los insultos de Draco. Esto hizo convencerse a Harry de que estaba en lo correcto, al menos en ese instante.

- Tú te arrepentirás de despreciar mi generosa oferta, Potter- exclamo el chico pálido, ligeramente afectado, al menos en apariencia. Miró con un abierto odio a Ron, el cual simplemente le sonrió sin que Harry se diera cuenta.

Draco salió del compartimiento delante de sus guardaespaldas, quienes mostraron sus puños a los dos jóvenes presentes para posteriormente seguir a su acompañante, azotando las puertas a su salida.

En cuanto las puertas se cerraron, Ron pregunto a Harry:

- ¿Como es que ya conocías a Malfoy?

-Se llama Draco, Ron- corrigió Harry quien había recuperado su cálido y amable rostro con la partida del rubio.

"¿Por qué rechacé a Draco¿Por que cuando lo veo me emociono tanto y no se como reaccionar¿Que me pasa? No puedo perder el control, debo ser quien me he propuesto y nadie debe interferir en mis planes"

-¿Y?- pregunto Ron al ver tan concentrado a Harry, logrando que con ello sacarlo de sus pensamientos. -Para mi es solo otro Malfoy- continuo Ron, con la ceja derecha levemente arqueada y ligeramente molesto por la corrección de Harry.

-para mi es otro Malfoy- continuo Ron, con la ceja derecha ligeramente arqueada y molesto por la corrección del chico de ojos verdes

-Y tu eres otro Weasley para él – respondió Harry, un poco divertido por la expresión del pelirrojo, el cual fácilmente cambiaba de color.

-Como sea- prosiguió Ron- ¿Cuándo lo conociste?

-¿Sabes? Eres muy protector, Ron- respondió Harry con una amplia sonrisa- Le conocí cuando compraba mis uniformes- explico Harry.

Mientras respondía a las preguntas de Ron, Harry se preguntaba por que con él no se sentía así; con Ron podía hablar como si se hablara a si mismo, no existía esa necesidad de impresionarlo.

-Ah, fue en esa ocasión- respondió el pelirrojo- ¿Sabes, Harry? Te agradezco el que me hayas defendido, y más aun el que me escogieras a mí como tu amigo- sonrió Ron con algo de picardía.

-Aun puedo cambiar de idea- respondió Harry al ver la forma en que Ron dijo lo anterior. Le pareció muy divertido el como su nuevo amigo cambiaba de color a un blanco enfermizo.

"Ya se por que con Ron no tengo que fingir, ja, la razón es por que es muy predecible" se dijo así mismo Harry.

- Es broma- reparo el muchacho al ver que su amigo bajaba la mirada.

-Aun no me acostumbró a tu humor negro- dijo Ron, con una sonrisa y con el color devuelto a su pecosa cara.

- Para ser francos, me molesto la forma en que te ignoro Draco, eso era algo que siempre hacían mis tíos- prosiguió Harry. Al cabo de un rato, dijo: -Ron¿Puedo hacerte una pregunta¿Por que, te molesta tanto el apellido Malfoy?- preguntó Harry, sin esperar a que Ron le autorizara su petición, cosa que el pelirrojo nunca considero.

-Una vez oí hablar sobre esa familia- dijo Ron con tono lúgubre- Son algunos de los primeros que volvieron a nuestro lado, después de que Quien-tu-sabes desapareció. Ellos dijeron que los habían hechizado, pero mi padre y madre no se lo creen, y yo menos.

-Ya veo- sonrió Harry.

-¿Que vez, Harry?- reto Ron, al ver a Harry que se sonreía de una manera muy extraña.

-La verdad me molesta mucho el que se catalogué a las personas sin siquiera conocerlas bien. Ciertamente, la familia es una referencia, pero eso no quiere decir que eso sea una verdad absoluta; cada individuo es único y diferente, aunque yo creo que el medio es un factor muy importante- dijo Harry, con una suavidad y serenidad como si estuviera encantando con la voz a cientos de personas, y este efecto fue solo dirigido a un niño como Ron- Tal vez si tu no hubieses escuchado a tus padres, tu reacción hubiese sido completamente opuesta; lo mismo ocurriría con Draco. Es por ello que si dividimos a las personas con prejuicios, nunca seremos capaces de muchas cosas- concluyo Harry.

