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Fingiendo un total desinterés, Malfoy se detuvo ante Hermione. Observándola detenidamente de la misma manera que a los otros prisioneros, aprovechó su inspección para mirar de cerca el rostro que plagaba sus pesadillas. Durante su minucioso escrutinio pudo notar la coloración oscura que empezaba a formarse en su pómulo traicionando el lugar donde había sido probablemente golpeada por Crabbe o Goyle, había lesiones menores posiblemente debidas a la forma en que había sido llevada a su presencia y su túnica, habitualmente limpia y ordenada se veía ligeramente sucia y arrugada. Sus ojos parecían vacíos. Tal como lo había visto antes. La mirada torva, fría y distante. El semblante muerto y la manera en que sus ojos parecían verlo todo y sin embargo no notarlo, eran desconcertantes.
Theodore llegó poco después acompañado de algunos prisioneros rezagados. Malfoy les dirigió una breve mirada antes de volver su atención a la mujer. La deliciosa anticipación de la cacería había desaparecido junto con la vivaz voluntad de la presa. Sintió una repugnancia indescriptible al verla tan vacía y tan ajena a sí misma además de un profundo odio apenas disimulado por quienquiera que la hubiese convertido en esa pálida sombra de Hermione Granger. Frunció el entrecejo.
Otros se unieron a la pequeña multitud que lo rodeaba y volvió a ser consiente de sí mismo. Percibió que Lestrange le dirigía un vistazo extrañado. Antes de que el carcelero pudiera formular cualquier pregunta, Malfoy habló en voz baja y grave:
- He visto antes a esta mujer. Es del ministerio. Podría ser una pieza muy valiosa si la conservamos ilesa. Los otros no son tan importantes, hagan de ellos lo que consideren pertinente. Yo me encargaré de nuestra… huésped… -un gesto venenoso iluminó su semblante y prosiguió en el mismo tono desapasionado- tal vez sea conveniente que la mantenga conmigo. Es peligrosa y no sabemos cuando nos podría ser útil… - Dejó escapar una sonrisa despiadada que hizo eco en el brillo desalmado de sus ojos. Recorrió la figura de la joven de una forma bastante sugerente y sonrió satisfecho al notar la manera en la que ella pareció estremecerse cuando la tocó.
Lestrange sintió un escalofrío. Por un momento, la expresión de Draco Malfoy le trajo a la mente la que tendrían los dementors que custodiaban su celda en Azkaban si hubieran tenido rostros humanos: fríos, desalmados. Nada bueno podía venir de alguien así. Se estremeció.
Era muy bien sabido por todos que el hijo de Lucius daba el mismo trato a todos sus enemigos y prisioneros, no obstante el que antes hubieran sido colaboradores cercanos suyos. No tenía consideraciones ni clemencia.
Supo de inmediato que lo más sensato sería mantenerse apartado de Draco.
-¡Nos atacan!- gritó una voz que podría ser Crabbe- ¡Están llegando al norte y al este!
-¡¿Qué estás esperando, idiota?! ¡¡VAYAN A DEFENDER EL ÁREA!!- gritó Draco- ¡Todos ustedes! ¡¡APRESÚRENSE!!
Los hombres no se hicieron repetir la indicación una segunda vez. Draco movió su muñeca y con la ayuda de algunas esferas vigías, revisó los calabozos. Todos los prisioneros estaban muertos, probablemente obra de Lestrange y de Nott.
Desvaneció la esfera y dio un paso hacia Granger.
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El corazón de Hermione acompasaba la vertiginosa velocidad con que el miedo invadía su cuerpo. Entre ella y su perseguidor no había sino una invisible capa de aire. Mantuvo la vista fija en el suelo. No quería que Malfoy pudiera ver lo asustada que se sentía.
Cuando lo escuchó hablar con Lestrange, el alma se le fue a los pies.
Probablemente había cambiado en algunos aspectos, pero seguía siendo en esencia el mismo. La guerra los había cambiado a todos. El Malfoy que conoció podía ser sarcástico, molesto y cruel, pero jamás una amenaza real, era demasiado cobarde para eso. El nuevo Malfoy, por otra parte, le resultaba totalmente desconocido. Su fría determinación y la fama que lo precedía eran prueba suficiente de que no podía esperar de él ayuda o misericordia. Esta súbita comprensión le heló la sangre y la despertó del trance en que parecía haber entrado desde que se cayó en cuanta de que estaba en poder del enemigo.
