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Harry y Ron se reunieron con el numeroso grupo de batalla que se encargaría del ataque frontal. Tal como era de esperarse, los gritos de alborozo no se hicieron esperar y la confianza en el plan de Hermione era plena. Ahora que Harry Potter estaba de vuelta sabían que la victoria era segura. Ultimando detalles en espera de recibir la indicación, aliviaron la tensión gracias a George y Fred Weasley y sus ocurrentes bromas.
No tuvieron que esperar mucho. Antes del mediodía, las lechuzas con la información de espías y altos comandantes del grupo rebelde, les informaron que cuantiosos grupos de mortífagos habían sido reducidos y aprisionados por todo el mundo mágico. Con ayuda de las criaturas aliadas, la zona pronto quedó limpia. Sin embargo, Harry y Ron no podían evitar sentir un atisbo de preocupación al ver que Hermione no aparecía y no había ni rastro de ella. Sus temores se vieron confirmados cuando el 'topo' de Dumbledore les informó por medio de una lechuza que ella y algunos otros espías sin importancia eran retenidos como rehenes por el irreducto grupo de los Malfoy. Harry y Ron decidieron que no seguirían esperando, temían por la vida de Hermione y se dirigieron a toda prisa con su grupo hacia donde se concentraban las últimas fuerzas de los mortífagos.
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Hermione supo que las cosas iban mal en cuanto empezó a escuchar movimiento en la oscura zona de los calabozos. Era evidente que las cosas escapaban del control de los mortífagos, puesto que estaban dispuestos a recurrir al juego de rehenes para salvar la vida. Sonrió con pesar. Probablemente moriría, y sin embargo, a pesar del miedo que la embargaba, sabía que su muerte no sería en vano. Las fuerzas que ella había organizado y el plan que tan meticulosamente había creado, permitirían que la coexistencia pacífica entre los pobladores del mundo mágico y el no-mágico fuera una realidad. Probablemente seguirían ignorando su mutua existencia, pero nadie saldría herido.
Trató de pensar en ello cuando un hombre grande y desgarbado entró a su pequeña celda y sin ninguna ceremonia la arrastró hasta la planta alta del edificio. Hermione sonrió para sus adentros. Esta era posiblemente su última oportunidad para escapar. Debía ser paciente y esperar el momento oportuno.
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Draco observó con aprensión al grupo de prisioneros que subieron desde las mazmorras. Enmascaró su preocupación con un gesto de disgusto y observó con franca repugnancia los rostros demacrados que se encontraban ante él.
En su mayoría, no eran, en opinión de Malfoy, nada fuera de escoria, dobles agentes, mortífagos irresolutos y espías de poca monta. Frunció el ceño. Gente estúpida y atemorizada; y por lo tanto, peligrosa. Continuó observando la serie de rostros agotados que se sucedían ante su vista buscando entre ellos uno que necesitaba ver.
Un breve atisbo del familiar cabello castaño que creía ser capaz de reconocer en cualquier parte, aceleró su pulso. Podía ver que su propietaria se encontraba casi al final de la hilera.
Trató de que la ansiedad no fuera evidente en su rostro. Granger era en definitiva un obstáculo para sus planes. Hermione probablemente era la única persona que se había ganado a partes iguales su desprecio y su admiración.
Su sola presencia significaba que todos sus planes podían esfumarse. Entendía perfectamente que de no deshacerse de ella, podría estar arriesgando su propia vida, y si había algo que los Malfoy consideraban prioritario, era la necesidad de escapar de batallas perdidas para vivir al final de la guerra; y aún si lo agobiaba el peso de su responsabilidad en este conflicto, estaba dispuesto a ganar. Debía sacarla del juego cuanto antes.
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Hermione sintió que era bruscamente colocada en una fila junto con otros magos y brujas de aspecto decrépito. Sintió un nudo en la boca del estómago. Seguramente, al igual que ella, prisioneros.
Se recordó a sí misma que debía esperar el momento oportuno antes de intentar el descabellado escape que tenía en mente. Sólo necesitaba una varita. Tan pronto como algún guardia desprevenido se acercara lo suficiente, lo intentaría. Su celador estaba muy lejos para que pudiera tomar su varita sin ser notada. Paseó la vista por la habitación siguiendo el procedimiento habitual de los aurores, y justo cuando levantó la mirada, se topó por un instante con un frío y calculador par de ojos grises que conocía bien. Nerviosa porque pudiera adivinar sus intenciones, apartó la mirada.
Las posibilidades de escapar se habían reducido dramáticamente.
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Harry y Ron llegaron pronto a la lúgubre residencia en la que Hermione era mantenida cautiva y rodearon el lugar. Probablemente tenerla de vuelta sería difícil. Ron apostó a los diferentes integrantes de su heterogéneo grupo en puntos estratégicos antes de reunir un pequeño número de brujas y magos para irrumpir en la mansión.
Buscó a su mejor amigo con la mirada. No había margen posible de error. La vida de Hermione estaba en juego.