-¿Sabes? Tus palabras son muy lindas, pero este mundo es así- dijo Ron, visiblemente contrariado con la poderosa retórica de Harry, y como mecanismo de defensa de esos prejuicios que parecían derrumbarse, prosiguió con su oración- En el colegio al que nos dirigimos para aprender, Hogwarts, te clasifican. Es decir, te seleccionan debido a tu potencial, habilidades y actitudes para pertenecer a una de las 4 casas del colegio- dijo, esta última parte con un tono solemne.

-¿Cómo¿Cómo es eso?- pregunto Harry, un poco contrariado y sorprendido por la respuesta de Ron.

-La verdad no se muy bien como se hace la selección, mis hermanos dicen que es una prueba que duele mucho- contestó Ron con un dejo de miedo en sus palabras- Pero según dicen, esta prueba da como resultado el saber que cualidades, talentos y actitudes posees para pertenecer a una de las facciones del colegio. Estas cualidades fueron exigidas por los fundadores del colegio y se mantienen en vigencia; los fundadores fueron 4 grandes magos, por ello hay 4 casas. Yo preferiría Gryffindor- exclamo Ron, un tanto deprimido -Mamá, Papá y todos mis hermanos estuvieron y están en esa casa, y no se que pensarían si yo no entrara ahí; no creo que Ravenclaw sea tan mala¿Pero te imaginas si me pusieran en Slytherin? Ahí si que sería la oveja negra de la familia- concluyo Ron, visiblemente muy deprimido.

- Draco, me dijo que seguramente estaría en Slythe… no recuerdo bien- dijo Harry, al fin entendiendo lo que Draco le quiso decir la vez que se conocieron.

- Y no lo dudo. Esa era la casa de Quien-tu-sabes y de todos sus seguidores- sentencio Ron, con miedo en sus palabras.

- Vaya, si que no conozco nada de este mundo- pronuncio Harry al cabo de varios minutos en los que cavilaba sus próximas palabras. No esperaba esa clase de información. -Seguramente y sin lugar a dudas, seré el peor de la clase- exclamo al fin, haciendo patente su temor.

-No te preocupes, no creas que yo soy una lumbrera para esto de la magia- respondió Ron con una cálida sonrisa, tan abierta y franca que no dejaba lugar a dudas. -Existe gente que no conoce nada sobre este mundo mágico, y son tan buenos o mejores que los que han vivido toda su vida de este lado. La razón es por que no tienen prejuicios, como tu dijiste, y están abiertos a conocer lo desconocido- reconforto Ron a su nuevo amigo.

-Y tienes toda la razón- escucharon mientras las puertas de la habitación de habrían y entraba la joven de cabello castaño llamada Hermione.

-¿Ves? Ella es un claro y contundente ejemplo, Harry- dijo Ron, sonrojándose ligeramente cuando miro a la chica.

-Muchas gracias- respondió Hermione, mientras le guiñaba un ojo al pelirrojo, quien al ver esto inmediatamente se puso del mismo color que su cabello.

-¿Qué ocurre?- pregunto Harry, algo divertido de ver a Ron de esa manera, pero pensando el por que no le puso seguro a la puerta; en verdad le molestaba que invadieran su privacidad. "¿Pero que tal y regresa Draco? No, no lo creo¿Pero y si…?"

-Lo que ocurre es que estamos próximos a llegar a nuestro destino y consideré conveniente avisarles para que tuvieran tiempo de ponerse sus uniformes- continuo la chica, sacando de su trance a Harry. -¿Que esperan? Cambien sus ropas por sus uniformes.

-Pues esperamos que partas- confronto Ron, un tanto avergonzado.

-Ah, es eso. Por mi no te detengas, no tienes nada de que apenarte- indico Hermione divertida al ver a Ron ponerse mas rojo que antes. -Bueno, esta bien, me voy. Solo no tardes "rojo". Los veo al rato, chicos- termino la muchacha, y guiñándole un ojo a Ron, se dirigió a la salida.

-Oye, Ron, creo que le gustas a Hermione- pronuncio Harry una vez que los pasos de la chica dejaron de oírse.

Ron, que se encontraba de pie, se desplomo en su asiento, completamente rojo y con un brillo en sus ojos muy pícaro, casi jadeante.

-No te burles Harry, el viejo encanto Weasley es natural- dijo al fin Ron.

- OK, vamos a cambiarnos- concluyo Harry.

Cuando terminaron de vestirse, escucharon una potente voz que retumbo en todo el tren.

