Disclaimer: None of the characters belongs to me, I just made up the plot. Please, don't sue me! I just wanted to have fun…

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, sólo me inventé la trama. Por favor, ¡no me demanden! Sólo quería divertirme…

Los frutos del manzano: textura

Draco

Los años poco había hecho por él. Apenas si había cambiado en los cuatro años que siguieron a su graduación de Hogwarts. El rostro pálido, el cabello rubio platino y los ojos grises de los Malfoy aún lo caracterizaban. Seguía siendo en muchos aspectos el mismo Draco Malfoy de los tiempos de la escuela: frío, astuto, distante, cruel, sarcástico e indolente. El único cambio relevante que podía apreciarse en él fuera del peso de los años y la guerra, era esa misteriosa e imponente aura de segura autoridad que lo hacía temido y respetado por sus enemigos tanto como por los otros mortífagos.

Mientras que magos mayores y más experimentados habían pugnado por el merecido respeto de su amo, Malfoy había logrado atraer la atención del El Señor Tenebroso desde muy temprana edad; y escalando los peldaños del poder con mano firme, paso seguro y expresión inmisericorde, llegó a donde pocos: la diestra de 'Aquél-que-no-debe-ser-nombrado' por sus leales y eficientes servicios.

Draco consiguió, en cuestión de meses, imponerse como el mortífago más temido después de su propio padre. Nadie que se opusiera a él salía indemne. Amigos y enemigos le temían por igual. Desconocía el significado de la lealtad y no reparaba en los medios para conseguir sus fines.

No obstante el halo distante, despiadado y vil; algunos de sus antiguos colegas de la casa de Slytherin hablaban en susurros y aseguraban que algo en Draco no era convincente. Sabían que siempre actuaba guiado por sus particulares intereses, por lo cual lo consideraban indigno de confianza y altamente peligroso. Muchos temían que él pudiera traicionarlos, y sospechaban que, de alguna manera, este misterio irresoluto de sus incongruentes acciones, estuviera relacionado con sus actividades del año posterior a Hogwarts, antes de que se uniera a las huestes de mortífagos. Un año de entrenamiento intensivo para futuros aurores que se impartió de manera extraordinaria por el tenso clima político del mundo mágico. Durante ese tiempo, el único vástago de Lucius Malfoy cortó toda comunicación con el señor oscuro. Muchos suponían que había intentado escapar de su destino como uno de ellos; otros, pensaban que en algún momento intento huir de sí mismo y de la fría oscuridad que lo destrozaba por dentro. Ninguno de ellos se atrevía a señalar la falta de emoción con que llevaba a cabo sus tareas, después de todo, la impasible majestad con la que disponía de sus enemigos, dejaba en claro que no sentía compasión y no perdonaba.

Sin embargo, aún cuando hubieran acopiado el valor suficiente para preguntarle y suponiendo que él estuviera dispuesto a contestarles, no hubieran obtenido respuesta alguna. Draco, más que nadie, se empeñaba en negarse aún a sí mismo la simple y remota posibilidad de que algo pudiera haberlo reblandecido; y ese año sucedieron muchas cosas que lo hicieron consciente de su humanidad y de sus debilidades. No estaba dispuesto a permitir que NADIE se enterara de su secreto. Cada noche el tormento resultaba insoportable, no podía olvidar la misma voz suave que lo llamaba desde lejos hasta desvanecerse. Su trabajo era darle caza. Había mantenido las distancias porque sabía perfectamente que tendría que esperar a que las piezas estuvieran a su favor antes de realizar algún movimiento precipitado. No jugaba por ganar. Jugaba por diversión.

Él siempre creyó que el odio lo mantendría andando y le daría una razón para luchar. Sabía que la ciega lealtad con que servía a Voldemort no era sino una apariencia que encubría sus verdaderos propósitos, designios que no eran del todo claros aún para él mismo. La manera en que  ella  parecía poder mirar dentro de sus ojos y ver a través de la fachada lo aterraba. Sin la máscara, no había un solo sitio seguro para él; no podía vivir más tiempo en la mentira que había creado a su alrededor. No había escape posible, lo sabía. La certeza le había robado el sueño y le hacía consciente de toda la muerte que sembraba a su paso y las mentiras que dejaba detrás. Debía enfrentarla y liberarse de la promesa que lo mantenía atado a ella. Se había impuesto una misión. Cumplirla significaba que habría saldado su deuda. Una deuda de vida a la que estaba unido a su peor enemigo en lo más profundo por vínculos que sólo la magia es capaz de crear. Por otra parte, la motivación era profundamente egoísta aunque de una mecánica bastante simple: él ganaba, ella perdía. No podía fallar. Potter siempre había sido demasiado temerario y estúpido, al grado en que invariablemente arrastraba tras de sí a quienes se cruzaran en su camino a la misma boca del lobo, por lo que detrás de sí dejaba una estela de muerte y destrucción. Era evidente que el sentido común no le sobraba.

Draco siempre se había preocupado por su sola supervivencia, pero había llegado el momento en que debía hacerlo por la de Granger en vista de que ella no lo haría. Era un precio ridículo por recuperar su dignidad. En cuanto el vínculo fuera disuelto, sólo sería cuestión de tiempo antes de que Potter fuera su causa de muerte.

El momento llegaría. Sabía que volverían a encontrarse, sólo debía tener paciencia. El ejército oscuro ganaba poder. El odio y la incertidumbre de un sentimiento innombrable le corroían el alma. La duda crecía en su interior; pero en breve, las respuestas llegarían. Debía continuar interpretando su papel mientras tanto.

***

Saludos a aquellos que con gusto continúan leyendo. Lo aprecio.  Por cierto Petit Charat , aprecio el comentario. Intentaré ordenar el texto para que no se vea tan cortado, pero, como podrás apreciar, se me da mejor la escritura tradicional que la cibernética (suspiro). Prometo mejorar eso.

 BB, agradezco que haya gente como tú en el ciberespacio dispuesta a levantar los ánimos de escritores en ciernes, ¿sabes? Así es como terminé escribiendo esto. Podría ser tu caso y no dudo que tengas algo valioso que decir. Si algún día lo intentas, házmelo saber…