Aún sin levantar la mirada, escuchó que hurgaba en su túnica buscando algo ansiosamente. Probablemente su varita. Ordenó a su subordinado que llevara a los prisioneros a las celdas y le diera tiempo para 'coaccionar' a su 'huésped' a colaborar con la causa. Estaban solos en la fría quietud de la habitación. Malfoy observó su rostro con detenimiento, divertido y consternado al ver la determinación en sus ojos. Levantó la varita ante sí.
Hermione sentía la boca seca ante la proximidad de su propia muerte, miró fijamente sus ojos grises y trató de mantener la dignidad. Pasara lo que pasara, no le daría el gusto de verla temerosa y derrotada. 'No podría matarte ¿recuerdas? ¿En serio? No creo que sea el mejor momento para estar equivocada...'
Theodore observaba oculto tras una columna, acarició su varita. Dejaría de ser un peón. Se relamió los labios. La oportunidad de ganar a costa de Malfoy era demasiado tentadora para dejarla ir…
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En cuanto descubrieron que habían sido rodeados. Los mortífagos iniciaron la desesperada defensa de su posición. Ron, al frente del grupo de avance que comandaba, abrió paso a Harry y al pequeño grupo de expertos a cargo del rescate.
Pensando en los acontecimientos de las últimas horas, dejó salir en el fragor de la batalla todo su enfado con Hermione. Estaba muy molesto porque le mintió respecto al paradero de Harry. ¡Orquestó todo sin decirle nada a él, su mejor amigo! ¡Permitió que creyera que Harry estaba muerto! En cuanto la viera, le cantaría las cuarenta. Ron sonrió muy a su pesar. Hermione era la chica más obstinada que hubiera conocido; deseaba que estuviera aquí para gritarle y luego abrazarla. No podía estar enojado con ella para siempre, después de todo, ¡era su mejor amiga!
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Harry aprovechó la distracción creada por Ron para introducir sigilosamente al destacamento de rescate. Las cosas se veían mal para ambos bandos. Aunque quedaran pocos mortífagos, tenían un potencial destructivo muchas veces superior al de sus hombres. Para ser honesto consigo mismo, la confianza que trataba de transmitir a otros sólo era una simulación, se daba cuenta de que muy probablemente Hermione podía estar herida o peor aún, muerta. Esta pequeña incursión para salvar una vida podía costar muchas más, y dado que no había sido originalmente parte del plan arriesgar inútilmente la vida de los combatientes por una causa tan egoísta, Harry supo que, de recuperarla sana y salva, Hermione estaría furiosa con ellos... Lo hubiera desaprobado negándose a que se arriesgaran de esta forma con la victoria tan próxima... Hermione... de no ser por ella, no estarían aquí en primer lugar. Le debían al menos eso.
El semblante de Harry se ensombreció. Fue su brillante idea de secuestrar a Colagusano y valerse de la poción multijugos para que Harry lo sustituyese, lo que le permitió colarse en el círculo interno de allegados a Voldemort y atizarle el golpe final.
Requirió de mucha paciencia y preparación; pero la trampa de Hermione funcionó.
El enfrentamiento entre Harry y Voldemort, quedó disfrazado como un acto de venganza de un lacayo traicionado hacia su señor. Sus verdaderos motivos fueron encubiertos por el sigilo y el desconcierto que siguieron a la caída del temido mago.
Las fuerzas de los mortífagos menguaron al poco. Siguiendo el detallado plan de Hermione, él y Ron asestaron el golpe final y recuperaron el control del mundo mágico. El éxito les habría sido asegurado de no ser por la mala actitud de los mortífagos ante la derrota. Llegando al máximo de su ruindad, se atrincheraron en la mansión de los Malfoy con un grupo de prisioneros de guerra indefensos, algunos incautos, espías descubiertos y... Hermione...
No obstante lo enfadada que se sentiría al ver que habían pasado por alto sus órdenes de continuar sin ella de ser necesario, él no podía permitir que su mejor amiga muriera a manos de sus enemigos sin ninguna piedad o consideración. Debía rescatarla y devolverla sana y salva al pequeño suburbio de Yorkshire en donde había reconstruido su existencia. No podía soportar el pensamiento de que ella no estuviera allí para gritarles a él y a Ron al término de la guerra. Merecía más que nadie vivir para ver lo que había logrado.