"Llegaremos a Hogwarts dentro de 15 minutos, por favor, dejan su equipaje en el tren, se les llevara por separado al colegio"

El estomago de Harry se retorcía de anticipación y Ron no era la excepción, podía verlo casi verde por los nervios; eso lo que más le agradaba a Harry de Ron: Que podía leerlo como un libro abierto. En cambio Draco era otro tema, y era eso lo que más le atraía de él. Era como un enigma esperando a ser descifrado.

Cuando dejo el compartimiento de Harry Potter, Draco se dirigió al suyo, un tanto molesto pero sin que nadie notase su malestar. Cuando entro en la pequeña habitación del tren, se dejo caer en el primer asiento que se encontraba a su alcance.

-¿Estas molesto Draco?- pregunto Goyle

-¿Se nota? - dijo un Draco muy distinto al que todos conocían, levantando su albina ceja; unos ojos muy tristes hicieron su aparición.

-Pues a decir verdad, no, pero lo supusimos puesto que el miserable de Potter rechazo tu oferta- tercio Crabbe.

-Tienes razón, en verdad me molestó que rechazara mi ofrecimiento, pero creo que la mayor parte de la culpa la tuvo el estúpido Weasley. Si al menos hubiese sido mas rápido, la situación hubiese sido otra- respondió el pequeño rubio con un dejo de amargura prendada en su voz.

-Pero aun así no debió de ser tan grosero contigo; ni siquiera se permitió la oportunidad de conocerte- prosiguió Goyle.

-Es verdad. Debe ser un tonto al dejarse influenciar así de rápido por Weasley, no debió ser así de grosero contigo- continuó Crabbe.

-Tal vez, pero no debemos anticiparnos; puede que en verdad se haya dejado influenciar por Weasley, pero debemos recordar que el estuvo excluido del mundo de la magia prácticamente desde que nació. Puede que en parte mi actitud solo reforzó la idea que Weasley implanto en él- debatió el pálido chico, pero parecía que era mas para él que para sus amigos.

-Ah, o tal vez pretendió darte una lección de humildad- dijo Goyle un poco divertido.

-¿Que dices?- contesto Draco, saliendo de sus pensamientos pasados.

-Calma, calma Draco- dijo Crabbe- ¿Desde cuando nos conocemos?

-Prácticamente toda la vida- contesto el rubio, quien ya veía por donde iba la conversación.

-Exacto, te conocemos muy bien; tal vez pienses que somos un poco lentos y no lo negamos, pero también pensamos y observamos- dijo el robusto Crabbe. con una certeza y decisión pocas veces vista en él.

-Siempre has tratado mal a las personas y no te culpamos, tú eres el heredero Malfoy y esto implica que debes ser prácticamente perfecto. Pero descuidas mucho el lado humano, la actitud de frialdad solo sirve para intimidar y por desgracia no te sabes relacionar con la gente; recuerda que con astucia y un poco de adulación puedes abrir muchas puertas- termino Goyle.

-Tienes mucha razón- respondió un cansado y vencido rubio -Pero la interrogante se mantiene y es el porque ustedes nunca hicieron algo similar- rebatió Draco con un aliento de triunfo.

-Somos tus amigos y te apreciamos en verdad, aunque debo confesar que al principio fue solo por cuestiones de intereses, primero por causa de nuestros padres y después por la nuestra propia; pero con el tiempo descubrimos muchas cosas sobre ti y entendimos la gran mayoría de tus acciones, el por que cuando te encuentras con otras personas eres tan frío y cuando estas con nosotros eres como en verdad eres, un niño que se siente muy solo, y la verdad no nos gustaría que te molestaras con nosotros- sentencio Goyle.

-¿Entonces debo suponer que nunca me dijeron nada por cobardía?- culmino el joven de pálida piel con un aire de suficiencia.

-En parte tienes mucha razón, pero debes disculparnos, nosotros teníamos mucho que perder- contesto Crabbe un poco nervioso.

-En cambio Potter no tendría nada que perder o ganar¿no es cierto?- puntualizo el rubio.

-Exacto. Si es conveniente haremos lo que quieras, si quieres que lo golpeemos lo haremos, si esto sirve para demostrarte que estamos contigo- enfatizo Goyle- pero tendrás que aceptar las consecuencias.

-No, no, eso no será necesario, al menos no por el momento- dijo Draco con una sonrisa ligera.

Terminada esta pequeña conversación, los tres chicos permanecieron en silencio, meditando las palabras que habían pronunciado hacía algunos instantes. Tras un breve lapso de tiempo, el joven rubio rompió el silencio al fin.

-¿Saben, chicos? Hoy me han dejado completamente sorprendido. Para ser franco, creo que los había subestimado; pero debo decir que en verdad fueron muy elocuentes, incluso cualquiera creería que lo tenían muy bien ensayado... ¿O me estoy equivocando?- dijo esto conteniendo una risa que se esforzaba por salir a flote.

-Esto… esto… la verdad tienes razón... ya antes habíamos platicado sobre el tema, pero no encontrábamos la situación perfecta para decírtelo, hasta hoy- contesto Goyle con un intento de sonrisa y seriamente evidenciado.

-No importa, estoy muy agradecido por que tuvieran la molestia de pensar en mi y tratar de hacerme ver las cosas desde otra perspectiva; en momentos como este es cuando agradezco de todo corazón el que seamos amigos.

-Nos alegra que pienses así, niño mimado- respondió Crabbe, con una amplia y sincera sonrisa.

-Jajajajajajajaja, buena por esa Crabbe, llorón, jajajajajaja,- respondió el pequeño rubio casi ahogándose por tanta risa.

-Es verdad, jajajajjajajajaja- reafirmo Goyle, el cual se sobaba el estomago.

-Mira quien lo dice, tú, miedoso, jajajajajajaja- la revancha de Crabbe.

Por varios minutos estuvieron en una histeria colectiva de carcajadas y uno que otro insulto, pero al cabo de unos instantes las risas disminuyeron hasta que finalmente solo quedo un silencio muy agradable, mismo que Draco empleo para reflexionar seriamente sobre las palabras de sus amigos.

"Creo que tienen mucha mas razón de la que piensan. El cumplir con las expectativas de mi familia, en especial de mi padre… Y por más que lo intento, por mas que lo deseo, por mas que lo quiero, nunca, nunca es suficiente para él. El esforzarme tanto para ser aceptado por mi padre me ha hecho inhumano, incapaz de relacionarme con otras personas, incapaz de sentir otra cosa más que la envidia al ver a los demás niños felices con sus padres, y ellos, que los abrazan y los quieren... Yo debería ser feliz con todas las posesiones que tengo, con el alto nivel de mi familia; ¡Pero yo cambiaría sin dudarlo por un momento todo lo que tengo por un abrazo de aceptación de mi padre!

El apellido Malfoy, más que un apellido parece ser una sentencia de infelicidad... Debo esforzarme mas que todos, debo sobresalir, y esto es tan extenuante... el solo pensarlo me hace sentir mal. Que envidia me da la gente pobre, por que siempre están unidos y se demuestran su afecto; no creo que mi padre me odie, pero tampoco estoy seguro de que me ame, no lo entiendo, en verdad que no lo entiendo¿Por que la vida es así? Tengo todo lo que cualquier niño de mi edad desearía y sin embargo lo que mas deseo se me niega... y también eso... yo no quiero tener eso..." pensamientos similares se arremolinaban en la pequeña e infantil mente de un pobre niño rico como Draco.

De pronto el pequeño rubio empezó a ponerse mas pálido de lo habitual, su frente comenzó a sudar, sus ojos comenzaron a ponerse rojos, sus labios empezaron a tornarse mas rojos y temblantes, sus manos no paraban de temblar y sudar. Una sensación de asco invadió su estomago y el malestar seguía en aumento; sus amigos se levantaron de inmediato preguntándole que le sucedía.

-¡Draco¿Que te pasa¡Contesta, por favor¡¿Que tienes!-

Pero él no decía nada. Solo se levantó y una fuerte sensación de mareo acudió a su atormentada cabeza; el dolor era tan potente que amenazaba con quitarle la razón, la agonía de su cuerpo era tan devastadora que estuvo a punto de desmayarse. Pero pudo imponerse y se arrastró a la puerta del compartimiento; cuando sus amigos intentaron detenerlo el solo respondió:

-Ya, ya, estoy bien... Solo comí algo que me hizo mal, voy al baño a lavarme la cara... No se preocupen, estoy bien...

-¡Pero Draco...!- insistió Goyle, y hubiese seguido de no ser frenado por Draco.

-Ya les dije que estoy bien, déjenme en paz, por favor- respondió el rubio muy molesto, conteniendo todo ese dolor y malestar, fingiendo majestuosamente cual actor teatral consagrado.

-Esta bien, pero no tardes, recuerda que estamos próximos a llegar al castillo- respondió Crabbe visiblemente preocupado, pero impotente para decir algo mas.

-Si… lo que sea- finalizo el rubio, saliendo presurosamente del compartimiento del tren y en dirección del baño mas cercano. Necesitaba estar solo por que él sabía que todo lo que sentía era solo el comienzo de eso y cuando sucedía eso necesitaba estar solo. No quería que alguien saliese herido como en aquella ocasión, solo rogaba por llegar al baño y que nadie estuviera ahí.

El pequeño rubio corría todo lo que le era posible; su vista empezaba a nublarse, sus sentidos aumentaban y disminuían a una velocidad vertiginosa, todo el tren giraba a sus pies y el dolor resultaba tan terrible que todo su cuerpo ardía. Las venas de sus sienes amenazaban con reventarse y provocarle un neurisma, las ganas de gritar eran insoportables, sus labios estaban rojos y se los mordía con gran fuerza para no gemir; la sangre brotaba de ellos y sus ojos se llenaban de lágrimas de dolor y de impotencia, de desconcierto, de terror y pánico. ¿Cuanto tiempo duraría esta vez¿Cuanto tiempo tendría que soportar todo ese dolor? Él gritaba por dentro y su grito era terrible y desgarrador. Pero era un grito de ayuda que nunca pronunciaría, sabía que de su boca ni un sonido emanaba. Ni emanaría jamás.

Con todas las fuerzas que le quedaban logro llegar al baño casi arrastrándose. Ya no lograba distinguir prácticamente nada cuando entró en la pequeña habitación del baño, cuando cerró la puerta y se desplomo en el suelo, aferrando sus rodillas contra su pecho, sollozando y suplicando por una muerte rápida y sin tanto dolor, o caer en la dulce inconciencia; pero eso no era una opción para él, pues la ultima vez que perdió el conocimiento algo terrible ocurrió, y no deseaba mas cargas para su conciencia... Debía soportar el dolor, dolor que a cualquiera llevaría a la locura, un dolor mas allá del limite humano. Era como si su cuerpo estuviera conteniendo una cascada de energía, como si su ser entero quisiera salir de él de la manera mas dolorosa posible.

El rubio seguía aferrándose en una posición fetal, empapado en sudor, lágrimas y sangre, cuando alguien intempestivamente entro en el baño. El recién llegado, jadeando y con las piernas flaqueando por el esfuerzo de correr tanto, como si la vida se le separara si no lo hiciera, se arrodillo junto al cuerpo tembloroso del orgulloso niño y lo tomó entre sus brazos, acercándolo a su regazo. Lo abrazó con mucha fuerza, susurrándole palabras de consuelo, tratando de calmar al pequeño chico, limpiando su frente del sudor y del húmedo cabello.

En cuanto el recién llegado tomó al rubio, este sintió una fuerte necesidad de gritar; el calor que emanaba le parecía familiar, pero no lo reconocía. Las manos del desconocido parecían aliviar el ardor de su piel, y su voz le pareció conocida; era tan suave y llena de preocupación... Algo en su garganta amenazaba con salir, pero no era un intento de hablar o gritar. Era como si su alma quisiera salir de él por su boca.

El joven que abrazaba al rubio levanto el rostro de éste y su mirada verde se topo con los ojos grises más desgarradores y suplicantes que nunca imaginó. Tal vez el instinto fue lo que opero en esa ocasión, pero al ver los labios rojos y húmedos no pudo detener los suyos, y la súplica nunca pronunciada por el pálido chico llegó a él. En su interior sabía que debía hacerlo, que debía posar sus labios sobre los del rubio, que debía detener la sensación de que el alma del chico salía por su boca. Así que lo hizo. Con sus manos atrajo el rostro del niño y acerco su rostro al de él, y su boca se posó al fin sobre la otra; cuando el rubio lo sintió, abrió sus labios y una fuerte luz emanó del pálido chico, una increíble carga de energía que entró en el joven de verdes ojos.

El tiempo se detuvo por un instante; ni un sonido, ni un movimiento, solo un gran silencio y una sensación de paz y calma. Era como si las penas de los jóvenes desaparecieran; esa luz parecía purificar las almas de los chicos, lo cubría todo, la sensación de plenitud y de alegría los embargo por completo, y solo por un instante les pareció que el mundo no existía, que nada mas importaba, solo ellos dos. Fue un instante, un solo instante, pero en ese insignificante instante sus almas se fusionaron y la luz se incremento hasta el punto de cegarlos. Y cuando la luz se hizo mas intensa, desapareció súbitamente y ambos se separaron. Un segundo después, perdieron el conocimiento.

continuara... ( al menos eso creo)